No es el caso de todas las obras sobre el anarquismo que tengo a mano, pero en varias de ellas parece que las mujeres, incluida por supuesto Emma Goldman, quedan fuera de foco, como si tal doctrina fuese, como el soberano, cosa de hombres: Una ojeada rápida a la obra clásica de James Joll, el pequeño léxico filosófico de Daniel Colson, o la consulta de otros libros que tengo a mano como Les @narchistes de Pierre Michel en el que asoma su nombre una sola vez, catalogada como militante americana, junto a los nombres de algunos periodistas, relacionándolos con la guerra de España, ni en el Ni Dieu ni Maître de Daniel Guérin, ausente igualmente en dos breves antologías en francés (una de Textuel, L´anarchisme dans les textes de Irène Pereira, la otra de Librio: Ni Dieu ni maître! De Christophe Verselle), en fin :…¡cosas!
Ahora tengo en las manos una obra dedicada a la lituana (Kaunas, 1869- Toronto, 1940), quizá junto a Louise Michel la más célebre militante y teórica anarquista: «Emma Goldman. La unión apasionada de pensamiento vida» de Laura Vicente y Agustín Comotto, editado por Calumnia Edicions; los textos son de la profesora y especialista en historia de las mujeres, y las ilustraciones de Comotto, desde la misma portada hasta el final con seis significativas imágenes intercaladas, a página entera, que podría decirse que hablan por sí solas, obviamente en compañía del verbo de Laura Vicente, una complementariedad que es un verdadero primor de edición, y no hablo solamente de la presentación. No falto a la verdad si digo que lo breve si bueno… que en esta caso se cumple a las mil maravillas.
La vida y el compromiso de esta mujer, en una unión indisoluble, quedan claramente expuestos desde las primeras líneas, del mismo modo que se ve que Goldman no se guiaba por un catecismo inflexible o dogmático, sino que su carácter y sus ideas podían variar, y rectificarse, según las circunstancias, más teniendo en cuenta su consideración acerca de la pluralidad del sujeto, compuesto de varias madejas, esta pluralidad que exigía la reforma de sí misma en la medida que esto supondría dedicarse más plenamente a los demás. Las miradas que acerca de ella se han publicado habitualmente han puesto el acento, en exclusiva, en el terreno de la teoría, considerando que sus ideas no eran más que mera repetición de las enseñanzas de Bakunin y Kropotkin, olvidando otros aspectos esenciales en su manera de encarar la existencia, el cuerpo, el placer, los afectos y los modos de vivir, terreno que comenzaba por sí misma; y obviando también que ella bebía de otras fuentes filosóficas, que hibridaba con las ideas de algunas corrientes radicales americanas: Henry David Thoreau, Walt Whitman y Emerson y su trascendentalismo. Precisamente esta obra es un intento, logrado, en subsanar esta mirada parcial. Vida ajetreada, de huidas y detenciones, la de esta mujer judía, exiliada y abiertamente anarquista, y de esperanzas frustradas como le supuso la revolución de Octubre y su autoritarismo como moneda corriente, que quedó plasmado de manera paradigmática en al aplastamiento de los rebeldes de Kronstadt. Motivo por el que ella y su marido escaparon a Lituania, de donde fueron expulsados a Suecia y de allá a Berlín; otra desesperanza vendría tiempo después al ver la derrota del pueblo y su revolución en la guerra civil del 36, a donde había ido por invitación de la CNT. Si he señalado que huyeron a Lituania, con anterioridad había sido expatriada a Estados Unidos, en donde se unió con Alexander Berkman, militante anarquista, hasta que éste fue detenido lo que llevó a Goldman a unirse con otro compañero, Ed Brady con quien -según confesaba- aprendió lo que era el sexo. En Nueva York fue detenida y encarcelada a causa de un discurso, explicando el uso de los anticonceptivos, y por la difusión de sus posturas sobre el control de la natalidad, dedicándose a promover la educación sexual, proponiendo una maternidad consciente; « la cárcel me había ayudado a descubrir mi propia fuerza, la fuerza para permanecer sola, la fuerza para vivir mi vida y luchar por mis ideales, contra el muno entero si fuera necesario». Austria, vuelta a Estados Unidos en donde gira propagando las ideas libertarias, en tiempos en que la propagación de las ideas anarquistas había sido prohibidas por la ley. Cuando su compañero, Berkman salió de prisión volvieron a unirse, acabando ambos dos expulsados del país de las barras y estrellas, junto a ciento cuarenta y siete revolucionarios más. Luego en 1920 es cuando fueron a Rusia en donde tomó contacto con Gorki, Lenin y Kropotkin. A raíz de tal experiencia mostró sus críticas en una obra al respecto, al tiempo, que, instalados en Saint Tropez, comenzó la escritura de su autobiografía. En 1940, falleció en Toronto de una congestión cerebral…allá a Canadá había marchado con el fin de recabar fondos para los exiliados de la guerra de España, muriendo con las botas puestas organizando una campaña de apoyo y solidaridad con unos compañeros italianos detenidos.
