Sublimar la mediocridad
Por Prudenci Vidal
Si el lema de las elecciones del 78 era” Habla pueblo, habla” pues para que el acto de comunicación se cierre es imprescindible que los hablantes y los oyentes utilicen el mismo código; es entonces cuando se realiza la conceptualización y la comprensión llega a feliz término. En la actual coyuntura política en que nadie escucha a nadie, que los códigos representativos son absolutamente diferentes y las interpretaciones del discurso, de los resultados y de la apropiación de los resultados electorales deviene un caos, cabe preguntarse qué parte del mensaje, resultado de las elecciones el 28 de abril, no se acaba de entender.
En mensaje, el acto de comunicación por parte de la ciudadanía se inició y, por lo visto, los canales auditivos de quienes estaban a la escucha del mandato ciudadano, ha sido claro: “Estamos hartos de que unos hagan y otros deshagan… Pónganse de acuerdo para avanzar hacia la justicia social, a la limpieza de las instituciones; hagan, ya de una vez, políticas de país y déjense del politiqueo partidista, y PACTEN”. Pero no lo entienden, no les conviene entenderlo o, lo que es aún peor, no saben entenderlo.
La mediocridad se ha instalado desde ya hace demasiado tiempo en la política de este nuestro país. La obcecación ideológica impide la buena gestión de los servicios públicos por unos y por otros [unos quieren privatizarlo todo, otros tienen las tijeras a punto para recortar]. Mientras la población sufre, se cabrea y aparece el espectro del fascismo como solución democrática. Las estadísticas de pobreza aumentan, el riesgo de exclusión social no para de incrementarse hasta cifras propias de países del tercer mundo [duele decirlo, pues más debe doler el padecerlo…]; la falacia de que las pensiones públicas serían suficientes si llegábamos a los 19 millones de cotizantes se ha mostrado evidente. El diagnóstico, como otras tantas veces, se ha mostrado fallido porque esconde la realidad con un velo difuminador: la precariedad laboral, los salarios de miseria y las cotizaciones resultantes de la ignominia laboral son los causantes responsables de este desastre. Y ellos, que son gente honrada, ni se avienen al análisis, y se incapacitan al pacto a favor de la ciudadanía. Es como querer que el burro entre de espaldas al establo: no hay manera.
Hay algo incuestionable: la crisis del 2007 y los resultados de la aplicación de la doctrina neoliberal han destapado su propia contradicción. Pretendieron que el Estado dejara de participar en la vida económica, pero los empresarios, sobre todo los bancos y financieros, exigieron que el Estado apoyara a las empresas. Es decir la adulteración de la propia concepción de capitalismo neoliberal. Y si es verdad el dicho de “Por sus obras los conoceréis” aquí están sus resultados.
Algunos de nosotros, incautos e idealistas, creímos que el 28 de abril la ciudadanía iba a enterrar a los gestores de la corrupción, de los recortes, de los enfrentamientos partidistas y de los obedientes a los lobbies financieros y periodísticos… ¡Vana esperanza! Y ahora se vislumbra el inicio de otro acto de comunicación para el mes de noviembre. Los emisores seremos los mismos, los receptores también, el código pretende ser el mismo, pero el contenido del mensaje, nos preguntamos, ¿puede cambiar?
La soberanía popular, tantas veces aludida por unos y por otros, no tiene un diccionario para ser interpretada. El mensaje es lineal y si no ha otorgado mayorías es porque considera que no debe haberlas e instrumentalizar pactos es el deber de quienes han sido elegidos para ello.
De convocarnos a otras elecciones, deberemos poner en solfa más elementos que no sólo la elección de los gestores: el sistema electoral no funciona y habrá que reformarlo, cambiarlo radicalmente. Pero no nos hagamos ilusiones. Estos inmovilistas se han acomodado al sistema del 78 y no muestran alternativas. De ser así, que lo será, deberemos presionar para que no sólo cambie el maquillaje, hará falta un proceso constituyente republicano que ponga otras bases de un nuevo estado que atienda los principios de igualdad, justicia y solidaridad propias del republicanismo. La exigencia de la población, abandonada a su suerte durante estos cuarenta años, lo va a demandar; es necesario e imprescindible que lo reivindiquemos o estos mediocres, sometidos a la obediencia de los gestores de la UE y de los lobbies empresariales propios y ajenos, sin ningún escrúpulo y ,como indica Platón en el mito de la caverna “falseadores de la realidad”, nos harán creer que sus intereses son los nuestros. Sus beneficios no para de crecer [10% más de millonarios en la última declaración de la renta] y el futuro de nuestro mayores pensionistas, de nuestros hijos y nuestros nietos se ve con nubarrones de tormenta que arrasa todo lo que encuentra y convierte en pedregal lo que antes fue tierra fértil.
La casa común de todos, que es el estado, hace aguas por todas partes y no vemos que se acepte un presupuesto para arreglar las goteras, erradicar las humedades, echar fuera al administrador que nos roba, analizar el presupuesto de las canalizaciones con garantías de calidad, que todos los vecinos tengamos los mismos accesos a los rellanos etc, etc.
Puede que la casa no tenga arreglo, porque los fundamentos están sobre arenisca, cuando pensábamos que eran sólidos y profundos. La experiencia nos ha demostrado que no es así. Y no podemos permanecer inmóviles, dejando que los mediocres, que hicieron los planos y que han gestionado las obras durante 40 años, sigan siendo los encargados de regir la casa común aplicando los mismos criterios que han llevado a la ruina a la población y que pretenden contumazmente seguir haciéndolo.
Prudenci Vidal Marcos
Miembro de La Marea Pensionista