Unión Europea. ¿Salir, reformar, otra opción?. Estrategia para vencer

Sólo nos salvará la lucha unida a escala europea (no nacional, ni estatal), de la clase trabajadora, como parte de la estrategia internacionalista para poder acabar con el capitalismo y sus Estados burgueses. La postura a adoptar ante la Unión Europea es una cuestión clave en la estrategia de la clase trabajadora europea y que tiene consecuencias enormes ante toda nuestra clase en el mundo (en particular en Asia, China). Tanto más en un tiempo acelerado y crítico para la Humanidad, en el que nos jugamos el futuro en poquísimos años. De fracasar, habríamos llegado al punto de no retorno, y a partir de ahí entrado en la ruta imparable al cataclismo (social, medioambiental, militar).

ACLARACIÓN sobre el origen de este artículo, al final del mismo. GUARDA este ARTÍCULO para ATENDER con tiempo a sus argumentos y DESCARGAR los RECURSOS RECOMENDADOS. Para facilitar su identificación a la hora de la traducción a otros idiomas, los términos coloquiales, frases hechas, dichos, modismos, refranes, proverbios, etc. irán entrecomillados. En mi ordenador, el archivo ocupa un total de 33 páginas, y el Anexo (artículo de otro autor) comienza en la 21.

INTRODUCCIÓN

La veterana revista española “El Viejo Topo” (https://www.elviejotopo.com/ , https://www.elviejotopo.com/revista/ ), en su número 404 (septiembre de 2021), incluyó la traducción al español de un muy interesante artículo de Asbjørn Wahl titulado “El elefante en la habitación. Los partidos de izquierda y la Unión Europea”, publicado en la prestigiosa revista en papel y digital Monthly Review, también de muy larga trayectoria.

El artículo aborda un asunto de la mayor trascendencia para nosotras/os y toda la clase trabajadora (proletariado) europea y, por sus consecuencias, mundial, dada la importancia económica, política y cultural de nuestro continente. Debiera dar pie a muy interesantes reflexiones y debates, y por ello, cuanta más gente lo conozca, mejor. Por eso, tomado de la web de Monthly Review y traducido automáticamente (se entiende muy bien), lo he convertido en Anexo de éste, en el que expongo mi reflexión sobre el mismo asunto.

Adelanto ya que planteo un GIRO RADICAL, un CAMBIO de MENTALIDAD ESTRATÉGICA, imprescindible si queremos salvarnos, empezando por acumular fuerzas de verdad y cambiar, a nuestro favor, la correlación de fuerzas entre las clases en Europa (para empezar). Por eso, si bien el artículo de Wahl tiene mucho interés, también contiene una enorme deficiencia, común a prácticamente todos los planteamientos sobre el tema; esto es, un marco de análisis que impide enfocar correctamente el asunto según las necesidades de nuestra época histórica y planetaria, y que, pese a las mejores intenciones, acabará llevándonos al desastre. Por eso es tan importante librarnos de ese marco. Lo iréis viendo, y mi alternativa. Tengo la seguridad casi al 100% de que casi nadie más en España está planteando esto que os ofrezco (puede tener más o menos la idea, pero hay que plasmarla públicamente), y quienes en abstracto estarían más cerca, sin embargo siguen siendo incapaces de reconocer sus implicaciones prácticas, autocriticarse y rectificar, como se demuestra en el caso de la gran oportunidad desperdiciada que expongo en la sección II, así que no perdáis la ocasión de estudiarlo a fondo por lo muchísimo que nos jugamos a corto, medio y largo plazo.

Una orientación nacional o estatal, nos debilita, tanto si estamos en la U.E., como si no, y en el primer caso es totalmente inadecuada al marco objetivo en el que se desarrolla la lucha de clases (sobre todo contra nosotros). Véase el símil del partido de fútbol al inicio de https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/

I.- QUÉ HACER con la UNIÓN EUROPEA. Desde el CORRECTO entendimiento de NUESTRA ÉPOCA y de la TAREA POLÍTICA CENTRAL.

Como sería muy arduo e incluso innecesario comentar al detalle el artículo, al menos quiero dejar constancia de mis impresiones y posición general, que entiendo van más allá de su marco de análisis, sus límites demasiado estrechos para lo que ya necesitamos. Pues lo que está en juego en el modo de abordar el problema es de importancia estratégica, de lo cual depende que podamos avanzar o nos metamos en un callejón que nos lleve a ser derrotados y aplastados, viéndonos irremisiblemente condenados al cataclismo (social, medioambiental, militar) al que nos conduce el capitalismo y sus Estados. Es, por tanto, una cuestión, en última instancia, de SUPERVIVENCIA.

Cómo enfrentamos el asunto de la Unión Europea (¿permanecer sin más, salir, reformar, otra cosa?) debe depender de cómo nos planteamos la tarea política central de nuestra época, y ésta, de cómo entendamos nuestra época. Véase sobre la tarea central, mi artículo “El cataclismo que nos amenaza. ¿Cómo evitarlo?” (26-1-2021), https://kaosenlared.net/el-cataclismo-que-nos-amenaza-como-evitarlo/ . Lo copian en https://www.asociaciongerminal.org/?p=6355 , poniendo su imagen. Al final se puede convertir en archivo pdf, pero entonces omite el primer párrafo del documento.

Si un asunto económico, social y político, se examina como algo aislado y no dentro de su contexto histórico y planetario, como parte de un todo muchísimo más amplio, se pueden cometer errores importantes en el análisis, graves en las conclusiones, y fatales en sus consecuencias prácticas.

La clase trabajadora, ahora menos que nunca puede limitarse a qué es aquello que favorece el crecimiento económico y mantener sus conquistas sociales y mejorar su situación en el capitalismo.

No estamos en los comienzos de los años 1960 donde una “democracia” europea (el franquismo lo tenía vetado) podía plantearse si entrar o no en la entonces Comunidad Económica Europea, o salir de ella, y todavía quedaba, por lo general, un tiempo de muy importante crecimiento económico hasta comienzos de los 1970s, y aún no había sobrepasado los límites al crecimiento en términos de recursos planetarios (energía, materias primas…) e impacto medioambiental (contaminación, cambio climático, extinción de especies…).

Cuando nos hallamos en un punto en el que debemos renunciar a los combustibles fósiles, está fuera de lugar un planteamiento propio de finales del siglo XIX de cuánto podría aportar eso al crecimiento económico, la creación de empleo, etc. Ahora estamos en el tiempo en el que debemos hacerlo en términos de decrecimiento (la huella ecológica de un planeta y medio debemos bajarla al menos a la de un planeta; creciente escasez y encarecimiento de recursos básicos…), y evitación del aumento del cambio climático.

Ahora estamos en el tiempo de la crisis generalizada de la civilización capitalista que puede llevar hasta el colapso del capitalismo y la máxima degradación social y belicismo genocida y la crisis planetaria medioambiental a la que eso ha llevado y a mucho peor que abocaría, arrastrando con ello a la Humanidad a la catástrofe total. A este marco de análisis debe subordinarse el asunto particular de la U.E., pues de cómo orientemos los objetivos y el orden de prioridades (estrategia y tácticas) y nuestros recursos de lucha (siempre muy limitados), dependerá nuestra capacidad para afrontar del modo más eficiente y completo (todos los problemas se agolpan con prisas), el asunto de la Unión Europea, de la crisis climática, energética, alimentaria, en un tiempo crítico en el que se decidirá el futuro y, tal vez, hasta la existencia misma de la Humanidad, al menos tal como la hemos conocido en los últimos siglos.

Adelanto argumentos y voy a por la mayor. No veo más solución efectiva para el mundo que vivimos que acabar con el capitalismo y sus Estados burgueses; otras “soluciones” menos radicales fracasarán (lo vienen haciendo desde hace décadas) y no podrán evitar el cataclismo. Si no queremos desperdiciar nuestros esfuerzos, debemos ir en esa dirección, por difícil que nos resulte e imposible que ahora nos parezca. La lucha consecuente contra el capitalismo y sus Estados burgueses, si queremos que no fracase, debe desembocar en la revolución socialista que cuanto antes deberá tener un alcance mundial, si no quiere verse ahogada por el medio capitalista y hostil de sus Estados burgueses, y degradarse totalmente.

Esa revolución debe encabezarla la clase trabajadora asalariada pues es ella la que, con su trabajo, sostiene el edificio del capitalismo al producir la plusvalía que se convierte en el beneficio empresarial real (no especulativo e irreal en base a supuestos beneficios futuros imposibles y que termina hundiéndose). Una clase que debe unir a sus miembros por encima de sus diferencias de sexo, “raza”, nacionalidad, creencias religiosas… Sin ella no hay salvación posible, pero su solución impone también su desaparición en cuanto que clase social, pues debe cuestionar la existencia del trabajo mismo en términos de trabajo abstracto-valor-mercancía y plusvalor-ganancia-dinero y dar una salida creativa y constructiva a la marcha del capital al cataclismo .

Desde los intereses tácticos y estratégicos de la clase trabajadora, la mejor forma de debilitar a la Unión Europea del capital no es intentar reformarla, ni siquiera salir de ella (¿para quedarnos con el capitalismo y sus Estados burgueses nacionales y el imperialismo previos a la globalización que nos llevaron a crisis mundiales y dos guerras mundiales y que nos aíslan del resto de nuestra clase en Europa?), sino conseguir la lucha conjunta de nuestra clase, a escala europea, por objetivos comunes, hasta los objetivos socialistas.

Estar fuera de la Unión Europea debilita las posibilidades de unirnos al resto de nuestra clase en Europa y por ello mismo nos hace también más vulnerables a las derivas guerras del capital, pues seguiríamos en la OTAN o incluso aunque así fuese, difícilmente podríamos librarnos de las consecuencias de una guerra en Europa y de Europa contra Rusia o China, de la mano de la OTAN probablemente. Y esto adquiere plena actualidad con la actual crisis militar en Ucrania. Crisis que también está revelando nuestra extrema debilidad, pues a estas alturas, las calles de toda Europa se debieran haber llenado de manifestantes y producido huelgas generales para demostrar nuestro rechazo a las derivas guerreras de los imperialismos norteamericano, ruso y europeo.

El proceso de ascenso hasta la revolución no es una acumulación de reformas en el capitalismo y su Estado, sino de aumento de la unidad, autoorganización, extensión de la lucha a escala nacional, continental, mundial, combatividad con creciente consciencia de los objetivos y tareas revolucionarias.

Alguno/a dirá que eso es muy difícil. Cierto. Pero como veremos más adelante, ya hemos tenido una oportunidad extraordinaria para unirnos a escala europea. Pero sobre todo los españoles (¡pese a tener más motivos que nadie debido a nuestra súper ley austericida LOEPSF! y posición geopolítica, veremos) hemos sido incapaces de verla, y así hemos contribuido a echarla a perder al dejar solos a quienes habían tomado la iniciativa (franceses y portugueses). Era extraordinariamente fácil sumarse y “seguir la rueda” (apuntarse a sus objetivos básicamente válidos) de los franceses y portugueses y, una vez incorporados nosotros (¡unida la clase trabajadora y sectores populares en la lucha común, por un mismo objetivo importante, desde Lisboa a París, pasando por Madrid, algo no visto en muchísimas décadas!), sería más fácil conseguir que se uniesen también belgas, italianos…, hasta alemanes. Lo veréis. Cuantas más oportunidades de esas desperdiciemos, efectivamente, más fracasos, menor confianza en nosotros mismos, más desmoralizados, más debilitados y más difícil será “la remontada” y llevar adelante esta orientación tan elemental de la que depende totalmente nuestro triunfo y supervivencia. Y si no comprendemos que la Unión Europea es el marco objetivo de la lucha de clases, más fácil será que echemos a perder todas esas oportunidades y que seamos incapaces de crearlas también.

Esto deja en evidencia que lo más importante es cómo entender el asunto de la U.E. dentro de la tarea central de nuestra época. Superar la crisis civilizatoria y medioambiental, precisa de un planteamiento y soluciones internacionalistas, solidarias para la transición energética, cambio climático, agricultura… Esto sólo será posible mediante la construcción del socialismo. Y dado que las necesidades del futuro ya están a la vuelta de la esquina, no podemos plantear “¡salgamos de la U.E.!”, pues eso sin duda nos desviará del camino que antes o después deberemos tomar (el europeo para crear la Unión de Repúblicas Socialistas de Europa), y al aislarnos de hecho de nuestra clase, nos debilitará y llevará a la derrota pues la ofensiva de la burguesía no se detendrá ni nos dará tregua.

Por tanto, es un gravísimo error abordar el asunto de la U.E. haciendo abstracción del momento histórico del capitalismo, de la crisis planetaria, del ritmo acelerado de los tiempos, y las tareas que eso nos imponen, estratégica y tácticas y que deben resolverse en ya poquísimas décadas si queremos evitar el cataclismo (bastante antes del 2050). ¡No habrá tiempo para rectificar si a estas alturas del viaje nos desviamos una vez más de la ruta correcta!.

II.- Tanto REFORMAR como SALIR de la U.E., SUPONEN CONSERVAR el CAPITALISMO y sus ESTADOS BURGUESES, y NO ABANDONAR la senda al CATACLISMO. Las FARSAS de las IZQUIERDAS. La IRRESPONSABILIDAD GENERALIZADA. La GRAN OPORTUNIDAD DESPERDICIADA desde 2012.

La Unión Europea es la unión de los Estados burgueses europeos para favorecer la marcha del capitalismo globalizado europeo y de sus propias burguesías, conllevando esto controlar, dividir y debilitar al máximo a la clase trabajadora europea. La Unión Europea es la Europa del capital y sus Estados burgueses, no de su clase trabajadora y los pueblos que la componen.

Pero como he argumentado, no superaremos la crisis de civilización y planetaria sin una Unión de Repúblicas Socialistas de Europa. Por eso, nada más erróneo y desafortunado que ir en la dirección contraria, de vuelta al Estado nacional burgués, donde de siempre nos han explotado con el capitalismo, oprimido con democracias “de tres al cuarto” o “fuertes”, y hasta con el fascismo (¿creéis que cuarenta años de franquismo, otros tantos de salazarismo portugués, la dictadura militar de los coroneles en Grecia de 1967-74 y la previa sangrienta contrarrevolución “democrática” tras la II GM, el nazismo alemán, el fascismo italiano, otras dictaduras en el Este europeo de entreguerras…, o ahora el ascenso de la ultraderecha hasta en Alemania, fueron o son sólo “accidentes” en el curso natural de la ejemplar democracia europea?), y usado como “carne de cañón” en sus guerras mundiales, coloniales y neo-colonialistas (¿otros “accidentes” en la pacífica historia del capitalismo europeo?); esa es la verdad de la “soberanía nacional”.

Ese viaje sólo debilita nuestra lucha hoy y para el futuro. Limitados a nuestros recursos nacionales, nos hará sentir débiles e impotentes ante las circunstancias mundiales incontrolables desde el ámbito nacional (crisis económica, social, ecológica, militar…), y las fuerzas del enemigo que cooperará a escala internacional contra nosotros (lo han hecho siempre, mucho antes de la U.E. y de la globalización). Como no habremos ofrecido, de hecho, más horizonte que el nacional, estatal, impidiendo así la acumulación de fuerzas necesarias para nuestra liberación (sólo posible a escala internacional mediante la lucha unida por encima de las fronteras) y la generación del sentimiento de fuerza y confianza en sí misma de la clase trabajadora (como clase internacional), y fomentando, explícita o implícitamente, el nacionalismo (aunque sólo sea a cuenta de dar pábulo al mito de la “soberanía nacional” popular), eso conducirá inevitablemente a la frustración, la desorientación.

Y esa desorientación, junto con todo el miedo que provocará la situación de incertidumbre por la creciente crisis multifactorial, civilizatoria, y la desesperación al no encontrar salida (no la hay en el marco nacional o estatal y sin romper con el capitalismo y sus Estados), nos hará todavía más vulnerables a la ultraderecha, que podrá enredarnos con su demagogia (la gente estará desorientada, atemorizada, desesperada, buscando un “salvador”, alguien “fuerte” ya que no lo es ella) y aplastarnos con su represión, con más facilidad que los fascistas y nazis en su tiempo (la clase trabajadora en Alemania era la más fuerte del mundo y sucumbió; hoy la francesa es la menos débil y va retrocediendo) pues hoy somos extremadamente débiles y más que lo seremos en el futuro si seguimos sin aprender esta lección básica, elemental.

Se podría decir que la puerta que deja pasar a la ultraderecha y el fascismo, se abre hacia la izquierda y hacia adentro (las políticas de izquierda orientadas a lo interno, lo nacional, que acaban fracasando, frustrando y facilitando el ascenso de la ultraderecha y el fascismo). Ese giro a la derecha extrema o ultraderecha es el resultado inevitable, demasiadas veces comprobado ya (en Europa y Latinoamérica), al no estar clara e implantada una alternativa consecuente y factible más a la izquierda, que para la gente debe ser, ante todo, una experiencia práctica, esto es, a través de sus luchas (aquí, a escala europea, etc.).

Como ya se ha visto en el caso de Polonia y su ley contra el aborto (reaccionaria a más no poder), el discurso “soberanista” contra la Unión Europea, cuando lo estipulado por la Unión Europea es más progresista (dada una correlación de fuerzas más favorable, a los derechos de las mujeres, en los países más occidentales), sirve a una orientación clerical y reaccionaria que perjudica, para empezar, a las mujeres polacas y sienta un pésimo precedente para toda la U.E..

Las propuestas de salir o de reformar la Unión Europea parten sobre todo de una situación en la que la llamada izquierda esté en el gobierno del Estado. Esto ya de entrada es harto complicado, pero incluso una vez ahí, la salida del euro o de la Unión Europea es extremadamente compleja y puede ser causa de grandes conflictos con la propia burguesía interior, entre Estados y con sectores populares, y perjuicios para la gente (véase el Informe nº 10 de Seminari Taifa, de septiembre de 2014, titulado titulado “Desentrañando la Unión Europea” https://seminaritaifa.org/taifa/publicacions/informes/informe-10/ , páginas 44-47).

En cuanto a aprovechar la posición del gobierno para presionar a otros a reformas importantes de la U.E., los estatutos de la Unión Europea hacen que sea casi imposible esa reforma. La burguesía le ha puesto una fuerte cadena y candado (“todo bien atado”), para asegurar así sus intereses contra la clase trabajadora europea. Y poniendo el peso en el gobierno, como lo principal es conseguir el máximo posible de votos, para ello se hacen enormes concesiones a los intereses y sobre todo prejuicios de la “clase media” (pequeña burguesía), incluso de algunos importantes sectores de la burguesía, y de esa forma no se potencia la política independiente y los objetivos estratégicos de la clase trabajadora; no se pone el peso en el fortalecimiento de la propia clase trabajadora y sectores populares, con su autoorganización y sus propios programas de lucha, sino que se dejan las soluciones en manos de un gobierno que finalmente fracasa (si no es derribado por la burguesía del país y el imperialismo extranjero), y la clase trabajadora queda así finalmente debilitada y desmoralizada.

