Reino de España: La crisis del SAS (Sistema Andaluz de Salud)
Las plataformas por la salud de Granada han convocado a reventar el acto de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y del expresidente Zapatero el próximo 16 de diciembre en Jaén para conmemorar el décimo aniversario de la prácticamente extinta Ley de Dependencia.
Son muy capaces de hacerlo. Llevan esperando desde el 1 de diciembre, cuando se reunieron con el consejero de sanidad, Aquilino Alonso, la paralización de la última contrarreforma del sistema sanitario de su ciudad, la garantía de que se mantendrán dos hospitales generales completos, con todos sus servicios (incluidas las cocinas), y la dimisión de Alonso y de su adjunto, Martín Blanco, considerado el ideólogo de la gestión de la crisis del Sistema Andaluz de Salud (SAS).
Desde mediados del mes de octubre, cuando se anunciaron las fusiones de servicios y departamentos de los dos hospitales de la ciudad, la movilización popular, incluidas tres manifestaciones de decenas de miles de personas (16 de octubre, 5 y 27 de noviembre), ha paralizado su aplicación. El ejemplo de las plataformas por la salud de Granada se ha contagiado además a otras dos ciudades, Málaga y Huelva, que se han sumado a las movilizaciones, participando en las manifestaciones del 27 de noviembre pasado.
Aunque los partidos de oposición, el PP y Podemos e Izquierda Unida, han participado en las últimas manifestaciones, los verdaderos impulsores de la protesta son decenas de plataformas por la salud, una auténtica marea sanitaria, donde participan médicos, enfermeras, personal no sanitario y pacientes. En Granada, uno de sus portavoces, el Dr. Jesús Candel, conocido como “Spiriman”, se ha convertido en un auténtico héroe popular. Utilizando los medios sociales, en especial YouTube, ha conseguido romper el cerco informativo, superar las campañas de calumnias y mantener unido al movimiento entorno a sus reivindicaciones, incluyendo la dimisión o el cese de Alonso y Blanco.
La reacción de la Junta de Andalucía -que destina el 33,2% (2015) de su presupuesto al SAS y que lo considera la “joya de la corona” de la gestión autonómica del PSOE-, ha ido desde la denuncia inicial de los “populistas”, la acusación de una “pinza” PP- Podemos-Izquierda Unida contra el PSOE (que gobierna en minoría gracias al apoyo parlamentario de Ciudadanos), hasta el intento de ganar tiempo para erosionar las movilizaciones y continuar con su contrarreforma sanitaria. El día 16 de diciembre se puede encontrar con la horma de su zapato.
El SAS, la crisis y la contrarreforma sanitaria
La situación de la sanidad andaluza es la expresión de la peculiar gestión de la Junta del PSOE del marco general de las contrarreformas para la gestión de la crisis de la financiación autonómica y sanitaria del Real Decreto-Ley 16/2012, del Plan Nacional de Reformas de 2015, también aprobado por el PP por real decreto, y del Programa de Estabilidad, con su actualización 2015-2018, que es la base del acuerdo de ajuste trienal del Gobierno Rajoy con la Unión Europea.
Muchos de los elementos de estas contrarreformas –el fin de la universalidad, los conceptos de “beneficiario” y “asegurado” frente al de titular de derecho, las Unidades de Gestión Clínicas (UGC), los copagos que tienen una especial incidencia en la transferencia del coste farmacéutico a las familias, los conciertos sanitarios con el sector privado, el techo de gasto sanitario y sus consecuencias en la cartera de servicios…- responden a un esquema más general impulsado por las organizaciones financieras internacionales a contrapelo de la Organización Mundial de la Salud. Para ejemplos de ello, el artículo sobre el NHS británico que publica Sin Permiso o los estudio más generales sobre la UE de Stamati y Baeten (ETUI 2014) y del conjunto de Europa de Thomson, Figueras et alii (EOHSP 2015), con una amplia documentación estadística.
Los efectos de las políticas neoliberales de gestión de la crisis económica, iniciadas en mayor del 2010 por el gobierno Zapatero y profundizadas por los sucesivos gobiernos Rajoy, ha sido catastróficos para la sanidad, empezando por los recortes presupuestarios. Un detallado informe de CCOO sobre la evolución presupuestaria en la crisis lo resume en una perdida tendencial desde 2009 de 24.500 millones de euros. A pesar del incremento en los presupuestos de sanidad en 2015 –“año electoral”, nos recuerda el informe de CCOO- de 964 millones de euros, siguen siendo inferiores en un 10% a los de 2010, el primer año de los recortes. De 2010 a 2013 (último año que se publicaron datos) se perdieron 3.000 camas en centros sanitarios públicos (-4,7% per capita, mientras Portugal perdía 2,8% y Alemania ganaba un 0,6%), a lo que hay que sumar una alta tasa de casi el 11% de camas sin utilizar por falta de personal durante los periodos vacacionales. Existen estadísticas sobre las listas de espera, pero no son fiables.
