¿Por qué teme Marruecos a los observadores y observadoras de derechos humanos?
Información sobre viaje a los territorios ocupados del Sáhara Occidental el 10/12/19 por Isabel Lourenço y actuación de las autoridades marroquíes
Como parte del trabajo de observar y monitorear la situación en el Sáhara Occidental , viajé a El Aaiun el 10 de diciembre de 2019.
Mi trabajo es público Soy investigadora en el Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Oporto, miembro de la Fundación Sahara Occidental , colaboradora del sitio web www.porunsaharalibre.org y colaboradora de la publicación online Jornal Tornado. He participado en sesiones de derechos humanos de la ONU en Ginebra, así como en la 4ª Comisión de las Naciones Unidas para la Descolonización y en eventos en el Parlamento Europeo. He presentado mis informes y he dado conferencias regularmente durante los últimos años sobre este tema.
Realizo este trabajo de observación y monitoreo en los campos de refugiados de Tinduf en Argelia, en los territorios liberados de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática), en los territorios ocupados por Marruecos del Sáhara Occidental y con la comunidad saharaui en la diáspora (Francia, España y Bélgica).
Decidí viajar a El Aaiún el 10 de diciembre de 2019, con el objetivo de ponerse en contacto con los familiares de la Sra Mahfouda Lefkir, condenada a seis meses de prisión por haber dicho (al final del juicio de su primo) que «fue un juicio injusto y solo los trataban así porque eran saharauis».
La Sra. Lefkir que tiene graves problemas de salud y está a la espera de la cirugía fue golpeada, aun en la sala del tribunal, cuando se negó a entrar en un camión de transporte de presos masculinos de delito común.
Durante el mismo viaje también tenía previsto estar en contacto con las familias de los presos políticos saharauis del grupo Gdeim Izik y con estudiantes y niños saharauis.
Antes del viaje, conocedora de los obstáculos planteados por el Reino de Marruecos, como señaló el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, quien declaró en su informe sobre el Sáhara Occidental en abril de 2019 que el acceso a los observadores internacionales, miembros de ONG y a los periodistas ha sido impedido por el Reino de Marruecos, verifiqué si cumplía con los requisitos de entrada requeridos por la potencia ocupante (ley marroquí 3/2).
Como tenía los requisitos necesarios, es decir, pasaporte válido por más de 6 meses, billee de regreso y hotel reservado, informé de mi viaje, no solo a la Embajada de Portugal en Rabat, sino también al Ministerio de Relaciones Exteriores de Portugal, a la representación de la Unión Europea en Rabat, al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a la 4ta Comisión para la Descolonización y miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ya que tienen una Misión (MINURSO) en el terreno.
A pesar de que el territorio del Sáhara Occidental es un territorio no autónomo en espera de descolonización y Marruecos no tiene soberanía sobre él (ver Naciones Unidas, Unión Africana, Corte Internacional de La Haya y las últimas tres sentencias del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea ), Marruecos es la fuerza ocupante y el administrador de facto siendo España el administrador de jure.
Teniendo esto en cuenta ,
Quiero mencionar que :
El pasado 10 de diciembre viajé desde Lisboa a Gran Canarias (Las Palmas) en un vuelo de la TAP y luego a El Aaiun, capital de los territorios ocupados del Sáhara Occidental en el vuelo ROYAL AIR MAROC AT 995 que aterrizó en el aeropuerto de El Aaiun en 4:20 pm hora local.
Al aterrizar, el piloto del avión fue informado de que todos los pasajeros deberían abandonar el avión, excepto la Sra. Lourenço, siendo transmitido a los pasajeros por un miembro de la tripulación.
Los pasajeros comenzaron a irse y pregunté por qué no podía bajar del avión. Un miembro de la tripulación me dijo que el piloto había recibido órdenes de las «autoridades» y que iba a ve.
El piloto vino a junto mía y me explicó que no podía bajar del avión y que tendría que viajar en el mismo avión a Marrakech.
