Parasitando lo público: negocian con las biopsias de los pacientes
Como no podía ser de otra forma, van saliendo a cuentagotas casos de diferentes negocios creados a costa de lo público. Hoy se trata del truculento negocio creado entre el servicio de Anatomía Patológica del hospital Gregorio Marañón, y la empresa norteamericana TriStar, que permitía a esta empresa quedarse en exclusiva y de forma prácticamente gratuita muestras de las biopsias realizadas durante décadas en el centro, que eran cedidas por los pacientes con fines de investigación. Se supone que la empresa TriStar, radicada en Washington, no es una asociación sin ánimo de lucro, sino que posiblemente tenga que ver, directa o indirectamente, con investigación biomédica que luego se transmuta en carísimos fármacos que pagamos entre todos, eso sí, la investigación básica, desde los centros públicos.
Este oscuro negocio, del que posiblemente no logremos enterarnos en su totalidad, fue organizado por el citado servicio y la propia Fundación de Investigación del Gregorio Marañón mediante una serie de contratos firmados entre 2009 y 2014. Curiosamente el antiguo jefe de dicho servicio, Emilio Álvarez, implicado en el escándalo de la utilización durante varias décadas de las instalaciones del servicio para procesar muestras de centros privados, está detrás de la trama.
Este ejemplo es clarificador de la falta absoluta de transparencia y la imposibilidad actual de control democrático de los centros sanitarios de “gestión directa”. Si en los centros «públicos» ocurre esto (y mucho más que no está saliendo a la luz), ¿que no ocurrirá en los centros de modelo PFI o PPP abiertos en la última década, y cuyos propietarios son los bancos, empresas constructoras, y fondos de capital riesgo por todos conocidos?
LA NOTICIA EN PRENSA
Mi tumor se vende en el extranjero
Un hospital público, el Gregorio Marañón de Madrid, ha cedido miles de muestras de tejido humano a una empresa extranjera que las comercializa
Miles de muestras de tejido humano han salido en los últimos años de uno de los mayores hospitales públicos de España, el Gregorio Marañón, en Madrid, con destino a distintas empresas farmacéuticas y de diagnóstico de todo el mundo que han pagado centenares de dólares por utilizarlas en sus investigaciones. El hospital ha permitido que un intermediario, la empresa estadounidense TriStar, obtenga en exclusiva y de forma prácticamente gratuita muestras de las biopsias realizadas durante décadas en el centro. En lugar de crear un banco de tejidos público (biobanco) al que pudieran acceder otros investigadores, la empresa ha tenido el monopolio de las muestras que los pacientes cedieron para fines de investigación sin saber que años después contribuirían al lucro de esta compañía privada.
Esta insólita relación comercial de exclusividad entre un hospital público y una empresa se ha plasmado en cuatro contratos, el primero de 2009 y el último de julio de 2014, firmados por el entonces jefe de Anatomía Patológica del centro, Emilio Álvarez, el presidente de TriStar y responsables de la Fundación de Investigación del Gregorio Marañón. El objeto son las micromatrices de tejidos (tissue microarrays o TMA, en sus siglas en inglés), instrumentos que permiten agrupar en una sola lámina, y estudiar a la vez, centenares de casos de tumores. El contrato establece que TriStar encarga la fabricación de estos TMA —cuya materia prima son las biopsias de los pacientes— al hospital, que debe “tramitar de inmediato los pedidos” porque estos tienen “prioridad sobre cualquier otro proyecto de investigación del hospital”.
La exclusividad llega hasta el punto de que TriStar exige, y el hospital firma, que el centro no puede “competir de ninguna forma con las actividades de TriStar” ni “hacer negocios con empresas farmacéuticas o de diagnóstico”. El acuerdo, que está clasificado como “confidencial” pero al que tuvo acceso EL PAÍS, recoge una compensación económica para el centro que, según los expertos consultados, supone entregar de forma prácticamente gratuita un material que en el mercado internacional alcanza los 1.000 dólares por TMA. De los 462.000 euros ingresados por el hospital y la fundación desde 2009, casi 250.000 se han destinado a nóminas. El beneficio (overhead) para la fundación ha sido de 65.800 euros.
El hospital reconoce que solo entre noviembre de 2012 y diciembre de 2015 el hospital ha cedido a TriStar más de 4.300 TMA o bloques divididos (un bloque de parafina que contiene una porción de muestra). Cada TMA puede contener a su vez hasta centenares de muestras de distintos materiales biológicos. En casi todos los casos los pacientes los cedieron cuando les hicieron las biopsias para uso en investigación sin ánimo de lucro sin conocer cuál iba a ser su destino final. Prácticamente todas las muestras son de antes de 2007, año en que se aprobó la Ley de investigación biomédica, lo que permite que no sea necesario un consentimiento informado si los datos están anonimizados, como es el caso.