Superar el 78 para cambiar nuestras vidas
o de desmovilización trajo consigo como contrapartida una serie de concesiones al movimiento obrero y a la izquierda, con la idea de desarrollar un cierto “capitalismo popular” que se plasmó en un estado del bienestar tardío y menguado, extendido en la gestión de un PSOE magnífico heredero de los “consensos de la transición” y que supo integrar la idea de construcción de clase media como expectativa vital de sectores importantes de la clase trabajadora, incluido sectores de dirección del movimiento. Este modelo económico ligó en gran parte a ciertos intereses privados con la administración pública, incluyendo la especulación urbanística. Así mismo fue fundamental para la reabsorción de los conflictos y contradicciones nacionales la construcción del estado de las autonomías. El espíritu del 4D, que reivindicaba a Andalucía desde los anhelos de las clases populares, fue borrado del relato oficial para encorsetarlo en una lógica también subordinada a las clases dominantes del estado español.
Con la llegada de la crisis, la legitimidad y el consenso generado alrededor de todas las instituciones salidas de aquella transición, se han visto duramente golpeadas. La reivindicación democrática y de impugnación del régimen que comenzaba en la calle con los gritos de rebeldía como “lo llaman democracia y no lo es” y “no somos mercancías en manos de políticos y banqueros”, está asociada a dicha crisis social, a la degradación de las condiciones de vida de las clases trabajadoras y a la descomposición y desmitificación de eso que se ha llamado “clase media
2015 comienza con la victoria de Syriza en Grecia y con encuestas que daban la victoria electoral a Podemos. Cerramos el año sin embargo con la derrota de Tsipras aceptando el memorándum y con un ciclo electoral incierto en el estado español, donde el régimen ha pasado a la ofensiva para asegurar su supervivencia. Sea cual fuere el resultado del ciclo electoral, es evidente que no hay espacio ni intención por parte de la clase dominante para intentar realizar nuevas políticas que cierren la brecha social sin renunciar a sus privilegios. Tampoco parece que sea posible cerrar la crisis del Estado Autonómico sin abrir nuevos procesos constituyentes con una participación activa de la ciudadanía.
Por tanto no hay razones para pensar que este combate de largo aliento para instituir una nueva constitución que blinde los derechos sociales y democráticos de una mayoría social y de los pueblos se cierre en este ciclo electoral. Habrá idas y venidas, aperturas y cierres parciales de las brechas abiertas en los consensos de la transición. Pero las potencialidades constituyentes se van a mantener en el tiempo mientras las fuerzas sociales y políticas antagonistas al orden neoliberal, no legitimen ninguna operación de autorreforma desde arriba y mientras no desmovilicen con falsos consensos imposibles vinculándose emocionalmente el 6D.
Lo que debemos y necesitamos hacer para que el cambio de país siga abierto es mantener un nuevo sentido común desde abajo y nuevas alianzas solidarias de los sectores golpeados por la crisis. Éste no es un 6 de diciembre más, no lo es cuando anhelamos otras instituciones radicalmente distintas y radicalmente fieles a la mayoría social. Estiremos el proceso de cambio: nos merecemos una nueva vida.
4/12/2015
Jesús Rodríguez, parlamentario de Podemos Andalucía
María Romay, concejala de Por Cádiz Sí se Puede