Viktor Frankl, esperanza en la vida
Por Iñaki Urdanibia
Se conoce a Viktor Frankl ( Viena, 1905 – 1997) )por el relato de sus experiencias en los campos de concentración nacionalsocialistas, de las que dio cuenta en El hombre en busca de sentido ( Herder, 1990), y en un campo más reducido y especializado, en el perteneciente a la galaxia psi, por ser el promotor de una nueva corriente, la logoterapia, basando tal corriente en la importancia de la búsqueda de sentido, en palabras de algunos la tercera escuela vienesa de psicoterapia, tras el psicoanálisis y la psicología individual. En su libro que ahora es presentado, por los mismos editores, Herder: « Llegará un día en el que serás libre» cumple una doble función ya que, por una parte, continua su exploración de los tiempos posteriores a la experiencia sufrida en los campos, y, por otra parte, expone , algunas notas y precisiones acerca de su método y experiencia terapéutica.
A raíz de la anexión de su país por los nacionalsocialistas muchos fueron los que huyeron y aconsejaron a Frankl que lo hiciera mas este se resistió a hacerlo ya que peso más el cuidado de sus ancianos padres; éstos junto a él y su esposa, acabaron con sus huesos en el campo de Theresienstadt, para posteriormente probar las maldades de tres campos más, entre 1942 y 1945: Kaufering, Türkheim y el de Auschwitz, allá vivió la permanente tensión acerca de si cada día que pasaba sería el último de su vida. Tales vivencias y las enseñanzas que él extrajo, las expuso en el libro que he citado en primer lugar, en donde mantiene la tesis de que cualquier ser humano que tenga un agarradero, ideológico, amoroso , puede ser capaz de sobrevivir y hacer frente a las más duras pruebas…el sacó fuerzas de flaqueza en una conversación permanente con su esposa de la que no tenía noticias, y que había fallecido al igual que sus padres en los lager. A partir de su liberación se instaló en su ciudad natal en donde desempeñó su labor de profesor en la universitaria Policlínica de Viena, más tarde vendría sus puestos en diferentes universidades de Estados Unidos ( Harvard, Stanford, Dallas, Pittsburg y San Diego), y prodigándose en la labor de conferenciante a lo largo y ancho del mundo; dedicaciones que fueron acompañadas por numerosas distinciones y premios.
Si su paso por el universo concentracionario es conocido, por su testimonio escrito, de los tiempos posteriores nada se ha hablado, o al menos sólo se conoce -lo que no es poco- que tras la terrible experiencia sufrida, él, al igual que no pocos de los supervivientes, además de respirar al aire de la libertad, se sentían fuertes, como si mantuvieran en su interior una consistente fortaleza. Ahora , se dan a conocer su correspondencia entre 1945 y 1947, Textos y artículos de 1946 a 1948 y Discursos conmemorativos de 1949 a 1988, textos todos ellos inéditos; hasta los noventa del siglo pasado el propio Frankl mantuvo inaccesibles tales materiales.
En la primera parte se desvelan algunas cuestiones de índole personal. Se ofrece un retrato de los momentos de esperanza de que tanto su madre como su esposa hubieran sobrevivido- de la muerte de su padre fue testigo en Terezín- , cuando se enteró de que su madre había sido asesinada en Auschwitz y su esposa había muerto en Bergen Belsen, una carga enorme cayó sobre e´l, invadiéndole un hondo sentido de culpabilidad. Lo único que le quedaba para seguir viviendo era el dolor de las pérdidas y centrarse en sus dedicaciones profesionales, a las que ya se había entregado antes de ser deportado, y a las que en este momento se entregaría con plena dedicación, elaborando ocho libros además de ejercer su profesión de profesor. No queda ahí la cosa, ya que en las caras a su hermana y a algún amigo vemos al sujeto sumido en el dolor y la soledad, ante la desaparición de sus seres queridos y la pérdida de no pocos de sus amigos. Puede verse cómo las relación con su segunda esposa y el nacimiento de su hija Giselle le van a suponer un subidón en lo que hace al valor de enfrentarse con la vida. Deja ver su preocupación, en cartas a su hermana, de que el desastre vuelva a repetirse tomando medidas , en previsión de tal posibilidad, para buscar los métodos para huir con su familia y para preservar su obra a buen recaudo. En la segunda, incide en algo que ya había dejado asomar en sus primeras cartas recién salido del encierro: su reconstrucción psicológica era una tarea que que debía sumarse a la de testimoniar y a la de elaborar su obra científica, empresa que debía basarse en el tema de la responsabilidad individual, política y social, el sufrimiento y la culpa, la culpa de los otros y el modo en que los supervivientes debían encararla. Se ha de tener en cuenta que en la sociedad germana y también en la austíaca había algunos que habían padecido la bota nazi, mientras que otros habían colaborado o mirado para otro lado; entre éstos último algunos que mostraban arrepentimiento se veían acosados por los sentimientos de culpa y responsabilidad por lo sucedido; la vena existencialista se deja ver en sus propuestas al valorar los terribles episodios pasados como una verdadera prueba de cara a enfrentarse personalmente con la culpa, la muerte y el dolor…el llamado Holocausto – uso la palabra que él usa y que habitualmente aunque me parece absolutamente impropia- supuso un caso al límite único en la historia de los humanos, lo que le lleva a considerar un asunto clave : ver si tras lo sucedido, y las posibilidades de repetición, la vida tiene un sentido, ante lo que él se muestra partidario de un optimismo trágico, que le conduce a, a pesar de los pesares, apostar por la vida que bien merece la pena ser vivida. Aparecen igualmente con fuerza una llama a la responsabilidad personal y también colectiva de los austríacos, que huyese de las soluciones fáciles de echar la culpa a los otros, en este caso a lo alemanes , haciendo hincapié en la responsabilidad política. Un par de discursos conmemorativos: uno, en recuerdo de los asesinados por el nazismo y el otro con motivo del quincuagésimo aniversario de la entrada de Hitler en Viena, y en medio de todo esto van asomando variadas, y recurrentes, referencias a sus enfoques psicológicos , siempre con una máxima de conducta: « mientras el hombre respira, mientras sigue estando consciente, es responsable de dar una respuesta a la pregunta de la vida. Esto deja de sorprendernos en el momento en que recordamos cuál es el hecho humano fundamental: ¡ ser humano no es otra cosa que ser consciente y responsable!».
El libro se cierra con un preciso acercamiento a la vida y a la obra del autor, y una amplia bibliografía de sus obras, sin obviar la veintena de imágenes que salpican el libro.