Peligrosa tecnología
Por Patrocinio Navarro
En España hay unas pocas personas que tienen instalados unos microchips en la mano, bajo la piel. Son unas piezas de pequeño tamaño con la que están conectados a la red. Con ellas pueden realizar operaciones bancarias y otras diversas aplicaciones. Parece algo cómodo, pero es antinatural y el que utiliza ese medio está sobreexpuesto a muy diversos modos de control telemático… No es lo mismo tener un móvil que permite apagarlo, que llevarlo incorporado al sistema nervioso. ¿ Sabremos lo que sucederá en el organismo de esas personas ante semejante invasor?
Controlables y controlados
Poner el pulgar sobre una pantalla es un sistema de telecontrol. En alguna parte existe un “chivato” que reconoce ese pulgar y valida la acción o no. Y eso no depende del dueño del pulgar. Lo mismo puede decirse del reconocimiento facial o del chip en el DNI. Hay un interés enorme en disponer de nuestros datos personales a voluntad de terceros, lo cual hace de nosotros algo más que monedas de cambio comercial o sujetos de información ideológica : nos convierte en controlables y controlados. La venta de datos de usuarios por Facebook al Gobierno norteamericano con ocasión de las últimas elecciones presidenciales para favorecer a Trump, es un lamentable ejemplo.
La tecnología no es inocua
¿ Sabemos a qué clase de sociedad nos dirigiremos con inventos de esta índole visto quienes están al frente de este mundo? Con frecuencia se nos dice que este o el otro invento no es en sí bueno ni malo; que la técnica es neutra como lo es la propia ciencia, y que todo depende del uso que se le dé. Esto solo es verdad en una pequeña proporción. La tecnología deja de ser neutral cuando afecta a nuestro campo magnético a nuestro sistema nervioso, a nuestras emociones y no por último a nuestro organismo físico.
Un salto gigantesco
Una de las últimas preocupaciones del físico Stephan Hawking antes de morir fue el peligro de la inteligencia artificial y la proliferación de máquinas inteligentes. Tal vez imaginaba un doble problema: su uso en manos de desalmados, y su excesivo protagonismo en la vida de las gentes, cada vez más dependientes hasta un punto que podría llegar a ser peligroso ¿ Tenía razones para estar preocupado el Sr. Hawking?
Un tema de moda es la la tecnología 5 G, llamada a ocupar espacios cada vez mayores en nuestra vida cotidiana. Es tan apetecible para el Poder mundial esta tecnología que tiene enfrentados a países como Estados Unidos y China, aspirantes al dominio de ese territorio del que esperan ventajas militares, comerciales y de control a múltiples niveles, humanos incluidos, por supuesto.
“Cuando se introduce una nueva tecnología en el mercado, previamente se ha investigado en un laboratorio con células y animales para demostrar su inocuidad para las personas y el medio ambiente. Pero en el caso del 5G no es así. En 2017, Hardell, científico en base a cuyas investigaciones epidemiológicas la OMS declaró las tecnologías inalámbricas como cancerígeno de nivel 2B, encabezó un llamamiento firmado por 180 científicos pidiendo a la Unión Europea una moratoria del despliegue del 5G hasta que se demuestre su inocuidad, pues ya se han publicado miles de artículos científicos que evidencian el daño producido por las anteriores tecnologías inalámbricas para la salud de las personas, pero también para los animales y para las plantas
( Ecologistas en acción, kaosenlared, 24 de junio 2019)
Algo semejante sucede con otros inventos que nos hacen la vida más fácil en casa, como es el microondas. Qué bien poder comer enseguida, pero qué mal que cada alimento que introducimos en ese pequeño horno se convierte en un alimento desnaturalizado y muerto aunque mantenga un aspecto apetecible. Así que introducimos un alimento y nos sale otra cosa.
La técnica ha dado un salto gigantesco ,sí, pero suele tener dos caras: la que nos ayuda a mejorar nuestras condiciones de vida y la contraria, ambas inseparables como la cara y la cruz de una moneda.
La cara A, supuestamente positiva, oculta una cara B que perjudica al Planeta, a la vida de animales y plantas, a nuestra propia salud, y a nuestra seguridad en muchos aspectos, por citar algunos efectos secundarios de los avances tecnológicos. Es lo mismo que sucede con los medicamentos: no hay uno solo que no pueda tener efectos secundarios, y en ocasiones hasta mortales .
¿Nos compensa?