A pesar de ello, según el Barómetro Sanitario 2015, los españoles siguen prefiriendo sin dudarlo la sanidad pública frente a la privada (con la única matización de la rapidez de atención y el confort de las instalaciones), a un nivel muy similar a la valoración sobre su funcionamiento (el 64% considera que funciona bien y el 35% que necesita cambios importantes o rehacerlo). Las valoraciones positivas sobre médicos de familia, especialistas o la hospitalización están todas por encima del 80%.
¿Y en Andalucía, la “joya de la corona”? La primera constatación, según el informe de CCOO citado, es que no es la comunidad autónoma que dedica más fondos a la sanidad (en realidad se encuentra en el sector medio, con un 32,2%, en un abanico que va del 38,1% de Canarias al 24,3% de Navarra), pero si es la que ha hecho los recortes presupuestarios en términos absolutos más importantes, junto con Cataluña (donde el proceso de privatización es el más avanzado). Una variación de – 13,9% que supera el recorte general del 9,58%, aunque se sitúa en la franja media de recortes de otras comunidades autónomas. La perdida tendencial con respecto a 2009 ha sido de casi 5.200 millones de euros. Pero es a nivel per capita cuando los datos son más reveladores: Andalucía es la comunidad autonómica que en 2015 destina menos dinero por habitante a la sanidad, 1.044 euros (Valencia 1.109, Madrid 1.140, Murcia 1.417…hasta llegar a los 1.549 euros de Euskadi).
Según el informe de la Fadsp que acabo de citar, el SAS tiene el menor número de camas por mil habitantes (2,52) y realiza el menor número de TAC/RM (22,8 por mil habitantes), con la excepción de La Rioja. También es la comunidad autonómica con el menor número de médicos especialistas y enfermeras de atención especializada por mil habitantes (1,54 y 2,61 respectivamente). En los médicos de atención primaria, solo Baleares tiene menos y en cuanto a enfermeras de atención primaria es la cuarta comunidad autonómica por la cola. Su gasto farmacéutico es el tercero por la cola, ligeramente superior al de Navarra, pero es la que más medicamentos genéricos consume, el 32,8% de su gasto farmacéutico. En cuanto a las listas de espera, unos datos poco fiables en general por su continua manipulación, Andalucía es la octava por la cola, entre las 17 autonomías, en citas en 24 horas y la tercera en las citas a 15 días. En la clasificación sanitaria del 2015, la Fadsp sitúa al SAS en el último lugar de las comunidades con servicios regulares, con 57 puntos de 100 (a solo 1 punto de Madrid, la primera de las comunidades con servicios deficientes).
Desde la puesta en marcha de la Ley 16/2012, el SAS ha perdido 7265 puestos de trabajo, el 7,47% de su plantilla (solo la superan Baleares, Castilla-La Mancha, Madrid y la Rioja), tres puntos por encima de la media estatal del -4,47%. Las variaciones provinciales son importantes y han afectado especialmente a Málaga, Sevilla y Jaén (por encima del 11% de recortes de plantilla). En los gráficos elaborados por el informe de CCOO antes citado es evidente que la Consejería de Sanidad de la Junta ha establecido la mediana de los recortes de empleo para toda la comunidad y ha acercado los volúmenes de empleo provinciales sin otra consideración, con la única excepción de Almería. Los recortes han afectado fundamentalmente a los centros de atención especializada, no a los de atención primaria (con excepción del personal no sanitario). En cuanto a las categorías profesionales, ha afectado especialmente a enfermería-DUES, los titulados medios sanitarios y personal sanitario no facultativo y al personal no sanitario de oficios.
El SAS y el “régimen andaluz” del PSOE
Estos datos revelan un cuadro clínico de emergencia que evoluciona a un punto de no recuperación. La “joya de la corona” de la gestión autonómica del PSOE no es tal. A nivel comparativo con otras autonomías, y en el marco general de los recortes presupuestarios que han afectado a todas ellas como consecuencia de las políticas de austeridad, la gestión de la Junta de Andalucía es simplemente una más, que ha frenado en seco las inversiones en nuevas instalaciones y ha hecho recaer los recortes en el personal del SAS, con un aumento significativo de la precariedad y la temporalidad en los contratos.
