Sergi Pàmies: padres e hijos
Por Iñaki Urdanibia
No le falta razón a Sergi Pàmies López ( París, 1960) cuando afirma que Asterix no tiene la culpa de ser fuerte y tener ansias de comer, lo que siendo cierto aplicándolo a su vida, no se puede negar la huella que supuso para él tener unos padres como los que le toco en suerte: su madre Teresa Pàmies y su padre Gregorio López Raimundo, ambos destacados militantes del PCE / PSUC.
Sergi Pàmies es firma habitual en prensa, y por lo que yo controlo – que la verdad que no es mucho- la corta distancia es una medida ideal para este escritor al que no le falta humor y soltura para mostrarse ocurrente y sacar punta a aspectos aparentemente baladís, para tratarlos con desviaciones o ramificaciones hacia otros temas que le salen al paso, en asociaciones que ya que…pasaba por aquí . Si su intervenciones periodísticas le sirven para hacer pluma ( además de sus capacidades, diríamos, que innatas), ésta se ve refrendada además de en sus relatos, en sus abundantes traducciones : por ejemplo, de Guillaume Apollinaire, Amélie Nothomb, Daniel Pennac, Jean-Philippe Toussaint -me limito a citar a algunos de los autores de los que conozco las traducciones del catalán-, de las que doy fe que están bordadas. De su buen hacer dejan constancia los premios que le han sido otorgados.
Si comenzaba refiriéndome a su árbol genealógico , ya insinuado en el título y detallado en el inicio de este artículo, que bien se podría haber titulado, tal vez como mayor justicia: Sergi Pamiès par lui-même, es debido a que en su « El arte de llevar gabardina» ( Anagrama, 2019) el peso de la presencia de las relaciones paterno/ materno/filiales ocupan no pocos de los relatos que se reúnen. La mitad de las páginas ocupan los tres , de los trece relatos del volumen, en los que se trata de sus padres y las relaciones que se daban en casa: Villancico maternofilial, Yo no soy nadie para darte consejos y Villancico paternofilial. En el primero de los nombrados, se inicia con un episodio de solicitud de ayuda por parte de una cuidadora ya que la señora a la que atiende se ha caído y no puede levantarla; era navidad. Este comienzo le sirve para recordar a su madre y sus hábitos a la hora de escribir y los últimos tiempos en los que ya no podía hacerlo como de costumbre. Se da cuenta de alguna visita al médico que recomienda llevarla a una visita preventiva al psiquiatra psiquiátrico para ser observada ya que él se extraña de que su madre no deje de referirse a la guerra civil, a Praga…Se desvela igualmente la resistencia de Teresa Pàmies a ser trasladada de su domicilio, aunque al final se deja ayudar por su Sergi en las tareas de corrección y transcripción de sus escritos, para acabar en Granada en casa de otro hijo; etc. El segundo que es el más amplio, abarca el ambiente que se vive en su casa: un padre ausente debido a sus responsabilidades políticas y una madre a la que le toca llevar las riendas de la casa. El escritor revela cómo hubo un tiempo en que tuvo una ensoñación acerca de que su padre bien pudiera ser Jorge Semprún, del que fue puntual lector de todo lo que éste escribía hasta que acabó cansado del narcisismo y lo monotemático de su quehacer literario ( o mejor bitemático: la expulsión del partido y el campo de concentración padecido). En el episodio de la expulsión del nombrado del PCE en su Vº congreso, el padre del escritor, López Raimundo jugó un relevante papel, como criticaba Semprún en la Autobiografía de Federico Sánchez; salen a relucir igualmente las discusiones que en casa se suceden entre la madre, en no pocas ocasiones con la complicidad del hijo, con respecto al estalinismo obediente del padre. La madre parece mostrar una postura más abierta y crítica con respecto a las decisiones pasadas del partido; ésta, por otra parte, no tuvo reparos en asistir a un par de presentaciones de libros de Semprún, hablar con él y hasta recibir un libro con dedicatoria del autor. Ante, algunas de las críticas que el hijo hace a su padre, se ha de tener en cuenta que , según él mismo cuenta, estaba atravesando unos tiempos de izquierdismo feroz, su padre calla como haciendo oídos sordos, aprovechando su sordera provocada por las torturas de la policía franquista, jugando al despiste y al cambio de conversación; el fútbol y otros temas nada políticos eran en donde la conversación se desarrollaba más fluida y sin sobresaltos . En la casa se da un cambio de comportamientos, y un cierto descoloque, en la medida en que se da el paso de la clandestinidad a la dicha democracia, al legalizarse el PCE, y