Perú. Destello Shipibo-Konibo en el gris invierno de Lima
Cuando se creó el mundo shipibo, sólo estaba formado por el cielo y la tierra. Y estaban tan cerca, que las relaciones entre el hombre y los seres de la naturaleza eran muy fáciles”
Elí Sánchez Pakan Mani en El ojo verde[1]
La exposición titulada “Una Lima menos gris. Jatibi Jonibaon Lima”. Cantagallo Jama Meskó sikabo. Shinanbo itán non koshitanan Nokokasai Jawekibo. La comunidad urbana de Cantagallo. Colores, sueños y luchas, nos invita a conocer la trayectoria de los artistas de la comunidad Shipibo Konibo de Cantagallo en Lima, sus propuestas artísticas que parten de su cosmovisión, así como sus luchas y apuestas de futuro. El propósito de este texto es mostrar cómo se representa la cultura Shipibo-Konibo de los habitantes de Cantagallo, en la muestra que se presenta en la galería Pancho Fierro de la Municipalidad de Lima bajo la curaduría de María Eugenia Yllia Miranda y Manuel Cornejo Chaparro.
Según diversos estudios los Shipibo-Konibo resultan de la fusión de tres pueblos pano: los shipibo, los konibo (gente del gimnoto – pez amazónico semejante a la anguila) y los shetebo (gente del buitre). Ellos se denominan a sí mismos jonikon “los verdaderos hombres”. Los estudios etnográficos señalan la importancia que tenía entre sus miembros tener la frente achatada en “forma de luna” que los diferenciaba de otros pueblos y de los monos. Según diferentes narraciones míticas el nombre shipibo tiene como origen al mono shipi, por la costumbre de pintarse el rostro, que según otros pueblos los asemejaba al mono shipi, y por ello les decían shipibos[2].
La fiesta tradicional más importante de los Shipibo-Konibo era Ani Xeati (“la gran fiesta de la bebida” o la “gran maseteada”), evento donde se celebraba la primera menstruación de las mujeres, y ocurría la extracción del clítoris (clitoridectomía) y el corte del cerquillo de la muchacha agasajada, que se realizaba hasta los años 70, y podía durar días, semanas y hasta meses dependiendo del estatus de los anfitriones. Al respecto Eduardo Ruiz[3] señala que mediante estos ritos se buscaba la transformación de sus cuerpos de varones y mujeres para diferenciarse de los monos (mebiabo – los con dedos). Así entre los shipibos era necesario ornamentar, enriquecer, embellecer, maquillar el cuerpo para que aparezca como más verdadero (kon < ikon) y diferenciarlo de los nawa (extraño/extranjero/enemigo) o de los animales yoina (animal).
Ani Xeati (2014) Robert Rengifo Chonomeni – Tintes naturales y acrílicos sobre tela
Robert Rengifo Chonomeni (el que pinta bonito) con su pintura describe la fiesta del Ani Xeati, en la que hombres y mujeres aparecen con su vestido tradicional y se puede ver una mahuetá (cántaro grande para llenar con masato). Rengifo trabajaba como muralista en algunos restaurantes de Pucallpa, en 1997 fue convocado por Pablo Macera a formar parte del Seminario de Historia Rural Andina de la Universidad de San Marcos junto al narrador Herminio Vásquez para realizar en conjunto relatos ilustrados recopilados de la tradición oral Shipibo-Konibo (Soria 2016:108)[4].
Los Shipibo-Konibo desde hace 1,300 años habitan la cuenca alta y media del río Ucayali; su vida, tradiciones y costumbres tienen como base los ríos y las lagunas. Para ellos el rio es comparado a la imagen de una gran serpiente cósmica llamada “Ronin” (en shipibo), es además la representación de dios y, según ellos, contiene todos los diseños imaginables en su piel. Además para los shipibos esta serpiente mostró a las mujeres todos los diseños que adornaban su piel, asimismo muestra el camino hacia la nueva vida que debe tomar el espíritu humano para regresar a la tierra después de la muerte (Morales 2014: 265). Ronin está representado en sus tejidos, la cerámica y sus ornamentos rituales.
Rio de kené (2018) Roldan Pinedo Shoyab Sheca – Acrílico sobre tela.
Roldan Pinedo Shoyac Sheca nos presenta, una representación de distintos ríos, en distintos colores y con formas serpenteantes propias del kené.
