Retazos de la memoria (II). De una llamada al fascismo. (Con traducción)
Por Herminio
“Que sí, que España iba muy mal. Que era puro desgobierno. La República… Sinónimo anarquía… Desorden, crímenes y desconciertos… Inminencias comunistas… Hasta quemar las iglesias y conventos… Había que hacerse cargo… Y la hora había llegado… Por la Unidad la Patria…” y “Fidelidad al Reino”.
Hoxe tócame escribir, pero en galego, pois ando abondoso en temas e pásame o de sempre, cando me sobra con un: Que, de non botalo fóra, levarame, por se mesmo, a rebentar. Mais, por isto, non quero eu emporcar as atencións de ninguén –sexan casuais ou non– cos residuos do meu ventre, como é costume doutros, quen opinan noutros medios (nacionais ou rexionais) de carácter importante. Considerados decentes, nunca deixan de atufar, sen que lles importe á quen os seus cheirumes alcancen, porque, en verdade e non “de pose”, senón de feito… Para intolerantes, eles. E inda querendo aparentar o contrario, sen analizar alcances, cando opinan só conseguen evidenciar claramente a dirección na que van coa intención que lles escapa impregnada nos bufidos que os delatan.
Así que hoxe hei dicir: ¡Xa está ben! Que foi moito tempo oíndo sempre a mesma cantarela: “Que sí, que España iba muy mal. Que era puro desgobierno. La República… Sinónimo de anarquía… Desorden, crímenes y desconciertos… Inminencias comunistas… Hasta quemar las iglesias y conventos… Había que hacerse cargo… Y la hora había llegado… Por la Unidad la Patria…” E tamén –malia que entón inda non coubese– por “Fidelidad al Reino”.
Porque foi demasiado. Foron 25 anos. 1/3 da propia vida. Os primeiros de malleira tras malleira enriba dun, entre medos e carraxes. Foi un machucar constante e ben dirixido, pois había que aprender; a educación sobre todo, ben fose ou non fose gratis. Un pouco máis para diante, os tempos da aprendizaxe xuvenil foron tempos de traballos. Para uns (que eran os máis), estes foron, por suposto, sen cobrar; para outros estaban as disciplinas con destino ás medianías (máis ben escasas) o mesmo que para os menos habían campus universitarios e, para ambos, o cultivo do Espírito Nacional. Polas boas ou ás malas, dende a infancia á xuventude, e aínda máis para alá, daquela todo marchaba. E os anos foron pasando. Mais, agora que vamos vellos –van alá os outros 2/3 máis–, esperábamos que os idos non volveran nunca máis.
Pero, non… ¡Aquí están outra vez! Segundo nolos anuncian voces máis autorizadas. Din que estes, que xa están chegando agora, son de apelativo novo –“Vox”, é como se nomean– con respecto ós do pasado. Tamén din deles que xa chegan motivados, en conciencia, para impedir que os “de arriba”[1] consigan licenciaturas baratas en manexos das podremias do Estado. E engaden que, en meirande parte aínda, tamén chegan incitados pola forza das súas propias chamadas ás perigosas desordes, provocadas realmente pola parte –que nisto é principal– do desgoberno dunha certa autonomía (Cataluña) quen, baseada nas expectativas da independencia, desexada especialmente dende hai uns cantos anos, ameaza con romper polo máis san “la columna vertebral de la UNIDAD de la PATRIA” afecta ós administrados, cataláns[2] e españois, na súa totalidade. Non obstante, a min todas esas voces, xunto con tódolos ditos, sóanme a seren dos mesmos. E aínda que tamén anuncien o temor a que Vox pase da raia, non deixa de quedar claro que o auténtico amaño, que se desexa e expresa, e polo que o pobo clama –segundo o anunciador que me inspirou este artigo–, debe vir de Vox primeiro. Logo xa se pagará, aínda que soamente paguen os mesmos que pagan sempre.
