Nuestra crisis. Análisis sin anestesia

La crisis de los revolucionarios y de la clase trabajadora. Si no la abordamos seriamente, la crisis de la civilización capitalista nos arrastrará con ella al cataclismo (social, medioambiental, militar).

ACLARACIÓN sobre el origen de este artículo, al final del mismo. PUNTUALIZACIÓN: Esta reflexión está hecha desde España y pensada sobre todo para Europa, más en concreto, la Unión Europea. Pero creo que, en sus líneas generales, tiene validez mundial. Sin embargo, necesitamos valoraciones sobre esto desde otros continentes y países. Sería de especial importancia si fuesen realizadas desde la actual “fábrica del mundo”, China.

De nada nos sirve que el capitalismo y sus Estados se hundan, si nos arrastran con ellos. Su crisis no es el resultado de nuestra fuerza, ni tampoco la provocará necesariamente. Que al capitalismo le vaya mal, no quiere decir que a la alternativa (¡si existe como proyecto real, no solo como deseo indefinido!) le vaya a ir obligadamente bien. Su crisis no la podremos aprovechar si la nuestra es tanta, o mayor.

Hay algo de autocomplaciente en el análisis, la crítica y denuncia más que justificadas del par capitalismo y Estado burgués, de sus males y crisis, cuando en cambio no nos analizamos suficientemente a nosotras/os mismos, cómo hemos podido permitir que llegase hasta aquí y el estado en el que nos hallamos, y si podemos y cómo, salir de ésta. ¿Acaso la explicación está solo en las condiciones objetivas, la habilidad del enemigo, su poder, y la labor de los colaboracionistas de todo tipo?. ¿Seguro que lo venimos haciendo, por lo general, bien y a pesar de eso estamos tan mal, pero incluso así, eso nos permite pensar que, si persistimos actuando como hasta ahora, al final ganaremos?. ¿Seguro que en nosotros no debemos cambiar radicalmente nada?. Una valoración tan poco autocrítica, no me resulta nada razonable, e iré exponiendo los motivos. Se parece a aquello de señalar los defectos de los demás, pero no ver los propios, que en nada ayuda a superarlos, sino a reproducirlos una y otra vez, aunque con alguna variante menor. También tiene que ver con la típica actitud presuntuosa y sectaria de los grupitos que dicen hacerlo ellos fundamentalmente bien (“salvo algún error que hayamos podido cometer, en todo caso achacable a la fracción de los ya expulsados”), y los demás, mal. En vez de “mirarnos al ombligo”, mirémonos, por una vez, de verdad, al espejo, y comprobemos nuestro lamentable estado.

Lo que aquí abordaré es la crisis de la izquierda que se considera marxista o anarquista o revolucionaria, en particular de lo que se vendría a entender como “extrema izquierda”, aunque dicho así resulten muy imprecisos sus límites en los que no necesito entrar de inicio; no en la crisis de la izquierda de corte socialdemócrata o populista de izquierda que viene demostrando claramente que no pasa de ser el ala izquierda del capital, pues no cuestiona el capitalismo (a lo sumo lo que entiende por neoliberalismo) y su Estado burgués (a lo más, la crisis del “Estado de bienestar” o el ascenso de la ultraderecha), y que, cuando está en el gobierno, inclusive hace suyos los programas demo neoliberales o hasta contrarrevolucionarios del capital, hasta mejor que la derecha, pues se aprovecha de la confianza popular y del colaboracionismo de los sindicatos. La crisis y hundimiento de esta izquierda del capital es necesaria para nuestra autoliberación, pero no avanzamos en esa dirección si no la estamos provocando nosotros, si no es por una ruptura con cualquier forma de reformismo y conciliación con el capitalismo y su Estado burgués, y en cambio nos debilitamos y asciende en su lugar la derecha y ultraderecha, que es un “reformismo” contrarreformista y reaccionario. Su desprestigio lleva a que la clase trabajadora y sectores populares se abstengan en las elecciones, favoreciendo así el voto de la derecha y ultraderecha (la burguesía no se abstiene de votar), o peor, votando a la última especialmente, si sabe hacer demagogia populista y “obrera”.

GUARDA este ARTÍCULO para ATENDER con tiempo a sus argumentos y DESCARGAR los RECURSOS RECOMENDADOS. Para facilitar su identificación a la hora de la traducción a otros idiomas, los términos coloquiales, frases hechas, dichos, modismos, refranes, proverbios, etc. irán entrecomillados. En mi ordenador, el archivo ocupa un total de 41 páginas, pero el cuerpo central del artículo (Notas y Recursos partes), 28 páginas-

I.- SU CRISIS TERMINAL, Y NUESTRA CRISIS QUE NO TERMINA. Tiempo, la cuenta atrás. La última generación. Todas las luces de alarma, encendidas. Sin alternativa al presente, no hay futuro. Los 2010, la década echada a perder; los 2020, muy mal vamos. Debilidad extrema. Desde las “vanguardias” a los sectores políticamente más atrasados de las masas. El viejo topo, y su antagonista que le adelanta. Sin el internacionalismo proletario, aquí y ahora, estamos desahuciados (sin curación; expulsados hasta en nuestra nación). Cuatro letras sobre el pensamiento estratégico.

La incapacidad para asumir lo que necesitamos, a tiempo (es decir, desde ya mismo y vamos con enorme retraso), también nos dará la medida del grado de miseria, incompetencia, negligencia, frivolidad, irresponsabilidad, estupidez y descomposición teórica, estratégica y táctica en el que habremos caído y del que ya no podremos levantarnos pues no tardará en ser ya demasiado tarde. No es solo que “el tiempo corre que vuela”, sino que el tiempo corre en nuestra contra, ya estamos “en la cuenta atrás”, se nos acaba el tiempo, algo que jamás le había ocurrido a la Humanidad ni en sus momentos más críticos (glaciaciones, pandemias como la peste negra que eliminó a la mitad de la población de los países europeos afectados, guerras mundiales, “crisis de los misiles” URSS-Cuba/ EE.UU….). Si el tiempo cronológico es siempre un factor más o menos importante en política (en momentos clave, crucial), ahora se ha convertido en todo un personaje, permanente y que se agranda cuanto menos queda de él. Es casi el director de la obra que nos apremia a actuar correctamente, y si lo olvidamos, nos expulsará del escenario. Aunque invisible, el tiempo nos pesa ya en política como la experiencia constante de la ley de la gravedad (puede hacernos caer desde muy alto), o la presión de la columna de agua sobre un sumergible (puede llevarlo a la implosión). No es simplemente que en medio de la habitación haya una bomba, con el peligro consiguiente de activarla, sino que es una bomba de tiempo y está en marcha. No creo necesario seguir con los símiles para transmitir su trascendencia.

La generación nacida ahora, para cuando tenga veinticinco años y nazca la siguiente, ya debería tener resueltos los principales problemas (para 2050, el límite al cambio climático en un máximo de 1,5 grados; rápida reducción de la huella ecológica; alimentación mundial, etc.), pues de lo contrario, para ella será demasiado tarde. Por tanto, la generación que ahora es joven, es LA ÚLTIMA GENERACIÓN que podría evitar el cataclismo (social, militar, medioambiental).

En tanto no seamos absolutamente conscientes de esto (hasta sentir vértigo), estaremos condenados. Cuando el tiempo pasa a un primerísimo plano, pues se convierte en el bien de primera necesidad más escaso, no podemos seguir con nuestra rutinas políticas de siempre (es lo que por lo general y abrumadoramente venimos haciendo), como si estuviésemos en décadas pasadas y todavía pareciese que contásemos con “todo el tiempo del mundo por delante”, sino adecuarlas al tiempo real que se reduce, lo que significará sin duda una profunda modificación.

Ésta no es solo una lucha entre el bien y el mal, sino entre la sensatez audaz, creativa y diligente, y la imbecilidad (perezosa, cobarde o criminal), y ya muy avanzado el combate, van ganando lo segundo con mucha ventaja. El calificativo de imbécil no debe sonar ofensivo, pues es lo más suave que se puede decir de lo que nos puede conducir hasta a la extinción.

Según Antonio Turiel (en base a los informes de la Agencia Internacional de la Energía –AIE-), sería inminente (para antes de 2025) una crisis energética (posiblemente, también y pronto, alimentaria), a cuenta de un déficit de oferta en la producción de petróleo (escaso, de peor calidad y menor provecho, más caro), y encarecimiento del gas natural, que provocaría una grave crisis económica (véase la NOTA 1 de “Este artículo hará historia, para vencer” 11-2-2022 — https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/ )

Si la crisis iniciada en 2007 nos cogió políticamente sin preparación alguna, siendo muy débil nuestra respuesta ante ella, la que vendría, también, pero sería de una trascendencia histórica incomparablemente mayor (parte evidente de la crisis de civilización y medioambiental en la que nos hallamos), y sus consecuencias políticas podrían ser definitivamente letales para nosotros/as.

Como he explicado en https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/ la década pasada fue una década echada a perder, deliberadamente. Si efectivamente tenemos una importante crisis económica desencadenada por la crisis energética, ésta década sí será la decisiva, no sólo para el cambio climático, sino para el curso político de la Humanidad.

Teniendo en cuenta la extrema debilidad de la que ya partimos, si salimos derrotados de la próxima crisis, el futuro ya no nos dará opción a recuperarnos.

En primer lugar por los plazos de tiempo como he insistido antes. Si en cuestión de conciencia de clase, autoorganzación, combatividad, hemos “salido” muy mal de la crisis iniciada en 2007, y vuelve a pasarnos lo mismo con la próxima (ocurrirá si seguimos sin asumir nuestro marco objetivo de la lucha de clases: Unión Europea y sin unir a nuestra clase en luchas a esa escala), ya se nos estará agotando el tiempo para los plazos fundamentales de 2030 y 2050 en cuanto al cambio climático y tomar medidas serias en cuanto a los recursos básicos que exigen una planificación mundial socialista democrática.

En segundo lugar, porque el futuro no será mejor a esto, con una importante recuperación económica y social (como los “30 gloriosos” tras la II Guerra Mundial) ya que el capitalismo, antes de llegar a su límite interno (el de la plusvalía, no extraerla por la automatización de la producción), sobrepasaría todavía más los límites medioambientales (cambio climático, en muy poco tiempo) y de la biodiversidad, chocaría con las fronteras de recursos básicos (energía, alimentación, agua, minerales). Todo eso generaría tal crisis civilizatoria y medioambiental, tales problemas y conflictos (paro masivo, mafias, guerras por recursos…) que condenaría a la sociedad a una desintegración y caos creciente (llámesele colapso). Eso minaría definitivamente las posibilidades de organizar una resistencia eficiente y capaz de superar este sistema social en una vía mejor, pues incluso desaparecería la confianza en poder crear ese futuro. La degradación provocada podría hacerlo efectivamente inviable, bloqueando a nuestra especie las posibilidades de colaboración pacífica, condenándonos a la lucha por la supervivencia (“sálvese quien pueda”, “cada uno a los suyo”) incluso genocida. Pero no tendría por qué terminar ahí, pues los conflictos militares fácilmente podrían desembocar en un holocausto (nuclear, químico, bacteriológico) hasta la total o casi extinción de nuestra especie.

Ese sería el final de la pendiente iniciada con la entrada del capitalismo en su etapa de decadencia, desde la I Guerra Mundial (I GM). No asistiríamos a un derrumbe del capitalismo que nos libraría de él (un sueño acariciado por ciertos colapsistas que no sucederá), sino al hundimiento de una civilización que arrastraría con ella a la especie humana y a gran parte de la vida en el planeta. Durante todo ese tiempo, la clase trabajadora (proletariado) desestructurándose, desintegrándose cada vez más, y sin poder plantearse una nueva civilización viable, definitivamente habría dejado de ser candidata a convertirse en sujeto histórico, creador de historia, fuerza social constituyente; no sería más que un agente a merced de las fuerzas desatadas incontrolables, compitiendo entre sí, con otros, por la miseria, matando, y haciéndose matar, peor incluso que durante las guerras mundiales. Sus pasadas derrotas permitieron que el capitalismo siguiese hasta desembocar en lo que tenemos hoy; la próxima, le dará luz verde definitiva para conducirnos al cataclismo (social, medioambiental y militar).

La recuperación de las derrotas no es inevitable, se pueden acumular y ejercer un gran peso sobre la conciencia, y ser tanto más graves cuanto más carácter estratégico tengan, se sea o no consciente de ello (como sucede con la padecida en la pasada década). El punto de no retorno significa que por mucho que se haga, ya no hay forma de “darle la vuelta” en el camino a la derrota total, pero su existencia puede hacerse consciente para la mayoría sólo cuando ha llegado la catástrofe definitiva. Eso es lo que puede estar ocurriendo ya y sobre todo con la crisis próxima.

En un tiempo en el que la guerra nuclear es factible “con sólo pulsar un botón” ¿diríamos que la Humanidad se ha ido “a la mie***” sin que haya sido derrotada la clase trabajadora?. No os fijéis en el dedo, sino en la Luna a la que señalo. No se trata de discutir hasta que punto, “en frío” se podría desencadenar la guerra nuclear (posibilidades de accidente, presidente de gobierno loco, etc.), sino la relación entre causa y efecto, entre nivel y características de la derrota y sus consecuencias trascendentales, existenciales. Ahora la derrota se mide, no tanto por el grado de aplastamiento, sangre derramada, encarcelados, etc., como por no estar a la altura de las circunstancias históricas, pues en el supuesto planteado, ese armamento nuclear existe desde hace unos 60 años y apenas hemos luchado por su eliminación. Esto es muy importante que lo comprendamos, pues marca una diferencia crucial entre la comprensión de lo que era una derrota hasta digamos la década de los 1960 (por lo general bastante visible: Comuna de París de 1871, fascismo italiano, pérdida de la guerra civil española, nazismo, movilización para la guerra imperialista con la escusa de la democracia, estalinismo…), con las derrotas estratégicas de nuestro tiempo (no comprender que para vencer debemos adecuar nuestra lucha a su verdadero marco: la Unión Europea, no el tradicional nacional, estatal; no combatir la existencia del armamento nuclear, etc.). Simplificando: antes se medían sobre todo por lo que nos hacían (represión, etc.,), ahora con lo que nosotros no hacemos cuando debiéramos. Véase al comienzo de https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/ . Véase mi artículo (disponible otra vez a partir del 7-3-2022 aproximadamente) “El cataclismo que nos amenaza. ¿Cómo evitarlo?” (26-1-2021) — https://kaosenlared.net/el-cataclismo-que-nos-amenaza-como-evitarlo/. Lo copian en https://www.asociaciongerminal.org/?p=6355 . Al final se puede convertir en archivo pdf, pero entonces “se come” el primer párrafo del documento.

No sé de ninguna organización de pretendidos revolucionarios que esté preparada política y organizativamente para lo que vendrá no solo en un futuro de unas pocas décadas, sino en los años inmediatos. Y menos que lo esté haciendo con la gente, siquiera con quienes entran en su web (carteles, manifiestos y artículos permanentes y bien visibles sobre el tema, eslóganes, etc.). El resultado sólo puede ser desastroso. Tendremos un shock y un a modo de trastorno de estrés postraumático que será ya como una piedra de molino colgada al cuello, acumulándose a décadas de derrotas y desorientación, haciendo imposible nuestra recuperación. La capacidad de resiliencia y recuperación tiene un límite y se va desgastando, dando paso a la resignación, fatalismo, sumisión e indefensión aprendida. Ya estaremos listos para ir, como corderos, al matadero ( https://www.vidoevo.com/videosearch.php?q=indefensi%C3%B3n+aprendida ; https://www.vidoevo.com/video/Ymt4eWdVcWuRpYndkTjA/desaprender-la-indefensin-aprendida-lluis-torrent-tedxleon ).

Una clase trabajadora y sectores populares incomparablemente más fuertes que en la actualidad, fueron derrotados y hasta aplastados en otros momentos históricos. Si aun estando avisados de lo que vendrá, no somos capaces de hacer lo que incluso podríamos si nos pusiésemos a ello (pese a nuestro débil punto de partida), se demostrará nuestra completa nulidad para afrontar lo peor que todavía está por llegar. Así que es hora de acabar con el pensamiento y la actividad rutinaria, imperantes todavía.

En Austria, recientemente (primeros de octubre de 2021), el gobierno, a través de su ministerio de Defensa, lanzó un spot por televisión y una campaña, advirtiendo del peligro de un “apagón” en la electricidad que podría durar días, y aconsejando a sus ciudadanos que se aprovisionasen de agua, comida, pilas y combustible, un kit de supervivencia, para el menos quince días. Ese aviso no provocó una ola de indignación, ni protestas multitudinarias (cuando quizás sí haya habido manifestaciones de los contrarios a la vacunación con motivo de la pandemia de la covid-19) exigiendo responsabilidades y soluciones a corto y largo plazo, sino la carrera por adquirir el kit. Esto es indicador de una debilidad política extrema por nuestra parte. Sin duda, de esto habrán tomado muy buena nota sus estrategas económicos, políticos, y los “servicios de seguridad nacional”, si es que no ha sido directa y premeditadamente un test a la población, un experimento social (como también lanzan seudo-noticias que son “globos sonda” para tantear la reacción a ciertas medidas que tienen en mente adoptar), y no una exageración, un error político de la ministra, como también han querido hacer creer.

Un comentario a propósito de la pandemia. Ha habido grandes manifestaciones de protesta (por ejemplo, en Alemania) contra las medidas ordenadas por los gobiernos, contra la vacunación (impulsadas o aprovechadas por la ultraderecha en particular, y los negacionistas e irracionalistas conspiranoicos de todo pelaje), pero no existen las movilizaciones exigiendo parar la reproducción constante de la pandemia (mutaciones, nuevas variantes) porque no se detiene la transmisión del virus pues todavía no se ha vacunado a cientos de millones de personas de los países pobres, ya que las empresas farmacéuticas no quieren soltar sus derechos de patente (abarataría enormemente el proceso de vacunación), y exigiendo que se imponga eso a esos capitalistas que anteponen sus beneficios a la salud mundial (con sus graves efectos económicos también). Ni por solidaridad con el Tercer Mundo, y ni siquiera por un egoísmo inteligente, pese a lo que nos está afectando en tantos sentidos (desde el económico, al psicológico, pasando por salud y la muerte). Por no haber, ni siquiera protestas proporcionadas a una gestión nefasta de la pandemia y el derribo de los servicios de la atención prihttps://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2022/01/69751e39686af408b0a05.jpg, como por ejemplo, la de la presidenta de la Comunidad de Madrid (la señora Ayuso, del PP, para colmo, reelegida, pese a ser Madrid, entre las grandes ciudades europeas, la de mayor mortalidad con respecto a su población, por exceso a cuenta de la covid ¿no tiene nada que ver su gestión desde la Comunidad?). Otra muestra de nuestra debilidad extrema. Tanto la burguesía como nosotros nos parecemos algo al personaje Pantagruel, pero ellos por “tragaldabas”, por su voracidad insaciable, y nosotros por nuestras “tragaderas”, pues nos pueden hacer tragar “carros y carretas”, “por mucho que nos echen”. En concreto, en la Comunidad de Madrid, la gente corriente, sólo a cuenta del desmantelamiento, saturación y colapso de la sanidad pública, ya se está tragando el carro del conjunto escultórico monumental de la diosa Cibeles.

La burguesía puede permitirse hoy el lujo de agitar los miedos a un “apagón” energético, e incluso más adelante de todo un colapso (ya estamos en la crisis de suministro, aumento de precios, etc.), porque no tiene en frente un proyecto de civilización alternativa, y por tanto, aunque al principio llegue a protestar con fuerza, la gente acabará actuando (con disgusto pero sobre todo con resignación) según aconsejen las autoridades, ordenen los militares…, pues se les verá como los únicos capaces de poner algo de orden en una situación caótica, por ineficientes y corruptos que lleguen a ser. Si esto se hubiese sabido en las décadas de los 1960-70-80, habría impulsado todavía más las luchas en la clase trabajadora contra el capitalismo; pero ahora no está ocurriendo eso por nuestra debilidad extrema, y conducirá sobre todo a la salida individualista, al “cada uno a la suya”, “sálvese quien pueda” (empezando por comprar como locos el kit de supervivencia, incluso en España, provocando su encarecimiento y escasez).

La burguesía no será vencida aunque ya no pueda presentar su sistema social como el ideal, el mejor, sin rival posible (como en la década de los 1990 tras el hundimiento del “comunismo”), sino como el menor de los males, sin alternativa mejor. Además, juega con la “memoria de pez” de la gente en cuestión de política, tapando con una campaña ideológica la anterior, con una “moda” temática otra, con un escándalo otro, y que las últimas generaciones ya no saben de las promesas del pasado, y solo conocen un mundo en decadencia al que ya se van acostumbrado desde la infancia (a eso está ayudando también la pandemia que ya dura dos años), como los españoles también acabamos haciéndolo con el franquismo (unos sectores sociales más que otros), y por eso también pudo durar cuarenta años, y la transición a la democracia burguesa fue lo que fue.

Saben que su fracaso no motivará una revolución si ni siquiera existe ese proyecto alternativo como algo creíble y asumible por las masas trabajadoras. “Yo soy el orden, yo soy la tempestad, yo soy también el caos, nada hay fuera de mí, y con eso me basto para seguir dominando” viene a decir el sistema capitalista y su Estado burgués. El miedo no empujará a la revolución, sino al conservadurismo y a la reacción; es el hartazgo con lo existente y la esperanza en algo mucho mejor, identificable, lo que lleva a la revolución y transformación social. Eso lo sabe también la reacción y por ello los demagogos populistas de derechas y fascistas combinan el temor con la ilusión y la esperanza en que con ellos todo se podrá solucionar satisfactoriamente y así logran una movilización reaccionaria con importante base popular (ejemplo claro, el ascenso del nazismo hasta el poder).

Quienes apenas tienen experiencia política, y desconocen las luchas en España durante las décadas de 1960-80, antes en la II República, ni en general la historia de la lucha de clases en el capitalismo en todo el mundo, las luchas por reformas y revoluciones, las derrotas y contrarrevoluciones, lo tienen imposible para hacerse una idea mínimamente ajustada a la realidad de la correlación de fuerzas y demás que necesitaríamos para salir bien librados en esta encrucijada histórica y existencial. La espectacularidad de algunas luchas de hoy (sobre todo en su aspecto superficial, en la imagen visual que proyectan), les llevará fácilmente a sacar unas conclusiones totalmente equivocadas. Esto es un serio peligro para la gente más joven que tenderá a sobreestimar sus fuerzas y minusvalorar los obstáculos, los peligros, la capacidad de encaje, resistencia y recuperación del capitalismo y sus Estados burgueses, y hasta dónde pueden estar dispuestos a llegar (escala de sus crímenes despiadados, tanto individuales como generalizados) en la defensa de sus intereses de clase.

Pero lo peor es que gente mucho más formada también comete errores similares o ni siquiera tiene la preocupación por realizar ese análisis en permanencia.

Quienes tengan un conocimiento con cierta profundidad y serio, de lo que fueron los procesos revolucionarios y de lo que todo proceso revolucionario inevitablemente debe ser, no podrán evitar comprobar el enorme, gigantesco, desnivel entre aquello y hoy, y entre hoy y la inmensidad abrumadora de las tareas de nuestro tiempo. Es tanto, que la primera reacción es evitar mirarlo de frente, y de hacerlo, procurar olvidarlo cuanto antes, para evadirnos sumergiendo nuestra mente en el ruido de la lucha del día a día (nuestro particular modo de “hacer el avestruz”).

Los retos y la oposición con la que nos encontraremos harán que, por no retroceder más en el tiempo, la huelga general francesa durante mayo de 1968, el Cordobazo argentino de 1969, y el movimiento huelguístico en Polonia en agosto-septiembre de 1980, parezcan poca cosa, un precedente a superar por mucho, tanto en combatividad, autoorganización, objetivos y extensión territorial.

