Palestina / Israel: 100 años

Iñaki Urdanibia

No resulta cómodo, al menos al que esto escribe, realizar lecturas acerca del conflicto que enfrenta al Estado de Israel y a las organizaciones palestinas, y no es debido a que servidor sea especialmente sensible, pero es que la situación clama al cielo ante el horror que está convirtiendo en ruinas poblaciones enteras, acumulando, escombros, vidas, y…rabia al por mayor, alimentada por la bestialidad arrasadora israelí y el apoyo incondicional de EEUU y la tibieza del resto de países occidentales, que dejan hacer, pretextando el derecho a defenderse que tiene Israel. Ante la magnitud de la tragedia, en marcha, brota una neo-lengua que convierte la lucha contra el sionismo en antisemitismo, el derecho a defenderse esconde el derecho a imponer la ley y a masacrar, la ampliación de territorios a la fuerza como necesidad de espacio vital, de Lebensraum hablaban los nacionalsocialistas, etc. En tales condiciones, no es fácil mantener una mirada neutral (¿tal existe?), ya que el espanto hace que los muertos, los mutilados, las casas destruidas, incluidos hospitales y escuelas, hagan que el principio de humanidad provoque, de inmediato, una urticaria, corporal y moral, sin cuento. En gran medida parece cumplirse la profecía que en su momento profiriese Hannah Arendt, cuando señalaba que levantar un Estado en tierras habitadas por otros no podía más que provocar la resistencia de éstos, lo que conduciría a erigir un Estado tipo Esparta, armado hasta las dientes y con el ejército como columna vertebral de él: Netanyahu se campanea diciendo que están manteniendo siete (7) frentes a la vez, y…que son capaces de más: Eva Illouz sostiene que hay uno más si en cuenta se tiene el frente interior. No seguiré, pero tal es el telón de fondo, mental, con el que me acerco a un libro de Ian Black: «Vecinos y enemigos. Los cien años de conflicto entre israelíes y palestinos», editado por Península. El libro fue elegido con ocasión de su publicación original en 2017, por diferentes medios como The Economist, The Sunday Times, The Financial Times y The Guardian como libro del año.

El autor de la obra, Ian Black (1953-2023), fue un destacado periodista, escritor y profesor; una gran parte de su vida la pasó viviendo y trabajando como reportero en Oriente Próximo, y cubriendo todos los acontecimientos desde la guerra entre Irán e Irak, hasta las intifadas palestina y la Primavera Árabe, impartiendo cursos sobre tales temas en prestigiosas universidades e interviniendo en destacados medios de comunicación como la BBC TV y radio, Sky News y Al-Jazeera. Esta carta de presentación hace suponer que su dominio del tema está garantizado, si bien siempre cabe añadir que al conocimiento se ha de unir la ideología, que hace que generalmente uno siempre se escore para un lado. Pues bien, Black parece atenerse al dicho de Oscar Wilde de que lo contrario del matiz es la barbarie, a lo que añadiré que no se puede, ni se debe, ignorar la opinión del autor de Palestina cien años de colonialismo y resistencia, Rashid Khalidi (https://kaosenlared.net/Palestina-100-anos-de-guerra/) que afirma: «Ian Black se basa en décadas de experiencia como periodista en Palestina e Israel para ofrecer un relato matizado y exhaustivo del centenario conflicto. Una evaluación amena y justa de por qué este enfrentamiento ha continuado sin tregua durante tanto tiempo.», a lo que podría añadirse la valoración del libro del prestigioso autor de Los árabes, Eugene Rogan: «Un libro escrito con una imparcialidad absoluta sobre uno de los conflictos más complejos del mundo. Black captura las voces de palestinos e israelíes con igual compasión, y responsabiliza a sus líderes con igual severidad. Un logro sobresaliente».

No cabe la menor duda de que la lectura de la obra exige esfuerzo, y no digo para superar algunos crujidos o desacuerdos que puedan surgir al paso de las páginas (sabido es que cada cual se acerca a los textos con unas lentes ideológicas determinadas), sino por su extensión: más de setecientas páginas a las que se han de añadir las ciento cincuenta dedicadas a notas e informaciones bibliográficas; extensión que va a la par de la documentación utilizada, y justificada, por el autor. Acerca de la obra, y la contraportada no miente, al afirmar que es la «obra de referencia para entender el conflicto entre israelíes y palestinos». El seguimiento pormenorizado abarca desde 1917 a 2017, siendo los mapas e ilustraciones un buen acompañamiento de la lectura. Añadiré que, para tomar impulso, Black retrocede hasta los últimos coletazos del imperio otomano y las luchas de los británicos por adueñarse de aquéllas tierras…en resumidas cuentas son ciento treinta y cinco años de historia en que se ha generado y desarrollado el enfrentamiento. Indica el autor el propósito de su libro: «señalar acontecimientos clave de la historia del conflicto entre Israel y Palestina, con ocasión del centenario de la Declaración Balfour hecha pública por el Gobierno británico en noviembre de 1917 y del medio siglo transcurrido desde la guerra en Oriente Próximo (la guerra de los Seis Días) de junio de 1967» -señalando más adelante- la coincidencia o atributo enigmático y oculto de que el séptimo año de cada década es escenario de graves hechos: amén del ya nombrado 1967 y el anterior, 1917, ahí están 1897, 1937, 1947, 1977 y 2007 [ciertamente resulta curiosa dicha presencia, que corresponde al número místico judío que responde a los seis días de la supuesta creación más el siguiente de descanso…en boca de Jesús, más de una vez se habla de tal número…].

