Reflexiones sobre la realidad de los pueblos indígenas del Ecuador
Este 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, analizamos la situación de este sector de la población, que registró un mínimo incremento de 187.758 censados en relación a la estadística de 2001, lo que representa un 0.5% y que pese a mejorar en algunos indicadores como escolaridad, o salud, aún evidencia serias brechas y desigualdades en su desarrollo.
De acuerdo con el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC), las provincias en donde se ubican la mayoría de indígenas son Napo, Pastaza, Morona Santiago (Amazonía) y Cotopaxi y Bolívar (Sierra Centro). El 50,9% son mujeres (517.797) y el de varones es del 49,1% (500.379) de los habitantes. Los hombres indígenas tienen un promedio de 25 años y la edad de las mujeres bordea los 26 años.
El 23,4% se encuentra en edades de 20 a 34 años, presentándose un incremento de 2,7% en relación a la década anterior. No así con el grupo poblacional de niños indígenas menores de 9 años, que a pesar de ser representativo con un 24,9% ha tenido un decrecimiento de 2,7% en relación al censo de 2001. La población adolescente entre 10 y 19 años es el 23,0%. Los grupos poblacionales de 0 a 34 años en su conjunto constituyen el 71,3% del total de la población indígena ecuatoriana.
El mayor porcentaje de población indígena se distribuye en la serranía ecuatoriana con un 68,2%; a continuación la Amazonía, con un 24,1% y la Costa con un 7,6%. En este sentido la Agenda Nacional para la Igualdad de las Nacionalidades y Pueblos 2013-2017 (ANINP), menciona que es “necesario identificar las provincias con mayor número de pobladores indígenas y reflexionar territorialmente sobre las realidades particulares que les rodean para, junto a ellos, encontrar alternativas para transformarlas y potenciarlas en desarrollo, salud, educación, servicios básicos y revitalización cultural”
De acuerdo con los datos del INEC, el 28% de la población indígena cuenta con el servicio de alcantarillado, el 10.5% y apenas un 2.5% cuenta con acceso al Internet. En el ámbito de la escolarización, la ANINP detalla que, “si bien ha existido en las últimas décadas un mejoramiento a nivel de educación, los beneficios para pueblos y nacionalidades, no han sido equitativos y las brechas persisten. Según las estadísticas obtenidas a través de los Censos 2001 y 2010, evidencian desventajas en todos los indicadores planteados”.
Es así que, la población principalmente en los páramos de la Sierra central, tiene el más bajo nivel de escolaridad del país, con 4,2 años, y un 23% de analfabetismo, además presenta carencias serias en vivienda, con una acceso al agua potable de solo el 22%, y dispone de sólo 11,2 médicos equivalentes por cada 10.000 habitantes. Además sufre en un 54% de desnutrición crónica infantil, siendo este el porcentaje más alto del país. Apenas el 9,4% de indígenas tiene acceso a la seguridad social.
Por cada cinco habitantes autoconsiderados blancos o mestizos que se matriculan en una institución de educación superior, lo hace un indígena. Con lo cual, las brechas en el aspecto educativo quedan en evidencia, con una clara desventaja para los habitantes de los pueblos y nacionalidades indígenas.
La Encuesta Nacional sobre Racismo y Discriminación Racial en el Ecuador” realizada en el 2004 por la Secretaría Técnica del Frente Social (STFS) y el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) determina que el 71% de los indígenas han sufrido algún tipo de racismo o acto discriminatorio en el Ecuador-
Por otro lado, de acuerdo al informe del 2012 del INEC, la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres muestra que “6 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia de género”. En las mujeres indígenas, el nivel de violencia alcanza el 67, 8%
El investigador principal de Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Manuel Chiriboga (+), al reflexionar sobre los 20 años del levantamiento indígena en el Ecuador, opinó: “Se trata con seguridad de uno de los hitos más importantes de la historia contemporánea de nuestro país, un campanazo a una sociedad que oscilaba entre la negación del indígena como igual y la ventriloquia, ese extraño arte de ciertos dirigentes políticos, de ONG y del viejo sindicalismo de hacer hablar a otros lo que uno piensa. El racismo, el desprecio, la subyugación se expresaba en prácticas cotidianas de enorme violencia, como la de impedir a un indio entrar a un parque, obligar a que se asienten en la parte de atrás de los buses o a que se saquen el sombrero. Todo eso comenzó a derrumbarse ese día en que un grupo de indígenas se tomó la iglesia de Santo Domingo y otros se tomaron carreteras y plazas”.
Y aunque reconoció que este momento fundamental había marcado un hito para los pueblos indígenas del Ecuador, afirmó también, que aún faltaba mucho por recorrer. “Me parece que no hemos pensado realmente cómo queremos vivir juntos, hasta dónde queremos llegar en la construcción del Estado multicultural, plurinacional y multiétnico; cómo podemos ser simultáneamente ecuatorianos e indígenas o ecuatorianos y mestizos”, señaló.