Los shipibos se sienten conectados con la naturaleza, para ellos la serpiente cósmica Ronín es la madre de la ayahuasca (Yagé), de los ríos y el origen de todos los diseños (kené en Shipibo). Los shipibos recurren a la ingesta de la ayahuasca y el piripiri como alucinógenos para visionar los kené. Luisa Elvira Belaunde propone intentar descifrar el kené con ojos amazónicos. El kené “permite registrar, recordar y revivir las luces coloridas, las melodías, los olores y las energías de los orígenes” (Belaunde 2009: 59)[5]. Por otra parte los kené, tienen shama “potencia acumulada”, de modo que transforman y curan el mundo, embelleciéndolo, y como las plantas, retoñan. El kené es un arte vivo y cambiante, que une la estética con la búsqueda del bienestar, y tiene significados abiertos y múltiples.
La madre curandera (2019) Denis Ramírez Nunta Inin Soi. Acrílico sobre tela.
Denis Ramírez Nunta Inin Soi pinta la «Madre curandera» donde describe como la ingesta de alucinógenos como la ayahuasca o el piri piri, permite visionar kené. Para los Shipibo-Konibo, la salud además de un comportamiento social, incluye un espacio donde conviven las plantas, las personas y los animales sanos y de buen comportamiento, que crea en su conjunto una estética de ética y equilibrio, que aparece en todas sus manifestaciones y rodea su mundo (MINSA 2002:74)[6]. Ellos “perciben la enfermedad como una mancha u obstrucción en el diseño que impide el flujo de energía”[7].
En abril de 2008 el “kené” fue declarado Patrimonio Cultural del Perú, como una expresión artística que da a conocer la cultura, cosmovisión, conocimientos y la estética de la sociedad Shipibo-Konibo, y uno de sus principales elementos identitarios frente a la sociedad nacional.
En el año 2016 los “Ikaros” (cantos sagrados de los chamanes utilizados en rituales curativos) de la cultura Shipibo Konibo Xetebo fueron declarados Patrimonio Cultural Inmaterial, “Debido a su poder de sanación, misticismo y bondades visionarias y por su relación íntima con el pueblo y la naturaleza”. César Calvo Soriano manifestaba que su obra “Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía” (1981), la escribió como sonámbulo en una ceremonia de ayahuasca y que el propio Manuel Córdova Ríos Ino Moxo (pantera negra), mestizo blanco de ojos celestes, que fuera raptado a los 12 o 13 años para nacer de nuevo como un niño del pueblo amawakas, le dictó todo el libro.
En 1953 se inauguró la carretera Lima -Tingo María – Pucallpa, en pleno territorio Shipibo-Konibo, marcando en ellos su capacidad de adaptarse al cambio, y aprender a vivir en espacios urbanos. En el año 2000 como parte de la Marcha de los cuatro suyos llegan a Lima alrededor de 14 familias que se instalan en un vertedero de basura en Cantagallo. Desde ese momento se abre una nueva etapa histórica para estas familias, al afirmar su identidad en la gran ciudad. Mientras otras comunidades ocultan su identidad, los Shipibo-Konibo se han convertido el camino posible para convertir a Lima, como la futura capital en Latino América de las culturas ancestrales.
Incendio en Cantagallo (2016). Harry Pinedo Inin Metza – Acrílico sobre tela.
Harry Pinedo Inin Meza recordando el 4 de noviembre del 2016, fecha en que se incendió Cantagallo, presenta en su pintura un mensaje a través de la bandera que sostiene una mujer: “Somos peruanos”, habitual forma en que un grupo que está en pie de lucha por sus derechos se afirma como peruano. En la pintura se puede leer “Siglo XXI”, y “Lima riki jatibina” (Lima es de todos en Shipibo), además el cerro San Cristóbal claramente representado como parte de su cosmovisión, y al fondo aparecen los limeños mirando pasivamente este hecho.
Serie incendio en Cantagallo (2016). Jonathan Hurtado Mariño – Fotografía.
En el pueblo Shipibo-Konibo a diferencia de otros de la amazonia, las mujeres realizan las tareas de la agricultura, y en el hogar son ellas las que mandan. Originalmente tenían una descendencia matrilineal y residencia matrilocal, sistema de parentesco donde el varón se somete a vivir en la casa de la familia de la mujer incorporándose al clan del suegro, con quien se comunica por intermedio de su mujer. Estas referencias etnográficas se materializan en sus manifestaciones culturales, así es posible encontrar grandes cántaros de cerámica antropomorfos y tallados de madera con figuras de mujeres, con el sexo muy pronunciado[8].
Los Shipibo-Konibo además del nombre que aparece en su DNI, poseen su “nombre verdadero” janekon, con el que representan cualidades que desean para sí mismos. A los recién nacidos se les asigna un nombre temporal para evitar que los espíritus malignos, les asignen uno y ejerzan control sobre ellos, de modo que puedan causar enfermedades o incluso la muerte. Es recién que cuando llegan a la adolescencia que reciben su nombre definitivo[9].
El poder del conocimiento 2018. Olinda Silvano Inuma Reshinjabe – Tintes naturales sobre tela.