El autor adopta la postura propia del notario que da cuenta de la realidad, en sus diferentes momentos, a la vez que deja oír los relatos de ambas partes en contienda, ateniéndose a la prescripción spinozista de ni reír, ni llorar, ni odiar, sólo comprender. El dominio de la lengua hebrea, del árabe y, por supuesto, del inglés (lengua en que habitualmente se ha escrito más sobre el tema) hace que haya podido recurrir a las fuentes en tales idiomas, huyendo de las traducciones /tergiversaciones, a la vez que tal dominio le ha facilitado el recoger, sur place, testimonios orales de diferentes habitantes de la zona, y leer publicaciones en dichos idiomas.

La historia es un campo de batalla, y los diferentes relatos, convertidos en la base de argumentación de cada parte, son una verdadera arma que se utiliza para luchar contra el enemigo. Black se encarga de seguir con pelos y señales la cronología de los hechos, como queda dicho, destacando aquellos momentos que resultan más decisivos a la hora de abrir o cerrar puertas al futuro, en una solución que satisfaga a ambas partes. Las posturas de sionistas y de palestinos son diametralmente antagónicas: para los primeros su instalación y la creación de su estado, supone una gran paso para la libertad de los judíos, perseguidos durante siglos, y muy especialmente con el intento de solución final organizada por el nazismo en el siglo XX; por parte de los palestinos, la llegada de gentes ajenas al lugar supuso una usurpación de sus tierras y pueblos, un desalojo y unos desplazamientos forzados. El propósito de Black es conocer, y darlo a conocer a sus lectores, cómo se ven a sí mismos, cada una de las partes en litigio, y cómo ven a los otros, dos narraciones enfrentadas que sirven de base a las pretensiones o reivindicaciones de cada uno de los bandos.

Así el libro muestra el inicio de la creación de una sociedad y una economía judías autónomas autónomas, viéndose desde la primera llegada (alia) e instalación de forasteros sionistas las tensiones entre los habitantes que veían que se apropiaban de tierras que hasta entonces eran suyas (ya eran conscientes de ello hasta los más fogosos defensores de la ocupación, uno de ellos, Jabotinsky, apuntaba con tino: «Toda población autóctona del mundo se resiste a los colonos mientras alberga la mínima esperanza de librarse del peligro de que le colonicen…») ; se constata igualmente como la declaración de Balfour mostraba claras ventajas para los judíos / sionistas, dejando al resto -musulmanes y cristianos- desatendidos, inaceptable si en cuenta se tiene que el 90% de quienes allá habitaban pertenecían al credo musulmán; frente al retrato amable que los sionistas han solido dar de su llegada a aquellas tierras, se ve que primaron los codazos, los sobornos, las compras forzadas por grupos de matones, más que los abrazos; en este orden de cosas, las posturas de algunos amantes de la paz y la concordia en la esfera del sionismo, encabezadas por Martin Buber, Scholem…fueron rechazadas como ingenuas.. No le faltaba razón a Arthur Koestler cuando afirmaba que «una nación prometía de manera solemne a una segunda nación el país de una tercera» [dejando de lado el empleo del término nación para la segunda y la tercera]…Otro aspecto, en especial después de la guerra de los Seis Días, es la expulsión o huida al por mayor de palestinos que se iban con la esperanza de volver; sus tierras ocupadas con asentamientos que hacían menos factible su vuelta, a Nakba (desastre), que luegocontinuaría en marcha, 700.000 según fuentes de la ONU, a los que que habían de sumarse a los que hubieron de huir con la Naksa (recaída), posterior a la guerra de los Seis Días suponiendo la marcha de 300.000 (en total los palestinos suponen una cuarta parte de los refugiados que en el mundo son)…Se señalan las falacias que rodearon a este desastre: la venta voluntaria de tierras por parte de los palestinos, que de hecho en muchas ocasiones eran forzadas por medio de amenazas y unas cantidades míseras de dinero, cuando existía ese desembolso. El autor aclara que ciertamente hubo ventas alegres por parte de nobles del lugar y por poseedores de amplias extensiones de tierras, que abandonaban el país, dejando como resultado a los trabajadores de la tierra sin trabajo; trae a colación el autor el caso de no pocos adinerados que llamaban a los habitantes de la zona, a negarse a colaborar con los sionistas al tiempo que ellos, bajo manga, hacían suculentos negocios con ellos; otro mito es el de la solidaridad de los países árabes, que por lo general brilla por su ausencia, mostrándose a la vez desconfiados e intolerantes con respecto a los palestinos (considerados como jordanos, sirios, o…)

