Panamá liberó el pasado sábado 8 de marzo a 65 de 112 migrantes deportados por EEUU que permanecían en el albergue de San Vicente, en Darién, para que puedan gestionar su viaje a un tercer país.
Después de semanas de demandas y críticas por parte de grupos de derechos humanos, Panamá liberó el sábado a a los 112 migrantes deportados de Estados Unidos que fueron detenidos en una estación migratoria en la zona selvática del Tapón del Darién. Los migrantes que llevaban semanas detenidos en un campamento remoto tras ser deportados de Estados Unidos, y se les concedieron 30 días para abandonar el país
El ministro de Seguridad Pública de Panamá, Frank Ábrego, informó a la prensa que los migrantes liberados tienen ese tiempo para organizar el regreso a sus países de origen o a otros dispuestos a darle refugio. Durante su estadía en el país centroamericano deberán asumir los trámites legales, la estadía y la alimentación por su cuenta.
Las autoridades han dicho que los deportados tendrán la opción de extender su estancia por 60 días si lo necesitan.
En un principio, eran 299 extranjeros los que arribaron al territorio el mes pasado en tres vuelos procedentes de EE. UU. De esas personas, 177 regresaron de forma voluntaria a sus países y otros 10 esperaban los vuelos. Los 112 restantes proceden de Afganistán e Irán, muchos de los cuales no quieren o no pueden regresar.
De acuerdo con el portavoz del ministerio Aurelio Martínez, una vez transcurrido ese período de 90 días, las personas que continúen en Panamá lo harían “de forma ilegal” y por consiguiente serán deportados.
Los migrantes liberados llegaron la noche del sábado en un autobús a la estación de Albrook, donde grupos de derechos humanos y abogados estaban esperando en la terminal de autobuses y se apresuraron a encontrar refugio y otros recursos para los migrantes liberados. Decenas de otras personas permanecieron en el campamento. Un pequeño grupo con niños recibió alojamiento en un hotel en la ciudad de Panamá durante una semana a cargo de UNICEF. Otros no tienen dinero para el hotel.
Entre los que bajaban de los autobuses había migrantes que huían de la violencia y la represión en Pakistán e Irán. También estaba Nikita Gaponov, de 27 años, que huyó de Rusia debido a la represión por ser parte de la comunidad LGBTQ+ y dijo que fue detenido en la frontera de EEUU, pero no se le permitió presentar una solicitud de asilo.
Entre los migrantes que no quieren retornar a su país figuran 24 de Irán, 21 de Camerún, 12 de China, 10 de Nepal, 9 de Afganistán, 7 de Vietnam, 6 de Etiopía, 6 de Uzbekistán, 5 de Nigeria, 2 de Eritrea, 2 de Pakistán, 2 de Somalia, 2 de Ghana, 2 de Rusia, 1 de Angola y 1 de Sri Lanka.
Las condiciones precarias que atravesaron los extranjeros en esta estación
Los extranjeros deportados forman parte de un acuerdo entre la administración Donald Trump, Panamá y Costa Rica, en el cual estos países de Centroamérica servirían como punto de tránsito hasta su repatriación. Sin embargo, las condiciones en las que se encontraban en el campamento San Vicente eran precarias.

Las condiciones precarias que enfrentaron estas personas durante su estancia en el albergue en DariénMinisterio de Seguridad Pública de Panamá
Luego de su liberación durante el fin de semana, abogados de derechos humanos descubrieron a tres personas que requerían de atención médica: una por vómitos durante toda una semana, otra con diabetes que no tuvo acceso a la insulina y una última infectado de VIH que no tomó los medicamentos pertinentes.
Hayatullah Omagh y otros migrantes también le detallaron a AP la escasez de alimentos, el clima sofocante y la agresividad de las autoridades panameñas. En una ocasión estalló un disturbio porque los guardias se negaron a darle su celular a un extranjero, una protesta que concluyó en una represión por funcionarios armados.
Con información de: Los Angeles times, La Nación y Crítica