Por Iñaki Urdanibia
«Los regalos que no te envié en el aniversario de la guerra son / mi poema despidiéndose de mí al cerrar el libro; como si / me muriera de gangrena, / los puentes cortados entre mi boca y cualquiera de mis / palabras; //…mientras yo deliro: / Gaza…Gaza»
Nasser Rabah ha nacido, (campo de refugiados de Magazi, 1963) ha vivido, ha padecido y ha escrito en Gaza, desde Gaza, la Insobornable, Gazza al- `Azza. Quede claro que no es su mérito su origen, ahora que Gaza está tristemente en el candelero, sino que es un poeta con obra publicada y con reconocimiento en el mundo árabe y fuera de dicho ámbito.
Ahora, en Ediciones del Oriente y del Mediterráneo ve la luz su «Gaza: El poema hizo su parte». Además de su calidad lírica, los poemas del Rabah, mantienen un nexo de unión con sus propia tierra natal: tierra de paso entre el Mediterráneo y el desierto, entre Egipto y el Creciente Fértil, un territorio de conquistadores y comerciantes -como señala en el Prólogo Luz Gómez-, Franja convertida en la mayor cárcel al aire libre de la Tierra, en donde el 80% de sus habitantes son refugiados de los tiempos de la Nakba de 1948, lugar de nacimiento del movimiento de liberación palestino, y cuna de las Intifadas. Allá resiste el poeta junto a su pueblo, a lo largo de los años, permaneciendo en los duros tiempos (¿ha habido alguno que no lo sea en tal lugar?), como en la actual guerra de exterminio, con su casa destruida en gran parte, su biblioteca asolada…escribe el poeta al respecto: «Las bibliotecas se buscan a sí mismas entre las cenizas./ No importa…Ningún libro conmueve mi corazón/ tras el libro de los tanques», es que la furia asesina del Tsahalse guía por la aniquilación incluyendo en tal empresa la cultura, como ya hiciesen en los tiempos del nacimiento del estado sionista, borrando los nombre toponímicos, y otros, que eran árabes para sustituirlos por su lengua, el hebreo: cambio el nombre, cambio la propiedad. Como es natural, la poesía está ligada a la situación, a las variaciones que en ésta, se da, y en estos momentos la fase es la propia de una poesía del genocidio, lo que no supone, de ninguna de las maneras, que otras facetas sean ignoradas en los versos…con las borrosas esperanzas de la posible salvación. «Palabras morid un poco para que pueda cambiar mis raídos poemas por miradas tristes y nubes ligeras, y así echarlos en mi corazón como plumas ligeras»
Los poemas, finales de esta antología, los nueve últimos, pertenecen a los meses que van de noviembre de 2023 a junio de 2024; poemas de un refugiado, en los que planea la herida infringida a diario a los gazatíes, que se ve entreverada por la cotidianeidad en que la vida y la muerte apenas se distinguen. Cuarenta y seis poemas, incluidas algunas prosas líricas, y una entrevista con que se cierra el volumen. El vacío, la ausencia, los recuerdos, las ruinas, los bombardeos, el dolor, y el incierto futuro de los niños, también el silencio de los que no crecieron…y las preguntas sin respuesta acerca del desastre de la guerra, y «¿Quién sacará al civil del uniforme del soldado, al soldado del uniforme del político, al político del uniforme del religioso, y al religioso del uniforme de los necios? ¿Quién sacará a la ciudad de la hipocresía de los trajes?», en medio de un laberinto de palabras, vagas y dispersas, que sitúan al poeta en la disyuntiva de elegir entre ellas la que más se adecúe..pues el correo ha enmudecido y las noticias están ausentes, en una patria fuera de servicio*, como se titula uno de los poemas del libro, que incluyo al final, entre medio de una mermada esperanza y el asombro dominante ante las paredes de una prisión que no quebró su espíritu; «El prisionero volvió a su casa…pero no la encontró, / volvió a su vida…pero no la encontró, / no encontró más que su desconcierto como una escalera / y trepó por ella hasta mi corazón», y los cuerpos y los sueños mutilados, expresados con las palabras amar, odiar, gritar. Piedras, árboles, flores, lagos, guijarros, corazones, mariposas, pájaros y ángeles que se cuelan en los versos, junto a los espejos rotos y los relojes parados, dando paso al amor, a los amores recordados, y en algunas ocasiones truncados, sin faltar el recuerdo a otros poetas palestinos como Mahmud Darwish o Khaled Juma.
Versos y prosas que, a pesar de los pesares, no abundan en llantos, lamentos, sino que dejan filtrarse las luces de jardines de palabras que se alzan, por momentos, como plegarias, con tintes religiosos explícitos…«No estoy triste, pero escribo, / y eso me recuerda las cosas tristes». Si Fernando Pessoa sostenía que le poeta es un fingidor, en esta caso estamos ante el poeta cazador que usa sus poemas como trampas, o como jardinero de silencios, ladrón de pañuelos o el hechizado que reza…
* Como queda señalado: no me resisto a concluir este comentario con el poema nombrado, que aparece en la contraportada del volumen y aparece también en la página 108:
PATRIA FUERA DE SERVICIO ( 26 de junio de 2024)
El gimnasio está fuera de servicio
¿A quién le importa? No tengo tiempo para cuidar mi cuerpo
frente a espejos hechos añicos;
¡Para qué! No hay cafés para lucirse un jueves, ni balcones
para una tarde de domingo.
La luz se va todas las tardes.
Las bibliotecas se buscan a sí mismas entre las cenizas.
No importa…Ningún libro conmueve mi corazón tras le libro
de los tanques.
La vida y yo;
un ciego de rodillas entrega un anillo de luz a una ciega.
Lo que queda es la imaginación,
un músculo incansable. La imaginación es el café de los extraños, los espejos
del inconsciente, las bibliotecas de los cautivos.La imaginación es lo que nos queda para
hacer una patria
de la nada.