Por qué el gobierno de Pedro Sánchez apoya el Golpe de Estado en Venezuela
Por Antonio Liz
El lunes día 4 el presidente del gobierno español Pedro Sánchez hizo oficial desde la Moncloa el reconocimiento de Juan Guaidó como “presidente encargado” de Venezuela. Unos días antes el ministro de Exteriores Josep Borrel reconocía que el ultimátum que se le había hecho a Nicolás Maduro para que convocase elecciones presidenciales o de otra forma se reconocería a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela fue una propuesta que le hizo directamente el gobierno de Donald Trump al de Pedro Sánchez.
El proceder intervencionista y golpista de todos los gobiernos de los Estado Unidos es una evidencia histórica. De sobra es conocido este proceder, tanto que figura hasta en elementales manuales de Historia Contemporánea Universal. Lo curioso, aparentemente, es que el gobierno español de Pedro Sánchez no quiere darse por enterado de esta obviedad. En rigor democrático debería ser al revés, el propio gobierno tendría que recordarle a los ciudadanos a través de los medios de comunicación de masas esta política intervencionista y golpista y, en lógica democrática, oponerse a ella.
Que el golpe de estado por el mundo adelante es una tradición política en los gobiernos estadounidenses se ve con la horquilla cronológica de 20 años a través de dos conocidísimos ejemplos: en 1953 el gobierno estadounidense mandó ejecutar un golpe de estado en Irán para frenar la soberanía del gobierno persa de Mohammed Mosaddeq que quería hacer algo tan democrático como controlar su propio petróleo. En 1973 el gobierno de Richard Nixon mandó ejecutar un golpe de estado en el Chile de Allende para frenar la conquista del poder por el pueblo trabajador.
Pero estos son sólo dos botones de muestra ya que en el Siglo XX el proceder de los “democráticos” gobiernos de los EEUU se ha caracterizado por orquestar, por ejemplo, en su “patio trasero” acciones para aniquilar física y políticamente a la izquierda latinoamericana: la Operación Cóndor, la Escuela de las Américas, la Contra, la invasión de Granada y los asesinatos de opositores, entre otros menesteres –sí, también ha habido algún fracaso ya que no pudieron pasar de la playa en su invasión de Cuba ni asesinar a Fidel Castro, y lo intentaron muchas veces. Lo que hace el gobierno de Donald Trump está a la vista de todos, sólo recordar que al típico carácter de gobierno imperialista estadounidense que defiende sus intereses geoestratégicos en todo el planeta hay que sumarle su racismo y machismo militantes –la ordinariez cultural, el analfabetismo político, de los presidentes estadounidenses ha sido la norma, no sólo es patrimonio de Donald Trump y por eso no lo señalamos como rasgo distintivo.
El gobierno de Pedro Sánchez en vez de recordar y alertar sobre este permanente proceder totalmente antidemocrático de los gobiernos estadounidenses se suma al apoyo del golpe de estado en Venezuela. ¿Por qué? En realidad está siguiendo la tradición de subordinar la soberanía nacional del Estado español a los Estados Unidos que empezó con Franco cuando firmó que los EEUU tuviesen bases en el Estado español a cambio del apoyo político a su dictadura por el “Mundo libre”, continuó con Felipe González cuando organizó el fraudulento referendo sí-pero-no a la OTAN para continuar en la OTAN en la que nos había metido el gobierno de UCD de Calvo-Sotelo –a quien el propio Felipe González le hizo una propuesta de gobierno de coalición- y prosiguió con José María Aznar que se alió a Bush hijo para posibilitar el ataque al Iraq de Sadam Husein con la excusa que tenía “armas de destrucción masiva” y puso al Estado español en el punto de mira del terrorismo yijadista como pronto se demostró en los atentados de Atocha.
Para entender realmente este proceder del PSOE hay que, como no, remitirse a la Historia –maestra de la vida. El PSOE desde Felipe González a Pedro Sánchez no tiene nada que ver con el PSOE de Pablo Iglesias y el de Largo Caballero. El PSOE de Pablo Iglesias y el de Largo Caballero pertenecían al movimiento obrero español. Ambos líderes eran reformistas, esto es, creían en la transformación gradual del capitalismo al socialismo. Largo Caballero en la Guerra Civil española lideró el primer gobierno estatal frentepopulista. Habrá que recordar que Largo Caballero era estuquista, que en su gobierno entró la anarquista Federica Montseny como ministra de Sanidad –fue la primera mujer en un gobierno español- y el camarero García Oliver como ministro de Justicia. También hay que anotar que desde la izquierda revolucionaria se le hizo la crítica a este gobierno por ser frentepopulista y no revolucionario, es decir, querer una República democrático-burguesa y no una República de los trabajadores y las trabajadoras.