Olinda Silvano Inuma Reshinjabe (que significa la primera hija, el primer respiro), espera que el Estado reconozca oficialmente en sus documentos su “nombre verdadero”. Entrevistada sobre quien es, dice “soy una mujer que ha crecido con el arte de mis ancestros” y recuerda a su abuela Elvira quien le puso su Janekon, y a su tatarabuelo, de quien como le dijo su madre recibió la corona del conocimiento, y por ello desde niña veía visiones. Olinda recuerda que en Pucallpa evitaba vestirse como en su comunidad para evitar ser discriminada, sin embargo pasado el tiempo, reivindica su cultura y su historia, cuando pinta, narra cuentos o cuando con otras mujeres realiza murales, en donde aparece ella misma, como una presencia femenina que nos dice “estoy aquí y/o estamos aquí!” y somos Shipibo-Konibo.
En la exposición todos los artistas aparecen con su nombre verdadero, y en la galería se ofrecen mantas, collares entre muchas de las creaciones de su arte, que son un eslabón para acercarnos a su cosmovisión. Como señala la antropóloga brasileña Els Lagrou los pueblos nativos de la amazonia tienden a la abstracción, y por tanto la muestra representa, lo que el antropólogo Eduardo Viveiros de Castro denomina “conceptos visuales”, donde nosotros los observadores, como ocurre en los fenómenos chamánicos deberíamos experimentar la “sinestesia”, de modo que nuestra visión, y nuestro oído formen parte de una misma experiencia[10].
Entre los artistas que exponen en la muestra están: Robert Rengifo Chonomeni, Elena Valera Bawan Jisbe, Vladimir Inuma Xawan Nima, Tony Ramírez Inin Rono, Jacinta Mori Biri Yaka, Olinda Silvano Reshinjabe, Roldán Pinedo Shoyan Sheca, Harry Pinedo Inin Metsa, Sadith Silvano Metsa Wesna, Pedro Ramírez Pike, Cordelia Sánchez Pecin Kate, Denis Ramírez Inin Soi, Fernando Tananta Kené Mano, Milke Sinuiri Ronón Mano, Guimer García Bawan Tsomo, Gabriel Indalicio Senen Sina y Celinda Cahuaza Sankén Rona.
Además, la exposición cuenta con fotografías de Cantagallo de Wilmer Ancón (Sany) y Jonathan Hurtado y se presenta el video Ani Xeati: El reencuentro con mi identidad (2017) dirigido por Ronald Suárez Maynas (Kosshikox).
La exposición puede ser visitada hasta el 6 de octubre, de martes a domingos, de 10:00 a.m. a 8:00 p.m. en la Galería Municipal de Arte Pancho Fierro (Pasaje Santa Rosa 114, Centro Histórico de Lima). El ingreso es gratuito.
Artesanía Shipibo-Konibo
Foto: Beatriz García
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[1] ABREGÚ ESTEBAN Karen Juliett. 2013. El libro sagrado de los Cashinahuas. Editorial Grupo Literario Ikitos, 2013),
[2] DELGADO RAMOS Guillermo Enrique. 2017. El malestar en la cultura shipibo-konibo. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid.
[3] RUIZ URPEQUE Eduardo Arturo. 2016. Xebijana tsekati: Contexto y significado de la clitoridectomía entre los Shipibo-Konibo del Ucayali. Tesis de maestría Universidad Nacional Mayor de San Marcos- Facultad de Ciencias Sociales.
[4] SORIA CASAVERDE María Belén. 2016. La Amazonia en el quehacer del Seminario de Historia Rural Andina (1977-2015). ISHRA Revista del Instituto de Historia Rural Andina. Vol I N° 1.
[5] BELAUNDE Luisa Elvira. 2009. Kené arte, ciencia y tradición en diseño. Instituto Nacional de Cultura.
[6] Ministerio de Salud. 2002. Análisis de la situación de salud del pueblo Shipibo – Konibo.
[7] MANSILLA SEPÚLVEDA Juan. 2019. Olivia Arévalo Lomas: una ventana desde el infinito Asesinato del canto sagrado shipibo-konibo-xeteba. Universidad Católica de Temuco. Chile.
[8] MORALES CHOCANO Daniel. 2014. La arqueología y el mito de origen de los Shipibo-Conibo de la cuenca del Ucayali, Perú. En Antes de Orellana Actas.
[9] RENIEC. 2018. Tesoro de nombres Shipibo-Konibo. Registro Nacional de Identificación y Estado Civil.
[10] VINOLO Stéphane y GARCÍA LABRADOR Julián. 2018. El resplandor de la selva invisible: hacia una fenomenología de las significaciones invistas. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 33: 125-144.
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