La mitad del cielo (I)

 

Mao Ze Dong empleó la expresión de que las mujeres sostienen la mitad del cielo, si bien algunas fuentes la consideran como un dicho tradicional chino. Sea quien sea quien acuñó la expresión, sí que es cierto que señala un hecho que en la práctica, a lo largo de la historia, ha sido ignorado, ya que las mujeres han sido ignoradas, marginadas, ninguneadas, al ser consideradas inferiores, abierta o solapadamente, atribuyéndoseles algunos rasgos poco amables comparados con los que se atribuyen a los hombres, masculinos…Ya desde los textos considerados sagrados se ha unido a la mujer con el pecado, con la superficialidad, etc.

Esto queda confirmado en la historia en general y en las historias particulares de diferentes saberes o disciplinas, en las que no aparecen mujeres a no ser de manera circunstancial, o como compañeras, musas o alumnas de grandes, o no tan grandes, hombres.

Traigo a este artículo tres libros que, abarcando esferas bien diferentes, inciden en otorgar a las féminas el lugar que les corresponde en la Filosofía y en el mundo antiguo, y vamos por partes. Al segundo asunto, teniendo en cuenta la amplitud que ha cobrado éste, le dedicaré el siguiente artículo.

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«No es que no hayan existido mujeres que filosofaran. Es que los filósofos han preferido olvidarlas, tal vez después de haberse apropiado de esas ideas»

                                          Umberto Eco

«Es una mujer quien habla»

                                           Marie de Gournay

Cualquier que se haya acercado al estudio de la filosofía, por obligación o por devoción, o por ambas a la vez, habrá echado en falta la presencia de mujeres en las historias, manuales, diccionarios o ensayos sobre tal disciplina…hasta el punto de que se puede sacar la impresión que la filosofía, como el soberano, es cosa de hombres*.

Recientemente se ha vuelto a publicar, editada por Herder, una obra pionera que llevaba tiempo agotada,: «Historia de las mujeres filósofas» de Gilles Ménage. La fecha de publicación original de la obra, en latín, es 1690, y en ella el destacado latinista y preceptor de Madame de Sévigne y Madame de La Fayette, presentaba a diferentes mujeres de la antigüedad, y algunas de épocas posteriores como Santa Catalina, Anna Comenna, Eudocia…) que, de uno u otro, modo incluía en el conjunto de filósofas. Las mujeres a las que otorga el debido protagonismo, son algo más de setenta y quedan clasificadas en diferentes escuelas: de Escuela incierta, Platónicas, Académicas, Dialécticas, Cirenaicas, Megáricas, Cínicas, Peripatéticas, Epicúreas, Estoicas, y Pitagóricas. El libro va acompañado de un conjunto de notas que ocupan una veintena de páginas, que sirven bien para ubicar a las filósofas, y para aclarar algunos aspectos relacionados con el vocabulario, y otras cuestiones históricas, además de por una Introducción , Las filósofas de Gilles Ménage, de Rosa Rius Gatell, autora igualmente de las notas, en donde destaca la labor del escritor francés, la encuadra dentro de la historia cultural hexagonal, sin obviar el criterio un tanto amplio a la hora de incluir bajo el título de filósofas a algunas de las retratadas, recalcando en la intención del autor, y el propósito de a qué publico deseaba llegar; si digo retratadas exagero un poco, ya que de ellas más que nada se ofrecen algunas anécdotas y opiniones que acerca de ellas se vertieron en su tiempo. Las ideas filosóficas quedan fuera del foco, como era el caso de la canónica Vida de los filósofos ilustres de Diógenes Laercio (siglo III de la Era Común), dejándose llevar el francés por algunas opiniones por los estereotipos propios acerca de las mujeres: charlatanas, etc.