Los retos gigantescos y existenciales a los que nos enfrentamos como trabajadores/as y como Humanidad, son planetarios, no nacionales (como sí ocurría a comienzos del siglo XIX). Sin embargo, nuestra debilidad y desorientación, visto tanto a escala mundial (pensemos en la clase trabajadora en Asia, Latinoamérica, Norteamérica, la mayoría de Europa, incluso donde es menos débil, Francia) y no digamos en España, es enorme. No podemos medir, ni las luchas más relevantes, con los parámetros de las décadas de los 1960, 70, 80, etc., pues los retos a los que debemos responder ahora son incomparablemente superiores incluso a los mayores enfrentados en aquellos tiempos. Los avances de la reacción, hoy día tendrán una trascendencia muy superior a la del pasado (los nazis no disponían de la bomba atómica, ni podían dar el impulso definitivo al cambio climático).

Basta con usar un poco la imaginación. Si en los 1960 o 70, podía ser importante una huelga general por cuestiones laborales básicas, hoy eso supondría no estar a la altura de las circunstancias, pues lo que necesitaríamos también serían huelgas generales, de varios días seguidos, a escala europea cuando menos, como respuesta a los fracasos de las cumbres de los Estados sobre el clima (las COP), o mejor aun, como medio de presión durante ellas, por ejemplo. Que esto parezca una fantasía, solo demuestra lo lejos que estamos de comprender el tiempo histórico y asumir nuestras tareas.

De lo que ha ocurrido en España en la pasada década, lo más trascendente desde los intereses estratégicos (conforme a sus objetivos de autoliberación) de la clase trabajadora (proletariado), no desde la pequeña burguesía ciudadanista radicalizada y populista de izquierdas, no ha sido el sobrevalorado movimiento 15-M (mayo) de 2011, ni sus secuelas en la creación del partido Podemos, los “ayuntamientos del cambio” etc., la vuelta del PSOE al gobierno y su coalición con Unidas Podemos…, el movimiento independentista catalán, o cualquier otra cosa que se os pueda ocurrir, sino la extraordinaria oportunidad (echada a perder a conciencia), de unir nuestra lucha contra el austericidio a la de los trabajadores/as franceses, portugueses, y otros más que se podrían haber adherido, contra el austericida tratado TSCG de la Unión Europea y sus aplicaciones nacionales, como nuestra ley LOEPSF. Pues esas luchas nos habrían introducido ya en lo que es el verdadero cambio estratégico que necesitamos en España y la Unión Europea: pasar a luchar en el verdadero marco de la lucha de clases, la U.E.. De haberlo hecho así, luego podríamos haber retomado la resistencia a la reforma laboral uniéndonos a los franceses en lucha contra su reforma laboral “a la española” (como se denominó), en lugar de dejarles solos con las consecuencias de nuestra impotencia.

El 15M surgió en mayo de 2011, y ya para el 2012, cuando se firmó el tratado TSCG (2-3-2012), y se aprobó la súper ley austericida española LOEPSF (27-4–2012), los del 15M ya había dado la medida de su talla (pequeñoburguesa) por su incapacidad absoluta para afrontar, ni en términos teóricos, ni de denuncia, ni de lucha, ni de nada, a la Siniestra Trinidad austericida “TSCG- art.135 CE-LOEPSF”, y siguieron así cuando derivaron en Podemos y otras corrientes más o menos parecidas, y el electoralismo, hasta el gobierno de coalición con un partido tan burgués como el PSOE. ¡Bastó un año para demostrar que de ellos se podía esperar bien poco, y menos incluso según avanzaba el tiempo y más incapaces eran de asumir la evidencia!. Mientras franceses y portugueses luchaban contra el TSCG y nosotros “en medio” sin ni siquiera atacar a nuestra versión del tratado (la LOEPSF, “más papista que el Papa”), los del 15M y sus herederos, como macacos enjaulados, practicaban el onanismo excitados con fantasías sobre una democracia burguesa, democracia de verdad de la buena (¡pero qué buena que estás!, democracia, ¡cómo me pones!), dispuestos a ocupar la casa de papá Estado burgués, desalojando a “la casta” casposa.

Fijaos que ni siquiera estoy planteando que el 15M se convirtiese en algo así como el movimiento estudiantil de mayo de 1968 en Francia, buscando la unidad con la clase trabajadora, yendo en manifestación a las fábricas para llamarlas a la huelga, etc. Bastaba con que comprendiesen la agresión que para la clase trabajadora y amplísimos sectores populares (entre ellos, los estudiantes, por las becas, etc.) supondría la ofensiva austericida concretada en esa Siniestra-Trinidad, bien expresada en Francia, desde el principio (verano de 2012), con el eslogan de “TSCG, tratado de la austeridad a perpetuidad”. ¿Será porque ahora enseñan en las escuelas el inglés y no el francés, y nuestros estudiantes no saben manejarse por internet y sus traductores automáticos?, ¿a tal punto llega el fracaso escolar en España?. Y para esto no hace falta ningún nivel elevado de conciencia de clase proletaria ¡que te lo están diciendo los franchutes, “so bobo”!, ¡y con su ejemplo ya te están hasta mostrando cómo empezar a luchar!. Entre tanto estudiante, muchos llegaban a “indignarse” por la reforma del artículo 135 de la Constitución (27-9-2011), pero incluso sus posibles estudios en derecho (¿faltaban a las clases?) ¿no les daba para entender nada de la LOEPSF y el TSCG, cuando yo, una iletrada, fui capaz de publicar en Kaos en la red, un análisis de ambos (31-8-2012, aprovechando mis vacaciones de agosto para estudiarlos)?.

En tanto no se haga este balance del 15M se seguirá sin comprenderlo a fondo. Pues que yo, en solitario (gracias a Kaosenlared), haya sido capaz de llevar adelante desde 2012 hasta hoy, machacona y sistemáticamente, la denuncia que todo ese movimiento (¿cuántas personas, organismos, webs, blogs…?) ha sido incapaz de hacer y de impulsar en España una orientación que nos habría permitido unirnos a la lucha de franceses y portugueses (para empezar) ¡clama al cielo!. Así que no me venga nadie con monsergas sobre los grandes valores del 15M y sus secuelas, porque todas las pruebas están en muchas decenas de artículos míos en Kaosenlared que toda esa gente del 15M y sus herederos podemitas y similares, prefirieron ignorar pese a mi insistencia. ¡Menos paternalismo, excusas y adulación con el 15M, que mi generación, de muy joven, se enfrentó a dificultades muchísimo mayores en pleno franquismo, y aquello ni siquiera se podía llamar falsa democracia, pues era dictadura de las de verdad de la buena!. ¡Un poco más de autoexigencia!.

Que, como con toda lucha, también había muchas posibilidades de acabar desnortando la lucha contra la Siniestra Trinidad (¡para qué si no, están tantos partidos y sindicatos!), no puede llevarnos a restarle valor, pues para evitar eso deberíamos haber estado también los revolucionarios. Pero lo que “no tiene un pase” es que, en España, ni siquiera se plantease esa lucha. Eso sí; nos da la tranquilidad de que ¡así seguro que nadie la desvía ni sabotea!. Lo que es innegable es que su potencial de recorrido social y político, para la clase trabajadora y sectores populares, era infinitamente superior a toda la cháchara democratista y anti-“casta”, populista de izquierdas. Empezando por esa lucha, se podrían haber comenzado a animar muchas más, en muchos frentes (en especial en las empresas) y con objetivos cada vez más elevados, y no dejando que toda la basura ideológica de la burguesía y pequeñoburguesía inundase el campo de la lucha, que es lo que acabó ocurriendo, pues como se suele decir, la realidad tiene miedo al vacío y si no eres tú, será otro quien ocupe ese espacio.

Que ni siquiera los marxistas que se dicen más internacionalistas se hayan percatado de todo esto a su debido tiempo y no quieran hacerlo (para no verse obligados a autocriticarse a fondo, pues no jugaron el papel que debían en esa coyuntura), es un indicador evidente de su grado de descomposición política, por mucho que pretendan disimularlo y aguanten como organización. Para conocer al detalle el análisis que me lleva a esta valoración, léase en mi artículo “Este artículo hará historia, para vencer” (11-2-2022) – https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/ .

No estamos “ni por el forro” a la altura de las circunstancias, pues debiéramos estar en ebullición permanente, y con la mente centrada en el asunto (no dispersa en otros muy secundarios cuando no equivocados), preparados para luchar “a muerte” (llegado el caso, incluso literalmente), pues no nos estamos jugando “solo” una gran crisis, “solo” el ascenso de algo parecido al fascismo y al totalitarismo (con la ayuda de la tecnología de control y vigilancia social), “solo” con riesgos de una guerra mundial (empezando por el conflicto entre EE.UU. y China, o con Rusia a cuenta de Ucrania o algún otro motivo), sino el hundimiento de la civilización sin más calificativos, la extinción de la especie, y dejar el planeta “hecho unos zorros”, ¡el paraíso de las cucarachas!. Y, sin pretender idealizarlo, ni siquiera estamos en el punto de efervescencia de importantes sectores de la juventud en las décadas de los 1960-80 en Europa, Latinoamérica, y de la frecuencia de huelgas generales, incluso durante días… Quienes no sepan de lo que hablo, quizás alucinen con las protestas que conocen de hoy, pero quien sí, podrán comparar y darse cuenta de lo que quiero transmitir, aunque no sea fácil en solo unas líneas.

En cuanto a los sectores supuestamente más conscientes y organizados, su desorientación es muy grande en muchas cuestiones, y en ésta en particular, se hallan “más perdidos que un pulpo en un garaje”, y sabido es el resultado de que, queriendo evitar un precipicio, “un ciego guíe a una cadena de ciegos”. La tónica habitual es la de dejarlo todo a la improvisación y al “verlas venir”. De nada valdrá que dentro de unos años, cuando ya no haya remedio, sean capaces de “autocriticarse” en este sentido, cuando hoy se niegan a hacerlo. Si los sectores más avanzadas no dan un gran salto en sus capacidades teóricas, estratégicas y tácticas, de intervención directa en las luchas, como una fuerza dinamizadora (lo que supone estar bien organizados) para elevar su nivel, por mucho que se luche “en la calle” o incluso en las instituciones, la derrota total (con sus tremendas consecuencias) está garantizada en muy poco tiempo.

Confiar en una espontanea explosión de lucidez y combatividad de las masas que supere las debilidades de los sectores más avanzados, las trampas y sabotajes de los aparatos de los partidos de izquierda y sindicatos (capaces, según las circunstancias y les sea necesario, tanto de disfrazarse de revolucionarios para descarrilar la revolución, como de apoyarse en la derecha y la represión, para aplastarla), y que sea a tiempo para salvarnos, es apostar por la derrota, como demuestra una y otra vez la historia, casi como jugárselo todo a la buena suerte en la lotería. Las burguesías y sus Estados, mucho más preparada y organizada que nosotros, mantendrá la iniciativa o, cuando menos, “aguantará el tirón” y terminará por vencernos, pues carece de los escrúpulos morales a los que nosotros no podemos renunciar (en particular las malas artes de los diversos servicios secretos y de “seguridad”). Un vistazo a la historia con sus tragedias para la clase trabajadora y la Humanidad, nos recordará el precio enorme de la frivolidad en este asunto, y más en el futuro. Quienes no tengan esto bien en cuenta, fracasarán y probablemente acaben echando la culpa a las masas por su poca iniciativa, etc., cuando de hecho ellos no asumieron a fondo la que era una responsabilidad de ellos también, la de orientarla e impulsarla en la dirección correcta, no esperar a que las cosas sucedan sino, si es conveniente y posible, hacerlas.

Las organizaciones marxistas, anarquistas…, son muy pocas, muy pequeñas, muy débiles, divididas, y hay muchos militantes dispersos, no organizados. En vez de “salir como setas” nuevas organizaciones con “sangre nueva”, llenas de vitalidad y que, rápidamente, asimilan las lecciones del pasado y se adaptan a las exigencias de las nuevas condiciones, con ganas y capacidad de intervención en las luchas, las que ya existían se mantienen justo publicando algo en internet, incluso desaparecen y apenas existe renovación generacional. Las personas con más capacidad política (teórica, estratégica, organizativa…) fallecen, envejecen ya demasiado, pierden su relación con el mundo del trabajo por estar jubiladas, o deciden “jubilarse” de la política porque no ven resultados tras su intensa dedicación (yo misma he estado tentada de hacerlo varias veces, pero finalmente siempre ha podido más mi miedo al futuro y sentido de la responsabilidad ante mi clase social y Humanidad); esto es palpable sobre todo en la gente que empezamos a luchar a mediados de la década de los 1960 o el primer lustro de los 1970 (un colectivo de luchadores/as muy esforzado y arriesgado), pues han pasado de 46 a 56 años, añadidos a los que ya tuvieran entonces; todavía puede verse a muchas de ellas/os impulsando las protestas de los pensionistas o simplemente manifestándose con ellos; aunque muy probablemente puede que hace ya mucho tiempo se hubiesen pasado al sindicalismo y al reformismo, abandonando cualquier aspiración de una actividad orientada eficientemente a una transformación revolucionaria del mundo, si es que alguna vez la tuvieron.

Prácticamente todos los grupos políticos con pretensiones de revolucionarios, padecen (aunque sea con diferente forma e intensidad) de las siguientes patologías:

Sufren de melancolía (tristeza y abatimiento profundos), en la añoranza y nostalgia (“los viejos buenos tiempos”, “cuando las puertas del cielo se abrieron para nosotros antes de cerrarse”, “murieron en la lucha, con honor revolucionario”, el cuidado del archivo histórico, las efemérides, la referencia a las grandes figuras de la teoría y la práctica del pasado, etc.). Ante el “desierto de lo real” y tras pasar por la “travesía del desierto” que dura ya décadas (prácticamente como los casi cuarenta años en que los israelitas supuestamente deambularon por el desierto antes de poder entrar en la Tierra Prometida de Canaán tras la salida de la esclavitud de Egipto gracias a Dios y su representante Moisés), sin más recursos y organización que lo que pueden llevar encima y una “tienda de campaña” (una mínima estructura interna, una web), se preocupan mucho por estar en la “línea de sucesión”, en la “línea de transmisión”, de los “portadores de la antorcha revolucionaria”, del “partido histórico de la revolución”, de los continuadores “del hilo rojo revolucionario”, y como quien lleva “el arca de la alianza” (de los israelitas con Dios, con la tablas de la ley), su mayor tesoro es el “archivo histórico” que les permite saber que son los “herederos”, sucesores fieles al legado de nuestros mayores.

Me lo tomo con humor, pero no con desprecio, pues no minusvaloro la importancia de no perder y mantener las enseñanzas de las luchas y los aportes teóricos del pasado, muchos de gran validez e incluso imprescindibles para el presente y el futuro; solo que debemos mirar mucho más lo que necesitaremos, en vez de lo que se necesitó en el pasado con sus circunstancias particulares que pueden haber desaparecido hace mucho tiempo, y para eso hace falta mentalidad de explorador audaz, creativo y resolutivo (como Alejandro Magno ante el nudo gordiano), no de archivero, dragón guardián del tesoro, o jugador de puzles gigantes.

Con la preocupación de no desaparecer ni debilitarse más en este tiempo de crisis generalizada, se hunden en el pantano del espíritu de secta (“la vida organizativa”, nosotros/todos los otros…), la incapacidad para la apertura en el debate con otros, con voluntad de rectificación si fuese necesario. Practican la cerrazón y la hostilidad en lugar de la “unidad y lucha”. Lucha para criticar y denunciar todo lo que pueda ser erróneo, peligroso o tramposo. Pero también unidad para reconocer públicamente lo que se comparte con los demás, incluso lo que se aprende de otros, y habilidad para establecer un cierto nivel de buena voluntad de colaboración, de complicidades por aquello que se comparte (denuncia del capitalismo y su Estado, referentes teóricos, experiencias históricas, una subjetividad revolucionaria, etc.). Por ejemplo, pese a todo el ideario político que nos separa, y que he publicado (en Kaos en la red) muy extensas críticas a alguno de sus libros, también he manifestado públicamente mi admiración personal por Manuel Casal Lodeiro (nunca he tenido una relación presencial), por su gran valentía para mirar de frente a problemas reales enormes y hasta espantosos (energía, alimentación, población mundial) e interés por elaborar una estrategia (aunque no la comparta, como vuelvo a demostrar aquí), pues es una valentía y empeño que echo en falta en demasiados marxistas que, sin embargo, se creen “la mar” de científicos y estrategas revolucionarios, pero siguen repitiendo como loros los discursos de siempre o de hace demasiadas décadas, sin comprender que el capitalismo (sumando nuestra irresponsabilidad y estupidez) nos ha llevado a tal punto que nos lo está poniendo imposible o casi para que el comunismo pueda ser algún día factible. Actuando con tanto sectarismo ¿cómo se puede crear, al menos, un leve sentimiento de compartir algo, de cierta comunidad, de colaboración y solidaridad elementales, cuando parece imposible luchar en la misma barricada?. Muy divididos, enfrentados hasta en lo innecesario, o incluso ignorándonos con soberbia; de este modo hasta se dificulta que los equivocados se aproximen a las posiciones más acertadas; así es imposible fortalecernos y vencer a la burguesía y su Estado. ¡Qué gran favor les estamos haciendo!, ¡lo que se deben estar riendo!.

Aunque la disputas teóricas, estratégicas y tácticas que se dieron en el pasado y que incluso se arrastran al presente, sigan teniendo su importancia y hasta trascendencia (como los principios básicos), lo más relevante es lo que entendemos y nos planteamos para el futuro, y en esas tareas, hasta qué punto podemos luchar juntos. Pues bien pudiera ocurrir que algunos problemas del pasado no resueltos o en los que nunca estaríamos de acuerdo, hayan disminuido en mucho su relevancia y sean menor obstáculo para la colaboración, pues las circunstancias extraordinarias y retos totalmente novedosos, los dejarían obsoletos. Bastante tendremos con la desorientación y divergencias ante lo nuevo. Las cuestiones de menor trascendencia y del pasado no pueden ponerse en un primer plano, convirtiéndose en un lastre; se podría convivir juntos, unidos en lo principal cara al futuro, sabiendo que hay diferentes sensibilidades y divergencias sobre el pasado y cuestiones menores, que ya se tratarán de aclarar en la medida en que las tareas nos lo permitan y sobrevivamos. Poner en el puesto de mando las necesidades para el futuro, nos dará los criterios para poner las divergencias de larga data en el lugar que verdaderamente les corresponde. Esto no niega que vicios del pasado (tendencia a conciliar con lo que no se debe, a anteponer lo táctico a lo estratégico, espontaneismo, liderismo, putschismo, etc.), puedan reproducirse ante nuevos contextos. Pero precisamente, para avanzar en esta dirección, se exige un enorme empuje investigador para comprender cómo es el mundo hoy (no en 1917) y hacia dónde lo dirige la dinámica capitalista, los problemas reales, y para esto hace falta también valor para mirar a la realidad de frente tal cual es o puede llegar a ser, no como nos gustaría que fuese o pudiese ser.

Nuestra debilidad es tanta, la situación tan grave, el futuro tan peligroso, el tiempo tan escaso, que no podemos permitirnos más el lujo de no unirnos en la medida y aquello en lo que buenamente se pueda, y luchar cada vez más por unificar todo lo unificable y establecer niveles de cooperación y unidad para la lucha. Sin embargo, estamos muy lejos de tener organizaciones, con una orientación revolucionaria, fuertes; ni por aproximación con las que pretendían serlo en la década de los 1970.

En vez de “estar a la última”, “a la que salta”, preparadas en conocimientos y respuestas, con unos criterios claros sobre las prioridades que exige nuestra época y tomando la iniciativa (aunque solo puedan hacerlo en la propaganda), están “a verlas venir” y a reaccionar en la medida en que entonces puedan (ridícula), aunque de sobra debieran saber “lo que se nos viene encima” en muy poco tiempo. Carecen de empuje, creatividad, imaginación, iniciativa para plantear propuestas políticas de marcha (objetivos, consignas…) para cientos de millones de personas por todo el mundo para ayudarlas a afrontar la emergencia histórica planetaria, lo que se refleja en que son incapaces ni de proponer eslóganes internacionales que expresen y ayuden a millones de personas a abrirse y asumir las verdaderas tareas de nuestro tiempo, o en la incapacidad para expresar todo eso en un nuevo Manifiesto para nuestra época, un millón de veces más necesario que el publicado en 1848 por Marx y Engels, pues el momento histórico es más trascendental que aquél de las revoluciones de 1848 y empuje del capitalismo ascendente, e incluso los de las guerras mundiales y la ascensión de los fascismos, o el inicio de la era nuclear y la guerra fría, y sin embargo… Lo que, simplificando, se podría definir como una hoja de ruta para el futuro. Y demasiadas veces son incapaces también de proponer objetivos ambiciosos que contribuyan a extender al máximo las luchas y unificarlas incluso por encima de las fronteras (especialmente en la Unión Europea, donde tenemos más condiciones objetivas y facilidades para ello), porque también pueden conseguirse, de modo que estimule a luchar y el éxito obtenido ayude a elevar la moral de lucha, la confianza de la gente en que luchando puede ganar eso y otros objetivos mucho más difíciles, si sigue así, y elevándose. Tareas éstas, tanto más imprescindibles cuando ya no se cuenta (como en las décadas de los 1970-80) con cierta presencia militante en las empresas importantes y las barriadas obreras.

Es vergonzoso que gente con una orientación burguesa, pequeñoburguesa radicalizada, por ejemplo, los de Rebelión-Extinción (ante el cambio climático), sean al menos capaces de levantar esa pancarta de impacto que hace sonar todas las alarmas, y entre los revolucionarios no encontremos nada comparable para estimular la reflexión y la lucha entre la clase trabajadora y sectores populares de todo el mundo, y cuando se entra en sus web se imponga la impresión del espíritu rutinario, como si no hubiese cambiado nada radicalmente desde finales del siglo pasado. Tras “otro mundo es posible” (tan genérico que de poco vale), o el más antiguo (desde la I GM) de “socialismo o barbarie”, han sido incapaces de imaginar nada acorde a nuestro tiempo y lo que vendrá (un cataclismo social, militar, medioambiental) y, por supuesto, ni contemplar mis propuestas al respecto.

Su silencio, que debiera resultar atronador, no se lo parece a la gente pues ni siquiera espera nada de ellos (un 99,99% seguramente no tiene noticia ni de su existencia), y eso es lo peor. Esos militantes tienen mentalidad sobre todo de “resistentes” (comprensible durante la ofensiva neoliberal y de la globalización y el descrédito de la idea del comunismo tras el hundimiento de los capitalismos de Estado “socialistas”, y la impregnación con la idea de que no habría alternativa al capitalismo), de estar pasando todavía “la travesía del desierto”, cuando ahora necesitamos la mentalidad de audaces ofensivos en carrera contra el tiempo, por lo que son impotentes para afrontar políticamente la mayor crisis de la Humanidad, tal vez la definitiva, dejándolo casi todo a la espontaneidad, condenando a la gente a caer en brazos de toda la variante de saboteadores, no pudiendo así romper con el cerco de las derivas identitarias, sectorialistas, localistas, horizontalistas que nos separan, fraccionan, atomizan e impiden elevar a lo más alto el nivel de conciencia, lucha y organización centralizada, llevándonos al desastre. Y para colmo, incapaces de atender y despreciando totalmente a quienes tienen algo útil que proponer, por modesto que sea.

