Referéndum catalán: ¿De que lado están los comunes, Podemos e Izquierda Unida? (cast/cat)
Por Felipe Alegría
En medio de una creciente tensión política y mientras se acentúa la necesidad de hacer frente a la ofensiva y amenazas del régimen, se ha intensificado, particularmente en Cataluña, el debate acerca de la posición de los Comunes, vinculada a la que Podemos e izquierda Unida (IU) mantienen a escala estatal.
Así, la Coordinadora Nacional de Catalunya en Comú decidió el pasado 8 de julio, por una mayoría del 75% y sin consultar a los inscritos, no reconocer el 1-O como referéndum, no asumir sus resultados, no hacer campaña por él y no llamar a la participación. Tampoco se ha comprometido Ada Colau a ceder los locales del Ayuntamiento de Barcelona y cuando se le interroga por ello, dice que “no quieren ser manipulados ni por unos ni por otros” y que, según los términos de la convocatoria, ya decidirán.
Las medias tintas de Catalunya en Comú
El argumento de Catalunya en Comú es que “éste no es el referéndum que Cataluña merece y necesita“, dado que el Govern de la Generalitat no ofrece las necesarias “garantías“. La verdad es que no hay que ser un lince para ver que no estamos ante un referéndum “normal”, pactado e internacionalmente reconocido. Pero si esto es así, la responsabilidad absoluta recae sobre el gobierno del PP y, más en general, sobre el Estado español. Esto es lo que Catalunya en Comúomite. Tampoco dice que el Govern de la Generalitat, atendiendo a la voluntad mayoritaria de la población catalana y ante la negativa cerrada del Estado, tiene toda la legitimidad democrática para convocar un referéndum unilateral.
Catalunya en Comú sabe que las garantías (y los efectos) del referéndum residen en la masividad de la votación. Por eso, si quiere un referéndum “con garantías” debería involucrarse en el desarrollo del 1-O para asegurar una participación masiva y verificar una contabilización correcta de los resultados.
No sirven las contorsiones dialécticas para disfrazar la inhibición. No vale decir que no reconocen el 1-O como referéndum pero sí como “movilización” en favor de “un referéndum efectivo y con garantías”. No sirve que Ada Colau declare que “si el 1-O hay urnas, iré a votar”, en contraste con el portavoz parlamentario Coscubiela. No es suficiente ofrecer apoyo frente a la represión del Estado.
Estamos ante un problema democrático central donde no caben medias tintas. El necesario enfrentamiento social con el gobierno de Puigdemont y Junqueras y la corrupción de Convergència no justifican la oposición a un referéndum legítimo. Desentenderse del referéndum ante el choque que se avecina favorece objetivamente al régimen y es, además, la mejor manera de ayudar a Puigdemont i Junqueras a capitalizar el enfrentamiento y hegemonizar el proceso.
Podemos: Nada que ponga palos en las ruedas a los pactos de gobierno con el PSOE
La postura de Catalunya en Comú está estrechamente conectada con la de Podemos. Pablo Iglesias reivindica formalmente a Ada Colau y a Xavier Domènech, aunque, en realidad, sintonice más con el diputado Coscubiela. Iglesias se enfrenta a Podem-Catalunya porque la rama catalana de Podemos “hace un llamamiento al espíritu del 15M para fomentar la participación y votación el día 1 de octubre”.Él, por el contrario, declara que “si fuera catalán, no iría a votar”.
No es casual que los mismos días en que Iglesias y Echenique se desmarcaban del referéndum catalán, Podemos estuviera preparando su entrada vergonzante en el gobierno de Castilla-La Mancha, presidido por García-Page, un barón “pata negra” del PSOE. Una entrada expresamente avalada por Iglesias, cuyo proyecto es integrarse, tras las próximas elecciones generales, en un futuro gobierno de coalición presidido por Sánchez. No cabe duda que un objetivo así no deja espacio para ninguna actuación que ponga en riesgo la unidad forzada española, una de las de las principales señas de identidad y razón de ser del PSOE. Todo debe quedar, por tanto, reducido a una respetuosa reforma constitucional.
Queda claro que una cosa es hablar de plurinacionalidad, referirse a un referéndum pactado imaginario o defender el derecho a decidir “en general” y otra, muy distinta, apoyar el referéndum unilateral catalán una vez que el referéndum pactado se ha mostrado imposible. Iglesias está entre los que defienden el derecho de autodeterminación de los pueblos….siempre que estos no lo ejerzan. Cuando quieren ejercerlo se opone porque el Estado no está de acuerdo. Es como el marido que dice estar por el derecho al divorcio…hasta que su mujer se lo pide. Entonces lo condiciona al mutuo acuerdo. Pero el derecho a la autodeterminación es un derecho del pueblo nacionalmente oprimido y no una graciosa prerrogativa del Estado que la oprime.