Las cadenas y candados de la Unión Europea, sólo podrán romperlos la lucha generalizada conjunta de la clase trabajadora europea por esos objetivos, pues los tratará como Alejandro Magno al famoso nudo gordiano, o sea, con un certero golpe de espada que lo rompa, sin las “chorradas” de medios legales que no van a ninguna parte, y las reglas limitadas al marco nacional-estatal, pues así está pensado de antemano para hacer imposible una reforma (salvo acuerdo unánime de todos los gobiernos de los Estados miembros, bastando un voto en contra para vetarla). Si la lucha de masas puede echar abajo un régimen político, mucho más fácil un pacto o tratado europeo.

Una lucha limitada al marco nacional-estatal es muchísimo más vulnerable a la coalición, contra ella, de las burguesía de diversos Estados. Recordemos como caso reciente el acoso y la brutalidad del ataque de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI) y de la propia burguesía griega (fuga de capitales) contra los griegos, en particular en 2015 contra el gobierno de Tsipras del partido Syriza que claudicó, aislado ante los gobiernos europeos (no les apoyó ninguno), y en tanto en España éramos incapaces de levantar ni la lucha contra la LOEPSF-TSCG, mientras Podemos (entendido como partido-máquina electoral), inspirado en el éxito inicial de Syriza, se centraba exclusivamente en llegar al gobierno. De haberlo conseguido, Podemos habría hecho un papel más triste y decepcionante que el de Syriza, pues en España no había ni de lejos una base de movilización de masas tan impresionante como en Grecia, debido a la desastrosa orientación contra los recortes sociales de la que también participaba Podemos –como veremos a continuación-, y que ya se había desinflado el movimiento surgido en 2011 con el 15-M. El resultado en Grecia de la claudicación del gobierno de Tsipras, fue una gran desorientación, frustración, desmoralización y reflujo de lo que había sido un gran movimiento de masas en lucha, “tragar” con las medidas austericidas de la Troika-gobierno de Tsipras y, finalmente, dar paso a un nuevo gobierno de la misma derecha que tanto había contribuido al desastre nacional. Eso es lo que realmente se consiguió con las esperanzas puestas en la ilusión de la “soberanía nacional” (someterse finalmente al dictado de la Troika) y el aislamiento de la clase trabajadora europea (de lo que no son culpables sobre todo los griegos). La pésima “lucha” planteada en España (sin orientación europea correcta que habría debilitado a la Troika), contribuyó enormemente a ese aislamiento y derrota griega, y también a la nuestra. Lo comprobaremos a continuación, y quien no lo vea así, es porque no quiere verlo.

Los tiempos se están acelerando una barbaridad en la marcha al cataclismo del capitalismo. No estamos en la década de los 1970s y sus proyectos de unidad de la izquierda (socialdemocracia y “comunistas”) para llegar al poder y hacer transformaciones de calado, proyectos que una vez más fracasaron, volvieron a fracasar con los gobiernos de izquierda (o populistas de izquierda) en Latinoamericana en la pasada década, y volverán a hacerlo si se intentan. Siendo el horizonte del capitalismo el de un probable colapso o cuando menos cataclismo, es inútil aferrarnos a las fantasías de volver a programas propios del capitalismo nacional fordista-keynesiano de antes de la ofensiva neoliberal y globalizadora, como hacen los partidos de izquierda y los populistas de esa orientación.

Los partidos “comunistas” (incluso la socialdemocracia, y hasta el populismo de izquierda) están en crisis (si no han desaparecido o quedado como algo residual y sin trascendencia), y una vez tras otra han fracasado las estrategias de llegar al gobierno a través de las elecciones. En cuanto a la clase trabajadora nuestra debilidad es extrema y no podemos orientar la acumulación de fuerzas por una vía, la electoral, parlamentaria y de gobierno, y la pretensión de regresar a un mundo pasado que ya no volverá. Son un callejón sin salida, una vía segura a un fracaso que, en tanto, nos hará desperdiciar un tiempo precioso que ya nos está faltando para resolver los problemas de extrema gravedad nacional y planetaria. La última demostración de esto en España: el experimento de Podemos, y Unidas Podemos, y el gobierno de coalición con el PSOE.

Podemos e Izquierda Unida (como coalición Unidas Podemos) pagarán un alto coste electoral por su participación como socio menor en el gobierno con el PSOE, totalmente comprometido (mucho secretismo) con el gobierno de la Unión Europea en “Bruselas” (reforzada la garantía de sus intereses dentro del gobierno español, en la persona de la vicepresidenta primera y ministra de economía Nadia Calviño y el ministro para las pensiones José Luis Escrivá, del que ya advertí en su día) y con la OTAN. Podemos se ha desinflado completamente como partido electoral y no han construido otra cosa que eso (nada de esfuerzo por presencia en barrios, centros de trabajo, etc.). Su legado será sobre todo de desilusión, y ésta se transformará en abstención por la izquierda, y ello facilitará el ascenso del PP y de Vox en las próximas elecciones o los acuerdos del PP con PSOE. Véanse mis artículos “Unidas Podemos al gobierno. Derrota social e integración en el Estado” (22-2-2020) –un análisis y critica del gobierno de coalición, de Podemos, y de los de Anticapitalistas que ahora se apean de Podemos — https://kaosenlared.net/unidas-podemos-al-gobierno-derrota-social-e-integracion-en-el-estado/ — y “Pensiones y nuevo ministro de la austeridad y la derrota” (15-1-2020) — un balance y una propuesta https://kaosenlared.net/pensiones-y-nuevo-ministro-de-la-austeridad-y-la-derrota/

Si algo ha quedado claro es que ni Izquierda Unida ni Podemos, han tenido nunca un proyecto serio y viable de reforma de la Unión Europea, menos incluso de salida, y ni siquiera de lo que (a veces) “decían con la boca pequeña” (sólo en la versión larga, completa, de sus programas electorales, esa de un centenar de páginas para cubrir el expediente que, como saben, sólo unas poquitas personas nos molestamos en leer) de tumbar algún tratado propiciatorio del austericidio a cuenta de rebajar la deuda pública, como es el caso del Pacto de Estabilidad y Crecimiento & Tratado de Estabilidad Coordinación y Gobernanza (TSCG en inglés y francés, https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:42012A0302(01) ), pues incluso han demostrado el mayor colaboracionismo, claudicación, silencio cómplice y cobardía inauditas ante su versión española en la súper-ley austericida LOEPSF (Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera https://boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2012-5730 ) . Si fuesen lo que dicen ser (estar del lado de la clase trabajadora), hace tiempo que se habrían muerto de vergüenza. No entraré aquí en las pruebas y los detalles, pues durante muchos años los he analizado y mostrado en mis artículos, como nadie lo ha hecho en España (publicados en Kaos en la red). Véase al menos mi más reciente titulado “Austericidio, deuda pública, fiasco del TSCG-135-LOEPSF y autoderrota” (3-3-2021), enlace al final de éste, en Recursos.

Han sido esas fuerzas, los sindicatos, partidos y otros que se dicen revolucionarios, los que con las famosas huelgas generales contra la austeridad, las “mareas” y Marchas de la Dignidad, echaron a perder el potencial para lanzar desde 2012 una lucha seria, de la mano, para empezar, de los trabajadores/as franceses y portugueses (estaban peleando ya antes que nosotros pese a tener incluso menos motivos), contra el tratado TSCG de la U.E., y la escandalosa española LOEPSF. Tuvimos una extraordinaria oportunidad para luchar contra la LOEPSF y el TSCG, uniendo a todos los españoles que luchaban contra los recortes por el objetivo común de derribar la LOEPSF (motor de todos los recortes fuese cual fuese el sector), y unirnos a los trabajadores/as europeos por encima de las fronteras nacionales, para acabar con la LOEPSF y sus gobiernos en España (del PP al PSOE), y con ese tratado, pero la desperdiciamos miserablemente. Su trascendencia histórica se hará más relevante con el tiempo pues iremos notando cada vez más su coste en debilidad, desorientación y desmoralización, aunque no seamos capaces de reconocer la causa. Si los franceses y portugueses podían, eso quiere decir que el único obstáculo para que nosotros siguiésemos su estela es la falta total de voluntad política.

Como no quiero volver a explicar y a demostrar lo que ya he hecho mil veces (en Kaos en la red), lo resumiré con este símil que se ajusta al caso a la perfección, aunque para los ignorantes parezca absurdo y absolutamente imposible que haya ocurrido. La lucha de las huelgas generales (de todos o sectoriales) contra la austeridad, las “mareas” y las Marchas de la Dignidad, contra los recortes sociales y el austericidio se llevó SIN denunciar siquiera el escandaloso plazo de la española LOEPSF (1-1-2020, trece años antes de lo establecido por el TSCG de la U.E. para bajar la deuda pública al 60% del PIB), SIN denunciar ni luchar contra la LOEPSF (motor de todos los recortes), SIN exigir su derogación, SIN denunciar el TSCG de la U.E. (el que más concretamente establecía el plazo y ritmos generales para la U.E. y luego se lo copió una versión actualizada del Pacto de Estabilidad y Crecimiento; el TSCG es el que impone la reforma del artículo 135 de la Constitución y de ahí la creación de la LOEPSF para hacer práctica y efectiva esa reforma y el TSCG, pues sin la LOEPSF el 135 y el TSCG es poco más que “papel mojado”), SIN exigir su derogación o ruptura junto con los franceses y portugueses que ya estaban en lucha. Luchar así, viene a ser lo mismo que si cuando luchábamos durante el franquismo, nos hubiésemos limitado a una queja genérica y abstracta (“no estamos a gusto”) y a algunos detalles (tal o cual medida, que no se pone un semáforo necesario en el barrio, etc.), y sin luchar contra el régimen político mismo tal cual (causa de todos esos problemas), y jamás de los jamases denunciado su origen en una guerra civil provocada por un alzamiento militar reaccionario, y mucho menos atacado a la persona del generalísimo Franco (¡el incuestionable!), y por supuesto, nada de nada de pretender derribar el régimen, y muchos menos aun de atacar a la raíz de todo: el capitalismo y su Estado burgués (sea “democrático” o fascista…)

Mientras los trabajadores/as se esforzaban por luchar contra el TSCG, o en España lo ignoraban todo, pero sufrían igualmente sus consecuencias, nuestros intelectuales de izquierda se centraban en la denuncia (incluso mediante libros) del proyecto de tratado de libre comercio transatlántico (EE.UU. – Europa) que quedó totalmente aparcado (el TTIP), y en tanto ni después hicieron nada contra el peligro inmediato y principal, la LOEPSF-TSCG, contra la U.E. (a cuenta del tratado podían desplegar más cómodamente su anti-imperialismo yanqui, sin cuestionar el europeísmo capitalista). Cuando impulsar la lucha contra la LOEPSF-TSCG a escala europea nos habría dado de una fuerza enorme para enfrentar también al TTIP en la misma escala y en buenas condiciones. https://es.wikipedia.org/wiki/Asociaci%C3%B3n_Transatl%C3%A1ntica_para_el_Comercio_y_la_Inversi%C3%B3n

En vez de plantear la lucha de la clase trabajadora a escala europea, la única manera también de salvar de la catástrofe a los griegos (en lugar de dejarlos solos ante la Troika), sobre todo en España la limitamos a escala nacional (incluso de Euskadi o Cataluña). En esto se conjugaron quienes no cuestionan el marco de la Unión Europea del capital y que sólo quieren reformarlo por las vías estipuladas por esa misma U.E. (o sea, atados de pies y manos, sometidos a su criterio dominante) y quienes tienen un planteamiento “soberanista”, “anti-imperialista”, nacionalista a fin de cuentas que nos aísla del resto de la clase trabajadora europea, griegos incluidos, por mucho que se les llene la boca con palabras de solidaridad, unidad en la lucha, etc.

Así tal cual fue la lucha contra los recortes sociales y el austericidio. Pese a que para el luchador/a corriente “de a pie”, todo fue muy real y esforzado por su parte (incluso pudo llevarse unos golpes de la policía y hasta ser detenido), a esto se le suele llamar paripé, y farsantes, traidores y cobardes, a quienes impusieron esta des-orientación a las justas protestas y luchas de la gente, y por su resultado, organizadores de derrotas. Su finalidad era encauzar y desviar el descontento y la protesta, para hacerlos lo menos peligrosos posibles a los intereses del poder económico y político, español y europeo (¡ni mentar a la LOEPSF y al TSCG!), y servirse de esa presión popular en los “cambalaches” entre sindicatos y partidos, también para rentabilizarlo luego electoralmente y cara a posibles gobiernos de coalición (“mira la fuerza que puedo poner en marcha y controlar a mi gusto, así que a cambio…”). (NOTA 1).

El resultado no fue sólo una derrota táctica, sino estratégica, pues no se respondió a un factor clave de la estrategia de la burguesía europea (tratados sobre la deuda pública y el déficit) y su ofensiva austericida, y más a fondo incluso, porque se echó a perder una enorme oportunidad para asumir en la práctica que nuestro marco de la lucha de clases ya no es nacional, estatal, sino europeo, e impulsar la unidad de la clase trabajadora europea. Y para colmo, al no dar esa batalla y no reconocer esa derrota, no estamos en condiciones de rectificar y superarla.

Para comprender que digo la verdad, quienes estuvieron presentes en aquellas luchas o las recuerden bien, no tienen más que hacer memoria. ¿Cuántas veces se enteraron, gracias a ellas, de esas denuncias contra la LOEPSF y el TSCG, la vieron escritas en hojas y octavillas para entregar a la gente, las gritaron en las manifestaciones, etc., y exigieron su derogación, y se plantearon unirse a franceses y portugueses e hicieron algo al respecto? Para que no se queden pensando durante días sin conseguir recordar, sin poder dormir, y termine por colapsarse su cerebro, yo se lo diré:¡NUNCA!, salvo que me leyesen a mí (o a alguien que desconozco –sobre Red Roja, en la Nota 1-), luchando constantemente por orientar correctamente las luchas y desenmascarar a los farsantes.

La inmensa mayoría de quienes participaron en esas movilizaciones hubieran querido que su esfuerzo fuese mucho más eficiente y con resultado de victorias, y precisamente por eso y ya que estaban luchando, no se habrían opuesto por hacerlo también y sobre todo contra la LOEPSF (motor de todos los recortes) y su escandaloso plazo, y el TSCG, uniéndose para ello a los franceses y portugueses en lucha, y así conseguir también más fuerza para sus reivindicaciones particulares. Pero confiaron en quienes dirigían esos movimientos y que se lo ocultaron todo (LOEPSF, TSCG, lucha de franceses y portugueses), y tampoco tuvieron la iniciativa personal de investigar por su cuenta (¡ni los universitarios!) y plantear batalla por orientar su esfuerzo de lucha correctamente y que esos dirigentes no se lo echasen a perder.

Ahora sólo tenéis que haceros esta pregunta ¿cómo es posible que en España una persona sola llegue a hacer estos análisis irrefutables (de la mano del Boletín Oficial del Estado, y de los documentos de la U.E.) y una campaña constante contra la LOEPSF-TSCG,, y tantísimas organizaciones sindicales y políticas sean incapaces ni de aproximarse a esa labor, y ni siquiera de hacer caso a quien le esté señalando la dirección correcta, con llamamientos públicos, cartas abiertas, y lo que es todavía más grave e injustificable, tampoco de prestar atención a lo que otras organizaciones sindicales y políticas, y centenares de miles de trabajadores/as, manifestándose y haciendo huelgas, le están diciendo desde Francia y Portugal, coincidiendo conmigo en el análisis?. ¿Hay o no hay motivos para estar indignada y enfadada y no confiar en ellos en lo más mínimo?

Sólo la supina ignorancia, irresponsabilidad e imbecilidad política (sí, a estas alturas de la evidencia y la denuncia, no se puede describir de otra manera) que nos caracteriza a los españoles (los franceses y hasta los portugueses, “nos dan cien vueltas” en inteligencia política), explican lo ocurrido y que todavía estemos sin comprender lo que ha sido y es para la clase trabajadora el mayor escándalo político de la década (ni la corrupción de los partidos y empresarios, ni los dineros del rey emérito, etc.).

Es vergonzoso que, a veces, los mismos que cuando teníamos todo a nuestro favor (luchaban contra el TSCG, repetidamente, en Francia y Portugal, de lo que yo informé puntualmente, como nadie lo ha hecho en España –ni individuo, ni organización, ni medio de comunicación-, gracias a Kaos en la red) para enfrentarnos contra el tratado TSCG (impulsor máximo de las políticas presupuestarias austericidas), y para denunciar la escandalosa y súper austericida ley española LOEPSF, y conseguir echar abajo con todo eso, y sus gobiernos, ahora se acuerden del TSCG (¡pero siguen callando sobre la LOEPSF y su plazo! lo que demuestra que son unos farsantes) y apuesten a supuestos planes B de ruptura con los malos tratados europeos. Nos traicionaron a nosotros, y también a los franceses y portugueses al dejarlos solos, en vez de contribuir a la materialización del eslogan que yo lancé: “¡De Lisboa a Berlín, al TSCG demos fin!”. Podéis estar seguros de que esa gente, en el futuro, sería tan “consecuente” y “valiente” como lo fue en el pasado, cuando las condiciones para luchar eran, a escala europea y española, muchísimo mejores que ahora.

Decía en mi artículo “Crisis triple ¿Derrota total y destrucción en este siglo?” (18-2-2020), enlace al final de éste, en Recursos:

“La total ausencia de reflexión sobre esta cuestión muestra la bancarrota de la táctica a medio plazo, bien por plantearse estrategias equivocadas (con mayor o menor peso de criterios nacionalistas, como la salida de la U.E. o de la zona euro, o de España), o por cortoplacismo o inmediatismo que sólo puede conducir a una derrota total. No se termina de comprender que lo que ocurra en el futuro ya se está decidiendo hoy, que lo que no afrontamos hoy (porque toca), nos debilita, y que cuanto más nos debilitemos ahora menos posible será la “remontada” cuando haga falta un salto más que titánico para ponernos a la altura de las tareas que reclamará la realidad sin posible demora, y porque el curso que tomen ahora los acontecimientos nos lleva, en cierto modo, por una vía u otra (una bifurcación en los caminos), con un desarrollo de la historia posterior, diferente. La inconsciencia sobre esta oportunidad perdida, que ni siquiera exista como problema, es la mejor medida de la esterilidad de las líneas políticas existentes. Los militantes más internacionalistas de las I, II y III Internacional, incluso de la IV trotskista de décadas pasadas, alucinarían si conociesen cómo se está desaprovechando el escenario de la Unión Europa para impulsar la unidad de la clase y su lucha por encima de las fronteras, y lo peor, que ni siquiera seamos capaces de darnos cuenta de lo mal que lo estamos haciendo. Las derrotas más importantes no son necesariamente las más visibles y sangrientas, sino la lucha que se ha renunciado a dar en un momento crítico en el que nos jugábamos dar un salto adelante o muchos atrás; de las primeras puede surgir una bandera, todo un mito y ejemplo a seguir, pero de las segundas, ni se tiene conciencia aunque se sufran todas las consecuencias, por lo que ni siquiera se es capaz de aprender nada; y éste último es precisamente hoy el caso. Pese a mi enorme persistencia en la denuncia y explicación del potencial de la lucha y de las graves consecuencias de no hacerlo (confirmadas en los acontecimientos), es vergonzoso que, salvo personas contadas con los dedos de una mano, no se haya hecho el menor caso desde las organizaciones políticas y sindicales, lo que muestra la calidad política de la actual militancia en España, mucho peor que la de las década de los 60-70-80 (franquismo y final de la transición), que tampoco eran ninguna maravilla. Las pruebas las tenéis en mis numerosísimos artículos durante años que demuestran que no estoy hablando por dármelas de lo que no he hecho.

