Turquía. EL costo de la patata frente al costo de una bala
Durante la última década ha habido un fuerte movimiento obrero en Turquía. Cuando la economía crecía rápidamente, las reivindicaciones de aumentos salariales y mejoras en las condiciones laborales también se hacían sentir.
Esto se puede ver a través de algunos movimientos importantes y espontáneos de trabajadoras y trabajadores, como el de la industria automotriz en mayo de 2015 o en la construcción de aeropuertos a partir de 2018. Se trata de una tendencia general en los últimos diez años, con muchas acciones de las y los trabajadores para obtener nuevos derechos y hacer avanzar los derechos ya adquiridos, a veces mucho menos visibles.
Una forma de observar esta tendencia es analizar la evolución de los salarios en relación con el tipo de cambio del dólar estadounidense y la tasa de inflación anual. Si tomamos el salario mínimo bruto, las ganancias diarias promedio, la tasa de inflación anual y el tipo de cambio anual promedio del dólar estadounidense en 2009 como base 100, vemos cómo ha aumentado cada uno. Hasta 2018, el salario mínimo bruto y las ganancias diarias promedio crecieron mucho más rápido que la tasa de inflación anual o la tasa de cambio promedio anual del dólar. Por lo tanto, la clase trabajadora en Turquía estaba a la ofensiva para obtener nuevos derechos y mejorar sus condiciones de trabajo y salarios hasta 2018. Esta ofensiva no fue organizada por ninguna organización y, lamentablemente, también fue desatendida en gran medida por la izquierda radical. Por tanto, no se convirtió en un movimiento político de izquierda y fue una oportunidad perdida para la izquierda radical.
Un cambio de rumbo en la economía
En 2018, esta situación cambió. A mediados de 2018, Turquía experimentó un aumento repentino del precio de las divisas y una inflación alta, así como la pérdida de puestos de trabajo. Por lo tanto, la verdadera crisis económica de Turquía comenzó mucho antes de la pandemia Covid-19. Y el movimiento de la clase trabajadora se replegó para proteger sus derechos, trabajos y salarios, o para luchar contra los despidos, obtener salarios impagados o indemnizaciones por despido, etc. La pandemia solo ha amplificado esta tendencia.
Durante la pandemia, Turquía no experimentó un cierre patronal similar al de los países europeos; las fábricas seguían funcionando poniendo en peligro la vida de las y los trabajadores, pero debido a la falta de demanda y la falta de oferta de algunos productos, ha habido paradas masivas en la producción. En respuesta a esto, el gobierno introdujo un plan de prestaciones laborales a corto plazo. Bajo este esquema, el gobierno pagó el 60% del ingreso bruto medio, con un tope de 4.381 TL (498 euros) por mes. Según declaraciones del propio gobierno, 3,7 millones de trabajadores se han beneficiado de este programa de corta duración. Pero este beneficio tiene condiciones estrictas que excluyen a ciertos trabajadores y trabajadoras. Esta es la razón por la que para quienes no pueden beneficiarse de esta prestación a corto plazo, el gobierno introdujo otro esquema en el que el empleador puede enviar a un trabajador a casa de vacaciones sin sueldo mientras el gobierno le paga 1171 TL (133,23 euros) por mes. Aproximadamente 1,2 millones de trabajadores y trabajadoras se beneficiaron de ella. Pero el dinero otorgado por estas prestaciones ni siquiera cubre las necesidades básicas. Los efectos reales de la crisis sobre el empleo probablemente serán visibles en septiembre, una vez que termine este apoyo gubernamental. Junto con la esperada ola de despidos masivos, también podemos esperar una ola de luchas defensivas.
Es por eso que el gobierno también está intentando manipular la reacción de los trabajadores tratando de ganarles a las filas de la movilización nacionalista y militar. A mediados de agosto, en una entrevista televisiva con el Ministerio de Economía, cuando se le preguntó sobre el rápido aumento de las divisas extranjeras, respondió hablando de los costos de las operaciones militares, añadiendo por supuesto que estos tendrían efectos sobre la economía y que la ciudadanía tendría que asumir este costo. En 2019, Erdogan también dijo algo similar: “Les pregunto a los que hablan del precio de la berenjena, la patata, el pimiento, ¿saben el costo de una bala? ”.
Por todo ello, la izquierda en Turquía tiene ahora una tarea muy importante: vincular las quejas y luchas de los trabajadores y trabajadoras por sus necesidades diarias con la lucha contra las agresivas políticas nacionalistas y militaristas del gobierno.
Metin Feyyaz, militante de la IV Internacional en Turquía.
https://npa2009.org/actualite/international/turquie-cout-de-la-pomme-de-terre-vs-cout-dune-balle
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
vientosur.info/el-costo-de-la-patata-frente-al-costo-de-una-bala/