¿Socialdemocracia en Cuba? Crónica de un fracaso anunciado

(Transcripción de la Entrevista-diálogo de «La Manigua» [Cuba] con Néstor Kohan, 22/9/2021, versión revisada y aumentada por el autor entrevistado)

– Antiimperialismo en la cultura y las ciencias sociales

– Izquierda revolucionaria e “izquierda” de gelatina

– El pluralismo inclusivo de la revolución cubana

– La historia “olvidada” de la vieja socialdemocracia proimperialista

– ¿”Socialdemocracia republicana” para Cuba?

– Ortodoxias, heterodoxias y pensamiento crítico

 

Antiimperialismo en la cultura y las ciencias sociales

Rodrigo Huaimachi: Néstor, en tu reciente libro Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia «soft» [La Habana, Ocean Sur-Ciencias Sociales, 2021], te inspiras en dos revolucionarios argentinos, Daniel Hopen y Haroldo Conti. Ellos son la antesala de este libro. ¿Por qué los has escogido como preámbulo o presentación? También nos gustaría saber tu opinión sobre Fernando Martínez Heredia, quien es más conocido en Cuba que los dos compañeros argentinos Hopen y Conti.

 

Néstor Kohan: ¿Quién es Daniel Hopen? Además de un compañero y amigo de mi padre (quien siempre me habló de él), Daniel Hopen era un muchacho que estudió sociología y fue profesor de la Carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además de su actividad académica, fundamentalmente pasó a la historia por ser un militante revolucionario. Daniel formó parte de una de las principales insurgencias revolucionarias de Argentina. Fue un militante práctico y un intelectual revolucionario, al mismo tiempo. Además formó parte de una revista muy célebre en la Argentina que se llamaba Nuevo Hombre (hace pocos años la Biblioteca Nacional de Argentina la reprodujo en edición facsimilar en varios tomos, tamaño tabloide). Él era de los más jóvenes dentro de la revista Nuevo Hombre.

  ¿Qué escribió Daniel Hopen? Entre varios otros textos, redactó una crítica muy extensa, rigurosa y detallada (desde el punto de vista político y también metodológico) del “Proyecto Marginalidad”. Un proyecto de investigación que fue tristemente célebre en la década de 1960-1970. Incluso hasta el periódico cubano Granma publicó una nota al respecto. Fue un proyecto muy conocido y resistido  en todo el continente, pues el Proyecto Marginalidad estaba financiado por la Fundación Ford (Ford Foundation). Ya en esa época, el imperialismo estaba previendo, con muchos años de anticipación, qué sucedería si se aplicaran los esquemas económicos neoliberales. Esa política “de shock” que comenzó a implementarse, por primera vez a escala mundial, a partir del golpe de Estado del general Pinochet el 11 de septiembre de 1973 (y que sigue aplicándose en diversos países hasta hoy, 2021). El proyecto Marginalidad buscaba identificar qué sucedería con los sectores de la clase trabajadora que quedarían desempleados y marginalizados. El imperialismo invirtió muchísimo dinero, decenas de miles de dólares (quizás centenas de miles) para averiguar qué pasaría con esas masas trabajadoras que iban a quedar por fuera del sistema productivo capitalista. ¿Irían a engrosar las fuerzas revolucionarias? ¿Se rebelarían? ¿Utilizarían, para resistir, la violencia revolucionaria? Dicho proyecto operó en varios países, fundamentalmente en Argentina y en Chile. El proyecto estuvo financiado a través de la Fundación Ford. Todo el mundo sabía (y sabe) que detrás de la Ford estaba… “la Compañía”, es decir, la principal institución de contrainsurgencia a nivel mundial. Lo llamativo es que, para investigar este tema, la Ford eligió –aquí viene la abrumadora actualidad del problema- a investigadores de origen marxista y a sociólogos que provenían de la izquierda. “La Compañía” no tenía ni tiene ningún problema en emplear gente que proviene de la izquierda, si les son útiles. Algunos integrantes fueron muy famosos, como Ernesto Laclau. El director del Proyecto Marginalidad, analizado y denunciado por Daniel Hopen, fue José Nun. También formó parte Fernando Henrique Cardoso (futuro presidente neoliberal de Brasil, en esa época todavía con posiciones “marxistas”), etc,etc. Entonces ese proyecto generó una serie de polémicas muy agudas y encendidas en todo el continente porque aparentemente utilizaba lenguaje “de izquierda”, e incluso terminología “marxista”, citas extraídas de El Capital y de los Grundrisse (la primera redacción en borrador de El Capital). En la superficie todo era muy prolijo y muy “rojo”, pero… detrás estaba la Fundación Ford, y a través de la Ford el dinero y la orientación política provenían de… la CIA. Lo aparentemente “prolijo” en realidad estaba manchado por el dinero sucio de la contrainsurgencia del imperialismo.

  Entonces Daniel Hopen analiza en extenso el Proyecto, sus encuestas, y lo cuestiona duramente a lo largo de 80 (ochenta) páginas. Su escrito crítico del imperialismo no apela a insultos ni a consignas. Daniel Hopen hace un ejercicio muy riguroso, metodológico e ideológico, donde desarma, desmonta y demuestra que es un proyecto de contrainsurgencia que el enemigo va a utilizar contra nuestros pueblos. Hace pocos días [2021] los tribunales de Argentina condenaron a prisión a dos altos funcionarios de la Ford por complicidad con la dictadura genocida de 1976. ¡Daniel Hopen tenía razón!

  Esa es la razón por la cual a mí se me ocurrió encabezar este libro sobre los problemas de la hegemonía y de la contrainsurgencia, tratando especialmente la cooptación de algunos segmentos de la intelectualidad de origen cubano, con una cita de aquel trabajo de Daniel Hopen que estuvo inédito hasta el año 2014. Recordemos que a Daniel Hopen y a su compañera de amor y de militancia, Moni Carreira, los secuestran, los torturan y los hacen desaparecer en 1976, con la dictadura cívico-militar del general Videla y el almirante Massera. Terroristas dirigidos por la embajada de Estados Unidos.

  En la Universidad de Buenos Aires, muchos “progres” (falsos izquierdistas, asalariados y becados por el imperialismo), defienden a la Ford y atacan con crueldad a Daniel Hopen (¡a pesar de haber sido secuestrado y desaparecido!) pero nadie se animaba a publicar su crítica a la CIA. Nosotros la publicamos completa en 2014, en un libro que se titula Ciencias sociales y marxismo latinoamericano, donde reunimos varios trabajos críticos de la Fundación Ford y la CIA (allí escriben desde el sociólogo de EEUU James Petras hasta el investigador brasilero-francés Michael Löwy, una investigadora de Grecia, el antropólogo mexicano Gilberto López y Rivas y varios compañeros de Argentina).

  En esta obra, Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia «soft», utilizamos un fragmento de Daniel Hopen para encabezar el libro, a modo de homenaje a nuestros 30.000 (treinta mil) compañeros desaparecidos y desaparecidas en Argentina, pero sobre todo rescatando esa crítica contra el imperialismo en el plano de la cultura, la investigación y las ciencias sociales.

  El otro compañero, Haroldo Conti, era un poquito más grande de edad que Daniel Hopen pero formaba parte de la misma organización revolucionaria, insurgente, el Ejército Revolucionario del Pueblo (Daniel primero fue del ERP y luego del ERP-22 de agosto, otra insurgencia, también guevarista y defensora de la revolución cubana). Si Daniel Hopen era de origen judío, Haroldo Conti era cristiano (incluso había estudiado para sacerdote). Pero ambos se vincularon a la insurgencia guevarista. Como Haroldo era un escritor de ficción, le ofrecieron participar de la Beca Guggenheim, otro de los instrumentos de cooptación que utiliza “la gran democracia del norte” (dicho irónicamente y con varios pares de comillas). Haroldo Conti había sido jurado del Premio Casa de las Américas. Más tarde ganó el Premio Casa de las Américas por una novela muy famosa, Mascaró, el cazador americano. Cuando le ofrecen participar de esa beca que otorgaba decenas de miles de dólares….¿qué hace? ¿Cómo debe comportarse un escritor, un artista revolucionario? Pues Haroldo Conti, sin mucha retórica, y con toda humildad, sencillamente rechazó a los promotores de la Beca Guggenheim. Escribió una carta de rechazo muy respetuosa, sin insultar a nadie, pero clarísima. Allí les dijo: “No soy un hombre de fortuna, como tampoco lo son la mayoría de mis compañeros […] No reniego que en el orden personal, habría significado una gran oportunidad para mí […] Yo entiendo que no puedo hacerlo y que mi gran oportunidad en este momento es América, su pueblo, su lucha, la enseñanza y el camino que nos señalara el Comandante Ernesto Guevara. Por lo demás yo he sido Jurado de la Casa de las Américas en 1971, el mismo año en que usted me escribe, y considero que esa distinción que he recibido del pueblo cubano es absolutamente incompatible con una beca ofrecida por una Fundación creada por un senador de los Estados Unidos, o sea, no un hombre del pueblo norteamericano, sino del sistema que lo oprime y nos oprime”. De esa forma sencilla rechaza la manzana envenenada del dinero “altruista” del imperialismo.

  Haroldo Conti y Daniel Hopen no eran dos “superhéroes” de las películas. Eran gente común y normal. Pero tenían las cosas claras y jamás dejaron que se les pierda la brújula de sus vidas. Por algo a Haroldo Conti también lo secuestran, torturan y hacen desaparecer en Argentina.

   Esa es la razón por la cual comienzo el libro con dos fragmentos de Daniel Hopen y Haroldo Conti, ya que ambos, por vías diferentes, uno en el plano de las ciencias sociales, el otro en el ámbito de la literatura y de la escritura de ficción, rechazan los proyectos contrainsurgentes del imperialismo. Esos mismos proyectos, aparentemente “prolijos” y “altruistas”, que en 2020 y 2021 se pretenden naturalizar en algunos pequeños pero muy ruidosos segmentos de la intelectualidad cubana.

  ¿Cuáles son las instituciones contrainsurgentes que operan en la cooptación de intelectuales? Entre las fundaciones y ONG’s (vinculadas con la inteligencia estadounidense de la CIA y otras agencias de espionaje menos renombradas del mismo país), que desde hace varias décadas ofrecen becas, viajes de estudio, “pasantías académicas”, abundante financiamiento para blogs, páginas de internet, publicación de libros, folletos y cuadernos de trabajo, proyectos de investigación, “laboratorios de ideas”, exposiciones de arte y otros mecanismos clásicos de cooptación político-ideológica de las juventudes estudiantiles y el campo intelectual se encuentran las estadounidenses Ford Foundation ([Fundación Ford, creada en 1936 por el gran admirador de Hitler, Henry Ford, autor del libro El judío Internacional], perteneciente a la empresa del mismo nombre, directamente caracterizada por Ángel Rama, Roberto Fernández Retamar, Fernando Martínez Heredia, Gregorio Selser y Daniel Hopen como una “tapadera de la CIA”); la Open Society Foundation ([Fundación Sociedad Abierta], perteneciente al magnate de las finanzas George Soros, discípulo del marxista converso y cofundador del neoliberalismo Karl Popper); la USAID (United States Agency for International Development [Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional]); la NED (National Endowment for Democracy [Fundación Nacional para la Democracia]); la Carnagie Foundation [Fundación Carnagie]; la FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales); la Rockefeller Foundation [Fundación Rockefeller, impulsada desde 1913]; así como la John Simon Guggenheim Memorial Foundation [Fundación Memorial John Simon Guggenheim, fundada en 1937, que otorga las becas homónimas] y el Programa Fulbright patrocinado por el Bureau of Educational and Cultural Affairs [Oficina de Asuntos educativos y culturales] del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Estas son las más célebres. Hay muchas otras.

  ¿Por qué utilizo la expresión “naturalizar”? Porque se nos pretende convencer que sería algo “natural”, absolutamente “normal”, incluso inexorable, recibir el dinero mugriento de la CIA y de todo el abanico de instituciones aparentemente “civiles” que la rodean como fachada, pues, se nos dice, “no habría otro camino”. Trabajar en el ámbito de la música, la literatura o las ciencias sociales financiados y subvencionadas, becados y becadas por esas instituciones del imperialismo…. sería…. “¡lo más normal del mundo!”. Mentira absoluta. Falsedad completa.

  ¡Atención! No estamos pensando en recibir remesas de una tía que vive en otro país y ayuda a la familia, o un primo generoso que no se olvidó de sus orígenes y entonces envía alguna remesa para el cumpleaños de su sobrinito. No, estamos hablando de financimiento regular, sistemático y permanente de instituciones estatales (o para-estatales), contrainsurgentes, de la principal potencia político-militar del planeta, cuyos fines estratégicos abiertamente declarados apuntan a derrocar a la Revolución cubana. Una cosa es que te ayude tu tía o tu primo y algo absolutamente diferente es que seas un empleado de la CIA, la Ford, George Soros (o una becaria de las fundaciones de imperialismos europeos como la Fundación Ebert que se ha cansado de cooptar artistas, periodistas e intelectuales de Nuestra América a lo largo de décadas para domesticar, neutralizar y disolver las posiciones radicales).

  Como Daniel Hopen y Haroldo Conti (¡entre muchísima otra gente querible, admirable, que siempre adoptamos como ejemplo!) se jugaron inclusive la vida en la denuncia de esas turbias prácticas de cooptación, y contribuyeron con todos sus saberes en la militancia antiimperialista a escala continental, por eso encabezamos nuestro libro con escritos suyos.

  A Daniel Hopen y a Haroldo Conti no los conocí personalmente porque a ambos los secuestraron, los torturaron y los hicieron desaparecer cuando yo era un niño, en 1976. Sucede algo distinto con el tercer compañero por el que me preguntas, el cubano Fernando Martínez Heredia. De Fernando fui amigo personal, además de compañero en la misma corriente política internacional, la que se referencia en  Fidel y el Che.

  A Fernando lo conocí en La Habana en pleno “Período Especial”, en enero de 1993. Mantuvimos una amistad a lo largo de un cuarto de siglo. Fui amigo suyo, hemos escrito juntos (por allí circula un libro con nuestros dos nombres sobre el marxismo y el socialismo). Le hice además varias entrevistas. La primera y más importante fue en 1993. Según me dijo él, era la primera entrevista que Fernando concedía luego de muchos años de silencio. Hablamos largamente de Pensamiento Crítico y el Departamento de Filosofía (sobre los cuales, años después, yo escribí un ensayo, bastante largo, publicado por CLACSO) y sobre todo de la Revolución cubana, su historia, su pluralidad, sus debates internos, sobre la lucha comtemporánea desde una mirada antidogmática, abierta, pero profundamente antimperialista y anticapitalista. Fernando me llegó a regalar libros de pensamiento marxista armados por él que nunca circularon en Cuba. También tuve la oportunidad de presentarlo en la Universidad de Buenos Aires ante una izquierda argentina demasiado eurocéntrica que desconoce las complejidades de la Revolución cubana. Le publiqué trabajos suyos en revistas argentinas y organicé conferencias suyas en Buenos Aires. También publicamos folletos casi artesanales como su trabajo “Historia y marxismo”, con el cual presentamos su intervención en la UBA junto al movimiento juvenil argentino. Además Fernando participó en el Seminario «El Capital» que yo coordinaba en la Universidad Popular Madres de Plaza de mayo. 

  Fernando me enseñó muchas cosas, no siempre “publicables” o de “buen gusto” para el progresismo ilustrado y bienpensante. Recuerdo, por ejemplo, que alguna vez me preguntó por los “escraches” a los torturadores de Argentina. Yo le conté la modalidad empleada por los organismos de derechos humanos argentinos (en particular de la agrupación HIJOS de desaparecidos), que como los tribunales oficiales dejaban a la mayor parte de los torturtadores y violadores en libertad, con total impunidad, marchaban y se movilizaban a sus casas particulares y les tiraban pintura en la pared para que todo el barrio se enterara que allí vivía un antiguo torturador y violador. Entonces Fernando me contó que en Cuba, antes del triunfo de 1959, cuando el movimiento popular y sobre todo juvenil detectaba la presencia de algún torturador militar o policial, iban dos jóvenes en motocicleta y directamente lo ajusticiaban. Ése era Fernando Martínez Heredia. ¡Tan lejos de la leyenda edulcorada y desabrida que algunos quieren ahora inventar… para autolegitimarse! Fernando Martínez Heredia era un revolucionario comunista de tiempo completo, siete días por semana, 365 días al año. No estaba “preocupado” por agradar ni caerle bien a alguna institución del imperio para que lo invitaran a viajar (recuerdo incluso que una vez nos invitaron a los dos a participar en Francia de un encuentro sobre el Che Guevara y Fernando directamente perdió el avión… Estoy seguro que ni le interesaba. ¡Qué abismo frente a algunos arrastrados y serviles que con tal de que los inviten a un viajecito son capaces de humillarse hasta un límite inimaginable!).

 Habría otros compañeros que yo no puse en el libro, argentinos que también fueron secuestrados y desaparecidos, como el escritor de ficción y periodista Rodolfo Walsh; también el cineasta Raymundo Gleyzer, sobre quien alguna vez le hice una entrevista a Alfredo Guevara, el presidente del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Raymundo Gleyzer también fue secuestrado y desaparecido.

  En fin. Para mí Daniel Hopen, Haroldo Conti y Fernando Martínez, así como Raymundo Gleyzer, Rodolfo Walsh o Roque Dalton, entre tanta otra gente que quiero y admiro, son guías de inspiración. Si alguna vez me surge una duda, me pregunto: ¿Qué habrían hecho ellos?

  Lo que los unía, con sus historias tan distintas, era el antimperialismo radical, desde una perspectiva revolucionaria. Para decirlo clarito y sin eufemismos: ninguno aceptó el sucio dinero yanqui, ni de la Fundación Ebert alemana. ¡Ninguno! Para todos ellos era impensable aceptar ese dinero.

  Por eso, aprendiendo de esos ejemplos prácticos de gente de carne y hueso, entrañable y querida, me parece un disparate inaceptable y una verdadera traición que en el 2021 se pretenda naturalizar eso (como he visto en varios videos que circulan en las redes, ¡filmados por los propios protagonistas!, donde algunos cubanos se filman, “desafiantes” y “orgullosos” ante la camarita de su teléfono, diciendo que recibir dólares de la NED [la National Endowment for Democracy] o de la OSF [Open Society Foundation] de George Soros –discípulo de Karl Popper- es lo más natural del mundo). Quien acepta ese dinero sucio que se haga cargo. Se llena de materia fecal desde el dedo gordo del pie hasta la cabeza. Lo he repetido muchas veces. No acepto que luego se “victimicen”, asuman la pose de “pobrecitos”, “perseguidos”, “incomprendidos”… si alguien los critica por trabajar a sueldo del imperialismo genocida, cuyo poder sólo es comparable con el Tercer Reich.

  Humildemente les daría un consejo: si tanto admiran al imperio norteamericano, ¿por qué no se van a vivir allá, limpian los inodoros de sus patrones, les sirven el cafecito y les lustran los zapatos con una sonrisa? La tradición del Tío Tom es muy antigua. Siempre ha habido sirvientes sumisos. No es un invento de Lenin y los bolcheviques. Recuerdo una de las últimas películas de Tarantino donde precisamente retrata a un esclavo negro de Estados Unidos que es el más cruel con sus propios hermanos y hermanas, siempre servil para humillarse ante su amo blanco, personaje detestable si los hay. La historia cuenta con sirvientes sumisos y también con rebeldes indomesticables. Prefiero quedarme con éstos últimos, mis maestros.

 

Rodrigo H.: Néstor, ¿por qué a Daniel Hopen le decían “El Cubano”?

