Si en los mandos políticos de la cucufatería de la izquierda, no existe la voluntad de forjar la unidad; son las bases regionales y sus dirigentes, los llamados a ganar protagonismo, convocando al diálogo y a la unidad más amplia en cada región, buscando acuerdos entre las bases partidarias y plataformas progresistas que permitan parar la ofensiva neoliberal y antidemocrática, presionando a la dirección nacional de su organización para constituirnos en una real alternativa de poder popular que pueda impulsar el Referéndum hacia una
Acción Popular es el partido político tradicional de la burguesía peruana, fundada por Fernando Belaúnde Terry, hijo Rafael Belaúnde Diez-Canseco y de Lucila Terry García, una familia aristócrata ligada a la política (su bisabuelo el general Pedro Diez Canseco Corbacho fue presidente interino en tres ocasiones y su tío Víctor Andrés Belaúnde Diez-Canseco, fue un destacado jurista, escritor y político).
PRIMER PERIODO
Belaunde llegó al poder tras la promesa de una serie de reformas en el campo de la economía, el agro y la educación, sin embargo, terminó siguiendo una política moderada, emprendiendo pequeñas reformas que no contentaron ni a las clases populares ni a la pequeña burguesía.
Durante los primeros años de su primer gobierno (1963-1968) el Perú vivió una bonanza económica que le permitió realizar una serie de obras de infraestructura y equipamiento a nivel nacional, pero el desastroso manejo político de nuestra economía, donde se festinaron los gastos públicos, nos condujo a una crisis económica sin precedentes.
Frente a estos hechos, con un sistema financiero en pánico, una economía insolvente y sin dinero para honrar sus obligaciones, Belaunde no tuvo más remedio, que aplicar las recetas de ajuste exigidas por el Fondo Monetario Internacional que terminaron devaluando nuestra moneda.
Cabe destacar que durante su mandato se produjeron los levantamientos de campesinos y la insurrección del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) junto al Ejército de Liberación Nacional (ELN); cuyas acciones fueron duramente reprimidas por el ejército, iniciándose así la militarización política del país, bajo la consigna de “tierra arrasada” donde la persecución, el asesinato y la desaparición, se convirtió en el pan de cada día.
Finalmente, con una economía restringida, a merced de los EE. UU, el gobierno decidió zanjar las controversias con la International Petroleum Company y mediante un contrato lesivo para los interese del país, entregando entre gallos y medianoches, las concesiones de los yacimientos de La Brea y Pariñas.
Sin embargo, el jefe de la Empresa Petrolera Fiscal (EPF), denunció la desaparición de la famosa “Página 11” del contrato, que fijaba el acuerdo de precios entre la EPF y la International Petroleum Company (IPC).
Este escándalo ocasionó el repudio y el rechazo nacional de la traición de Belaunde y fue el detonante de su caída, producto de un golpe de Estado encabezado por el General Juan Velasco Alvarado, quien inició una serie de reformas, incomprendidas por las izquierdas “radical” de ese entonces, que le cambiaron el rostro al país.
La Constitución del 79
Después de la ascensión al poder del “felón” Bermúdez, producto de un golpe militar interno en agosto en 1975, con el respaldo del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina, se inició el desmantelamiento de las reformas implementadas por el gobierno revolucionario y se abandonaron las líneas programáticas del velasquismo.
En ese contexto se gesta el Paro Nacional del 19 de julio de 1977 que significó la insurgencia del movimiento popular organizado y el repudio unánime del pueblo, hacia el régimen militar de Bermúdez.
La respuesta de parte del gobierno no se hizo esperar, pues mediante el Decreto Supremo 10-77-TR se inició una razzia contra la clase trabajadora y se despidió a más de 5 mil dirigentes sindicales (vanguardia de la protesta). iniciándose una serie de medidas represivas contra la oposición (persecuciones, detenciones y deportaciones).
Finalmente, la dictadura militar del Gral. Bermúdez, debilitado y desgastado por los por la lucha sin tregua de la clase trabajadora. decide iniciar el proceso de transferencia convocando para el 4 de junio de 1978 las elecciones para la Asamblea Constituyente, en la que Acción Popular no participó.
En las elecciones para la Constituyente, la Izquierda estuvo representada por tres partidos por separado (Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular, Partido Socialista Revolucionario y el Partido Comunista Peruano) alcanzando el 26 % de las preferencias electorales y constituyéndose como la izquierda más grande de América del Sur.
Sin embargo, la posición sectaria de algunos de sus dirigentes, impidieron articular una unidad programática para las elecciones del 80, que le permitiera ser una alternativa real, de poder popular.
Cronología del II PERIODO DE AP
Con la Constitución de 1979, se puso en marcha la convocatoria a elecciones presidenciales en 1980, en las que ganó con amplio margen (44%) el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, candidato de Acción Popular para el periodo (1980-1985).
Aún no se puede entender como un presidente, sacado casi a rastras del Palacio de Gobierno y cuyo régimen había sido cuestionado por sus actos lesivos a los intereses del país, podía ser nuevamente elegido. Igual sucedió en el caso de Alan García quien dejó al país en ruinas, para volver a ser reelegido años después.
Esta es una interrogante para los Sociólogos y Psicólogos del país. Lo más probable es que los estrategas de imagen, apostaron por victimizar al candidato ante los miles de jóvenes, nuevos votantes, incorporados al padrón electoral.
Volviendo al tema. Los hombres del presidente, sátrapas de su primer periodo, volvieron nuevamente a dirigir los destinos del país.
