Te cambio esta España por un país democrático
Las películas más divertidas y curiosas sobre la historia y vida social en Cuba, al lado de la genial Vampiros en La Habana (Juan Padrón, 1985), de aquel auto sacramental titulado Lista de espera (Juan Carlos Tabío, 2000), de las joviales e ingeniosas críticas que fueron Guantanamera, Fresa y Chocolate (Tomás Gutiérrez Alea, 1993. 1995, respectivamente), o la buñuelesca y formidable Muerte de un burócrata (1966, del mismo realizador), es sin duda el filme Se Permuta (Juan Carlos Tabío, 1983), el que refleja de una forma más festiva y campechana, las mil y una anécdotas que suelen darse, como resultado de aquella ingeniosa medida que aún practica el pueblo de la mayor de las Antillas, para salir al paso de la crisis de la vivienda, que sigue siendo uno de los problemas más fundamentales por resolver, aunque en parte se mitigara desde la puesta en marcha del célebre cartel “Se permuta”, y que logró la sonrisa conmiserativa de millones de espectadores del campo capitalista. Hoy las cosas han dado un giro espectacular de 180 grados. España ya no ríe.
Héteme aquí que, pasados unos cuantos años desde el estreno de aquella comedia, cuando la sociedad primermundista atraviesa una siniestra ciénaga económica, en la que los peligros acechan en detrás de cada húmedo matorral, por culpa de la avaricia sin límites de sabandijas-banqueros y parásitos-empresarios, sanguijuelas borbónicas y gobiernos corruptos, ha tenido que ser el ingenio popular, impelido por la necesidad y la angustia ante un más que incierto futuro, de donde brote y se plasme la eficacia de tal medida, como ya se hizo con las bombillas de bajo consumo (que el sistema cubano adoptó hace años) para mitigar el habitual derroche de energía.
Los brutales efectos caídos sobre el primer mundo en forma de expropiaciones, desalojos, embargos (muchos acompañados de violencia policial y todo tipo de vejámenes), han obligado al pueblo español a imitar la permuta cubana, como una solución más que posible, más sencilla, barata y menos farragosa en cuanto a impuestos, a intervención notarial y la casi innecesaria presencia de un aval bancario, dispuesto a proporcionarnos miles de euros, para comprometer el futuro del firmante del préstamo, al que se exige una devolución gravada con más del 50 por ciento de lo entregado.
La permuta, una práctica tan vieja en España como relegada al pasado, en la que no hay necesidad de cantidades considerables de pasta gansa, no desapareció del todo con la llegada de la llamada europeización del país, aunque aquella se viera reducida a determinadas operaciones (como el vetusto, pero eficaz, trueque), en las que ahora emerge potente, cual salvavidas para quienes no sabían cómo terminar con el problema de compra-venta de su vivienda, decididos a ocupar un espacio menos lesivo económicamente o mucho más adaptable a las necesidades de la familia. En una localidad madrileña, ha llegado la permuta con este sencillo anuncio:
Cambio piso en Fuenlabrada por vivienda en Jaén
  Las numerosos dificultades para conseguir un préstamo hipotecario, amén de tomar decisiones urgentes en momentos duros, cuando hay que dejar a un lado el exceso de metros o de habitaciones, en beneficio de una existencia más acorde con los tiempos de vacas flacas, conducen hoy a numerosos propietarios a la búsqueda de alternativas a su vivienda actual. La permuta ya se ha convertido en una opción en auge para los sufridos españoles.
Sobre los entresijos del trueque, el propietario de una agencia inmobiliaria explica que en la permuta de dos propiedades, una parte del valor de las mismas no se transmite y por tanto, no tributa ni se financia. «Por ejemplo, si dos propiedades de un valor de 120.000 y 180.000 euros están interesadas en un cambio, su diferencia a compensar será de 60.000 y en caso de permuta ambas tributarían por esas cantidades en el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. Pero si el valor mínimo admisible para la valoración de estas propiedades fuera de 100.000 y 160.000 se estarían compensando la misma cantidad tributando por cantidades menores, sin defraudar a Hacienda y por tanto ahorrando impuestos al reducir la base sobre la que aplicamos el impuesto«. Al menos, se abre así un resquicio de luz en la oscura trama de esta película de suspense llamada siglo XXI.
Internet se va llenando con opciones de esta clase, mientras que cientos de particulares y algunas inmobiliarias se embarcan en esta nueva aventura, como complemento a su actividad tradicional. Las ofertas y peticiones son muy variadas. Hay quien desea permutar su piso en pleno centro de Madrid, por un apartamento en la playa o quien busca un intercambio dentro de la misma ciudad.
A fecha de hoy, 25 de Mayo de 2010, el aumento de ofertas para permutar apartamentos, chalets, pisos, casas de campo, etc., adquiere caracteres de pequeña epopeya, demostrando, como en el caso de las famosas bombillas que hasta Holanda tuvo que adoptar, que el sistema político y social cubano, es modélico en soluciones, en ingenio, justicia y equidad, en el que existen, además, instrumentos de precisión para dar una singular alternativa y enmendar en parte el eterna cuestión de la vivienda; y todo ello aplicable sobre todo a pueblos a los que se ha querido someter bajo el yugo del FMI y el Banco Mundial. 
Es por ello que, animado por la recuperación histórica del trueque, lanzo mi particular anuncio para que algún cubano nos ofrezca una idea: Se permuta político socialista de pacotilla, leonés, mediocre, incapaz, monolingüe, con bajo cociente intelectual, por cubano socialista verdadero, santiaguero o habanero, cienfueguero o avileño, guajiro o universitario, emprendedor, políglota, de IP normal, pagando al contado.