¿Qué hemos hecho con la honradez?
“Cuando una persona posee honradez, se dice que se guía por los valores morales, respetando los derechos de los demás y las normas de convivencia de la comunidad en todos los sentidos.”
Cabe primeramente llegar a definir el concepto, porque de lo que entendamos hoy por honradez dependen muchos análisis y justificaciones de conductas personales y públicas. Los que nos hemos criado en los años 50-60 vivimos los valores de la honradez porque teníamos los ejemplos en nuestra propia casa, y bien es verdad que para la formación del carácter valen más espejos que consejos. La honradez es una característica presente en las personas que se refiere a la actitud de la misma siendo ésta verdadera y honesta. Cuando una persona posee honradez, se dice que se guía por los valores morales, respetando los derechos de los demás y las normas de convivencia de la comunidad en todos los sentidos.
Cuando una persona posee honradez, se dice que se guía por unos valores morales, respetando los derechos de los demás y las normas de convivencia en todo sentido. Vimos como un apretón de manos sellaba un pacto inamovible; como el compromiso adquirido de palabra no necesitaba notarios ni testigos para sellarlo; y cómo quien debía cumplirlo se afanaba en este propósito porque “su fama” ante la comunidad no debía ser puesta en duda. No valían ni dobleces ni contratiempos. Aquellos ejemplos de nuestros padres estaban relacionados con un pensamiento correcto y justo y con una actitud en consonancia con estos pensamientos. No había disociación entre el pensar y el actuar.
Esta –llamémosle virtud social- es fundamental en las relaciones entre individuos, familiares, amigos, compañeros de trabajo o extraños, pero debe acentuarse en los administradores de lo común, en la política. La solidaridad y la ausencia de mentiras. La sinceridad debe ser una principal característica ya que ésta es el fundamento de la verdad. La falsedad, la mentira, la exageración, la descalificación son características negativas que no deberían tener cabida en las relaciones interpersonales ni en las relaciones políticas entre partidos.
El quebranto de la honradez no resulta muchas veces un juicio penal, pero sí una censura pública de la comunidad. Pero cuando se trata de gestores de lo común puede y debería resultar un proceso judicial.
Como otros muchos valores, debe ser inculcada desde la más temprana edad para que los más pequeños creen relaciones de amistad basadas en el respeto y en la solidaridad, así como en la verdad y no en la mentira y ésta actuará como freno ante actitudes antisociales como la delincuencia, los abusos y el uso de la violencia. Muchos nos ponemos las manos en la cabeza ante actos que hoy nos ofrecen los medios de comunicación y que juzgamos como ocurridos entre gente carente del más mínimo sentido de la honradez, de la verdad, del respeto y de la tolerancia ante la diferencia.
¿Y qué debemos hacer ante todos estos ejemplos negativos? Pedagogía hacia los menores y censura de las situaciones injustas que muchas veces son causa de un concepto individualista de las relaciones sociales en las que el “provecho personal” sobrepasa límites de un egoísmo injustificado.
La pérdida del sentido de “lo honrado”, equivalente a lo verdadero y a lo sincero, campa como punta de lanza para lograr el descrédito del que es considerado enemigo o, y esto es mucho peor, la estratagema para escalar hacia el poder desprestigiando a quien no es considerado como adversario sino como enemigo y vendido como mantra entre los fieles seguidores de los medio de comunicación determinados y de los líderes que a ellos se entregan como valedores de sus ideas políticas.
Abundan ejemplos en todos los ámbitos: desde las escaleras vecinales, hasta en las entidades bancarias, pasando por instituciones milenarias y, sobre todo, en la gestión y propaganda políticas. Atribuirse la bondad y el crédito negándoselo al contario, usando cuantos más adjetivos descalificativos y recibiéndolos afectadamente y devolverlos como boomerang no es más que el descrédito de la política.
Recuerdo que el político italiano Enrico Mattei, padre de la industria petrolera italiana [ llevada al cine por Francesco Rossi e interpretada magistralmente por Gian Maria Volonté] fue interpelado en el Parlamento Italiano por la Democracia Cristiana por haber concedido subvenciones al PCI [Partico comunista italiano]. Su respuesta fue magistral: “¡A quién representa la Democracia Cristiana? A los italianos. ¿Y el Partido Socialista? A italianos. Y ambas formaciones reciben subvenciones. ¿Es que no son italianos los ciudadanos del Partido Comunista? Pues no veo razón para esta interpelación.” Sabemos que la intolerancia y la intransigencia de aquellos poseedores de la única verdad posible confabularon un atentado que le costó la vida en el accidente en el que se hallaron restos de explosivos. Su actitud molestaba a demasiada gente acostumbrada al favoritismo. Posteriormente prepararon una escenificación teatral que ocultó la verdad de lo acontecido.
España tiene el índice más bajo de afiliación política y sindical de toda la Unión Europea y no me cabe duda que existe entre la ciudadanía un mantra de equivalencia entre lo deshonrado y lo político, y la certeza de que quienes lleguen a la política harán lo mismo, porque, a lo mejor, ellos estarían dispuestos a ejercer la misma deshonestidad. Y si este mantra persiste, esta sociedad estará en franca descomposición. La puesta en la escena política de VOX y lo que representa debe tratarse con todo el respeto que merecen los ciudadanos que les votaron, pero desarmarlos ideológicamente a través del ejercicio de la administración que priorice la cotidianeidad de lo popular [educación, sanidad, trabajo, pensiones, dependencia, ecología, energía etc.] y deje de jugar permanentemente a la “puta i la Ramoneta] como ejercicio dialéctico vaciado de contenido social.
Los movimientos sociales, como La Marea Pensionista, La Marea Blanca, la PAH…ETC. marcan, después de muchos años en la calle y en las instituciones, el camino de respeto y de honradez de la acción política a favor de todos, sobretodo de aquellos que estamos dejando atrás alejados de la sociedad del bienestar que nuestros padres y nosotros mismos a lo largo de muchos años de trabajo hemos creado.
Prduenci Vidal Marcos.