Sagrados
Vosotros erais sagrados.
Vosotros que nacisteis del dolor, que crecisteis con hambre de justicia.
Vosotros que creísteis en un mundo nuevo, y desechasteis las palabras amargas.
Pero los lobos hambrientos de la infamia os atacaron cuando os vieron indefensos.
Vosotros erais sagrados.
Vosotros que teníais padres y madres que os amaban más que a sus propias vidas.
Vosotros que teníais hijos e hijas que os necesitaban como se necesita para vivir el pan o la risa.
Pero los perros negros de la noche os desgarraron el corazón con sus colmillos miserables.
Vosotros erais sagrados.
Vosotros, que anduvisteis por senderos frágiles y cultivasteis la tierra con vuestras manos.
Vosotros, que segasteis el trigo para compartirlo con vuestros hermanos.
Pero las ratas de la afrenta se acercaron y comieron de las cuencas cálidas de vuestros ojos.
Vosotros erais sagrados.
Vosotros, que deshicisteis las ataduras y os empapasteis con la luz de la mañana.
Vosotros que bebisteis en manantiales de agua clara y ansiasteis el aroma del jazmín y la rosa.
Pero los alacranes de la injuria os cercaron con sus afilados aguijones de plomo.
Vosotros erais sagrados.
Vosotros que teníais la piel surcada de deseos y la mirada cabal de las personas buenas.
Vosotros, que amasteis en noches de verano y os adentrasteis por bosques azules.
Pero las hienas de la calumnia lamieron la sangre derramada.
Y los lobos
y los perros
y las ratas
y los alacranes
y las hienas
os robaron la vida.
A vosotros, que erais sagrados.