Perdonarme el sarcasmo
Los emprendedores no emprenden, los funcionarios practican la endogamia cuando no se entregan directamente al incesto, los banqueros financieros, es decir los que comparten el riesgo con el emprendedor no financian, los parados aumentan, los subsidios disminuyen, los consejeros aconsejan pero siguen con sus privilegios, se ha jubilado más gente de la que tenía que jubilarse por puro miedo, los estudiantes dejan los estudios porque al final no se ve nada. Estamos, perdonarme el sarcasmo, en plena recuperación.
Envejeciendo aprendemos a convertir nuestros terrores en sarcasmos. Los meros parados se inhiben de lo que hagan, digan o piensen los trabajadores, como si, sin la necesidad de que exista, la sola idea de un Estado bueno y providente no fuese maligna y venenosa para todos, como si tal imagen no fuese un sangriento sarcasmo hacia este valle de lágrimas, una perversidad, un insulto, o incluso , ¿por qué no? una feroz blasfemia contra los parados.
¿Que somos cínicos? Muy bien, entonces somos cínicos. No es lo mismo que ser un nihilista o un conformista. Los cínicos estamos demasiado cabreados para poder pasar de todo o conformarnos con lo que hay, es como los ansiosos, preocupándose demasiado por tonterías alejan la depresión. El cinismo representa el rechazo popular, plebeyo de la cultura oficial por medio de la ironía y el sarcasmo: el procedimiento cínico clásico es enfrentar las patéticas frases de la ideología dominante -su tono solemne, grave- con la trivialidad cotidiana y exponerlas al ridículo, poniendo así de manifiesto, tras la sublime noblesse de las frases ideológicas, los intereses ególatras, la violencia, las brutales pretensiones del poder.
Felices quienes vivimos bajo el imperio de cínicos manipuladores de la opinión pública, en lugar de hacerlo bajo el de los virtuosos y sinceros fundamentalistas dispuestos a comprometerse plenamente con sus proyectos… ¡Qué mejor prueba de la miseria ético-política de nuestro tiempo, cuyo máximo lema motivador es la desconfianza en la virtud! Todo proyecto es una forma camuflada de esclavitud y toda utopía que comienza a realizarse parece un sueño cínico.
Las pautas del diálogo cínico representan, a diferencia del socrático, una forma más atrevida de libertad de expresión, la paresia, por la que el ciudadano se dirige al poder sin sumisión, con la admirable impertinencia con que Diógenes le dijo a Alejandro que no le quitara el sol. La paradójica unión del cinismo con la solidaridad es una de las claves de la vida vivida como arte.
Vivir la vida según TV3 se las trae. Cómo no vamos a ser cínicos cuando vemos cómo usa el tema nacional la burguesía cuando se presta a darnos lo que pedimos. La televisión gobernada por los índices de audiencia contribuye a que pesen sobre el consumidor supuestamente libre e ilustrado las imposiciones del mercado, que nada tienen que ver con la expresión democrática de una opinión colectiva ilustrada, racional, de una razón pública, como pretenden hacer creer los demagogos cínicos. No sólo la tontería o la mala educación, también la violencia y el cinismo se contagian.
Los filósofos abominamos de la austeridad, no nos creemos la cuestión nacional sino la de la de la lucha de clases, sabemos que es estúpido decir a los obreros, parados o no, que deben economizar… etc. Debemos mostrarles como disfrutar de la vida, contentarse con poco, conservar su buen humor, cargarse lo menos posible (de propiedades e hijos), a no ver la tele, a pasar del móvil, en una palabra, a vivir como filósofos y a reducir su trabajo al mínimo necesario para su supervivencia, a burlarse de todo, a ser cínicos y epicúreos. La filosofía conviene a esas clases. Y perdonarme el sarcasmo una vez más.