– Sin hacer este balance y por ello, orientándose, en cierta manera, en dirección contraria, se está potenciando lo que se llama la política por “la soberanía y el socialismo”. Me remito al dossier incluido en el número de septiembre de 2019 (nº 80) de la revista “El Viejo Topo”. La denuncia que se hace de la Unión Europea es correcta. La U.E. es una institución supra-estatal burguesa, representante sobre todo de los intereses del capitalismo europeo globalizado. Irrecuperable para los intereses de la clase trabajadora y sectores populares, como lo son también los estados burgueses nacionales (lo que tampoco reconoce esa orientación “soberanista”). Sólo caben algunos cambios muy menores, y como resultado de la lucha popular. El europeísmo de la izquierda socialdemócrata no es más que la justificación “de izquierdas” de ese poder del gran capital sobre todo, y su cosmopolitismo de ninguna manera debe confundirse con el internacionalismo proletario (o sea, del proletariado, de la clase trabajadora), pues representa ante todo los intereses del capitalismo globalizado. Sin embargo, lo que no debemos hacer es volver a la mitificación de la “soberanía nacional” o “popular”, querer repetir las políticas, socialdemócratas de izquierda bajo el nombre de “comunistas”, que precisamente tuvieron su techo y nos confundieron y debilitaron tanto, abriendo las puertas a la deriva actual. La defensa de los derechos adquiridos debe hacerse denunciando las agresiones que vienen, tanto del propio Estado, como de la U.E., atizadas en realidad por los gobiernos nacionales a través de los organismos inter-gubernamentales de la U.E. (así luego, “lanzan balones fuera”, dicen que no es cosa de ellos, que son unos “mandaos” de la U.E., etc.). Pero en vez de creer que lo conseguiremos recluyéndonos cada uno en “su casa”, en su nación-estado (esto sólo lleva al aislamiento y la derrota), debemos lanzarnos a luchar por encima de las fronteras, buscando la unidad, bajo objetivos comunes, de la clase trabajadora y sectores populares de los diversos países de la U.E.. Con la marcha del capitalismo hacia crisis mucho peores que las conocidas y tal vez hacia el colapso, la educación de las masas en el mito de la soberanía nacional, se transformará en el nacionalismo puro y duro, reaccionario, que tantas veces ha llevado a la guerra bajo una justificación u otra, en defensa de aquella posición aventajada que todavía tenga la burguesía propia, contra otras que reclamen una mayor parte en el pastel, o siendo directamente agresivos para apoderarse de lo que otros tengan. Cuando según el capitalismo, el futuro será de lucha de “todos contra todos” (sobre todo en condiciones de amenaza del colapso multifactorial con escasez de recursos básicos como la energía, el agua o los alimentos), sólo podemos contrarrestar esa corriente y construir una ruta alternativa anticapitalista, si desde ahora ponemos el peso de la defensa de nuestros derechos a través, no del repliegue nacional, sino de la lucha internacionalista por objetivos comunes, que se extienda primero a Europa, luego a otros continentes. De lo contrario, primero contribuiremos a nuestra derrota vía el aislamiento nacional, como ya hemos visto en el balance previo; y en un segundo tiempo, a ponernos detrás de nuestra propia burguesía y Estado, en la lucha de “todos contra todos”, en la guerra comercial y militar.

Esto es lo que hay que hacer en vez de empeñarnos en que la solución está en salir del euro o de la Unión Europea, o en reconquistar las competencias para la soberanía nacional, como si el capitalismo no fuese mundial y el imperialismo no pudiese ejercer enormes presiones sobre las políticas nacionales, tanto más que en las décadas posteriores a la II GM. Todo eso es perder nuestra ruta, invertir mal nuestros esfuerzos y desaprovechar un tiempo precioso que no nos sobra. Incluso la mejor forma de que se pueda ejercer más presión a escala nacional, es la lucha unida internacionalmente que acabe con determinados tratados, pactos, etc. internacionales, que nos perjudican a todos. No debemos perder de vista que sin una fuerte unidad internacional de la clase trabajadora, será imposible resistir a la contrarrevolución internacional contra procesos revolucionarios nacionales, y que la superación del capitalismo es imposible a escala de un Estado, pues precisa de acabar con el capitalismo mundial, con la dinámica competitiva que impone la producción de mercancías, por lo que la soberanía de la clase trabajadora es ante todo internacional o no será.” (fin de la transcripción)

Y en esta línea abundaba en mi larguísimo texto «“Antifa. El manual antifascista” de Mark Bray: Propuesta y recursos» (10-6-2020), enlace al final de éste, en Recursos: “Que no pretendamos volver a una situación pasada ya irrecuperable, no quiere decir que no debamos ofrecer resistencia a un avance todavía mayor del neoliberalismo o intentar recuperar algunas cosas recientemente desaparecidas. Pero debemos hacerlo con una orientación que tenga en cuenta las necesidades de lucha y objetivos futuros. Por ejemplo, ante la política austericida de desmantelamiento de los gastos sociales del Estado, lo correcto no es defenderlo pensando en términos de la soberanía nacional, aislándonos tras nuestras fronteras (deseando volver al marco fordista-keynesiano), sino uniendo nuestras fuerzas con los trabajadores/as de toda Europa con objetivos comunes como la derogación de los tratados europeos que impulsan esas políticas, pues el retroceso a la vía soberanista nacional lleva al nacionalismo y está estrechamente ligada a la que impulsan los partidos de ultraderecha y fachas con mayor base obrera y popular, así que ¡cuidado con esa trampa!. Esto lo he venido defendiendo desde 2012, y por ello os remito a infinidad de artículos en ese sentido y al balance incluido en “Crisis triple ¿Derrota total y destrucción en este siglo?” (18-2-2020) — largo documento sobre la crisis de civilización, del sujeto revolucionario y de la teoría revolucionaria, y prospectiva del curso histórico — https://kaosenlared.net/crisis-triple-derrota-total-y-destruccion-en-este-siglo/ .”.

La marcha al cataclismo, no depende de la existencia o no de la Unión Europea, sino de la existencia del capitalismo y sus Estados que permanecerían aunque se desintegrase la U.E.. Por tanto, salir de la U.E. no nos salvará de eso, e incluso contribuirá a esa deriva al aislarnos más del conjunto de la clase trabajadora europea, fraccionarnos, hacernos más nacionalistas, e invitar a enfrentarnos militarmente, quizás incluso entre los estados europeos.

III.- ANTE la QUE SE AVECINA, por difícil que sea, NO HAY MÁS SALIDA que la LUCHA UNIDA de la CLASE TRABAJADORA a ESCALA EUROPEA (para empezar), TRASPASANDO las FRONTERAS. Nuestro MARCO de la lucha de clases ya es continental, no nacional, estatal.

Nuestra posición es estratégica y tácticamente tan débil, que no podemos permitirnos el lujo de perder un tiempo que ya se nos escapa, ni despilfarrar unos esfuerzos que nos costará mucho movilizar, desviándonos de la mejor senda, ni hacer el juego de ninguna manera a la ultraderecha y el fascismo que nos harán cavar nuestras tumbas.

Esto sólo es posible evitarlo poniendo todo el peso de nuestro esfuerzo en la dirección de impulsar las luchas desde la base, desde abajo, con la autoorganización asamblearia, para extenderlas y unificarlas por encima de las fronteras nacionales, para unir a la clase trabajadora de toda Europa contra sus propias burguesías, la burguesía globalizada, su propio Estado y la Unión Europea con sus tratados y medidas contra los trabajadores/as y el pueblo. Eso es lo que nos dará la verdadera fuerza que necesitamos para hacerles retroceder y acabar venciéndoles, no las elecciones, maniobras parlamentarias y gubernamentales que son su “terreno de juego” más favorable, donde disponen de mil medios de presión, chantaje, corrupción y sabotaje.

No podemos seguir con un chip mental propio de siglo XIX, ni del XX, cuando todavía estábamos en el franquismo, cuando la Unión Europea era mucho menos fuerte que hoy, planteándonoslo todo en términos nacionales y a lo sumo de solidaridad internacionalista. Cuando hablamos en términos nacionales no solemos hablar de solidaridad al interior de la nación (no al menos en términos como con el exterior), sino de lucha unida por objetivos comunes. Lo mismo ya, cuando menos, en el marco de la Unión Europea, cuando toda la clase trabajadora y sectores populares europeos sufrimos ataques muy parecidos a cuenta de legislación similar en base a pactos, tratados, sentencias judiciales, etc., de la Unión Europea, cuando compartimos una seudo-constitución (Tratado de Lisboa, de 2007, impuesto antidemocráticamente) que ya se sitúa, al menos en la práctica, por encima de las constituciones de cada país, cuando tratados como el TSCG empujan a modificar las constituciones nacionales (el artículo 135 de la española ¡adelantándose! al TSCG en negociación, imponiendo la prioridad al pago de la deuda, antes de la firma del tratado) (NOTA 2).

Si antes podíamos decir que los ataques venían del gobierno de España en Madrid, ahora lo son del “gobierno” en Bruselas (decisiones compartidas e incluso promovidas por los gobiernos de los Estados miembros; no caigamos en la trampa de exculparlos ni de tragarnos las maniobras de los gobiernos nacionales de “echar balones fuera”), y la lucha unida debemos planteárnosla todos los que nos vemos afectados por ese “gobierno”, es decir, el conjunto de la clase trabajadora de la Unión Europea, para empezar, pues tenemos objetivos claramente comunes (echar abajo determinadas decisiones, pactos, tratados, sentencias judiciales… de la U.E.) además de los objetivos estratégicos finales para constituir el socialismo-comunismo.

La hegemonía política, el liderazgo y dominio, que ahora necesita alcanzar la clase trabajadora para salvarse, no puede ser ya a escala nacional, sino a escala europea, pues éste es ya es el verdadero campo de juego, el verdadero campo de batalla, donde se decide nuestro futuro más inmediato y el de la Humanidad. No podemos plantearlo ni siquiera por fases (primero la conquista nacional, luego la europea) pues eso demuestra la incomprensión de cual es hoy el verdadero MARCO de la lucha de clases en Europa, que es ya ante todo, europeo, CONTINENTAL, y secundariamente nacional, pues lo principal que ocurre en cada nación viene ya determinado, incluso dictado a la letra, por el marco europeo (“Bruselas”, la Comisión Europea, “los hombres de negro”, “la Troika”, el Banco Central Europeo, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas…). No admitir esto expresa una profunda incomprensión de cuánto han cambiado las “reglas del juego”, de la lucha de clases, desde el siglo XIX y XX, lo que sólo puede traducirse en errar totalmente en nuestra estrategia y tácticas, ser aplastados y que la salida al dilema “socialismo o barbarie”, se decante por lo segundo.

La burguesía lo sabe muy bien. Pese a sus intereses muchas veces encontrados (también en la Unión Europea: Francia / Alemania, Norte / Sur, occidente / oriente…), se coordinan, organizan sus estrategias a escala europea, lanzan ataques conjuntados. Somos nosotros los que, ¡a estas alturas de la paliza que nos están dando!, todavía “no nos enteramos de la fiesta” (ni siquiera aquellos a quienes se les llena la boca con el internacionalismo proletario, y son parte de pequeñas organizaciones internacionales con secciones nacionales en Europa), y por eso seguimos, como burros, con las anteojeras nacionales, o peor, nacionalistas, y peleamos como si tuviésemos un brazo atado a la espalda y echamos a perder oportunidades extraordinarias, en vez de recurrir a todo el potencial de la lucha conjunta de la clase trabajadora europea, nuestra verdadera fuerza y recurso para autoliberarnos y salvarnos.

Caer en vías nacionales, locales, sectoriales, etc., es el mejor camino a la dispersión, la división, el enfrentamiento entre los pueblos, la derrota total y el cataclismo. Supone una visión estratégica propia del siglo XIX, que si entonces pudo tener alguna razón de ser, hace muchísimo tiempo que no, y que una vez tras otra ha demostrado sus limitaciones y fracaso, más en esta etapa del capitalismo mundial globalizado y sus Estados.

Este peligro es especialmente acusado en España, precisamente en los territorios que todavía conservan las mayores concentraciones industriales, por el peso de sus particulares nacionalismos (no es el español), esto es, en Euskadi (importante influencia del sindicalismo nacionalista vasco) y en Cataluña. Un doble peligro, al tender a aislar a esa parte del proletariado de los del resto del Estado Español, y más aun, de la clase trabajadora europea (de lo que también se encargan el resto de los sindicatos, de corte más o menos nacionalista español), lo que ya se manifestó durante las convocatorias de luchas del año 2012.

Debemos descartar de una vez la vía de esperar a conseguir tal fuerza electoral que permita a unos partidos (ni siquiera son organizaciones de masas de la clase trabajadora) acceder al gobierno del Estado burgués (tener el gobierno, no es lo mismo que tener el poder real, y menos permite una transición al socialismo desde ese Estado). Debemos descartar la vía de orientar nuestros esfuerzos a “recuperar” la “soberanía nacional” que con el capitalismo globalizado es cada vez más una farsa, y que nosotros antes nunca la tuvimos pues siempre estuvo en manos de la burguesía “propia” y de los diversos imperialismos extranjeros. La clase trabajadora y sectores populares jamás han sido soberanos en el capitalismo y su Estado burgués, sea fascista o el más “democrático”. Siempre hemos sido la clase explotada, dominada, y la “carne de cañón” de la “soberanía”. Precisamente ha sido la supuesta defensa de “nuestra” soberanía la escusa perfecta para llevarnos a las guerras inter-imperialistas, para que nos matemos entre nosotros los trabajadores/as de los países enfrentados, en lugar de unirnos contra nuestras burguesías y sus Estados.

La confianza durante la década de los 1970s, y 1980s en los gobiernos de unidad de la izquierda y de supuesta transición al socialismo desde el Estado burgués (sin derribarlo con el poder de los Consejos de Trabajadores), condujo a fracasos estrepitosos y hasta sangrientos. La esperanza en fenómenos populistas de izquierda como el 15-M y Podemos, ha terminado en otro fracaso y la desilusión consiguiente. Todo eso es el caldo de cultivo perfecto para la pasividad, el individualismo, y que sobre esa frustración crezcan las malas hierbas de la ultraderecha y el fascismo. No podemos permitirnos el lujo de más experimentos de partido y electorales, gubernamentales, condenados de antemano a hacernos perder un tiempo precioso, al fracaso y a acabar alimentando a la bestia, pues terminará devorándonos, cómodamente, por los pies.

Como ya dije en mi artículo “Derrota total y cataclismo. Por qué seríamos aplastados, y pronto” (23-6-2021) (enlace en Recursos para profundizar) “Necesitamos ya UN PLAN DE “GUERRA”, una HOJA DE RUTA. No podemos seguir peleando a base de reaccionar a los ataques en uno u otro sector, tarde y mal, dejándoles a ellos siempre la iniciativa y la ofensiva; a base de escaramuzas que sólo acaban en nuestro desgaste y nuestra derrota, pues ni siquiera tienen la categoría comparable a una guerra de guerrillas política. No hay una guerra de posiciones que valga, pues no es útil el camino del reformismo de intentar ir ocupando parcelas en el poder del aparato de Estado burgués (un fracaso histórico), no podemos conquistar tampoco parcelas en el poder económico tan concentrado y globalizado (además de que cualquier poder económico acabaría sometido a la dinámica capitalista), no podemos quedarnos en la defensa de las viejas conquistas que nuevas crisis y ofensivas de la burguesía arrasarán. Lo que necesitamos es aspirar permanentemente a tomar la contraofensiva, la iniciativa y la ofensiva, a una guerra de grandes movimientos, de grandes saltos adelante, superando el sectorialismo, el localismo y el nacionalismo, pasando a la lucha por encima de las fronteras, desbordando, envolviendo y derrotando los planes del enemigo (empezando por las estrategias en la Unión Europea), y avanzando en el cuestionamiento de todo su poder (económico y político) no sólo a escala estatal, sino Europea, y mundial.”

Además, la “guerra de posiciones” (en la visión del marxista italiano Antonio Gramsci de la década de los 1920s, o inspirada en ella), para desarrollarse, requeriría de un largo período histórico, cuando precisamente hasta el tiempo nos falta, pues las décadas de los 2030 y 2050, para cuando todo debiera estar resuelto, ya están “a la vuelta de la esquina”. Y en cuanto a una versión “rápida” y “por arriba” mediante la “conquista del Estado burgués” a partir de llegar al gobierno, vía elecciones, ahí están las experiencias de Chile con Allende y de los “gobiernos progresistas” para darnos la medida de su fracaso (NOTA 3).

Con esta orientación que propongo no se trata de “conquistar las instituciones de la U.E.” (eso exigiría ganar primero los gobiernos estatales para poder controlar el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea, la Comisión Europea…), sino de lograr el verdadero liderazgo de la clase trabajadora que se obtendrá rompiendo con las prácticas ligadas al sectoralismo y nacionalismo (y la ideología y visión del mundo que hay detrás), tan queridas sobre todo por la “clase media” (pero que debilitan a la clase trabajadora y acabarían arrastrándonos a la ultraderecha), y conseguir la hegemonía de la clase trabajadora al crear las condiciones de fuerza y confianza que harían posible la emergencia de un proyecto transnacional de nueva civilización, empezando por Europa.

Con esta orientación que propongo se impulsará de hecho el internacionalismo proletario, la unidad en la lucha de los trabajadores/as europeos por objetivos comunes, saltando por encima de las fronteras. Éste es el verdadero antídoto a la ideología nacionalista, xenófoba, racista, que nos divide, aísla y enfrenta, primero por objetivos económicos, luego políticos, y finalmente nos lleva al enfrentamiento militar bajo la bandera de nuestra burguesía y su Estado, como en las guerras mundiales y otras muchas.

Esta lucha internacionalista proletaria efectiva, de hecho, no imaginaria, en el papel y superficial, es la que está totalmente en línea con las necesidades planetarias de nuestro tiempo, para que confluya y acabe encabezando también la lucha mundial contra el cambio climático, las pandemias, la crisis energética, etc.

Si damos al problema de la Unión Europea una solución nacional (acabará siendo nacionalista por la fuerza de las cosas en el capitalismo y sus Estados), eso también terminará influyendo en que, ante el cambio climático, la crisis energética, alimentaria, pandemias, etc., tenderemos a dar esa orientación nacional (primero los intereses de “mi” país; egoísmo, competencia, enfrentamiento…) que cuando se trata de problemas planetarios, para lograr una solución eficiente y justa, necesitan del internacionalismo proletario, de lo contrario estaremos en las mismas, la dinámica que hasta hoy marca la burguesía y sus intereses particulares. Sí, se podría participar en jornadas mundiales por el clima, etc., pero en la práctica, si nos orientamos por la vía “soberanista”, nacional, se acabaría imponiendo un enfoque y “solución” nacionalista, egoísta, ineficiente, del problema.

