¿Qué Universidad tenemos y cual necesitamos?
La primera vez que se me abrieron los ojos sobre el valor de los estudios universitarios de humanidades fue cuando ví a todo un licenciado en Filosofía contratado como jardinero municipal. El segundo impactante asunto fue una discusión con todo un doctor en ciencias económicas ejerciendo como profesor universitario, que definía la pobreza y muerte de millones como un daño colateral del capitalismo, gracias al cual se había superado la esperanza media de vida de la humanidad en su conjunto. El primero de los dos hijos titulados es hoy relegado a un segundo plano:puede pensar por su cuenta. El segundo es encumbrado: sirve al Sistema.
A pesar de lo devaluados que están gran parte de los títulos universitarios, y en especial los humanísticos, se considera objetivo fundamental para los jóvenes por parte de muchos educadores y padres la adquisición de una buena cultura general que les permita el acceso a la Universidad Esas expectativas imprimen carácter a las clases desde el momento que se orientan los programas desde la base de la educación primaria hacia esos horizontes. Ahora bien:¿es la Universidad una institución de utilidad social encaminada a la adquisición de conocimientos útiles para el bien común? ¿ O es otra cosa?
Para tener una perspectiva no estaría mal recordar que ningún filósofo griego fue a la universidad ni tuvo título alguno que acreditase su saber; que el padre de la medicina, Hipócrates, ni muchos otros genios y descubridores en diversos campos pisaron nunca un aula universitaria.Sin ir más lejos, ahí tenemos a Leonardo da Vinci, o a Miguel Angel.Y si nos fijamos en el lado espiritual, ¿Acaso Jesús de Nazaret necesitó la Universidad? ¿La necesitaron Buda, Confucio o Mahoma? Ni Jesús ni Mahoma escribieron un solo libro, y sus enseñanzas espirituales (bien retocadas eso sí ) son las dominantes.Tampoco Buda escribió libro alguno, y el budismo se ha extendido por el mundo moderno. Los profesores universitarios, sin embargo, se afanan por publicar libros y más libros que justifican sus conocimientos y les proporcionan prestigio. Asi que hemos de concluir que los mejores pensadores, artistasy sabios iluminados no necesitaron la universidad ni precisaron escribir, ni ser ampararon en títulos, y el que no existiera en sus tiempos nada de esto no les impidió evolucionar y ser antorchas para el mundo. Esto es algo que para nosotros hoy resulta extraordinariamente llamativo, a la par que ilustrativo ,sobre la cantidad de artificios que se levantan en torno al saber, porque muestran claramente que saber no es conocer; que sabiduría no es conocimiento; que el ilustrado no es sabio: sólo erudito.
Al acercarnos a las universidades modernas con la perspectiva señalada observamos que su función está relacionada con dos aspectos: perpetuar una élite intelectual – la parte ideológica pura- y una élite cientifico-técnica como parte práctica. Enmedio quedan una serie de centros dedicados a la formación profesional que servirán como ayudantes técnicos de los titulados universitarios.
En cualquier país la función social de la Universidad es la misma: servir a los poderes dominantes, siempre conservadores, y esto la distancia considerablemente de los antiguos que buscaban la sabiduría enarmonía con la naturaleza, e incluso de sus propios orígenes medievales como agrupación de estudiosos. Maestros y discípulos se reunían para la libre discusión y aprendizaje. En las primeras universidades los profesores y sus juicios eran discutidos o discutibles, pero hoy los profesores son autoridad indiscutida que pontifica desde un estrado. Y el estrado está ligado al sobresalir y adquirir nombradía y posición socioeconómica ventajosa. Así es cómo la universidad moderna ha dejado a un lado orgullosamente al pueblo para servirse del pueblo, constituyéndose en creadora y perpetuadora de la ideología de la dominación tanto para dar forma a las mentes como para dar forma material al mundo a través de la ciencia y la teconología que nacen de sus investigaciones al servicio de estados y empresass privadas.Por tanto la Universidad tiene un importante handicap de servidumbre que la mantiene lejos de lo que los pueblos necesitan. Esto no es obstáculo para que existan ejemplos -escasos- de profesores que adoptan posturas críticas en la teoría aunque se ven obligados en la práctica a tomar el cheque de la misma mano que los demás, por decirlo de un modo gráfico.
En la actualidad, ante la dificil salida profesional para los titulados universitarios, y ante el aumento de fracasos en los estudios primarios, de bachillerato y universitarios, habría que empezar a plantearse de una vez si no es hora de ir poniendo más en segundo plano a la misma Universidad como meta final ideal del aprendizaje. Esto no es descabellado considerando el elevado número de titulados superiores obligados a trabajar -por la crisis sistémica del capitalismo y sus rigurosos criterios selectivos- en sectores muy alejados de su capacitación profesional, y , en muchos casos, en trabajos precarios para los que no hubiese hecho falta ni la mitad de conocimientos ni de esfuerzos, ni de recursos de toto tipo empleados en la formación de estos profesionales infravalorados.Un auténtico derroche de energía típico del capitalismo.
Tal vez como alternativa -y mientras el capitalismo exista- se trataría de proporcionar a los estudiantes en todos los tramos del aprendizaje (incluido el universitario) un tipo de enseñanza más flexible, más abierto, con más puertas de entradas y salidas,más interactivo y participativo y sobre todo con más presencia de actividades prácticas, más áreas de investigación, más relación con el pueblo y sus necesidades reales – no las arificialmete creadas por el sistema- que incluyan ciencias alternativas con refrendo académico y utilidad social, y siempre con mayor desarrollo de habilidades emocionales, artísticas, sociales y manuales que posibiliten la madurez armónica de la personalidad de los estudiantes y profesionales. Todo esto exige inversiones que ningún gobierno está dispuesto a realizar. Otras inversiones, como las militares, los rescates financieros a empresas corruptas o los fondos regalados a las iglesias institucionales, tienen preferencia sobre el gasto social. Resulta, sospechoso de poco democrático un país cuyo gobierno demande más empleos para militares y policías que para profesores o investigadores, y que estos tengan que marcharse al extranjero donde siempre acaban en manos de alguna multinacional sin escrúpulos.
Para que los gobiernos inviertan sus preferencias de inversión se precisa un salto adelante en la conciencia colectiva, tanto moral como social.
RESUMIENDO Y CONCLUYENDO
Las profesiones universitarias deberían ser profesiones al servicio de la sociedad desde sus diversas parcelas de trabajo, y no como hasta ahora, que se nos aparecen como parcelas con tendencias endogámicas, encaradas hacia el prestigio social del personal docente y muy del lado de los poderes políticos triunfantes hacia los que los estamentos universitarios muestran poca o nula capacidad de respuesta crítica debido a tanto compadreo político, tanta dependencia económica y tantas influencias ideológicas de matiz conservador que se dan en el medio, lo que interfiere en la libertad, en las dotaciones económicas (variables según el partido triunfante) y en la orientación del conjunto de la Universidad como institución. Por todo ello es visible su alejamiento con respecto a las necesidades reales del conjunto social, excepto parcialmente en los sectores de tecnología punta, y la falta de implicación y compromiso con los movimientos y ciencias alternativas de renovación cultural, en especial contra la cultura de la globalización que se nos impone y nos asfixia. Todo esto afecta fatalmente a la propia Universidad, y habrá de reconocerlo un día si que es que todavía le queda algo de dignidad y capacidad autocrítica.
Se debería inculcar a los estudiantes universitarios desde muy al principio la idea de servicio a la sociedad que les nutre y les promociona justo para eso, para ser útiles a la colectividad. Hay que intentar erradicar de la mente de los estudiantes esa idea de elegir la carrera más rentable para su bolsillo, su posición social o su prestigio personal, que son cosas del ego inferior, mundano, para que prevalezca la idea de servicio desinteresado. Lo que no excluye que sea debidamente remunerado, cosa que hoy no se da en la Universidad, donde muchos profesores auxiliares, investigadores y becarios son maltratados económica, social y culturalmente, y muchos alumnos desviados de su vocación por los propios estamentos de poder universitarios al verse obligados en muchos casos a elegir Carreras para las que no tienen vocación.
Imprescindible resulta a estas alturas la elaboración de un nuevo perfil psicológico del estudiante universitario -y también del profesor- que arroje al pasado lo que pertenece al pasado: la universidad clasista heredada del capitalismo decimonónico y la autosuficiencia del profesor. La filosofía basada tradicionalmente en la aristocracia del conocimiento, de la sangre y de la propiedad burguesa, que anima la endogamia universitaria y la hace conservadora y poco efectiva y poco permeable social y culturalmente debería ser desterrada de los claustros universitarios. Creo que es buen principio “la Universidad al servicio del pueblo”, al servicio de la realidad y de las necesidades reales de la vida colectiva sin interferencias externas de cualquiuer clase social o grupo dominante que pretenda interponerse.