Si bien es cierto que Morales Bermúdez, se encargó de congelar las reformas emprendidas por el gobierno de Velasco; durante el gobierno de Belaunde se devolvieron los medios de comunicación expropiados a sus antiguos dueños y se indemnizó a las empresas “afectadas” por la revolución de Velasco.
El equipo de liberales tomó el control del aparato económico en medio de una crisis que azotó América del Sur, incrementada por los cambios climáticos, la caída de la producción agraria y la insurrección armada.
El PBI sufrió un descenso del 6%, produciendo una inflación 135% en solo un año, ahondada por una enorme deuda externa, que lo obligó a realizar ajustes económicos muy severos afectando a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. El desempleo se incrementó de manera muy importante, lo que acabó provocando una seria crisis social.
Durante su mandato (1981) se produjo la crisis en la Embajada del Perú en Cuba en la que se refugiaron más de 10,000 cubanos que recibieron visas humanitarias de diversos países entre ellos Perú, que acogió a 742 habaneros a los que alojó en el populoso distrito de Villa El Salvador.
En febrero de 1982, se desarrolla el conflicto con el Ecuador denominado “Falso Paquisha” ocurriendo una serie de enfrentamientos armados en la zona entre tropas de los ejércitos de Perú y Ecuador (desde el 22 de enero al 21 de febrero de 1981).
Etapa de la violencia
Para 1980, Insurge – luego de un conjunto de procesos de cohesión interna- una nueva organización alzada en armas (Sendero Luminoso), en el corazón de Ayacucho, en el contexto social y político de una región atrasada, señorial, y “semifeudal”.
La izquierda de ese entonces amenazada e inmovilizada -en medio de los dos bandos (estado y sendero)- pese a sus esfuerzos no pudo articular una respuesta política frente a los hechos.
El 12 de octubre de 1981, Belaunde Terry declara el estado de emergencia en cinco provincias del departamento de Ayacucho (Cangallo, Huamanga, Huanta, La Mar y Víctor Fajardo) y envía a las Fuerzas Armadas a combatir a Sendero Luminoso.
El 2 de marzo de 1982, se produce el asalto a las instalaciones del establecimiento penal de la ciudad de Ayacucho por parte de SL, para liberar a sus presos, logrando la fuga de 254 internos y el saldo de dos policías y diez subversivos muertos.
Los subversivos heridos (5) que habían sido llevados al Hospital General de la ciudad de Ayacucho fueron ejecutados por las fuerzas combinadas de la Policía.
Actos como este pusieron al país en el camino de una escalada de violencia inmanejable.
El 13 de noviembre de 1982, cuando se festejaba una boda en el distrito de Soccos (Ayacucho) fueron asesinados 34 campesinos, el ministro del interior de ese entonces Luis Pércovich, culpó de modo directo a las guerrillas de Sendero Luminoso de ser los ejecutores del crimen.
En enero de 1983, ocho periodistas fueron ejecutados por pobladores del distrito de Uchuraccay, al ser confundidos con militantes de Sendero Luminoso.
El fiscal de la Nación Juan Cavero Egúsquiza, señalaba en diciembre del 83, que estos hechos afectaban la vigencia del derecho a la vida y ponían al país en desprestigio en el extranjero… sosteniendo que «en Ayacucho ocurre una sicosis de sangre que es preciso detener»
EL 22 de enero de 1984, aparece el Movimiento Revolucionaria Tupac Amaru (MRTA), iniciando sus acciones con el ataque al puesto policial del distrito de Villa El Salvador.
El 26 de marzo, otra acción similar se ejecutó en la casa de Carlos Rodríguez Pastor, Ministro de Economía de aquel entonces. Además, se tomaron algunas radioemisoras para propalar sus propuestas políticas.
En diciembre de 1984 se produce la Masacre de Putis, donde 200 civiles (hombres, mujeres y niños) fueron asesinados por el ejército al “confundirlos” con terroristas.
El rol de la Izquierda
Han transcurrido 57 años desde el primer gobierno de Belaunde y hoy en medio de la crisis política-social-económica, una derecha saqueadora, hambrienta de dinero y poder, se perfila en el horizonte electoral, intentando ganar como antaño las incredulidades de una generación de jóvenes que desconocen la historia.
Los sobrinos de Fernando
En medio de la ausencia de una figura presidenciable con posibilidades de atraer al electorado, los sobrinos del expresidente, Raúl Diez Canseco Terry y Víctor Andrés García Belaúnde, ya se perfilaban con nuevos bríos para la “batalla”, electoral, siendo este último señalado como el artífice del complot contra Vizcarra, en su afán de ganar réditos y protagonismo.
Nuevas ambiciones de poder político renacen en el partido de la lampa, mientras la izquierda, en medio del desencanto ciudadano por el deterioro del modelo económico aplicado; se disfuerza en torno a la unidad, bajo el manto de un califato obtuso, soberbio y estéril.
De no concretarse la unidad, estaremos celebrando una victoria pírrica con algunos representantes de la izquierda en el congreso y viendo ungirse al nuevo heredero del poder político-económico neoliberal, que aplicara frente a la actual crisis coyuntural que nos asola; una serie de “decretos de urgencia” que arrasara con las conquistas sociales arrancadas en la lucha política-social, a los testaferros del poder económico.
Hay que salir de las posiciones defensivas y pasar a la ofensiva.
La unidad de la izquierda, es nuestra única garantía para alcanzar un gobierno popular que garantice y reivindique los anhelados reclamos y justos derechos del pueblo.
* Luis Rodríguez – RMMA / 23 de setiembre 2020