Una rabina trata de explicar(se) el antisemitismo. Lectura ( y II )
Por Iñaki Urdanibia
En fin, venía el abusivo preámbulo del artículo anterior como puerta de acceso al comentario de un libro que he leído: « Réflexions sur la question antisémite» de la nombrada Delphine Horvilleur ( Grasset, 2019). No viene al caso entrar en todos los pormenores que detalla la autora de este libro que me atrevería a dividir en dos partes: una, la referente a la búsqueda de referencias – en la Torá y en el Talmud- que buscan las causas y orígenes del odio hacia los judíos, y la otra, las referencias a la actualidad, que es donde a mi modo de ver el libro hace aguas a pesar de las tendencias a mantener el equilibrio, como avezada funambulista, por parte de la rabina. Y vamos por partes, dejando claro desde el principio que la división que he propuesto es cosa mía no del libro, ya que en éste ambos aspectos se entrelazan en algunos momentos.
Partiendo de las constantes antisemitas ( no son como nosotros / tiene lo que nosotros no tenemos / nos excede / son ricos y/o viven, sin nada, a costa de los demás/ es demasiado Otro…), que se presenta en su presencia paradójica : « el antisemitismo cree que reprocha al judío de TENER algo que él no tiene…pero reprocha también al judío NO TENER alguna cosa( que él tampoco tiene)pero de vivir , sin embargo, sin ella» …y ante el panorama actual de la cuestión, la autora se vuelca en un intento por hallar los orígenes de estas posturas judeófobas, Horvilleur adopta una óptica que es la de buscar la imagen del antisemitismo ( anacronía admitida por la misma autora, ya que tales términos, semita y judío, no estaba en funcionamiento ni en los textos dichos sagrados – Biblia hebrea/ Torá que responde al Antiguo Testamento-, ni en los comentarios rabínicos- Talmud-; en concreto el término judío asoma en el libro de Eather) en la tradición judía, en un intento de explicar de dónde procede el odio ancestral que concitan los judíos. En este terreno la erudición de la autora destaca al sacar a relucir una serie de nombres propios que están en el origen del odio hacia los judíos: al mismo tiempo que Esther aparece Haman, prototipo de antisemita. Haman, descendiente de Hagag, Amalecito, es un dignatario persa celoso de Mardoceo, el judío en el exilio, que rechaza ofrecerle los honores que esperaba, convirtiéndose en el principal enemigo de Saúl, descendiente de Mardoceo. A este conjunto de personajes, se unen, Esau ( viril y de comportamiento brusco), el gemelo y enemigo desde el vientre materno de su hermano Jacob ( imberbe y suave)- que quedaría ensalzado como el modelo propio de los judíos- , el descendiente de él, Amalek que atacó a los hebreos con ocasión de la salida de Egipto, al no ser admitido en su comunidad; el rey persa Assuerus que contrajo matrimonio con Esther, bella judía de la que uno de sus consejeros, Haman, se empeña en exterminar al pueblo hebreo…figuras que marcan los primeros síntomas explicativos de la judeofobia, posteriormente heredados por los antisemitas de todo pelaje.
Si la visita a los textos y comentarios mentados es exhaustivo, no resulta de menor interés el señalamiento de algunos estereotipos, a modo de arquetipos, que se han solido emplear con respecto a los judíos a lo largo de la historia, lo que hace que el odio hacia los judíos pueda ser distinguido de otras formas de racismo: desde la sandez de que los judíos son femeninos hasta el punto de que sangran-como las mujeres- lo que explicaría la búsqueda de la sangre que les falta secuestrando a niños cristianos para absorberles la suya. Relaciona estas huellas de posible origen del odio hacia los judíos, que son exploradas en las actuaciones del imperio romano, y las leyendas como la que acabo de enunciar, con algunas posturas expuestas por Freud. Repasa igualmente otras afirmaciones que se ha hecho con respecto a los judíos , no pocas veces contradictorias ( ricos / miserables), poseer aquello de lo que los demás carecen, ser detentores de un privilegio , como pueblo, con respecto a la relación con Yavéh, se les acusa igualmente de organizar una comunidad endogámica que en su diferencia subrayada impide que se dé la unidad y armonía en la sociedad humana, etc., impidiendo la totalidad de los humanos; así se tiende a criticar a los judíos tanto por una cosa como por su contraria. Resulta así que el judío es la falla, la carencia, un vacío que coincide, por otra parte, con el ritual de la circuncisión ( que además de significar su relación con dios, refleja cierta tendencia femenina al ser desposeídos, los muchachos, de una parte de su masculinidad); en este terreno de los lazos de los judíos y la