Néstor K.: De Daniel quedan pocas fotografías, quizás por haber militado en la clandestinidad una gran parte de su vida y porque los militares genocidas de Argentina, luego de secuestrarlo a él y su compañera, destruyeron su biblioteca. ¡Le tenían pánico a los libros marxistas! Una de las fotos más conocidas que se conservaron es aquella en la cual Daniel estaba en La Habana. Su hermana me dio otras fotos muy jovencito, irreconocible, siendo un adolescente. ¿Por qué le decían “El Cubano”? Creo que hay que plantearlo abiertamente y sin ninguna vergüenza ni complejo de inferioridad. Cuba y la Revolución cubana ayudaron durante décadas a los revolucionarios y a las revolucionarias de todo el mundo, desde las Panteras Negras de Estados Unidos, a todos los movimientos revolucionarios de África y a todas las insurgencias de América Latina, incluidas las de Argentina. ¿Cómo los ayudó? En todos los planos. Lo que más se conoce son los médicos y médicas…, los maestros y maestras…, los libros de Cuba…, pero también los ayudó en la lucha revolucionaria. Entonces Daniel Hopen se fue a entrenar a Cuba en técnicas clandestinas de lucha insurreccional. Él era un gran defensor de la Revolución cubana, al punto que sus compañeros lo llamaban “El Cubano”.

Izquierda revolucionaria e “izquierda” de gelatina

Rodrigo H.: Estamos leyendo tu libro. Hubo algo que me llamó mucho la atención. En un momento te refieres a la creación artificial de una “jabonosa y falsa izquierda”. Una izquierda no revolucionaria. Una izquierda que no necesariamente es antimperialista. Todos aquí en Cuba sabemos que los que pretenden minar la hegemonía socialista de la Revolución cubana intentan presentar unas izquierdas lights, unas izquierdas que están dispuestas a negociar, a pactar, a dialogar, con sectores frente a los cuales tradicionalmente la Revolución cubana, los revolucionarios y las revolucionarias cubanos, nunca han pactado o nunca han negociado. ¿Qué opinas sobre esa creación artificial de esta falsa izquierda, de esta izquierda jabonosa, de esta izquierda no revolucionaria que tú estás viendo en Cuba y en América Latina?

 

Néstor K.: Sí, yo hice incluso un video donde utilicé otra expresión: me referí a una “izquierda” gelatinosa. Es una “izquierda” muy suavecita, que no molesta a nadie. En el fondo es una “izquierda” con muchas comillas, con demasiadas comillas.

   Pienso que es un proceso que no sólo se intentó fabricar en Cuba. También se hizo en varios otros países y latitudes. Tanto en el libro como en una entrevista que me hizo el compañero Rodolfo, de la revista Contexto latinoamericano, así como también en un video que armé sobre este tema, traté de recomendar un libro maravilloso que leí hace muchos años. Se titula La CIA y la Guerra Fría cultural ([2001] Madrid, Debate)Su autora es una investigadora de Inglaterra, Frances Stonor Saunders. Creo que proviene del mundo de las letras, de la literatura. ¡Una obra formidable! Hace unos veinte años se publicó en Cuba con el prólogo de Ricardo Alarcón ([2003] La Habana, Ciencias Sociales). Además se consigue en internet. Si uno pone en un buscador “La CIA y la Guerra Fría cultural en pdf”, se puede descargar el libro gratis. Existe además otra compañera, argentina, María Eugenia Mudrovcic, que publicó el libro «Mundo Nuevo»: Cultura y guerra fría en la década del 60 ([1997] Rosario, Beatriz Viterbo Editora). Ambas han hecho investigaciones rigurosas. El más famoso es el libro de Stonor Saunders porque estudia principalmente del caso europeo. Allí aparecen nombres célebres como Sartre, Simone de Beauvoir. Y entonces nos enteramos que la CIA los tenía como enemigos a muerte porque defendían a Cuba, así como defendían a Argelia y toda la lucha del Tercer Mundo. Stonors Sounders describe los mecanismos que utilizaba la inteligencia norteamericana para contrarrestar todos los proyectos revolucionarios. Uno de esos procedimientos consistía en reclutar gente…, ¿con qué mecanismos? Fundamentalmente con mucho dinero. Por eso el título original en inglés es ¿Quién paga la cuenta? Ella pregunta con mucha ironía: se  hacían eventos en hoteles cinco estrellas con una comida formidable, viajes en barcos lujosos, vacaciones en lugares exclusivos, y estos intelectuales nunca preguntaban… ¿quién paga la cuenta? ¿quién pone el dinero de todo ese lujo? El dinero lo aportaba la CIA. La autora lo demuestra porque entrevistó a una cantidad abrumadora de ex-agentes ya retirados. Estos antiguos agentes se envalentonaban, se hacían los bravucones, y contaban sus supuestas hazañas de cómo habían creado diversas instituciones culturales aparentemente “progresistas”, supuestamente “de izquierda” (varias comillas, por supuesto), para contrarrestar a la izquierda revolucionaria que lucha por el socialismo. Porque si uno se presenta frente a la izquierda con un discurso de la extrema derecha, como es el de los gusanos de Miami, bueno, creo que en general el común de la población, por lo menos hasta ahora fue así, lo va a mirar con desconfianza. O si aparece un tipo que reivindica abiertamente a Adolfo Hitler o que piensa que a la gente afrodescendiente hay que matarla, como hacen habitualmente en los Estados Unidos (el último caso célebre fue cuando un policía le pone una rodilla en el cuello a un ciudadano común por ser afrodescendiente y lo asesina lentamente, a la vista de todo el mundo, para que la gente “aprenda” y por lo tanto obedezca y no se rebele); cuando uno viene con ese discurso extremista de la ultraderecha… es poco creíble. Ahora bien, si el que se acerca dice que es más o menos “socialista”, que es más o menos “progresista”, que defiende la causa popular, entonces se torna más creíble. En esos casos, los sectores populares y juveniles quizás le presten oídos o lean más atentamente lo que escribe, porque… aparentemente quien formula y emite esos discursos sería un integrante de nuestra familia. Esos mecanismos de crear e incentivar supuestas “izquierdas” anticomunistas los ha empleado el imperialismo desde hace décadas. Los dos libros complementarios, el de Stonors Sounders y el de Mudrovcic (centrado en la CIA y América Latina), así lo demuestran.

  El imperialismo, con mucha sutileza y no poca astucia, ha tratado de fabricar “izquierdas” anticomunistas. A mi modesto entender una izquierda anticomunista no es izquierda. Sería como afirmar: “Yo soy cristiano pero… escupo sobre Jesús”. Bueno, entonces… no eres cristiano, ¿no es cierto? O sostener lo siguiente: “Yo defiendo al pueblo negro pero… estoy en contra de Martin Luther King, detesto a Malcolm X, odio a Angela Davis, combato contra Nelson Mandela”. ¡Curiosa  defensa del pueblo negro! Y así de seguido…: “Yo defiendo a los pueblos indígenas, a los pueblos originarios, pero… escupo sobre la memoria de Tupak Amaru, y considero que Tupak Katari es simplemente un bribón y un asesino”. Sería una defensa un tanto “rara” y demasiado “exótica”, ¿No es cierto?

  En este caso, ¿puede haber una “izquierda” cuyo objetivo prioritario sea la lucha y la confrontación contra la tradición comunista (en cualquiera de sus vertientes)? A mí me parece una contradicción en los términos. Pero la historia nos ha demostrado que es un proyecto vital y estratégico del imperialismo crear corrientes de opinión de este género. Corrientes de opinión aparentemente “progresistas” que defienden un capitalismo verde (es decir, un “ecologismo” pro capitalista); un capitalismo violeta (o sea, un “feminismo” que defiende “el empoderamiento de las mujeres empresarias”); una socialdemocracia que legitime los bombardeos de la OTAN y el Pentágono (pues, como se ha escrito por allí, “los bombardeos de la OTAN salvan vidas”). Los capitalismos verdes, violetas y rosados o amarillos…. son capitalismo. El imperialismo “con rostro humano” es un cuento más infantil que el de los reyes magos.

  El imperialismo cuenta con toda una serie de instituciones para-estatales (no tienen en la frente el sello de la CIA ni de la Agencia Nacional de Seguridad, pero todo el mundo sabe que son departamentos dependientes de esas instituciones) destinadas a drenar millonariassumas de dinero en tareas de contrainsurgencia para minar por dentro los proyectos populares y revolucionarios.

  En el caso cubano, el Estado norteamericano destina abiertamente parte de su presupuesto ESTATAL (es decir… que no tiene absolutamente nada que ver con la famosa “sociedad civil”) para crear, artificial e industrialmente, “laboratorios de ideas” (el solo nombre genera risa) de donde surjan, por fin, personajes que se vendan en el mercado de las ideologías como una “izquierda no fidelista”, una “izquierda anticomunista”, una “izquierda contra el Che Guevara y Fidel Castro”, etc. ¿Contra Fidel y el Che? Sí, no se animan a formularlo abiertamente, pero subrepticiamente se esfuerzan por asociar a Fidel y al Che con todo lo “maligno” y demoníaco, con algo “totalitario” y monstruoso, con momias de museo que ya quedaron, supuestamente, en el pasado. ¿Cómo podríamos renovarnos? ¡Pues abrazándonos, en nombre del “pluralismo”, con los gusanos de Miami! Si “Cuba es de todo el mundo”, entonces me tengo que revolcar en el barro y en el lodo con los terroristas que pusieron una bomba en un avión civil, con los que hicieron explotar bombas en hoteles donde simples turistas fueron despedazados. ¡Habría, entonces, que dejarles en la televisión, en la radio y en los periódicos un espacio a quienes promueven una invasión y un bombardeo de Cuba por parte de las Fuerzas Armadas norteamericanas!

  ¿Te imaginas si alguien en Argentina me invitara a ir al cine y tomar un cafecito con quienes torturaban y violaban mujeres embarazadas y les robaban sus bebés, o con quienes aplicaron electricidad en los genitales a Daniel Hopen, a Raymundo Gleyzer, a Haroldo Conti? ¡Por favor! Quien propusiera eso sería, sencillamente, un apologista del terrorismo de Estado. Si en Cuba alguien está proponiendo eso mismo… ¿Cómo llamarlo? ¿Cómo caracterizarlo? Que lo decida el pueblo cubano.

  ¿Entonces puede haber una supuesta “izquierda” que me llame al diálogo y al abrazo con los terroristas de Miami? Disculpas, pero a mí me resulta como mínimo sospechoso. Recuerdo que hace menos de un año (fines de 2020), en Miami propusieron reemplazar el 10 de diciembre como Día Universal de los Derechos Humanos por el “Día Universal de la Lucha contra el Comunismo”. Eso no lo dijo Hitler hace ochenta años, pasó hace menos de un año en Miami. Si alguien que se dice de izquierda me invita a abrazarme con esa gente a mí me resulta bastante “raro”, ¿no es cierto?

   Entonces esa supuesta “izquierda” (dejando provisoriamente de lado que trabajan en forma asalariada de Estados Unidos y viven del dinero de la contrainsurgencia), tomando en cuenta exclusivamente su ideología y su concepción del mundo, en el sentido de Gramsci, me parece que es bastante poco izquierda. No sólo es parecida a la gelatina por la laxitud (y el oportunismo) de sus orientaciones políticas y la escandalosa flexibilidad de sus principios éticos, no sólo es jabonosa porque es resbaladiza. Si además pretende ser de izquierda pero va contra el comunismo y todo lo que esté asociado al socialismo y al comunismo lo visualizan como mala palabra; todo lo que tenga una referencia cercana a Fidel Castro lo califican automáticamente como algo maligno y “totalitario”, y por lo tanto… idealizan la Cuba previa a 1959, bueno, esa supuesta “izquierda” para mí no tiene ni siquiera rastros o sombras de izquierda. Una izquierda genuina no se puede abrazar con la ultraderecha, si no, no es izquierda. No hay que aspirar al Premio Nobel para comprenderlo y darse cuenta.

El pluralismo inclusivo de la Revolución cubana

Rodrigo H.: En Cuba hemos debatido mucho sobre todo este espectro grande que tiene la izquierda, y qué significa ser revolucionario, revolucionaria; qué significa en Cuba ser comunista. Obviamente hay diversidad: la sociedad cubana es heterogénea, y dentro de la izquierda, por supuesto, hay matices.

   Pero cuando tú hablabas de esto, de la izquierda gelatinosa, pensamos en Fernando Martínez. Jaime lo escribió en el chat. Allí Fernando Martínez dice: “Yo digo muy claramente, no hay nada intermedio, creer que hay algo intermedio es confusión, se trata de capitalismo o de socialismo”. Creo que ese es un debate muy interesante que se está dando sobre todo entre la juventud en Cuba. Esta izquierda gelatinosa puede ser atractiva…, se vende en las redes sociales…, hay intelectuales cubanos y cubanas que de alguna manera están tratando de venderse como izquierda. Por ejemplo, La Joven Cuba. Quizás tú conozcas esa plataforma digital. Nosotros aquí le decimos La Vieja Cuba. Se disfrazan de izquierda, hablan de socialismo, pero cuando tú realmente lees entre líneas lo que allí se puede ver es una socialdemocracia, quizás una posición republicana. Para el futuro de Cuba algunos de ellos hablan de un multipartidismo, de crear mecanismos de democracia burguesa. Y con esto quiero pasar al tema de la disidencia.

   Tú en el libro haces referencia a una disidencia que posa de socialdemócrata, de republicana, de manera algo tramposa, ¿no es cierto? Quienes quieren destruir el proceso revolucionario en Cuba nos están tendiendo trampas. Sobre todo en algunos líderes recientes, jóvenes… En un momento quiero darle la palabra a Barbarroja, quien ha seguido mucho el caso de Yunior García. Ayer [21/9/2021] justamente Yunior García Aguilera hace una solicitud para pedir permiso y realizar una marcha no solamente aquí en La Habana, sino creo que en todo el país.

   Háblanos un poquito de esa parte del libro en que tú te refieres a la disidencia cubana, y qué trampas nos pueden traer los disfraces de esta disidencia cubana, que no es la disidencia recalcitrante que hemos visto de los terroristas de Miami, sino una disidencia mucho más soft. Cuéntanos un poquito sobre eso.

Néstor K.: ¿Puede haber matices en la izquierda? ¡Por supuesto que sí! Recuerda que yo soy argentino… En Argentina circulan frases un tanto irónicas en el campo popular y revolucionario, con las cuales nos reímos de nosotros mismos (algo que jamás puede hacer la derecha a nivel mundial, y en el caso cubano, los gusanos jamás tienen humor con su propio campo). Una de ellas dice: “Todo izquierdista se divide por dos” [risas]. En Argentina hay infinidad de grupos de izquierda…, estamos muy habituados a los matices. No sólo “puede”, de hecho hay pluralismo dentro de la izquierda, por supuesto, y está muy bien que lo haya. No es un fenómeno exclusivo de Argentina.

   Cuando yo fui a Cuba por primera vez y conocí a Fernando Martínez Heredia le hice esa entrevista titulada “Cuba y el pensamiento crítico” (se puede conseguir y leer en internet la entrevista). Fernando fue muy claro. Dentro mismo de la historia de la Revolución cubana ha habido matices, han existido corrientes diferentes. Me animaría a decir que desde los inicios de la Revolución cubana, triunfante en 1959, el proceso social y político revolucionario se nutrió de corrientes diferentes.

   La Revolución cubana es una Revolución pluralista desde su mismo nacimiento. Desde el mismo hecho que nunca hubo una sola corriente. Existía el Movimiento 26 de Julio, que ya de por sí tenía un montón de matices internos y de polémicas internas, ¿no es cierto?. Discutían los de la Sierra y el llano, los urbanos y los rurales. Y al interior de estos campos también existían discusiones, polémicas, cartas que hoy conocemos (Recuerdo una discusión interesantísima entre Armando Hart Dávalos y el Che Guevara, por carta, debate que en su momento me mostró Armando Hart, amigo, compañero y admirador del Che y de Fidel). Existía también el Directorio Revolucionario. También participaba el antiguo Partido Socialista Popular, que era muy anterior al liderazgo de Fidel. Algunos tenían origen cristiano, otros tenían orientación marxista, también participaban corrientes vinculadas al nacionalismo popular y revolucionario, otra gente que  provenía de religiones afrodescendientes. Todos ellos y ellas convergieron en un proceso de unificación.

   Uno de los elementos de discusión fuerte y actual sobre Cuba es: ¿cómo que hay un partido único? ¡Pues entonces habría algo así como “una dictadura totalitaria”! ¿Será cierto? Me parece que los que afirman con mucha liviandad eso desconocen lisa y llanamente el proceso histórico a partir del cual se llega a conformar lo que se conoce posteriormente como Partido Comunista. Esta organización no se conformó desde el inicio. Al comienzo se llamó ORI, Organizaciones Revolucionarias Integradas, con la letra “s”, en plural. ¿Se entiende? Existían varias organizaciones, diferentes, no sólo con matices sino incluso con tradiciones distintas. ¿Por qué se llamaron “integradas”? Pues porque lograron articularse, no sin tironeos, polémicas ni problemas. Recuerdo que Fidel criticó mucho el sectarismo de un grupito que le costaba mucho integrarse con otras corrientes. Pero lograron poner en común lo que compartían y dejaron de lado lo que las enfrentaba. Luego ese agrupamiento diverso adoptó otro nombre: el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, es decir, un Partido que trató de poner en común los elementos de unidad siguiendo las enseñanzas de Martí. No el “Martí” caricaturesco y bizarro de la tragicómica “Radio Martí” de La Florida; sino José Martí, la figura histórica real que escribió Nuestra América y organizó el núcleo principal del partido de la independencia de Cuba, frente al colonialismo español y frente al imperialismo yanqui. Entonces el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba agrupó vertientes distintas, corrientes diversas, incluso con periódicos diferentes. Muchas polémicas, discusiones, debates. Quien quiera hablar, escribir u opinar sobre la revolución cubana se tiene que tomar, sí o sí, el trabajo de conocer ese proceso. Finalmente, si no recuerdo mal, como seis años después de triunfar, recién allí se nombran como comunistas. Tardaron más de un lustro, habiendo ya triunfado, habiendo derrotado a la policía, a los torturadores y al ejército de la dictadura; habiendo derrotado una invasión mercenaria preparada por el imperialismo de Estados Unidos; habiendo superado una crisis nuclear que casi hace volar hacia el universo al planeta entero; recién después de todo ese proceso, adoptan la decisión de conformar una organización unitaria con el nombre “comunista”.

  Yo no soy cubano. Hablo y escribo humildemente, desde afuera de la pequeña isla. No desde Miami  (nave madre de la gusanería y el pulpo de muchos brazos, cabezas y máscaras de la contrainsurgencia, financiada 100%, en todas sus vertientes, por el complejo militar-industrial del Estado yanqui), ni desde Madrid (donde algunos intelectuales de la socialdemocracia de la OTAN pretenden “dar cátedra” al pueblo de Cuba), ni desde Berlin (desde donde las fundaciones alemanas financian con enorme cantidad de euros ONG’s anticomunistas y macartistas); sino desde Argentina, un país latinoamericano y “sudaca”, del Sur Global. Lo que afirmo está basado en lo que investigué durante muchos años, en los libros que he leído (y escrito), en infinidad de entrevistas que realicé a mucha gente. Y, además, en el honor que he tenido de haber podido conocer, dialogar y conversar personalmente sobre estos temas con Fidel Castro.

  Entonces, según mi modesta opinión, en Cuba no había ni hay un solo Partido autocrático. Una “dictadura totalitaria” de un loquito suelto, un “déspota” caprichoso y delirante, típico de las películas macartistas a las que nos tiene acostumbrados el sistema de propaganda de Hollywood. No, en realidad, la historia cubana es muy diferente a esas caricaturas de la guerra fría y las operaciones de guerra psicológica. El Partido Comunista que nace seis años después de haber triunfado, luego de una guerra revolucionaria de masas y una lucha democrática contra la dictadura militar apoyada por Estados Unidos, es una organización popular y un partido-síntesis. ¿Por qué “síntesis”? Pues porque logra articular corrientes diversas, diferentes, plurales, que no sólo tienen matices sino incluso opiniones y creencias muy diferentes en cuanto a la historia nacional, a la historia de América Latina, a la manera de entender la cultura revolucionaria, el modo de interpretar el marxismo, etc. Corrientes, tendencias y vertientes que logran unificarse. Ustedes en Cuba tuvieron “la suerte” (en realidad no es “suerte” sino un logro político y un gesto de lucidez estratégica) que no tuvimos nosotros, en el Sur de Nuestra América. Pues en muchos países y sociedades de Nuestra América no hemos podido articularnos y unir nuestras diferentes rebeldías. Por eso el imperialismo y sus peones locales nos derrotaron y nos “pasaron por arriba”, nos aniquilaron como fuerza política.