Si en Europa, donde tenemos la ventaja de compartir la Unión Europea (aunque sea del capital) somos incapaces de conseguir esto ¿cómo aspirar a lograrlo uniendo a la clase trabajadora y sectores populares de varios continentes y en particular al sector clave de la clase trabajadora mundial, el de China?. Volvamos, contra el capital, la Unión Europea, no porque la reformemos y hagamos “social”, sino porque se convierta en el marco de la lucha unida, internacional, de la clase trabajadora de este viejo continente que asistió a tantas matanzas entre trabajadores y campesinos europeos. Esto no podremos lograrlo si nuestro programa y movimiento es centrífugo, de salir cada uno como pueda de la eurozona o de la Unión Europea, y reforzar nuevamente los Estados nacionales burgueses (no pueden ser otra cosa mientras no acabemos con ellos y el capitalismo) que sólo pueden terminar enfrentándose, como lo han hecho en tantas ocasiones, y más con una civilización capitalista en crisis terminal.

Esto es lo único que podrá salvarnos. Por muy difícil que sea, es el camino a tomar, y no los falsos atajos de la izquierda al gobierno, salir de la Unión Europea o reformarla a favor de los trabajadores/as, que no son más que el “cuento de la lechera”. Lo que en otro tiempo se entendía como de sentido común, realismo, pragmatismo político, puede ser hoy como el veneno, necedad y locura.

Sería de género imbécil y suicida volver a desaprovechar las oportunidades que seguro tendremos de unir las luchas por objetivos comunes en la Unión Europea, por encima de las fronteras. Y las oportunidades sin duda se presentarán, pues los ataques a la clase trabajadora y sectores populares sólo pueden aumentar y empeorar nuestras condiciones de existencia en un capitalismo decadente en marcha al cataclismo (social, medioambiental y militar).

El Pacto de Estabilidad y Crecimiento & Tratado de Estabilidad Coordinación y Gobernanza (TSCG en inglés y francés), y su versión “a la española” en la super-ley austericida LOEPSF (Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera https://boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2012-5730 ), sin duda han venido siendo muy útiles para, con la meta de disminuir la deuda pública y, por consiguiente, el déficit (sin aumentar los impuestos a las empresas y la burguesía, incluso reduciéndolos, cuando ya el sistema es un paraíso fiscal para el capital), lograr el verdadero objetivo de reducir los costes directos, indirectos y diferidos que para el capital supone el mantenimiento de la clase trabajadora activa o jubilada, mediante recortes presupuestarios en sanidad, pensiones, educación, dependencia, sueldos a los funcionarios públicos, desempleo, subsidios, subvenciones, etc., saqueo de las arcas de la Seguridad Social, e impulso de las políticas de privatizaciones para que el capital pueda hacer negocio de todo.

Sin embargo, dado el empuje de nuevas crisis económicas, en lugar de seguir reduciendo la deuda pública, se ha disparado, se ha quedado muy lejos de lograr sus objetivos de reducirla al 60% del PIB (España, va por el 123%; Francia 117%; Italia 156%; Portugal 130%; Bélgica 112%; Alemania 70%) y el plazo para lograrlo en España ya no será el 1-1-2020 como pretendía la escandalosa austericida LOEPSF (“más papista que el Papa”, sí, hace ya dos años, y esto sólo lo vengo denunciando yo), ni el 2033 del TSCG de la U.E.

Que el PEyC-TSCG, y la LOEPSF hayan fracasado en sus objetivos finales, es la confirmación adicional de que eran muy vulnerables a nuestra denuncia y que se les podía haber tumbado, aumentando con esa victoria la confianza en nuestras fuerzas, de la que tan necesitados estamos para abordar los gigantescos retos que tenemos delante. Pero contamos con unos estrategas que, cuando no son unos tramposos, son unos completos inútiles.

Aunque sea totalmente inevitable un ajuste de los objetivos de descensos porcentuales de deuda pública y del plazo para conseguirlos, no se piense que Alemania (en 2019 ya alcanzó ese objetivo de situar su deuda pública en el 60% del PIB, aunque luego volvería a subir), vaya a renunciar totalmente a ello. Así que en cuanto se considere suficientemente superada la pandemia de la covid-19, de una forma u otra, volverá a la carga junto con los países más próximos a su planteamiento.

Para empezar, las famosas ayudas de los fondos de la Unión Europea a cuenta de la crisis por la covid-19 y la “modernización” económica, dependen de ciertas “reformas estructurales”. Y cito: “Para recibir esos recursos, tendremos que cumplir con los compromisos con Bruselas: 29 reformas a acometer en los próximos meses, incluidas cinco en materia laboral, para obtener un tramo de 13.700 millones de euros; y 52 pendientes para el próximo ejercicio, incluida una reforma del factor de sostenibilidad de las pensiones, sine qua nom para recibir 18.400 millones adicionales. Todo un reto.” Nos dice negro sobre blanco Raymond Torres, director de coyunturas de la prestigiosa institución de análisis económicos, Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), en el artículo “Las vulnerabilidades de la recuperación” (El País, Negocios página 17, domingo 26-9-2021).

Véase también este artículo de Nines Maestro, de la organización Red Roja “La reconstrucción del capital a costa de nuestra destrucción. ¿Qué hacer?” (26-5-2021) https://redroja.net/articulos/la-reconstruccion-del-capital-a-costa-de-nuestra-destruccion-que-hacer/ . Una observación crítica sobre Red Roja, en la Nota 1 de éste mi artículo. Ellos también han contribuido a la confusión y desmoralización que ahora prenden combatir en ese artículo terminando con un poema de Bertolt Brecht, y con propuestas utópicas demagógicas (como ¿planificación democrática de la economía capitalista?, ¿no pagar la deuda cuando somos incapaces de cuestionar el TSCG y la LOEPSF, gracias también a la inconsecuencia y silencio cómplice de Red Roja?, ¿expropiación de la banca y empresas estratégicas cuando nuestra desorientación y confusión es extrema, y sin tomar el poder político acabando con el Estado burgués?), típicas de cierto izquierdismo seudo-revolucionario: no apuntar ni dar en la diana que impone el momento, pero eso sí, aspirar “muy alto”, ¡disparando a las nubes!, y hacer un “brindis al sol” para quedar, ante determinado público poco formado, como “la mar de” radicales y revolucionarios.

El extenso artículo con un título despistante “España propone no incluir la inversión verde y digital en el déficit. Calviño defiende una regla de gasto ligada a un objetivo de deuda a medio plazo” (El País, Economía y trabajo, domingo 12-9-2021) evita, como a la peste, mencionar a la super-ley austericida LOEPSF con su objetivo de llegar el 1-1-2020 al 60% del PIB (a eso se le llama “periodismo responsable” para evitar escándalos), y también de precisar el plazo que fijó el tratado TSCG (2033) para lograr ese mismo porcentaje. Informa sobre el debate existente hoy entre los gobiernos e instituciones de la Unión Europea sobre qué hacer con todo ese entramado de pactos, tratados, y leyes nacionales, de modo que encaje también las inversiones estatales en la transición energética, etc. Todo ha quedado en modo pausa a cuenta de la crisis de la covid-19, pero en cuanto se reactiven las obligaciones, empezará otra vez la dinámica austericida en los gastos sociales (sanidad, educación, pensiones, subsidios desempleo…), teniendo en cuenta que sólo para el objetivo de 2030 de reducción al 55% de las emisiones netas de gases de efecto invernadero, serán necesarios 520.000 millones de euros de inversiones (públicas más privadas) anuales hasta 2030, que alcanzará los 650.000 si le sumamos los de la digitalización, lo que impedirá la reducción drástica de la deuda pública y se parecerá mucho a pretender la cuadratura del círculo. También cuando el Banco Central Europeo reduzca su compra de deuda (legalmente debe hacerlo en la misma proporción para todos los países, aunque las consecuencias no sean nunca las mismas para Alemania que para Italia), y deban aumentar los tipos de interés de la deuda para compensar su desvalorización real por la inflación (subida de precios por la energía: gas natural, carbón, petróleo, electricidad…). Si la crisis de 2008, la política austericida (contribuyó a prolongar la crisis al reducir la demanda pública y privada), y la crisis de la covid-19 han disparado la deuda pública y hace falta más para la transición ecológica y digital ¿qué ocurrirá cuando llegue la próxima crisis económica que ya asoma por los graves problemas energéticos –subida de precio del gas natural, de la electricidad y, como avisa Turiel, de la escasez de petróleo, y si hay que volver a rescatar a los bancos? . Sobre la advertencia de crisis de Turiel véase en la nota 1 de https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/

El martes 19-10-2021 “Bruselas reabre el debate sobre los objetivos de deuda y déficit para llegar a un “consenso” en 2023” https://www.rtve.es/noticias/20211019/bruselas-reglas-fiscales-2023/2195666.shtml . Obsérvese cómo la noticia elude mencionar nuestra LOEPSF, su plazo (un tabú), e incluso el del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y el TSCG (2033), cuando eso es fundamental, pues ¿qué importancia tendría el límite del 60% si fuese sólo un objetivo deseable, pero de plazo indefinido o muy lejano, y sin obligaciones precisas?.

Dados los extraordinarios desniveles entre, por ejemplo, Alemania (ahora la deuda en el 70% del PIB) e Italia (156% del PIB), será difícil alcanzar un acuerdo, pero todos estarán por la labor de recortes en los gastos sociales, en reducir así el coste global de los trabajadores/as y hacernos pagar a nosotros la deuda a base de impuestos indirectos y no subir los directos al capital y la burguesía.

Si somos tan imbéciles como para desconocer esto y olvidar el histórico fracaso de la pasada década a la hora de hacer efectivo lo que era posible, esto es, unir portugueses, españoles, franceses, belgas, italianos…, en la lucha contra sus propias leyes internas (como la salvaje española LOEPSF) y el tratado europeo TSCG, tendremos un dejá vu (ya visto), pero esta vez será mucho más doloroso, pues nos cogerá todavía más debilitados y desmoralizados, aptos para convertirnos en materia prima para la “máquina de picar carne” humana, profundizar todavía más en la derrota y acabar llevándonos como mansos corderos al matadero del cataclismo (social, medioambiental, militar) que es el futuro que nos puede prometer el capitalismo y sus Estados.

Los objetivos del TSCG y Pacto de Estabilidad y Crédito eran muy vulnerables a la crítica y por tanto su propia existencia. Es decir, que no solo han fracaso en alcanzar esos objetivos, sino que podíamos haberlos paralizado y echado abajo nosotros, con lo que eso habría significado de fortalecimiento y unidad en una lucha europea: un punto de inflexión en nuestra historia. Y esto sería lo más importante. Y eso nos perderemos si resulta que es la propia burguesía la que toma la iniciativa en demolerlos. Aprovechemos nosotros esas debilidad para que tengan que hacerlo cuanto antes quedando más en evidencia la falta de solidez científica de su política y su carácter de clase austericida.

Lo que es cierto es que es falso que esté sostenido por criterios científicos que el déficit no debe ser superior al 3% del PIB, o la deuda del 90%, ni siquiera del 60% del PIB, y que se han establecido como criterios políticos para imponer la austeridad, los cortes sociales y las privatizaciones (NOTA 4).

Centrarse en la vía de reformar la U.E. o de salir de ella, de seguro que nos llevaría nuevamente (como en la década pasada) a desaprovechar las oportunidades de impulsar la lucha unida de la clase trabajadora europea traspasando las fronteras, y de ahí, la derrota total.

Tampoco debemos estar apostando a que la Unión Europea acabará desintegrándose, pues eso no lo sabemos, en el fondo no nos conviene (más dificultades para la unión continental de nuestra clase, como en los viejos tiempos de las barreras estatales), y porque las burguesías más consciente tampoco lo querrán pues las debilitaría todavía más ante las grandes potencias como EE.UU., Rusia y China, en un mundo en el que deberán unirse unas cuantas para luchar por menguantes recursos y mercados. En todo caso, en tanto exista la U.E., debemos aprovecharlo en la dirección propuesta, para que, en el supuesto de su desaparición, se hayan creado ya sólidos lados internacionalistas en el continente.

Si no se impone la orientación internacionalista proletaria lo hará la imperialista y militarista burguesa, sea a través del europeísmo o a través de la vía nacional, pues lo que es impensable ya es una política aislada, autárquica a escala del estado-nación, así que el nacionalismo, en las actuales condiciones del capitalismo mundial, inevitablemente se transformará en imperialismo y éste se traducirá en guerras. Y de las consecuencias de una III Guerra Mundial, librada además en Europa y con armamento nuclear, ya no nos salvará ninguna pretensión neutralista. Lo que está ocurriendo ahora misma con la crisis de Ucrania ya debiera haber hecho que nos “pusiésemos las pilas” ¡INTERNACIONALISMO PROLETARIO Y LIBERACIÓN DE CLASE, O NACIONALISMO E IMPERIALISMO CAPITALISTA Y DESTRUCCIÓN!

DESPEDIDA.- Visto el nulo resultado de mi intensa campaña de años, desde 2012, contra la LOEPSF—TSCG, y por la asunción en la práctica de la Unión Europea como nuestro marco de la lucha de clases, pese a las repetidas advertencias de lo que ocurriría si no se luchaba así (confirmadas por los hechos: fracasos constantes, desmoralización, desmovilización, desorientación, ascenso de la extrema derecha…), lo más probable es que este artículo (como los otros dos previos, de la misma serie, todos en lanueve.info ) tampoco sirva para nada más que dejar constancia de que ya se avisó a tiempo y con claridad, pero no se le quiso hacer ningún caso.

A estas alturas tenemos muy pocas posibilidades de ganar la partida y librarnos de los peores escenarios, y todo apunta a que, además, seremos tan estúpidos que echaremos a perder también estas cartas importantes (orientación europea proletaria). Al menos sé que, hasta hoy, he cumplido con mi parte. Volveré a frustrarme, pero tengo muy claro que, con mi edad y salud, no seré yo quien pague con las mayores consecuencias de semejante irresponsabilidad, sino vosotros/as.

En las décadas de los 1960s y 70s, en España teníamos miedo a la pobreza, los despidos, las detenciones, torturas, encarcelamientos por muchos años (por cualquier pequeñez), heridos y muertos por la policía sólo por manifestarte pacíficamente; en la primera mitad de los 1980, el peligro de guerra en Europa (bloque del Pacto de Varsovia de la URSS / bloque de la OTAN = III Guerra Mundial), a cuenta de la instalación de nuevos misiles nucleares en Europa y los anuncios de la bomba de neutrones (matar en masa, pero sin destruir las cosas); ahora los motivos de miedo son incomparablemente mayores, pero como parte de ellos todavía se sitúan en el futuro, a veces un tanto lejano e impreciso, no se sienten con la intensidad que corresponde, pero cuando se sufran ya será demasiado tarde para ponerles remedio. Nosotras/os, pese a todo, luchamos arriesgando mucho. Vosotras/os y vuestra descendencia, si no lucháis bien, tenéis muchísimo más que perder que nosotras, más motivos para temer y para pelear. Hace décadas pensaba que me sentiría muy frustrada si moría sin llegar a ver el socialismo en España o al menos en los países más próximos; ahora más bien pienso con alivio que no llegaré a ver lo peor de lo que os espera a la vuelta de la esquina. ¡Cuidaos!. Si tú, que lees este artículo, quieres explotar hasta la menor posibilidad para que eso no llegue a ocurrir, ¡PÁSALO!.

Después de las Notas y Recursos, os dejo en el Anexo con la transcripción del referido artículo.

NOTAS
NOTA 1.- Mi incansable labor de denuncia de la LOEPSF y del TSCG, durante años (a partir de mediados del 2012), desde mi primer análisis a fondo (la primera vez que, desde mi ignorancia en derecho, me enfrentaba a comprender una ley, además tan compleja, por eso tiene algunas deficiencias) y las luchas contra la austeridad que enseguida empezaron en Francia y España, podéis comprobarla consultando la relación de mis artículos en mi texto “Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica” (20-10-2016) – Libro, archivo PDF de 200 páginas — http://kaosenlared.net/capitalismo-modo-de-vida-decadente-notas-sobre-estrategia-y-tactica/ —- Para descargar directamente el archivo pdf — http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/10/Decad-capit-estra-tact-EN-PDF1.pdf . Los enlaces a los artículos todavía funcionan (salvo los más antiguos), pero muchos archivos pdf adjuntos (sobre todo los más antiguos) ya no existen por los cambios tecnológicos que hubo en Kaos en la red.
Debido a los cambios tecnológicos en Kaos en la red, han desaparecido documentos en archivo pdf en los que yo denunciaba ampliamente todo esto, recabando como nadie lo ha hecho en España, información de las movilizaciones contra el TSCG, sobre todo en Francia, mostrando las hojas de denuncia encabezadas por la del TSCG, las manifestaciones con fotos, lugar y fecha, etc. (todo disponible en internet en ese momento, para cualquiera, con una sencilla búsqueda). Pero al menos todavía se puede conseguir el texto “El 22M y más allá. Por la unidad de los trabajadores y trabajadoras europeos contra la legislación austericida”, un recopilatorio realizado por Roi Ferriero para el blog en facebook Comunistas Internacionales. Podéis descargaros el documento (segunda edición actualizada, en 2015) en http://www.mediafire.com/download/ngk12arzp1qdkdm/2CI_-_El_22M_y_mas_alla_2a_ed_%282015%29.pdf —- Haced clic rápido en el recuadro azul de la derecha donde pone “Download” antes de que salga pantalla emergente de cookies y demás.
Ahí, en la página 20 decía: “Pero lo más llamativo es que la LOEPSF española es todavía más austericida que el Tratado de Estabilidad Europeo (TSCG). No sólo por su objetivo de déficit, sino porque tiene la loca pretensión de que para 2020 [más exactamente, el 1-1-2020] se baje la deuda del 100% del PIB en el que muy pronto estará, ¡al 60% del PIB! ¡Nada menos que reducirla en un 40%!”.
Entre los muchísimos artículos que podría mencionar, éste “PSOE & Ciudadanos y el plazo 1-1-2020 para bajar la deuda al 60% PIB” (26-2-2016) —- sirve de guía para conocer todas las claves de la LOEPSF y convertirte en agitador y propagandista contra ella; un comentario (ya no está) —- http://kaosenlared.net/psoe-ciudadanos-y-el-plazo-1-1-2020-para-bajar-la-deuda-al-60-pib/

También, y muy importante, “Nuestra culpa en la covid-19 por no luchar contra la austericida LOEPSF” (28-7-2020) —- De haber luchado contra la súper-ley LOEPSF, motor de todos los recortes sociales (incluidos los sanitarios), los habríamos reducido y seguramente habría muerto menos gente, el desastre económico sería algo menor y nos habríamos fortalecido mucho en la resistencia contra la estrategia austericida, tanto en España como en Europa a cuenta del “padre” de la LOEPSF, el TSCG de la U.E.. https://kaosenlared.net/nuestra-culpa-en-la-covid-19-por-no-luchar-contra-la-austericida-loepsf/ Una errata evidente pero que no quiero dejar pasar, cuando digo “y posiblemente las consecuencias económicas y sociales no habrían sido menores”. Originalmente decía “no habrían sido tan enormes”. Al querer modificar y poner “menores” se me olvidó suprimir “no”. Por tanto, como dicta el sentido general del texto, debe decir “sociales habrían sido menores”. Ahí aporto información muy relevante sobre la organización Red Roja y como se “guardó en un cajón” su análisis crítico sobre la LOEPSF-TSCG de modo que esa denuncia jugó ningún papel en su participación en las Marchas de la Dignidad. Su informe todavía se puede leer en https://rebelion.org/el-final-de-cualquier-soberania-y-el-arma-de-destruccion-masiva-de-los-servicios-publicos/ ; también en https://eljanoandaluz.blogspot.com/2016/01/ donde también incluye al final, completo, mi artículo que les llevó a esa reflexión titulado “La lucha contra la privatización sanitaria fracasará por no exigir la derogación de la Ley de Estabilidad” (21/8/2013) que contiene la relación hasta entonces de mis más importantes textos sobre el tema que sin duda les sirvieron a Red Roja para su informe. Como Red Roja menciona mi nombre y ese artículo mío y no tenían un análisis previo a los míos, es evidente que lo elaboraron a raíz de leerme. Claro está que no comparto el enfoque soberanista, que precisamente les llevó finalmente a renunciar a esa lucha que tenía un clara dimensión continental.

