Una mirada al pueblo gitano desde el anticapitalismo
El 8 de abril se celebra el Día Internacional del Pueblo Gitano, fecha que conmemora la declaración del romanó como su lengua y el establecimiento de la bandera e himno gitanos, en 1971. Probablemente, el día de hoy aparecerán diversos artículos sobre el pueblo gitano, sobre su cultura e historia, y la mayoría terminarán hablando sobre la importancia de la inclusión, la educación o la igualdad de oportunidades. Sin embargo, este texto pretende ir un poco más profundo en la reivindicación del pueblo gitano y lo hace desde una visión crítica con el sistema socioeconómico, porque solamente desde ahí podemos deshacernos del etnocentrismo occidental y argumentar una verdadera defensa de los otros pueblos del mundo.
Los gitanos son la mayor minoría étnica de Europa; en España viven medio millón de gitanos y en el conjunto de Europa aproximadamente 11 millones1, proceden del noroeste de la India y llegaron a Europa a mediados del siglo XIV1, su llegada a España está datada en 14252. Su historia es igual de triste e injusta que la de otros pueblos que han sufrido la colonización occidental; en 1499 los Reyes Católicos ordenaron desterrar o encarcelar a todos los gitanos “sin oficio o sin señores”, durante los siglos XVI y XVIII se les obligó a establecerse en un lugar y a tener un oficio fijo al mismo tiempo que se les prohibía cualquier trabajo que no fuera la agricultura y solamente se les permitía asentarse en muy pocos lugares (llegando a dejar solamente 30 localidades en todo el país aptas para que los gitanos pudieran residir)2. En 1749 se llevó a cabo la Redada General de Gitanos, un arresto masivo en el que alrededor de 9000 gitanos de toda España (incluyendo niños y niñas) fueron capturados y recluidos separados por sexos. Debido al elevado costo y lo absurdo de la medida, aproximadamente la mitad fueron liberados poco después pero el resto quedaron encerrados durante más de 15 años sin haber cometido ningún delito3. Durante el reinado de Carlos III, aunque se liberó a los gitanos que aún quedaban encarcelados por la Gran Redada, se les prohibió su lengua, forma de vestir y nomadismo4. Los gitanos fueron perseguidos legalmente hasta el fin de la dictadura franquista, con la promulgación de la constitución de 1978 y la eliminación del reglamento que obligaba a la guardia civil a identificar y a vigilar a los gitanos5. No les fue mejor en otros países; en gran parte de lo que hoy es Rumanía, los gitanos fueron esclavos desde aproximadamente el siglo XV hasta 1864, una extensión temporal que ha sido incluso calificada como el mayor periodo de esclavitud soportado por una población en la historia de la humanidad6. En Portugal e Inglaterra fueron deportados masivamente a las colonias Americanas2 y durante la Segunda Guerra Mundial fueron víctimas del nazismo; esterilizaciones forzadas, campos de trabajo forzado y campos de exterminio. Se calcula que, como mínimo, medio millón de gitanos fueron asesinados por los nazis (entre el 70 y el 80% de los que vivían en la Alemania nazi) aunque no se conoce la cifra exacta ya que, en Polonia, Serbia, la URSS y regiones bálticas fueron asesinados por los escuadrones especiales itinerantes de ejecución (Einsatzgruppen) muchos más gitanos de los que murieron en los campos de concentración7. Tras la derrota de Hitler, se reconoció y condenó el genocidio judío, sin embargo, el genocidio gitano fue olvidado y ni siquiera se consideró en los juicios de Núremberg. Tras la Segunda Guerra Mundial los gobiernos comunistas llevaron a cabo políticas de asimilación forzosa que implicaron el asentamiento obligatorio y diseminado por diferentes localidades de los gitanos que aun mantenían prácticas itinerantes6. En algunos países europeos como Suecia se aplicaron esterilizaciones forzadas a mujeres gitanas hasta 19758.