Pero tiene sus propias características en el “régimen andaluz” que ha ido conformándose en los 35 años de gobierno ininterrumpido del PSOE. Dada la importancia del gasto sanitario en el presupuesto de la comunidad y ser una de las mayor fuentes de empleo, ha sido uno de los mecanismos más importantes para afianzar una red clientelista, tanto en la planificación y distribución de los recursos sanitarios, como entre las distintas categorías de los profesionales y trabajadores de la sanidad, como de transferencias de recursos financieros ligadas a los conciertos sanitarios con las clínicas privadas.
Esta gestión corporativista del SAS no ha podido escapar, sin embargo, al carácter cíclico de la evolución del presupuesto comunitario, que paso del 5% de su PIB en 1985 al 22% en 2010. La crisis económica y sus consecuencias en el sistema de financiación autonómico con la aplicación de las políticas de austeridad ha dejado ahora al SAS al borde de una reestructuración de modelo, después de seis años seguidos de recortes. Esa es la explicación de la marea sanitaria andaluza y no las teorías conspirativas de Susana Díaz.
El mecanismo de aplicación piramidal de los recortes, vía las UGC, han trasladado la presión hasta los propios médicos y enfermeras, en una cadena que exigía adhesión en cadena al cumplimiento de los techos presupuestarios desglosados en la medicación, la gestión de las listas de espera y las contrataciones temporales. Cuando la tensión en el sistema se ha hecho insoportable, los recortes salariales en concepto de productividad, las amenazas de marginación y despido del personal sanitario han dejado de funcionar y han sido ellos los que se han puesto al frente de la marea sanitaria andaluza, como ya había ocurrido antes en Madrid.
El desarrollo de una red de atención hospitalaria privada gracias al turismo sanitario extranjero y la concertación con el sistema público, con la excusa de cubrir sus deficiencias y reducir las listas de espera, concentrado especialmente en Málaga, no ha sido capaz tampoco de superar la crisis económica y el carácter cíclico de la gestión del gasto público andaluz. El porcentaje anual de gasto en los conciertos sanitarios con el sector privado es del 4,37%, muy alejado de comunidades como Baleares, Canarias o Madrid, donde se sitúa en el 10%, para no hablar de Cataluña, cuyo fracasado modelo de concertación ha llegado al 25,5%. Un ejemplo significativo de la crisis del sector médico privado ha sido el de la cadena de Hospitales Pascual y sus tiras y aflojas con la Junta de Andalucía hasta conseguir nuevos conciertos.
Más importante que el envejecimiento de las instalaciones sanitarias por falta de inversiones, la sobrecarga horaria del personal sanitario (que ha pasado de 35 a 37,5 horas para reducir el número de contratos temporales por falta de presupuesto en el capítulo I), y el carácter electoralista de buena parte de la planificación de la red sanitaria, es la quiebra de la credibilidad del modelo de la contrarreforma basada en las UGC, como han señalado Juan Antonio Gil de los Santos y Gustavo Laguardia en un reciente artículo.
Es esa falta de credibilidad la que explica la insistencia de la marea sanitaria andaluza en la dimisión o el cese de Aquilino Alonso y Martín Blanco. Recomponer la credibilidad del SAS es ante todo un ejercicio de diálogo entre gestores, personal sanitario y pacientes. A pesar de algunas experiencias en este sentido, ese diálogo no se esta dando en el seno del propio SAS, sino en la incipiente movilización de la marea sanitaria.
La ruptura del monopolio de la medicina privada y la difusión del modelo bismarkiano de sanidad pública jugó un papel esencial en la definición del proyecto republicano en los años 30 del siglo pasado en Andalucía. Basta con recordar la composición de las listas electorales en las primeras elecciones de la II República para entender el papel que jugó la exigencia de una sanidad para todos de calidad. Tras el fin de la dictadura franquista, la creación de la Escuela Andaluza de Salud Pública en 1985 debía ser el ariete de un impulso definitivo para conseguir ese objetivo con el desarrollo del Sistema Andaluz de Salud. La actual marea sanitaria andaluza es la heredera de todas esas luchas por una sanidad pública universal de calidad. La “joya de la corona” es suya, no de Susana Díaz.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/reino-de-espana-la-crisis-del-sas