Si en toda época histórica fue necesario estar despiertos para entender la realidad y entendernos en ella como parte activa para poder evolucionar juntos, en el tiempo actual es de una urgencia extrema. Y la realidad es que si de algo necesitamos ahora es paz para seguir avanzando en derechos, justicia y bienestar, que es justo lo que las guerras impiden.
Con el fondo amenazador de otra guerra mundial se despierta Europa a diario enmarañada por la propaganda, las noticias falsas, las medias verdades, las distracciones programadas, las imposturas y su teatro político y religioso. Por estas y otras muchas razones, el estar despiertos y atentos a la verdad no es solo una cuestión espiritual, mental o ideológica: es una cuestión de supervivencia. Esta puede acabar con más millones de muertos que la suma de todas las otras juntas, y con un nivel de destrucción sin parangón en la historia humana. Y a estos gobernantes enloquecidos y arruinapueblos, parece tenerles sin cuidado, que ya hay que ser irresponsables, descerebrados y locos de remate para jugar a soldaditos con bombas nucleares. Y la gente parece no darse mucho por enterada todavía, porque la mayoría en Europa anda dormida y atontada .Veremos cuándo suena, si es que suena, el Gran Despertador de las conciencias sociales y pacíficas.
Para estar despiertos y distinguir las mentiras de la verdad, oponerse a la violencia militar, protegerse de la violencia climática y del control mediático y policial de nuestra cotidianidad es necesario, creo yo, estar al día de lo que ocurre además de leer, meditar y pensar críticamente con una buena base cultural y espiritual ( no confundir con religiosa). Todo eso nos animaría a ser activistas por la paz, la salud, la educación, y la igualdad de derechos del ser humano, cualquiera que sea su sexo, raza, origen nacional o religión.
Ha llegado uno de esos momentos históricos en que tenemos que defendernos y actuar más intensamente contra todo pensamiento, partido político, ideología o religión que atente contra el bien común, que se asienta en la paz y en el respeto a la madre Tierra, y a los derechos de todo ser a la vida, a la libertad y a la dignidad individual, ya sea humano o animal. Y como se nos está intentando llevar a otra guerra absurda más, tenemos el derecho y el deber de oponernos, de armarnos contra ella y protegernos activamente de sus promotores y sus gobiernos irresponsables con las armas del pueblo: con el escudo y la bandera de la paz.
Siempre un NO rotundo a la guerra. Estamos hartos de llenar tumbas de jóvenes obreros asesinados por otros jóvenes obreros con otro uniforme y otra bandera para que unos cuantos desalmados llenen arcas en paraísos fiscales y unos cuanto generales luzcan medallas nuevas. No la guerra. Que vayan ellos y sus presidentes de gobiernos belicistas.
Imagen de portada: No a la guerra – en flickr.com | Detalles de la licencia