También podéis leer mi estudio sobre las propuestas tramposas de Podemos, en “PODEMOS 20-D: del “Juego de tronos” al juego del trilero” (1-12-2015) y comentario ampliando (esto ya no puede verse) —- http://kaosenlared.net/podemos-20-d-del-juego-de-tronos-al-juego-del-trilero/ — Y como archivo PDF que incluye el historial de mis textos en Kaos en la red con los enlaces actualizados — http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2015/12/Podemos-trilero-para-PDF.pdf . “PODEMOS, su cuento económico de la lechera y farsa política” (21-8-2015) versión completa en PDF, y comentario mío en la web aclarando, ampliando (ya no puede verse) http://kaosenlared.net/podemos-su-cuento-economico-de-la-lechera-y-farsa-politica/ – Y directamente el pdf http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2015/08/Podemos-cuento-lechera-en-PDF.pdf

También señalé la relación, ahora clara para todos (incluidos los gobiernos y la Unión Europea), entre las necesidades de la inversión pública en la transición energética y el corsé del límite de deuda de la LOEPSF-TSCG que se podía haber aprovechado para relacionar la lucha contra el austericidio con la lucha contra el cambio climático, y llevar así a la gente esa problemática como hasta entonces no se había hecho. Pero los “lúcidos” estrategas ecologistas fueron incapaces de aprovecharlo. Véase mi artículo “Contra el Cambio Climático: deroguemos la austericida ley LOEPSF” (20-11-2015) —– http://kaosenlared.net/contra-el-cambio-climatico-deroguemos-la-austericida-ley-loepsf/

Podría abrumaros con la relación de artículos publicados por mí al respecto, pero para quien desee investigar a fondo, ya he explicado dónde recurrir. Visto lo que en España una sola persona (yo) ha podido hacer sin ayuda de nadie (salvo la mencionada recopilación por Roi Ferreiro, y la generosa receptividad e impulso de Kaos en la red) ¿qué no habría sido posible si esta lucha la hubiesen asumido una o varias organizaciones con cierta capacidad de influencia, como ocurrió en Francia y Portugal?. Sin duda, un escándalo mayúsculo.

NOTA 2.- En la revista El Viejo Topo, número 389, de junio de 2020, se incluye el artículo “OTAN y Comunidad Europea, el nacimiento de dos gemelos”. Recoge un documento de extraordinaria relevancia histórica: el texto (acta) de una conversación confidencial celebrada en la Casa Blanca el 3 de abril de 1949 entre el Presidente Harry Truman (EE.UU., Estados Unidos de América; el que ordenó el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón, también para intimidar a la URSS y a todo el mundo), acompañado de sus Secretarios de Estado y de Defensa, con los ministros de relaciones exteriores de Italia, Gran Bretaña, Francia, Países Bajos, Bélgica, Noruega, Canadá, Dinamarca y Portugal. Éste último país estaba bajo la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar, hasta 1945 de corte fascista pero próxima a Gran Bretaña no al Eje nazi-fascista, bastante similar a la de Franco, que duro tanto como ésta, aunque no tuvo su origen en una guerra civil, y que con Salazar ya fue miembro de la OTAN sin ser una “democracia”; o sea que no era una reunión “de las democracias”; si no invitaron a la España de Franco es porque todavía era demasiado reciente su colaboración con Alemania e Italia. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%B3nio_de_Oliveira_Salazar

En esa reunión, los EE.UU. plantearon (exigieron, impusieron de hecho) a sus aliados la necesidad de levantar la OTAN y también la Unión Europea, permitir el resurgimiento económico de Alemania y de Japón, y su integración militar en los organismos aliados de EE.UU., y una descolonización controlada (pese a las resistencias de las potencias colonialistas europeas, como Gran Bretaña, Holanda y especialmente Portugal que se negó, embarcándose en los 1960-70 en guerras coloniales, estando en la OTAN), para evitar el avance de la influencia política y militar de la URSS y los riesgos de revolución, sobre todo en Europa Occidental. Una visión estratégica a medio y largo plazo que chocaba con la visión estrecha, nacionalista, revanchista, colonialista y anclada en los esquemas del mundo previo a la II Guerra Mundial, de muchos de sus aliados. Acheson, Secretario de Estado de los EE.UU., llega a decir “Estamos de acuerdo en que en este momento no es factible ni siquiera deseable dar un paso como el de los Estados Unidos de Europa, sino que hay que dar una serie de pasos concretos para reforzar y ampliar los considerables progresos ya realizados”. Dice “en este momento” pero deja totalmente abierta esa vía.

Lo que me admira de este documento es la temprana capacidad de visión estratégica de los dirigentes norteamericanos, su gran inteligencia para defender del mejor modo posible los intereses a largo plazo del capitalismo norteamericano y europeo. Y me da pena que entre nosotros, esa inteligencia estratégica brille por su ausencia, pues pese a que desde entonces han pasado 72 años, y se ha impuesto la Unión Europea y se sostiene (pese a todos sus conflictos internos), todavía estamos anclados en la visión previa a la II Guerra Mundial, como lo demuestra la permanente orientación de las luchas limitadas al ámbito nacional o estatal, y el hecho de pretender volver a los estados nacionales cuando lo que se impone es el salto en la lucha unificada a escala europea, orientados hacia la Unión de Repúblicas Socialistas de Europa, único modo efectivo de afrontar los titánicos retos del siglo XXI si no queremos terminar en el cataclismo y la autodestrucción. Hasta ese punto remamos en contra de nuestros intereses estratégicos que, en El Viejo Topo, se vienen repitiendo los artículos orientados a la salida de la U.E. para “recuperar la soberanía nacional”.

NOTA 3.- Sin entrar a hacer comentarios, críticas, dado que el mayor problema hoy es el creciente olvido e ignorancia sobre la experiencia chilena (sobre todo por las generaciones más jóvenes), me limito a ofrecer enlaces a documentos de variado tipo y calidad pero que aportarán informaciones y valoraciones de más o menos interés. A partir de ellos, los/as interesados podréis ir localizando otras fuentes de interés.

Para un caso clásico de fracaso de la vía “al socialismo” mediante el gobierno del Estado burgués, la chilena de la Unidad Popular (presidente Salvador Allende), terminada con el golpe militar dirigido por el general Pinochet (11-9-1973, el otro 11-S, eclipsado por el norteamericano) e impulsado por EE.UU., que impuso una dictadura terrorista y, económicamente, neoliberal a tope, véanse los tres documentales de Patricio Guzmán “La batalla de Chile” https://archive.org/search.php?query=batalla%20de%20Chile . También en https://www.vidoevo.com/videosearch.php?q=batalla+de+chile ; aquí se puede descargar el video: poner en macha (si surge otra pestaña, cerradla sin más), da igual si se elige cualidad 360p o 720p, el tamaño del archivo del video será el mismo; ratón derecho sobre la pantalla del video, Guardar video como, insistid si a la primera no sale, que sea mp4; los videos que tienen subtitulo en inglés se descargan muy rápido. Como el tamaño en KB suele estar asociado a la calidad, sugiero que las partes 1 y 2 se descargue de archive.org, en la opción OGG Video, como archivo ogv (un vez descargado, si se quiere, tranquilamente se modifica la extensión a mp4); la parte 2 en https://www.vidoevo.com/video/dW5UaExDcWuRpQUlEWW8/la-batalla-de-chile-parte-ii-el-golpe-de-estado-1976 ; y la parte 3, en español, subtitulada inglés, de https://www.vidoevo.com/video/ZEZkSkJRcWuRpcVhYYnM/la-batalla-de-chile-parte-3-el-poder-popular-the-battle-of-chile-part-3-english-subtitles

Lástima que libros estupendos que se publicaron en España en la década de los 1970s no estén disponibles para descarga en internet. No es de extrañar que haya un interés porque esta experiencia pase el olvido, incluso el golpe de Estado militar chileno-yanqui, ayudado por el 11-S norteamericano. Como una información de base, con las reservas necesarias siempre con la wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_en_Chile_de_1973 .

“Juicio a Kissinger” por Christopher Hitchens, se puede decargar en https://idoc.pub/search/juicio%20a%20Kissinger . “Chile, el Golpe y los Gringos” por Gabriel García Márquez, en https://omegalfa.es/titulos.php?letra=&pagina=4

“Chile: un ensayo de compromiso histórico” Jorge Palacios, 1978, editorial Siete y media, 272 páginas. Un análisis desde la línea del Partico Comunista Revolucionario (PCR) de Chile (de orientación marxista-leninista, de tipo maoísta) Se puede descargar el libro traducido al inglés https://archive.org/details/ChileJorgePalacios/mode/2up . Sobre homenaje a Jorge Palacios https://www.lemondediplomatique.cl/homenaje-a-jorge-palacios.html . Ejemplares de la publicación del PCR de Chile https://www.marxists.org/history/erol/chile/no-31.pdfhttps://www.marxists.org/history/erol/chile/no-30.pdfhttps://www.marxists.org/history/erol/chile/no-29.pdf . Mas accesos sobre los m-l chilenos https://www.marxists.org/history/erol/chile/index.htm

“Reflexiones sobre la revolución chilena” Jesús Sánchez Rodríguez https://omegalfa.es/titulos.php?letra=&pagina=38 , “La transición pacífica al socialismo en el Partido Comunista de Chile y el Programa de Gobierno de la Unidad Popular” por Daniela Alejandra Sierra Soto https://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/129949/La-transici%C3%B3n-pac%C3%ADfica-al-socialismo-en-el-Partido-Comunista-de-Chile-y-el-Programa-de-Gobierno-de-la-Unidad-Popular.pdf?sequence=1&isAllowed=y —- “Chile: los gorilas estaban entre nosotros” Helios Prieto https://frenodeemergencia.noblogs.org/files/2021/03/LGEEN.pdf gorilas

Ruy Mauro Marini “El reformismo y la contrarrevolución. Estudios sobre Chile”. Ediciones Era, México, 1976. Acceso a los capítulos del libro en http://www.marini-escritos.unam.mx/003_libros_marini.html . De Mauro Marini “Antecedentes para el estudio del movimiento de masas en el período 1967-1972” http://www.marini-escritos.unam.mx/313_movimiento_masas.html —- Publicado por Ruy Mauro Marini https://www.archivochile.com/Ideas_Autores/maurinirm/01sobre/marini_sobre00003.pdf – Esta otro libro con aportaciones de Ruy Mauro Marini y autores alemanes “Revolución y Contrarrevolución en Chile” (1974) https://es1lib.org/book/5211929/9f8acf

Sobre el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) de Chile, en la wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_de_Izquierda_Revolucionaria_(Chile) . Su web https://mir-chile.cl/ , y algo de archivo histórico https://ibvs.cl/archivo-historico/ . Documentos del MIR (1968-1974) “Con todas las fuerzas de la historia” https://elsudamericano.wordpress.com/2021/09/11/con-todas-las-fuerzas-de-la-historia-documentos-del-mir-1968-1974/ . Otra selección de documentos del MIR (1965- 1976) https://elsudamericano.files.wordpress.com/2020/08/229.documentos-mir-1965-1974.pdf —– Giros y contragiros MIR https://repositorio.uft.cl/xmlui/bitstream/handle/20.500.12254/271/Tesis%20Jaime%20Parada.pdf?sequence=1 . Sobre el dirigente del MIR, Miguel Enríquez Espinosa https://www.archivochile.com/Miguel_Enriquez/html/entrada_miguel.html

Marta Harnecker “La lucha de un pueblo sin armas (los tres de gobierno popular)” https://rebelion.org/rebelion-amplia-la-recopilacion-de-las-obras-completas-de-marta-harnecker-actualizado-hasta-2015/https://www.rebelion.org/docs/95161.pdf .

Sobre la historia de Chile en aquellos años https://www.archivochile.com/Historia_de_Chile/html/historia_de_chile_hasta_gp1973.html – Algunos materiales de los partidos chilenos https://www.archivochile.com/entrada.html .

No he conseguido encontrar en internet y en español, algunos libros publicados en los 1970s que tenían un gran interés. Los menciono por si en el futuro alguien los llevase a la web y se pudiesen descargar: “El experimento chileno ¿reformismo o revolución?” Alain Labrousse (1972). “Chile: el largo camino al golpe” Ignacio Gayango. Editorial Dirosa, Barcelona 1974, 257 páginas.

Un libro de reciente publicación “Chile 1970-1973. Mil días que estremecieron el mundo” Franck Gaudichaud. Prólogo de Michael Löwy. Editorial Sylone, 2017, Barcelona, 383 páginas de denso texto. https://sylone.oxatis.com/chile-1970-1973-mil-dias-que-estremecieron-al-mundo-c2x23275276 . Un fragmento en https://correspondenciadeprensa.com/?p=13907

Sobre las experiencias de gobiernos de izquierda o llamados progresistas, desde la década de los 1990, y especialmente en Latinoamérica, muy interesante el libro de Jesús Sánchez Rodríguez “La izquierda en su laberinto. El comportamiento de la izquierda tras el hundimiento del socialismo real”, Editorial Popular, Madrid, 2021, 312 páginas https://editorialpopular.com/libros/la-izquierda-en-su-laberinto/ . El blog del autor https://miradacrtica.blogspot.com/ . Acceso a algunos de sus libros, descargables en formato epub o pdf https://miradacrtica.blogspot.com/search/label/Libros

NOTA 4.- Leed la información, muy interesante, al respecto de esas falacias “científicas” de los economistas burgueses que sirven de coartada para el austericidio:

“Por todo esto, los economistas adscritos a estos planteamientos proponen que el déficit público sea lo menor posible; incluso muchos defienden que no exista. Seguramente la propuesta más conocida es la de que el déficit público no supere el 3% del PIB, que vertebra las reglas fiscales de la Unión Europea. Esa cifra es muy conocida, pero lo que no se conoce tanto es que su creador, Guy Abeille, admitió en 2012 que no respondía a ningún análisis económico, sino que nació como estratagema política para reducir el gasto que podían acometer los ministerios del gobierno francés. Literalmente reconoció: “Nos imaginamos esta cifra del 3% en menos de una hora, nació en una esquina de la mesa, sin ninguna reflexión teórica.” http://eduardogarzon.net/teoria-monetaria-moderna-para-principiantes-capitulo-7-deficit-publico/

“Al concebir la deuda pública como algo perjudicial, las propuestas de la visión dominante siempre van por la línea de reducir o suprimir esa cantidad. Muchos estudios han intentado identificar los niveles de deuda pública óptimos que no debería superar un Estado si no quiere enfrentarse a la quiebra y perjudicar a la economía. Seguramente el estudio más famoso de todos es el de Carmen Reinhart y Kennett Rogoff, que establecía que a partir de una deuda pública del 90% del PIB los problemas económicos empezaban a dispararse. Sin embargo, hace no mucho se descubrió que estos economistas habían cometido errores importantes en sus hojas de cálculo de Excel, de forma que, si se corregían, no se encontraba ninguna evidencia de que superar el 90% de deuda sobre el PIB fuese problemático. ¿Error o mala intención?” http://eduardogarzon.net/teoria-monetaria-moderna-para-principiantes-8-deuda-publica/

Si además, con respecto a esto al menos, tuviese razón la TMM, se vendría abajo totalmente la justificación. El límite al déficit y la deuda lo impondría la inflación, y en el fondo, los recursos reales disponibles (trabajo humano, maquinaria, recursos naturales…) traducidos en trabajo-valor-dinero-capital. Esto no quiere decir que debiésemos volver a la política soberanista para que fuese el Estado nacional el que emitiese su propia moneda, saliendo del euro. Puede haber otras posibilidades. Las más claras, la creación de un gobierno federal con un presupuesto federal muy importante para apoyar a los Estados en peores condiciones. Cuando menos, que el BCE siga comprando deuda de cada Estado (aunque sea en el mercado secundario), sin exigencia de medidas austericidas. Esto podría ser parte de las reivindicaciones de la clase trabajadora, al menos como solución que podrían aceptar y argumento nuestro contra quienes niegan esa posibilidad. Razonamientos en este sentido, aunque se inclina sobre todo por la salida de la U.E. en el libro “La moneda del pueblo” de Stuart Medina Multimore (El Viejo Topo , 2017, Barcelona, 177 páginas, capítulo “24. El euro”.

En todo caso, esto formaría parte de una lucha planteada también a escala europea, pues los objetivos parciales, si no queremos desviarnos de nuestros objetivos finales, de la senda que nos puede llevar a la victoria, deben subordinarse a la estrategia, que debe ser europeísta proletaria.

No se trata de escoger la alternativa a corto plazo supuestamente más fácil y “mejor” desde el punto de vista económico, sino la que mejor nos permita progresar en la unidad de la clase trabajadora en Europa. Por eso, aunque fuese más fácil salirse de la eurozona (como estuvo el Reino Unido, manteniendo su moneda, la libra; tampoco firmó el tratado TSCG), o de la U.E. (como el Reino Unido con el brexit), no nos interesa, pues a la larga saldríamos perdiendo en lo fundamental: la fuerza y unidad de nuestra clase en Europa, que por lo que debemos apostar, a lo que debemos dedicar todos nuestros esfuerzos y no para ir en la dirección contraria. No nos interesa “vender nuestro derecho de primogenitura por un plato de lentejas”.

Todavía no estoy en condiciones de pronunciarme sobre la TMM, sobre todo cuando hay quienes están de acuerdo con ella proclamándose a la vez marxistas (al menos en economía). Y al objeto de este artículo tampoco es imprescindible.

El mito del déficit y la TMM . – Michael Roberts, comentario crítico desde el marxismo al libro de Stephanie Kelton “El mito del déficit. La teoría monetaria y el nacimiento de la economía de la gente” Taurus ediciones, 2021, 400 páginas, España – https://www.sinpermiso.info/textos/el-mito-del-deficit-y-la-tmm

Para quienes estéis interesados. Los 20 videos de Eduardo Garzón sobre la Teoría Monetaria Moderna los podéis encontrar en su blog http://eduardogarzon.net/category/mmt/ . Abriendo en una nueva pestaña cada video, tendréis su transcripción. Están en su canal en YouTube https://www.youtube.com/user/eduardogarzonespinos/videos

Solo el video, también disponible en vidoevo.com https://www.vidoevo.com/videosearch.php?q=Teoria+Monetaria+Moderna+1 Aquellos que directamente no os aparezcan, basta buscarlos poniendo Teoría Monetaria Moderna 5 (o el número que sea que os falte). También https://www.vidoevo.com/video/VHhqNm1LcWuRpUEdnT1U/entrevista-de-nmero-zero-sobre-teora-moaria-moderna Entrevista de Número Zero sobre TEORÍA MONETARIA MODERNA (a raíz de la publicación de su libro sobre el tema).