La otra obra que presento es realmente potente, y diré sin ambages, necesaria, y lo afirmo ya que es una presentación detallada y amplia a lo largo de la historia de cantidad de mujeres que moviéndose dentro de los límites del filosofar, han sido ignoradas a lo largo de la historia. No me resisto a mencionar una obra publicada en Cátedra hace años, en 1994, Las filósofas, de Giulio de Martino y Marina Bruzzese; igualmente centradas en el tema pueden verse con provecho. Mujeres en la historia del pensamiento, de varias autoras bajo la batuta de Rosa Mª Rodríguez Magda, Anthropos, 1997; en otro terreno recomendable el libro de Nuria Solsona i Pairó: Mujeres científicas de todos los tiempos, Talasa, 1997. Y ya en el campo de la enseñanza: La filosofía contemporánea desde una perspectiva no androcéntrica, publicado por la Secretaría de Estado de Educación, en 1993.

La ahora publicada por las Éditions Robert Laffont, bajo la dirección de Laurence Devillairs y Laurence Hansen Love: «Ce que la philosophie doit aux femmes. L´histoire oubliée de la pensée, des origines à nos jours». Once especialistas (Sandrine Alexandre, Annabelle Bonnet, Marie Chartron, Estelle Ferrasese, Geneviève Fraisse, Marie Garrau, Isabelle Koch, Catherine Larrère, Catherine Malabou, Maud M´Bondjo y Camille Villeneuve) dedican sus ensayos a diferentes filósofas y a diferentes épocas y latitudes; y si señalo esto último es debido a que frente a la visión de que la filosofía es una actividad exclusiva de Occidente, en la obra hay un par de capítulos dedicados a la India y a China; apareciendo posteriormente tales lares en otras entradas .

La entrada de algunas mujeres en el programa del bachillerato francés (Hannah Arendt en 2003 y en 2009: Simone de Beauvoir, Simone Weil y Jeanne Hersch, y 12 años más tarde: Elisabeth Ascombe e Iris Murdoch), sirvió de impulso para la elaboración de esta obra que ahora se publica. En la Introducción general se desvelan los criterios que se van a seguir en los ensayos que componen el volumen: por una parte, reunir a aquellas mujeres que de uno u otro modo han aportado algo al pensamiento filosófico, por otra, sacar a las mujeres del reducto a que a menudo se las somete como autoras de obras relacionadas con cuestiones de índole femenino, o si se quiere feminista, sin mayor relevancia en lo que hace al pensamiento en general (el mismo ejemplo de Simone de Beauvoir es flagrante cuando de ella solamente se habla del Segundo sexo o de su labor narrativa, dejando de lado otras obras de claro calado filosófico; dicha tendencia queda plasmada, por ejemplo, en un antología presentada por Nicole Pellegrin: Écrits féministes de Christine de Pizan à Simone de Beauvoir, Champs, 2010). Otro de los aspectos destacados es el carácter emancipador de las presentadas de siglos pasados, y ello en la medida en que su propia dedicación a tareas que en principio les estaban vetadas, suponía ya un acto de desobediencia, de rebeldía…salir del ámbito doméstico y del cuidado del hogar, de los hijos y del marido, oikos, para intervenir en la polis o en la dedicación pública de las escuelas filosóficas; subrayan igualmente que se huye en sus trabajos de cualquier forma de esencialismo, incluyendo a las mujeres en el camino de la emancipación universal. A lo largo de las páginas se van dejando aclaradas algunas cuestiones que han provocado la marginación o el ninguneo de las mujeres, entre ellas las propias opiniones de algunos filósofos que afeaban que las mujeres se metiesen a dónde no se les llamaba…osadía que suponía insultos, desprecio y otras medidas como desnudarlas con el fin de quitarles la vestimenta propia de los filósofos (el manto y el bastón) como en el caso de Hiparquia [no me resisto a traer a colación algunas obras significativas en este orden de cosas: Cabellos largos e ideas cortas. Lo que han dicho algunos filósofos sobre las mujeres, obra de varias autoras, y autores, editado por Akal, en 1993. Y una obra magna , en todos los sentidos ya que tiene más de 800 páginas: Les femmes de Platon à Derrida. Anthologie critique, de Françoise Collin, Evelyne Pisier y Eleni Varikas, Plon, 2000, obra que ofrece, cincuenta y nueve textos amplios de pensadores y unas cuantas pensadoras a lo largo de la historia, dándose valoraciones positivas y también negativas acerca de las féminas. La óptica adoptada por la obra, que comento, es la de subrayar las aportaciones que las mujeres han realizado en el campo de la filosofía. Lo que para algunos, como el crítico oficial de Le Monde, es un fracaso debido a su toma de partido, para servidor, al contrario, es una de las mayores virtudes de los trabajos presentados: precisamente encuadrar la práctica filosófica en el camino de la emancipación de los humanos es una visión realmente acertada. Es lo de siempre, la lecturas depende de las lentes ideológicas con que uno se acerca a los libros que lee.

