
Vayamos por partes
  Hoy escriben un estupendo artículo dos de sus más conspicuos miembros en “Público” sobre los Principios republicanos que permitirían salir del marasmo en que está metido este país en todos los aspectos que no pertenecen al atolladero económico en que le han metido los neoliberales del PP, con su burbuja inmobiliaria, y los del resto del mundo, con su especulación financiera atroz.
  Pero no hay quien siendo republicano o simplemente teniendo sentido común pueda objetar ni una coma a semejante propuesta de la Conferencia. Por lo tanto la teoría de la III República, y la teorización de los principios que comporta, en los que la figura del presidente no hereditario que la distingue de la monarquía no es ni mucho menos sólo eso lo que la hace deseable a la ciudadanía común, debemos considerarlos impecables.
  El problema, por tanto, no es evitar el debate pues no es una jactancia decir que todos (la mayoría de españoles) estamos de acuerdo en asumir la República como forma de estado. El problema es cómo hacerlo sin poner al país patas arriba ni tomar los palacios de invierno. La concienciación ya está, incluso antes de que la Constitución fuese aprobada en 1978 por un 88,5 por ciento. Ese alto porcentaje tiene un origen muy claro: pasar página cuanto antes, es decir, de prisa y corriendo ante los temores fundados de una nueva involución: el ejército estaba al acecho y Fraga, el albacea testamentario de Franco que todavía colea hoy día, ya se encargó de difundir ladinamente las consecuencias que se derivarían del rechazo…
  El problema empieza, pues, en la Ley Electoral. Mientras de la Ley Electoral no salga la fórmula de escrutinio D’Hont, no hay nada qué hacer. Los multipartidos de izquierda no podrán hacerse oír mucho más allá del ámbito de los ya convencidos. La inmensa mayoría de los medios estàn en poder de la derecha, de la ultraderecha, de los panzistas y de la izquierda de boquilla. Las instituciones, todas, son inmovilistas, se miren por donde se miren. Y, a título de ejemplo y por no llenar esta página de tantos casos que demuestran que nos encontramos en una democracia grotesca o del Club de la Comedia, todavía se arrastran vergozosas presidencias como la del Tribunal Supremo encarnada en un tal Vidar, que pone a las leyes divinas salidas de su manga por encima de las humanas, según ha dicho recientemente.
  Por consiguiente, si no somos utópicos cuando llega el momento de ser realistas, hay que poner toda la carne en el asador para abolir esta Ley Electoral (que pudo estar justificada cuando se introdujo y promulgó para no dispersar demasiado el espectro de los partidos en liza), sustituyéndola por otra acorde a la demanda ciudadana 32 años después. Será más fácil que proponer la reforma de la Constitución desde base políticas muy débiles. Una vez conseguido esto, será el momento de dar el siguiente paso: esperar los partidos ahora minoritarios a recoger el fruto de no precisar muchísimos más votos que los partidos "nacionales" y "nacionalistas” para obtener un escaño en el Congreso, que es lo que sucede ahora. El siguiente, será cargar contra la reforma de la Constitución de 1978 que, en su Título II establece la monarquía parlamentaria.
  Y si no se hace así, habrá que entrar bien por la puerta de atrás desde las barricadas, o bien puerta por puerta hasta los últimos confines del país para recoger firmas que permitan convocar un referéndum explosivo que obligue a la sociedad española a pronunciarse entre la monarquía virtualmente impuesta y la III República que el dictador y la guerra civil volaron por los aires.
  A mí me parece, pues, que lo más inteligente sería el camino más largo pero más seguro: movilizarse contra la Ley Electoral. El otro, más corto, promover la reforma de la Constitución, o un referéndum que dirima la disyuntiva monarquía-república, me temo que ya sólo se puede hacer por las bravas. 
  En todo caso, ya ha pasado la hora de las teorizaciones sobre la III República, que están muy bien durante las tres décadas que las llevamos formulando. Pero creo quye ha llegado la hora de pasar a los hechos…