Una vez más la Concertación ofrece ‘tablas’ a la derecha
EL AJEDREZ NO es mi deporte favorito, sin embargo algo sé al respecto, por ello tengo claro que si los adversarios o contrincantes barruntan que será extremadamente difícil que uno de ellos logre la victoria, deciden entonces “hacer tablas”, lo que en palabras simples significa “empatar”.
Exactamente eso es lo que vienen realizando desde hace un par de décadas los ‘oponentes’ principales de este ajedrez político nacional… ‘hacer tablas’, empatar… aunque han tenido la precaución de vender una imagen distinta, la cual es percibida erróneamente por el público como una contienda a muerte, una lucha frontal cuya característica más destacada sería le animosidad inquebrantable entre ambos contendores. Las reglas del juego de ajedrez señalan que si uno de los participantes pizpa o intuye que no será posible alcanzar la victoria, solicita a su contendor establecer el empate. No habría entonces vencedor ni vencido… todos felices… y a otra cosa, mariposa.
La Nueva Mayoría ha realizado lo anterior –ofrecerle ‘tablas’ a la Alianza- con una celeridad que pasma. Dicen sus dirigentes que lo han hecho en beneficio de la salud del juego de ajedrez. Argumentan que es nocivo, desde la perspectiva del deporte mismo, arrasar con el rival. “No es fútbol”, me cuentan que dijeron esos dirigentes. “Acá no se acepta un 7×1, como hizo la selección alemana con el ‘scratch’ brasileño… y en la casa de este último, nada menos”. No, pues, no es balompié…tampoco es ajedrez; se trata de política, pero de aquella mal enchulada, la de los acuerdos a espaldas de la ciudadanía y que permite borrar con el codo aquello que se les ofreció a los electores durante la campaña.
Hasta el año 2010, la gente de la Concertación decía que el empate tenía como argumento “la ausencia de mayoría en el Legislativo”. Ahora, las razones difieren de la anterior, ya que el actual bloque oficialista cuenta con la necesaria mayoría para llevar a cabo algunas de las ofertas de campaña, por lo que el entrabe para legislar al respecto estaría centrado en que “no se ha logrado pleno acuerdo con la oposición”. ¿Alguien votó a favor de la señora Bachelet y de los candidatos de la Concertación para que cumplieran el programa, o para que obtuvieran el visto bueno de la derecha dura en cada una de las propuestas?
Realmente, dificulto que los electores hayan sufragado por el programa, las promesas y los candidatos de la Nueva Mayoría (Concertación remasterizada) para que se produjera un “empate” con la derecha, para que se “hicieran tablas”, y con ello nada se avanzara –pero avanzara de verdad- en materias tan importantes como la Educación, el ámbito tributario, la legislación laboral, una nueva Constitución, etc.
Esto ya se había producido años atrás, específicamente en 1989 cuando en paralelo con laelección presidencial que llevó a Patricio Aylwin a La Moneda, se realizó la primera elección legislativadel regreso a la democracia. Recuerdo que al momento de conocerse los primeros escrutinios algunos ‘eméritos’ dirigentes concertacionistas se encontraban franca asustados, ya que el recuento estaba arrojando un triunfo aplastante a su favor, vale decir, una mayoría absoluta que les permitiría –sin trabas de ninguna especie en lo meramente legislativo- aprobar todas las leyes que dijesen relación con los profundos cambios que requería el país, y que ellos (los concertacionistas) habían bandereado y lenguajeado durante las campañas.
¿Cuál era el temor? Ah… el miedo no era más que la ausencia de argumentos (o ‘chivas’) para evitar legislar sobre lo que en materias relevantes y de fondo debían legislar. En ese momento, la teoría del “empate” –con aquellos primeros guarismo0s electorales-resultaba imposible de practicar. Sin embargo, con el transcurrir de las hora la cancha se fue nivelando a favor del respiro de los ‘mayordomos’, y el sistema binominal impidió la mayoría absoluta. ¡¡Era el empate, en términos reales!! Todos aplaudieron, se abrazaron…¡¡y a cobrar a la c aja!!
Ahora, en el 2014, la cuestión pasa por una nueva argumentación. “No hay que pasar la aplanadora”. ¿Cómo se entiende esto en idioma castellano simple? “No hay que hacer efectivo el triunfo mayoritario y ello indica que las reformas y cambios deben ser, necesariamente, acordadas con los perdedores”. Entonces, se ha vencido sólo para empatar.
‘Tablas’, ¿ve? La gente de la ex Concertación ha decidido proponerle a la derecha terminar el nunca bien ponderado “binominal”, y reemplazarlo por el “sistema del empate”. Lo mismo se propone a ese sector patronal, ‘hacer tablas’ en todo: educación, legislación laboral, nueva Constitución, previsión social, reforma tributaria…. Porque, amigo elector, si votó por la Nueva Mayoría debo informarle -tardíamente, es cierto- que sufragó por las ‘tablas’, por el empate…
¿O es que usted realmente no ‘cacha una’ en ajedrez? Despabílese.