Aisha, Naima y Leila, nieta, madre y abuela; tres mujeres, tres generaciones, y un país que lucha por lograr la independencia: el Sahara occidental, un territorio que fue colonizado por España, y que es reclamado como suyo por el reino alauita marroquí, con el apoyo de EEUU, Israel y otros países que, cambiando de postura, acaban dando la razón a la potencia de Marruecos.
Ebbaba Hameida, periodista y vicepresidenta de Reporteros sin Fronteras en España, nació en 1992 en Hagunia, en los campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia), creciendo entre Italia y España, acaba de ver publicado «Flores de papel», editado por Península, en el que se retrata la vida de las mujeres nombradas, y por medio de sus experiencias conocemos la diferencia de modos de vida entre Italia, a donde llegó Aisha a los seis años y su color de la piel que le hizo padecer la lacra del racismo, y el desierto saharaui, la vida en las jaimas del desierto, la visión que acerca de las mujeres como seres marcadas por el pecado, lo que hace que algunas actividades, como la matanza de animales para alimentarse (salvo en caso de necesidad, forzada por las circunstancias), les están vedadas ya que no traería más que malas consecuencias; las bodas concertadas con la entrega de dos camellos a cambio de la esposa-caso de Leila-, y la lucha por la independencia, plasmada en una guerra sin cuartel, desde la fundación de la República del Sahara en 1976. A través de un anuncio Aisha se entera de que en un hospital se ofrecen puestos de enfermera; a ella le interesa el trabajo, pero teme que su madre se oponga ya que supondría dejarla sola. Al final consigue el trabajo en el hospital y allá es testigo de los desastres de la guerra, cuerpos mutilados, seres moribundos y la responsable del lugar exigiendo la postura que se ha de adoptar, a la vez que se filtra la invitación, o casi la obligación, de tener hijos, ya que se necesitan nuevos combatientes ante el recrudecimiento de los ataques marroquíes, somos puestos al tanto del desarrollo de la guerra, duros tiempos, y los muros levantados por el reino alauita para impedir las incursiones de los saharauis, que luchan en busca de su independencia, y el logro de su plena identidad.
A través de las vidas y las cuitas de las mujeres casi se abarca un siglo de historia del Sahara occidental, y la escritora se pone en la piel de las tres mujeres y refleja sus preocupaciones, las normas por las que son regidas, y sus sentimientos, muchas veces tristes ante la dureza, no del desierto al que alaban, de la lucha. Y Ebbaba Hameida muestra su amor a la arena que le vio nacer y el interés por la vida de sus antepasados, y por medio de los nuevos conocimientos va tejiendo una ficción que plasma una realidad sintiente que aun manteniéndose ajena al ensayo o a la historia, toma el pulso de su pueblo y de su implicación en la guerra que se les impone. Sale a la palestra el exilio y el desarraigo de la hija separada de su familia y el conocimiento de inmensas extensiones de agua, y el ya mentado, país al que fue llevada con sus costumbres abismalmente diferentes a los de su país. Y diferentes personas, fiestas, la construcción con ladrillos de adobe y la ruptura del hábito de tener a sus hijas en el entorno familiar al decretarse la educación obligatoria; primando el empeño de creer cuadros que hace que no pocas personas sean enviadas a otros países para continuar su formación: así Argelia, Siria, Yugoslavia o Cuba.
Asistimos igualmente a las conversaciones de la nieta y la abuela y la alegría de ésta al ver la vuelta de su nieta “italiana”, del mismo modo que vemos las disputas entre la abuela y su hija que siempre están a la greña. No falta la vista al pasado y a la presencia militar hispana y las tropas nómadas de los españoles buscando a polisarios; y la espera ante la marcha de los españoles y sus promesas de que nadie se apoderará del territorio, y las pomposas declaraciones de organismos internacionales sobre el derecho del Sahara Occidental a ser sí mismo sin intromisiones de Marruecos, ni Mauritania…y el pueblo saharaui rodeado y vigilados por los cuatros costados, tiempos de la amenazante Marcha Verde marroquí, coincida por los saharauis como Negra. No faltan las descripciones de combate, cundo el verde oliva se adueña de los y las combatientes, así Naima, y las palabras hermanos, enemigos, lucha vienen a convertirse en las dominantes. Palpamos la culpabilidad de la pequeña, las personas huidas, al igual que los que parten a Cuba, y a otros lugares, y las limitaciones que pesan sobre las mujeres a la hora de seguir los mismos caminos que les son permitidos a los hombres…y los niños saharauis enviados a pasar las vacaciones en España con el fin de ofrecerles al menos algunos momentos de paz y diversión, lejos de la tensión cotidiana que viven en el desierto,…
Un retrato de la situación desde el tiempo del nomadismo, de las tropelías de la colonización, y la dificultades iniciales de adaptarse a un sedentarismo en lugares en los que se ha de organizar la convivencia, y entregarse a la lucha y a la construcción de redes de educación, de sanidad y de ayudas, bajo la bandera de una identidad que van levantando las bases de un posible futuro Estado. Y la pluma de Ebbaba Hameida alzando la voz de las mujeres, y dejando constancia de que existen y de que el camino hacia su liberación ha de ir unido al de la liberación de país.
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P.S.: No hace mucho publiqué una recensión de una combativa obra del incansable Luis Portillo Pasqual de Riquelme:
https://kaosenlared.net/viva-el-sahara-libre/