  En cambio, en Cuba existió un liderazgo encabezado por Fidel, que logró extraer de cada corriente lo mejor…, acercarlas… Convengamos en que Fidel no es Dios y nunca pretendió serlo. Por eso, al partir de la vida terrenal, no dejó monumentos grandilocuentes o edificios, avenidas y ciudades con su nombre, como hicieron otros líderes lejanos.

 Fidel tuvo una estatura política impresionante, ¿verdad? No hace falta que yo se los explique a ustedes, que saben mucho más de esto que nosotros. Pero recordemos, para la gente más joven, que Fidel logró influir, convencer y persuadir para dejar a un lado muchas mezquindades (que siempre aparecen en los procesos políticos, porque los seres humanos somos seres imperfectos, sino seríamos “ángeles”). Se puso por encima incluso de quienes lo habían criticado duramente. Algunas de estas corrientes lo habían cuestionado de modo ácido cuando intenta tomar por asalto, con sus compañeros y compañeras, el Cuartel Moncada… Yo se lo pregunté personalmente a Fidel. No me “guardé” nada. Le hice algunas preguntas incómodas porque quería (y quiero) saber la verdad. Me contestó pausadamente, con mucha altura y enorme sabiduría. Fidel trató de dejar a un costado todo lo que dividía y en lugar de quedarse fijado y obsesionado con las mezquindades (como suele pasar habitualmente), logra rescatar lo mejor y más valioso de cada corriente. De allí que haya podido aglutinar y articular las diversidades, agrupando a todos y todas quienes ayudaron en la lucha popular. Desde los que fueron la vanguardia hasta los que acompañaron sin ser de la vanguardia. Fidel trató de unir a todo el mundo que compartía un cambio de fondo en la Cuba neocolonial sabiendo que en el campo revolucionario existían muchos matices distintos. Y no sólo matices. Existía una pluralidad desde su misma gestación en la conformación del proceso revolucionario. Fidel y toda la dirección política que lo acompañó en esa difícil tarea, con mucha paciencia y enfrentando diversos sectarismos (por un lado los estalinistas rabiosos, por el otro lado los anticomunistas fanáticos, etc.) lograron conformar una organización unificada.

  Por eso, ante estos debates (que siguen siendo actuales), en lugar de hacer un fetiche artificial del “Partido único en Cuba”, a mí me gusta mucho más reflexionar y constatar que en Cuba de lo que se trata es de un Partido que se conforma desde la articulación y la unificación como un Partido-síntesis. Porque eso es lo que ha sucedido en la historia terrenal y mundana. La “historia empírica”, como dirían quienes se dedican profesionalmente a la historia y a estudiar los procesos sociales y políticos.

  La articulación de corrientes culturales y políticas distintas y diferentes que logran acercarse y vincularse hasta converger en una organización unificada (para enojo y rabia del imperialismo que siempre, toda la vida, nos quiere dividir, fragmentar y enfrentar a unos con otros… Incluso han creado una ideología llamada posmodernismo –nacida inicialmente en Francia como producto de una derrota popular de la izquierda; adoptada, reciclada y difundida luego desde los núcleos duros y más conservadores de la Academia de Estados Unidos- que hace el culto del fragmento y predica tramposamente la dispersión y fragmentación del campo popular como “el mejor de los mundos posibles”). Al imperialismo le encantaría que en Cuba esa organización popular que encabezó Fidel se dividiera y fragmentara, estallando en 25 guetos disgregados, inconexos y enfrentados entre sí (con los discursos más coloridos y estrafalarios posibles; cuanto más “novedosos” suenen, mejor, pues así lograrían mayor seducción y penetración en las franjas sociales, territoriales y generacionales menos politizadas).

  ¿Para alimentar “el pluralismo” y “ampliar derechos”? ¡De ninguna manera! ¡Obviamente que no! ¡Todo lo contrario! El objetivo real de esa prédica es absolutamente inverso: la división, la dispersión y la fragmentación del tejido social y político cubano permitiría que ellos entraran a dominar en Cuba como un cuchillo en la mantequilla. Esa fragmentación política y la ruptura de la unificación de las organizaciones sociales cubanas, trituradas y molidas en un centenar de ONG’s,  garantizarían que la burguesía lumpen, mafiosa y gusana de La Florida y sus amos imperiales recuperen con enorme revanchismo sus antiguas empresas y retomen, por fin, el timón del barco, restaurando y reinstalando el capitalismo neocolonial en la mayor de las Antillas sin nadie enfrente con la suficiente fuerza política ni cohesión social para oponérseles. ¿Se entiende? Por eso invierten tanta plata, tando dinero, en fabricar artificialmente un archipiélago de infinitos fragmentos dispersos (mediante ONG’s cocinadas y producidas en serie como chorizos, blogs de internet “de izquierda” [miles de comillas] variopintas, pero invariablemente anticomunistas, asociaciones aparentemente “civiles” [no financiadas por el Estado cubano, por supuesto, sino por… el Estado norteamericano o el Estado alemán, etc.), aprovechando toda ocasión para demonizar y satanizar la unidad del campo popular y revolucionario. Todo lo que suene o huela a socialismo, comunismo y unidad popular, los títeres rentados y las becarias asalariadas del imperialismo lo demonizan y lo pintan automáticamente como un “monstruo” de las películas de terror (un «Leviatán» barroco, absolutista y atemorizante). Todo lo que tenga que ver con el Estado cubano sería, por definición axiomática, “malísimo”… desde ya. Sin embargo, si el dinero y el financiamiento de esas instituciones proviene de otro Estado que no sea el cubano, es recibido con los brazos abiertos, las pupilas dilatadas y la mandíbula caída. Dividir entonces y astillar al máximo al campo revolucionario es el gran negocio y la estrategia principal del imperialismo. En Argentina y en muchísimos otros países dependientes, sometidos al “Gran Vigía de Occidente”, hemos padecido esa estrategia contrarrevolucionaria desde hace décadas. Por eso conocemos sus estafas, sus mañas y sus artilugios con lujo de detalles.

  Ahora bien. Si en su historia de varias décadas (con el nombre de comunista y bajo el liderazgo político de Fidel) el partido cubano resultó ser un Partido-síntesis, ¿cómo imaginar, pensar y planificar el futuro? Yo no soy quien para enviar recomendaciones, sugerencias y menos que nada, recetas. El viejo historiador marxista argentino, el profesor Rodolfo Puiggrós (ex rector de la Universidad de Buenos Aires-UBA y además dirigente de una de las principales insurgencias político-militares de Argentina, a quien le asesinaron un hijo bajo la dictadura genocida del general Videla… un hombre que falleció, dicho sea de paso, en la Habana…) alguna vez escribió algo formidable. Dijo Puiggrós: como los argentinos no hemos podido tomar el poder en nuestro propio país y hacer nuestra propia revolución socialista, vamos por el mundo inspeccionando revoluciones ajenas. Obviamente lo expresó con su típica ironía argentina. Y se refería específicamente a algunas corrientes que viven criticando otras revoluciones pero en Argentina jamás se han lanzado seriamente a la lucha por el poder. Para mí aquella advertencia del profesor Puiggrós me resulta iluminadora. No obstante, como siento a la revolución cubana desde el corazón y además la considero una columna fundamental de la Resistencia de la Patria Grande frente al imperialismo, comparto simplemente algunas opiniones. No escondo ni disfrazo mi punto de partida. Lo hago explícito porque siento orgullo de defender la causa mundial de los humildes y lo que una famosa canción denomina “los condenados de la Tierra”. Hablo, escribo y opino desde la solidaridad internacionalista, desde la Argentina “sudaca”, latinoamericana y tercermundista. Sin visa norteamericana en el bolsillo ni financiamiento de ninguna ONG “altruísta y desinteresada”. Como a Daniel Hopen o Haroldo Conti a mí nadie me escribe “el libreto”.

  ¿Cómo renovar la hegemonía socialista de la revolución cubana, ahora que, físicamente, ya no está Fidel entre nosotros y nosotras? Pues recreando su ejemplo y su lucidez política. Es decir, uniendo las diversas expresiones del campo popular cubano, articulando en un mismo haz multicolor todas las expresiones culturales que comparten el antiimperialismo, que aunque tengan opiniones diferentes frente a algunos temas, comparten la necesidad de persistir en la autodeterminación nacional y popular de Cuba como país soberano, independiente del imperialismo y como sociedad que intenta resistir con un proyecto de justicia social en medio de una crisis capitalista de dimensiones mundiales (más aguda todavía que las crisis de 1929, 1974 y 2008). La renovación de la hegemonía socialista cubana necesariamente debe integrar, articular e incluir a la inmensa mayoría del pueblo cubano. No sólo al núcleo marxista radical, militante, convencido de la lucha por el socialismo y el comunismo hasta las últimas consecuencias. También a vertientes, corrientes y tradiciones que quizás no conozcan El Capital de Marx ni hayan estudiado las Obras Completas de Lenin, pero coinciden y desean la independencia de Cuba y anhelan un futuro más justo y solidario para la humanidad. Hay que esforzarse por seguir uniendo, acercando, tejiendo nuevas redes (una y otra vez, sin cansarse nunca), articulando las diversidades, apuntando siempre a la síntesis integradora e inclusiva.

  ¿Incluyendo a todo el mundo? En mi modesta opinión, no; definitivamente, no. ¡No a todo el mundo! La pequeña y microscópica minoría que vive del dinero sucio del imperialismo (insisto para que no haya confusiones: no de la ayuda generosa de la tía, de la solidaridad del primo o las remesas de un hermano, sino quienes reproducen su vida a partir del salario que reciben de instituciones contrainsurgentes y contrarrevolucionarias), esa minoría no puede ser incluída. No podemos ser amigos ni amigas de todo el mundo. Ya lo escribió Sigmund Freud: “quien ama a todos, no ama a nadie”. La unidad inclusiva de la Revolución cubana, integradora y articuladora, la nueva síntesis que recree y reconstruya la hegemonía socialista debe ser lo más amplia posible, pero teniendo en claro una línea de demarcación que no se puede violentar ni cruzar. Quien trabaje para el imperialismo (tenga la careta que tenga, abiertamente terrorista o “amable, perfumada y educada”) y elabore “laboratorios de ideas” para derrocar la revolución cubana… no es un amigo. No es una compañera. No integra nuestra “familia”. Forma parte del ENEMIGO. Si no se tiene en claro esa línea de demarcación, a veces muy delgada y compleja (porque quizás se trate de alguien conocido, un vecino, una antigua amiga, un viejo compañero que cruzó el charco y se pasó al bando contrario), estamos perdidos. La unidad revolucionaria, como nos enseñó Fidel, debe incluir a todos y todas… los que no están contra la revolución. Si alguien no es revolucionario, le importa poca cosa la defensa del mundo indígena en Nuestra América o no siente la mínima sensibilidad frente a la explotación y humillación de los pueblos africanos, pero no trabaja directamente al servicio del imperialismo ni se pone a disposición de la contrainsurgencia, no se convierte automáticamente en un ENEMIGO. Hay gente que quizás hoy no siente simpatías bien definidas ni efusivas por la tradición de lucha revolucionaria mundial, pero tal vez en el futuro pueda cambiar de opinión. No hay que “regalar” ni empujar esa gente a la mafia terrorista de Miami. Una política inteligente y lúcida debe esforzarse por tratar de persuadir, convencer, atraer a quienes no están convencidos 100%. ¡Recordemos que ni siquiera Marx nació comunista! En su primera juventud sentía distancia y hasta desconfianza frente al comunismo de su joven amigo Engels. Tampoco Ernesto Guevara era un militante revolucionario desde la escuela secundaria. La gente puede cambiar. Y tenemos que tener una política cultural que aliente e incentive los valores solidarios, la generosidad, la amistad, la lealtad, el altruísmo; que combata el egoísmo, el individualismo y el consumismo que nos pretenden vender desde el “american way of life”. Ahora bien. Quien se puso al servicio del imperialismo en lo ideológico e incluso reproduce su vida cotidiana con dineros sucios de la contrainsurgencia, necesariamente queda fuera de “la familia” revolucionaria. Quien elija trabajar al servicio de la contrarrevolución, en mi modesta opinión, es parte del enemigo. Como mínimo, hay que cuestionarlo, discutirle, responderle, no dejarle pasar nada. No podemos confiar en el imperialismo… “pero ni un tantico así”, advirtió alguien por allí, ¿no es cierto? Frente al enemigo hay que polemizar, hay que responder, hay que confrontar. ¡Sin ningún complejo de inferioridad! ¡Sin vergüenza alguna! Con el orgullo de nuestra historia, con la memoria de todas las generaciones heroicas que nos antecedieron y que dieron su vida por un mundo mejor.

  Pasando a la otra parte de tu pregunta. Mencionaste ese blog, ese sitio en internet, La Joven Cuba. No lo he leído mucho y te confieso que no me interesa detenerme allí. Porque lo poquito que leí era de bajísima calidad. No me interesa perder el tiempo leyendo pasquines de ese tipo. Pero sí he leído una declaración en el Facebook de la directora o la subdirectora, porque creo que el director de ese blog está en Washington, ¿no?, si no recuerdo mal.

 

Rodrigo H.: Está becado en Nueva York. Se llama Harold Cárdenas. Tiene una coordinadora editorial que es de Matanzas, Alina Bárbara.

 

Néstor K.: Entonces me funciona la memoria, estaba en lo correcto. Me enteré que el director vivía en Estados Unidos. Me parece demasiado poco serio, ¿no? ¡Una revista digital “cubana” cuyo director opera desde… Estados Unidos! Disculpas. Pero me parece un chiste de mal gusto. Me suena a un programa cómico. En fin. Sin faltar el respeto, leí que esa coordinadora editorial llegó a escribir un texto… con un nivel de arrogancia.., con un grado de petulancia…, que me generó vergüenza ajena. Adoptó un fragmento que tenía no más de tres o cuatro renglones del año setenta y pico, creo que era de 1975 ó 1976. Entonces tomó un documento aislado (absolutamente descontextualizado, violentando las reglas elementales de la hermenéutica) del partido cubano y extractó tres o cuatro renglones. Y a partir de allí dedujo (¡vaya a saber uno con qué reglas lógicas!)  como conclusión general que este partido… no único, diría yo, sino partido unificado, que se ha nutrido de corrientes muy diferentes (que siguen existiendo y conviviendo hasta el día de hoy con matices distintos…quien conozca Cuba y haya participado de un debate político en Cuba, sabe perfectamente que esas corrientes siguen vivas, están unidas y articuladas, por suerte el imperialismo no logró fragmentarlas, ¡por suerte! como sí logró en otros países y por eso cayeron derrotados, pero evidentemente siguen vivas esas tradiciones que conviven, ¿verdad?); entonces esta editora de La Joven Cuba afirma que el partido cubano “jamás [sic] ha sido marxista”. ¡Jamás! Cuando leí eso… no sabía si reir o llorar. ¡Pero qué nivel de ignorancia! ¡Qué grado de petulancia! Quiero creer que escribe eso por ignorante, arrogante y soberbia, no porque recibe dinero del imperialismo. ¡Quiero creer eso! Y si en realidad escribe eso para quedar bien con sus “mecenas” y “patrocinadores”, incluyendo a su jefe de redacción que opera desde Estados Unidos…. lo dejo provisoriamente a un costado. Me quedo exclusivamente con el contenido de lo que afirma, para poder analizarlo.

  Si fuera cierta su aseveración, entonces Fidel Castro nunca supo nada de marxismo, y Ernesto Che Guevara, que tiene una cantidad enorme de libros escritos y que debatió con Ernest Mandel, con Charles Bettelheim, con gente de primer nivel a escala mundial… que dialogó con Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, con Paul Sweezy, con Paul Baran, con Ch. Wright Mills… que estudió en Bolivia la obra de György Lukács sobre la dialéctica de Hegel, la obra historiográfica de León Trotsky, incluso las tesis sobre el problema indígena de marxistas bolivianos… Si  esta organización política “jamás fue marxista” –según sostiene La Joven Cuba- entonces Fidel y el Che… que conocían, por supuesto, las Obras Completas de Lenin (basta consultar las dos primeras declaraciones de La Habana, leídas por Fidel Castro ante asambleas masivas, para darse cuenta al instante que detrás de esas declaraciones del gobierno cubano había un conocimiento al detalle de la teoría marxista del imperialismo, al punto que adelantan muchos puntos de la posterior teoría marxista de la dependencia de Ruy Mauro Marini), que estudiaron juntos El Capital coordinados por el profesor Anastasio Mansilla… (se sabe que Fidel compartió con el Che el primer seminario, y el segundo seminario Guevara lo compartió con Orlando Borrego y Enrique Oltusky, entre tantos otros… [he entrevistado por escrito y en forma filmada a Orlando Borrego y la lista de textos marxistas de nivel mundial estudiados en dichos seminarios es inabarcable]).

  A pesar de todo eso y muchísimo más que se podría argumentar, uno viene a enterarse nada menos que por este pasquín de ignorantes autobautizado La Joven Cuba, dirigido desde Estados Unidos, que el partido cubano “jamás fue marxista”.

  Con todo lo que existe para estudiar…, con la cantidad enorme de obras que todavía tenemos que leer…, ¿vale la pena perder el tiempo con semejantes chapucerías? Cada persona decidirá. Yo no pierdo el tiempo leyendo charlatanes y ventrílocuos del imperialismo. Porque se puede estar de acuerdo o no con las posiciones del partido cubano, pero luego de sesenta años de proceso revolucionario y con la cantidad enorme de polémicas teóricas y políticas que ha habido, ¿se puede escribir con tanta banalidad semejante disparate? ¿La Joven Cuba tiene “el marxómetro” en el bolsillo? Me genera mucha risa. ¡Por favor! Ni el estalinista más burro de los manuales soviéticos se animaría a escribir semejantes disparates. Por eso te contesto que hay que dar la batalla ideológica y luchar por recrear la hegemonía socialista, pero tampoco perder tiempo con gente tan poco seria. Un estudiante mediocre de la escuela secundaria, de esos que se copian en los exámenes, tendría más nivel.

 

Rodrigo H.: Sin dudas lo de La Vieja Cuba o lo de La Joven Cuba es un tema que hemos debatido bastante en La Manigua y hemos conversado mucho de eso, porque realmente a nosotros también nos sorprende cómo esta gente se llama de “izquierda”, habla de “socialismo”, y tiene un discurso que es totalmente incoherente con respecto a eso.

  La pregunta apuntaba a esa trampa de presentarse como socialdemócratas. Tú hablas en el libro de que se presentan como republicanos. ¿Cuál sería la trampa de esta gente, de estos “disidentes”, que ya no son, digamos, los recalcitrantes, o al menos no se muestran como los más extremistas, sino que son los que hablan de “diálogo”, los que hablan de “democracia”, de “derechos humanos”, incluso hay algunos que están dispuestos a reconocer la Constitución cubana y funcionar dentro de la legalidad revolucionaria. Nuestra pregunta va por ese lado.

La historia “olvidada” de la vieja socialdemocracia proimperialista

 

Néstor K.: Vayamos de lo general a lo particular. De la historia general de la socialdemocracia al caso específico cubano y esta supuesta “socialdemocracia republicana” que pretenden ahora [2021] venderle al pueblo cubano como una “gran novedad” presentada, además, como una supuesta alternativa frente al partido comunista cubano, síntesis de las diversas corrientes cubanas revolucionarias a las que nos referimos antriormente.