La ventaja de esta web es que el video os lo podéis guardar en vuestro ordenador con solo ponerlo en marcha, ratón derecho Guardar video como (mp4). La mayor pega que le encuentro a vidoevo.com es que el resultado de búsqueda puede ser muy inferior a lo que realmente tengan, por lo que hay que acertar con las palabras que se escriben en el buscador, y fijarse, una vez que se abre un video, si hay algo más sobre lo mismo que aparezca a la derecha de la pantalla.

RECURSOS para profundizar, aparte los ya incluidos en alguna de las notas.

“Austericidio, deuda pública, fiasco del TSCG-135-LOEPSF y autoderrota” (3-3-2021) Un balance sobre la estrategia de la burguesía para bajar la deuda pública del Estado, la política austericida de recortes, cómo hemos luchado contra ella, y cuáles han sido los resultados. El procedimiento para haber unificado todas las luchas en España y en la Unión Europea contra todos los recortes sociales en cualesquiera sectores, por un objetivo común, un ejercicio práctico de lo que habría sido hoy el internacionalismo proletario a escala europea al menos. Sin aprender de este balance estaremos condenados a derrotas catastróficas en el futuro que nos deparará el capitalismo y sus Estados, pues sin internacionalismo proletario, sin unificación de las luchas por objetivos comunes por encima de los sectores, las divisiones nacionales y fronteras estatales, jamás conseguiremos la fuerza necesaria para vencerlos y evitar la deriva al cataclismo y posible extinción de nuestra especie a la que nos lleva este sistema social y político. Estudiadlo bien y aprovechadlo, pues nadie os ofrecerá nada semejante. https://kaosenlared.net/austericidio-deuda-publica-fiasco-del-tscg-135-loepsf-y-autoderrota/

Abundando en el tema, y estrechamente relacionado con éste artículo — https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/

«“Antifa. El manual antifascista” de Mark Bray: Propuesta y recursos» (10-6-2020) reseña del libro de Bray, y mi propuesta de diez ejes para una estrategia y táctica integral por un antifascismo anticapitalista y antipatriarcal, y recursos para ampliar conocimientos. Por eso, en lugar de los dos puntos (:) debiera haber sólo un punto (.) — https://kaosenlared.net/antifa-el-manual-antifascista-de-mark-bray-propuesta-y-recursos/ El mismo día lo copió la web de Germinal Asociación Cultural – Elkarte Kulturala, https://www.asociaciongerminal.org/?p=3711 Se puede convertir en pdf yendo al final del artículo. También en https://contralapropagandamediatica.wordpress.com/2020/06/10/antifa-el-manual-antifascista-de-mark-bray-propuesta-y-recursos/

“Derrota total y cataclismo. Por qué seríamos aplastados, y pronto” (23-6-2021) – Por qué es muy improbable que haya otros “30 gloriosos” de crecimiento y desarrollo capitalista, y sí vamos hacia mayores crisis y el cataclismo (social y medioambiental); ¿qué tipo de socialismo es todavía posible? ¿cuándo sería demasiado tarde?; las condiciones para nuestra derrota, aplastamiento y marcha a la guerra y al cataclismo; la extrema debilidad y desorientación de la clase trabajadora y los anticapitalistas y cómo superarla; la inminente crisis a causa del petróleo, su peligro como punto de inflexión a la derrota total; la clase trabajadora mundial única esperanza de salvación y cómo estimularla para convertirse en sujeto histórico; la importancia de la teoría (revisada) de la plusvalía, para empoderar a la clase trabajadora mundial, y en particular a la asiática https://kaosenlared.net/derrota-total-y-cataclismo-por-que-seriamos-aplastados-y-pronto/

A N E X O

El elefante en el cuarto. Partidos de izquierda y Unión Europea. Por Asbjørn Wahl. (1 de diciembre de 2020) https://monthlyreview.org/2020/12/01/the-elephant-in-the-room/ He observado que faltan algunas pocas líneas; no sé si será por diferencia, por error, entre lo que sale en la web y lo editado en papel (cotejando con lo del Viejo Topo), pero no son trascendentes y cualquiera lo puede deducir por el contenido del artículo, así que prefiero respetar el resultado que me ha ofrecido automáticamente, haciendo sólo alguna mínima corrección necesaria por evidente.

Sobre el autor: Asbjørn Wahl es asesor sindical, escritor y activista. Hasta hace poco, se desempeñó como presidente del Comité de Transporte Urbano de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF) y líder del Grupo de Trabajo de la ITF sobre Cambio Climático. Actualmente es miembro del Grupo Asesor Global de la red Trade Unions for Energy Democracy. Es el autor de The Rise and Fall of the Welfare State (Plutón, 2011). Puede ser contactado en aswahl@outlook.com.

Artículo

Los partidos de izquierda europea, en las últimas dos décadas, se han vuelto cada vez más críticos con los desarrollos políticos en la Unión Europea, particularmente como respuesta a las políticas de austeridad que siguieron a la crisis financiera de 2007-08 y la subsecuente crisis del euro. Estos fueron acompañados de un alto y sostenido desempleo y promesas de un pilar social que nunca se materializó. Mientras tanto, la integración económica neoliberal continuó en su máxima expresión y contribuyó al aumento del poder de las fuerzas del mercado sobre el desarrollo social.

Sin embargo, aunque las críticas a la Unión Europea se han agudizado, esto no se ha reflejado bien en las estrategias políticas de la izquierda. Es cierto que se han planteado nuevas cuestiones de gran importancia, especialmente como reacciones a la crisis y los acontecimientos políticos en Grecia. Allí, el partido de izquierda Syriza renunció a su programa político después de que ganó el poder en enero de 2015. El gobierno fue más o menos forzado bajo la administración de la U.E. o, como dicen muchos críticos, los gobiernos de Syriza capitularon ante la Unión Europea, una capitulación; eso es defendido políticamente no solo por representantes de Syriza, sino también por representantes de la mayoría de los otros partidos de izquierda y dentro de ¡Transforma! Europa . 1

Esto llevó a la pregunta, planteada tanto por los críticos dentro de Syriza como en algunos otros grupos de izquierda en Europa, de si la Unión Europea se puede reformar desde dentro. 2 Las medidas tomadas por la Unión Europea (o la Troika, compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) contra los otros países fuertemente afectados por la crisis — Irlanda, Italia, Portugal y España — se actualizaron aún más este problema. ¿Debería la salida de la Unión Económica y Monetaria, y por tanto del euro y posiblemente también de la Unión Europea, ser una herramienta relevante en el conjunto de herramientas políticas de la izquierda, o es la conquista y reforma de la Unión Europea desde adentro la forma de crear una Europa social? La respuesta a tal pregunta es, por supuesto, decisiva para la estrategia de la izquierda en Europa.

Sin embargo, parece haber una falta tanto de capacidad como de voluntad para participar en esta discusión en varios de los principales partidos de izquierda. Las relaciones con la Unión Europea se han convertido así, en muchos sentidos, en el elefante en la sala de muchas de esas fiestas. Esto también incluye una discusión de las experiencias del gobierno de Syriza, que parece difícil de incluir en la agenda de los foros de izquierda en Europa. Detrás de esta renuencia, encontramos diferentes formas de entender el papel y el carácter de la Unión Europea, y no menos importante, cómo han evolucionado a lo largo del tiempo.

La izquierda caótica de Europa. – Las fuerzas de izquierda en Europa son débiles, tanto cuantitativa como cualitativamente. Se caracterizan por la crisis política e ideológica que se ha apoderado de la izquierda política durante las últimas décadas, impidiéndoles convertirse en una fuerza líder contra la crisis económica, los ataques al estado de bienestar y la creciente desigualdad y pobreza. Es principalmente la extrema derecha la que ha logrado explotar el creciente descontento e insatisfacción de la gente. En las elecciones nacionales celebradas en los estados miembros de la U.E. en 2017 y 2018, los partidos de derecha duplicaron con creces su número de votos, de 10,3 a 22,1 millones. En el mismo período, los partidos de izquierda se estancaron, con alrededor de 10 millones de votos. 3 En las elecciones parlamentarias de la U.E. en mayo de 2019, el apoyo a los partidos de izquierda disminuyó aún más, mientras que el apoyo a la extrema derecha volvió a aumentar.

Durante las últimas décadas, se han producido varias reorganizaciones dentro de la izquierda. En Italia, apenas queda nada de los partidos tradicionales de izquierda. Más o menos se han borrado a sí mismos mediante maniobras políticas infructuosas. En Francia, hay tendencias contradictorias. Jean-Luc Mélenchon ha sido la figura principal de la izquierda desde que rompió con el Partido Socialista y formó el Parti de Gauche (Partido de Izquierda) en 2008. A partir de este partido, inició el Front de Gauche (Frente de Izquierda) en 2009 como alianza electoral, incluido el Partido Comunista y otros. Sin embargo, la alianza entre el pueblo de Mélenchon y el Partido Comunista fue frágil y finalmente se rompió. El Frente de Izquierda se disolvió formalmente en 2018. Para entonces, sin embargo, Mélenchon ya había formado su próxima organización política, La France Insoumise (Francia Insumisa). El partido, o movimiento, primero tuvo éxito con Mélenchon como candidato en las elecciones presidenciales de 2017 (cerca del 20 por ciento en la primera vuelta), pero no logró movilizar más del 6,3 por ciento en las elecciones europeas de 2019. El tradicional e históricamente fuerte Partido Comunista se encuentra en su punto más bajo de la historia, con solo el 2,5 por ciento de los votos en las últimas elecciones, y por lo tanto está excluido del Parlamento Europeo por primera vez desde 1979. Die Linke (La izquierda) de Alemania no lo hizo; tampoco lo hizo bien durante las últimas elecciones, perdiendo otra cuarta parte de su apoyo y terminando con el 5,5 por ciento de los votos.

En Europa del Este, los partidos de izquierda son pocos y distantes entre sí. Solo la República Checa, a través de su tradicional Partido Comunista, logró estar representada en el Parlamento Europeo en las elecciones de 2019. En Eslovenia, a un nuevo partido de izquierda, Levica (izquierda), le fue bien durante las últimas elecciones parlamentarias en casa, pero fracasó en las elecciones de la U.E.. En Bélgica, un antiguo partido maoísta transformado, el Parti du Travail de Belgique (Partido Laborista Belga) avanzó (14,5 por ciento de los votos en la parte francófona de Bélgica) con una clara orientación de clase y un programa radical. En Grecia, Syriza todavía tuvo una participación más alta que la mayoría de las otras fuerzas de la izquierda europea (más del 23 por ciento de los votos en las últimas elecciones de la U.E.), a pesar de que el apoyo a ellos ha disminuido en general (recibieron el 36 por ciento de los votos en las elecciones nacionales de 2015).

En el Parlamento Europeo, la mayoría de los partidos de izquierda pertenecen al grupo Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica, que ahora consta de cuarenta y un representantes después de las elecciones europeas de mayo de 2019 (una disminución de once representantes). La coalición constituye una asamblea mixta de partidos divididos en diferentes tendencias, divisiones que no siempre son fáciles de entender. Algunos rechazan que sean partidos en el sentido tradicional, y otros incluso que sean de izquierda. Las alianzas se están formando y cambiando, y la política a veces se ajusta de manera oportunista para mantenerlas unidas.

Al mismo tiempo, también hay una batalla en curso por la hegemonía de izquierda en Europa a través de las diversas iniciativas de nuevas alianzas, con algunos partidos que terminan, aparentemente sin problema, dentro de más de uno de ellos. La relación con la Unión Europea es, en mayor o menor medida, un elemento esencial de la competencia interna que se desarrolla actualmente entre tres grupos diferentes de partidos de izquierda.

Varios de los partidos (actualmente veintiséis de ellos) son miembros de la Izquierda Europea (EL), que se estableció en 2004 y tiene estatus de partido en el sistema de la U.E.. El EL se parece más a una red u organismo coordinador que a un partido bien organizado. Varios partidos de izquierda no son miembros de EL. Además de EL, dos organizaciones más trabajan para construir redes en competencia o alianzas entre partidos de izquierda en Europa: DiEM25 (Movimiento Democracia en Europa 2025) y La France Insoumise de Mélenchon.

Mélenchon comenzó a construir una alianza alternativa en parte porque no estaba satisfecho con EL, se opuso a la capitulación de Syriza en Grecia y quería un perfil político más definido. Hace algunos años, retiró el Parti de Gauche de EL sobre la base de un conflicto con el Partido Comunista Francés. Su nuevo partido, La France Insoumise, no se ha sumado a la EL. Antes de las elecciones europeas de 2019, trabajó activamente para construir una agrupación alternativa centrada en el dominio absoluto de la Unión Europea. Logró conseguir el apoyo a esta perspectiva del Bloco de Esquerda (Bloque de Izquierda, Portugal) y Podemos (Podemos, el recién llegado español), y en abril de 2018 estos partidos lanzaron una declaración conjunta denominada “Declaración de Lisboa para una Revolución Ciudadana en Europa : ¡Ahora la gente! ” 4 Posteriormente, partidos de izquierda en Dinamarca, Suecia y Finlandia se sumaron a esta declaración de Lisboa.

El tercer constructor de alianzas, Yanis Varoufakis, con DiEM25, construyó alianzas destinadas a las elecciones europeas de 2019 bajo el nombre de Primavera Europea . 5 En el centro del programa fue el proyecto Un New Deal para Europa , inspirado en el programa de reforma de Franklin D. Roosevelt para los Estados Unidos en la década de 1930. 6 DiEM25, que ni se define a sí mismo como un partido ni se ve a sí mismo como parte de un espectro de derecha-izquierda, buscó construir alianzas con una gama más amplia de organizaciones que Bloco de Esquerda y Podemos, a menudo organizaciones pequeñas y relativamente nuevas. Esto también refleja cierto escepticismo hacia Varoufakis entre los partidos de izquierda tradicionales más grandes. Aunque sin éxito, Varoufakis se presentó como candidato a las elecciones europeas en Alemania, fomentando la irritación dentro de Die Linke. DiEM25 no logró obtener ningún escaño en el Parlamento Europeo en las elecciones de 2019. Sin embargo, en las elecciones nacionales en Grecia poco después, la rama griega ganó nueve escaños en el parlamento, incluido un escaño para Varoufakis.

Vale la pena señalar también que las tendencias bonapartistas están surgiendo en la política en Europa, es decir, tendencias de los individuos a irrumpir y construir organizaciones o movimientos partidistas destinados a ganar posiciones políticas por sí mismos. Más que cualquier otra cosa, esto ilustra la profunda crisis política actual en todo el espectro político en Europa. En la izquierda, se puede decir que tanto DiEM25 de Varoufakis como La France Insoumise de Mélenchon tienen claras características bonapartistas, con organizaciones flexibles que carecen de estructuras democráticas, que dependen de las comunicaciones electrónicas, se centran principalmente en estrategias de medios y tienen líderes arraigados. Podemos probablemente también esté más controlado por la camarilla de académicos de la Universidad de Madrid, que iniciaron el partido en 2014, de lo que la dirección está dispuesta a reconocer.

Crítica aguda a la política de la U.E..- La socialdemocracia, así como las partes dominantes de los movimientos sindicales europeos, siempre han apoyado con entusiasmo a la Unión Europea, aunque en ocasiones se han criticado aspectos particulares de la política de la U.E.. En muchos países, especialmente en Escandinavia, pero también, por ejemplo, en Francia (con el Partido Comunista), los partidos de izquierda lucharon contra la pertenencia a la U.E. cuando tomar una decisión estaba sobre la mesa. Sin embargo, con el paso de los años, la demanda de salida de la Unión Europea se marchitó.

¿Qué es lo que hace que la relación con la Unión Europea sea tan problemática y casi impredecible para muchos partidos de izquierda en Europa? Históricamente, dos factores han jugado un papel central. Primero, la narrativa ideológica que acompañó al establecimiento de la Unión Europea (o la Comunidad Económica Europea, como se la llamó en ese momento), que constaba de dos objetivos importantes: que la U.E. debería sentar las bases para una paz duradera en Europa, y que sea una herramienta de progreso social para su gente. Después de dos devastadoras guerras mundiales, ambas desencadenadas entre estados nacionales europeos, las promesas políticas de paz fueron muy atractivas. Casi todo el espectro político, de derecha a izquierda, apoyó y sigue apoyando estas intenciones. Además, a través del desarrollo del estado de bienestar en el período de posguerra,

El segundo evento histórico importante fue el reinado de François Mitterrand en Francia de 1981 a 1995. Mitterrand se embarcó en un programa socialdemócrata radical de izquierda que incluyó nacionalización generalizada, redistribución económica y más intervenciones políticas en muchas áreas. Esto fue visto por muchos en el movimiento obrero como el comienzo de la construcción de una Europa socialista. Sin embargo, después de menos de dos años, el proyecto de reforma de Mitterrand se abandonó. Se debaten las causas de este colapso político, así como la posibilidad de seguir otra política. Sin embargo, aquí también se incluyeron las demandas de la Comunidad Europea (ahora la Unión Europea), ya que Francia ya se había comprometido a unirse al sistema monetario europeo. Entonces, como ahora, esto creó límites sobre las políticas que se podían seguir.

Mitterrand luego se inclinó ante las demandas de la Comunidad Europea, convirtiendo su presidencia en el último intento socialdemócrata de implementar un programa integral de reforma socialista en Europa (con la posible excepción del posterior fracaso del fondo de asalariados en Suecia en la década de 1980). Basándose en su experiencia, Mitterrand, junto con su ministro de Finanzas, Jacques Delors, concluyó que el futuro de una política socialista o socialdemócrata (keynesiana) tenía que estar vinculado al desarrollo de la Comunidad Económica Europea más que a los estados-nación. Por lo tanto, se convirtió en la política de los socialistas franceses, y eventualmente de las socialdemocracias en Europa, trabajar hacia una mayor integración económica en Europa. Pero como dice el científico social Martin Höpner del Instituto Max Planck en Colonia, “es un mito decir … que ‘más Europa’ nos acercará a una Europa social”. 7

Esta Unión Europea de paz y progreso social ha servido como narrativa dominante hasta nuestros días. Poco a poco, sin embargo, tanto los socialistas franceses como otros comenzaron a cuestionar el proyecto. Vieron que las economías estaban integradas y desreguladas, pero se avanzó poco en lo que llamaron el pilar social. Si bien el objetivo declarado era controlar las fuerzas del mercado mediante una mayor gobernanza política y regulación a nivel europeo, los desarrollos sobre el terreno se caracterizaron por el aumento de las fuerzas del mercado, mientras que la dimensión social era apenas visible.