Hay inclusive un problema relativo la calidad de esos/as militantes, en particular de los jóvenes. En las fases de ascenso revolucionario de masas, incluso entre militantes muy destacados y curtidos que han pasado por duras “pruebas de fuego” (importantes conflictos ideológicos y organizativos, militancia muy arriesgada con dura represión patronal y estatal, poniendo en riesgo su libertad por muchos años y hasta la vida, incluso pasando por la tortura y la cárcel), se dan muy serias vacilaciones y hasta marchas atrás, pues asusta y mucho seguir avanzando hasta las últimas consecuencias. Cuando ese período de ascenso de las luchas hace mucho tiempo que pasó, cuando se ha perdido la tensión del combate, relajándose, cuando no existe un régimen social y político (de tipo fascista, por ejemplo), ni un movimiento de masas que estimulen, inspiren a una militancia muy comprometida y arriesgada, cuando por la experiencia política personal ni siquiera se ha tenido que pasar por ninguna “prueba de fuego” que ponga a examen el verdadero compromiso y temple revolucionario, entonces se crean las condiciones perfectas para caer en lo que se puede llamar “revolucionario de salón” (o “de papel”, o como se diría hoy, de “postureo”). Y así se puede explicar también muchas cosas, como la asombrosa falta de coherencia, seriedad, interés por lo verdaderamente importante, con su inconsecuencia, irresponsabilidad, negligencia, estupidez política que rebosa y se puede observar en tantísimos pretendidos revolucionarios de hoy en día, incluso organizaciones enteras (muy pequeñas en realidad).

En la Europa entendida por occidental (la que no estuvo en el bloque de la URSS), y en la Unión Europea, salvo quizás entre los griegos que en la década pasada tuvieron una época de intensísimas luchas, habría que retroceder sobre todo a las décadas de los 1960-70 (en particular en Portugal, España, Grecia, Italia, Francia, Reino Unido, Alemania Occidental, casi por este orden) para encontrar abundantes militantes que hayan pasado por una verdadera “prueba de fuego” o aproximada, e incluso estos puede que ya estén muy lejos de lo que fueron (muchísimos/as hasta abandonaron hace muchos años cualquier actividad política orientada a la revolución, “madurando”, superando sus “pecados de juventud”). De modo que, en todas las edades, pero en particular entre los que ahora tendrán menos de cuarenta años, abundarían quienes no han pasado por ninguna “prueba de fuego” y que posiblemente no la superarían (no “darían la talla” pues no tienen las aptitudes personales necesarias; trasladados a los 1960-70, no serían capaces de militar), o de momento (todavía no han madurado lo suficiente) quedan muy lejos de estar a la altura del momento histórico, y sus posiciones políticas, incluso en lo teórico, y su comportamiento, lo demuestran.

Pero todo esto es expresión de algo mucho más de fondo. Los revolucionarios/as no surgen ni se desarrollan en un laboratorio ni en un invernadero, ni en ninguna facultad universitaria (política, económica, cultura…), sino en el mismo medio natural en el que vive la gente. Y si la clase trabajadora está “de capa caída” o en un proceso político totalmente reformista, muy difícilmente emergerá de ella o estimulará a que de sectores populares (o incluyo de origen burgués) lo hagan militantes con una orientación proletaria revolucionaria seria. Si no ha habido una oleada casi revolucionaria, difícilmente los militantes que surjan podrán ser expresión de ese empuje político, de convicción, voluntad, combatividad; de la tibieza no puede surgir nada que queme, y el calor siempre tiende a disiparse en un medio más frío.

Esto a su vez, hace más improbable que esos militantes contribuyan a orientar correctamente la actividad de la clase, o a romper el proceso vicioso en el que está encerrada (un bucle reformista – populista de izquierda), desbloqueando su avance, que es precisamente lo que yo me propongo desde el 2012 con mi orientación expuesta una vez más en “Este artículo hará historia, para vencer” (11-2-2022) — https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/ : salir del marco nacional al europeo para que la clase lo tenga más fácil para desplegar su potencial y del modo más eficiente, lo que a su vez estimulará el surgimiento de militantes y organizaciones revolucionarias que contribuirán a su avance.

Imaginemos que el deterioro de las condiciones de existencia, la amenaza creciente del cambio climático, el riego de conflictos militares (también en Europa; la crisis militar en Ucrania es un indicio de lo que nos puede ocurrir) haga que sectores muy importantes de la clase trabajadora y el pueblo se lancen a la lucha. Muy mal lo tendrán para avanzar, debido a la inexistencia de una o varias organizaciones revolucionarias con cierta entidad, que las ayuden a evitar las trampas, desvíos, vacilaciones, imprudencias…, que de seguro harán peligrar su marcha. Esto hace más imperiosa la necesidad de avanzar en el proceso de debate, cooperación y unificación, luchando contra el espíritu de rutina y de secta. Y cuando digo cooperación y unificación estoy pensando no sólo a escala estatal, sino especialmente europea, cuando menos.

No estamos en tiempos como la década de los 1950, en la que los grupos políticos revolucionarios tenían la tarea sobre todo de conservar la herencia teórico política y elaborar para el futuro, pues el capitalismo todavía tenía, pese a su decadencia, mucho recorrido, como se ha visto. Ahora nos encontramos con una gran debilidad propia de grandes derrotas y sin embargo, a la vez, la necesidad de “darle la vuelta” a esto cuanto antes, pues la fase terminal del capitalismo “se nos echa encima”. Dejar la creación de las organizaciones serias con vocación de influir en la gente en dirección a la revolución, para el momento pre-revolucionario, hará que los acontecimientos nos desborden completamente, se multipliquen los errores por la improvisación, lleguemos demasiado tarde a la cita con la Historia; las derrotas de nuestra clase están sembradas con esos abortos. Esto es lo que se debiera hacer, pero la calidad del personal “revolucionario” actual puede impedirlo, y la del nuevo, no contar ya con el tiempo necesario (siempre el factor tiempo, en nuestra contra).

Lo que esos revolucionarios sueñan para el futuro (el socialismo-comunismo, la anarquía…), puede estar a poco de ya no ser realizable por la desaparición de las condiciones objetivas que lo harían posible (retroceso económico, escasez de recursos, desastre medioambiental, autodestrucción militar…), pero atrapados en la rutina y los viejos dogmas, se olvidan de dar la vuelta a su reloj de arena, fina como el polvo al que se verán reducidos sus sueños. Hace falta pasar de las generalidades sobre el comunismo de la abundancia, a lo que realmente sería posible en un mundo que necesariamente deberá reducir radicalmente su consumo. Hay muchísimo que profundizar y, sin ser experta en los detalles en los que entra, creo que un ejemplo de cómo ir en la buena dirección es el artículo “La necesidad de una transición planificada y socialista” de Estanislao Cantos, en la revista Viento Sur, nº 179 de diciembre de 2021, https://vientosur.info/category/revista/vientosur-no-179/

Debemos conseguir que la gente pase del “es lo que hay” (el capitalismo como realidad insuperable) y del “no hay futuro” (lo que creerán cada vez más gente), al “con el capitalismo, para los trabajadores no hay futuro; ¡planeemos el nuestro!”, o el descontento se traducirá en una fuerza negativa, nihilista y autodestructiva. Pero esto exige un gran esfuerzo por parte de los más avanzados para desarrollar un programa y “plano” descriptivo de la civilización que queremos lo suficientemente detallado y creíble para que pueda servir de inspiración a los trabajadores/as del mudo para levantar su propio programa por el que luchar.

Pueden hablar mucho de la unidad y solidaridad de la clase trabajadora, del internacionalismo proletario, incluso decir generalidades y manifestar buenos propósitos sobre impulsar la unidad en Europa y luchar contra tratados, etc. (ya lo decían en 2012, pero no hicieron absolutamente nada en ese sentido, sino todo lo contrario), pero no hay visión, ni pasión, ni propósito verdadero (una tarea efectiva) en sus palabras: son pura rutina, palabrería hueca sin contenido real, o “brindis al sol”. Por eso son incapaces de darse cuenta de lo que tienen “delante de las narices” desde hace muchos años ya: de la extraordinaria oportunidad (¡un sueño para los revolucionarios del pasado!) que nos ofrece la Unión Europea para forjar la unidad de nuestra clase en este continente que tantas veces ha visto cómo sus trabajadores se masacraban entre sí bajo la bandera de capital nacional. Por eso son incapaces de reconocer la oportunidad perdida en esta pasada década mientras, tal vez, dedicaban sus esfuerzos a apoyar a Podemos, los “ayuntamientos del cambio” y hasta el nacionalismo catalán. Por eso, menos incluso se percatan de la importancia que este ejemplo de unidad puede tener para el resto de la clase trabajadora mundial (en particular para la de la “fábrica del mundo”, China) en unos tiempos críticos que acabarán desembocando en guerra inter-imperialista si no lo evitamos mediante el internacionalismo proletario (huelgas internacionales, etc.), no solo con las protestas pacifistas (manifestaciones, etc.) tantas veces impotentes.

Cuando se reúnen las mejores condiciones objetivas (materiales) para esa unidad proletaria, desde que surgieron los Estados, es cuando menos condiciones subjetivas (claridad, voluntad, iniciativa…) existen. Todo su discurso internacionalista, cuando no es inter-nacionalistas (apoyo a los nacionalismos), se parece demasiado a los de la vieja socialdemocracia reformista de la II Internacional, sobre la revolución, el socialismo y el internacionalismo proletario: reservado para sacarlo del baúl en las grandes festividades rituales.

Durante las décadas de 1960-80 había en la izquierda muchísimas ideas erróneas y hasta contrarrevolucionarias “de izquierdas” sobre el socialismo-comunismo (“modelo” URSS, chino, albanés, yugoslavo, cubano…), pero al menos, existía también una búsqueda, debate e investigación serios, teóricos y prácticos, y una intensa preocupación por las cuestiones de la estrategia correcta, aunque se le diese muchas veces respuestas nefastas. Esto hoy día brilla por su casi ausencia, y sin ello estamos derrotados de antemano.

La burguesía piensa “el capitalismo es el mejor sistema; las leyes del mercado, con la colaboración del Estado, nos salvarán”; ellos y también muchísima gente corriente cree “en la ciencia y la tecnología está la solución y algo inventarán”; los más radicales confían en que “la creatividad de las masas en lucha nos salvará”. Todo esto es falso y no se diferencia mucho de las creencias religiosas.

En lugar de dar grandes saltos en la crítica al capitalismo (hasta su raíz, la mercancía y la plusvalía – avanza el irracionalismo reaccionario expresado, por ejemplo, en el auge de las teorías conspiranoicas, incluso de forma organizada (QAnon, equipos en la sombra para la manipulación de las redes sociales…). En tanto la clase trabajadora y sectores populares piensen que no hay alternativa posible al capitalismo y que el socialismo-comunismo es imposible o indeseable; en tanto ni siquiera esté entre lo imaginable o fantaseado (como hoy día, a diferencia de otros momentos históricos no tan lejanos, como las décadas de los 1960 y 70), no habrá salvación. Y cuanto más débil se sienta y menos confianza tenga en sus propias fuerzas, menos creerá en esa posibilidad, pues ni siquiera podrán atisbar en sus luchas, objetivos, autoorganización, superación de las barreras identitarias y las fronteras estatales, una señal de su enorme potencial como fuerza transformadora y un anuncio de ese futuro.

La tentación es la de centrarnos, por su accesibilidad, en una actividad con orientación sectorial y local (a lo sumo nacional, incluso de nación dentro de un Estado plurinacional), y por miedo a la autonomización y burocratización, quedarse la organización a un nivel horizontal, sin comprender la necesidad imperiosa de la coordinación y la centralización de la lucha si queremos vencer y no ser derrotados por dispersarla, lo que constituye el principal peligro (NOTA 1).

Pese a algunos ascensos localizados y “dientes de sierra”, visto a escala mundial e incluso nacional, no hemos conseguido recuperarnos desde nuestro profundo declive tras el punto más alto en las décadas de los 1960-70-80. Y esto se hace más grave cuando vemos la postración ideológica de la clase trabajadora industrial más numerosa, localizada en China, Corea del Sur, India… La situación de nuestras fuerzas es más que penosa, desastrosa, y lo peor es la falta de lucidez para admitirlo y superarla (muchísima más desorientación que ante la I Guerra Mundial). Ni los optimistas patológicos, sacando de aquí y allá algunos datos, inflando la importancia de algunas luchas, embriagados por imágenes espectaculares, pueden ocultar esto, y menos si lo ponemos en relación con las gigantescas tareas que nos exige nuestro tiempo.