Alberto Garzón: Falsos argumentos de izquierda contra el referéndum
El coordinador general de Izquierda Unida también pertenece al grupo de los que defienden el derecho de autodeterminación en abstracto y se oponen a su ejercicio concreto. La diferencia con Iglesias es que Garzón lo expresa de manera más descarnada, más apegado a la tradición estalinista del PCE.
Garzón, en polémica con un intelectual de la izquierda independentista catalana que le reprocha no seguir los consejos de Lenin, le responde con una mezcla deshonesta de referencias a los clásicos marxistas y vanagloriándose de que él no los lee “como si fueran portadores de la verdad“. Pero lo que debería decir Garzón, en verdad, es que repudia la herencia de Lenin.
El punto de partida del razonamiento de Garzón es equiparar el nacionalismo español y el catalán: “Otorgando la misma condición abstracta al nacionalismo español y al nacionalismo catalán, no cabe tomar partido de antemano por ninguno de los dos“. Exactamente en las antípodas de Lenin, que nos dice: “El planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la nación oprimida, entre el nacionalismo de la nación grande y el nacionalismo de la nación pequeña” (“Acerca del problema de las nacionalidades o la autonomización”, 1922)
Lenin era todo menos amable con quienes defendían posiciones nacionales similares a las de Garzón: “El socialdemócrata ruso que ‘reconoce’ la autodeterminación de las naciones de manera similar a como lo hacen los señores Plejánov, Potrésov y Cía., es decir, sin luchar en defensa de la libertad de separación de las naciones oprimidas por el zarismo es, de hecho, un imperialista y un lacayo del zarismo” (“Balance de la discusión sobre la autodeterminación”, octubre 1916). Al mismo tiempo, como criterio general, Lenin era decididamente contrario a la independencia de las naciones oprimidas y favorable a la unión; sólo que él únicamente admitía una unión libre, basada en el reconocimiento del derecho a la separación. En realidad, el derecho a la autodeterminación no otra cosa.
Un argumento al que Garzón se aferra para deslegitimar el 1-O es que no se pone a votación la opción federalista, lo que “hace imposible que la sociedad catalana pueda expresarse en su totalidad”, de manera que “el proceso carece de las garantías suficientes“. Pero hay una importante carga de cinismo en esta crítica, en primer lugar porque Garzón sólo tendría derecho a hacer esta exigencia si él e Izquierda Unida se hubieran pronunciado inequívocamente a favor del referéndum y se hubieran involucrado en su impulso, lo que no ha sido en absoluto el caso. En segundo lugar, porque la vida ha demostrado que no puede haber un verdadero federalismo ni una confederación si antes no se rompe el cerrojo de la Constitución de 1978. Sólo quien se niega a ver la realidad puede pensar que sin romper la carcasa opresiva de este régimen es posible una unión fraternal entre iguales. Y en tercer lugar, porque defender un estado federal o una confederación es compatible con la pregunta del 1-O acerca de la independencia, pues es algo que sólo puede resolverse una vez aprobada o rechazada la opción de la independencia.
Cataluña tiene todo el derecho a decidir en un referéndum unilateral
La postura de los Comunes, Podemos e Izquierda Unida es grave porque se presentan como portavoces de la izquierda y de los trabajadores. Pero la clase trabajadora no tiene el menor interés en una unidad forzada. Una confederación, como la que defendemos nosotros, o un estado federal como el que reclama Garzón, sólo tienen sentido entendidos como una unión libre entre pueblos libres e iguales.
Todas las fuerzas del Estado que se reclaman de la clase trabajadora y de la democracia tienen la obligación de defender el derecho de Cataluña a decidir unilateralmente su destino nacional, hacer piña contra las trabas del Estado y la inevitable represión que se avecina. Esa es la obligación de Podemos y de Izquierda Unida y su prueba de fuego.
Ganar la batalla de Cataluña es clave para la defensa de las libertades democráticas frente a un régimen incapaz de oír la voz de la clase trabajadora y de los pueblos ni de atender sus demandas. Estamos ante una lucha decisiva contra un régimen que no rompió con el franquismo y arrastra una herencia tan pesada que hace de la democracia un puro formalismo.
Referéndum catalán: ¿De que lado están los comunes, Podemos e Izquierda Unida?
1-O: De quin costat estan els Comuns? I Podemos i Izquierda Unida?
