Ocupas y okupas: la lucha por la vivienda en Sevilla antes de la Utopía
…históricamente impulsada por los movimientos vecinales tradicionales y, desde principios de la pasada década, con la clara influencia y colaboración del movimiento okupa tradicional. También ha puesto de relieve las claras diferencias entre los socios del Gobierno andaluz, que entienden el derecho a la vivienda y el urbanismo de un modo prácticamente opuesto. Lo demostraron en Sevilla, cuando gobernaron en coalición durante ocho años. Los cambios llevados a cabo desde la Gerencia de Urbanismo, dirigida por IU desde 2003, dan fe de ello. Una crisis y una historia, la de la Corrala Utopía, que es difícil de entender en clave autonómica, pero sí en el contexto de la historia política y de luchas sociales de la capital andaluza, en la que PSOE e IU ya habían ensayado el pacto de Gobierno andaluz. Conocer esta historia ayuda a entender y conocer lo que ha sucedido en la Corrala en la que también se ha puesto de relieve la incapacidad de trabajo y desconfianza de Izquierda Unida y los movimientos sociales de Sevilla.
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El movimiento de las corralas, nacido tras la creación de la Utopía, en mayo de 2012, rindió desde su nacimiento tributo a las edificaciones tradicionales de Sevilla que daban cobijo a las clases más humildes con un estilo de vida comunitario. Su destrucción fue un símbolo del atropello de los derechos humanos causado por las políticas de especulación urbanísticas que vienen marcando la historia y economía de España.
La llamada gentrificación, el proceso de expulsión de la vecindad popular y arraigada de los cascos antiguos de las ciudades, fue propiciado por los propietarios, que querían sumarse al pastelón del ladrillo. El último proceso de gentrificación afectó sobre todo a personas mayores, con contratos de renta antigua. Rosario Piudo, con 86 años, fue una de sus víctimas, sin que ninguna administración hiciera nada por ella tras su desalojo. Solo un grupo de vecinos y activistas se movilizó por el caso.
Este último proceso de gentrificación fue propiciado precisamente por la liberalización de los alquileres de viviendas en 1985, con el conocido como ‘decreto Boyer’, obra del Gobierno socialista de Felipe González. Este decreto recibió el rechazo de IU en su día. Supuso el comienzo de la especulación con los precios de los alquileres, menos protección para los inquilinos y la expulsión sistemática de los cascos antiguos de los vecinos de renta antigua. Métodos como los asustaviejas (acoso) o el abandono intencionado de las obligaciones de mantenimiento del inmueble, para conseguir declararlo en ruina y producir el desalojo de los inquilinos, fueron usados por los propietarios, que buscaron nuevos inquilinos con mayor capacidad económica. Triana, San Bernardo o la Alameda-San Luis, barrios populares del centro de Sevilla, sufrieron este proceso.
Casos como el de Rosario Piudo dieron origen al nacimiento de la Liga de Inquilinos la Corriente, un colectivo social y ciudadano creado en 2005 para luchar contra la sangría que provocaban los asustaviejas y el abandono de los edificios por parte de la propiedad para conseguir que el ayuntamiento decretara la ruina de los inmuebles. Así conseguía expulsar a los poco rentables vecinos de renta antigua, cuyos contratos, anteriores al ‘decreto Boyer’, limitaban la subida del alquiler al IPC anual en un contrato de carácter indefinido y de protección del inquilino.
2. LA INFLUENCIA DEL MOVIMIENTO ‘OKUPA’ EN LA LUCHA VECINAL
En los primeros años de la pasada década se produce la okupación de dos inmuebles abandonados, que se convierten en los dos Centros Sociales Okupados y Autogestionados más importantes y simbólicos de Sevilla. Uno, una antigua fábrica de aceites abandonada de Sevilla, en el entorno del Pumarejo, se convierte en el CSOA Casas Viejas. El otro, un antiguo colegio de titularidad municipal, en el barrio de San Bernardo, el CSOA Sin Nombre. Los ocupas, activistas del movimiento okupa tradicional, no tardan en implicarse y crear lazos de unión con los vecinos de toda la vida, denunciando la especulación urbanística y la expulsión de los vecinos tradicionales.
