Una Cuba mejor es más posible que nunca
La clave está en la ampliación de la participación ciudadana en los procesos de socialización de la propiedad y democratización de la vida política.
La reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU y el inicio de la normalización de los vínculos de todo tipo entre ambos países que implica la eliminación del bloqueo político que sostenía la gran potencia del Norte sobre la pequeña isla del Caribe, abren un compás de espera y un nuevo espacio que bien aprovechados por todas las fuerzas constructivas y democráticas cubanas crean -como nunca antes- las condiciones para una Cuba mejor para todos los cubanos.
Algunos situados en los extremos consideran que este acercamiento puede resultar adverso. Unos porque creen que prolongaría y consolidaría la ¨dictadura castrista¨, otros porque el ¨imperialismo¨ se apropiaría de la economía y los corazones de los cubanos.
Apartando intereses estrechos y sectarios que se pueden estar escondiendo tras esas visiones, no parecen percatarse de todas las ventajas del acontecimiento para la gran mayoría del pueblo cubano, sus esperanzas democráticas, su creatividad, sus fuerzas productivas y especialmente para su soberanía como auténtico decisor y ejecutor de su futuro.
Hace algún tiempo ya fue escrito que si encomendar las soluciones de los problemas del pueblo cubano a la ayuda y benevolencia del poderoso vecino del Norte implicaba entregarle el país a cambio de un miserable plato de lentejas; desconocer las ventajas de una relación constructiva y pacífica con el mismo, sería condenar la nación a la condición de ¨ciudadela sitiada¨ a merced de oportunismos nacionalistas de toda laya.
Mover el país por el sendero entre esas posiciones a partir de una creciente participación de los ciudadanos en las decisiones de todo tipo, en la política y en la economía, es el gran reto de la sociedad cubana y, en particular, de su izquierda democrática.
La ¨actualización¨ que promueve el gobierno de Raúl Castro reconoce al cooperativismo y al cuentapropismo espacios secundarios en la economía, dando prioridad a las empresas estatales, sin acabar de asimilar su propio aserto de que el estado no debe administrar empresas, sin entender el significado del trabajo libre, asociado o no, para el bienestar y el desarrollo socio-económico del país y olvidando los objetivos iníciales de esta revolución, que no pertenece a nadie en particular sino a todo el pueblo, sobre el restablecimiento de la democracia.
Paralelamente al proceso de negociaciones con EEUU y a su participación en apoyo al desarrollo de la economía, es necesario realizar un proceso de socialización de la propiedad a través de la extensión del cuentapropismo, las pequeñas y medianas empresas de todo tipo, el cooperativismo y la participación de los trabajadores en la dirección, gestión y repartición de utilidades de las empresas estatales, junto a la democratización y diversificación de las instituciones de participación política a todos los niveles.
En otras palabras, concretar el empoderamiento ciudadano.
De lo contrario, Cuba corre el riesgo de pasar del capitalismo monopolista de estado decadente, impuesto en nombre de un socialismo que nunca ha existido, a una forma de capitalismo de estado, autoritariamente compartido entre una elite político-militar y el gran capital norteamericano.
Hay que reconocerles a los Presidentes de EEUU y Cuba el haber dado este paso que crea condiciones primarias para que una Cuba mejor sea más posible que nunca. Pero que esta oportunidad abra el camino a la Cuba con todos y para el bien de todos, por la cual lucharon varias generaciones durante casi dos siglos, depende de los propios cubanos y su inteligencia.
El momento es de diálogo y concertación, de espera prudencial y de alianzas populares y democráticas en función de los intereses de las mayorías.
Raúl y su círculo más estrecho, si desean consolidar su posición y llevar la ¨actualización¨ a buen termino, tendrán que eliminar todas las trabas que impone el pesado fardo de la vieja burocracia partidista neoestalinista que controla las organizaciones de masas, los procesos electorales, los poderes locales y las empresas estatales y buscar la alianza con los trabajadores y las clases medias abriéndoles todos los espacios posibles.
Hay que evitar que todo quede en que las empresas extranjeras terminen invirtiendo solo en cooperación con los monopolios estatales, sin independencia real para contratar trabajadores, sin créditos ni posibilidades para desarrollar las PYMES, ya sean de capital privado o asociado.
En este sentido tendrá que flexibilizarse la ley de inversiones y convertirse en una ley de empresas simplemente, para todo tipo de inversiones donde los capitales cubanos de cualquier dimensión, existentes en el país o fuera, puedan desplegar sus iniciativas individuales o asociadas.
El estado tiene que abrir el comercio externo e interno, pues actualmente el control de sus monopolios sigue siendo la causa principal de los altos precios que impide el abaratamiento de los costos de los insumos y las mercancías de amplio consumo popular, especialmente los alimentos.
Otro aspecto a revisar de inmediato es la ley impositiva que sigue grabando los ingresos y no las ganancias, factor que limita la reproducción ampliada de las empresas nacientes y eliminar toda la parafernalia de permisos absurdos para abrir negocios y cooperativas, sea en los servicios o en la producción.
Todas las fuerzas constructivas y pacíficas del país deberían, dentro y fuera del gobierno, dentro y fuera de Cuba, echar a un lado rencores y venganzas y comprometerse en un diálogo nacional que posibilite el camino compartido del progreso nacional hacia una nueva constitución democrática en su contenido y en la forma de alcanzarla.
El diálogo entre los gobiernos de Cuba y EEUU, debe implicar un diálogo entre los pueblos y especialmente entre el gobierno cubano y los que pensamos diferente.
Ya se avecinan las próximas elecciones del Poder Popular. Esta es una buena oportunidad para que el gobierno demuestre su vocación democrática, prohíba por ley toda represión del pensamiento y el activismo político diferentes, facilite la ampliación de la libertad de expresión y asociación y realice modificaciones en la ley electoral que posibilite otras formas más democráticas de proposición de candidatos, elecciones directas de los alcaldes municipales, los gobernadores provinciales y el Presidente de la República.
La nación andará con todos o nunca lo será.
Ninguna de sus partes tiene derecho a secuestrar el futuro para intereses estrechos.
Desde la defensa de las posiciones del Socialismo Participativo y Democrático, abogamos por la concertación, el diálogo, el encuentro, la reconciliación nacional y la prosperidad del pueblo cubano en un ambiente de paz y democracia.
Una Cuba mejor es más posible que nunca. Lograrla es responsabilidad de todos los cubanos de buena voluntad.