Las conquistas de trascendencia mucho menor a una revolución e incluso a lo que en el futuro inmediato necesitamos, para poder ser aceptadas en su día exigieron condiciones favorables en el capitalismo y a veces grandes luchas. Recordemos por ejemplo, cómo ni siquiera la oleada de manifestaciones multitudinarias por todo el mundo logró impedir en 2003 la guerra de agresión de los EE.UU. (Estados Unidos) y sus aliados contra Irak con su ocupación y saqueo, con el falso pretexto de su complicidad con el terrorismo del 11-S de 2001 en EE.UU. y la fabricación de “armas de destrucción masiva” que jamás aparecieron. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Manifestaciones_contra_la_invasi%C3%B3n_de_Irak_de_2003 , https://es.wikipedia.org/wiki/Protestas_antiguerra_del_15_de_febrero_de_2003

Las luchas que ahora serían necesarias ni siquiera tienen paragón en la Historia. Pero no somos conscientes de ello y por tanto nos mostramos excesivamente complacidos con las pequeñas victorias que obtenemos (sobre todo defensivas), sin comprender que necesitamos un cambio radical en la estrategia.

Si una gran crisis económica y una guerra dejan a la gente sobrepasada, desbordada por la situación y, por muy descontentas que estén y aunque protesten, se sienten impotentes para resolverla, eso ocurrirá mucho más fácilmente con lo que se nos viene encima por sus características (estructurales e infraestructurales, como la escasez de recursos básicos, hasta lo medioambiental) y sus dimensiones (planetarias y existenciales). En otros escenarios, quienes se entendían a sí mismos como los más avanzados, la vanguardia, se vieron desbordados por los acontecimientos e incluso por la respuesta del movimiento de masas. Pero en este momento histórico, las propias masas se sentirán sobrepasadas por circunstancias incontrolables e incluso incomprensibles, pues no resultará nada fácil ir a la raíz de las causas cuando está implicada la propia civilización y el modo de vida con el que ellas mismas se han identificado durante dos siglos (no bastará con echar la culpa a unos políticos, militares belicistas, empresarios que se enriquecen con la guerra, monarcas sirviendo a todo esto, y así conseguir detenerla, como en el caso de la I GM en Alemania).

La crisis de civilización unida al creciente peligro incluso de extinción de nuestra especie, requiere de una auténtica revuelta de la subjetividad (las aspiraciones, motivaciones, sentimientos, empatía, voluntad, capacidad de acción pese a los obstáculos…). Yo no he vivido ninguna situación que pueda considerarse, ni de lejos, como revolucionaria (algunos le ponen esa etiqueta a cualquier revuelta, sobrevalorándola, confundiendo sus potenciales con sus realidades), así que sólo conozco por referencias el tipo de atmósfera psicológica, emocional, etc., que se respira, lo que bulle dentro de la gente, el tipo de relaciones que se establecen… Desde luego, no se parece en nada a lo que hoy existe en nuestra vida cotidiana. Como no existen ni siquiera películas de ficción al respecto (a la burguesía no le interesa lo más mínimo producirlas), recurramos a los que conocemos bien por los films y documentales. Pensemos, como referente opuesto, el período de ascenso del nazismo. El modo más superficial de conocer su atmósfera psicológica, lo que se imponía en la mente y corazones de sus seguidores, es observar los uniformes de las milicias de las SA integradas por decenas de miles de hombres jóvenes, bien organizados, los desfiles marciales y retadores (nada de paseos), las banderas, los himnos, las canciones (extremadamente agresivas), la música de corte militar o wagneriana, las grandes y disciplinadas concentraciones incluso nocturnas (con antorchas o grandes focos de luz); todo expresando una enorme voluntad de poder, y la unidad, disciplina y violencia para imponerse. A mediados de los 1970, un sector de la juventud británica, crítica con el sistema, expresó su desesperanza (“no hay futuro”) con la música punk. En un tiempo previo y ante otros cambios sociológicos y políticos, fue el pop, el rock y los cantaautores con temas sociales y políticos (contra la guerra, la falta de libertad…). Ante lo que se nos viene encima, ¿qué expresión musical surge de la juventud que esté a la altura de lo que supusieron aquellos movimientos y, sobre todo, a la altura de las circunstancias, incomparablemente más graves que todo lo anterior?. La música manifiesta un estado de ánimo y las letras de las canciones, también un pensamiento (aunque no esté muy elaborado). Y como eso, con todo.

Sin un pensamiento y clima psicológico que se traduce en una forma de estar, de comportarse, con una voluntad de empoderamiento y de logro de sus objetivos, que impacta en el conjunto de la sociedad, que tiene sus propias expresiones estéticas e incluso artísticas, es imposible ese estado humano que acompaña a un ascenso realmente transformador, revolucionario. ¿Qué tenemos hoy? En cuanto a movimientos de masas, cuando no simple atomización individual, sobre todo la indignación, queja y la petición, en forma de protesta o voto en las elecciones, pero nada que exprese la voluntad y determinación por conseguir el poder de imponer los cambios necesarios, barriendo con los obstáculos. En cuanto a estilos artísticos, musicales, mi desconocimiento general desde la década de los 1980 no me puede ocultar que, de haber algo realmente tan importante como fueron aquellos otros, ya nos habríamos enterado todas/os.

Si no se ve claramente una alternativa salvadora, con la impotencia sin esperanza, producirá, entre muy amplios sectores de las masas, el efecto totalmente contrario al que necesitamos, esto es, una regresión a algo parecido a un estado mental depresivo, lo que será una dificultad añadida para una alternativa positiva. La inseguridad social y existencial, combinadas con sumo descontento, debilidad e impotencia, pues no se puede imaginar y creer en una alternativa revolucionaria, llevan a no poder superar el sistema social y a que la gente se eche en brazos de aquellos que, sin romper con ese sistema, demonicen al oponente, le hagan promesas (falsas), y le transmitan una gran fuerza y autoridad para imponerse, lo que apunta generalmente a fuerzas políticas de corte altamente autoritario, y lo de menos es si es en nombre de la “democracia”, la “libertad” (como el macartismo y la derechona de siempre), o del fascismo (otros führer, duce, caudillo), o del “socialismo” (estalinista o socialdemócrata de derechas como el que, tras la I GM, aplastó la revolución en Alemania apoyándose en los freikorps, de los que emergerían muchos nazis), que en todo caso se volverán contra la misma gente y otros pueblos. Podría pasarse a un estado mental de tipo bipolar (antes llamado maniaco-depresivo), de la depresión a la euforia (entrega histérica al “salvador”, confianza fanática en un futuro esplendoroso gracias a su guía…) que terminará en depresión, pero en cuanto se manifestase activa, podría sacar de los seres humanos lo peor de lo peor (baste recordar comportamientos asesinos y genocidas durante la II Guerra Mundial (II GM); el genocidio contra la izquierda en Indonesia y otros países; el “buen vecino de toda la vida” y su bestialidad durante las “limpiezas étnicas”, como en Yugoslavia, por no remitirnos a un país atrasado como Ruanda).

Si Alemania, donde estaba la clase trabajadora más fuerte del mundo, pudo dar paso a la barbarie que conocemos (nazis, II GM, ataque generalizado a la población civil, genocidios, etc.), mucho mayor podría ser cuando ya no existe ningún país en el que tenga una fuerza comparable, ni remotamente. Es mucho más fácil (hasta cómodo), dejarse arrastrar por la corriente dominante (al “calor del rebaño”), ser ignorante vocacional, prejuicioso (basta con elegir los informativos de una cadena de televisión en lugar de los de otra, menos reaccionaria o hasta “progre”), estúpido, y dejarse manipular, que lo contrario; y ahora es mucho más sencillo gracias a las redes sociales utilizadas maquiavélicamente. Son los idiotas útiles de los grandes criminales. ¡Y hay muchos, muchos millones de personas así, llenas de resentimiento y hasta odio, autoritarias, deseosas de hallar chivos expiatorios, para sacar a la luz toda su ruindad y violencia, “joder” a alguien para colocarlo “por debajo” de ellos, “pequeños hombrecitos” (decía Wilhem Reich), asustadizos ante amenazas reales o fantásticas (paranoides), cobardes para enfrentarse al verdadero poder, pero dispuestos a convertirse en “la jauría humana” (empezando, hoy, por las redes sociales), aunque sea a costa de que al final “las jodan vivas”, como el populacho que apoyó a Hitler y luego murió (junto con víctimas totalmente inocentes) bajo las bombas de los también imperialistas y criminales Aliados, para acabar negando los supervivientes que alguna vez fueran nazis!. El narcisismo en ascenso y la psicopatía de pocos pero suficientes (ambos fomentados por la propia dinámica capitalista y su “selección de personal”), proveerán del combustible del mal, necesario para alimentar esa marea de inhumanidad. Son deficiencias de la naturaleza humana que el capitalismo y sus Estados nunca han contribuido a superar, y con estos, la vida civilizada y el respeto entre los humanos no es más que una fina capa que se descompone y arde con furia, consumiéndolo todo, como no ocurre en ninguna otra especie.

No es que piense que el ser humano es malo por naturaleza. Si así fuese, ya nos habríamos extinguido gracias al arsenal militar que tenemos. Pero ojalá nos pareciésemos más, entre nuestros parientes primates próximos, a los bonobos y no a los chimpancés, tan similares entre ellos y tan diferentes a la hora de relacionarse y resolver sus conflictos (simplificando: “haz el amor y no la guerra” de los primeros, frente a la “política” y la agresión de los segundos). Pero así como a diferencia de otras especies nacemos demasiado inmaduros y dependientes (eso nos permite un posterior desarrollo prodigioso), también somos demasiado proclives a que algunos de nuestros procesos psicológicos se descontrolen (algo así como lo que orgánicamente ocurre en el caso de las células cancerosas), con casos tan evidentes como la depresión clínica (no el simple “estoy depre” de la tristeza o desánimo ocasional), y muy vulnerables a la influencia de las situaciones, los contextos, de modo que, incluso siendo buenos, pueden hacer de nosotros algo realmente peligroso para los demás (véanse los experimentos de obediencia a la autoridad de Stanley Milgram y sus variantes más recientes, o el de Philip Zimbardo y su “cárcel”), y el capitalismo y su Estado es uno de esos contextos situacionales nefastos, tóxicos.

En realidad no hace falta nada sofisticadamente reaccionario, sino saber aprovechar la tendencia natural (la necesitan los niños/as para sobrevivir, siguiendo las indicaciones de sus padres), reforzada por la sociedad de clases, de obediencia a la autoridad. Y ponerla bajo las órdenes o el liderazgo de los más desalmados y psicópatas organizados por el Estado, a plena luz o a su sombra (operaciones secretas, grupos parapoliciales, escuadrones de la muerte, etc.; como por ejemplo, hoy día en Colombia pese a los acuerdos de paz entre la guerrilla y el Gobierno, con el asesinato sistemático de líderes sociales, repitiendo lo ya ocurrido en ocasiones similares). Véase en Recursos.

Una situación angustiosa, en la que se ha impuesto el miedo y la urgencia, es poco favorable para el pensamiento racional y creativo que exige reflexión, calma y tiempo. La gente echa mano de lo que sabe, de lo que le es más afín y de lo que le permite entender la situación del modo más sencillo y con soluciones fáciles. Y en esto, las actuales generaciones (sobre todo las europeas), tienen una enorme desventaja, pues carecen totalmente de experiencias de tipo revolucionario (ni siquiera exitosas importantes) y tampoco pueden servirse, como referentes más o menos próximos, de las de otros continentes, ni por aproximación (como las luchas anticolonialistas y antiimperialistas tras la II GM, por ejemplo Argelia, Cuba, Vietnam…), y la revolución rusa de 1917, alemana de 1918, la de Asturias (España) de octubre de 1934, etc., les caen demasiado lejos y sobre todo, terminaron muy mal. En España, las luchas más importantes del tardofranquismo y la Transición democrática ya solo las recuerdan los jubilados muy interesados; y en Francia, el mayo de 1968 queda también ya muy lejos, y su recuerdo “descafeinado” en cuanto a su contenido real (una huelga general de muchos días). Un historial de resignación o de derrotas carente de épica y heroísmo (a diferencia de la Comuna de París de 1871, y otras revoluciones aplastadas), no pueden inspirar ningún aliento salvo para buscar un “salvador” ante su incapacidad para autoliberarse. Comparado con lo que disponíamos como inspirador (para bien, aunque también para mal en algunos casos) la generación luchadora de los 1960-70, las actuales no tienen nada. Cierto que estarán menos expuestas a ciertos mitos tramposos, pero a efectos de una actitud proactiva y entusiasta hacia el cambio realmente transformador, que es lo más importante en la situación que llegará, se sentirán huérfanas, y por consiguiente más fácilmente se echarán en brazos de otros referentes “poderosos”, pero reaccionarios, que se aprovechen de su impotencia.