El libro se divide en ocho partes, que como se puede ver con sólo nombrarlas, indica la amplitud de las miradas (y lo escribo en castellano): Las pioneras, La Ciudad de las damas, La razón no tiene sexo, Lo que hacen las mujeres en el pensamiento, Este es mi cuerpo, Habitar el mundo sin dominarlo, Mujeres, vida, libertad. Repensar la ética y la política a partir del “primer cuidado”, y Pensar el mundo después del #Metoo, con un Posfacio en el que se da un intercambio entre una carta de una mujer iraní, luchadora contra la lapidación, con la respuesta de Geneviève Fraisse).

En la primera parte somos llevados a Grecia, antes de la Era Común y después, a la India y a China, para ya en la segunda ser trasladados a la Edad Media y a tiempos posteriores, viendo desfilar, en el XVII; a Marie de Gournay, siguiendo a Montaigne, Gabrielle Souchon, Élisabeth de Bohème. En la tercera, seguimos a Mary Wolllstonecraft y Olympe de Gouges, Germaine de Staël, Harriet Taylor, Flora Tristán, Louise Michel, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai, en la cuarta les toca el turno a Hannah Arendt, Simone de Beauvoir, Simone Weil y Jeanne Hersch. En la quinta, se presenta a las fenomenólogas feministas (Iris Marion Young, Sara Ahmed, Camille Froidevaux-Metterie), y también a Judith Butler, y a algunas representantes de las éticas del care (Nel Noddings, Joan Tronto, Sandra Laugier) cerrando esta parte un ensayo sobre la libertaria Catherine Malabou. , autora de alguno de los ensayos presentados. Evitaré seguir enumerando las partes y las mujeres presentadas…conformándome en nombrar algunas de las más célebres: Rachel Carson, Vanda Shiva, Elisabeth de Fontenay y Corine Pelluchon-en el terreno del animalismo-, Isabelle Stengers, Nancy Fraser, Marta Nussbaum… Evito así, caer en un listín al modo de las páginas amarillas, hoy en desuso.

Como se puede imaginar, para cualquiera que haya llegado hasta aquí, no es posible detenerse en la cantidad de pensadoras presentadas y en sus aportaciones en diferentes vertientes del pensamiento filosófico; no obstante, sí que me atrevo a afirmar que las presentaciones ofrecidas, en lo que controlo, que algo sí, son atinadas para dar una imagen cabal de la variedad de pensamientos expuestos. Verdaderas lecciones de historia de la filosofía, femenina y universal, que se van desgranando con unas introducciones a cada uno de los apartados, contextualizando a las autoras y a sus ideas.