El PSOE de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez nada tienen que ver con el de Pablo Iglesias y Largo Caballero. Tanto es así que hoy en día no se conocen a nivel de masas datos básicos como los que acabamos de dar: que la primera mujer en un gobierno español fue Federica Montseny, que un estuquista era el presidente de Gobierno y un camarero el ministro de Justicia. Y no se sabe a nivel de masas porque, sencillamente, el PSOE de la Transición jamás –jamás- reivindicó el gobierno de Largo Caballero –sí reivindicó el de Juan Negrín, peón stalinista y campeón de la democracia burguesa y enemigo acérrimo de la revolución social.
El PSOE de la II República y la Guerra Civil y el PSOE de la Transición y del Régimen del 78 nada tienen en común. Aquel, como dijimos, pertenecía al movimiento obrero. El actual proviene del papel que la socialdemocracia jugó en el contexto de la Guerra Fría, del enfrentamiento entre el “Mundo libre” liderado por los Estados Unidos y la extinta Unión Soviética. En este contexto histórico el PSOE de Felipe González fue financiado generosamente por la socialdemocracia alemana de Willy Brandt para que se pudiera convertir en un partido de masas y optar a la gobernabilidad del Estado. Esta financiación procedía de la CIA, es decir, de la estrategia política del gobierno de turno estadounidense –no importaba que fuera “demócrata” o “republicano” ya que los intereses geoestratégicos de los gobiernos estadounidenses eran siempre los mismos: liderar económica, militar y políticamente el “Mundo libre”.
El PSOE de Pedro Sánchez es deudor político del PSOE de Felipe González –y esto no ha cambiado porque el propio Pedro Sánchez derrotara en su día a todo el vetusto aparato del PSOE en unas primarias, fue una simple regeneración generacional ya que los dinosaurios como Felipe González ya estaban políticamente finiquitados. Así, ahora podemos comprender las losas que arrastra el PSOE de Pedro Sánchez y, por lo tanto, el gobierno de Pedro Sánchez. Losas que le pueden llevar al hundimiento ya que le imposibilitan tener un proyecto político propio. Y no lo digo ya como partido “socialista”, que es toda una imposibilidad porque no pertenece al movimiento obrero, sino como “partido de gobierno” progresista. Su “política de Estado” no tiene en cuenta dos cosas tan básicas como la soberanía nacional y una forma de Estado republicana. Al contrario, insiste el PSOE de Pedro Sánchez en subordinarse a los EEUU y en mantener la reaccionaria monarquía borbónica. De este modo, ni se plantea salirse de la OTAN para tener una política exterior propia ni en ir en pos de una República federal. Estas carencias estratégicas de Pedro Sánchez sumadas a la debilidad que tiene ante la patronal española para eliminar la contrarreforma laboral con la excusa de que no tiene mayoría parlamentaria, le hacen rehén de la derecha pura y dura –cada vez más dura por la irrupción de VOX en el panorama parlamentario.
Apoyar el golpe de estado en Venezuela ya no sólo es un ejercicio de subordinación a la política imperialista de los Estados Unidos, una injerencia como la copa de un pino en un país extranjero y un precedente catastrófico para la marcha de las relaciones internacionales entre Estados supuestamente soberanos sino que puede ser la losa que entierre al PSOE si allí se da una intervención armada. Sí, el gobierno de Pedro Sánchez ha dicho que está en contra de una intervención militar pero es una obviedad que al situarse al lado de los golpistas está ayudando a incrementar esa posibilidad. ¿Piensa el gobierno de Pedro Sánchez que el régimen bolivariano presidido por Nicolás Maduro se va a entregar atado de pies y manos al gobierno de los EEUU? Es una posibilidad pero no una certeza. El régimen bolivariano ha perdido credibilidad social por no hacer una política realmente de izquierdas en Venezuela –“casualidad”, el PSOE andaluz ha perdido las elecciones autonómicas por no hacer una política de izquierdas- pero de ahí a que esté hundido hay toda una distancia. Entiendo que los políticos y militares bolivarianos estiman que si triunfan los EEUU y gobierna la lacayuna Oposición vendría una “noche de los cuchillos largos” por lo que su resistencia es una hipótesis bastante probable –y no se olvide que además de los aparatos del estado también los bolivarianos cuentan con apoyo popular, como demuestran las imágenes de sus convocatorias.
En el Estado español las elecciones no las gana la derecha, las pierde la “izquierda” por no tener un programa político propio (“curiosamente”, también ha pasado lo mismo en Brasil) ¿Esta obviedad de aritmética política -como ha vuelto a recordar las elecciones en Andalucía- no termina de verla Pedro Sánchez? Pues sería tener pocas luces políticas. Luces cada vez más cortas ya que la subordinación del gobierno de Pedro Sánchez al gobierno de Donald Trump le quita peso en el electorado “progresista” lo que puede poner el “gobierno de España” en manos de la derecha pura y dura.
¿Qué hacer a nivel social? Pues construir una verdadera izquierda porque hace falta tanto para implementar políticas sociales realmente democráticas como para construir una República de las trabajadoras y los trabajadores como para recuperar la soberanía nacional (entonces se dirá estatal).
Madrid, 5, febrero, 2019