Los precios de los alimentos alcanzan la cifra récord del 15% en octubre

 

La cesta de la compra se se encarece un 15% en octubre. Algunos alimentos experimentan un encarecimiento de más del 40%. El gobierno reafirma que no piensa tomar medidas reguladoras para abaratar los precios.

Con un crecimiento del 7’3% el mes de octubre se cerró con una tendencia a la baja del IPC, que se mantiene en cifras superiores al 7%. Lo más sobresaliente, sin embargo, es que el sector de los alimentos se ha encarecido en una media del 15% este octubre en términos interanuales, con el dato significativo por su repercusión en el consumo de la clase trabajadora de que algunos productos básicos lo han hecho en cifras escandalosas (azúcar, 42,8%; harina y cereales, 37%; legumbres, 25,6%; huevos, 25%; patatas, 19%; aceite de oliva, 15,7%…).

Para este año, citando las previsiones de la OCDE, la clase trabajadora perderá un 4’4% de su poder adquisitivo. De hecho, con los datos reales hasta octubre, la pérdida sería del 4’66% puesto que los salarios en convenio tan solo han subido un 2,3%, mientras la inflación interanual se situaba en el 7,3%.

En ese escenario el autodenominado ‘gobierno más progresista de la historia’ sigue sin tomar ninguna medida efectiva, como sería el control y regulación de precios de los productos básicos, frente al poder oligopólico de un puñado de grandes empresas del sector de la distribución (con Juan Roig y Mercadona a la cabeza) que vienen haciendo su particular agosto de superbeneficios a costa del empobrecimiento de la mayoría social trabajadora. La complicidad de las organizaciones sindicales con el gobierno y la patronal, ya sea firmando pactos como el de los empleados públicos o en la negociación colectiva del sector privado, facilita esa situación.

Frente a ello, además de exigir la regulación de precios de productos y servicios básicos (alimentos, energía, vivienda, transporte…), medidas elementales como la actualización de salarios y pensiones según el IPC real para mantener el poder adquisitivo o, ante la perspectiva de recesión a que apuntan todos los pronósticos, la reducción de jornada sin reducción salarial servirían para que no fuera la clase trabajadora quien acabe pagando los platos rotos de una crisis que ha originado el capital y su demencial sistema.

 

Compartir
Ir al contenido