feminidad se detiene en quien fuera un autor del gusto de Hitler ( que consideraba al ensayista como el único judío honesto), Otto Weininger que consideraba la sexualidad judía como depravada y a los judíos, como a las mujeres, disolventes de los lazos sociales y humanos. En esta revisión detallada, ad abusum, que realiza Delphine Horvilleur queda subrayados el carácter familiar ( los orígenes de los personajes antes nombrados , por cierto, de relaciones ilícitas: bastardía, incesto…el ejemplo de Timma, concubina y madre de algunos de los personajes antes nombrados), del mismo modo que el combate en el seno de la humanidad, por el carácter disgregador de los judíos, o por el también mentado rostro que deja ver una guerra de sexos ( masculino / femenino). [Si frente a la fuerza, se destaca la astucia como lo propio de los judíos, característica más propiamente femenina (?), da toda la impresión que el comportamiento brutal del estado de Israel se ha traducido desde sus inicios en privilegiar el modelo viril ( reflejo de la estética bolchevique de la primera hornada), y despreciar el modelo de los seres del gueto , que iban encorvados el matadero como un obediente rebaño, aspecto de desprecio vivido y subrayado por el escritor superviviente Aharon Appelfed en sus textos autobiográficos cuando relata su llegada a la tierra pometida en la que ya gobernaba el sionismo. No creo que sea desmedido señalar que el comportamiento brutal de los dirigentes israelo-sionistas parece dejarse guiar por un nunca más que afirmaría que no somos lo que de nosotros se ha dicho…sabemos ser bestias, no somos dóciles corderos…]
Si la travesía que ofrece la rabina por los pagos del judaísmo en sus textos e interpretaciones resulta clarificadora y realmente documentada, el problema – como ya he insinuado líneas arriba- arriba cuando toca tierra, descendiendo del terreno, nebuloso, de las teorías ( teológicas) para pisar el suelo de nuestro presente. Ahí es donde, tras subrayar la presencia de un claro odio al judío en los ambientes de extrema derecha, cosa que va de soi, Horvilleur irrumpe en el escenario implicando en el antisemitismo de la extrema izquierda y en algunas de sus expresiones más abiertas y descaradas ( el feminismo, cierto identitarismo comunitarista, etc.), y ahí es en donde tras tratar de mantener difíciles equilibrios llega a igualar, o al menos a rozar tal igualación, entre antisemitismo y antisionismo. Ahí la emprende contra el movimiento feminista( más en concreto con la Plataforma americana de la Marcha internacional de las Mujeres, y más en concreto todavía, refiriéndose a su egeria – sic!– de dicha Marcha, Linda Sarsour) que condena el sionismo…y ahí mantiene unas posturas que , según mi opinión, resbalan por su escore: esto se traduce en su afirmación reiterada de que a los individuos se les ha de juzgar por sus comportamiento individuales y no por los de una comunidad a la que supuestamente pertenecen; si la afirmación en principio parece indiscutible, la argumentación – por llamarla así-, resulta francamente endeble ya que si un individuo defiende un ideario, pongamos por caso el que día a día pone en práctica el sionismo gobernante en Israel, se hace cómplice de los actos salvajes que tal Estado comete, a no ser que se pretenda que hay un sionismo bueno que nada tiene que ver con la actuación colonialista del nombrado Estado… el quid de la cuestión reside en aquello que dijese Mateo que dijese su maestro: por sus hechos los conoceréis y al sionismo se le conoce desde los inicios de su puesta en práctica, por la ocupación , que ha ido aumentando desde antes de 1948, el latrocinio, y la expulsión de los habitantes de Palestina. De este modo , si Horvilleur defiende ( no hay por qué no creerle), repito, una especie de sionismo que no se reconoce en la actuación del estado de Israel, y que tal vez resida en la diáspora, debería explicar de qué tipo de sionismo habla, ya que la historia del sionismo está ligada ineludiblemente con el colonialismo de población ( si ella no acepta que el sionismo sea colonialista, etc. debería explicarlo, aunque el problema del sionismo desde el mismo estado de proyecto reside en el lugar en dónde ubicar su acogedora patria…y ese es un problema de difícil solución); y en este sentido resulta fuera de lugar su postura en su pura inconsistencia: « ¿ por qué se da como única definición a la palabra “sionista”, el nombre de una empresa colonialista o ultra-nacionalista en la cual tantas mujeres ( entre ellas la autora d estas líneas no se reconocen?»…¿ De qué sinonismo libre del polvo y paja habla la buena rabina? ¿ Dónde? ¿ Cuándo? En fin, ni en la cabeza de Theodor Herzl.
