Por qué estar contra el TTIP
Por Javier Méndez-Vigo
“El TTIP no debe entenderse como un acuerdo entre dos socios comerciales competidores, sino como un asalto a las sociedades europeas y estadounidense por parte de las corporaciones transnacionales con el objetivo de abrir y desregular mercados de ambos lados del Atlántico” [John Hilary, El Acuerdo Transantlántico sobre comercio e inversión]
Nos encontramos en la UEM, una Europa capitalista donde la libertad de mercado es un fetiche y donde la propiedad privada se ha convertido en un principio ontológico. Esta Unidad Monetaria, que no es ni pretende serlo (de momento) un Estado, se rige por unos principios económicos que van en contra de las clases populares. Principios que durante los Años Gloriosos (aquellos del pacto keynesiano de postguerra) la socialdemocracia (aquella de los W. Brandt, Olof Palme) quisieron reformar y poner un “rostro humano” a dicho capitalismo.
Crisis del Estado de Bienestar
Pero a raíz de la crisis del 73 (la crisis del Petróleo) la situación va a cambiar. Ya en aquella época- que en el Estado español coincidió con la salida de una dictadura férrea- se pondría de moda un término, eslogan e incluso fetiche. Mientras que en España se construye un EB débil y recodos franquistas, tanto el Eurocomunismo como la socialdemocracia europea convencen al Movimiento Obrero de la necesidad de la Austeridad (los Belinguer/Carrillo; pero también el Canciller socialdemócrata alemán). Defender esto dentro de las filas del Movimiento Obrero no hizo más que abrir las puertas a una nueva ortodoxia, a una nueva ideología económica: el neoliberalismo.
Si tuviéramos que sintetizar algunos principios anotaríamos los siguientes: 1) Desregulación de los mercados, en particular el mercado de trabajo (en el fondo una regulación a favor del empresariado), 2) una rebaja total del salario de los trabajadores, que se realiza transformando las relaciones sociales e introduciendo la flexibilidad laboral, 3) un ataque a los sindicatos como agentes sociales llegando a desprestigiarlos y criminalizarlos.
Al lado de esto no hay que olvidar un hecho clave en el último tercio del siglo XX: la derrota del estalinismo que trajo como consecuencia las guerras (de nuevo) a las puertas de la Unión Europea: tan solo citar las guerras en la Yugoslavia postitita que conllevaron la destrucción de la misma, la desintegración de la URSS; y ya en este siglo la implantación de un Régimen nazi (apoyado por la UE) en Kiev.
La verdad es que con estas situaciones se cimentan ya las base de esta Europa basada en la desregulación y con muy poco respecto para con las decisiones de los pueblos. Sin sindicatos fuertes, con un movimiento obrero totalmente atomizado y con la aparición del precariado o trabajador pobre, era preciso que la Europa Capitalista intentara poner la puntilla tanto al movimiento obrero como a todas sus conquistas sociales
Y con estas nos encontramos con el TTIP
El capitalismo necesita expandirse constantemente, buscar nuevos mercados. Es normal la búsqueda de nuevas relaciones y nuevos tratados. Pero no perdamos de vista la totalidad, que no es otra que la necesidad de plusvalía y de acumulación capitalista ¿Cómo es posible? Simplemente bajo la explotación y el abaratamiento de costes. Sólo bajo dicha perspectiva podemos entender tanto el secretismo como la necesidad de imposiciones.
El laissez faire del mercado capitalista supone la perspectiva de un “juego” y en todo juego hay vencedores y vencidos. A nivel global nos encontramos frente a dos modelos: el europeo basado en el estado de bienestar y en derechos sociales y, por otro el anglo-americano, basado en el estado mínimo y la falta de derechos. Este último modelo parte , de hecho de que el mercado es natural y eterno y que es el que “responde a la necesidad intrínseca del capitalismo”. Por otra parte, si generaliza la esfera mercantil a todos los ámbitos de la sociedad, estoy considerando la economía como una “esfera específica y exterior a la sociedad” ¡El mercado [debe] funcionar solo”
El mercado es una institución natural donde la política debe ser excluida. La relación ha de ser entre individuos, entre dos capitales como gusta a la ideología neoliberal (capital humano/capital). Es decir entre iguales, por tanto cualquier obstáculo que perjudique la realización de dicha igualdad/libertad ha de ser echada a la basura de la historia. ¡Adiós a los sindicatos!
