Sobre el paracaidista, la bandera gigante y la farola
Por Javier Cortines
En la antigua China se decía que, cuando el Emperador gobernaba con sabiduría, el Cielo estaba en armonía, y que cuando el monarca erraba “provocando conflictos”, las divinidades se enfadaban porque había traído el caos. Entonces aparecían señales de “mal agüero” que anunciaban un cambio histórico o una revolución.
En el desfile del 12 de octubre todo estaba preparado para que la imponente bandera, símbolo de la unidad de España, abriera sus vaginas al viento dejando “a todo quisqui” con la boca abierta. Los meteorólogos y los genios habían dicho que era el día perfecto para el espectacular despliegue, que sería visto en medio planeta, especialmente en las tierras que descubrió un navegante que buscaba llegar a India por la espalda (1).
El huevo de Colón se rompió y pio el azar. El paracaidista, que parecía un águila que tocaba con sus alas Europa y América, se estrelló contra la maldita farola y quedó allí, estampado, cual púgil abatido por Eolo. Como un pobre Robinson -de esos que dibujaba Forges- abrazado a la única palmera de un diminuto atolón rodeado de tiburones.
Mientras los minutos caían, el paracaidista, a quien nadie quería mirar, se asemejaba a un aprendiz de “spiderman” que aún no había dado con el traje que encajaba en su biología. Tras la gloriosa victoria de nuestro Ejército en la Isla Perejil, peñón que reconquistamos tras una invasión marroquí (en julio de 2002), no nos merecíamos tal batacazo. Era como ver a gran parte de España (la del PP, VOX, C’s y el grueso del PSOE) cubriéndose el rostro con un “hiyab” para ocultar el fiasco del Día de la Hispanidad.
La toma de Perejil, islote habitado principalmente por cabras, fue registrada como nuestra primera victoria militar del siglo XXI. La segunda sería “el éxito de la invasión de Irak” (2003) gracias al apoyo de Aznar y sus muchachos a Bush, quien acusaba a Sadam Hussein de tener “armas de destrucción masiva”. Una vez arrasado ese país, de sus cenizas nació el Estado Islámico, lo que abonaría el terreno a los éxodos bíblicos que tiñeron de sangre el Mar Mediterráneo (2).
Volviendo a “La Rojigualda”, las malas lenguas dicen que tronaron carcajadas en Cataluña, partes del país vasco y en otras “comunidades sospechosas”. Tanto la gente joven (como la de otras edades) que está harta de “los símbolos”, esos que sirven para enviar a los pueblos a las guerras, también se tomaron el accidente a pitorreo. En vez de tanta patria, banderas, himnos, se necesita y en cantidades industriales “más argamasa inteligente”, pues la cohesión social es una demanda del Cielo.
Pocas horas después del “farolazo”, el Tribunal Supremo dicta una sentencia feroz contra los presos políticos catalanes. El presidente del TS, Manuel Marchena, se mostró “parcial” durante todo el proceso, negó a “los presuntos culpables” una defensa digna e ignoró las apreciaciones de los observadores internacionales, a los que no se reconoció “con alevosía y premeditación” ese estatus.
¿Qué difícil es salir del caos y traer armonía? Eso requiere alta visión de conjunto. Ojos de mosca para tener una panorámica global.
Mientras tanto se llega a un consenso en las altas esferas de poder y se decide, para ampliar el nicho de votantes del PSOE (3), sacar rápidamente a Franco del Valle de los Caídos (pasando por alto que la momia del dictador se tenía que haber exhumado hace décadas, cuando gobernaban -durante más de cuatro lustros- Felipe González y sus mochuelos).
“Podréis pensar que soy un soñador, pero no soy el único”- decía John Lennon. Las patrias, banderas, fronteras, la religión, etc., “son patrimonio de los señores feudales”. En medio de tanto revuelo, humo y fuego, todavía resuena el eco de aquel Mayo que reivindicaba, con la rabiosa belleza de la juventud, el paso de “la imaginación al poder”.
Y ahora otra pregunta ¿Qué se puede hacer cuando nos encontramos en un callejón sin salida? Sólo se me ocurren dos respuestas: Volver hacia atrás o romper el muro.
Sobre la necesidad de cumplir la ley o no, ya escribí un artículo en su día que se puede leer pinchando en el siguiente enlace: Sócrates, el obediente, versus Critón, el insumiso.
-1- “Lo de llegar a India por la espalda”, lo dice Eduardo Galeano en su obra “Las venas abiertas de América Latina”.
-2- A eso habría que añadir la destrucción y envenenamiento de Libia (otro Estado Fallido). Una vez sembrado el caos en los dos países, que hacían de cemento en la cuenca del mediterráneo y el Oriente Medio, los perros de la guerra (desatados por EEUU y CIA) acabaron con los movimientos prodemocráticos y de izquierdas de las Primaveras Árabes. Con esa estrategia reafirmaron su poder los muñecos sostenidos por Washington y Moscú, y los “líderes religiosos moderados” que practican la misoginia.
-3- De la misma opinión es, entre otros, el ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis.