Polonia de la mano de Olga Tokarczuk
Por Iñaki Urdanibia
+ En el bosque de los Sudetes
« Viajé por las tierras que hizo el hombre-niño
de hombres y mujeres eran mundos
horribles cosas vi actos sin nombre
que cuestan de creer de tan inmundos »
( William Blake )
La sombra de tal zona geográfica recorre, al modo del Guadiana, la escritura de la escritora polaca. Lo que afirmo puede verse con absoluta claridad en su « Sobre los huesos de los muertos » ( Siruela, 2016), novela, que toma pie en un verso de Blake: guía tu arado sobre los huesos de los muertos) en la que somos llevados al corazón del bosque en donde conoceremos la flora y especialmente la fauna: corzos, jabalís, zorros, murciélagos, gavilanes, palomas torcaces, zorzales, escarabajos, petirrojos, etc., y es que la sensibilidad con respecto a la naturaleza es notoria en la propia escritora, militando desde hace una quincena de años en los Verdes, y nada digamos en la protagonista de esta novela que se desarrolla por los pagos del thriller; y a través de éste somos llevados a conocer distintas posturas que cohabitan, y se enfrentan, en aquellos lugares, en los que unos se dedican a la caza, a pesar de que la veda esté en vigor, y también al trampeo, lo que revienta a Janina Duszejko, una ingeniera de puentes que hubo de dejar tal empleo debido a cuestiones de salud, para dedicarse a la enseñanza hasta que ciertas restricciones en la organización y presupuestos en el ramo hizo que fuese despedida, lo que hizo que se trasladase a un pueblo sin nombre que con anterioridad se llamó Luftzug ( Corriente de aire), en las cercanías de Kladsko y de la frontera checa, nombre con el que se seguía conociendo coloquialmente, en donde se dedicaba al mantenimiento de las casas, muchas de ellas vacías durante gran parte del año, hasta que sus propietarios llegaban de Varsovia a pasar el verano; pocos eran los que allá , lugar alejado e inhóspito por el viento y la nieve al por mayor y en que la falta de señal telefónica era moneda corriente, pocos, digo, eran los que habitaban durante todo el año, entre ellos la señora nombrada, que al final fue contratada por una escuela de una población cercana, Kotlina, para dar clase de inglés, y otras disciplinas como manualidades, a los niños. No resulta exagerado señalar ciertos tenues aires de familia entre esta señora y la Elizabeth Costello de Coetzee, en lo referente a la personalidad fuerte de ambas y a sus posicionamientos intempestivos.
La lucha de la señora contra los cazadores y muy en concreto de los furtivos le hace enfrentarse a ellos sin cortarse ni un pelo, y denunciarles ante la policía que le escucha a regañadientes, considerándola una locatis de tomo y lomo; los funcionarios policiales de deshacen de ella con buenas palabras que van acompañadas de una inatención a sus denuncias y hasta con cierta complicidad con los cazadores, furtivos y otras yerbas…la vida es así por aquellos lares, plagados de torres de caza que eran conocidos como púlpitos y que tanto recordaban a las garitas de los campos de concentración, qué se le va a hacer; algo similar le sucede a la mujer cuando denuncia ante el alcalde los males que causaban los coches de rallies que estropeaban las pistas molestaban a los animales del bosque, además de polucionar el limpio aire de aquella exuberante naturaleza ( la señora mordaz establecía una relación entre la grandeza de los vehículos con la pequeñez del pene de los propietarios; convencida por otra parte de que los hombres con el tiempo padecían de una dolencia que denomina autismo testosterónico) .
Si la mujer era mirada con desconfianza como si de una chalada integral se tratara, nada favorecía su imagen las hipótesis que exponía convencida de que los muertos que aparecían en el bosque eran causados por la venganza animal ( en apoyo de tal tesis una vista por juicios medievales en los que un enjambre de abejas fue denunciada y excomulgada , no presentándose las acusadas al acto de condena; o una gallina condenada a ser quemada por haber puesto unos huevos de colores muy llamativos…y más casos que expone en la segunda de las cartas que dirige a la policía: pp.: 168-169); según ella las huellas alrededor de los cadáveres se veías huellas de corzos lo que mostraba que habían tendido una emboscada a los asesinados : Pie Grande es el que abre la cohorte desde la primera página, el cuerpo del trampero fue hallado , dando la impresión de que la cusa de la muerte era que se le había atragantado un hueso del animal que comía; el cadáver fue hallado por nuestra dama y por otros habitante de aquellos lares, Pandedios ( no está de más indicar que la mujer bautiza a todo dios con los nombres que según ella responden a las características de los nombrados, calculadas según las fechas de nacimientos y los signos del horóscopo, hábito al que añadía otro criterio a la hora de clasificar a los humanos según las coletillas de su lenguaje: así el señor Aparentemente, el señor Generalmente, la señora Probablemente, el señor Joder, la señora ¿ o no?…verdad, como si, etc.), cuyo hijo era policía que lucía un llamativo e inconfundible gabán negro, la señora le conocía como Abrigo Negro. Al primer muerto, seguirá el hallazgo del cadáver del Comandante, y más tarde la desaparición, tras haber soltado a los zorros que criaba en su granja, de un hombre de negocios, y pufos, el Gandul, del que casi un mes después se hallaría su cadáver comido por los zorros; no acaba ahí la colección , ya que tras una noche de fiesta de disfraces, apareció muerto el presidente de la asociación de recolectores de setas; coincidía que todos los muertos eran cazadores y notorios maltratadores de animales, esos sí, paradójicamente bajo el patronazgo de san Huberto…que arrepentido dejó de cazar . Si la causa defendida por Janina Dujzezko dejaba atónitos a quienes le escuchaban , no era menor la estupefacción cuando mostraba su fe en el horóscopo que según ella daba cuenta de la personalidad de cada cual y hasta explicaba las muertes y las actuaciones de personajes históricos ( Stalin, Hitler…) o de hechos como la guerra de Corea y otros. El retrato de la señora quedaría incompleto si se ignorase su admiración, hasta lo obsesivo, de William Blake, cuya presencia se deja ver en cada comienzo de capítulo de la novela, y en cuya traducción ayudaba a un joven que había sido alumno suyo, Dioni ( Dinonizy), que colaboraba con algún trabajo provisional con la policía hasta que se le rescindió el contrato .
Escamada ante la inoperancia de la policía para averiguar los casos de los fallecidos que para la señora eran claros asesinatos, ella emprende su particular investigación…Por medio de las andanzas de la señora iremos conociendo los rasgos del lugar y de algunos miembros de aquella comunidad ( el cartero, el dentista, las visitas a la tienda Buena Nueva, un entomólogo que llega por allá y que parece quedarse para siempre en casa de Janina, la escritora Cenicienta, el médico dermatólogo Alí, el librero checo Honza, el inolvidable padre Susurro y sus prédicas que eran pura apología de los beneficios de la caza, o los recogedores de setas boletus), con claros tintes de denuncia al poco respeto para con los animales y la naturaleza en general…y unas reflexiones que se van salpicando acerca de la educación como domesticación con el fin de lograr adultos en la sociedad biempensante, sobre los individuos como meras tuercas en manos del Estado, y con la guía o compañías del nombrado Blake, el Quijote o Dante; con el segundo de ellos no cabe duda de que puede ser comparada la tenaz señora que está dispuesta a hacer justicia y luchar contra los molinos de viento que dominan los aires del lugar…contra viento y marea y con apariciones de las muertas de quienes nota su presencia: su madre y su abuela… mas siempre con los pies en el suelo y, eso sí, bien limpios ya que – según su propia confesión- ya está en edad de ser llevada en cualquier momento al hospital.
+ Un país llamado Antaño
La novela publicada en 2011 por Lumen, cuyo título es « En un lugar llamado antaño» ( 1996), la escritora nos lleva a Prawiek, un lugar que a la vez es un no-lugar pero que respresenta todos los rincones de la dolorida Polonia, y nos conduce desde la primera guerra mundial hasta el presente, con el protagonismo de tres generaciones de campesinos, y las referencias míticas y las leyendas locales que guían a los pobladores de la zona, en esa Polonia que ha cambiado de dueño en tres ocasiones en los dos últimos siglos de agresiones, invasiones, despersonalizaciones y de los consiguientes levantamientos que han tratado de poner freno a los poderosos intrusos, son esos cambios precisamente los que hacían hablar – como señalé en el anterior artículo- a Alfred Jarry refiriéndose al país como ninguna parte.
La empresa que acomete la escritora en doscientas páginas y pico es presentar la historia de su país durante el siglo pasado, en clave mítica y construyendo una verdadera obra épica. Lugar, que como queda señalado, es un lugar imaginario del que , sin embargo, los habitantes emigran a nombres que dan cuenta real de países no imaginarios sino reales como Brasil , Croacia, Italia,etc. Y allá conservan el recuerdo y el nervio del país abandonado con la historia que se les enseñó en las escuelas, en unos relatos que más se asemejaban a los sueños que a cualquier forma de racionalidad y realidad, pues todo y todos se mueven pero Antaño permanece. La novela se ve acompañada por el paso del tiempo ( el del amor, el del sufrimiento, el de la muerte), por los dioses y los ángeles protectores, siendo notable la temporalidad interior que hace que el mundo se interprete desde dicha interioridad y la imaginación que de ahí se destila. Objetos como símbolos y como recuerdos del pasado y su evolución y algunos personajes, que como los elefantes, van a morir a un lugar determinado: en este caso algún soldado alemán del mismo modo que otro ruso van a morir al pueblo en cuya invasión habían participado, yaciendo en éste sin tumba reconocida como si se trataran de monumentos al soldado desconocido. Aquel país era semejante, en macro, a las grandes avenidas por las que avanzan diferentes transeúntes, y por él habían campado las huestes del zar, las tropas germanas y las hondas huellas de la solución final que los nazis instalaron, en grandes proporciones, en tierras polacas, luego los dichos comunistas, y…nuevas políticas, nuevos jefes y valores.
Se ha hablado de realismo mágico en el caso de esta novela y no parece que la cosa sea un desatino, pues los límites sobre los que se mueven los protagonistas de las historias son borrosos en lo que hace a lo mágico y lo real, siendo lo primero deudor de leyendas, mitos, de las creencias, y de supuestos poderes que perteneciendo a desaparecidos se encarnan en los vivos, para bien o para mal. Un abogado que se niega a morir del todo, al menos en lo que hace a su espíritu, un hombre malvado que habita vigilante en los bosques, una virgen e Jezkotle que protege a los lugareños, un laberinto encantado regalado al señor de la población por un rabino y unos cuadros de cuatro ángeles – Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel- que vigilan las fronteras de Antaño y que si en cuenta se tiene la agitada historia de Polonia no parecen haber cumplido con excesivo celo su tarea ya que por allá pululan las almas en pena, los seres diabólicos , amén de las guerras constantes y otra serie de maldades .
Antaño se dice que es el centro del universo y está ubicada en el centro de Polonia y lo que sí que es cierto es que a través de las historias y fragmentos que se van entregando, con claros guiños a la real historia polaca, resulta posible trasvasarla a la historia de la humanidad: luchas, golpes de timón en las capas dominantes, y unos aires de permanente derrumbe; en medio de unas situaciones un tanto chirenes van avanzando las páginas en las que se nos relatan historias como la de un clérigo que pretende salvar al río de las numerosas ranas que lo pueblan, o un soldado soviético con tendencias de exaltación sexual que pretende aliviar con los animales del bosque, o una mujer que ama a los perros a la que persigue constantemente la luna, un rabino que tiene respuestas para todo o un aristócrata fatigado, Popielski, de su vida que se reúne con el anterior para jugar a un juego de mesa inventado por éste…y por encima de todo, un Dios ausente que guarda silencio y que parece estar cansado de los seres que ha creado y se dedica a otros menesteres, cercanos a la música celestial; y los humanos marcados por los acontecimientos violentos sufren el mundo acompañados por los animales…con una temporalidad que se deja fechar por las dos guerras que sacudieron el Viejo Continente y , muy en concreto, Polonia, con sus hombres movilizados, sus mujeres violadas, las ruinas dominando el paisaje urbano y los traficantes que se beneficiaban de la necesidad y de las carencias.
La novela que fue galardonada con el Man Broker 2018, no presenta problemas de lectura a pesar de los saltos temporales y del carácter fragmentario de las historias que se van entregando con medida dosificación y con unas descripciones, de los diferentes personajes que por las páginas deambulan, de una precisión que hace que casi los palpemos, y que compartamos sus sentimientos de dolor y de tristeza, sentimientos humanos, demasiado humanos, del mismo modo que somos llevados a sentirnos inmersos en la naturaleza , en una visión cuasi-panteísta que es la que postula Olga Tokarczuk.
N.B.: De los dos libros que he hablado el segundo está agotado. Es de esperar que tras serle concedido el premio Nobel, sea reeditado y las editoriales traduzcan otros títulos de la escritora.