Los demagogos se beneficiarán de la tendencia de la gente a la obediencia a la autoridad, de sus prejuicios conservadores, de su dificultad para separar la verdad de la manipulación mentirosa (la mentira repetida tantas veces que ya parece verdad o aunque se sepa que no lo es, subconscientemente, sigue influyendo en el criterio), de su aprieto para distinguir los miedos justificados de los que no lo están (estos últimos, agitados con una orientación reaccionaria). Si no deseamos que eso ocurra, ya desde antes habremos tenido que sembrar y arraigar en sus conciencias el punto de vista crítico transformador revolucionario y su alternativa al capitalismo y a su Estado (aunque todavía no lo asuman como propio y en la práctica), o de lo contrario, no podremos competir con la reacción por la conciencia de amplios sectores de las masas pues ya habrán tomado posesión de ellas y no perderán el tiempo para explotarlo al máximo a su favor, aumentando su poder, poniéndolo todavía más difícil para que la gente se reconduzca y lo rechace.

Si no espabilamos y pronto, nuevamente pueden cogernos la delantera (ya lo están haciendo) y esta vez arrastrarnos, con su estupidez y locura, a la autodestrucción total. Y el proceso podría ser muy rápido, y no necesitarían el apoyo de la mayoría absoluta (más del 50% de los votos). Recordemos que en Alemania, la crisis de 1929 llevó en poco más de tres años (jueves negro de la bolsa el 24-10-1929) al ascenso del nazismo al poder (Hitler nombrado canciller el 30-1-1933, habiendo obtenido los nazis en las elecciones federales del 6-11-1932, el 33,09% de los votos; y sumados los votos de socialdemócratas y comunistas el 38,44% https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_federales_de_Alemania_de_noviembre_de_1932 ), y luego, en menos de siete años (1-9-1939), a la II GM (diez años entre el comienzo de la crisis mundial del capitalismo y de la guerra mundial). Recordemos también que en Italia, finalizada la I GM (11-11-1918), se sucedieron importantes luchas de campesinos, obreros agrícolas e industriales, con ocupación de tierras y sobre todo de las fábricas (septiembre de 1920), pero a esto le siguió una terrible ofensiva violenta y terrorista de las milicias fascistas (apoyadas por la burguesía y su Estado) que dejaron noqueada a la clase trabajadora, y tras el espectáculo de la “marcha sobre Roma” (las autoridades no quisieron reprimirla), el Rey encargó a Mussolini la formación de gobierno (29-10-1922), y el 16-11-1922, era elegido presidente del gobierno, aunque para la Cámara de Diputados el partido fascista sólo había obtenido en las últimas elecciones 35* de los 535 escaños (el 6,54%) en un sistema de representación proporcional, y para principios de 1925 ya se había quitado la careta parlamentaria y en el curso de ese año se implantó definitivamente el régimen fascista. Pensemos también en la rapidez con la que se puede proceder al genocidio “civil” (“pacífico”) de más de nueve millones de personas, sin que casi tengan tiempo para darse cuenta y menos para resistirse. Es lo que puede ocurrir una vez que se traspasa el punto de no retorno, de ahí el pensar siempre en él, en no caer en ese profundo y oscuro pozo del que no se puede salir y desde él ni siquiera saber lo que está pasando fuera hasta que te extraen para acabar contigo de inmediato.

(*) Esta cifra de 35 diputados la da Gabriel Kolko en su libro “El siglo de las guerras” (Paidós) página 157. La Wikipedia dice que eran 33 https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Italia_de_1921

Las revueltas con una orientación revolucionaria no acabarán con el Estado burgués y el capitalismo, si no cuentan con una comprensión muy profunda de su naturaleza y de cómo espontáneamente tienden a mantenerse y resurgir incluso bajo la apariencia de socialismo o hasta de anarquismo, y que por tanto, todo hay que organizarlo muy bien, y no solo a nivel de empresa, sectorial o local, sino en una escala vastísima, nacional, continental y planetaria. Acabar con el capitalismo y sus Estados pero para imponer el orden bien establecido de otra civilización (desde la planificación de las cuestiones económicas productivas y reproductivas más básicas, hasta el control de los elementos antisociales, como los narcisistas psicópatas difícilmente recuperables, pero al menos cerrándoles las posibilidades de medrar y hacer daño), es una tarea muchísimo más complicada que con el esclavismo o el feudalismo, y no se logrará a base de revueltas espontaneas.

Lo más probable es que asistamos a revueltas desorientadas y a la desesperada que, por muy combativas que sean, darán paso a la derrota, al desánimo, y al “trágala”. En el mejor de los casos, luchas con objetivos aparentemente muy radicales (ocupación de empresas y gestionismo…) pero que no tardarán en ser recuperados por la dinámica propia del sistema (cuando no directamente aplastados), por la burguesía y sus Estados por su incapacidad para romper con ellos hasta la raíz. Dependiendo de los países y sus diversas zonas, los escenarios podrían variar mucho, hasta el de situaciones caóticas (no la anarquía del anarquismo), de “Estado fallido”, con desprotección de la gente (ni asomo de “Estado de bienestar”, ni de seguridad ciudadana: impunidad para asesinos en serie, violadores, asesinos por robarte la cartera en la calle o la caja escuálida del pequeño comercio, etc.), con la corrupción campeando a sus anchas, sin derechos laborales y sociales efectivos, con imperio de las mafias incrustadas hasta la médula en lo que queda del Estado y la economía capitalista, y “señores de la guerra”; donde, para la inmensa mayoría, la vida será sinónimo de sufrimiento y más sufrimiento, sin capacidad para visualizar una salida.

Sin tener ya disponibles propuestas elaboradas en serio y a fondo por los sectores más avanzados, todo apunta a perder la partida que se decidirá en un tiempo (breve y bastante pronto) que no podremos manejar según nuestros deseos, y que se nos escapará como se escurre el agua entre los dedos.

Las nuevas pandemias y sucesivas “olas”, además de profundizar en la crisis de civilización capitalista (económica, gestión sanitaria…, irracionalismo y ascenso de la ultraderech) y la mortandad, con sus restricciones a las libertades (unas pueden estar justificadas por totalmente necesarias por motivos sanitarios; otras, oportunistas, para mejor dominarnos, aprovechando las circunstancias) y sus efectos psicológicos y en las relaciones humanas (miedo, aislamiento, desconfianza de los demás, tristeza, depresión…), contribuirán a frenar la necesaria concienciación (“causa natural”, dirán, como si no tuviese nada que ver con el descontrol y degradación provocado por el capitalismo) y movilización para las luchas en general (confinamiento domiciliario, prohibición o limitaciones para reunirse y manifestarse, teletrabajo…). También podrían servir para que, ante un horizonte de conflictos militares, nos fuésemos acostumbrando a estados de emergencia y a soportar condiciones antinaturales (del confinamiento domiciliario, a bajar a los refugios antiaéreos; de la mascarilla sanitaria, a la máscara anti-gas, etc.) y a tener que someternos a la autoridad militar (recordemos la presencia de mandos militares en las comparecencias del Gobierno al comienzo de la pandemia, y de los ejércitos en otros momentos).

Si a esto le añadimos el envejecimiento de la población (sin experiencias, en su juventud y fase adulta, de luchas radicales y revolucionarias, y con una mentalidad tirando a conservadora y a no complicarse más sus últimos años de vida), el menor porcentaje de jóvenes (quienes más interés tendrían en un futuro nuevo justo y sostenible), la motivación, ganas y fuerzas para luchar, serán inferiores a lo que ocurría en la década de los 1960-70, durante una explosión demográfica juvenil, si es que no hay un extraordinario avance en la crítica del capitalismo y sus Estados, y en la popularización de la alternativa transformadora revolucionaria. Esto hace que, pudiendo confiar menos en el factor espontáneo de la renovación generacional que viene con nuevos bríos y no carga con la “mochila” de la desmoralización por derrotas pasadas, y sin embargo sabe aprovechar las experiencias revolucionarias de sus mayores (¿?), adquiera todavía más relevancia que en el pasado, el factor de la intervención consciente, orientadora, de las minorías revolucionarias que sí conservan esa memoria histórica.

Debemos ser muy conscientes de todo esto para explorar cómo contrarrestarlo, pues sus efectos debilitadores pueden ser muy fuertes y cruciales según el momento. Por ejemplo, el avance hacia un proceso revolucionario podría frenarse e incluso anularse a cuenta de una pandemia y sus restricciones, facilitando que la reacción y la contrarrevolución tomasen la iniciativa.

Ahora quiero abordar un tema muy querido por los más optimistas y al que recurren siempre para alegar que hay “mar de fondo” donde los demás observan “calma chicha”. ¿Os acordáis de aquel personaje de los dibujos animados llamado súper ratón, el ratón atómico o algo así? Pues nosotros tenemos al viejo topo (no confundir con otro antiguo personaje para niños, el Topo Gigio).

No niego que pueda existir una maduración subterránea de la conciencia, no sólo en los revolucionarios, sino en sectores de las masas, que no se visibiliza aún en la superficie de las luchas, y que el viejo topo acabe emergiendo con el puño levantado y dispuesto a dar la batalla. Pero sobre todo en cuanto a los sectores de masas, ese desarrollo no puede darse en el vacío, como una inspiración del Espíritu Santo o de las musas de la revolución. Necesita de previas experiencias de luchas importantes de las que se saquen lecciones relevantes; de tener como referente a teóricos, teorías, organizaciones o luchadores (aunque sea de forma icónica, como fue muchas veces el caso de Ernesto Che Guevara y su fotografía) que inspiren a sectores relativamente amplios y que éstos debatan. Y todo eso escasea y mucho. De modo que, esta vez es muy probable que el viejo topo emerja pero ya un tanto bastante envejecido (como la población en general), también un poco “corto de vista” (así la tiene el topo), sin el suficiente alcance internacional y a largo plazo, y como es bajito, sin la conciencia a la altura de las circunstancias, ni la fuerza a la medida de los enormes obstáculos a derribar, y además, a destiempo (el cambio climático, el agotamiento de recursos, etc., no se han comprometido a esperar a nuestro querido topo y no conceden segundas oportunidades). Así como se tiende a sobreestimar las luchas existentes, también los síntomas de una maduración subterránea de la conciencia. Demasiadas veces se ha confiado por demás en ese proceso subterráneo y las expectativas no se ha confirmado en los hechos, ni de lejos. No podemos caer en una especie de mística, de creencia en que sin duda existe lo que nos gustaría aunque no sea perceptible, apostarlo a ello y relajarnos en lo más mínimo.

Es curioso que los fans del viejo topo no hayan imaginado la figura de su gran enemigo, como suele ocurrir en los comics. Para ser realistas, lo mismo que fantaseamos con el simpático topo, debiéramos imaginar a su oponente, y yo lo he hecho por vosotros. Mi candidato es el monstruo marino kraken que, desde las profundidades abisales, emerge a la superficie para, con sus múltiples tentáculos, destruir a los grandes barcos veleros, y devorar a los navegantes. ¿Y a quienes representa esa criatura del abismo?. Pues a las fuerzas irracionales, emocionales viscerales, de envidia, resentimiento y odio, violentas, autoritarias, prejuiciosas, que se alimentan de bulos conspirativos, míticos, étnicos, etc., que dan lugar a todas las fuerzas de la reacción, la contrarrevolución, el genocidio, y que se expresan en las redes sociales (los acosadores organizados o individuales, los trols), las maniobras de guerra psicológica (sus montajes mentirosos, calumniosos, tóxicos, estrategia de la tensión, antagonismos artificiosos para dividir a los sectores populares, etc.), las votaciones electorales, los partidos y liderazgos populistas de derecha, ultraderecha, fascismos…. , pero también un tecnocratismo desalmado con careta democrática (incluso socialdemócrata; antes también estalinista) para el que el fin (mantener el capitalismo y su Estado) justifica cualquier medio por inmoral que sea y cueste lo que cueste en sufrimientos y vidas humanas. Sirven ante todo a los intereses de la burguesía y sus Estados, pero consiguen una importante base social en sectores populares e incluso pueden obtenerlo entre la clase trabajadora más confundida (piénsese en los nazis y los desempleados, el apoyo al presidente norteamericano Trump en el llamado cinturón del óxido –“Rust Belt”, extenso territorios con industrias cerradas-…). Y de momento, parece que su kraken ha tomado la delantera a nuestro topo.

