Welcome Refugiados
Por Francisco Gómez-Porro
Marchad hacia el Norte. No os detengáis. Allí nadie os espera. Los caminos están vigilados y decir persona, amigo, hermana, compañera, no significa nada. Además, la nieve y la soledad son más profundas, como si fuera su propósito extraviar al que huye y devolverlo al lugar de su dolor. Pero, a pesar de todo, no vaciléis, tomad el camino del Norte.
Dirigíos al Este. Sois pobres, lo habéis perdido todo. Solo los cuervos y la arena os darán la bienvenida. Con suerte hallaréis en el camino otro corazón tan desdichado como el vuestro que os escuchará, compartirá su pan y sus harapos con vosotros. Lo más seguro es que no os topéis con nadie. Pero vosotros no os detengáis y dirigíos al Este, siempre hacia el Este, donde la historia está por concluir.
No evitéis la ruta del Sur. Nada ha cambiado. El horror sigue infectando vuestro pueblo, pudriendo cada centímetro de libertad, envenenando cada gota de esperanza en el porvenir. Cualquier camino es mejor que el del regreso al sufrimiento. Sin embargo, no temáis, vosotros dirigíos hacia el Sur, a vuestro hogar.
También en el Oeste la vida ha desertado de la vida. Lo único que queda son incumplimientos legalmente pactados para desviar la vista, zonas libres para construir un mundo con una mano y destruirlo de un manotazo con la otra. Allí tampoco sois bienvenidos, sois innecesarios, caros, prescindibles. Los más pobres o tan pobres como vosotros os mirarán con envidia. Pero vosotros continuad marchando hacia el Oeste, como si el Oeste fuera el único lugar libre de la tierra.
Seguid todas las direcciones de la desobediencia. En ningún lugar se os espera y en todos os aguarda un lugar en la mesa, en la calle, junto a nosotras. No os detengáis en ninguna frontera armada, ante ninguna valla verbal, frente a ningún muro de odio. A uno y otro lado la decencia tiene manos cómplices para derribarlas.
No os detengáis, apresuraos, La dirección correcta es la de la lucha que extiende el horizonte de la justicia, la elección más acertada es sentir como propio cada rincón del planeta.
Bienvenidos, refugiados.
Francisco Gómez-Porro