Actualmente, la persecución del pueblo gitano ha dejado de ser legal (aunque su sobrerrepresentación en las cárceles y la desproporción de las condenas en relación con los delitos cometidos demuestra que se sigue ejerciendo violencia institucional hacia ellos9). Sin embargo, los gitanos siguen siendo uno de los grupos más oprimidos y discriminados y esta situación pocas veces es reivindicada por la sociedad mayoritaria. Se han ido forjando una gran cantidad de estereotipos y prejuicios sobre ellos que se han difundido mucho más que su trágica historia y que han mantenido la opinión pública en su contra. Algunos de estos estereotipos fueron generados por los escritores europeos en el siglo XIX y, a pesar de ser estereotipos románticos, parten desde una mentalidad de superioridad colonial que compaginó sublimación simbólica con desprecio10. Algo parecido ocurrió en la época franquista, que se sirvió simbólicamente de “lo gitano” para construir una identidad nacional al mismo tiempo que se despreciaba y perseguía a los gitanos reales11. Los medios de comunicación actuales (sobre todo la televisión) dan una imagen descontextualizada y sesgada del pueblo gitano y son otros de los grandes responsables de la situación de marginación que enfrentan.
La mayoría de los esfuerzos desde las instituciones y organizaciones no gubernamentales para mejorar la situación de los gitanos se han centrado en generar facilidades para su inserción al sistema educativo y laboral, en difundir su cultura (arte principalmente y en ocasiones también su historia) y en desmontar estereotipos poniendo ejemplos de gitanos “integrados” en la sociedad; profesionales gitanos que han estudiado y que tienen un trabajo bien considerado (gitanos abogados, periodistas, investigadores…) pero raramente estos esfuerzos son dirigidos a fomentar su autonomía como pueblo. La atención (debate y fondos) se ha centrado principalmente en la educación, aun así, el 64%12 de los jóvenes gitanos dejan la escuela sin terminar la secundaria. Frecuentemente, o se culpabiliza a la población gitana por el alto índice de fracaso escolar, o bien se la justifica por la situación de marginación histórica pero, en ambos casos, se evade la autocrítica de que, en realidad, las políticas de integración o inclusión son generadas desde el etnocentrismo y se dan solamente en un sentido; como si los gitanos fueran los únicos que debieran “aprender” a relacionarse de “forma correcta” con la cultura occidental cuando son precisamente los occidentales quienes han perpetrado las relaciones interculturales basadas en la opresión, el rechazo, la marginación, la persecución, el exterminio y el olvido. El reconocimiento de un origen étnico distinto y la conciencia histórica son importantes, pero no son suficientes para mantener su identidad como pueblo mientras se ven forzados a abandonar sus formas de vida y organización social para integrarse a un sistema educativo que tiene como objetivo la formación de trabajadores útiles para el sistema productivo capitalista. Por lo tanto, aunque el fracaso escolar de los gitanos es visto por la sociedad como la causa de su situación de marginación es también consecuencia de una resistencia a la asimilación y de que la escuela es percibida como algo poco útil en relación con su propia experiencia de supervivencia en los márgenes del sistema.
La civilización occidental ha colonizado prácticamente todos los rincones del planeta, sin embargo, los valores sobre los que se sustenta nuestro sistema de organización social son arbitrarios y ni siquiera están en concordancia con los procesos naturales así que no tienen por qué tener sentido para otras sociedades. La sociedad occidental tiene como pilares de su existencia la propiedad privada, el lucro y el poder, por ello los pueblos que más resistencia han mostrado frente a la asimilación occidental, como muchos de los pueblos nativos americanos, tienen cosmovisiones alejadas de las basadas en el beneficio material e individual; el grupo prevalece frente a la individualidad de cada persona, por lo que tienen estructuras internas más solidarias. Estos pueblos tampoco tienen una idea de propiedad de la tierra como la de occidente ni ven la acumulación de bienes como algo positivo. Esto también aplica para el pueblo gitano y es incluso más evidente debido a su origen nómada (puesto que la acumulación históricamente implicaba una carga que dificultaba su movilidad) 13. Sin embargo, a diferencia de los pueblos indígenas de América, los gitanos ni siquiera han gozado de la comprensión por parte del sector más “izquierdista” de la sociedad de su derecho a vivir de otra manera y a no ser asimilados por un sistema que les viene impuesto desde fuera. Esto se debe a que resulta más fácil entender ese derecho para pueblos nativos “que ya estaban allí y vivían de esa manera” antes que llegaran los colonizadores. Pero la injusticia fundamental que se da en todo proceso de asimilación cultural es la misma para todos los pueblos y a menudo pasa desapercibida en relación con el pueblo gitano.