Las sinergias entre la lucha vecinal tradicional y el movimiento okupa origina dos importantes luchas y, así, una nueva etapa en la historia de Sevilla por el derecho a la vivienda. La de los vecinos de renta antigua de la casa palacio del Pumarejo y el que sería conocido como el de las abuelas okupas, en el barrio de San Bernardo. Este último episodio guarda grandes similitudes con el nacimiento y procesos de la Corrala Utopía.
3. EL ANTECEDENTE: EL ÉXITO DE LAS ABUELAS ‘OKUPAS’
En el año 2005 se ocupa el colegio San Bernardo y una de sus primeras actividades son unas jornadas contra la especulación “en que se trata específicamente la problemática de la gentrificación”, según recoge el profesor del departamento de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla, y activista por el derecho a la vivienda, Ibán Díaz, en su libro Sevilla, cuestión de clases. “El trabajo de dinamización que algunos vecinos empiezan a desarrollar en el barrio a partir de entonces desemboca en la ocupación de un bloque de viviendas sociales por parte de vecinos amenazados de desalojo y con sus casas en avanzado estado de deterioro”, explica Díaz. Son viviendas de VPO que llevan más de dos años terminadas sin haber salido a sorteo por presuntos litigios entre el ayuntamiento y la empresa constructora, Prasa. El bloque es ocupado por 16 personas, que forman 11 núcleos familiares. “En su mayoría se trata de personas de avanzada edad, la media se sitúa en los 65 años, la más anciana con 88 años y la más joven con 48″, recoge Díaz.
La constructora denuncia la ocupación y el juzgado envía a la Policía Nacional para evitar que entren más personas al edificio. Incluso se impide la entrada de comida y agua durante las primeras 24 horas. Lo que en principio nació como una acción simbólica de denuncia, se convierte en lo que los vecinos llamaron “realojo reivindicativo”. El caso tiene un gran impacto mediático y los movimientos sociales de la ciudad realizan concentraciones de apoyo a las puertas del bloque.
Según explica Díaz, el Ayuntamiento, gobernado entonces por PSOE e IU, esta última con las competencias en Urbanismo, abre dos vías para la solución del problema: “por una lado negocia con Prasa las viviendas ocupadas, por otro amenaza con expropiar a los propietarios de las casas de origen de los ocupas si no realizan las obras de mantenimiento”. Finalmente Urbanismo acuerda con la constructora quedarse con las 15 viviendas y pasa a gestionarlas a través de OTAINSA, la Oficina Técnica de Asesoramiento al Inquilino en Situación de Abuso. Esta oficina, que dedica diez de las viviendas al realojo temporal de los ocupantes, será desmantelada por el PP tras llegar a la alcaldía, en junio de 2011.
Tras el acuerdo, la constructora Prasa retiró la denuncia por usurpación del inmueble. La lucha vecinal sumó así un nuevo éxito, como lo hizo la de la casa palacio Pumaerejo, que también fue expropiado.
4. UN ENSAYO DEL PACTO DE GOBIERNO, PSOE-IU EN SEVILLA
El actual viceconsejero de Vivienda, José García Cebrián (IU), desempeñó entre 2003 y 2007 el cargo de director general de Urbanismo y Vivienda en el Ayuntamiento de Sevilla, desde donde impulsó la elaboración y ejecución del Plan Director de la Bicicleta de la capital hispalense y la puesta en marcha de OTAINSA, que consiguió logros como la recuperación del Corral de la Encarnación, en Triana. Tras las elecciones de 2003, el PSOE, que había gobernado en la anterior legislatura con el PA, pasó a gobernar con la coalición de izquierdas, que marca una clara diferencia en las políticas urbanísticas y de vivienda. Ambas formaciones gobernaron la ciudad durante ocho años, hasta mayo de 2011.
Desde OTAINSA se llevó a cabo también la expropiación del bloque de viviendas comunitarias de la Encarnación, del que fue desahuciada Rosario Piudo. A cuenta del incumplimiento del deber de conservación por parte de la inmobiliaria que adquirió el inmueble, el Ayuntamiento lo expropia por 4,6 millones de euros. El edificio, que fue ocupado en 2005, fue desalojado a principios de 2006.
Entonces el Gobierno local anunció que se destinaría al realojo de inquilinos desahuciados, como fue la propia Rosario Piudo. Nunca se llevó adelante el proyecto. Ahora el Ayuntamiento, dirigido por Juan Ignacio Zoido, lo ha puesto a la venta.
