La Patria es América y Chile es parte de ella

Por Teófilo Briceño. Centro de Estudios Francisco Bilbao

La oligarquía chilena ha cultivado por cientos de años una chilenidad a su imagen y semejanza, y en este modelamiento y disciplinamiento social, en esta interesada concientización de las llamadas clases bajas, ha jugado un papel fundamental el Estado.

El discurso de esta chilenidad oligárquica sostiene que somos una singularidad en el continente americano, me refiero a lo que Francisco Bilbao llamó Latinoamérica, o a lo que José Martí denominó Nuestra América, para diferenciarla de la América anglosajona.

En este culto a una identidad chilena “tradicional” hay ideas extremas, fascistoides diríamos, y que son la base de cierto pensamiento hegemónico en el Ejército, referida a que los chilenos somos la unión de dos razas guerreas, la mapuche y la castellana, y que esa fusión (léase violación), dio origen a la “raza chilena”, o a la chilenidad. (1)

Esta visión de nuestro país, separada de Nuestra América, tiene otro componente principal, muy contradictorio en sí, pero que está fuertemente enraizado en el sentido común impuesto desde arriba. Se trata de una noción muy negativa de las clases bajas y de los pueblos originarios, por su supuesta ignorancia y barbaridad.

Por un lado, cuando conviene a los de arriba, se alaba a los mapuches como un pueblo indómito. O a los “rotos”, como valientes y superiores en el arte de la guerra frente a los pueblos hermanos de los países vecinos. Sin embargo, por otro lado, y en lo interno, se les aborda como flojos, borrachos, intelectualmente incapaces, o en versiones más “modernas”, como delincuentes y terroristas.

Todas estas ideas se han desarrollado a través del tiempo y ejemplo de ello es que, en la actualidad, la supuesta superioridad de “los de arriba”, ya no solo estriba en su poder económico, ahora nuevamente cobra fuerza el poder de la “experticia”, el poder de los que “saben”, en su versión política o académica.

Y en consecuencia, de aquellos que, casi “por naturaleza”, deben tener el monopolio para escribir la Nueva Constitución. Estamos, qué duda cabe, ante una nueva versión de la dicotomía funesta del siglo XIX, “civilización o barbarie”.

Lejos de nuestro pensamiento está el idealizar a las clases o sectores subalternos, particularmente en la actualidad donde existe una clara descomposición social fruto de largos años de predominio neoliberal. Pero estamos lejos también, y como lo hacen las clases dominantes, de demonizar a nuestros pueblos, que también somos nosotros.

De manera compleja y diversa existen, incluso de manera contradictoria, otras visiones de chilenidad (2), superpuestas entres sí, que circulan en el pensamiento colectivo y con ello distintos sentidos comunes, que, como capas de ideas, conviven en todos nosotros.

Nos interesa destacar y cultivar la identidad chilena popular, aquella que se expresa en las tomas de terrenos y las huelgas o paros de trabajadores, que se expresa en gritos y en el uso de la bandera. Y más recientemente, en la revuelta social con banderas chilenas con consignas de demandas populares, e incluso con orificios que simbolizan las balas asesinas disparadas por nuestros opresores.

En esta batalla de ideas, desde los sectores populares y en algún momento desde sectores críticos en el seno de las clases o sectores pudientes, ha estado presente la idea de nuestra pertenencia a Latinoamérica, y por tanto un alejamiento del relato de chilenidad creado por la oligarquía.

Esta mirada vincula nuestro futuro y libertad a una lucha común, como fue en el inicio de nuestra independencia, con Bolívar y San Martín y luego a la lucha común contra el imperio gringo y la obstinada y férrea resistencia a ser su patio trasero.

La Patria es América y Chile es parte de ella.

Nuestra libertad y soberanía está ligada a la lucha común de Nuestra América en un mundo cambiante, en uno en el que nuevamente los imperios se reparten zonas de influencia.

El único camino realmente soberano, la senda inequívoca para expresar nuestro amor sincero a la patria o la matria, para estar a tono con la lucha contra la injusticia ancestral del patriarcado, es la unidad Latinoamérica para hacer valer nuestros derechos y dignidad como pueblos.

En consecuencia, es falso el patriotismo de aquellos discursos que no quieren la unidad de Latinoamérica y corren a abrazarse con el imperio gringo o con las transnacionales, y con el único y egoísta afán de seguir saqueando al país.

Es hipocresía la de aquellos que están de acuerdo en que no tengamos soberanía alimenticia, soberanía en la fabricación de remedios, que no tengamos industria nacional, ni tecnología propia, la de aquellos que levantan las banderas de Chile, fabricadas en el extranjero, de aquellos charlatanes que supuestamente defienden lo nuestro, pero que están de acuerdo en que ni siquiera el poroto sea chileno, pues hay que traerlo de Canadá.

Sin unidad, Nuestra América será nuevamente el patio trasero de alguien.  Recobra por ello importancia el pensamiento de los padres de la Patria, y también el de Francisco Bilbao y su proyecto de Confederación de Estados del Sur, el de Gabriela Mistral, de Violeta Parra, de Salvador Allende, de su hija Beatriz, y de tantos otros y otras que, desde el anonimato, han mantenido vivas estas visiones y apuestas políticas, sustentadas en el pensamiento colectivo de nuestros pueblos.

No existe cabida para la oligarquía, ni para los falsos patriotas de las capas medias o bajas, ni para los neo-anarquistas, que reniegan de la importancia de la Patria y del papel que tienen que jugar los Estados para lograr la soberanía.

Así como la plurinacionalidad no es incompatible con la chilenidad popular ni la defensa de Chile, tampoco lo es ser un Estado y pertenecer al mismo tiempo a una Confederación de Estados. Ejemplos hay por montones. En las versiones socialistas, las más conocidas fueron la URSS y Yugoslavia. En las versiones capitalistas está el propio Estados Unidos y España, y más cerca nuestro Brasil.

Este 18 de septiembre es una de las fechas posibles para fijar nuestra independencia política (me parece mejor la del 12 de febrero de 1818), pero con más fuerza que nunca: Patria es América, y Viva Chile como parte de ella.

“Unificar el pensamiento, unificar el corazón, unificar la voluntad de la América.” (Francisco Bilbao, 1856)

18 septiembre 2022.

 

(1) “Otro aspecto a considerar es que durante la Guerra de Arauco y ante la escasez de mujeres españolas se produjo un mestizaje sistemático entre los soldados-colonos españoles y la mujer araucana, ambos provenientes de pueblos guerreros, lo que produjo un criollo que a la postre terminó desarrollando una identidad propia, con un fuerte sentimiento de pertenencia y de identidad local que lo llevó a ser él mismo, ni español, ni mapuche, ni americano, sino chileno.”  (LA IDENTIDAD NACIONAL Y EL EJÉRCITO DE CHILE Desde la Colonia al Bicentenario. Arturo Contreras Pulgati. Revista Politice y Estrategia 115. 2010. )

(2) Identidad chilena. Jorge Larraín. Lom Ediciones, 2001.

 

Fuente: https://www.cefb-chile.org/2022/09/21/la-patria-es-america-y-chile-es-parte-de-ella/

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