Le respondí que no tenía intención de ir a Marrakech y que no había comprado un billete a Marrakech sino a El Aaiún , a donde me iría. Advertido, también, el piloto que no podría no retenerme en el avión, ni enviarme a otra ciudad en contra de mi voluntad en estas circunstancias y que la responsabilidad sería de él y de la Real Aire Maroc y que esto parecía un secuestro.
El piloto comenzó a discutir con las autoridades, así que me di cuenta de que las autoridades les estaban causando muchos problemas porque no permitían que los extranjeros salieran del avión (aludiendo a las docenas de expulsiones de los últimos dos años). Mi pasaporte fue entregado a las «autoridades» y unos minutos después devuelto.
Durante este diálogo continué lentamente aproximándome a la puerta de salida, donde había un hombre no identificado , de civil , entró en el avión , me dice que mis intenciones eran políticas y que no era bienvenida. Respondí que mis intenciones eran públicas: hablar y entrevistar a las familias de los presos políticos saharauis, a saber, la familia de la Sra. Lefkir y los presos políticos de Gdeim Izik, casos que he estado siguiendo. Le dije que también hablaría con los jóvenes y niños saharauis y que no estaba allí para representar a ningún partido u organización política.
Le pregunté, repetidas veces, que me diera algún tipo de documento oficial en el que se mencionase el motivo del impedimento de salir del avión, así como, la denegación de entrada al Sahara Occidental.
Le expliqué que no estaba infringiendo ninguno de los requisitos de la ley 02/03 de Marruecos que regula la entrada de extranjeros, pero que, en el supuesto que considerasen que estaban en violación de cualquiera de los artículos de esa ley, debería ser informada de tales.
No me respondieron ni me proporcionaron ningún documento.
Aun en el interior del avión, un miembro de la tripulación trajo un billete emitido a mi nombre a Marrakech, el cual rechacé, ya que no
había comprado ningún billete o quería ir a Marrakech, como ya había dicho.
En ese momento volví a enfatizar que había venido de Gran Canarias a El Aaiún y que si me rechazaban la entrada, mi único destino de regreso sería Gran Canaria.
Como sostuve que tenía derecho a ingresar al país para los fines que les había comunicado, me dijeron que el representante de los saharauis estaba presente en el lugar y que me hablaría, y dije que no conocía al hombre en cuestión y que no tenía ningún interés en hablar con él.
Seguí adelante y bajé del avión, quedando en el último escalón de las escaleras.
Alrededor de esa escalera se encontraban más de una docena de hombres vestidos de civil, así como dos policías uniformados (un hombre y una mujer).
En frente de las escaleras, se encontraban los pasajeros que esperan para embarcar Marrakech.
Pedí a varios hombres alrededor de la escalera, que me estaban diciendo que yo era una persona non grata, pagada por los argelinos y una amenaza a la soberanía, que se identificasen. Me dijeron que eran «la autoridad» o algún «alto funcionario» sin mencionar si pertenecían a alguna rama de la policía, la estructura militar, el gobierno o las autoridades aduaneras.
Todo el tiempo, estas personas han estado al móvil pidiendo órdenes, en la medida en la que les eran dadas órdenes que parecían contradictorias, los mismo no llegaban a un acuerdo sobre qué medidas tomar. Repetí nuevamente la solicitud de que me dieran algún documento oficial que indique la razón por la que se me niega a abandonar el avión y entrar en el Sáhara Occidental.
También mencioné, una vez más, que no estaba incumpliendo ninguno de los requisitos de la Ley marroquí 02/03 y que si se descubriera que incumplía cualquiera de los artículos de esa Ley, necesariamente tendría que ser informada de esto, en particular presentando un documento que acredite cuál es la razón de la negativa a abandonar el avión y entrar en el Sáhara Occidental.
Ellos respondieron que no me darían ningún documento.
Un hombre vestido con un daraah (traje tradicional saharaui masculino) fue llevado ante mí y me dijo que era el representante de todos los saharauis y que tenía que hablar con él.
Le agradecí y le dije que no tenía interés en hablar con el señor, que nunca lo había visto y que quería hablar con las autoridades y comprender lo que estaba sucediendo.