E xa por fin, se non cres, lector amigo, este final que che digo, entra aquí, directamente (non o perdas):
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2018/12/31/explicacion-quimica-auge-vox/
TRADUCCIÓN:
Hoy me toca escribir; pero en gallego, pues ando abundante en temas y me pasa lo de siempre, cuando me sobra con uno: Que, de no expulsarlo afuera, me llevará, por sí mismo, a reventar. Mas, por esto, no quiero yo ensuciar las atenciones de nadie –sean o no casuales– con residuos de mi vientre, como es costumbre de otros, que opinan en otros medios (nacionales o regionales) de carácter importante. Considerados decentes, nunca dejan de atufar, sin que les importe a quiénes alcancen sus fetideces, porque, en verdad y no “de pose”, sino de hecho… Ellos son los intolerantes. Y aunque quieran aparentar lo contrario, sin analizar alcances, cuando opinan sólo consiguen evidenciar claramente la dirección que les guía por medio de la intención que se les escapa impregnada en los pedos que les delatan.
Así es que hoy diré: ¡Ya está bien! Que fue mucho tiempo oyendo siempre la misma canción: “Que sí, que España iba muy mal. Que era puro desgobierno. La República… Sinónimo anarquía… Desorden, crímenes y desconciertos… Inminencias comunistas… Hasta quemar las iglesias y conventos… Había que hacerse cargo… Y la hora había llegado… Por la Unidad la Patria…” Y también –a pesar de que entonces todavía no cupiese– por “Fidelidad al Reino”.
Porque fue demasiado. Fueron 25 años. 1/3 de vida propia. Los primeros de somanta tras somanta sobre uno mismo, entre los miedos y rabias. Fue un machacar constante, y bien dirigido, pues había que aprender; la educación sobre todo, ya fuese o no fuese gratis. Poco más en adelante, los tiempos de aprendizaje juvenil fueron tiempos de trabajos. Para unos (en mayoría) estos fueron, por supuesto, sin cobranzas; para otros estaban las disciplinas para los de clase media (escasa, en realidad); así como para aquellos (que eran los menos) había campus universitarios. Y, para ambos, el cultivo del Espíritu Nacional. Por las buenas o las malas, desde la infancia a la juventud y, yendo aún más allá, entonces todo marchaba. Y los años fueron pasando, mas ahora que vamos viejos –pasaron los otros 2/3 más–, esperábamos que los idos no volviesen nunca más.
Pero, no… ¡Aquí están otra vez! Tal y como los anuncian voces más autorizadas. Dicen estas que ya están llegando, con apelativo nuevo –“Vox” es el nombre que se dan– respecto a los del pasado. De ellos, dicen también, que ya llegan motivados, en conciencia, para impedir que “los de arriba”¹ consigan licenciaturas baratas en manejo de podredumbres de Estado. Y añaden que, todavía en mayor parte, también llegan incitados por la fuerza de atracción de sus propias llamadas al peligroso desorden, provocado realmente de parte –que en esto es principal– del desgobierno de Cataluña que, basada en las expectativas de independencia, deseada especialmente desde hace unos cuantos años, amenaza con romper, por lo más sano, “la columna vertebral de la UNIDAD de la PATRIA” afecta a todos los administrados, catalanes² y españoles. No obstante, para mí, todas esas voces, junto con todos los dichos, vienen a ser de los mismos. Y, aunque también anuncien el temor a que Vox se pase de la raya, no deja de quedar claro que la auténtica solución, que se desea y expresa, y por la cual el pueblo clama –según el anunciador, que me inspiro este escrito–, primero debe proceder de Vox. Luego ya se pagará, aunque paguen solamente los mismos que pagan siempre.
Ya por último, si no creyeses, lector amigo, este final que te digo, entra aquí, directamente (no te lo pierdas):
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2018/12/31/explicacion-quimica-auge-vox/
[1] Na linguaxe podemita, de Podemos
[2] Que no quede por decir que los catalanes también desean vivir en una república. En canto a miña opinión, sobre se o meu é un Sí ou é un Non: Nin quito nin poño rei, porque me sobrou con un.