Si leemos el TTIP vemos que se cumple lo dicho. Pero antes ha tenido que suceder que la Europa institucionalice el precariado (trabajador pobre) y que el mercado [del trabajo] no tenga trabas. Si vemos el caso español nos podemos encontrar con el hecho de que gracias a las dos últimas [contra] reformas laborales, el poder sindical se ha ido al garete. Se ha institucionalizado la inestabilidad laboral, ha casi desaparecido la negociación colectiva (se pretende la vuelta a la negociación de empresa por empresa)… Es decir que las condiciones para un “nuevo ataque” de la burguesía [internacional] están bien presentes.
El TTIP supone un ataque frontal al empleo, cosa reconocida por la misma Comisión Europea, que admite “que es probable que el TTIP provoque perjuicios considerables a los trabajadores europeos, ya que el acuerdo alentará a las empresas a abastecerse de productos y servicios de los EEUU, donde las normativas laborales son menos exigentes y los derechos sindicales no existen” (John Hilary) ¿Sin sindicatos puede haber democracia? ¿sin derechos económicos y sociales qué tipo de democracia tendríamos? A estas preguntas los neoconservadores y social- liberales dan la callada por respuesta.
El TTIP y la regresión de los derechos
La negociación de este acuerdo levanta verdaderas sospechas con respecto a los derechos fundamentales, pero también con respecto a los derechos económicos- sociales y con respecto a la calidad de nuestras democracias. Ya es sintomático que las negociaciones se hayan llevado con tanto secretismo y sin informar a la población
Para que una negociación fuera creíble en una democracia, esta “tendría que ser negociada y concluida conforme a un mandato claro previamente definido y bajo control de instancias elegidas” Nada de esto ha ocurrido. Existe un negociador único y no se tiene en cuenta a los distintos Parlamentos de la UE
El eje fundamental del TTIP es “liberalizar todos los aspectos de la vida”. Liberalizar para el capitalismo sólo tiene un sentido: la privatización. El Tratado abre las puertas a la desaparición de lo público y por consiguiente supone un ataque fundamental a los derechos civiles como políticos y sociales. No podemos olvidar que en la época del capitalismo tardío y senil “todo es susceptible de convertirse en mercancía” ¡Para que esto sea posible no han de existir los derechos!
Pero no hay que sorprenderse. La política de recortes sociales y privatizaciones de la sanidad y la educación, ha sido un buen campo de entrenamiento. Lo sucedido en Grecia y en los países del Sur de Europa no ha sido más que el principio. ¡La siembra ya se ha hecho! En la sociedad americana donde la Sanidad Pública brilla por su ausencia, todo se compra y el que no puede hacerlo es excluido físicamente. Acaso no es lo que ha ocurrido con la política de recortes, con los desahucios o con el medicamente de la hepatitis C. Y con el TTIP el acceso al medicamento dejaría de estar financiado por la Seguridad Social.
Conclusión
Tan sólo he querido dar un contexto global de lo que significa el TTIP. Hay otros textos que profundizan cada una de las partes que se puede ver en la web de ATTAC. Es un Tratado que cualquier demócrata tendría que rechazarlo ya que ataca las bases sociales del Estado de Bienestar. Aunque sólo fuera por esto.
Pero además es un Tratado que supone una regresión social a siglos anteriores. Nos quiere devolver a la prehistoria capitalista, pero con la salvedad de que esto lo pretende llevar a cabo un capitalismo senil con una maquinaria infernal y con una técnica del siglo XXI. Es la barbarie la que se nos viene.
Solo una oposición frontal basada en la unidad y en la lucha puede echar a la basura de la historia este Tratado. Sólo el campo de los trabajadores de los precarios de los excluidos, sólo la unidad de las clases populares son las que pueden convertir en una Victoria este ataque frontal a nuestros Derechos.
Javier Méndez-Vigo
Fuente: attaccastello.blogspot.com