. Sus reflexiones – que indudablemente e inevitablemente dan mucho que pensar- acerca de algunas posturas comunitaristas parecen realizadas mirando al espejo de la política israelita, que practica una diferenciación entre ciudadanos que son (?) judíos y quienes no lo son…así quienes no pertenecen a la comunidad judía ( los palestinos y árabes) son marginados, perseguidos, controlados y considerados como ciudadanos de segunda, por no decir -lo que sería más preciso- que ven negada su ciudadanía. Así pues, con toda la buena voluntad que se quiera, y que se le supone, Horvilleur parece ignorar que en la diferenciación que ella juzga ficticia entre un hipotético nosotros y un ellos, se practica todos los días y desde hace años en Israel y en la impermeable comunidad judía en general ( cierto que alguna pequeña salpicadura sí que saca a relucir con respecto al fanatismo excluyente del sionismo en el gobierno, con la boca pequeña si en cuenta se tiene los dardos que dirige hacia otros horizontes ideológicos). Resuenan las palabras éticas de Lévinas, que basaba la relación humana en la mirada del otro, quedando siempre ausentes los palestinos que son los otros más cercanos, y machacados, del Estado sionista.
En el terreno teológico – por calificarlo de este modo- la rabina deja varios huecos en la explicación: en lo que hace a la identidad judía se niega a aceptar la postura de Sartre quien, en sus Reflexiones sobre la cuestión judía, viene a mantener que al judío le hace la mirada del otro, diciendo que ella quiere sentirse a sí misma judía independientemente a la mirada de los otros, aunque de hecho deja en una absoluta vaguedad la supuesta identidad judía ( identidad siempre irrealizada y en marcha…como las interpretaciones del Libro); con respecto al mensaje pronunciado en el monte Sinaí, las vueltas y revueltas entre las versiones maximalistas y minimalistas, Yavéh no dijo nada en claro, para unos los diez mandamientos ( o solamente los dos primeros) , para otros fue un mero balbuceo , y hasta para otros ( entre los cuales el estudioso de la cabala, Gerard Scholem) únicamente asomó de la boca divino el aleph, la letra hebrea que de hecho no es más que una letra aspirada…especie de suspiro que, sin embargo, suponía que Yavéh anunciaba a quienes le escuchaban o pretendían hacerlo, que ellos eran los encargados de seguirle, de buscarle y esperar su vuelta. No conforme con lo dicho que es puro e inagotable arte de la esgrima, se llega a decir que no es el judío el elegido por Yavé, sino que también envió su mensaje (?) a otros pueblos; en fin todo queda abierto, todo queda por decir, por interpretar y a los judíos les queda la enorme responsabilidad de dedicarse a ello…de todos modos, en un salto mortal y medio, se llega a afirmar, basándose en que el judaísmo no practica, como otras creencias religiosas, forma alguna de proselitismo, para deducir de ello de la mano de Horvilleur e identificar judaísmo como respeto a la singularidad y la diferencia frente a las posturas totalitarias que buscan la unidad y la uniformidad ( por cierto , lo que las leyes dictadas en Israel persiguen desde hace años); así resulta innegable su afirmación ( otra cosa será la aplicación acerca de a quién dirige los tiros): « los defensores más tradicionales de la alteridad se llaman “las mujeres” o los “judíos”, célebres agentes marginales y polucionantes que se ha de controlar a toda costa . Mas pueden tomar otros nombres: el exiliado, el herético o el homosexual…» ( no está de más recordar aquello que dijese, el pensador de orígenes sefarditas, Edgar Morin -suponiéndole un juicio y condena por injurias- de que no comprendía como un pueblo que ha sufrido tanto podía hacer sufrir tanto a otro pueblo, refiriéndose al palestino) …Visto así el papel atribuido a los judíos es el de la defensa de la diferencia, de lo particular, …( cosa que , por cierto, critica con respecto a los indigénes de la République y sus posturas anti-colonialistas y comunitaristas)…Cuando habla de la búsqueda de la pureza y de evitar obsesivamente la contaminación parece que resuenan las voces de los gobernantes israelitas…
En fin, imposible atender a todos los aspectos que abarca el ensayo, que – según la propia autora – pretende ofrecer un arma a sus hermanos judíos, que teniendo en cuenta que sobre ellos recae el odio de los demás desde tiempos inmemoriales, posean algunas claves, a modo de útiles de resiliencia para escapar del repliegue identitario, y para situarse en tal tesitura, en vez de chapotear en el charco victimista .