El intercambio con las «autoridades» se realizó en francés, inglés y español, ya que no entiendo suficiente árabe para mantener ningún tipo de conversación.
Los individuos, alrededor de 20, continuaron dirigiéndome frases sueltas, a veces uno a veces otro, como por ejemplo:
«Viene a atacar nuestra soberanía»
«Es persona non grata»
«¡Hacer entrevistas no es hablar!»
«Se necesita permiso para hablar con personas del Ministerio del Interior de Marruecos»
«Has aprendido mucho desde tu expulsión en febrero de 2015, te recuerdo»
«Somos la autoridad»
«No puedes hablar con nadie»
“No vienes hacer turismo, el turista es bienvenido ” «Nunca te daremos un documento»
«No puedes hablar con quien quieras»
«La libertad de expresión es para los ciudadanos marroquíes, no para los demás».
Debido a las protestas de pasajeros que esperaban embarcar a Marrakech y mi negativa regreso a el avión, me llevaron a la sala de entrada en el territorio, donde se sellan los pasaportes, pero en el que sólo se encontraban «autoridades» y algunos miembros del personal uniformado.
Tenía dos teléfonos móviles conmigo, uno con número portugués y otro con número marroquí, que compré antes del viaje debido a los altos costos de itinerancia.
Durante los eventos descritos anteriormente, grabé audios de lo que estaba sucediendo y le dejé un mensaje a mi esposo explicando que no me dejarían bajar del avión, ese fue el último mensaje que pude enviar.
Me fue, de inmediato, retirado el teléfono que tenia en la mano por la fuerza, por individuos, vestidos de civil y que afirmaban a ser una «autoridad».
De seguido, tanto la mochila como mi bolso fueron registrados, mi otro teléfono y mi ordenador fueron cogidos, así como el pasaporte, las cuales fueron llevados del lugar por uno de estos individuos y llevado a lugar desconocido.
Dos agentes uniformados hicieron conmigo un registro corporal (sin quitar la ropa) en una habitación cerrada.
Todo esto sucedió antes de que me sellaran el pasaporte.
Pedí varias veces que me dejara contactar con mi embajada, lo cual fue rechazado. También me negaron contactar con mi familia o abogado.
Pregunté si estaba detenida y cuál era el presunto delito, pero no me respondieron.
Después de algún tiempo (no puedo precisar porque no tenía reloj) uno de los miembros de la «autoridad» me gritó que tenía tres opciones posibles:
1º Quedar detenida en esa sala hasta el día siguiente a las 19h00 y regresar a Gran Canaria.
2º Tomar el avión de las 10 pm a Casablanca, 3º «Tomar» un taxi a Agadir en ese momento .
Yo respondí que mi elección era entrar en El Aaiún, cualquier otra situación o decisión no era mía y era responsabilidad de «ellos» y en contra de mi voluntad y libertad de movimiento, ya que nunca me mostraron ningún documento, ni se identificaron.
Reafirmé que tenía un pasaporte válido por más de 6 meses, vuelo de regreso y hotel reservado en El Aaiún, cumpliendo los requisitos de un ciudadano europeo para ingresar al país.
Después de unos minutos más de llamadas telefónicas y discusión entre los «miembros de las autoridades», volvió el mismo hombre que dijo «¡se va a Agadir en taxi!».
Sellaron el pasaporte, que todavía estaba en su poder, y comenzaron a completar el formulario de inscripción sin preguntarme nada, pero discutiendo entre ellos qué cuadrado deberían marcar en el motivo de la entrada (turismo , estudios o trabajo): no sé qué señalaron ya que nunca he visto el formulario, ni por completar ni completo .
Me dijeron que esperara y la mayoría de las «autoridades» abandonaron la sala.
Después de algún tiempo me llevaron a un vehículo civil en el exterior del aeropuerto, vigilada por dos «miembros de las autoridades», y llevada a gran velocidad a la parada de taxis.