al ser elegido diputado el padre que escapa a Madrid a cumplir sus tareas parlamentarias y otras. Es en este relato en el que se da amplia cabida al arte de llevar gabardina: prenda que han lucido con elegancia algunos galanes ( Humphrey Bogart, Jean Gabin, Robert Taylor, Albert Camus, Montgomery Clift, Lino Ventura, Yves Montand, Jorge Semprún,…)coincidiendo que el denominador común de los hombres que gustaban a su madre eran todos sujetos que sabían lucir gabardinas con estilo. Deja claro el escritor que las gabardinas no denotan una ideología ya que éstas han sido utilizadas por gente de bien diferentes horizontes políticos…y acaba relatando su visita con su padre, cuando éste ya estaba en silla de rueda, a El Corte inglés para comprar una gabardina; las pruebas debía hacerlas el hijo ya que el padre no podía someterse a ellas desde su silla…al final, su padre se compró una Burberry, la gabardina indudablemente más cara de su vida. Posteriormente , fallecidos ya ambos progenitores, en un armario hallaría un par de gabardinas hechas por las propias manos maternas…En el tercero de los nombrados, se narra la visita con su padre al un gran almacén parisino, Le Printemps, con el fin de elegir los juguetes de su gusto; la visita fue impulsada por la medre que , utilizando sus habituales ultimátumes, exigía al padre ir con el hijo a la capital del Sena. Desde las afueras iniciaron el largo viaje, bus, metro, etc., y las luces navideñas por doquier…el día de los regalos, el reaccionario mito de papá Noël cayó por los suelos al comprobar el niño que los juguetes recibidos eran los que había elegido con su padre, estando envueltos para más señas con el papel del grand magasin de la avenue d´Haussmann.
Si con anterioridad daba a entender, refiriéndome a otro posible título del presente artículo, que el libro abarca más temas que las relaciones mentadas: éstos son los referentes a las relaciones de pareja ( el arte de saber romper a tiempo antes de que las cosas se pudran), consejos recogidos en un Borrador de ponencia para un hipotético congreso de divorciados, las relaciones con los hijos en las que algunas veces re replican los consejos y actitudes recibidas por parte de los padres de quien en la actualidad es padre, la invasión de su casa por parte de su hijo y colegas – que no saben usar el por favor- con el fin de rodar un corto( Por favor ); las aventuras de un padre , de nombre Omar, que ha de recoger la orina de todo un día, lo que le obliga a nadar con una botella ad hoc en la mochila ( Paternidad ), los encuentros casuales en aeropuerto a donde el escritor acude en busca de inspiración ( Sobre la utilidad de los novelistas), o en el AVE, en donde comparte asiento con un ex-ministro que se ve que prepara una conferencia de altos vuelos ( La fenomenología del espíritu ). Se cuentan también la visita, de padre e hijos, a un centro en que se se recogen y se rehabilitan mascotas para elegir un perro para regalárselo a la madre Anna ( Bielorrusia). La alarma y paranoia que origina al narrador el atentado de las Torres Gemelas y el acopio de medicinas por distintas farmacias en previsión de que lleguen limitaciones y carencias de los fármacos que son imprescindibles para su hijo ( El cuento sobre el 11-S que nunca me encargaron); la descripción de las dudas e indecisiones que provocan en el narrador las situaciones problemáticas, lo que le impide mostrarse mínimamente asertivo ( Poética), para finalizar con un ciertamente musical Bonus track en el que se deja constancia de que quien escribe constata que nunca ha hecho feliz a nadie, lo que le hace recurrir a diferentes versiones de Make Someone Happy,…que no hacen sino poner banda sonora, a contrario, a la insuficiencia señalada.
La verdad es que el oficio de Sergi Pàmies hace que los relatos se lean en un suspiro, o en varios si en cuenta se tiene el afilado humor ciertamente triste del que hace gala el escritor, presentando incapacidades varias, en una atmósfera de proverbial baja autoestima, que van de lo físico ( gordo y bajo, amén de poco agraciado, vamos no apto para lucir gabardinas comme il faut) a los comportamental ( pusilánime , acojonado, cenizo, paranoico, …) e incapaz de hacer feliz a nadie…No le falta razón a su colega Enrique Vila-Matas cuando afirma: « libro tristísimo, pero escrito con una felicidad monumental…Cuanto más brutalmente autobiográfico se muestra Pàmies, más ficción es lo que leemos»; y, eso sí, aun no sabiendo muy bien que es la felicidad, la lectura de estos lúcidos relatos , me han provocado momentos de tal estado de ánimo.