S’apropa el dia del referèndum i el xoc de trens està cada vegada més a prop. El govern espanyol ha accelerat la màquina d’amenaces i represàlies contra la Generalitat i contra tot el moviment sobiranista català. Els poders de l’Estat, amb Rajoy al comandament, s’han conjurat per impedir per tots els mitjans que el poble de Catalunya pugui votar i decidir democràticament el seu futur nacional.
Enmig d’una creixent tensió política i mentre s’accentua la necessitat de fer front a l’ofensiva i amenaces del règim, s’ha intensificat, particularment a Catalunya, el debat sobre la posició dels Comuns, vinculada a la que Podem i Esquerra Unida (IU) mantenen a escala estatal.
Així, la Coordinadora Nacional de Catalunya en Comú va decidir el passat 8 de juliol, per una majoria del 75% i sense consultar als inscrits, no reconèixer l’1-O com a referèndum, no assumir els seus resultats, no fer campanya per ell i no cridar a la participació. Tampoc s’ha compromès Ada Colau a cedir els locals de l’Ajuntament de Barcelona i quan se li interroga per això, diu que “no volen ser manipulats ni per uns ni per uns altres” i que, segons els termes de la convocatòria, ja decidiran.
Les mitges tintes de Catalunya en Comú
L’argument de Catalunya en Comú és que “aquest no és el referèndum que Catalunya mereix i necessita”, atès que el Govern de la Generalitat no ofereix les necessàries “garanties”. La veritat és que no cal ser un linx per veure que no estem davant un referèndum “normal”, pactat i internacionalment reconegut. Però si això és així, la responsabilitat absoluta recau sobre el govern del PP i, més en general, sobre l’Estat espanyol. Això és el que Catalunya en Comú omet. Tampoc diu que el Govern de la Generalitat, atenent a la voluntat majoritària de la població catalana i davant la negativa tancada de l’Estat, té tota la legitimitat democràtica per convocar un referèndum unilateral.
Catalunya en Comú sap que les garanties (i els efectes) del referèndum resideixen en la massivitat de la votació. Per això, si vol un referèndum “amb garanties” hauria d’involucrar-se en el desenvolupament de l’1-O per assegurar una participació massiva i verificar una comptabilització correcta dels resultats.
No serveixen les contorsions dialèctiques per disfressar la inhibició. No val dir que no reconeixen l’1-O com a referèndum però sí com a “mobilització” en favor de “un referèndum efectiu i amb garanties”. No serveix que Ada Colau declari que “si l’1-O hi ha urnes, aniré a votar”, en contrast amb el portaveu parlamentari Coscubiela. No és suficient oferir suport enfront de la repressió de l’Estat.
Estem davant un problema democràtic central on no caben mitges tintes. El necessari enfrontament social amb el govern de Puigdemont i Junqueras i la corrupció de Convergència no justifiquen l’oposició a un referèndum legítim. Desentendre’s del referèndum davant el xoc que s’apropa afavoreix objectivament al règim i és, a més, la millor manera d’ajudar a Puigdemont i Junqueras a capitalitzar l’enfrontament i hegemonitzar el procés.
Podemos: Res que faci nosa als pactes de govern amb el PSOE
La postura de Catalunya en Comú està estretament connectada amb la de Podemos. Pablo Iglesias reivindica formalment Ada Colau i a Xavier Domènech, encara que, en realitat, sintonitzi més amb el diputat Coscubiela. Iglesias s’enfronta a Podem-Catalunya perquè la branca catalana de Podemos “fa una crida a l’esperit del 15M per fomentar la participació i votació el dia 1 d’octubre”. Ell, per contra, declara que “si fos català, no aniria a votar”.
No és casual que els mateixos dies en què Iglesias i Echenique es desmarcaven del referèndum, Podemos estigués preparant la seva entrada vergonyant al govern de Castella-la Manxa, presidit per García-Page, un baró “pota negra” del PSOE. Una entrada expressament avalada per Iglesias, el projecte del qual és integrar-se, després de les properes eleccions generals, en un futur govern de coalició presidit per Sánchez. No hi ha dubte que un objectiu així no deixa espai per a cap actuació que posi en risc la unitat forçada espanyola, una de les dels principals senyals d’identitat i raó de ser del PSOE. Tot ha de quedar, per tant, reduït a una respectuosa reforma constitucional.
Queda clar que una cosa és parlar de plurinacionalitat, referir-se a un referèndum pactat imaginari o defensar el dret a decidir “en general” i una altra, molt diferent, recolzar el referèndum unilateral català una vegada que el referèndum pactat s’ha mostrat impossible. Iglesias està entre els quals defensen el dret d’autodeterminació dels pobles….sempre que aquests no l’exerceixin. Quan volen exercir-lo s’hi oposa perquè l’Estat no hi està d’acord. És com el marit que diu estar pel dret al divorci…fins que la seva dona l’hi ho demana. Llavors el condiciona al mutu acord. Però el dret a l’autodeterminació és un dret del poble nacionalment oprimit i no una graciosa prerrogativa de l’Estat que l’oprimeix.