En Latinoamérica, muchos pueblos originarios se están organizando para revertir el proceso colonizador y están defendiendo su forma de vida y su territorio de ser absorbidos por la economía internacional. Estas comunidades están buscando nuevas maneras de fortalecer sus sociedades y su capacidad para autogobernarse para que sus miembros no tengan que sufrir extrema pobreza y desempleo. Para ello, están tratando de combinar el conocimiento de sus raíces, historia, creencias y tradiciones con los conocimientos científicos y tecnológicos de los contextos donde habitan para generar sociedades alternativas que contemplen las demandas de justicia social y sustentabilidad mientas protegen los rasgos que los definen como pueblo14. Estas comunidades, además de generar alternativas están desafiando al Estado neoliberal ya que están produciendo un cambio social desde el poder popular, sin esperar al reconocimiento ni al apoyo por parte de las instituciones, rompiendo con los modelos solidarios de dependencia de “lastima y limosna” y los programas asistencialistas que, al no atacar la base del problema, solamente suavizan, y al mismo tiempo perpetúan, el estado de marginación y desigualdad de los pueblos indígenas. El zapatismo es probablemente el caso más conocido en América latina, aunque no el único, de empoderamiento de un pueblo indígena que está consiguiendo grandes avances en diversos ámbitos como son la autosuficiencia alimentaria, la igualdad de género, la autogestión de sus territorios y la sustentabilidad. Además, han llevado a cabo un proceso etnoeducativo inédito; una apropiación de la institución escolar, que no trata solamente de incorporar contenidos étnicos en la educación sino de recuperar la función educativa (las formas en que se aprende y actúa en la cultura propia) para orientar las culturas indígenas hacia un futuro autodefinido15. El zapatismo, y otras luchas indígenas de américa, pueden ser de utilidad para el pueblo gitano; en su resistencia a la asimilación y en su camino hacia la construcción de movimientos propios y alternativas de organización social enfocadas a la autosuficiencia y autogestión de su comunidad. A menudo, se le cuestiona al pueblo gitano la falta de su propia voz en la defensa de sus intereses, sin embargo, debido a que se trata de un pueblo diseminado por el mundo, las estrategias que les han permitido sobrevivir a lo largo de su historia tienen que ver con la adaptación y la invisibilización (con costos como por ejemplo la pérdida de su idioma, en muchos casos) y no con el enfrentamiento para defender sus intereses como ha ocurrido más frecuentemente con pueblos nativos oprimidos.
Quisiera, con este texto, contribuir a desmontar un poco el etnocentrismo occidental desde el cual miramos y juzgamos el mundo y que a tantos pueblos ha condenado y sigue condenando a la desaparición, de la misma forma que se condena a sí mismo (ya que vamos directos hacia una catástrofe medioambiental que pone en riesgo nuestra propia supervivencia como especie). Nuestro modo de pensamiento, organización cultural, económica y social no es el único. Existen otros, y algunos entran en contradicción con las bases mismas del sistema que hemos creado. Queremos que en la lucha por un mundo nuevo no se vuelva a olvidar al pueblo gitano porque no queremos nunca más un mundo sin los otros pueblos.
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