  Existe una enorme bibliografía y varias bibliotecas sobre la triste historia de la socialdemocracia. Yo creo que la socialdemocracia tiene una historia nefasta. Desconozco hasta qué punto es popularmente conocida en Cuba, más allá de algunos profesores o profesoras y del mundillo universitario.

  No tengo aquí tiempo ni espacio para ir a los detalles (que analicé en algunos trabajos, con extensas citas de los escritos originales).

  El término “socialdemócrata” fue cambiando históricamente de significado. Hasta la primera guerra mundial (1914-1918), bajo ese rótulo convivían desde las corrientes reformistas, profundamente eurocéntricas y occidentalistas, incluso directamente colonialistas (como las expresadas por los alemanes Eduard Bernstein, August Bebel y Friedrich Ebert; el holandés Hendrikus Hubertus (Henri) Van Kol y el belga Emile Vandervelde) hasta las vertientes radicales, revolucionarias y profundamente antiimperialistas, donde militaban principalmente Rosa Luxemburg y Vladimir I. Lenin. Ambas corrientes (la reformista y la revolucionaria) se separan abruptamente y se enfrentan cuando la primera vertiente apoya la política imperialista votando a favor de los créditos estatales para la guerra de rapiña y de conquista en disputa por mercados y colonias, a inicios de la “carnicería” de vidas humanas que significó la Primera Guerra Mundial. Votación a favor de aquellos créditos guerreristas que implicaba una complicidad patética y un apoyo descarado al imperialismo que hoy está fuera de discusión para cualquier historiografía seria. (Esa ruptura modificará definitivamente el significado de los términos, dividiendo las aguas a nivel mundial entre la Segunda Internacional, de allí en más conocida como Socialdemócrata y la futura Tercera Internacional, denominada por Lenin –su fundador- Internacional Comunista. La actual [2021] Internacional Socialista [IS] recoge la herencia de la Segunda internacional).

  La primera vertiente, que terminó asumiendo de manera exclusiva la denominación “socialdemócrata”, no sólo era moderada y reformista. Era escandalosamente racista y colonialista. He realizado en algunos trabajos el ejercicio de citar pasajes de obras de estos socialdemócratas sin aclarar inicialmente su autor y parecen textos escritos por… Adolf Hitler. ¡Así de escandalosas eran sus posiciones políticas y culturales, hoy “olvidadas”!

  Actualmente [2021], con el dinero de la Friedrich-Ebert-Stiftung [Fundación Friedrich Ebert] que promociona la revista socialdemócrata Nueva Sociedad; se pretende vender en Cuba que la socialdemocracia es sinónimo de “pluralismo”, “ampliación de derechos”, “respeto a las diferencias” y muchos otros señuelos absolutamente tramposos. Anzuelos envenenados para gente desinformada. Trampas para incautos. Pero quien realmente haya estudiado con seriedad y rigurosidad este tema y no sea ni una becaria de esa institución ni un mercenario a sueldo, sabe perfectamente que Friedrich Ebert (en su momento presidente de Alemania; una de las principales cabezas políticas de la socialdemocracia) y todos sus compinches eran escandalosamente racistas, supremacistas, etnocéntricos, apologistas descarados de la dominación occidentalista y del imperialismo.

  Entre aquellos socialistas de palabra, colonialistas de hecho, el más sorprendente es, sin duda, Eduard Bernstein. Desde las páginas de la prestigiosa e influyente revista teórica del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) Die Neue Zeit [La nueva era], cabeza de la Segunda Internacional, en su artículo “La socialdemocracia alemana y los disturbios turcos” [1896-1897], Bernstein escribió: “Los pueblos enemigos de la civilización e incapaces de acceder a mayores niveles de cultura, no poseen ningún derecho a solicitar nuestras simpatías cuando se alzan en contra de la civilización […] Vamos a enjuiciar y combatir ciertos métodos mediante los cuales se sojuzga a los salvajes, pero no cuestionamos ni nos oponemos a que éstos sean sometidos y que se haga valer ante ellos el derecho de la civilización” (Mármora, Leopoldo [comp.] (1978): La Segunda Internacional y el problema nacional y colonial [Antología]. México, Siglo XXI. Tomo I: pág.10).

  ¿Tal vez un artículo desafortunado? Lamentablemente no es el caso. En su obra magna, la más célebre y difundida, titulada Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, Bernstein continuaba por el mismo triste derrotero, al afirmar: “No quiero ver a los nativos de África o de cualquier otro continente explotados o degollados, y tampoco estoy de acuerdo con que se les impongan modos de vida para los que su clima no es apropiado. Sí he señalado, y lo mantengo, el derecho de la civilización más elevada sobre la inferior” (Bernstein, Eduard [1899] (1982): Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia. México, Siglo XXI. pág. 57-58). En esa misma obra afirmaba, sin ruborizarse, que: “no hay ninguna razón para condenar el hecho de la obtención de colonias como algo desde un principio reprobable” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I: pág.11). Bernstein sinceramente imaginaba que: “La ocupación de países tropicales por europeos no necesariamente tiene que traer aparejados prejuicios para los nativos” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I: pág.12).

  A los “nativos” de Asia, África y América, Eduard Bernstein, paladín y principal guía intelectual de la socialdemocracia mundial, también los llamaba, sin tapujos ni eufemismos políticamente correctos, simplemente… “salvajes” (sic). Lamentablemente Bernstein no fue el único en tropezarse pergeñando esas justificaciones etnocéntricas y bochornosas apologías del colonialismo imperialista, tratando de fundamentar la presunta supremacía blanca por sobre los pueblos mestizos (de origen árabe) de Marruecos, los “indios” de Estados Unidos, los hindúes bajo dominación británica, los pueblos negros de África del Sur sometidos al racismo y la dominación de colonialistas ingleses y holandeses y muchos otros pueblos coloniales, invariablemente clasificados como “primitivos” e “incivilizados” (Bernstein, E. [1899] (1982): Obra citada. pág. 60-66 y 75-76).

  El ya mencionado socialdemócrata holandés Van Kol, ingeniero rico y acaudalado, se asumía como “un experto” socialista de la Segunda Internacional en temas específicamente coloniales por sus actividades comerciales en la colonia de la Isla de Java de las Indias Orientales holandesas. Quizás por eso, en 1904 Van Kol opinaba que: “Colonias hay y habrá durante muchos siglos todavía […] En la mayoría de los casos, no se podrá renunciar a las antiguas colonias porque éstas no resultan capaces de autogobernarse […] Abandonar totalmente al niño débil e ignorante, que no puede prescindir de nuestra ayuda, equivaldría  a hacerlo víctima de una explotación sin barreras o entregarlo a otros dominadores […] En las colonias, la socialdemocracia tendrá que apoyar a los débiles, instruir a los no desarrollados y educar al niño que nos confiaron para convertirlo en un hombre fuerte que ya no necesite de nuestra ayuda” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I: pág.13-14).

  En el congreso de la Segunda Internacional de 1907, desarrollado en Stuttgart (Alemania), las posiciones que declaraban “no repudiar ni en principio ni para siempre toda forma de colonialismo, el cual, bajo un sistema socialista, podría cumplir una misión civilizadora” ganaron la adhesión de… ¡casi la mitad de la Internacional: 108 votos a favor, frente a 127 en contra!… una diferencia apenas ínfima (Marmora, L. (1978). Obra citada. T.I: pág.14-15).

  Haciendo una reseña de aquel congreso, el supuesto “autoritario” Lenin, hoy vituperado y despreciado por la Fundación Ebert y otras resbaladizas fundaciones de la socialdemocracia que defienden al imperialismo, escribió un texto demoledor, impugnando de raíz ese colonialismo socialdemócrata, etnocéntrico y supremacista. En ese texto, Lenin formula dos hipótesis que se volverán centrales varias décadas más tarde. En primer lugar, sostiene que el trabajo indígena de los pueblos coloniales “mantiene a toda la sociedad”, no sólo a la colonial sino también a la metrópoli imperialista. En segundo lugar, formula en términos conceptuales (sin usar la palabra exacta, pero sí describiendo sus determinaciones fundamentales) la categoría de “superexplotación”, central en la teoría marxista de la dependencia y del imperialismo, como han demostrado desde el sociólogo brasilero Ruy Mauro Marini hasta los economistas ingleses John Smith y Andy Higginbottom (Lenin, Vladimir I. [1907] “El congreso socialista internacional de Stuttgart”. En Lenin, V. I. 1960 Obras Completas. Buenos Aires, Cartago. Tomo 13: pág.70-71).

  No muy diferente a Hendrick Van Kohl opinaba August Bebel (jefe del Partido Socialdemócrata Alemán antes de Ebert), quien creía que obraba en nombre de la justicia cuando reclamaba la explotación imperialista “igualitaria” de las colonias. Por ejemplo, en el Congreso de Jena del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) de 1911, Bebel sostiene sobre Marruecos lo siguiente: “Hay algo que creo deber postular en primera línea: nosotros, socialdemócratas, debemos oponernos a la política de Marruecos si no se hace en las mismas condiciones en que la hacen los otros estados, o sea, debemos sostener el derecho de todos los estados a defender sus intereses en Marruecos en completa igualdad, sin que ninguno utilice su posición para desplazar a los demás, como se le reprocha —y ésa es la causa principal del conflicto— al gobierno francés que busca retrasar las aspiraciones de los intereses alemanes de poner pié en Marruecos y crear allí instituciones de explotación” (Marmora, L. (1978). Obra citada. T.I: pág.24).

  Por si todo ello no alcanzara, el máximo jefe de la socialdemocracia alemana después de Bebel, Friedrich Ebert (¡el mismo personaje de quien adoptó su nombre la triste fundación que hoy pone mucho dinero para cuestionar a la revolución cubana!) fue más tarde quien tomó la decisión política de ejecutar extrajudicialmente a Rosa Luxemburg (y sus compañeros) para así aplastar la insurrección espartaquista. Dato histórico compartido absolutamente por las numerosas biografías escritas sobre Rosa, incluyendo la hermosa película biográfica de la directora feminista alemana Margarethe von Trotta, titulada Rosa Luxemburg, estrenada en 1986 en la entonces República Federal Alemana (en Nuestra América fue José Carlos Mariátegui uno de los principales impugnadores del asesinato socialdemócrata de Rosa cometido por órdenes de Friedrich Ebert y su ministro de defensa Gustav Noske, también integrante del Partido Socialdemócrata Alemán [SPD]). ¿El asesinato socialdemócrata de Rosa Luxemburg se habrá ejecutado para defender “el pluralismo”, “ampliar derechos ciudadanos” y respetar “el derecho a las diferencias”?

  Y si avanzamos cronológicamente varias décadas en el tiempo, esa misma socialdemocracia (a través de la Internacional Socialista [IS]) es la que en Portugal, de la mano de Mário Soares (jefe del inventado Partido Socialdemócrata Portugués, un hombre estrechamente ligado a la CIA), logra neutralizar y disolver a la revolución de los claveles e impedir “una nueva Cuba” en Europa occidental a mediados de la década de 1970. Por sus servicios prestados, Mário Soares es condecorado por Frank Carlucci, alto jerarca de la CIA (Grimaldos, Alfredo 2007 La CIA en España. La Habana, Ciencias Sociales: pág.111, 130, 144 y 155).

  La estrecha vinculación de Mário Soares con la CIA puede sonar extravagante y producto de un delirio paranoico. No lo es. Felipillo González, hombre fuerte de la socialdemocracia española (PSOE), sigue exactamente el mismo derrotero: de la mano de la CIA logra introducir al estado español en la OTAN (Grimaldos, Alfredo 2007 Obra citada: pág. 15, 24-25, 68, 99, 135, 141-143, 145, 147, 152-157, 226, 243, 245). Para quien tenga dudas de este vínculo entre la socialdemocracia española de Felipe González y la CIA, puede consultar provechosamente el excelente libro de Garcés, quien demuestra exactamente el mismo hecho –las maniobras para el ingreso del Estado español en la OTAN- con otras fuentes (Garcés, Joan E. [1996] 2012 Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles. Madrid, Siglo XXI. pág: 174).

 Ante semejante avalancha de hechos irrefutables, podría argüirse lo siguiente: ¡Pero todos esos ejemplos son europeos!  Desde Eduard Bernstein, Friedrich Ebert y Hendrikus Hubertus (Henri) Van Kol, hasta Mário Soares y Felipillo González… En cambio, en América Latina sucede algo diferente, incomparable y excepcional. ¿Será verdad?

  Cuando pretenden insultar la tradición revolucionaria y radical inspirada en Lenin o menospreciar a Fidel, promoviendo la socialdemocracia como alternativa “pluralista” y “respetuosa de las diferencias” que, supuestamente, vendría a resolver por arte de magia todos los problemas pendientes en la sociedad cubana, conviene recordar el triste y trágico papel jugado por el presidente socialdemócrata de la IV República venezolana (contra la cual se insubordina el joven Hugo Chávez), Carlos Andrés Pérez, durante el “Caracazo”…

  Este presidente, había sido nada menos que vicepresidente a nivel mundial de la Internacional Socialista [IS].

  No es aleatorio que la sede principal de la revista Nueva Sociedad (de la Fundación Ebert), en tiempos de Carlos Andrés Pérez, haya estado situada en Caracas. Desde allí se cansaron de cooptar intelectuales, siempre, con mucho dinero de por medio. (En tiempos de Hugo Chávez la revista abandona Venezuela… y se muda a Buenos Aires).

  Bajo el régimen de terrorismo de Estado aplicado por la dictadura militar argentina, poco tiempo antes de la guerra de Malvinas, Carlos Andrés Pérez, a nombre de la Internacional Socialista [IS] visitó el país del cono sur. Estuvo desde el 3 al 11 de marzo de 1982. En esa semana mantuvo 30 reuniones y concedió 15 entrevistas. Entre otros, el vicepresidente de  la Internacional Socialdemócrata se reunió con el almirante Emilio Eduardo Massera, uno de los principales terroristas de la dictadura militar, responsable nada menos que del campo de tortura, violaciones y exterminio conocido como ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada, donde fueron secuestradas, torturadas y desaparecidas 5.000 (cinco mil) personas, según los organismos de derechos humanos). Su entrevista con el jefe de los violadores y torturadores de la ESMA duró una hora (según el diario argentino Clarín, 9/3/1982). No se conocen denuncias públicas del jefe socialdemócrata Carlos Andrés Pérez contra la dictadura militar genocida.

  En esa visita a la Argentina, Carlos Andrés Pérez también disertó sobre “La reconstrucción de la democracia en América Latina”, conferencia a la que asistieron los principales partidos políticos locales. Allí, en lugar de denunciar la desaparición de 30.000 personas en Argentina, no tuvo mejor idea que atacar a… Cuba y al marxismo, lo que generó que el público asistente expresara –con bastante mesura, debido a que el evento se organizó bajo la vigilancia y la represión de una dictadura militar- su repudio a través de abucheos (Lanuti, Juan y Landi, Bautista 1985 La socialdemocracia en América Latina. Buenos Aires, Editorial Anteo. pág. 107-111).

  Pocos años después, Carlos Andrés Pérez, paladín y jerarca de la socialdemocracia mundial, llegó a la presidencia de Venezuela. Desde ese cargo aplicó en 1989 un paquete estrictamente neoliberal contra su propio pueblo sin que le tiemble el pulso. No un par de medidas antipáticas, porque las relaciones de fuerza no estaban de su lado, sino un completo y absoluto ajuste neoliberal desde principio a fin. El pueblo humilde y la clase trabajadora de la capital venezolana salió a la calle a protestar. ¿Defendió la socialdemocracia en el poder “el derecho al disenso”, “la diversidad de las subjetividades”, “los derechos sagrados e inalienables de la Constitución” y “el pluralismo”? Dejo en manos del público la búsqueda de las respuestas a esas preguntas.

  Para no extenderme demasiado, sólo aporto una fuente, pues hay incontables testimonios que la confirman, la reiteran y corroboran. Según el historiador venezolano de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Figueroa Salazar, frente al paquetazo neoliberal del presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez “el pueblo insurreccionado fue reprimido ferozmente por el aparato policial-militar”. Un cubano o una cubana de nuestros días [2021] podría quizás imaginar “entonces metieron en prisión a 30 ó 40 personas, ¡qué horrible!”. No. La socialdemocracia pluralista y democrática utiliza otros métodos. El historiador de la Universidad Central de Venezuela aporta otros datos, probablemente demasiado cautos y mesurados. La respuesta del presidente Carlos Andrés Pérez, máximo dirigente mundial de la Internacional Socialista [IS], fue algo distinta a lo que se acostumbra en Cuba: “2.500 [dos mil quinientos] muertos, aproximadamente, en tres días de ebullición”. Esa fue la decisión de Carlos Andrés Pérez. (Figueroa Salazar, Amílcar 2007 La Revolución Bolivariana. Nuevos desafíos de una creación heroica. Caracas, Editorial Tapial: pág. 25). Otros historiadores proporcionan cifras bastante más altas de gente asesinada en aquel fatídico 1989. Elegimos la menor. ¡2.500 asesinatos! ¿Figura esta masacre genocida en algún libro de denuncias, como esos que suelen circular en la prédica macartista?

  Por esos mismos años, el presidente de Argentina Raúl Alfonsín, amigo y colega de Carlos Andrés Pérez y Felipe González, también integrante de la Internacional Socialista [IS], promovía y sancionaba las leyes de “Punto Final” y “Obediencia Debida” que en aquella época dejaron en la impunidad total y sin sanción alguna a miles de genocidas de la dictadura militar, secuestradores, torturadores, violadores y apropiadores de hijos e hijas de la militancia popular (¿habrán estado incluidos en esas leyes de impunidad quienes torturaron, dejaron ciegos, cortaron los tendones, aplicaron electricidad en los genitales, etc. e hicieron desaparecer a Daniel Hopen, Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer y tantos otros compañeros y compañeras, padres y madres de mis amigos? Prefiero no insistir en el tema, para no desbalancear el análisis con un punto de vista demasiado argentino).

  La deshonrosa y “olvidada” historia de la socialdemocracia internacional sigue y continúa. Aquí nos detenemos para analizar en forma específica el caso cubano.

  No obstante, antes de focalizarnos en Cuba, no queremos dejar de recordar una encomiable “mosca blanca”, seguramente la excepción que confirma la regla. Un político socialdemócrata valiente, que no quiso ser cómplice del imperialismo ni se arrodilló ante los poderosos, como suele hacer esta corriente política desde su nacimiento. No quiero entonces olvidarme del embajador de la socialdemocracia sueca en Chile y el papel heroico que jugó el 11 de septiembre de 1973 frente a la CIA y los militares genocidas del general Pinochet que derrocaron con métodos sanguinarios al presidente socialista marxista Salvador Allende, estrecho amigo de Fidel Castro y el Che Guevara. Se trata de Harald Edelstam, quien salvó la vida de cientos de personas perseguidas acogiéndolas en la embajada de su país para luego enviarlas a Suecia. Existe un film que retrata su más que digna actitud, titulado El clavel negro, dirigido por Ulf Hultberg y estrenado en 2007. (Aunque la actitud heroica de Harald Edelstam el 11/9/1973 en Chile surgió de una iniciativa suya, a título individual y personal, probablemente haya ayudado –como bien destacan el sociólogo James Petras y el historiador de la cultura Michael Löwy- el hecho de cierta competencia y “lucha de influencia” dentro de las orientaciones de la IS entre la socialdemocracia sueca y el partido socialdemócrata alemán (SPD), mucho más vinculado a la defensa del capitalismo europeo y aliado del imperialismo norteamericano [Löwy, Michael 1981 “Trayectoria de la Internacional Socialista en América Latina”, en Cuadernos Políticos Nro. 29, México, ERA. pág: 39-41]).

 

 

¿“Socialdemocracia republicana” para Cuba?

  Al pueblo cubano, en medio de una disputa histórica con el imperialismo anexionista de Monroe y Adams, le intentan vender desde hace unos años un paquete de mercancías. Para que la oferta sea vista como atractiva y seductora, la clave es presentarla como una “novedad”. Un nuevo modelo, 2.0, pretendidamente superador del socialismo fidelista y martiano. Así funciona el Mercado, incluido el mercado de las ideologías.

  ¿En qué consiste esta operación de marketing, pergeñada desde los “laboratorios de ideas” planificados y financiados desde Washington, aunque ejecutados en Cuba?

  Básicamente, en presentar una mercancía con un envoltorio aparentemente “sofisticado” y una marca que ya no se identifica abiertamente con el terrorismo extremista de los grupos de La Florida, desprestigiados y ya fuera de onda. La nueva marca y el modelo 2.0 para la vieja mercancía se ofrece ahora, a gusto del buen consumidor, como “Socialdemocracia Republicana”.

  Esta mercancía se presenta en el mercado de los consumos culturales y políticos como heredera de la Ilustración europea del siglo XVIII, asociada a la revolución francesa de 1789, ensalzada hasta el paroxismo (a pesar de que la cultura cubana cuenta en su haber con una obra inimitable, de ficción pero con un contenido marcadamente crítico hacia aquel proyecto, titulada El siglo de las luces de Alejo Carpentier ([1963] La Habana, Ediciones Revolución).

  A pesar de esa apología acrítica y absolutamente especular (sin ningún beneficio de inventario) de 1789, que se pretende presentar ahora en Cuba como “la nueva alternativa”, recordemos que la Ilustración del siglo XVIII solía hacer culto del MÉTODO y la consistencia LÓGICA, la autonomía de la subjetividad y el rigor argumentativo. En cambio, la oferta de mesa de baratijas que le quieren vender al pueblo cubano, en particular a su juventud, artistas e intelectuales, está ensamblada a partir del ECLECTICISMO POSMODERNO (¡precisamente la antítesis de la Ilustración!). Es decir a partir de un pastiche y un revuelto donde coexisten, sin rigor alguno ni consistencia lógica:

(a) El financiamiento desfachatado e inocultable de la contrainsurgencia estadounidense (Open Society Foundation-OSF de Soros, la NED, USAID y otras fachadas de la CIA), junto con fundaciones del imperialismo alemán (con la Fundación Ebert a la cabeza, pero no sólo con ella).

(b) La adopción y repetición automática de los dogmas de la escuela “Anti-Totalitaria”, nacida en los tiempos sombríos del macartismo. Vertiente que identifica mecánicamente comunismo con “totalitarismo” y, en sus vertientes más desopilantes, comunismo con nazismo. Tesis insostenible, que de la mano de Hannah Arendt (quien capituló bochornosamente durante la guerra fría para poder vivir y trabajar en su exilio en EEUU), nació en 1951, hace ya… ¡siete décadas! (Arendt, Hannah [1951] 1999 Los orígenes del totalitarismo. Madrid, Taurus). Allí se inscriben no sólo la aguda Arendt sino también el comunista converso Karl August Wittfogel (delator de sus antiguos camaradas en los juicios y persecuciones del macartismo), el inefable anticomunista alemán Ernst Nolte, el marxista converso François Furet (Nolte, Ernst y Furet, François [1998] 1999 Fascismo y comunismo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica), pasando por otro comunista converso devenido fundador del neoliberalismo, Karl Popper; su discípulo, el financista (“mecenas” y “protector económico” de algunos cubanos republicanos) George Soros, hasta el ex presidente de la derecha española José María Aznar, Mario Vargas Llosa (admirador del ex presidente argentino Mauricio Macri) y otros tartufos neoliberales contemporáneos. Todos y todas, anticomunistas fundamentalistas cuyo daltonismo frente a la bandera roja los obliga a renovar su cruzada “Anti-Totalitaria” con los pretextos y ademanes más hilarantes.

(c) La postulación, plagiada desde la “a” hasta la “z”, de la vulgata más ramplona del eurocomunismo, particularmente español, de donde han adoptado la presunta “novedad” del republicanismo socialdemócrata.

  Fue Santiago Carrillo (una especie de versión latina previa de lo que poco tiempo después fue Mijaíl Gorvachov, a una escala más importante) quien en su libro “Eurocomunismo” y Estado. El  “eurocomunismo” como el modelo revolucionario idóneo en los países capitalistas desarrollados (1977 Barcelona, Grijalbo-Crítica) termina de cortar amarras con la herencia revolucionaria de Lenin y los bolcheviques, para adoptar con la cabeza baja y en forma sumisa, el orden capitalista occidental y sus instituciones políticas de dominación como “el horizonte insuperable de nuestra época”, parafraseando de forma inversa la expresión con la que Sartre caracterizaba al marxismo radical.

  Dejemos al costado su vergonzosa aceptación tanto de la bandera del generalísimo Francisco Franco como de la monarquía borbónica (dos claudicaciones imperdonables, tomando en cuenta la heroica resistencia de cuatro décadas contra la dictadura militar así como también el millón de víctimas sin tumba que dejó tras de sí Franco, apoyado por Hitler) o la amable entrevista personal de Carrillo con la CIA, realizada en Estados Unidos en 1977 (¡el mismo año en que aparece su libro donde decreta finiquitada la estrategia revolucionaria de Lenin!), a instancias de una invitación estadounidense, en la cual Carrillo les aseguró a los estrategas contrainsurgentes norteamericanos que su organización respetaría el orden capitalista en el Estado español y renunciaría (de antemano) a cualquier proyecto revolucionario (Grimaldos, Alfredo 2007 La CIA en España. La Habana, Ciencias Sociales. pág.12). ¿Habrá nacido en esa entrevista secreta el fetichismo del “estado de derecho” (y la renuncia a cualquier proyecto revolucionario) que sus sobrinos políticos y teóricos repiten en el estado español hasta el aburrimiento? Es difícil saberlo.

  Haciendo a un lado esa colección bochornosa de renunciamientos ideológicos, el núcleo central de su “compromiso histórico” (para emplear la jerga preferida de sus primos italianos, que renegaron definitivamente de Antonio Gramsci), consistió en asumir como eje principal del socialismo y el comunismo euro-occidentales la subordinación incondicional y absoluta a la arquitectura institucional de lo que Karl Marx denominaba “la república burguesa” (Marx, Karl [1852] 1984 El 18 brumario de Luis Bonaparte. En Marx, Karl y Engels, Friedrich 1984 Obras Escogidas. Buenos Aires, Cartago. Tomo I. pág: 293).

  Desprestigiado por sus múltiples traiciones, Santiago Carrillo y su vetusto eurocomunismo (fagocitado con facilidad por Felipillo González, quien también mantenía aceitadas relaciones con la CIA), finalmente subsumido en la socialdemocracia del PSOE [Garcés, Joan [1996] 2012 Soberanos e intervenidos. Estrategias globales. Americanos y españoles. Madrid, Siglo XXI. pág. 221) resultan hoy impresentables. Ningún movimiento social rebelde (sea europeo, sea latinoamericano) los recordaría y los tomaría en serio como fuente de enseñanza para una estrategia política realista, de signo independentista, antiimperialista y anticapitalista.

  Ya en aquella época, Ruy Mauro Marini, el principal teórico marxista de la dependencia (fuente de inspiración para distintas actualizaciones de la teoría del imperialismo, sea en Europa, como es el caso contemporáneo de los ingleses -publicados en Estados Unidos- John Smith y Andy Higginbottom; sea en Nuestra América, como sucede con el chileno Jaime Osorio, el mexicano Adrián Sotelo, o los brasileros Marcelo Carcanholo, Roberta Traspadini,  Joao Pedro Stedile, Nildo Ouríques, etc.) escribió desde México un comentario crítico sobre el eurocomunismo. Con no poca ironía y sarcasmo, Marini señaló en aquel momento que la doctrina eurocomunista puso “fin a un comportamiento cuasi esquizofrénico”, entre una retórica revolucionaria y la adaptación a las instituciones políticas de la burguesía. Según Marini, sancionado como “doctrina”, el eurocomunismo permitiría hacer todas las transacciones del mundo (en particular con la socialdemocracia) “sin mala conciencia” (Marini, Ruy Mauro 1979 “Luz y sombra: perspectiva del eurocomunismo”. En El Universal, México, 11/4/1979).

  Tal vez alguien poco informado podría sospechar que la crítica de Marini provenía del sectarismo de la “extrema izquierda” (el pensador de ascendencia brasilera había integrado el comité central del MIR chileno). ¿Quizás el suyo haya sido el cuestionamiento de un militante de “ultra izquierda” latinoamericano, sudaca, escasamente instruído, primitivo y lleno de prejuicios? No es el caso.

  Desde las coordenadas propias de Europa occidental y dentro mismo del estado español, uno de los principales pensadores marxistas y teóricos comunistas, Manuel Sacristán Luzón, fue probablemente bastante más duro y taxativo que Ruy Mauro Marini. Manuel Sacristán se encargó de cuestionar, desmontar y exponer a la luz del día y al fuego de la crítica la estafa política, ideológica y moral del eurocomunismo de Santiago Carrillo y de la socialdemocracia del PSOE.

  Sacristán (un gran especialista en El Capital, entre muchas otras dimensiones de su prolífica vida intelectual) no dudó en caracterizar al eurocomunismo “en la medida en que se le puede tomar en serio” (sic) como “una ideología engañosa” y “una involución a la socialdemocracia”, cuyo peor defecto es que se autopostula de manera eufórica como “vía al socialismo”. La trayectoria y la propuesta del eurocomunismo es, en opinión de Manuel Sacristán, “reformista-burguesa” (sic). Su fuente última no deja margen a la duda. Sacristán apunta como fuente de inspiración eurocomunista a Eduard Bernstein (aquel socialdemócrata de la II Internacional que tanto admiraba a la Ilustración… y proponía la fusión del “estado de derecho” de Kant con la propuesta de Marx, ¿suena conocido?). Su impugnación, demoledora, termina enumerando lo que él considera los problemas principales, a los que el eucomunismo da notoriamente la espalda. Entre otros, Sacristán afirma: “[…] los persistentes problemas del imperialismo y el Tercer Mundo; y, por terminar en algún punto, la espectacular degeneración del parlamentarismo en los países capitalistas, augurio también (esperemos que falible) de una nueva involución de esas sociedades hacia formas de tiranía” (Sacristán, Manuel [1977] “A propósito del eurocomunismo”. Intervención en la Universidad Autónoma de Barcelona-UAB. En Sacristán, Manuel 1985 Intervenciones políticas. Panfletos y materiales. Barcelona, Icaria. Vol. III y Sacristán, Manuel [1985] “El PSOE ha traicionado a la izquierda”. En Mundo Obrero, 28/2/1985).

  No es casual que los “sobrinos políticos” y la descendencia teórica de Santiago Carrillo (aplaudidores seriales de la Ilustración, defensores a rajatablas de Kant, apologistas acríticos de 1789, que invariablemente “olvidan” aunque sea consultar La cuestión judía de Marx y su análisis cuestionador de las diversas constituciones de la revolución francesa), tan celebrados en los últimos 10 ó 15 años en el estado español, hagan caso omiso y asuman un talante absolutamente “distraído” frente a aquellas rigurosas y premonitorias advertencias críticas de Manuel Sacristán Luzón. Cuando hoy en día [2021] el Partido Popular y Vox (representantes politicos del gran capital y el neofranquismo en el estado español) empujan y presionan hacia “formas de tiranía”, ¿no resuenan en el viento las lúcidas advertencias de Manuel Sacristán?

  La supuestamente novedosa “Socialdemocracia Republicana” cubana, completamente subordinada (a) al mecenazgo de George Soros y la NED (o sea CIA) junto a los dinerillos de la Fundación Ebert del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD); y repitiendo como ventrílocuos (b) los axiomas de la escuela “Anti-Totalitaria” (pretendidamente liberal, aunque su anticomunismo furioso los conduce a relativizar los crímenes del nazismo); le presenta al pueblo cubano como un descubrimiento y una elaboración propia, absolutamente inédita, (c) la lista completa de lugares comunes del viejo y apolillado eurocomunismo español (y su descendencia teórica), subsumido por la socialdemocracia del PSOE, entrecruzada toda la propuesta con (d) el social-liberalismo italiano que fracasó durante medio siglo en su persistente batalla contra el marxismo (intentando triturar a Marx, insultando a Lenin, mutilando a Gramsci).

  ¿A partir de qué dispositivo se puede intentar presentar en Cuba, dentro de un mismo paquete y envoltorio, (a), (b) (c) y (d)? Únicamente licuando todas esas vetas en un pastiche posmoderno. La mélange [mezcla] agridulce, totalmente indigerible que resulta de allí, solo puede ser tomada en serio por quien previamente esté dispuesto a tragar lo incomible.

  Lo que caracteriza a esta “narrativa” (como les gusta autodefinirse en las redes) es una completa ausencia de método (repito: ¡la antítesis de la Ilustración, corriente que vivía obsesionada por el rigor lógico y el método!).

  Para promover un abrazo y la reconciliación entre la revolución cubana y la burguesía gusana de Miami, hace falta lanzar convocatorias donde lo que predomine es la indefinición amorfa de “Repúblicas… sin apellidos”, “Democracias… sin clases sociales”, “Constituciones… nacidas de una probeta”. Es decir, a partir de formulaciones políticas fofas e indeterminadas “donde todos los gatos son oscuros” (según aquella célebre expresión irónica de Hegel).

  En definitiva, la adopción del posmodernismo acrítico es la condición de posibilidad teórica para rejuntar esa bolsa de grillos y pretender que la misma sea un programa político-cultural superador del marxismo del Che y Fidel y de la tradición martiana de la revolución cubana.

Rodrigo H.: Oye, Néstor, queríamos para terminar esta parte, hablar un poquito de Yunior García, que es el tema que hemos estado debatiendo en La Manigua. Ayer [21/9/2021] justamente él hizo una solicitud para hacer una marcha no solamente en La Habana, sino en todo el país, con un grupo de disidentes. Después de la descripción que tú estás haciendo, y después de estar leyendo tu libro, Yunior García, se ajusta en toda la línea a esta caracterización que has hecho. Jaime, tienes la palabra.

Jaime: En primer lugar quisiera saludar a Néstor. Es un honor compartir con él. El primer libro suyo que leí proponía un análisis de los marxistas latinoamericanos. Sobre el marxismo del Che…, sobre Mario Roberto Santucho y mucha otra gente.

   Volviendo al tema de Yunior, le quiero informar a Néstor que Yunior es un teatrista, una persona joven que ha tomado una notoriedad mediática, últimamente, a raíz de lo sucedido el 27 de noviembre de 2020. Él fue uno de los convocantes a los hechos que ocurrieron el 27 de noviembre, que todos hemos conocido aquí por varios posts que han salido en Facebook, en la página Carlitos Marx, donde se ha mostrado que Yunior estuvo en dos cursos en España. En uno de ellos Felipe González fue de los ponentes. Cursos que fueron organizados por un académico estadounidense con vínculos con el actual director de la CIA. La prédica de Yunior ha ido tratando de erosionar las instituciones que representan a los artistas en Cuba. Ha estado tratando de quitarle la legitimidad a esas organizaciones. Se ha ido montando a su alrededor un aura de intelectuales que se dicen “socialistas” y “revolucionarios”, pero que no están con el gobierno. Su objetivo es tratar de separar Revolución de gobierno, Revolución de comunismo. Es decir, han tratado de generar una confusión total.

   Se han vinculado con connotados contrarrevolucionarios, mercenarios probados y que mantienen actitudes violentas. A grandes rasgos eso es lo que representa él y una serie de personajes que se están nucleando alrededor suyo. Están siendo legitimados a partir de fundaciones, becas, galerías… Mediante esos mecanismos han ido tratando de legitimar ciertas posiciones de distintos artistas en diversas esferas del arte y otorgándoles esa legitimidad que necesitan para mostrarlos con una cara “progre”, una cara light, una cara limpia que no tenga nada que ver con la institucionalidad cubana y propia de la Revolución.

Ortodoxias, heterodoxias y pensamiento crítico

Rodrigo H.: Tengo a Joel, tengo a Rosique, y tengo a Alex. ¿Qué tal si ustedes formulan sus comentarios, sus preguntas, y después tú, Néstor, te puedas referir a esas tres preguntas, ¿te parece?

Néstor K.: ¡Me parece perfecto!

Rodrigo: Joel, tienes la palabra.

Joel Suárez: Buenas noches, hermano, ¿cómo estás? Me parece interesante después de escucharte todo este tiempo ubicarte personalmente en una zona de ortodoxia en el sentido literal de la palabra, o sea, rectitud con relación a la doxa, a la opinión, al dogma. Sin embargo tú vienes de una tradición militante e intelectual de un acceso heterodoxo al conocimiento. Y quiero que, inclusive rememorando al ya citado hermano y amigo nuestro Fernando Martínez Heredia, de esta radicalidad y rectitud con el pensamiento y la práctica revolucionaria, preguntarte ¿qué lugar le das al pensamiento crítico, y qué lugar ocupa ese pensamiento en el necesario debate y tareas de la recreación de la hegemonía de un proyecto revolucionario? Un abrazote.

Néstor K.: Abrazote grande, hermano.

Rodrigo H.: Rosique, tienes la palabra.

Iramis Rosique: Buenas noches a todas y todos, soy miembro del consejo editorial de La Tizza. Joel me acaba casi que quitar la pregunta… Yo quería primero agradecerle a Néstor por estar aquí. Y agradecerle también, porque yo era un joven comunista que me formé originariamente en el marxismo-leninismo de los manuales. Y tuve mi primer despertar antidogmático leyendo su libro Marx en su (Tercer) Mundo, y ahí accedí a una lectura crítica de los manuales.

  Luego de que Néstor criticó duramente ese republicanismo socialista, mi pregunta apuntaría ¿cómo orientar los problemas teóricos? ¿qué autores leer? ¿por cual teoría irnos para entender los problemas que tienen que ver con la recomposición de la hegemonía, de la contrahegemonía socialista en Cuba, y de los problemas que tienen que ver con la democracia socialista? Porque desde un marxismo más “ortodoxo”, ahora utilizando el término en el mal sentido, un marxismo-leninismo, nos cuesta entender estos problemas del estado socialista y de la democracia socialista, y de la participación. Muchas gracias.

Rodrigo H.: Muchas gracias a a Iramis Rosique; ahora le toca intervenir a Alex.

Alex: Buenas noches a mis compañeros manigüeros y al estimado compañero Néstor. Quisiera referirme, compañero Néstor, a la opinión que usted pueda tener como intelectual, como escritor y como pensador socialista, con respecto a la serie de reformas económicas que se están llevando a cabo en Cuba. No sé si estará actualizado sobre la serie de reformas económicas que está llevando a cabo nuestro país, y quisiera saber su opinión con respecto a éstas.

Rodrigo: León, tienes la palabra. Luego le toca contestar a Néstor.

León: Gracias, Rodrigo. Agradecido de encontrarme en este espacio con Néstor Kohan, y mi pregunta va a lo siguiente. Nosotros siempre tratanos de identificar los puntos vulnerables que podemos tener. Creo que es importante como instrumento esta nueva publicación, este nuevo libro que nos da Néstor Kohan, ya que permite ampliar toda las cosas que él estaba diciendo en sus videos en YouTube que hemos podido ver, y sus análisis mediante artículos sobre Cuba. Pienso que es un instrumento de defensa de nosotros mismos como proyecto social. Néstor utliza el término “contrainsurgencia”. Entonces yo quería enfocar la pregunta en la situación de la insurgencia en América Latina. En si el enemigo imperialista nos estudia a nosotros, ve los puntos vulnerables, ve este tema de disfrazar a los capitalistas de izquierda para poder entrarnos con un discurso más llamativo, y entonces nosotros como intelectuales, como artistas, como revolucionarios, los pueblos de América ¿qué estamos haciendo para ser contrahegemónicos con el capitalismo? ¿qué estamos haciendo para activar de nuevo las fuerzas revolucionaras en el continente? ¿qué podemos hacer para que el poblador nativo de nuestros pueblos de América deje de importar una cultura extranjerizante en su comportamiento, deje de desvalorar lo positivo de su nacionalidad para asumir un comportamiento de la cultura occidental? ¿por qué nosotros no incidimos también de alguna forma en ese pensamiento occidental y capitalista y pasamos a ser proactivos en la lucha contra el capitalismo mundial? ¿qué pasa en América Latina que se dan cuasi situaciones revolucionarias y nosotros no activamos una vanguardia que pueda asumir una revolución? La Revolución cubana lleva sesenta y dos años resistiendo, y tenemos que necesariamente esperar por la revolución mundial y esperar por la rebeldía de este continente, pero nosotros debemos activar un nuevo sistema que nos permita incidir en esa gran masa de pobladores que habitan esta cultura nuestro-americana, para poder lanzar una revolución más fuerte, una revolución en bloque y una alternativa a este modo de vida que va a llevar al fin de la especie humana posiblemente. Quisiera que Néstor nos diera sus valoraciones sobre este asunto. Gracias.

Rodrigo H.: Gracias, León. Te escuchamos entonces, Néstor.

Néstor K.: ¡Buenísimas las preguntas e intervenciones! Me sorprende encontrarme a Joel, no sabía que estaba acá. Muy agradecido que estés, un gran amigo, un hermano de toda la vida, él y su papá, Raúl Suarez, del Centro Martin Luther King (CMLK) de La Habana, con quienes mantengo vínculos no sólo políticos o teóricos sino también afectivos desde varias décadas.

   Las y los hermanos del Centro Martin Luther King forman parte de la Teología de la Liberación. Yo he podido compartir con esta corriente también en Brasil (además de haber trabajado unos veinte años con un sacerdote y teólogo en la liberación en la Universidad de Buenos Aires).

  Pasando a la pregunta de Joel, me divierte mucho. Porque Joel toda la vida ha sido un “provocador”, por eso me simpatiza, porque creo que yo también lo soy. Entonces la pregunta de la “ortodoxia”. Joel me clasifica muy provocadoramente como “ortodoxo”. Lo cual me divierte, reitero, y me da pie para explayarme. Porque prácticamente casi lo mismo me dijo en uno de estos últimos intercambios que tuve, no orales pero sí por escrito, otro viejo amigo y compañero cubano, Jesús Arboleya, quien un día me escribió: “Bueno, Néstor, tú eres un ortodoxo”. Entonces yo le contesté a Arboleya…, y voy a reproducir ahora lo que le dije por escrito y en privado a Jesús Arboleya. Se lo voy a contestar a Joel.

   En primer lugar, a mí la palabra “ortodoxia” no me molesta.

  Recuerdo a un filósofo húngaro llamado György Lukács al que siempre le tuve mucho cariño y admiración. Creo que Antonio Gramsci y György Lukács, junto al Che Guevara, son a mi modesto entender, de los principales pensadores marxistas a nivel mundial. Lukács no se hizo revolucionario por hambre o necesidad, sino por los valores y la ética anticapitalista que él tenía. Nunca necesitó el dinero, nunca pasó hambre (como si le sucedió a Gramsci). Si no recuerdo mal el padre de Lukács era banquero, pero él a pesar de eso, se rebeló contra todo ese mundo de dinero y se hizo revolucionario comunista desde muy jovencito. ¡Fue el ministro de Cultura de la insurrección de los soviets de Hungría! ¡Lukács era gran admirador de Lenin! Uno de sus libros se titula Lenin, la coherencia de su pensamiento. Lo escribió en 1924, al morir el dirigente bolchevique. Tuve la oportunidad de escribir un estudio preliminar a ese libro de Lukács (Lukács, György [1924] 2014 Lenin, la coherencia de su pensamiento. La Habana, Ocean Sur. Estudio preliminar de Néstor Kohan).

  Imagínense el nivel que tenía Lukács que una de las hipótesis de Lucien Goldmann, un famoso filósofo francés, apunta a que varias de las nociones centrales de Martin Heidegger en su obra célebre de su primer período Ser y tiempo [1927] constituyen “un paralelo” (por no decir directamente… una “traducción” en otro lenguaje) de las categorías fundamentales de Historia y conciencia de clase [1923] de Lukács. (Recordemos que el libro de Lukács es cuatro años anterior al de Heidegger… está claro quién pensó primero los problemas y quien “los tradujo” luego a otra jerga).

  Lukács viajó a la Unión Soviética y fue “ayudante” de David Goldenbach (popularmente conocido como David Riazánov), el biógrafo y erudito principal que sacó de las sombras y la penumbra numerosos trabajos inéditos de Marx, como los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (que tanta influencia tuvieron en el Che Guevara); La ideología alemana, etc. Una de las personas que ayudó a Riazánov fue Lukács…

  Intentando expresar en el terreno filosófico la ruptura radical que produjo en el plano social e histórico la revolución socialista de 1917 encabezada por Lenin y los bolcheviques, Lukács publicó Historia y conciencia de clase [1923]. Para mí, un libro formidable. No obstante, generó enormes polémicas en el seno de la naciente Internacional Comunista. Por ejemplo, dos filósofos de aquella época salieron a cuestionar ácidamente el intento de Lukács. Uno de ellos se llamó László Rudas y otro Abraham Deborin. En medio de las disputas por la herencia de Lenin, Lukács escribió Derrotismo y dialéctica. Una defensa de «Historia y conciencia de clase» ([1925-1926] 2015. Buenos Aires, Editorial Herramienta). Un libro que estuvo más de seis décadas “depositado en un cajón”.

  La revista Pensamiento Crítico, dirigida por Fernando Martínez Heredia, publicó uno de los capítulos originales de Historia y conciencia de clase, titulado “La conciencia de clase” en el mismo número donde se publicó un trabajo de Fernando Martínez que lleva por título “Marx y el origen del marxismo” (Lukács, György [marzo de 1920] 1970 “La conciencia de clase”. En Pensamiento Crítico Nro.41, La Habana, junio de 1970. pág.148-197).

  Ese mismo año, en Cuba se publica el libro completo (lamentablemente traducido del francés y cotejado con la traducción italiana, no traducido directamente del idioma alemán). Como prólogo aparece una “Nota a la edición” y por firma sólo se menciona “El editor”. Tengo entendido, si no estoy mal informado, que el prólogo lo había escrito Aurelio Alonso, otro integrante de Pensamiento Crítico, pero como le habían sugerido cortes en su texto (lo que los editores suelen llamar diplomáticamente “edición”), el compañero Aurelio Alonso no aceptó y entonces salió sin su firma. Esa edición cubana puede descargarse gratuitamente de internet (Lukács, György [1923] 1970 Historia y conciencia de clase. La Habana, Ciencias Sociales).

  Muy bien. Aclarado quién es Lukács y cómo apareció esta obra en Cuba, entonces vamos al contenido.

  En Historia y conciencia de clase hay un capítulo que parece escrito para contestar la pregunta de mi hermano y amigo Joel Suarez y el intercambio epistolar con Jesús Arboleya. Lukács lo tituló precisamente “¿Qué es marxismo ortodoxo?”. Allí Lukács comienza respondiendo, a partir de la interrogación del título del capítulo: “Esta cuestión, en rigor bastante simple, ha llegado a ser objeto de muchas discusiones, tanto en círculos burgueses como en círculos proletarios. Pero paulatinamente empezó a incorporarse al buen tono científico el recibir con mera burla cualquier adhesión al marxismo ortodoxo […]” (Lukács, György [1923] Historia y conciencia de clase. En Lukács, György 1982 Obras Completas. México, Grijalbo. Tomo 3, pág.1).

  ¿Por qué sucede eso? Porque cuando uno escucha “ortodoxia” suena a algo viejo, apolillado, con olor a naftalina. Parece que estamos frente a algo pasado de moda, antiguo y no sólo añejo, sino además “cuadrado”, cristalizado, cerrado, que se niega a dialogar…, todo lo contrario del pensamiento vivo, todo lo opuesto a lo que se percibe como atractivo y seductor, incluso me animaría a agregar, siguiendo la frivolidad posmoderna, todo lo antagónico a lo que se considera “sexy”, ¿no es cierto?

  ¡Genera burla!, nos advierte Lukács. ¿En el año 2021? No, ya en marzo de 1920…, hace más de un siglo generaba burla, provocaba risa, para “el buen gusto”, señala con no poco sarcasmo Lukács. ¿Ocurrirá acaso porque “el marxismo es el hazmerreír de la filosofía” y la “vergüenza de la Academia”, como ha escrito por allí, hace pocos años, uno de los sobrinos teóricos de Santiago Carrillo, admirador acrítico de la Ilustración y por supuesto, defensor del orden institucional “D-E-M-O-C-R-Á-T-I-C-O” de la España posfranquista? No lo creo. Lukács, hace más de un siglo, se explayaba largamente explicando que esas “burlas”, petulantes y altaneras, pero sobrecargadas de ideología burguesa, tenían otro origen… Sin adentrarnos en detalles, porque esta no es la ocasión, ¿cómo responde entonces Lukács a esa pregunta que, evidentemente, se sigue repitiendo hoy en día? De la siguiente manera: “En cuestiones de marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente al método” (Lukács, György [1923] 1982 Obra citada. Tomo 3, pág. 2).

  Podríamos reprocharle a Lukács que no sólo está en juego el método, sino también una concepción del mundo y de la vida, como señalaría Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel (respuesta que seguramente también generaría burla para esos señoritos altaneros de la Academia, herederos vergonzantes de Carrillo y por eso mismo… inmunes a las críticas de Manuel Sacristán al eurocomunismo, en el cual se han educado y de donde han extraído su “republicanismo” a toda prueba).

  Pero lo que Lukács nos quiere sugerir es que no se trata de suscribir hasta el último renglón de lo que Marx escribió o dijo. Porque incluso Marx pudo haberse equivocado. Recordemos, para dar tan sólo un ejemplo, que Ernesto Che Guevara en su artículo “Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana” [1960] escribe: “Es por ello que reconocemos las verdades esenciales del marxismo como incorporadas al acervo cultural y científico de los pueblos”. Es decir que el Che se declara marxista y considera que la revolución cubana, con total “naturalidad”, asume el marxismo como en física se adoptan las teorías de Albert Einstein, etc.etc. Una persona poco informada podría creer, de forma apresurada, que Guevara era un fundamentalista dogmático. Pero atención, el Che agrega: “A Marx, como pensador, como investigador de las doctrinas sociales y del sistema capitalista que le tocó vivir, puede, evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones. Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo con su interpretación de Bolívar o con el análisis que hicieran Engels y él de los mexicanos” (Guevara, Ernesto [1960] “Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana”. En Guevara, Ernesto 1970 Obras 1957-1967. La Habana, Casa de las Américas. Tomo 1. pág.93-94).

  Este ejemplo de la forma de operar y pensar del Che Guevara muestra con mucha claridad el sentido de la afirmación de Lukács. Esa es nuestra respuesta frente a la pregunta sobre la ortodoxia. Ortodoxia no implica defender ciegamente las decenas de miles de páginas que escribió Marx. El marxismo consiste en poder emplear el método de Marx, incluso para discutir alguna observación formulada por el propio Marx, si es que éste se equivoca.

  Entonces no se trata de repetir de memoria los textos de Marx sino utilizar el método de Marx de manera creadora. A mí no me interesa la burla de la Academia. Jamás escribo pensando en “el buen gusto” del mundillo académico, tantas veces servil por una beca, tantas veces cómplice frente a los horrores del capitalismo y de las instituciones políticas que le permiten funcionar y oprimir a nuestros pueblos. Si la Academia dio por entrerrado el método dialéctico, poco me importa. Creo que sigue siendo util para comprender (y actuar en consecuencia) frente a los conflictos sociales y la lucha de clases. Yo creo en consecuencia que no sólo el Che Guevara fue, en este sentido preciso, un marxista ortodoxo. También lo fue José Carlos Mariátegui quien llegó a las mismas conclusiones de Karl Marx sin haber leído los Grundrisse, sin haber conocido su correspondencia con los populistas rusos y Vera Zasulich e incluso sin haber estudiado el Cuaderno Kovalevsky [1879] de Marx, donde el autor de El Capital se explaya sobre los pueblos originarios de Nuestra América. Mariátegui llegó a las mismas conclusiones de Marx sin haber leído esos materiales, recién publicados hace menos de tres años, entre 2018 y 2019. ¿Era adivino Mariátegui? No, simplemente empleó el método de Marx. Y me animo a agregar, especialmente para mi amigo Joel y otros hermanos y hermanas de la Teología de la Liberación, que Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Frei Betto, Franz Hinkelammert, Enrique Dussel, Hugo Assmann, Reyes Mate y tantos otros compañeros y compañeras, ¿no son marxistas ortodoxos, en ese sentido, al haber utilizado el método de Marx para leer y estudiar incluso… la Biblia?

   Entonces la palabra ortodoxia, aclarando que no soy cubano, a mí no me molesta. De todas maneras la pregunta de Joel la tomo mitad en serio (y por eso la contesté) y mitad en broma (ya que con Joel vivimos haciéndonos bromas). Porque la verdad es que no me considero un marxista ortodoxo, en el sentido tradicional que se le atribuye (distinto a la lectura del joven Lukács). Sobre todo porque en el Partido Comunista Argentino unos compañeros de cierta edad, tres compañeros ya mayores, escribieron un libro entero criticándome. ¡Un libro entero! ¿Qué me cuestionaban? Mi critica de los manuales de la época de Stalin que figura en el libro Marx en su (Tercer) Mundo, publicado en Cuba por mi viejo amigo Pablo Pacheco López. El libro que estos tres antiguos militantes del PCA me dedicaron es el siguiente: Luis y Julio Viaggio 2003 Volver a las fuentes. Por la reafirmación del materialismo dialéctico e histórico (Una crítica de Néstor Kohan). Buenos Aires, Asociación Héctor P.Agosti. Prólogo de Juan Azcoaga. Allí, una y otra vez –a lo largo de un libro entero- me reprochaban no ser “ortodoxo” en el sentido convencional del término. Por eso, la “clasificación” de Joel me divierte y no me molesta en lo más mínimo. Siempre me divirtió ese libro. Nunca les contesté porque, con todo respeto, no digo que me daban lástima pero digamos que me generaban ternura estos viejos militantes. A su manera, con los manuales bajo el brazo, seguían resistiendo como podían. Ellos amaban a Stalin y toda aquella cultura política. ¿Les gustaba Stalin? ¡Adelante! ¿quién soy yo para decirles que no?

  Y agrego, pensando en mi amigo y compañero Joel Suarez pero también en toda la corriente de la Teología de la Liberación.

  Además de algunos textos y trabajos con mayor aparato crítico y bibliografía más extensa, yo escribí algunos libros “a pedido”, o sea “por encargo”. Pero no a pedido de una empresa, ni de George Soros, ni de la Fundación Ebert, ni de la NED, con dinerillo de la CIA de por medio, con dinero del imperialismo alemán; dólares…, euros…, ¡No! Lo escribí a pedido de algunos movimientos sociales rebeldes vinculados a la Teología de la Liberación. Joel Suarez los conoce personalmente. Son compañeros de Brasil, vinculados al Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST de Brasil). Ese libro se titula Introducción al pensamiento marxista. La primera versión en castellano salió publicada en 2003 por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (que publicó, según creo, varias ediciones; como mínimo tres). Traducido al idioma portugués, con el agregado de algunos dibujos (para que lo entienda todo el mundo) en 2005 lo editó el CEPIS (Centro de Educação Popular do Instituto Sedes Sapientiae) de Brasil, gente muy cercana a la formación política del MST de Brasil. Cuando se inauguró la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF) del MST de aquel país, los compañeros regalaron 500 (quinientos) ejemplares junto con un bolsito negro. Ese fue el regalo “de bienvenida” para todo el movimiento campesino y de trabajadores que asistió a la inauguración de la Escuela Nacional del MST. Luego, ese mismo libro, lo publicó la Coordinadora Intersindical de la ciudad de León, en el estado español, encabezada la edición y prologada por obreros y obreras del sindicato ferroviario.

  Ya aumentado, con otros textos, lo publicó Ocean Sur bajo el título Aproximaciones al marxismoUna introducción posible (2008, México, Ocean Sur), que es la editorial que también diagramó este libro, Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia «soft». ¿Y quién me solicitó de la Teología de la Liberación que escribiera el libro? Unos compañeros de Brasil, del ya mencionado CEPIS. Me expresaron en aquel momento: “Necesitamos una herramienta pedagógica para difundir el marxismo en los movimientos sociales, pero renovada y escrita desde Nuestra América”. ¿Porqué me aclararon eso? Porque necesitaban una introducción al marxismo diferente a los manuales soviéticos pero también distinta a los antiguos manuales de la compañera Marta Harnecker (althusserianos). ¿Cómo inicié entonces aquel trabajo? Inspirándome en una carta que el Che Guevara le envió desde Tanzania a Armando Hart Dávalos, en la cual Guevara le hace sugerencias para estudiar marxismo… mientras critica libros escritos en Francia y en la Unión Soviética.

  Entonces aquel libro, Introducción al pensamiento marxista, o Aproximaciones al marxismo, según la editorial, yo lo escribí a pedido de los sacerdotes de la Teología de la Liberación de Brasil (lo utilizaron campesinos, lo editaron y utilizaron obreros y en Argentina sirvió como herramienta para hacer formación política con la clase trabajadora de las fábricas recuperadas y con el movimiento piquetero).

  Cuando uno de estos sacerdotes de Brasil recibió el libro ya terminado me dijo, después de leerlo: “Pero compañero Néstor, aquí falta una consigna”. Yo levanté mis hombros con cara de interrogación. Pensé que iba a solicitarme agregar alguna consigna de las Comunidades Eclesiales de Base. Me equivoqué. Este compañero, sacerdote y marxista al mismo tiempo, me dijo, con absoluta seriedad en el rostro: “No pusiste «¡Todo el poder a los soviets!»”. Yo pensé que era una broma. ¡Me lo decía en serio! ¿Quién es el ortodoxo, entonces?

  Así que cuando Joel Suarez me dice provocativamente “ortodoxo” a mí me divierte y me gusta, porque me invita a recordar estas anécdotas de la militancia que tienen que ver, también con la elaboración y “la cocina” de algunos libros que hice.

   En fin. ¿Qué le contesté a su vez al compañero Jesús Arboleya cuando me preguntó por la ortodoxia, hoy debatida en la sociedad cubana? (Dicho sea de paso, Jesús Arboleya publicó un libro muy útil titulado La contrarrevolución cubana). Yo le contesté, también divirtiéndome: “Por supuesto que soy ortodoxo, ¡soy ortodoxo del Marx que vivió en Argelia!”. ¿A qué hacía referencia? A un libro que recoge las Cartas desde Argelia, porque Marx vivió en África, aunque poca gente lo sabe. Entonces ése es el Marx que a mí me gusta, el Marx que desde África le escribe a Paul Lafargue, y a su amigo Engels, y a sus hijas, que el colonialismo es una porquería, mientras ensaya una especie clasificación de todos los colonialistas europeos-occidentales, los franceses, los ingleses, los holandeses, los españoles, los portugueses, y él dice cuáles son los peores, mientras se explaya en contra del racismo etnocéntrico y con una admiración no sólo por los musulmanes sino también por los pueblos africanos.

   Entonces con un poquito de ironía argentina, si me permiten, contestaría frente a este tipo de preguntas.  Sí, yo soy ortodoxo, ortodoxo del Marx que vivió en África, en Argelia, y que fue profundamente anticolonialista. Soy también ortodoxo del Marx que en 1851, estudiando en el Museo Británico, recién mudado a Londres, escribió un cuaderno entero sobre el colonialismo (probablemente en Cuba no estén publicadas ni las cartas desde Argelia ni el cuaderno sobre el colonialismo, ya que este último se publicó recién en el año 2019). Y soy ortodoxo del Marx que escribe el Cuaderno Kovalevsky en 1879, analizando la historia de Nuestra América previa a la conquista europea, y luego la historia de América colonial; estudiando las comunidades rurales de Argelia y analizando las comunidades rurales de la India. Prestemos atención a qué continentes dirige su estudio y su mirada Karl Marx. La India (Asia); Argelia (África) y los pueblos originarios de América (Nuestra América). Los tres continentes… ¿Qué dirigentes y pensadores de la Revolución cubana (supuestamente “no marxistas”, según los blogueros financiados por Soros) escribieron y dijeron en sus discursos que el eje de lucha antimperialista a escala mundial estaba centrado en Asia, África y Nuestra América? Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Y antes que ellos dos, ya lo había planteado el bolchevique Sultan Galiev, desde la Internacional Comunista, apoyado con todo entusiasmo por Lenin. El Che Guevara y Ho Chi Minh, en su estrategia revolucionaria tercermundista, son hijos de Sultan Galiev y la Internacional Comunista, como bien ya lo había planteado el marxista de Egipto (“hazmerreír de la filosofía universitaria” de Madrid, seguramente) Abdel-Malek (Abdel-Malek, Anouar 1972 La dialectique sociale [La dialéctica social]. París, Éditions du Seuil. pág: 298-299).

  Esto es lo que hace horrorizar a todos estos blogueros financiados por Soros y por la Fundación Ebert… ¿Cuál es el eje de la lucha revolucionaria mundial? Asia, África y América Latina. Hasta hubo una Conferencia en La Habana en enero de 1966 que se llamó la Conferencia Tricontinental; de allí surgió una revista denominada Tricontinental.

  Pero fíjense que esta perspectiva estratégica según la cual el eje de la revolución mundial pasa por Asia, África y América Latina, es decir, el Tercer Mundo, el Sur Global, no la inventaron el Che Guevara ni Fidel Castro. ¡Ya está en la propia obra de Karl Marx! Eso es lo que él investiga en el Cuaderno Kovalevsky, redactado en 1879, aunque no figura en ninguna de las llamadas Obras escogidas, ni las publicadas en la antigua URSS, ni en China ni en Francia. ¿Conocían Fidel y el Che el Cuaderno Kovalevsky de Karl Marx? No, porque recién se publicó en castellano en el año 2018. Pero siguiendo el método de Marx, llegaron a la misma conclusión. Lo mismo que le había sucedido a José Carlos Mariátegui en 1928.

   Entonces si mi amigo y compañero Joel Suarez me dice: “Eres un poco ortodoxo”, sí, del Marx del Cuaderno Kovalevsky, que plantea que el eje es Asia, África y América Latina, del Marx crítico del colonialismo, del Marx que se fue a vivir a Argelia.

   ¿Entonces a qué nos referimos con el término ortodoxia? Esa es la pregunta que habría que formular y repensar sin dejarnos atrapar por la superficialidad y el facilismo, cuando ahora esta seudoizquierda “enjabonada y gelatinosa”, bajo un formato “republicano socialdemócrata”, financiada por los aparatos de contrainsurgencia, pretende atacar a la Revolución cubana por su supuesta ortodoxia, asociando ese término con la cerrazón…, el dogmatismo…

  Según la carta del Che Guevara enviada en 1965 desde Tanzania a Armando Hart Dávalos, lo que estaba en discusión en la década de 1960 eran “los ladrillos soviéticos”. Libros “que no dejan pensar”, según el Che. Por eso nuestro amigo Fernando Martínez Heredia escribió “El ejercicio de pensar”.

  Se asocia entonces ortodoxia con los ladrillos soviéticos, para usar la expresión de Guevara. En cambio, siguiendo las enseñanzas de Historia y conciencia de clase del joven Lukács, nosotros asociamos ortodoxia con el método de Marx. Pero recordemos que el método de Marx, no es un conjunto de reglas procedimentales, puramente formales. Es un método centrado en las contradicciones sociales antagónicas que además está asociado, en la obra y el pensamiento de Karl Marx, a una mirada antimperialista, anticapitalista, descolonizadora, tercermundista.

  Una perspectiva que ya está en Marx. No la “inventa” el Che Guevara, no la “descubre” Fidel Castro. Y me animaría a agregar, no la inventan tampoco Gustavo Gutiérrez o Leonardo Boff, Frei Betto, Franz Hinkelammert o Enrique Dussel. ¡Ya está en Marx! Lo que sucede es que esos libros, cuadernos, cartas y textos de Marx no pasaron a las Obras Escogidas que seguramente han circulado en Cuba.

  ¿Dónde se produjeron y editaron las diversas versiones de las Obras Escogidas de Marx y Engels? ¿Quién escogió lo que se consideraba “fundamental” y quién decidió que otros textos quedaban fuera? Esas Obras Escogidas provienen de la Unión Soviética y China. Tengo mis serias dudas (quizás me equivoco). Pero sospecho que esos textos no se han publicado (por lo menos a nivel popular) en China y dudo que se hayan publicado en la Unión Soviética. Por lo tanto cuando se traducían al español tampoco están publicados en Cuba, tampoco están publicados en el estado español, ni en Inglaterra ni en Estados Unidos. Algunos de ellos se publicaron por primera vez en idioma castellano en la Bolivia plurinacional e indígena. ¡Herejía absoluta! Y que la Academia occidentalista y eurocéntrica siga burlándose, autosuficiente y arrogante, satisfecha con su propia ignorancia. El marxismo sigue vivo desafiando a esas burlas simiescas.

     Contestándole al compañero Rosique, de La Tizza, sobre los manuales. Como no nos conocemos, yo le aclaro que tenía todos aquellos viejos manuales. Los tengo todavía. Durante años los utilicé como mi mesa de luz.

  Sin embargo, aunque los he criticado, no los desprecio porque en su época jugaron un papel. El propio Antonio Gramsci explica en sus Cuadernos de la cárcel que para socializar una religión, una concepción del mundo, a veces hay que proporcionar una versión simplificada del cristianismo, por ejemplo, para que la comprenda todo el mundo. Si una persona cristiana lleva a un barrio popular las obras de san Agustín o santo Tomás difícilmente las entiendan porque son escritores de alto vuelo. Lo que haría una corriente cristiana es llevar el catecismo, ¿no es cierto? Así entiende todo el mundo, afirma Gramsci. Pues con el marxismo ha sucedido algo similar. Para que alguien del pueblo humilde, y hoy en día todavía más, ya que se va perdiendo el hábito de la lectura y todo el mundo está pendiente del teléfono celular, si uno va a un barrio humilde y lleva el tomo tres de El Capital, bueno, la verdad es que no lo va a entender nadie. En cambio, cuando nosotros hacíamos formación política en una de las villas miseria (lo que en Brasil se llama “favela”, en Uruguay “cantegril”, en Chile “población”, etc.), o sea, uno de los barrios más humildes de Argentina, con una gran población de clase obrera de origen boliviano, como muchos compañeros y compañeras no sabían leer, nosotros no íbamos con libros. Lo que hacíamos era recurrir a películas. Hacíamos formación política a partir de películas, porque la película la entiende cualquiera, y desde esa herramienta se genera el debate de la formación política en los barrios populares.

   Entonces en las tradiciones de los marxismos el formato de manual ha jugado un papel. El propio Gramsci, que también los criticaba duramente, reconocía que para socializar en los sectores populares, en la clase obrera y trabajadora, los humildes y las humildes, hay que ir con una versión del marxismo a veces demasiado simplificada. A pesar de su esquematismo, esas formas simplificadas han jugado un papel a la hora de socializar y expandir la concepción del mundo inspirada en el marxismo. Ahora bien, una vez que se llegan a comprender los problemas básicos hay que dejar de lado el manual y pasar a estudiar esos mismos problemas en otro nivel, mucho más riguroso.

  En cuanto a la segunda parte de la pregunta de Iramis Rosique, creo que ya me explayé bastante sobre la fragilidad metodológica (y las fuentes teóricas inconfesadas) de ese “republicanismo socialdemócrata”. No quiero personalizar. Podría hacer nombres, particularmente del estado español, de Madrid y Barcelona, gente específica de donde esta pretendida socialdemocracia republicana cubana ha adoptado fórmulas y esquemas. Pero no me interesa personalizar.

  A lo ya dicho podría agregar algo breve. Como en 1989, año de euforia neoliberal a escala mundial (recordemos el libelo impresentable de Francis Fukuyama “El fin de la historia”, donde el entonces funcionario del Departamento de Estado y hoy asesor de la NED se equivocaba groseramente a la hora de citar libros de Hegel), se conmemoraba el bicentenario de la revolución francesa de 1789, proliferaron los panfletos antirrevolucionarios. No fue un aniversario más. Fue la fiesta de la derecha mundial. Y en ese contexto, los panfletos contra el supuesto “terror rojo” de Robespierre y los jacobinos inundaron la bibliografía del momento. Como reacción contra ese clima anti-revolución francesa, y en particular, anti-jacobinismo, se generó una corriente opuesta que con buen criterio intentó recuperar la tradición “perdida” de historiadores al estilo de Soboul (Soboul, Albert 1964 Historia de la revolución francesa. Buenos Aires, Futuro). Entonces un grupo de especialistas de Francia intentó contrarrestar esa historiografía profundamente reaccionaria. Un ejemplo de esos intentos fue la reedición de discursos del principal líder jacobino (Bosc, Yannick; Gauthier, Florence y Wahnich, Sophie [eds] Robespierre, Maximilien [1789-1794] 2005 Por la felicidad y por la libertadDiscursos [Antología]. España, El Viejo Topo).

  Esa reivindicación de Robespierre (lamentablemente la figura de François-Noël Gracchus Babeuf no corrió la misma suerte), plenamente justificada frente a la historiografía revisionista, derivó en un “republicanismo” a ultranza, acrítico y en gran medida apologético, por no decir, directamente folclórico. Una ensoñación imaginaria en un reino español gobernado por una monarquía… ¡en pleno siglo XXI!

  Algunos de los ensayistas catalanes (insisto, no proporciono nombres para no personalizar, además de que algunos de los más renombrados han fallecido) llegaron al extremo de sostener que… ¡nunca existieron las revoluciones burguesas! (sic). Enamorados al extremo de fetichizar su objeto de estudio (con no poca influencia del eurocomunismo de la época de Santiago Carrillo y su fusión con la socialdemocracia, así como del liberalismo estadounidense de John Rawls) trataron de defender la hipótesis de que el término “revolución burguesa” fue un producto de la “eficaz propaganda bolchevique” (sic). Un disparate insostenible que no resiste el menor análisis serio. No sólo porque la expresión figura ya en la propia obra de Karl Marx, cuando Lenin ni siquiera había nacido. Por ejemplo, Marx escribía lo siguiente: “Las revoluciones burguesas, como las del siglo XVIII, avanzan arrolladoramentede éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis  es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida […] [el subrayado me pertenece. N.K.]” (Marx, Karl [1852] 1984 El 18 brumario de Luis Bonaparte. En Marx, Karl y Engels, Friedrich 1984 Obras Escogidas. Buenos Aires, Cartago. Tomo I. pág: 291). Sino porque además existe toda una abrumadora historiografía, que jamás perteneció al partido bolchevique, cuya obra así lo demuestra.

  En ese intento justo pero absolutamente desorbitado por exaltar la república de Robespierre, se terminó subsumiendo el proyecto socialista y comunista como una pequeña nota al pie, subordinada y dependiente de la revolución francesa. Un siglo y medio de luchas (incluyendo desde la victoria vietnamita contra el imperialismo yanqui hasta la revolución cubana, pasando por las guerras de liberación contra el apartheid en África…), se convierte por decreto automático es un simple derivado de 1789! Una mirada eurocéntrica escasamente disimulada.

  Ese republicanismo llevado hasta el paroxismo corre el riesgo de convertir el análisis historiográfico (y, ¿por qué no?, la reivindicación del jacobinismo) en una caricatura. Pero, en última instancia, las limitaciones de semejante hermenéutica, corren a cuenta y cargo de los pequeños núcleos intelectuales y editoriales de Barcelona y, en el mejor de los casos, de Madrid.

  Ahora bien, trasladados mecánicamente esos esquemas explicativos a Nuestra América, el riesgo de caricatura en la España posfranquista se transforma en una muestra más de la antiquísima mentalidad colonizada que suele comprar la moda académica del momento y aplicarla con fórceps a la historia de Nuestra América. Así hubo un althusserianismo forzado, un “foquismo” inventado por Regis Debray, más tarde vino la moda Foucault, luego la de Bourdieu y sigue la miniserie con nuevos capítulos. El republicanismo reciclado  en el estado español a partir de las derrotas y claudicaciones del eurocomunismo y las capitulaciones ante la socialdemocracia, trasladadas mecánicamente a Cuba, con dinero de Soros y Ebert de por medio, bueno, ¿cómo calificarlo? Que cada quien haga la cuenta y extraiga sus propias conclusiones. Endeble en el plano específico de la propia teoría, si a eso le sumamos que dicho discurso viene de la mano de “laboratorios de ideas” financiados por la NED y la Open Society Foundation (OSF) de Soros, ¿qué podemos esperar?

  ¿Es posible entonces una alternativa? Yo creo que hay muchas. No sólo una. Descreo de las recetas válidas para todo tiempo y lugar. Falsos universales sin tiempo ni espacio. Eso que Gramsci denominaba “metafísica” (Gramsci, Antonio [1932-1933] 2000 Cuadernos de la cárcel. [Edición crítica de Valentino Gerratana]. México, ERA. Tomo 4. pág.266).

  En Nuestra América existen diversas experiencias de lucha. La mayoría de ellas son mucho más radicales que las europeas. Por eso copiar mecánicamente una fórmula cristalizada como ese “republicanismo” de dos o tres autores y revistas, una catalana, otro madrileño y ya (producto de un proceso político muy específico) y trasladarla a Cuba, violenta metodológicamente cualquier aproximación creadora a la teoría crítica. Esta es la razón por la cual pienso que ese pequeño “furor” en las redes cubanas tiene rápida fecha de vencimiento. Es una propuesta copiada, plagiada y encima que no es original, está viciada de antemano por sus vinculaciones políticas y financieras con la contrainsurgencia estadounidense. Dudo sinceramente que de allí emerja la democracia socialista anhelada. Toda copia es, por sí misma, reaccionaria. No obstante, si se tratara de copiar (algo de lo que tengo la certeza que es inviable e ilegítimo, además de no deseable) preferiría en todo caso focalizar la mirada en los procesos comunitarios del mundo indígena, en lugar de trasladar derrotas ya pasadas de horno, como las del estado español.

  El compañero Alex pregunta por las reformas económicas. Debo confesar que no estoy al día. Cada determinado período de tiempo intento estudiar los documentos cubanos. En su momento, los Lineamientos del 2008 los leí completos e incluso los estudiamos colectivamente. Después de aquellos Lineamientos, voy leyendo algunos documentos que se publican en la prensa cubana y latinoamericana. Ahora bien, no leo diariamente la prensa cubana. Aunque parezca una obviedad, yo tengo que trabajar como cualquier trabajador argentino, y gran parte de mi vida tiene que ver con mi empleo, mi trabajo, como cualquiera que viva de su salario. A mí no me mantiene ninguna fundación norteamericana. No tengo el tiempo para seguir día a día qué se publica en Cuba. Sí estoy al tanto de las reformas… en términos generales.

   Debo confesar que yo ya era crítico de los Lineamientos del 2008. Yo soy partidario, si me dieran a elegir y si razonara simplemente a partir de “lo que me gusta”, a mí me gusta el sistema presupuestario de financiamiento (SPF) del Che. Es decir, la planificación socialista. Ahora bien, me parece que en política Antonio Gramsci nos enseñó en los Cuadernos de la cárcel, en el Cuaderno 13, Tomo 5 de la Editorial Era, que el que haga política tiene que tener siempre en cuenta las relaciones de fuerza. No hay política, no hay proyecto de poder, no hay por lo tanto proyecto transformador al margen de las relaciones de fuerza. No hay que subordinarse a las relaciones de fuerzas, pero hay que tomarlas en cuenta. Lenin, un pensador y un dirigente revolucionario sumamente radical, jefe de los bolcheviques, tuvo que introducir en 1921 reformas económicas abriéndole la puerta al mercado (¡que a él no le gustaba absolutamente nada!) ¿Cómo se conoció ese proceso? Como la Nueva Política Económica, la NEP. ¿Era un camino estratégico para transformar la sociedad? No lo creo. ¿Y por qué lo hizo Lenin? ¿Era un loco? No, tomó en cuenta las relaciones de fuerza. En el caso bolchevique hacía tres años que estaban en guerra civil, ganaron esa guerra pero quedaron exhaustos. Si me permiten la comparación analógica, es como un boxeador que pelea diez rounds con un peso pesado. Gana la pelea pero queda muy, muy golpeado. Y no le queda más remedio, esa noche, en lugar de comer una gran comida (como tendría ganas), quizás tenga que tomar solamente una sopa liviana antes de ir a dormir y nada más. Porque está muy golpeado. Entonces a Lenin no le quedó más remedio, como a los bolcheviques, que implementar la Nueva Política Económica, la NEP, haciendo lo que no le gustaba.

   Yo creo que las reformas económicas que está haciendo la Revolución cubana no son el camino estratégico hacia el socialismo y el comunismo. Sin conocer ese proceso a fondo y al detalle, me da la impresión, en primera instancia, que constituyen un producto de la correlación de fuerzas. En segundo lugar, se producen en un contexto de crisis mundial. Porque Cuba, aunque es una isla, está inserta en un mercado mundial y en un sistema mundial. Hoy el capitalismo vive una crisis mucho más aguda que la de 1929, que la de 1973-1974 y que la del 2007-2008. El capitalismo mundial está en crisis.

   En este contexto, asistimos y padecemos una pandemia feroz que se ha llevado la vida de millones de personas. Sólo en Estados Unidos han muerto más de seiscientas mil personas. En este contexto de crisis mundial, de pandemia, donde las potencias más importantes como Alemania, en Europa, ven disminuir su su producto bruto interno de una manera abismal. Inglaterra, sociedad capialista poderosísima, está en crisis. Norteamérica está en crisis. Es decir: Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, las potencias más importantes están en crisis. Es una crisis multidimensional…, sumada a la pandemia… En este contexto y tomando en cuenta la correlación de fuerzas actuales, Cuba no tiene al lado suyo cinco revoluciones socialistas.

   Les voy a contestar ante esta pregunta lo que me contestó un hermano, un compañero venezolano una vez. No recuerdo exactamente qué discusión teníamos con los hermanos de Cuba. Y este compañero venezolano, un viejo guerrillero venezolano con mucha experiencia, me dijo: “Néstor, no le reclamemos nada a Cuba, porque si Cuba no puede ir más rápido como quisiéramos, la culpa es nuestra, porque no triunfamos, no logramos hacer una revolución socialista en Venezuela, no triunfó la revolución socialista en la Argentina, no triunfó la revolución socialista en México, no triunfó la revolución socialista en Brasil, y Cuba se tuvo que quedar sola frente al imperialismo”. Otra sería la historia de la economía cubana si estuviera rodeada de cuatro o cinco revoluciones socialistas. Porque a esta altura de la vida todo el mundo sabe que ningún país grande o pequeño puede marchar de manera aislada al socialismo si no es con la compañía de otros pueblos y sociedades.

   Entonces las medidas económicas de Cuba, que pueden ser incluso antipáticas ¿por qué no? El gobierno cubano tiene que hacer concesiones. Hay que decirlo clarito, es un producto de la relación de fuerza. Quien estudie el pensamiento profundo de Antonio Gramsci, sabe que para Gramsci la clave de la política revolucionaria son las relaciones de fuerza. Humildemente yo creo que uno no puede enojarse o reclamarle a Cuba que no hace todo lo que tendríamos ganas que hiciera. Porque precisamente está inserta en un sistema mundial; tiene además al imperialismo ahí no más, demasiado cerquita. Nosotros en Argentina estamos lejos, por suerte, e igual nos presionan, nos roban, nos superexplotan. ¡Demasiado hace Cuba siendo un país tan pequeño, sin grandes recursos naturales propios y estando además tan cerca de la principal potencia político-militar del planeta! Además se vive una pandemia mundial, en medio de una crisis económica mundial, peor que en 1929, 1974 y 2008. En ese contexto, ¿podemos exigirle a Cuba que marche sola, aislada, sin nadie que la acompañe, al comunismo? A mi modesto entender, sería un disparate. Es muy fácil escribirlo y publicarlo en un blog o una página de internet. Pero quien ponga eso en un blog o en una página web, en un sitio de internet, y empiece a tirar y desparramar material fecal contra la Revolución cubana porque ya, ahora mismo, este miércoles 22 de septiembre no marcha directamente al comunismo, me parece que está recibiendo dinero de una potencia imperialista. Porque cualquier persona con un mínimo de sentido común y que conozca un poquito nomás de la teoría revolucionaria, llegaría a otra conclusión. Cuba va a poder avanzar hacia el socialismo, el comunismo, cuando triunfen otros países, pueblos y sociedades que la acompañen. Demasiado hace con resistir en este contexto de pesadilla distópica a escala planetaria. Demasiado hace con vacunar a todo su pueblo. Es el único país del continente que tiene vacunas propias, cuando se supone que Brasil es una potencia, se supone que Argentina tiene un desarrollo capitalista importante, se supone que México también. Sin embargo, no hay vacunas brasileñas, argentinas, mexicanas. Las únicas vacunas que conozco propias de este continente se produjeron en Cuba.

   ¿Entonces qué opino de las reformas económicas? Me gustaría y me haría muy feliz que se llevara a cabo el proyecto “económico” del Che (las comillas van porque en su caso el proyecto era integral, al igual que pensaba Fidel). No debemos olvidar ¿en qué época vivimos?

   Termino con la última pregunta de León. ¿Proliferan las insurgencias?  ¿Qué pasa con las insurgencias de América Latina? A mí me parece que están muy débiles, existen todavía, no desaparecieron. Es mentira que se cerró el ciclo de la revolución latinoamericana como han escrito algunos ensayistas (incluso cubanos) con la firma de los tratados de paz de Guatemala y El Salvador a inicios de la década de 1990. No es cierto. No creo que se haya cerrado el ciclo de la revolución latinoamericana. Pienso que esos vaticinios no son realistas. Por algo apareció el chavismo, por algo apareció el zapatismo, ¿no es verdad? Por algo resurgieron los pueblos indígenas en Bolivia y por algo sobrevive todavía la insurgencia colombiana. Seguramente surgirán nuevas rebeliones. Las rebeldías de nuestros pueblos nunca salen de un pizarrón, no brotan de una computadora ni de un blog de internet. Cuestan mucho trabajo, cuestan incluso vidas. Por ahora estamos débiles. Lo que existe hoy es capitalismo mundial en una crisis civilizatoria agudísima. Una crisis que es de terapia intensiva. No es casual que aparezcan opciones de extrema derecha y el intento de construir artificialmente una “nueva” derecha en Argentina, en Brasil, en el estado español. En Argentina hay un loquito suelto que reivindica la dictadura militar y que sacó hace poco el catorce por ciento de votos en la Capital Federal reivindicando al general Videla y al almirante Massera, desconociendo que hubo desaparecidos en Argentina. ¡Todavía hoy, en el 2021, niegan que hayan existido desaparecidos en Argentina! Dicen que los derechos humanos de las familias de la gente desaparecida, secuestrada y torturada, “son un negocio para obtener dinero”. Insultan al marxismo y a la izquierda por la TV. Gritan “¡Zurdos de mierda!” [es decir, el viejo grito contra el pueblo de la época de la dictadura]. Miren el lenguaje que utilizan: macartista, extremista, neofascista. Hasta imitan la estética y los discursos (es una caricatura subdesarrollada) de Adolf Hitler. ¿Quién financia las campañas de estos personajes bizarros, neofascistas? Las mismas instituciones contrainsurgentes que tratan de intervenir en Cuba. En Cuba hablan de “republicanismo”. En Argentina imitan la estética y los discursos de Hitler y el fascismo español.

   Hace unas semanas yo fui a recorrer, por primera vez después de tanto tiempo en que estuve encerrado, algunas librerías de libros usados. Me encontré que en muchos puestos de libros viejos, de libros usados, vendían Mi lucha de Adolf Hitler. Argentina, septiembre del año 2021: en muchos puestos de libros usados el libro de cabecera que ponían adelante era un libro de Adolf Hitler. Parece una película de hace ochenta años.

   ¿Por qué aparece Vox? Esta “nueva” derecha que quiere expulsar a todos los inmigrantes del estado español. ¿Por qué emerge esta “nueva” derecha en Argentina, en Chile? Pienso que porque el capitalismo está en crisis aguda.

   Nosotros tenemos que seguir batallando. A largo plazo vamos a ganar. No hay que darse por vencidos ni por vencidas, nunca. Estas experiencias como las que hacen ustedes tan novedosas a mí me parece que son un granito de arena nada despreciable. Cada uno tiene que aportar su granito de arena. El libro que yo escribí es un granito de arena, esto que ustedes hacen en La Manigua es otro granito de arena. Hay que aportar granitos de arena cada uno como pueda, aunque aparentemente sea muy modesto y muy pequeño, cada uno y cada una tiene que resistir y tratar de articularse con las otras personas. Organizarse.

    Aunque parezca microscópico, aportar nuestro granito de arena. Poner el hombro para resistir a este capitalismo voraz que quiere destruir el planeta. La burguesía se niega a entregarse. Pero a la larga vamos a ganar. Hay que tener paciencia. Como decía Fidel Castro, ¿quién gana las carreras, quién gana los maratones? Los que tienen la persistencia de llegar hasta el final. Si uno corre muy rápido cien metros y a continuación se cansa no sirve. Mejor tener la persistencia de seguir hasta el final. La lucha por el socialismo es mundial y es como una maratón larguísima. A la larga vamos a ganar. Desde ya muy agradecido por la invitación.

Rodrigo H.: Oye, Néstor, muchas, muchas gracias, sin dudas a la larga vamos a ganar, y tenemos que tener persistencia, mucha paciencia tenemos que tener.

   Oye, para cerrar quiero invitar a dos manigüeros, a una manigüera y un manigüero que  quieren hacer algunos comentarios. Yo sé que hay muchas preguntas todavía pero ya estamos cercanos a las once de la noche ya, nos pasamos las dos horas, sin dudas te extiendo desde ya una invitación para una próxima, me gustaría continuar conversando contigo, nos gustaría continuar debatiendo contigo, y por supuesto, escuchando tus análisis y tus reflexiones.

   Quiero invitar entonces a Karima Oliva y a Roly, quienes van a cerrar con un par de comentarios. Vamos a continuar el chat escrito creo que hasta las doce de la noche, agradecerles a todos por su participación.

   Jaime ancló el libro Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia «soft» para aquellos que no lo han leído todavía. Entonces le damos la palabra a Karima.

Karima Oliva: Buenas noches, Néstor, buenas noches a todos los que están escuchando el audio chat. Yo no quería participar hoy porque estaba aquí tranquila disfrutando la intervención de Néstor, a quien he leído mucho en los últimos tiempos, pero vinieron los manigüeros y entonces me dicen que no había participado ninguna mujer, y ya saben que con eso me convocan y me provocan, ¿no?, y bueno, aprovechar la posibilidad que entonces me dan de participar, primero que todo para agradecer muchísimo a Néstor el acompañamiento que nos está dando en estos momentos que estamos viviendo, en que muchas y muchos de los que están aquí en La Manigua, y también de personas que no están aquí en La Manigua en estos momentos venimos dando una batalla fuerte en el escenario de guerra mediática que estamos viviendo actualmente en Cuba desde hace un tiempo ya.

   Recuerdo que en mi caso particular yo me incorporaba, me incorporé a este actuar militante, por decirlo de alguna manera, con un artículo escrito junto a mi compañero que titulamos: “El progresismo en Cuba. Memorias del subdesarrollo”, y justamente poníamos “Memorias del subdesarrollo”, ¿no?, jugando un poco con un filme cubano muy conocido, emblemático, pero también apuntando a esta cuestión que tú nos has explicado de forma tan clara, Néstor, de que nos quieren vender como algo nuevo, como lo último, pues un modelo de sociedad, una forma de vida que es arcaica, ¿verdad?, y que para todo quien esté más o menos al tanto de lo que ha sido el capitalismo en el mundo en los últimos, bueno, desde hace muchísimo tiempo ya, no sólo que es arcaica sino que también es incapaz de resolver las grandes contradicciones que crea, ¿no?, y resolver los grandes problemas que está creando para la mayor parte de personas en el mundo.

   Entonces yo creo que el desconocimiento que tienen las nuevas generaciones en Cuba del lado más atroz del capitalismo, ¿no?, porque realmente estamos tratando de construir el socialismo, ¿no?, en este mundo donde es hegemónico el capitalismo y lo tenemos todo en contra. La mayor parte de las generaciones jóvenes en Cuba, nacidas del ‘59 para acá, no conocen el lado atroz del capitalismo. Entonces resuena con mucha fuerza toda esta retórica “republicanista” de los derechos, de la defensa de los derechos en abstracto, entonces hay también una estigmatización muy fuerte de quienes mantenemos posturas más radicales, ¿no? En este embate que estamos viviendo, bueno, pues se nos acusa de “dogmáticos”, de intransigentes, y hay también la intención debajo de la fachada de la pluralidad, usar la pluralidad como un caballo de Troya para introducir, bueno, pues las ideas de la socialdemocracia en nuestro país, pensando que Cuba va a ser más democrática cuando todos tengan espacio por igual, pero en ese “todos”… ¡también han incluido las voces reaccionarias!

   Rodrigo hacía mención de las campañas que hay para que se manifiesten y tengan derecho a manifestarse elementos que está probado que tienen vínculos con la CIA, por ejemplo, que tienen vínculos con la NED, con la USAID. Entonces uno piensa, ¿no?, o sea, Cuba no va a ser más democrática porque tenga voz la reacción en nuestra sociedad. Al contrario, pone en riesgo justamente el horizonte democrático del país. Es muy difícil, es un escenario muy complejo, porque era mucho más fácil la lucha contra esta contrarrevolución tradicional, tú lo mencionabas, de los terroristas, los que están en Miami con ese discurso ácido, ¿verdad?, contra la Revolución, contra sus líderes. Es mucho más difícil la lucha contra una contrarrevolución que se camuflajea todo el tiempo, ¿verdad?, con una retórica en nombre de “los derechos”, en nombre de “las libertades”, que en teoría uno no tiene cómo de alguna panera estar en contra de eso si no uno supiera realmente que ninguno de esos derechos son efectivos en el capitalismo, y que en definitiva el dilema más importante que tiene Cuba por delante es seguir avanzando en la construcción del socialismo o retrotraerse sesenta años al capitalismo. Un capitalismo además servil, porque no podemos ignorar la posición que nosotros ocupamos de política con Estados Unidos y el plan que ellos siempre han tenido para América Latina.

   Entonces en este momento tan complejo, Néstor, que haya personas como tú, revolucionarios como tú que nos acompañen desde una postura militante…, porque hay mucho oportunismo, hay también mucho mimetismo intelectual. Entonces que de alguna manera haya muchas voces también, en esta batalla en defensa de los valores de la Revolución, de la posibilidad de ser de la Revolución… Yo creo que los que defendemos la Revolución estamos conscientes de sus limitaciones, pero estamos apostando por un camino en que siga siendo posible construir un horizonte de más justicia, y no porque estamos satisfechos con las cosas, con todas las cosas exactamente como están, ¿no?

   Muchísimas gracias por la compañía que nos das, muy valiosa, todas las ideas que compartes sobre nuestro país en ese libro y en la entrevista que también diste y que salió publicada en Cubadebate. No nos pierdas de vista, síguenos acompañando en este camino que estamos llevando hacia adelante, porque realmente nos hace muchísima falta. Marca la diferencia. Yo creo que es muy importante que espacios como este se sigan repitiendo, contigo en este caso y también con otras voces diferentes de intelectuales revolucionarios militantes de América Latina, que también desde el conocimiento de otras realidades y desde el estudio también de otras realidades y de otros contextos que conoces tú mejor que nosotros, se nos puedan unir también en esta lucha. Eso es lo que quería decir, y bueno, muchísimas gracias por venir aquí, pero sobre todo por la participación.

Rodrigo H.: Muchas gracias, Karima. Roly tienes la palabra.

 

Roly: Buenas noches, Néstor, muchas gracias por estar por acá. Agradecido de poder escucharte, siempre es bueno para los jóvenes revolucionarios, sobre todo acá en Cuba, aprovechar el conocimiento de la intelectualidad más comprometida, más militante, nos trae y comparte con nosotros, nos enriquece, nos arma en el terreno ideológico, ¿no?, en la causa que defendemos.

   Nosotros queríamos hacerle una pregunta breve a partir del contexto regional que estamos viviendo. Usted estaba abarcando muy bien en su explicación a la pregunta de León, las condiciones políticas existentes, o las causas fundamentales que han impedido un acompañamiento a la Revolución cubana, ¿no?, pero en la actualidad tenemos un México con un reimpulso a la CELAC regional, en función de la integración. Si bien no es un proceso revolucionario radical ni es un proceso social de transformaciones en sus bases económicas, etcétera, etcétera, estamos hablando de un paso que sin dudas es importante hacia la integración de la región, y un liderazgo de México que para muchos de nosotros es relevante también a partir de la alternativa que representa ante la OEA la alternativa de la CELAC. Queríamos saber su criterio al respecto. Le doy las gracias por venir, La Manigua siempre lo recibirá con agrado, y además, para nosotros es un compromiso doble que usted haya compartido con nosotros toda la información y toda sabiduría durante la noche de hoy. Un abrazo desde Cuba.

Rodrigo H.: Néstor, tienes la palabra.

Néstor K.: Bueno, muy agradecido. Me habían hablado mucho de Karima,  todos me han hecho apreciaciones muy buenas, siempre me dijeron: “Tenés que escuchar a Karima, que es una nueva generación”, así que muy contento de haberla escuchado. Muchas gracias.

  Roly, sobre México y la CELAC. Hoy [22/9/2021] me dio vergüenza ajena, me generó una indignación ver a los presidentes de Paraguay y de Uruguay, que son dos colonias, insultando a Cuba y a Venezuela. Me generó un enojo enorme. Pero a pesar de eso, es verdad lo que dices: la CELAC tiene que convertirse en una alternativa a la OEA. El problema no es sólo Luis Almagro. Existen películas viejas, como La hora de los hornos, un clásico, de 1966, si no recuerdo mal, en blanco y negro. Hay una versión corta de una hora y media, y la versión larga dura cuatro horas. Allí aparece un capítulo sobre la OEA: “OEA, ministerio de colonias”. Estaba releyendo hace poco la Segunda Declaración de La Habana, la lee Fidel. Y aparece también “La OEA, ministerio de colonias”. ¡Medio siglo después sigue exactamente igual la OEA! Luis Almagro apoyó de una manera vergonzosa el golpe de estado en Bolivia en 2019. La OEA no respeta ni siquiera su propia legalidad. Por eso es urgente impulsar, junto a la movilización popular en las calles, las instituiones latinoamericanistas bolivarianas y martianas que fue creando Hugo Chávez acompañado de los consejos de Fidel, a inicios del siglo xxi. la CELAC, UNASUR y un montón de instituciones integradoras de Nuestra América. No son necesariamente instituciones revolucionarias. No son iguales que la OLAS de 1967 ni la Tricontinental de 1966, menos que menos la Internacional Comunista de los primeros cuatros Congresos, cuando estaba vivo Lenin. No, son instituciones que agrupan países dirigidos por burguesías, y en ese espacio también conviven países dirigidos por movimientos populares. A pesar de esa limitación, creo que es un paso y un avance. No creo que de ahí venga el socialismo, pero es un avance en la resistencia contra el imperialismo, ¿no?, así que comparto tu preocupación.

   En México hay una gran discusión al interior de la sociedad. Todos los amigos de Cuba que viven en México a mí me cuentan, que desde afuera uno lo ve de una manera y ellos de adentro lo ven de otra. Existen debates internos en el movimiento popular mexicano. Pero por lo menos hacia afuera ha tenido algunas buenas actitudes, quizás hacia adentro no tiene exactamente las mismas actitudes, depende de México, pero hacia afuera han sido solidarios, por ejemplo, con Evo Morales, para evitar que lo asesinen en el golpe de Estado.

   Y ya que mencionamos a Bolivia y el golpe de estado, brevísimo, para que se den cuenta que la ofensiva del imperialismo es continental. Ese proyecto que apunta a instalar de manera artificial una izquierda “jabonosa”, “gelatinosa”, mitad socialdemócrata, mitad republicana, bueno, ese mismo proyecto se intentó implementar en Bolivia contra el movimiento indígena. Y se llevó a cabo de la mano de las mismas instituciones que están actuando en la contrarrevolución cubana. En Bolivia operan también la NED, la USAID, la Fundación Ebert… También en Bolivia apelan a un lenguaje aparentemente “progresista”… Y desde esas posiciones cuestionaban al movimiento indígena porque quería hacer carreteras. Había pueblos indígenas en Bolivia aislados que jamás han visto un hospital en su vida porque la selva les impide tener acceso a los hospitales. No tienen escuelas, no tienen asfalto. Entonces ante el solo hecho de intentar armar una carretera para integrar las regiones indígenas que están aisladas, aparecieron movimientos falsamente “ambientalistas”, atacando duramente a Evo Morales. Me puse a investigar quién estaba detrás de esos movimientos aparentemente “ambientalistas” contra el movimiento indígena en Bolivia. También aparecieron supuestas teóricas del “feminismo” postmoderno que siguen la moda de los llamados estudios postcoloniales de la Academia estadounidense. Existen intelectuales en Bolivia supuestamente “feministas” postcoloniales profundamente enemigas del gobierno de Evo Morales y de Álvaro García Linera. Entonces se mezclaba la ultraderecha racista de Santa Cruz de la Sierra, neonazi, que pretende la supremacía blanca contra el movimiento indígena, ¡oh casualidad! articuladas con movimientos seudo “progresistas” como los “ambientalistas”. Me puse a buscar en internet: ¡Todos estaban financiados por los yanquis! ¡Todos habían recibido becas Guggenheim! ¡Todos tenían financiamiento de la USAID y de Soros! Exactamente lo mismo que pasa en Cuba, donde está la extrema derecha macartista de Miami articulada, ¡oh casualidad! con estas seudo “socialdemocracias republicanas”, Articulación Plebeya, etc. Aparentemente sucede lo mismo en Cuba que en Bolivia. ¿Cuál es la diferencia? Que en la Revolución cubana hay una fortaleza que no estaba en Bolivia, por eso en Bolivia pudo triunfar el golpe de Estado. En cambio en Cuba no van a triunfar nunca.

Rodrigo: Oye, Néstor, aquí en Cuba se dice: la calle es de los revolucionarios, y creo que aquí muchos manigüeros y manigüeras que están en este chat ese día 11 de julio salimos a las calles a defender, a defender la patria, la tranquilidad.

   Muchas gracias, Néstor. Dejé los micrófonos abiertos para quien quiera despedirse de Néstor. La Manigua es tu casa, es tu campamento, esperamos tenerte de regreso, deseamos que nos acompañes, como decía Karima, en esta complicidad de la militancia revolucionaria.

   Muchas gracias a todos y todas quienes estuvieron presentes, a todos los que participaron. Un fuerte abrazo. Patria o Muerte.

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