Otro mito que tuvo cierto eco entre los primeros sionistas, tal vez para animar a futuros viajeros, era que aquella era «una tierra sin pueblo para un pueblo si tierra», sosteniéndose igualmente que allá no había nadie a los más algunos nómadas y vagos; resulta llamativo y significativo como ejemplo de desconocimiento del otro, que muchos jóvenes israelíes afirman que los palestinos llegaron más tarde que ellos (!). Los sionistas reivindicaban frente a esto, una ética del trabajo y el esfuerzo, obviando que los árabes les habían servido como mano de obra habitualmente, y que todos los campos labrados y los pueblos construidos eran obra de ellos. Destacable resulta también la empresa desmitificadora que lleva a cabo Black al señalar que no se puede hablar de una unidad monolítica ni entre los palestinos (las diferencias entre la OLP y Hamas, bastan como ejemplo), subraya también Black que tras la creación del Estado de Israel se creó un vacío al darse un abandono de aquellas tierras por parte de muchos intelectuales y profesionales palestinos; desvela igualmente los orígenes de Hamas, que sin ser una creación de Israel como se ha solido decir, sí que fue impulsada por éste con el fin de frenar el peso del Fath, de la OLP (táctica coincidente con otras apoyos coyunturales habidos en la historia como el que se prestó a los talibanes para tratar de frenar a los rusos, o el prestado a Sadam Hussein y su partido, Bass, con el fin de frenar al Irán de los ayatolás…). No faltan las diferentes valoraciones que suscitan la política y las acciones de Hamas, para unos verdaderos héroes para otros terroristas redomados; contrapuestas opiniones que recuerdan ls acciones terroristas cometidas por grupos armados sionistas (entre ellos el Likud) en tiempos del dominio británico, que provocaban parecidas reacciones a favor o en contra. Guerras, infifadas, provocaciones, como la visita de Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas, lugar significativo para los musulmanes, al igual que el Muro de las Lamentaciones lo es para los judíos. Sostiene el autor que frente a la igualdad que Israel dice otorgar a los trabajadores árabes /palestinos en Cisjordania, se ha acuñado el término ocupartheid, para dar cuenta de las flagrantes diferencias. Ciertas puntualizaciones acerca del pretendido colonialismo de Israel resultan algo flojas a mi modo de ver, ya que la definición del colonialismo por parte de Black es limitado al modelo económico del siglo XIX, cuando de hecho hay casos en que en tiempos posteriores de han colonizado diferentes tierras con propósitos que nada tienen que ver, o poco, con el factor económico…implantación cultural, aumento del espacio vital, crear franjas que alejen al posible enemigo, entorpecer la pretendida creación de otro Estado, al leopardizar la zona, sin obviar la recuperación de tierras santas siguiendo una estirada, como un chicle, topografía bíblica…como es el caso…Se resalta la derechización del Estado de Israel en estos últimos años, y la creciente implantación del islamismo en las organizaciones de la resistencia palestina, lo que aleja cualquier esperanza en la solución. Las cifras de corte demográfico, y otras, van asomando a lo largo de las páginas en diferentes épocas. La travesía es minuciosa y así se dan a conocer los diferentes tiempos y sus correspondientes jefes de gobierno que han dirigido el Estado hebreo desde el veterano militante Ben Gurion que fue el que declaró en 1948 el nacimiento del nuevo Estado hasta Benjamin Netanyahu, sin lugar a dudas el más derechista de quienes han encabezado la marcha del país; entre medio quedan los Moshe Sharett, Levi Eskhol, Golda Meir, Yitzhak Rabin, Menahem Begin, Yitzak Shamir, Shimon Peres, Benjamin Netanyahu -que posteriormente repetiría en el cargo-, Edud Barak, Ariel Sharon, Edud Olmert, viéndose las variaciones en el rumbo de la política gubernamental con respecto al contencioso con los palestinos hy las reclamaciones terrirtoriales.

Ciertas esperanzas deja ver el autor con motivo de los diferentes acuerdos (?) entre israelíes y palestinos : Madrid, Camp Davis, Oslo…resultando paradójico que cuando se abrían horizontes de una solución, que se plasmaría en dos Estados, todo quedaba en agua de borrajas, ante los incumplimientos que se daban, echándose la culpa los unos a los otros y alejando cualquier compañerismo entre Srulik y Handala (personajes de ficción que representan a Israel y Palestina respectivamente)…contradictorio resulta que tras dichos acuerdos, la toma de nuevas tierras por parte de los colonos aumentaba y hasta era alentada por los gobiernos. No le tocaron vivir a Black los últimos años en los que cualquier viso de solución parece tornarse imposible al estallar el polvorín que constituye la zona, y los intereses que allá se juegan más allá del contencioso israelí-palestino, y en eso ocupa una papel esencial el apoyo total e incondicional de los USA, la consideración del Estado de Israel como gendarme y freno del posible dominio de los países musulmanes, y el imperio de los medios de comunicación que generalmente ofrecen una visión que no favorece a los palestinos, y el peso de las comunidades judías (poderoso lobbys) en el país de las barras y estrellas, en especial.

 

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