Alberto Garzón: Falsos arguments d’esquerra contra el referèndum
El coordinador general d’Esquerra Unida també pertany al grup dels que defensen el dret d’autodeterminació en abstracte i s’oposen al seu exercici concret. La diferència amb Iglesias és que Garzón ho expressa de manera més descarnada, més apegat a la tradició estalinista del PCE.
Garzón, en polèmica amb un intel·lectual de l’esquerra independentista catalana que li retreu no seguir els consells de Lenin, li respon amb una barreja deshonesta de referències als clàssics marxistes i ventant-se que ell no els llegeix “com si fossin portadors de la veritat”. Però el que hauria de dir Garzón, en veritat, és que rebutja l’herència de Lenin.
El punt de partida del raonament de Garzón és equiparar el nacionalisme espanyol i el català: “Atorgant la mateixa condició abstracta al nacionalisme espanyol i al nacionalisme català, no cal prendre partit per endavant per cap dels dos”. Exactament en les antípodes de Lenin, que ens diu: “El plantejament abstracte del problema del nacionalisme en general no serveix per res. És necessari distingir entre el nacionalisme de la nació opressora i el nacionalisme de la nació oprimida, entre el nacionalisme de la nació gran i el nacionalisme de la nació petita” (Sobre el problema de les nacionalitats o l’autonomització. 1922).
Lenin era tot menys amable amb els qui defensaven posicions nacionals similars a les de Garzón: “El socialdemòcrata rus que ‘reconeix’ l’autodeterminació de les nacions de manera similar a com ho fan els senyors Plejánov, Potrésov i Cia.., és a dir, sense lluitar en defensa de la llibertat de separació de les nacions oprimides pel tsarisme és, de fet, un imperialista i un lacai del tsarisme” (Balanç de la discussió sobre l’autodeterminació, octubre 1916). Al mateix temps, com a criteri general, Lenin era decididament contrari a la independència de les nacions oprimides i favorable a la unió; només que ell únicament admetia una unió lliure, basada en el reconeixement del dret a la separació. En realitat, el dret a l’autodeterminació no una altra cosa que això.
Un argument al qual Garzón s’aferra per deslegitimar l’1-O és que no es posa a votació l’opció federalista, la qual cosa “fa impossible que la societat catalana pugui expressar-se íntegrament”, de manera que “el procés manca de les garanties suficients”. Però hi ha una important càrrega de cinisme en aquesta crítica, en primer lloc perquè Garzón només tindria dret a fer aquesta exigència si ell i Esquerra Unida (IU) s’haguessin pronunciat inequívocament a favor del referèndum i s’haguessin involucrat en el seu impuls, la qual cosa no ha estat gens el cas. En segon lloc, perquè la vida ha demostrat que no pot haver-hi un veritable federalisme ni una confederació si abans no es trenca el forrellat de la Constitució de 1978. Només qui es nega a veure la realitat pot pensar que sense trencar la carcassa opressiva d’aquest règim és possible una unió fraternal entre iguals. I en tercer lloc, perquè defensar un estat federal o una confederació és compatible amb la pregunta de l’1-O sobre la independència, ja que és quelcom que només pot resoldre’s una vegada aprovada o rebutjada l’opció de la independència.
Catalunya té tot el dret a decidir en un referèndum unilateral
La postura dels Comuns, Podem i Esquerra Unida (IU) és greu perquè es presenten com a portaveus de l’esquerra i dels treballadors. Però la classe treballadora no té el menor interès en una unitat forçada. Una confederació, com la qual defensem nosaltres, o un estat federal com el que reclama Garzón, només tenen sentit entesos com una unió lliure entre pobles lliures i iguals.
Totes les forces de l’Estat que es reclamen de la classe treballadora i de la democràcia tenen l’obligació de defensar el dret de Catalunya a decidir unilateralment el seu destí nacional, fer pinya contra les traves de l’Estat i la inevitable repressió que s’apropa. Aquesta és l’obligació de Podem i d’Esquerra Unida i la seva prova de foc.
Guanyar la batalla de Catalunya és clau per a la defensa de les llibertats democràtiques enfront d’un règim incapaç de sentir la veu de la classe treballadora i dels pobles ni d’atendre les seves demandes. Estem davant una lluita decisiva contra un règim que no va trencar amb el franquisme i arrossega una herència tan pesada que fa de la democràcia un pur formalisme.
1-O: De quin costat estan els Comuns, Podemos i Izquierda Unida?