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( * ) Aun a riesgo de abusar, más, me permito nombrar algunas de las obras dedicadas al acercamiento o a la presentación de la filosofía a la que aludía; conste que a pesar de la amplia lista, es seguro que me quedo corto a la hora de dar cuenta de la magnitud de la tragedia: las primeras dan cuenta de historias, diccionarios o manuales

Bréhier, Severino, Abbagnano, Hirschberger, Ferrater Mora, Copleston, la historia de La Pléyade dirigida por Yvan Delaval, Hottois, Cooper, Huissman, la historia de la Encyclopaedia Universalis, Bermudo, Delacampagne, Besnier, Christian Descamps, Descombes, la dirigida por François Châtelet, Störig, la de Miguel Ángel Quintanilla, Ferrater Mora, Jacobo Muñoz, , Jesús Mosterín, Gustavo Bueno, D.J.O´Connor, Giovanni Reale y Darío Antiseri, … la Enciclopedia de filosofía- Oxford, le Vocabulaire de Barbara Cassin, Jacqueline Russ, Lalande, Michel Onfray, …

Libros titulados Qué es la filosofía o similares

Albert Jacquard, Víctor Gómez Pin, Xavier Rubert de Ventós, Carlos Thiebaut, Javier Sádaba, Kambouchner, Jean-Pierre Faye, Jenny Teichman y Catherine C. Evans, Roger Pol-Droit, Comte-Sponville, Bertrand Russell, Michel Gourinat, Ortega y Gasset, Martin Heidegger, Maurice Merleau-Ponty, Jean-François Lyotard, Gilles Deleuze et Félix Guattari, Jean-Luc Nancy, Pierre Hadot, Stephan Körner, François Dagognet, Juan Pedro García del Campo y Manuel Montalbán García, Emilio Lledó, Christian Delacampagne y Robert Maggiori, Karl Jaspers, Miguel Ángel Quintanilla, Jeanne Hersch, Martin Hollis, Michel Onfray, Dominique Janicaud, Kasimires Ajdukiwicz, José Echeverría, Felipe Martínez Marzoa, Dave Robinson y Judy Groves, Alain, Manuel Güell y Joseph Muñoz, Julián Marías, Antonio Millán Puelles, Neil Turnbull, Ricardo Yepes Stork, Danto, Thomas Ángel, Denis Huissman, Nigel Warburton, Jacques Schlanger, Anzenbacher, Alain Renaut, Darío Sztanjnszrajber, J.M.Bochénski, etc., etc., etc..

[No me tomo el trabajo de ponerlos en orden alfabético, ya que así casa mejor con el desorden proverbial de mi selva de libros].

Diré más, tengo a mano el necesario Vocabulaire européen des philosophies (dirigido por Barbara Cassin, mujer nada sospechosa de machismo sea dicho al pasar) que entre los casi setecientos autores -citados / consultados- que aparecen en el índice, basta con los dedos de una mano para contabilizar las mujeres que se citan; conste que no es el caso del número de coautoras de la monumental obra que son numerosas; evitando ahondar en el tema de la ausencia absoluta de mujeres en la historia de la filosofía la mayoría de las que son nombradas, lo son asociándolas a algún hombre, como discípula de, alumna de o amiga o compañera de ); aún más, y más sangrante: en una Historia de la ética, en tres tomos, dirigida por Victoria Camps, la encargada de exponer las posturas de Jean-Paul Sartre, es una feminista de pro, Celia Amorós, que no dedica ni ripio, nada digamos de capítulo aparte, a la autora de Por una moral de la ambigüedad , Simone de Beauvoir. En fin, la mitad del cielo que les corresponde es pura filfa en este, como en otros tantos terrenos.

El recurso continuo a la arroba para incluir femenino y masculino puede resultar cansino, nada digamos del insufrible -as/-os …Hace tiempo que Jesús Mosterín empleó y propuso el englobador término humanes para tratar de paliar estos crujidos, que en la inocencia del lenguaje no hacen sino ocultar rastros de sexismo acumulado, y hasta propuso el mentado término para su aceptación a la RAE…y los doctos académicos, prefirieron que tampoco.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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