En el camino, me dijeron que «las personas con las que quieres hablar no son seres humanos» y que España nunca ha desarrollado el Sahara como Marruecos, que Marruecos es un país excepcional, mejor que Portugal en todos los aspectos, y reafirmando que «aquellos con los que quieres hablar no son seres humanos».
Al llegar a la parada de taxis, me ofrecieron una botella de agua por uno de los hombres que habían sido identificados como alta autoridad y responsabilidad, que me dijo «puede beber, que se ve está cerrada, se puede fiar».
No acepté la botella de agua.
Me fue ordenado por el mismo individuo entrar en un taxi colectivo (7 plazas), pero me negue ya que no tenía ni pasaporte, ni teléfonos móviles, ni ordenador, todo estaba en manos de las «autoridades».
Me dijeron que me darían un pasaporte después de subir al taxi y les dije que no iría a ningún lado sin mi pasaporte.
Acabaron por dejar el pasaporte, teléfono móvil y ordenador en el taxi, y la misma persona me preguntó si yo quiero ir a Agadir Matar (aeropuerto de Agadir) o Agadir Hotel, dijo que quería ir al hotel Lekouara , en El Aaiún.
El hombre «autoridad» le gritó al taxista que fuera a Agadir y 5 hombres desconocidos entraron quedando el taxi completo.
El taxi arrancó e hicimos el viaje a gran velocidad, adelantando a varios camiones a la vez, en carreteras sin luz y un firme deplorable.
Cuando intenté conectar teléfonos móviles, he comprobado el móvil con número portugués había sido reconfigurado por completo, sin salir de la pantalla de inicio y en francés (antes estaba en portugués). Trate de reconfigurarlo, pero daba error por lo que no fue posible.
El número de teléfono marroquí también se había desbloqueado y todas las aplicaciones se habían eliminado y no podía acceder a sus funciones. Después de aproximadamente media hora pude hacer que el teléfono funcionara solo para recibir y hacer llamadas y sms, y fue entonces cuando recibí la llamada de la emergencia consular y la embajada.
Tenía poco saldo y en el camino a lo largo de las dos paradas para «comer» pude instalar Messenger.
No comí ni bebí nada en las paradas.
A menudo nos deteníamos en los puntos de control donde se solicitaban documentos, en mi caso el pasaporte.
Durante el viaje, el taxista recibió un paquete que fue entregado a otra persona en un lugar fuera de la carretera a Agadir, evitando la carretera principal y entrando en una localidad, luego retrocediendo de regreso a la carretera principal.
A las 4:00 am, el taxi se detuvo en una plaza y me dijeron que tenía que bajar, ya que era la última parada. Le pregunté dónde estaba, ya que no parecía estar en Agadir. Me informaron que estaba en Inzegan (a 12 km de Agadir) y que tenía que irme. Yo no pagué nada al conductor, al no haberr contratado ningún viaje, pero tampoco me pidieron ningún pago.
Sin otra alternativa, me dirigí hasta lo que parecía ser una parada de taxis e intenté encontrar un taxi a Agadir. Fui en un taxi a Agadir y pedí ir al hotel Ibis porque no quería ir a un hotel marroquí.
En el hotel a las 5:30 de la mañana pedí una habitación hasta el 12 de diciembre ya que ya no tenía tiempo para comprar billetes ese mismo día para Lisboa, no hay vuelos directos.
Fui a la habitación del hotel donde tenía wifi, pero aún con los teléfonos mal configurados y sin poder resolver la situación.
Mi familia me envió un billete de regreso Agadir – Casablanca- Lisboa para el 12 de diciembre, que imprimí en la recepción del hotel.
El 12 de diciembre de 2019, salí a las 7 a.m. del Hotel al aeropuerto de Agadir. Pasé los controles de equipaje y en el control de pasaportes me dijeron que no podía salir del país porque necesitaba un permiso de salida.
Me puse en contacto con la emergencia consular nuevamente para explicar lo que estaba sucediendo.
Según el oficial de control de pasaportes, tendría que ir y organizar mi salida con el inspector de aduanas, ya que había un problema con mi «entrada en coche». Otros dos agentes uniformados se unieron al primero, diciendo que solo estaban allí para ayudarme.
La última vez que entré y salí de Marruecos en coche fue en 2017, durante el juicio del grupo de Gdeim Izik, y desde entonces ya había entrado y salido de Marruecos, después de haber asistido a el juicio del grupo de alumnos saharauis «El Ouali «, en Marrakech. El coche que utilicé en el viaje en cuestión, después de haber ido a Tánger, está en la puerta de mi casa.
Una vez llegado inspector de Aduanas (después de salir de un sitio del aeropuerto y entrar en otro ), esto se quedó mirando, por varios minutos, al ordenador sin hacer nada. Entonces, me dijo que tenía que esperar que no recuerda la contraseña. Yo le informó que iba a llamar, de nuevo, a mi embajada, y tenía que tomar un avión.
Comenzó entonces a decir que la autorización ya no estaba y se rellenó rápidamente un papel, exigiendo, a continuación , el número de matrícula del coche. Le respondí que era extraño, sobre todo porque no había venido en coche, sino por vía aérea desde Gran Canaria, a lo que respondió que le indicara la matrícula del coche con el que había entrado en 2017. Como no conocía la matrícula, llamé a mi esposo para que fuera a ver la matrícula del automóvil, que, como ya había mencionado, estaba en la puerta de mi casa .
El inspector de Aduanas volvió a llenar el resto del formulario, le pedí una copia, pero me fue negada, diciendo que no tenía derecho a una copia.
Regresé al control de pasaportes y pasando todos los controles de equipaje nuevamente. Sellaron mi pasaporte, pero no me dieron ninguna una copia de la autorización y alegaron que era una «asignatura pendiente».
Al llegar a Casablanca, estuve esperando varias horas el vuelo a Lisboa, poco antes de abordar el avión, me robaron el teléfono con el número marroquí.
Llegamos a Lisboa con retraso.
Este relato es un resumen de los acontecimientos en mi viaje para escuchar a los familiares de presos y jóvenes saharauis y que no fue posible por las circunstancias descritas anteriormente.
Marruecos y sus «autoridades» nunca han actuado de manera oficial, nunca se han identificado, ni han entregado ningún tipo de documento relacionado con las diferentes acciones .
Violaron la privacidad al revisar mis teléfonos y mi ordenador, lo más grave, desinstalaron y eliminaron el contenido de ellos, incluida una aplicación bancaria.
El viaje en taxi forzado a Inzegan se asemeja a un secuestro, con las «autoridades» asegurándose de que estuviese en régimen de incomunicación con los teléfonos móviles totalmente mal configurados, y no había garantía de seguridad una vez que me encontraba con 6 extraños y fui llevada a un lugar que no fue indicado por las «autoridades». El hecho de que estuve en contacto con la embajada y la emergencia consular tan pronto como pude hacer funcionar uno de los teléfonos no mejoró la situación a pesar de la amabilidad de todo el personal con el que contacté.
La detención arbitraria de la que fui victima durate más de 3 horas consecutivas en régimen de incomunicación es contrario a
la Convención los derechos humanos europeos y en particular su artículo 5, punto 1. El Reino de Marruecos tiene acuerdos con la Unión Europea, cuya piedra angular es la respeto a los derechos humanos que se violaron claramente en este caso, con impedimento a la libertad de movimiento, asociación y reunión, y detención arbitraria. Tampoco se respetó la carta universal de los derechos humanos.
Las «autoridades» marroquíes dejaron en claro que todo lo que sucede en los territorios ocupados del Sáhara Occidental no se debe ver, escuchar, y mucho menos informar. También fue claro en las diversas declaraciones durante mi detención arbitraria que no consideran a los saharauis como «seres humanos» y que «la libertad de expresión es solo para los ciudadanos marroquíes».
Isabel Maria Goncalves da Silva Tavares Lourenço Lisboa, 16 de diciembre de 2019
Centro de Estudos Africanos de la Universidad de Porto
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Expulsão ilegal da investigadora Isabel Lourenço do Sahara ocupado –
Relatório completo
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