Posturas ante el feminismo
Los movimientos sociales que luchamos por las pensiones, la educación, la sanidad, derechos sociales… no podemos estar al margen del movimiento feminista.
Próximo ya el día 8 de marzo cabe reflexionar sobre las posiciones ideológicas de nuestros partidos políticos ante el hecho de las reivindicaciones feministas que tienen su máxima expresión en ese día. Los partidos conservadores mantienen más o menos la siguiente argumentación:
El feminismo es la vuelta de tortilla de machismo, una discriminación del hombre por el hecho de serlo. El feminismo es una ideología de género que presenta a los hombres como el enemigo. Los hombres no tenemos que ser reeducados en nuestra masculinidad. El llamado patriarcado ha sido mal definido por el feminismo. En realidad ha sido y es una gran protección para la mujer. Lo que quieren las feministas es reprogramarnos el cerebro y esto recuerda al gulag ruso. La ley de contra la violencia de género es injusta por dos razones: 1º Tira por tierra la presunción de inocencia, por eso sale muy rentable hacer denuncias falsas. ¿Sólo hay violencia de los hombres? 2º La violencia es violencia y no tiene sexo. Debe combatirse la violencia no comparto que sea solo uno de los sexos el violento. Las princesas si están calladas son mucho más guapas. ( Se nace princesa, nadie llega a serlo…)
Las posturas ante el feminismo de los partidos llamados progresistas son, más o menos estas: No se nace mujer, se llega a serlo, el género es una construcción cultural sobre el sexo, por lo tanto no existe una “esencia femenina”. Las características que el llamado patriarcado ha construido considerando como exclusivas de las mujeres las han ido inculcando desde su nacimiento para lograr la esclavitud en el trabajo y el sometimiento en el hogar paterno, primeramente y marital después. Los juguetes, los textos de la Biblia, los cuentos, el propio lenguaje, suponen un adiestramiento para que la niña llegue a ser “lo que se espera de ella”. Los valores femeninos, por tanto, son un producto cultural y no biológico para excluir a la mujer de cualquier ámbito de poder. La consecuencia de esta cultura patriarcal es que las mujeres quedaron recluidas en el hogar perdiendo vinculaciones sociales imposibilitándoles llegar a ser autónomas. Las mujeres no deben ser determinadas por los hombres, tienen capacidad de decidir qué quieren ser por ellas mismas y para logar este objetivo son necesarias tres cosas: 1ª formación en el libre pensamiento, 2ª independencia económica que supone una igualdad en el trabajo y 3ª que las reivindicaciones sean colectivas. Los hombres debemos luchar por la igualdad como valor social, porque el feminismo no es un asunto de mujeres, es una propuesta de derechos humanos.
Nuestro filósofo Ortega y Gasset relató su postura ante el feminismo durante una intervención suya (las conferencias se hacían por radio) titulada “Breve excursión hacia ella” ante la idea de Simone de Beauvoir que la mujer es más persona cuando construye su existencia al margen del hombre (libertad económica y sexual). La idea de Ortega era que los sexos se complementan. La dualidad trae consigo que los hombres y las mujeres nos construimos en la referencia de unos con respecto de otros. El feminismo, en resumen, es el resultado de todo aquello que los hombres y las mujeres han ido decidiendo libremente. Y en esta conclusión radica la crítica a Ortega. Quienes han decido culturalmente el rol de la mujer no ha sido de forma conjunta, ha sido una imposición masculina muchas veces impuesta a base de violencia.
Ahora nos toca a todos decidir en qué sociedad queremos vivir y en la que vivan nuestros hijos y nietos. Apoyar ideologías conservadoras es mantener el pasado ahogando las reivindicaciones de las mujeres en la igualdad republicana de derechos y en el poder de decisión. (Escribía Rosalía de Castro que” la mujer gallega puede mirar a los ojos del hombre sin bajar la cabeza porque trabaja como él, decide con él y puede prescindir de él…)
Los movimientos sociales que luchamos por las pensiones, la educación, la sanidad, derechos sociales… no podemos estar al margen del movimiento feminista. La igualdad no es privativa de las reivindicaciones feministas, es un valor republicano que debemos defender para que el conservadurismo decimonónico sea desterrado ya de una vez por todas. Seguro que si Ortega viviera en nuestros días su visión del feminismo sería absolutamente otra, porque somos hijos de las circunstancias históricas que vivimos.
En pleno siglo XXI las cotas de igualdad, justicia social, salarios, violencia de género, independencia y presencia en la sociedad, reclaman que las mujeres no sólo ocupen puestos de servicios, si no que dada su capacidad decidan por sí mismas y sean representadas de igual a igual en las tareas de decisión social, política, económica, judicial etc.
Este debate deberíamos llevarlo a las escuelas, a los hogares para que nuestros adolescentes, que comparten las aulas con muchachas (aún quedan resquicios subvencionados que separan a los alumnos por sexos), entiendan que el feminismo no es cosa de mujeres solamente. La lucha por la igualdad ha de ser común en todos los espacios políticos y sociales.