El libro está ordenado en diferentes capítulos que exponen los aspectos esenciales de la vida y las ideas de Emma Goldman: desde el primero que lda título al libro, Vivir como se piensa, Pensar como se vive, Individualismo, Estado, Feminismo, Revolución, cerrando la travesía con Concluyendo. A modo de sucesivos flashes se va dando una visión general de la mujer analizada y sus posicionamientos con respecto a las cuestiones nombradas. Se le puede ver, además de defendiendo algunas de las ideas expuestas más arriba y viviendo en medio de varias tormentas, defendiendo la centralidad del individuo y la necesidad de ampliar sus cotas de libertad, su idea del Estado como maquinaria de defensa de unos intereses bien definidos, y un favoritismo sin medida al que había que limitar, de donde sus rotundas críticas con respecto a la participación de algunas celebridades anarquistas en las tareas de gobierno como Federica Montseny y algún otro, una decidida apuesta por el antimilitarismo (postura que no gustó a las autoridades que prohibieron la revista en la que exponía sus ideas); deja clara su posturas con respecto a los derechos femeninos, reclamando la autonomía de las féminas e incidiendo en los ineludibles lazos entre género y clase social, opresión, la femenina, que no se solucionan con el derecho a ejercer el voto y el acceso al trabajo, con respecto a la revolución subraya la importancia de poner todos los medios para evitar en la medida de lo posible el ejercicio de la violencia a la vez que se pronuncia con rotundidad contra el autoritarismo de los bolcheviques, aplicando el jesuítico el fin justifica los medios, que llevaron las ansias revolucionarias al fracaso, imponiendo la pasividad y la obediencia, el antídoto residiría en la ampliación de la libertad, el mantener vivas las llamas de la revuelta en las masas y en fomentar el apoyo mutuo, «el genio creativo del pueblo, de la cooperación entre el proletariado intelectual y manual. El interés común es la máxima de todo empeño revolucionario»…sus críticas, teñidas de llamadas a tener en cuenta las emociones y a sostener la relevancia de la ética, eran consideradas por la nomenklatura como puro sentimentalismo burgués.
Su espíritu libertario se deja ver en sus relaciones afectivas, además de incluir los sentimientos como algo a tener en cuenta del mismo modo que reivindicando lo privado como algo público y no solamente como un asunto individual, con abierta preocupación por las microprácticas aplicadas a todos los aspectos de la existencia…El espíritu anarquista debía de empapar las diferentes esferas de la actividad humana: así, la educación, la actividad cultural, los medios de comunicación, la salud, la sexualidad, el bienestar social y la producción económicas.
Laura Vicente y Agustín Comotto reivindican una Emma Goldman que, como queda señalado, ampliaba la necesidad de que el anarquismo se extendiese al tejido social todo. La obra supone así un ejemplo de la combinación de la concisión con una clara capacidad a la hora de poner de relieve los aspectos más relevantes de la vida y pensamiento , y viceversa, de esa mujer que respondía al nombre de Emma Goldman y que fue un torbellino de vitalidad y compromiso, disfrutando de las cosas pequeñas, y grandes, de la vida e intentado que tal actitud se extendiese a los demás.
Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared