Sobre el papel de la “izquierda” en la ILP para la Recuperación del Sistema Nacional de Salud

 

Nunca hay que depender de las instituciones o del gobierno para resolver ningún problema. Todos los movimientos sociales se fundan, se guían, se motivan y se llevan a cabo gracias a la pasión de los individuos.

Margaret Mead.

Como ya explicamos en nuestra anterior nota, cuando agradecimos los apoyos recibidos, desde CAS vimos la necesidad de utilizar la figura de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para difundir en la calle nuestras propuestas para blindar el sistema sanitario. Por ello presentamos junto con colectivos de todo el Estado, una ILP de “Recuperación del Sistema Nacional de Salud” (SNS) que fue rechazada en varias ocasiones por la Mesa del Congreso.

Una vez sorteados los obstáculos planteados por los cuatro partidos de la Mesa (PP, PSOE, Vox y Unidas Podemos) y aceptada la ILP, dada la gravedad de la situación del SNS, nos dirigimos por escrito, en tres ocasiones durante estos 12 meses, a los colectivos, plataformas y “mareas blancas” que dicen defender la sanidad; sindicatos como CCOO y UGT, así como a los corporativos de medicina y enfermería; Federaciones de Vecinos; Colegios Profesionales; Sociedades Científicas; ONG como Médicos Sin Fronteras, o Amnistía Internacional, etc., para invitarles a una reunión en la que pudiéramos explicar la ILP, y ofrecerles un espacio de lucha dada la gravedad de la situación. También nos entrevistamos con los partidos políticos con representación parlamentaria y situados en teoría “a la izquierda” del Gobierno (Bildu, CUP, Teruel Existe, BNG, Compromis-MásPaís), los cuales, tras conocer los contenidos de la ILP, nos manifestaron su interés en colaborar.

Sin embargo, las directivas o cúpulas de estas organizaciones, ni se han molestado en contestar a ninguna de las cartas que les hemos remitido, cuando las propuestas que contenía la ILP son las que dicen defender. Respecto a los partidos citados, en la práctica ninguno ha apoyado la ILP en sus territorios. Entendemos que sus prioridades son otras. Sin embargo, muchas personas que pertenecen, o se identifican con estos grupos si han colaborado individualmente, a la vez que nos han trasladado su sorpresa por la falta de colaboración de sus organizaciones.

Por tanto, tenemos que denunciar que todos aquellos grupos, que englobados en la “izquierda institucional”, han maniobrado para impedir que la ILP se difundiera, para evitar que en año preelectoral, PSOE y Unidas Podemos tuvieran que retratarse en el Congreso votando en contra de propuestas, que mientras estuvieron en la oposición prometían aprobar cuando gobernaran.

Los esfuerzos de todos estos grupos han estado centrados en deslegitimar y boicotear la difusión de la campaña, y ahora que nos acercamos al circo electoral, reaparecen en las calles con el apoyo de los “medios progresistas”, para desviar la atención de las causas del caos sanitario, con los reclamos de “la sanidad no se vende, se defiende”, mantra que a fuerza de repetirse no va a lograr que las decenas de hospitales privatizados vuelvan a manos públicas, ni que se sigan privatizando más centros sanitarios. Tampoco los “Ayuso dimisión” (cámbiese por el político que corresponda en cada territorio) permitirán ningún avance en la mejora de la atención sanitaria, aparte de que siempre es posible un gobernante aún más nefasto que el anterior. Lo que sí persigue la “izquierda del capital”, es ocultar que la desastrosa situación sanitaria es simplemente el resultado de la aplicación durante estas décadas pasadas de las leyes estatales que ellos están manteniendo, aún contando con la mayoría parlamentaria para echarlas abajo.

El papel jugado por otros sectores, como han sido los independentistas, demuestra, una vez más, que sus intereses no son los de la mayoría de la población trabajadora y/o excluida. En un tema tan grave, como es la destrucción del SNS, sólo están interesados en “minimizar” o mitigar el desastre en sus territorios. Sin embargo, la voladura controlada del SNS no permitirá “oasis” sanitarios, afectará a todas las Comunidades Autónomas. La única forma de enfrentar una agresión de este calado era luchar unidos. La estrategia de desmantelamiento de los llamados “servicios públicos” alcanzará todos los territorios y todos los sectores, acelerándose cada vez más con las medidas que el Estado está tomando, y aun reforzará mucho más con la agudización de la crisis energética y ecosocial.

Por tanto, podemos afirmar que estos grupos no han querido defender estos 5 puntos:

  1. Atención sanitaria para todas las personas, universal.
  2. Derogación de las leyes privatizadoras y recuperación de los centros privatizados.
  3. Creación de un sistema público de farmacia y productos sanitarios.
  4. Recuperación y reforzamiento de la atención primaria, dotándola del 25 % del gasto.
  5. Atención sanitaria de los centros de mayores en manos del sector público.

Para más información de la ILP puedes entrar en: https://recuperatusanidad.org/.

Así, mientras el sistema sanitario se hunde, las ambulancias salen sin médico, se desmantelan los servicios de urgencias, las listas de espera se disparan, la masacre de las residencias continua impune con los mayores que sobrevivieron de nuevo olvidados, y la sobremortalidad sigue sin merecer una explicación por parte del Gobierno, todos los partidos sin excepción han cerrado filas, y nos han metido en una guerra, que no es nuestra, y anuncian en los presupuestos para 2023, 48.833 millones de euros (casi el 4% del PIB), más de la mitad del gasto sanitario público, no para rescatar la sanidad, sino para alimentar un nuevo ciclo de rearme que nos va a llevar a un suicidio colectivo como sociedad.

Sin embargo, hay esperanza. Las sociedades se han organizado históricamente desde la base con ocasión de graves crisis. Las “clínicas de solidaridad” griegas fueron un ejemplo hace una década. En el Estado español, en la primera ola, con la Administración Sanitaria desaparecida, muchos trabajadores/as se coordinaron desde la base y fueron los que mantuvieron la asistencia sanitaria. Ellos son imprescindibles, mientras que políticos y gestores son el obstáculo para lograr un sistema sanitario verdaderamente democrático y universal, no dirigido por intereses comerciales, que actúe contra los “productores de enfermedad” y establezca como prioritaria la salud colectiva.

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