Sigue siendo una pregunta abierta cómo los políticos socialistas y socialdemócratas pudieron creer tan fácilmente que una construcción supranacional como la Comunidad Económica Europea, basada en las cuatro libertades (libre movimiento de capitales, bienes, servicios y personas) como elementos centrales de su fundación tratado (el Tratado de Roma de 1958), y con una falta total de estructuras democráticas, podría ser una herramienta para una Europa social. Aún más misterioso es cómo se pudo mantener esa creencia incluso después de la adopción del Acta Única (que estableció el mercado único de la U.E. en 1986), el Tratado de Maastricht (de 1992, que condujo a una mayor integración y la creación de la Unión Europea), el Tratado de Lisboa (de 2007, una versión disfrazada de la constitución rechazada en referéndums tanto en Francia como en los Países Bajos en 2005), y una serie de otros textos legislativos, acuerdos y tratados neoliberales.

Dos hechos son importantes para comprender el aumento de las críticas a la Unión Europea dentro de los partidos de izquierda en los últimos años. Uno es el desarrollo de las instituciones y la política de la U.E. a raíz de la crisis financiera de 2008 y la posterior crisis del euro en 2009. El otro es el papel de la Unión Europea en la lucha contra el gobierno izquierdista de Syriza en Grecia después de las elecciones de 2015.

Para salvar a los mercados financieros, y quizás incluso al capitalismo, de la profunda crisis financiera y del euro, los gobiernos y la Unión Europea invirtieron dinero en los bancos privados. Esto provocó grandes déficits presupuestarios y un aumento masivo de la deuda pública en muchos estados miembros. Con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en la mano, la Unión Europea exigió el restablecimiento del equilibrio económico, lo que provocó recortes masivos en los presupuestos públicos, grandes recortes en los salarios del sector público, un aumento explosivo del desempleo y extensos ataques a los derechos laborales, las pensiones. y condiciones de trabajo (lo que se denomina devaluación interna, en una situación en la que los estados nacionales de la zona del euro ya no tenían la oportunidad de devaluar su moneda). Los pilares sociales de la Unión Europea no se dejaron simplemente de lado una vez más: estaban bajo un ataque masivo,

El comportamiento de la Troika hacia el gobierno de Syriza provocó más críticas por parte de la izquierda. El hecho de que el Banco Central Europeo utilizara su monopolio para detener el suministro de dinero a los bancos griegos con el fin de obligar al gobierno a arrodillarse mostró claramente dónde está el poder, cuán brutalmente se puede imponer y cuán impotente un solo (y pequeño ) Estado miembro puede ser frente a tal poder. Que el gobierno de Tsipras, evidentemente, no tenía ni la capacidad ni la voluntad —ni había hecho preparativos— para enfrentar a este poder con su única herramienta viable, la salida de la Unión Económica y Monetaria y, por tanto, del euro, llevó a su capitulación.

¿Se puede reformar la Unión Europea desde dentro?.- La reacción inmediata de muchos fue que la Unión Europea debe cambiar y que esto debe realizarse mediante la lucha de una izquierda unida en Europa. Al mismo tiempo, sin embargo, comenzaron a desarrollarse nuevas contradicciones. Algunos de la izquierda comenzaron a plantear la pregunta decisiva: ¿Se puede reformar la Unión Europea desde dentro? ¿Qué pasa si la izquierda gana las elecciones en nuestro país y se nos impide implementar nuestra política? La capitulación del gobierno de Syriza ante la Unión / Troika Europea contribuyó fuertemente a esta discusión, donde se planteó como posible estrategia la salida del euro o incluso de la Unión Europea ( Grexit ).

Varoufakis se ha convertido en un fuerte portavoz de la reforma de la Unión Europea desde dentro. El documento fundacional de DiEM25, que inició después de su ruptura con Syriza, incluía las siguientes tres demandas a la Unión Europea: (1) transparencia total e inmediata con respecto al trabajo de todas las instituciones centrales de la U.E.; (2) la devolución de la responsabilidad de la deuda pública, el sector bancario, la inversión, la inmigración y la política de distribución a los parlamentos nacionales dentro de un año, a realizarse a través de las instituciones existentes mediante interpretación creativa de pactos y tratados; y (3) el establecimiento de una asamblea constitucional dentro de dos años, con la tarea de transformar Europa en una democracia plena con un parlamento soberano que respete la autonomía nacional y comparta el poder con los parlamentos nacionales y asambleas regionales y locales elegidas para 2025. 8

En una entrevista con Jacobin, Varoufakis dijo esto sobre su objetivo y el de DiEM25 de cambiar la Unión Europea desde dentro: “Entonces, nuestro deber es demostrar a los europeos que es perfectamente posible (aunque, por supuesto, no fácil) asumir el control instituciones de la U.E., realineen sus políticas y prácticas con sus puntos de vista sobre lo que debería ser Europa y comiencen el debate a nivel de base sobre qué tipo de Unión Europea democrática queremos “. 9

¡Nada menos que eso! Debe reconocerse que esto suena bastante ingenuo, especialmente cuando esta política no está respaldada ni por análisis de las relaciones de poder y estructuras de poder dentro de la Unión Europea, ni por estrategias desarrolladas sobre cómo se puede combatir esto en la práctica y por quién.

Algunos en la izquierda tienen un rechazo ideológico de principios a cualquier estrategia para salir de la Unión Europea. Perciben a la Unión Europea, e incluso a la Unión Económica y Monetaria, como un desarrollo históricamente progresista que ha superado al Estado-nación y, por lo tanto, debe ser defendido. Retirarse de la Unión Económica y Monetaria o salir de la Unión Europea se considera en este contexto no solo inútil, sino también un paso peligroso hacia la alineación con los poderes nacionalistas y autoritarios de la extrema derecha. La Unión Europea debe ser defendida en nombre del internacionalismo, mientras que su política neoliberal debe ser contrarrestada, dice. Muchos partidarios de estas ideas son socialdemócratas, aunque poco se ha visto de su lucha interna contra el neoliberalismo. Muchas de estas ideas también se pueden encontrar en gran parte de la izquierda.

Costas Lapavitsas, profesor de economía en la Universidad de Londres, que fue elegido para el parlamento griego en la candidatura de Syriza en enero de 2015, pero que rompió con el partido y Tsipras tras su rendición a la Troika, se ha involucrado fuertemente en el debate. A quienes ven la Unión Europea como un proyecto de internacionalización que necesita apoyo, afirma:

“Ahí radica el problema de la izquierda en Europa hoy. Su apego a la U.E. como un desarrollo intrínsecamente progresivo le impide ser radical y, de hecho, la integra en las estructuras neoliberales del capitalismo europeo. La izquierda se ha separado cada vez más de su electorado histórico, los trabajadores y los pobres de Europa, que naturalmente han buscado una voz política en otros lugares … Inevitablemente, el vacío creado por la izquierda ha sido llenado constantemente por algunas de las peores fuerzas políticas de la historia de Europa, incluida la extrema derecha”. 10

Tanto Lapavitsas como otros de la izquierda ven ahora a la Unión Europea como un obstáculo para implementar un programa de izquierda progresista, sobre todo a la luz de la experiencia griega. Afirman que tanto la Unión Europea como la Unión Económica y Monetaria tienen importantes barreras estructurales e institucionales. En un artículo anterior, describí seis de esas barreras:

Déficit democrático, que ha aumentado en lugar de disminuir en los últimos años.

Neoliberalismo constitucionalizado, que ilegaliza el socialismo y el keynesianismo en la Unión Europea.

Legislación irreversible, donde se requiere un acuerdo del 100 por ciento para enmendar un tratado.

El euro como camisa de fuerza económica, con un banco central fuera del control democrático.

Desarrollo desigual entre los estados miembros, lo que dificulta la resistencia coordinada.

El papel ampliado del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, con el llamado Cuarteto Laval como ejemplo ilustrativo (en 2007 y 2008, el tribunal dictó cuatro sentencias importantes que debilitaron los derechos sindicales). 11

Y ahora podemos agregar: un sistema integral de sanciones financieras por cualquier incumplimiento de los tratados, aunque las posibles sanciones incluidas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se han suspendido temporalmente durante la crisis del COVID-19.

Plan B: Romper con los Tratados.- Sin embargo, una lucha por reformar, por no decir revolucionar, la Unión Europea desde dentro sigue siendo la posición que probablemente ocupa la mayor parte de la izquierda, al menos en la práctica, como vía para crear otra Europa . Poco a poco se ha ido formando otra posición en torno al llamado Plan B , iniciado por Mélenchon. Esta estrategia probablemente ha variado algo tanto en forma como en contenido desde que se lanzó. La propuesta se desarrolló a partir de la experiencia de la derrota de Syriza en Grecia, con el objetivo de evitar que algo así vuelva a suceder.

La política tiene dos elementos principales. Primero, el desarrollo de un plan de acción claro para confrontar a las instituciones de la U.E. en caso de una victoria de la izquierda en un estado miembro. En segundo lugar, la construcción de una alianza europea de partidos, movimientos y economistas que pudiera desarrollar una estrategia común para aplicar dicha política, una estrategia que uniera las negociaciones unilaterales con la posible retirada del euro, así como de los tratados, pactos y acuerdos reales.

La primera de una serie de conferencias del Plan B se celebró en París en enero de 2016, organizada por Mélenchon junto con, entre otros, Varoufakis, el exministro de Finanzas italiano Stefano Fassina y el exministro de Finanzas alemán socialdemócrata y más tarde líder de Die Linke Oskar Lafontaine. Varoufakis se retiró de la iniciativa después de la primera reunión, cuando lanzó su DiEM25, precisamente con el objetivo de reformar la Unión Europea desde dentro. Plan B ha funcionado como una red de organizaciones algo flexible, con una participación variable de una conferencia a otra. Al principio, la conferencia fue una mezcla de personas de partidos políticos de izquierda, sindicatos, movimientos sociales y otras organizaciones. Sin embargo, gradualmente se ha convertido en una red más limitada para los partidos de izquierda.

Todavía existe cierta ambigüedad sobre cómo debe entenderse la iniciativa y, no menos importante, cómo debe implementarse si la situación política lo permite. Los siguientes puntos, aunque no son exhaustivos, dan una idea de lo que trata el Plan B:

Se centra en lo que puede y debe hacerse cuando la izquierda ha ganado el poder del gobierno en uno o más estados miembros y comienza a implementar políticas en conflicto con las reglas y regulaciones de la U.E..

El Plan B está destinado a implementarse si el Plan A es rechazado. Este último es el término para las negociaciones ordinarias con las instituciones de la U.E., con el fin de acordar qué políticas se pueden seguir en el marco de los tratados y leyes de la U.E..

La activación del Plan B significaría que el gobierno de izquierda no acepta las restricciones impuestas por la Unión Europea, pero aboga abierta y conscientemente por romper los tratados relevantes con miras a implementar sus propias reformas económicas y políticas a nivel nacional, mientras se moviliza a nivel europeo para apoyar tal proceso.

A veces, uno puede tener la impresión de que el Plan B está destinado principalmente a ser un disparo de advertencia o una aportación táctica a las negociaciones del Plan A. Quizás Mélenchon crea que Francia es lo suficientemente grande e importante como para poder implementar políticas que violen las regulaciones de la U.E. solo con amenazas. De ser así, es muy posible que subestime las enormes fuerzas económicas y políticas con las que se enfrentará un gobierno de izquierda, incluso en Francia. Las fuerzas capitalistas han ganado posiciones tremendas y poder institucional a través de décadas de asalto neoliberal y el establecimiento de una formación estatal neoliberal, supranacional y cada vez más autoritaria a través de la Unión Europea. Estas fuerzas difícilmente están dispuestas a renunciar a nada de esto sin luchar.

La falta de una valoración analítica y estratégica de estas relaciones de poder constituye una debilidad del Plan B, que deberá incluir la posibilidad de un enfrentamiento total con la Unión Europea si se quiere implementar dicha estrategia. Por tanto, un gobierno que opte por dar ese paso debe estar preparado para incluir en el orden del día la pertenencia tanto a la Unión Económica y Monetaria (el euro) como a la Unión Europea. Sobre todo porque la Unión Europea, a raíz de la crisis financiera y del euro, ha implementado una serie de pactos y regulaciones que endurecen fuertemente sus requisitos para los estados miembros, incluidas sanciones extensas por cualquier incumplimiento. Por tanto, el Plan B deberá ser mucho más concreto y ofensivo, así como más conocido entre la gente, como requisito previo para cualquier posible movilización futura.

También es una cuestión de cuán profundamente arraigado este apoyo al Plan B en muchos partidos. Para algunos partidos alejados del poder gubernamental, parece ser solo un modelo teórico. Para otros, están en juego divergencias sobre la cuestión de la U.E., algo bien ilustrado en la conferencia del Plan B en Estocolmo en abril de 2019, donde representantes del pequeño partido de izquierda polaca Razem, el Partido Laborista británico y el irlandés Sinn Fein emergieron como devotos de la U.E., simpatizantes. Los participantes en la conferencia discutieron varios de los desafíos políticos en Europa hoy, pero la estrategia del Plan B en sí misma no fue paradójicamente un tema importante, aunque las críticas al neoliberalismo en la Unión Europea fueron extensas. 12

“Carne de cañón para racistas y nacionalistas”.- Si bien la izquierda ha agudizado sus críticas a la Unión Europea y algunas partes están de acuerdo más o menos incondicionalmente en que la ruptura de los tratados de la U.E. puede ser necesaria en determinadas situaciones, otro desarrollo político apunta en la dirección opuesta. Varios políticos y activistas de izquierda, que inicialmente fueron muy críticos con la Unión Europea, han tenido problemas con su postura crítica de la U.E. debido a la creciente hostilidad de la extrema derecha hacia la Unión Europea. Esto fue particularmente notable durante la campaña Brexit en el Reino Unido. Mientras se desarrollaba la campaña, antes del referéndum del 23 de junio de 2016, conocí a varias personas de izquierda que normalmente habrían hecho campaña y votado para que el Reino Unido se retirara de la Unión Europea, pero no lo hicieron porque lo harían por no ser carne de cañón para racistas y nacionalistas . El argumento era que los partidos y movimientos de extrema derecha eran las fuerzas impulsoras de la campaña del Brexit y, por tanto, el racismo, la xenofobia y el nacionalismo de derecha eran las posiciones dominantes.

Este temor de asociarse con la extrema derecha en la hostilidad de la U.E. se había planteado en partes de la izquierda europea incluso antes de la campaña del Brexit. Como participante en reuniones y conferencias en varias redes y organizaciones de izquierda en Europa durante muchos años, a menudo me encontré con este miedo. Además de estar preocupados por ser agrupados con racistas y nacionalistas, algunos también creen que cualquier retirada o fragmentación de la Unión Europea solo fortalecería a estas fuerzas de derecha, que la historia ha demostrado que es una mezcla peligrosa en Europa. La conclusión lógica es que la Unión Europea debe cambiarse desde dentro mediante la lucha social.

El Partido de la Izquierda Sueca es un ejemplo reciente de cómo estos argumentos ganan terreno en la izquierda en Europa. Por un lado, el partido forma parte de la red del Plan B. Por otro lado, en una conferencia en febrero de 2019, decidió apartarse de su postura anterior de que Suecia abandonara la Unión Europea. En una entrevista, el líder del partido Jonas Sjöstedt dio tres razones para el cambio. 13 Primero, la realidad política ha cambiado en gran medida, no solo por la aguda crisis climática, sino también por el aumento del extremismo de derecha. En segundo lugar, el Partido de la Izquierda “no estará del mismo lado que los racistas y nacionalistas”, refiriéndose a la campaña del Brexit. En tercer lugar, la izquierda europea se ha vuelto más crítica con la U.E., por lo que el Partido de la Izquierda ha ganado más aliados en su visión de la Unión Europea. Por tanto, la izquierda europea debe enfrentarse a la Unión Europea actual y trabajar por una mejor, afirma Sjöstedt.

No queda claro de la cobertura de los medios o de la entrevista con Sjöstedt si retractarse de la política de salida de la Unión Europea fue sólo una decisión táctica y cronometrada basada en la situación actual, o si fue concebida como una decisión estratégica duradera, basada en principios. La diferencia entre estas dos posiciones es enorme, ya que se basan en evaluaciones completamente diferentes de la reformabilidad de la Unión Europea. Hay muchas razones tácticas para no dar prioridad a un eslogan como “¡fuera de la Unión Europea!” en la situación actual en Suecia. En un contexto como el de Grecia, donde la izquierda gana el poder de gobierno, la cuestión se vuelve decisiva. Las demandas para retirarse del euro o de la Unión Europea ya no son solo teóricas, determinan las posibilidades de que un gobierno de izquierda implemente su política, o capitule.

A Sjöstedt se le preguntó directamente si es “una buena estrategia para abolir una demanda política porque alguien con quien no está de acuerdo la comparte”. Su respuesta plantea nuevas preguntas: “Creo que la crítica progresista de la U.E. que domina a los países nórdicos debe trazar una línea clara contra el nacionalismo y el racismo. No estamos del mismo lado que Ukip [un partido populista de derecha del Reino Unido creado ante todo para hacer campaña por el Brexit]. No del mismo lado que los racistas que critican a la U.E.. Tenemos un abismo que nos distingue. Eso debe quedar claro “. 14

Esta lógica política no es fácil de entender. Si hay un abismo que separa la crítica del Partido de Izquierda a la Unión Europea de la crítica a los racistas y nacionalistas, ¿cuál es el problema? Entonces, ¿por qué el Partido de la Izquierda necesita cambiar partes de su política de la U.E. para no asociarse con racistas y nacionalistas? ¿No sería importante que el Partido de la Izquierda impulsara su crítica fundamentada a la Unión Europea y sus políticas, incluso si condujera a una ruptura con la Unión Europea, si fuera necesario para seguir una política diferente?

El hecho de que la campaña del Brexit estuviera dominada por una agenda nacionalista y xenófoba, como señala Sjöstedt, proporciona una base sólida para criticar al Partido Laborista, a Momentum (que apoyó al Partido Laborista en las elecciones) y al movimiento sindical por no haber puesto transmitir sus propias críticas tanto a la Unión Europea como a la extrema derecha. Podrían haber capturado el legítimo descontento de la gente con la Unión Europea y sus políticas, politizarla y convertirla en una lucha contra la Unión Europea cada vez más autoritaria y neoliberal.

Sin embargo, una gran parte del Partido Laborista y el Momentum, e incluso una gran parte del movimiento sindical británico, son partidarios devotos del proyecto de la U.E.. De esta manera, se privaron de la oportunidad de representar y ser la voz del descontento popular masivo que se ha acumulado legítimamente contra la Unión Europea neoliberal a lo largo de los años. En otras palabras, le dieron a la extrema derecha el monopolio de las críticas más agresivas a la Unión Europea y, por lo tanto, también de poner la lucha en su propio marco político e ideológico. No es de extrañar entonces que la campaña del Brexit se haya caracterizado por el nacionalismo y la xenofobia.

Un bajo nivel de lucha de clases.- Los desarrollos políticos en la sociedad no pueden verse aislados del desarrollo de la lucha de clases. No es nuevo que la izquierda y el movimiento sindical en Europa estén en crisis, aunque las condiciones varían mucho de un país a otro. Lo que marcó particularmente el papel y el carácter de la Unión Europea en esta crisis fue el desarrollo de la hegemonía keynesiana a la neoliberal política y económicamente. La introducción de una moneda única, el euro, y la forma en que se hizo representó un paso crucial en la transformación neoliberal de la Unión Europea. Esto también ha dado ventaja a las fuerzas capitalistas en su lucha contra el movimiento obrero, que por supuesto ha afectado a los partidos de izquierda en Europa.

Tras la crisis financiera y del euro en 2007-2009, la política reaccionaria de austeridad en la Unión Europea se reforzó mientras tomaba formas cada vez más autoritarias, que se institucionalizaron a través de nueva legislación (como “six-pack”, “two-pack”, el Semestre Europeo, el Pacto Financiero, etc.) y un papel más destacado para el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas a través del Cuarteto Laval. El desmantelamiento de los estados de bienestar y la derrota del movimiento sindical se han convertido así en partes integrales de las instituciones y la política modernas de la U.E., lejos de la narrativa de la Unión Europea como medio de progreso social.

Esto ha debilitado enormemente al movimiento sindical, que perdió la mitad de sus miembros en Europa Occidental entre 1980 y 2015. El descenso ha sido mayor en el sector privado. La desindustrialización o reubicación de empresas industriales en Asia y otros países de bajo costo (estrategia de globalización del capital) ha contribuido aún más al debilitamiento del movimiento sindical en áreas en las que tradicionalmente era el más fuerte, mejor organizado y militante. Además, el aumento del desempleo ha debilitado el poder de negociación de los sindicatos, mientras que los derechos sindicales se han visto socavados por los cambios en las leyes laborales, incluidas las restricciones a los derechos de negociación y el derecho de huelga.

La expansión de la Unión Europea hacia el este y el establecimiento de un mercado laboral común han desempeñado un papel particularmente importante. Esto se debe sobre todo a la gigantesca brecha salarial que existe entre los estados miembros de Europa oriental y occidental, así como a la tasa de desempleo masivo, que ha subido al 30 por ciento en los países más afectados por la crisis (Grecia, España), donde los jóvenes el desempleo incluso ha aumentado al doble. Esto ha dado a los empleadores un gran margen de maniobra para explotar la mano de obra no sindicalizada, enfrentar a los trabajadores entre sí y promover el dumping social y la anarquía en el mercado laboral.

En esta situación, vivimos un movimiento sindical a la defensiva y en una profunda crisis política e ideológica. En particular, gran parte de los sindicatos institucionalizados a nivel europeo se han distanciado cada vez más de los miembros que deberían defender. Todavía se aferran al compromiso histórico entre trabajo y capital, que formó la base política para el período de crecimiento y prosperidad de la posguerra, pero que ha sido desmantelado por los empleadores a medida que el equilibrio de poder se ha inclinado a su favor. La brutal política de austeridad de la Unión Europea se interpreta así como una política incorrecta, no como una expresión de intereses de clase en conflicto. Entonces, la tarea pasa a ser convencer a gobiernos y empleadores, a través del diálogo social., que la política actual es incorrecta y debe corregirse, en lugar de movilizarse y luchar para cambiar el equilibrio de fuerzas de clase.

La crisis de la izquierda política debe verse en el contexto de estos desarrollos en la lucha de clases, con un movimiento sindical profundamente arraigado en una ideología de asociación social y un bajo nivel de lucha en general. Así, comprensiblemente, tampoco existe una presión particular sobre los partidos de izquierda desde fuera, lo que los deja en peligro de integrarse aún más en el aparato político-administrativo de la Unión Europea en Bruselas.

La izquierda europea: un diagnóstico.- Como hemos visto, la izquierda en Europa es un grupo diverso de organizaciones. Durante la mayor parte del siglo pasado, dominaron dos tendencias políticas principales en el movimiento obrero: el comunismo y la socialdemocracia. Con el colapso del Bloque del Este y la ruptura del compromiso de clases en Europa Occidental, ambos proyectos políticos parecen haber llegado a su fin. Los partidos comunistas tradicionales en Europa occidental, desde el tipo más orientado a Moscú hasta las variantes eurocomunistas reformadas (como en Italia y España), fueron destruidos gradualmente. En los últimos años, también hemos experimentado el colapso de los partidos socialdemócratas uno tras otro. Los que siguen en pie, aunque reducidos, han abandonado más o menos su ideología tradicional y han adoptado en gran medida una política neoliberal blanda.

Varios de los partidos de izquierda actuales en Europa son más recientes, incluidas las fusiones y reagrupaciones entre varios pequeños grupos y partidos, pero no necesariamente mantienen fuertes vínculos con tradiciones históricas pasadas. La mayoría de ellos son, políticamente, organizaciones relativamente moderadas. Muchos de ellos están débilmente arraigados en la clase trabajadora, así como en el movimiento sindical. Muy pocos partidos tienen una estrategia socialista bien desarrollada o un análisis de las relaciones económicas y de poder. Más bien, tienen una buena cantidad de tendencias social-liberales y socialdemócratas (el espacio para tales perspectivas se ha ampliado en los últimos años, a medida que los partidos tradicionales con esas ideologías se han vuelto cada vez más neoliberales).

Con algunas excepciones, los partidos tienen una fuerte orientación parlamentaria, centrados en un número limitado de temas populares únicos para los que se busca la atención de los medios, mientras que la capacidad de movilizar el poder social desde abajo es débil. Así, podemos decir que estamos en medio de un momento Gramsciano, donde lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer.

Wolfgang Streeck, profesor alemán de sociología, director del Instituto Max Planck y ex socialdemócrata, describe la debilidad de la izquierda y el mayor declive en las elecciones de la Unión Europea del año pasado así:

“Estos son, entonces, tiempos de lealtades políticas que cambian rápidamente. Pero, ¿cuándo debería esperar la izquierda lograr avances electorales entre los trabajadores europeos y los sectores reformistas de la clase media, si no ahora? Existe una necesidad urgente de explicar el desastroso fracaso de la izquierda para hacer esto… La primera y más básica razón es la aparente ausencia total de una estrategia política de izquierda realista, anticapitalista, o al menos antineoliberal, relacionada con la política de la Unión Europea. Ni siquiera hay un debate sobre la cuestión crucial de si la U.E. puede ser un vehículo para la política anticapitalista.” 15

El objetivo de muchos de los partidos de izquierda europeos es llegar al gobierno, la mayoría de las veces como un socio de alianza con un partido socialdemócrata neoliberal más grande y dominante. Para la gran mayoría de los partidos de izquierda que lo han intentado —en Francia, Italia, Noruega y Dinamarca— la experiencia ha sido desde negativa hasta desastrosa. 16 A pesar de esto, parece que, ya sea que hayan estado en tales gobiernos o no, la mayoría de los partidos de izquierda, como el alemán y holandés, así como los partidos de izquierda nórdica (excepto la Alianza Rojo-Verde), todavía tienen esta ambición. El español Podemos, que se formó en 2014 ni de derecha ni de izquierda y en oposición a la élite y casta política (como lo llamaron), entraron en coalición con el partido de izquierda, Izquierda Unida, alineándose y uniéndose a un gobierno de coalición con el Partido Socialista.

Esta tendencia suicida política es difícil de entender, sobre todo cuando encontramos que a los partidos de izquierda que no entran en tales gobiernos, sino que se limitan a brindar un apoyo crítico a un gobierno dominado por la socialdemocracia en lugar de un gobierno de varios partidos de derecha, les va mucho mejor. Estos partidos han demostrado que tienen una oportunidad mucho mejor para promover sus propias políticas, incluida la oportunidad de movilizar la presión desde abajo en lugar de comprometer sus políticas en las trastiendas parlamentarias. La historiadora sueca, editora de periódicos y autora Åsa Linderborg ha abordado este problema en un artículo sobre el desarrollo del Partido de Izquierda en Suecia:

“No es fácil resumir el proyecto del Partido de Izquierda. Es el único partido que tiene una crítica anticapitalista del poder, pero durante 25 años ha trabajado para ganar legitimidad como socio colaborador de la socialdemócrata. Durante años, el partido ha apoyado a un partido socialdemócrata de derecha que ha recortado impuestos y debilitado la política de redistribución. Han votado a favor de las normas presupuestarias que ponen en peligro la economía sueca. El resultado ha sido una desigualdad de clases más profunda y una concentración extrema de la riqueza. Por tanto, se socava el bienestar y la democracia.” 17

Mucho indica que las relaciones de muchos partidos de izquierda con la Unión Europea carecen de coherencia. Por ejemplo, cada vez más partidos de izquierda apoyan la estrategia del Plan B, que es a la vez exigente y conflictiva. Al mismo tiempo, apenas contribuyen al desarrollo de esta estrategia, sino que persiguen una política en el Parlamento Europeo y a nivel nacional que no refleja tal política de confrontación, pero que, inadvertidamente o no, es parte de una estrategia de reforma de la Unión Europea desde dentro.

Estar a favor de violar los tratados de la U.E. en determinadas situaciones no significa que “¡Romper el Tratado!” debe ser la principal demanda de los partidos políticos de izquierda en todo momento. Es una cuestión de estrategia y táctica. Una movilización para fortalecer las fuerzas de izquierda debe, como punto de partida, basarse en un análisis concreto de la situación concreta, incluidas las relaciones de poder reales en la sociedad. En una situación en la que la lucha de clases se intensifica, cualquier partido de izquierda puede experimentar lo que hizo Syriza, es decir, que las instituciones y los tratados de la U.E. plantean enormes barreras al desarrollo progresivo. La posibilidad o la necesidad de salir del euro, o incluso de la Unión Europea, surgirá, nos guste o no. La elección será brutal: o renunciar a la lucha por las reformas sociales (istas) y permanecer en la Unión Europea, o romper con la Unión Europea para continuar la lucha. La capitulación no es un camino significativo para ningún partido de izquierda real.

Sin duda, romper los tratados de la U.E. u optar por salir del euro, y quizás incluso de la Unión Europea, es una lucha que requerirá una movilización masiva desde abajo y solidaridad desde afuera para tener éxito. Para hacerlo, tanto la organización como los miembros del partido, así como los socios de la alianza, deben estar preparados para tal lucha. Lamentablemente, esta no es la situación actual.

Los problemas de la izquierda con su política de la U.E. solo aumentarán si los partidos no quieren seguir políticas anti-U.E. por temor a asociarse con racistas y nacionalistas, aunque esta postura general podría haberse limitado al referéndum específico del Brexit. En realidad, es todo lo contrario. Si la izquierda realmente apunta a debilitar a la Unión Europea como el centro de poder autoritario y neoliberal en el que se ha convertido, entonces salir tendrá que ser una herramienta importante y necesaria para manejar. No son los movimientos de salida los que han creado y fortalecido partidos de extrema derecha en un país tras otro en Europa, ni han llevado a dichos partidos a ocupar el poder del gobierno en Italia, Austria, Hungría y Polonia. No es la crítica radical a la Unión Europea desde la izquierda la responsable del nacionalismo y la extrema derecha,

La única forma de superar esta crisis es que la izquierda desarrolle su propia lucha y crítica contra la Unión Europea autoritaria y neoliberal, impulsando la política internacionalista, solidaria y antirracista al otro lado del abismo de la crítica de la extrema derecha. El desarrollo de una Europa internacionalista, solidaria y unificada presupone la derrota de la Unión Europea institucionalizada, autoritaria y neoliberal, reemplazada por una Europa unificada desarrollada sobre la base de la democracia, la solidaridad y la autodeterminación.

Para llegar allí, hay que reconocer la profunda crisis política e ideológica de la izquierda en Europa. Es necesario estudiar y analizar el papel y el carácter de la Unión Europea y desarrollar una estrategia genuinamente anticapitalista. En este contexto, será importante apoyar y desarrollar la estrategia del Plan B. Para ello será necesario aclarar los análisis y las estrategias, pero, si se desarrolla adecuadamente, dicho proceso puede contribuir a la necesaria radicalización de la izquierda europea.

Notas: 1.- Una red de organizaciones activas en el campo de la educación política y el análisis científico crítico, vinculadas al Partido de la Izquierda Europea. Obtenga más información en transform-network.net . 2.- Se puede encontrar una presentación completa de esta posición en Costas Lapavitsas, The Left Case Against the EU (Cambridge: Polity, 2019). 3.- Walter Baier, “Extrema derecha en Austria: Vivimos en tiempos peligrosos”, Europa Solidaire Sans Frontières, 26 de marzo de 2019. 4.- Catarina Martins, Jean-Luc Mélenchon y Pablo Iglesias, “Por una revolución ciudadana en Europa – Declaración de Lisboa ”, Now the People !, 12 de abril de 2018. 5.- Yanis Varoufakis es profesor de economía política, ex miembro del Parlamento griego por Syriza, y actuó como ministro de Finanzas en el gobierno de Alexis Tsipras hasta que capituló ante la Troika después del referéndum sobre la política de austeridad de la U.E. en julio de 2015. Después de romper con Syriza y Tsipras, lanzó la organización Democracy in Europe Movement 2025 (DiEM25). 6.- DiEM25, New Deal europeo (DiEM25, 2017). 7.- Martin Höpner, “Social Europe Is a Myth”, Social Europe, 5 de noviembre de 2018. 8.- DiEM25, La U.E. se democratizará. ¡O se desintegrará! (DiEM25, 2016), 6–7. 9.- Yanis Varoufakis, “¿Cómo debería la izquierda acercarse a Europa? Entrevistado, junto a Manuel Bompard, por Jacobin (Francia)”, Yanis Varoufakis (blog), 12 de septiembre de 2018. 10.- Lapavitsas, The Left Case Against the EU, 129-30. 11.- Se puede encontrar una presentación más completa de este desarrollo en Asbjørn Wahl, “Labor europea: crisis política e ideológica en una Unión Europea cada vez más autoritaria”, Revista mensual 65, no. 8 (Enero de 2014): 36–57. 12.- “Plan B”, Vänsterpartiet, 12 de abril de 2019. 13.- Ingrid Grønli Åm, “Vi stiller oss ikke på samme side som rasister og nasjonalister”, Morgenbladet, 27 de marzo de 2019. 14.- Grønli Åm, “Vi stiller oss ikke på samme side som rasister og nasjonalister”. 15.- Wolfgang Streeck, “Four Reasons the European Left Lost”, Jacobin, 30 de mayo de 2019. 16.- Un análisis de este fenómeno se puede encontrar en Asbjørn Wahl, “Estar en el cargo, pero no en el poder: partidos de izquierda en el aprieto entre las expectativas de la gente y un equilibrio de poder desfavorable”, en La izquierda en el gobierno: América Latina y Europa Comparado, ed. Birgit Daiber (Bruselas: Fundación Rosa Luxemburg, 2010). 17.- Åsa Linderborg, “At Vänsterpartiet kalles «ekstremistisk» er både latestlig og provoserende, Klassekampen, 12 de enero de 2018. FIN del artículo de Wahl y del Anexo.

Sobre mis otros artículos

Para ACCEDER (a partir del día 7 de marzo de 2022, aproximadamente) a mis artículos, informes y libros publicados en Kaosenlared. Los artículos del 11 de enero de 2015 hasta hoy, supongo que los podréis encontrar poniendo esta dirección https://kaosenlared.net/autor/aurora-despierta/ o con una ligera variante en “autor” (con h) https://kaosenlared.net/author/aurora-despierta/ — . Con la nueva web de lanueve.info se pueda acceder a los artículos que vaya escribiendo aquí, haciendo clic en mi nombre, o yendo directamente a “mi página” https://lanueve.info/author/aurora/. Para vuestra comodidad, tendréis la relación y enlaces a los textos previos al 20-10-2016 en “Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica” (20-10-2016) – Libro, archivo PDF de 200 páginas — http://kaosenlared.net/capitalismo-modo-de-vida-decadente-notas-sobre-estrategia-y-tactica/ —- Para descargar directamente el archivo pdf — http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/10/Decad-capit-estra-tact-EN-PDF1.pdf —– Para aquellos más antiguos que ya no funciona el enlace, de los más interesantes tendréis la “Recopilación textos de Aurora Despierta en el viejo old.kaos” (29-5-2017) —- Recopilación selección documentos de diciembre 2007 a diciembre 2011 en el viejo Kaosenlared, en archivo PDF — http://kaosenlared.net/recopilacion-textos-aurora-despierta-viejo-old-kaos-2/ — y descarga directa del archivo PDF en http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2017/05/Recopilacion-textos-de-Aurora-Despierta-en-OLD-KAOS-PDF.pdf

ACLARACIÓN SOBRE ESTE ARTÍCULO.

Este artículo es una adaptación de parte de uno mucho más extenso que intenté publicar el jueves 7-10-2021, el mismo día en que Kaosenlared sufrió un gravísimo ataque informático que dejó inutilizable la web durante una semana, sustituida durante unos días por una de emergencia, y posteriormente por otra provisional en la que tampoco se podía publicar directamente, a la espera de una nueva web junto con Insurgentes, que por fin ya está aquí, Lanueve, y espero que por todos los años en que la necesitemos. Para completar la aclaración y no repetirme aquí, id al final de– https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/

Aquél artículo inicial se ha convertido finalmente en tres artículos, con éste, ya todos publicados. Los previos son:

“Este artículo hará historia, para vencer” (11-2-2022) “Unión Europea. Marco de nuestra lucha, ineludible para vencer”, así es como pensaba titularlo, pero como creo en su trascendencia histórica, no he querido contribuir a que pasase desapercibido. Durante el siglo XIX y casi todo el XX, fueron la nación y el Estado el marco de la lucha de clases, aunque tuviese su dimensión y proyección internacional inevitable e ineludible. Sin embargo, desde hace ya tiempo, para la clase trabajadora en la Unión Europea (más en concreto, en la eurozona), nuestro marco ya es esa Unión Europea del capital y sus Estados burgueses. Sólo adecuándonos a este marco objetivo tendremos opción (ninguna garantía) de ganar. Si lo hacemos bien en Europa, tendrá una proyección internacional, fundamental para orientar en el internacionalismo proletario a la clase trabajadora en Asia, en particular China (la actual “fábrica del mundo”) y hacer posible la revolución mundial de la clase trabajadora y la instauración del socialismo-comunismo, que sólo puede ser mundial o estará condenado a fracasar o degenerar. No hacerlo así, ya nos está debilitando enormemente (en particular, en la pasada década, echando a perder una ocasión excelente para ello) y nos conducirá definitivamente a la derrota total, para la que ya venimos acumulando demasiados puntos, condenándonos al cataclismo (social, medioambiental, militar) al que nos lleva el capitalismo en su deriva terminal — https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/

“Nuestra crisis. Análisis sin anestesia” (15-2 -2022). La crisis de los revolucionarios y de la clase trabajadora. El tiempo se acorta en su cuenta atrás. La última generación que puede salvarnos ya es ésta. Pero nuestra debilidad es extrema. La carrera entre el viejo topo y su antagonista que se nos adelanta. Sin el internacionalismo, aquí, hora, en la Unión Europea, estamos condenados. Unos apuntes sobre pensamiento estratégico. Si no abordamos seriamente nuestra crisis, la crisis de la civilización capitalista nos arrastrará con ella al cataclismo (social, medioambiental, militar). – Ya publicado, pero pendiente de ser visible en la web en el momento de introducir éste.

Compartir
Ir al contenido