5. EL DESALOJO DE CHABOLISTAS, BOLSAS DE DINERO Y CRISIS ENTRE IU Y PSOE
Como ha ocurrido con la Corrala Utopía y la crisis de gobierno entre PSOE e IU, un polémico desalojo, y su solución, fue el origen de la primera crisis entre ambas formaciones políticas. Fue el conocido como ‘caso Bermejales’ en el que el Ayuntamiento entregó, en bolsas de plástico, 42.000 euros a 43 familias. Previamente habían firmado un contrato con una empresa contratada por el Ayuntamiento para urbanizar la zona, Inmoavance S.L, según recogió El País. El dinero se entregó con la condición de que se destinara a la compra de una vivienda en cualquier lugar excepto en el Polígono Sur. La firma del contrato por parte del Ayuntamiento corrió a cargo de Manuel Marchena, que con anterioridad había sido el gerente de Urbanismo.
El Correo de Andalucía publicó una histórica portada en la que se ve a las familias con las bolsas de plástico llenas de billetes, de los que se desconoce cuántos se destinaron para su fin. Entonces IU, socio de Gobierno del PSOE, habló de “crisis de confianza” y Torrijos acusó al PSOE de llevar a cabo dicha maniobra a sus espaldas. La consejera de Igualdad de entonces, Micaela Navarro (PSOE), cuestionó la fórmula utilizada por el Ayuntamiento. El alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, pidió disculpas por lo ocurrido.
El desalojo de los chabolistas se fraguó durante la legislatura de PSOE y PA, entre 1999 y 2003. Entonces también era concejala de Juventud la actual presidenta de la Junta, Susana Díaz.
En el caso de la Corrala Utopía también ha sido cuestionada por el PSOE la fórmula “populista” de dar llaves a las familias de noche, en mitad de la crisis. Con ellas se hizo una foto el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, que ha negado cualquier atisbo de populismo.
6. LOS ORÍGENES DE LA CORRALA UTOPÍA
En mayo de 2012 se produjo la ocupación de la Corrala Utopía, propiedad de Ibercaja. Entonces, el drama de los vecinos de renta antigua había pasado, desde años atrás, a segundo plano. Estalla una nueva situación de drama: los desahucios hipotecarios. La crisis produce una aceleración en la expulsión masiva de personas de sus hogares hipotecados. La burbuja del ladrillo es propiciada principalmente por la liberalización del suelo llevada a cabo por el Gobierno de Aznar en 1998. Constructores, políticos corruptos, bancos e inmobiliarias son los principales actores y promotores de una nueva etapa de urbanismo salvaje y de especulación de la vivienda.
El movimiento de las corralas, con el emblema de la Utopía, nació como una respuesta ciudadana y política, desde los movimientos sociales, y sin partidos institucionalizados de por medio en sus orígenes, al drama de los desahucios, para el que no existen soluciones reales desde las administraciones. Se trata de la organización de lo que se conoce popularmente como “la patada en la puerta”, la ocupación por motivos de emergencia social y sin un carácter político.
A diferencia de ese tipo de ocupaciones, que se producen en toda España, las corralas hacen públicas las ocupaciones, persiguiendo la implicación de las administraciones y la denuncia de los desahucios cuya respuesta ciudadana había sido, por el momento, el intento de parar los desahucios, práctica llevada a cabo de forma colectiva por organizacionies como la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), STOP Desahucios y activistas del 15-M.
7. LA RUPTURA FINAL
En la última etapa de la corrala se produjo una ruptura clave. La de los movimientos sociales, englobados en el denominado grupo de apoyo, y la Consejería de Vivienda e IU, a la que el grupo de apoyo acusa de usurpar y apropiarse de la Corrala Utopía. La división también se trasladó al interior de la Corrala, lo que dificultó en los últimos meses de alguna forma una ya de por sí difícil convivencia mermada por una situación de precariedad absoluta y extrema, sin luz y sin agua, después de que el Ayuntamiento se encargara de cortar los suministros, un año antes.
Tensiones derivadas de discrepancias políticas, relaciones personales y formas de entender los procesos y luchas que, sin duda alguna, mermaron la historia final de la Corrala Utopía. Un episodio más de la lucha por la vivienda y contra la especulación inmobiliaria en la ciudad de Sevilla.