Es cierto que la clase trabajadora todavía no ha sido aplastada, como con el fascismo. Pero además de los argumentos importantes que ya he presentado al comienzo, debo decir que tampoco hizo falta en Francia, Reino Unido, EE.UU… para lanzarla a la guerra inter-imperialista que fue la II GM (antes también la I GM), pues no luchaban contra el fascismo (no movieron un dedo por la II República española en la guerra civil, y alguno más bien hizo lo contrario; la desnazificación de Alemania occidental fue muy superficial) sino por defender su imperio colonial (Francia, Reino Unido, Holanda, Bélgica), o por extenderlo (EE.UU. y su neo-colonialismo, anticomunismo feroz, apoyo a dictaduras militares y masacres por todo el mundo).

Aunque desde hace unas décadas existan grandes ilusiones pacifistas (sobre todo en Europa occidental), no podemos hacernos ninguna con respecto al Estado burgués y sus cuerpos armados (policías, militares, servicios secretos…). Como un ejemplo reciente, tenemos la represión bestial del Estado sirio contra su población (con la colaboración de Rusia), provocando que gran parte de ella deba exiliarse; o las repetidas campañas de guerra del “democrático” Estado israelí contra los palestinos.

Desde la primera mitad del siglo XIX (el tiempo de las barricadas), el armamento de todo tipo ha experimentado un despliegue cuantitativo y cualitativo fantástico, además de bases militares y centros de mando secretos y altamente protegidos (bunkers subterráneos, comunicaciones por satélite, submarinos con la autonomía de la energía atómica y con misiles nucleares, etc.) y alianzas militares intercontinentales, como la OTAN. Las posibilidades que ahora tiene la represión, con muy poco personal y a larga distancia, y su precisión, son alucinantes (pensemos en los asesinatos selectivos de dirigentes mediante drones), además del espionaje masivo de la población (telefonía, uso de internet, tarjetas para todo, visión a través de satélite…). El modo ideal de anular todo eso sería conseguir la quiebra moral de su personal servidor de base, que no estén dispuestos a realizar su tarea. Esto sólo sería posible levantando una autoridad moral y efectiva mucho mayor. A su vez, solo si consiguiésemos la deslegitimación total del capitalismo y su Estado, aislamiento político de la burguesía y especialmente de esos cuerpos. Y esto solo sería factible si el poderío político alcanzado por el movimiento de masas fuese tan abrumador y el proyecto social alternativo tan atractivo y aceptado (también por la pequeña burguesía), que no se viesen con la voluntad y el convencimiento para enfrentarlo y vencerlo. Incluso eso, durante cierto tiempo, no nos evitaría la necesidad de la autodefensa contra ataques despiadados y terribles.

Pero conseguir esa situación ideal es extremadamente difícil (si no, imposible), en particular cuando los ejércitos están formados en su mayoría por profesionales (ideologizados y que identifican su subsistencia con la permanencia en el ejército), y no por conscripción, esto es, el servicio militar obligatorio –“la mili”- que daba al pueblo acceso a las armas del ejército y a los mandos militares. El miope movimiento pacifista pequeñoburgués por la abolición de “la mili” (en lugar de por conseguir importantes derechos democráticos y económicos para los soldados, pero entendiendo el servicio militar obligatorio como un derecho de la ciudadanía, como en su tiempo lo vio el movimiento socialista internacional, frente a los ejércitos aristocráticos y mercenarios), hizo el juego a los estrategas militares burgueses más inteligentes que buscaban la profesionalización, sobre todo para un ejército tan tecnológico. Las armas son un asunto demasiado importante como para dejarlo en las exclusivas manos de los militares profesionales, sobre todo tratándose de un ejército con un historial belicista, golpista, guerracivilista, fascista… Tú puedes ser un santón pacifista, pero el Estado ¡jamás lo será! pues es la expresión de una dominio de clase.

Por tanto, salvo en caso de movilización general para la guerra, con llamada a filas de los civiles, no veremos los soviets de soldados de Rusia de 1917, ni siquiera los consejos de soldados de Alemania de 1918; también, porque hoy la guerra podría experimentar rápidamente una escalada que la elevase al nivel nuclear, sin tiempo para desarrollar al interior del ejército semejantes resistencias populares. Pero en caso de un levantamiento popular, tampoco tendríamos enfrente a soldados por conscripción, más fáciles de convencer para que no disparen contra su pueblo y para que se pasen a su lado y lo defiendan. Así que el escenario más probable sería el del ejército admitiendo voluntarios contrarrevolucionarios, o apoyándolos, algo similar a los asesinos cuerpos francos (freikorps) de Alemania tras la I GM ¡quizás nuevamente con un gobierno socialdemócrata, salvando al capitalismo y su Estado burgués contra la revolución socialista! https://es.wikipedia.org/wiki/Freikorps . Un escenario altamente probable en los EE.UU., donde proliferan las armas entre la población civil y hay muchas milicias de derechas.

Esta es una razón más para conseguir que las fuerzas de represión, en vez de poder concentrar sus esfuerzos en pocos centros de lucha, deban dispersarlos lo más posible y así hacerse menos fuertes y también más vulnerables a la desmoralización y a las derrotas; la lucha simultanea también permitiría enviar refuerzos a aquellas partes que fuesen atacadas, sin esperar a que les tocase el turno de hacer frente a una estrategia contrarrevolucionaria de ir aplastando una a una las secciones revolucionarias (al estilo de Alemania tras 1918).

Y esto lo conseguiremos con más facilidad si la lucha no se plantea en términos nacionales (Cataluña, Euskadi, Galicia…), ni estatales, sino a escala europea, para empezar, además de que eso minará el “pegamento” nacionalista tan útil a la reacción. Esto pone una vez más en un primer plano los problemas políticos: objetivos comunes, programa estratégico por el que luchar, alianza con sectores populares, a escala europea. Sin esto, será en vano preocuparse por lo demás, salvo para los que caigan en una visión militarista (errónea) de la revolución socialista-comunista, condenada (como tantas veces se ha visto) al fracaso, lo que a su vez tanto ha contribuido a alimentar las ilusiones pacifistas.

De nada servirá que nosotros avancemos a pasos, si ellos (la reacción) lo hacen a saltos; o nosotros a saltos y ellos a la carrera; nosotros de modo lineal, y ellos exponencial, como la pandemia del coronavirus con la variante omicrón.

Vamos enormemente retrasados. Ya, cuando menos, debiéramos estar con la iniciativa estratégica, siquiera sea en lo ideológico, es decir, que el capitalismo y su Estado no solo esté muy desacreditado, sino a la defensiva ante la creciente legitimidad ideológica del proyecto socialista-comunista. Si solo hay descrédito del sistema, pero no hay ni asomo de una alternativa creíble, no es posible la iniciativa estratégica en su contra. Y esta credibilidad de la alternativa no se debe solo a su solidez como proyecto, ni a las esperanzas que en él puedan depositar los trabajadores/as, sino sobre todo a la confianza de la clase trabajadora en sí misma, en su capacidad para llevarlo adelante, gracias a la experiencia de su lucha y la fuerza que sabe puede acumular, que lleva a que llegue a prestarle atención a ese proyecto transformador revolucinario (en peores circunstancias, ni lo haría) que ella deberá convertir en la elaboración de su programa.

La clave, por tanto, no está en un conocimiento y convicción intelectual, digamos “libresco”, en adoctrinar y educar a las masas pasivas, sino en conseguir ante todo esa confianza en sí misma que sólo es posible a través de la lucha como clase, lo más extensa territorialmente y elevada en objetivos que en cada momento sea factible. Por consiguiente, aun cuando los más conscientes debamos avanzar todo lo que podamos en la elaboración del proyecto de civilización alternativa, la clave fundamental para que los trabajadores/as lo hagan suyo, lo desarrollen y plasmen programáticamente (como lo hacen con sus reivindicaciones particulares de sector, etc.), es que sobre todo impulsemos las condiciones de lucha para que puedan llegar a planteárselo, y éstas son, las que le permitan adquirir la mayor fuerza, conciencia y confianza en sí misma; de aquí una razón fundamental para la orientación europeísta, no nacionalista ni imperialista, sino internacionalista proletaria, que expondré en la sección II de este texto.

Son innegables las numerosísimas derrotas, que no estamos en fase de flujo (subiendo la marea), sino de reflujo (retirándose la marea), y por tanto, muy lejos de estar a la ofensiva (ni siquiera con la iniciativa estratégica con un sistema muy cuestionado y uno alternativo cada vez más apreciado por una clase trabajadora muy empoderada). Estamos a la defensiva y retrocediendo, cuando ya debiera ser todo lo contrario. Y esto es lo más importante, pues la fuerza o debilidad no pueden medirse como un factor fijo (como la temperatura corporal para saber si tenemos fiebre o no, medirla por horas de huelga, número de manifestaciones y participantes, y otros datos empíricos por el estilo), sino en relación al momento histórico, las tareas objetivas.

Por eso, una determinada debilidad puede ser o no alarmante, dependiendo del tiempo histórico. Por ello, decir cosas como que “la clase trabajadora no está vencida” es una generalidad poco útil, pues sirve lo mismo para 1980 que para hoy, y dice bien poco sobre la realidad; como aplicarla indistintamente a un ejército que todavía tiene alguna posibilidad estratégica para ganar, o al que todavía puede imponer un “empate”, o al que le falta muy poco para el punto de no retorno en el que ya le será imposible “darle la vuelta” al curso de la guerra (todo será una línea dominante de retroceso hasta la derrota total), o porque todavía puede dar grandes batallas y causar enormes daños al enemigo (pero retrocediendo y sin posibilidad de evitar la derrota final), o porque aún no se ha admitido una rendición incondicional y se resiste de modo desesperado y suicida.

Antes de proseguir quiero cuestionar una ida simplista y errónea sobre la ofensiva y la defensiva. Según ella, solo pasaremos a la ofensiva en la etapa ya revolucionaria. Esto es adormecedor, pues aunque sigamos en la etapa defensiva podemos tranquilizarnos pensando que no vamos mal pues sólo en el tramo final, cerca ya de la meta, estaremos en la ofensiva. Pero ¿cómo se pasa de la defensiva a la ofensiva?, ¿acaso todo es defensiva o todo ofensiva, y no se dan las dos cosas a la vez, en algún aspecto?. Lo importante es el criterio de iniciativa estratégica que, en términos militares, sería la capacidad para imponer, marcar los tiempos, los lugares y los modos de luchar, lo que se traduce generalmente en mantener la ofensiva en la ocupación del espacio del enemigo, pero también puede consistir en que quien tiene la iniciativa estratégica consigue una defensa inexpugnable y obliga al enemigo a atacar, desgastándose tanto que luego no puede resistir un contraataque, pasando ya a la ofensiva, pero sin negar la posibilidad de algún revés, de tener que ponerse ocasionalmente a la defensiva (en un sentido táctico) y luego contraatacar para volver a la ofensiva, pero sin perder nunca la iniciativa estratégica. Quien tiene la iniciativa estratégica, en el baile impone el estilo, la música y la letra, aunque su oponente de vez en cuando le propine un pisotón. Quien tiene la iniciativa estratégica es ante todo proactivo, imponiendo las reglas del juego, y quien no, reactivo, debiéndose adaptar al juego impuesto. No debe confundirse con la iniciativa táctica (es decir, para un caso en particular, no la lucha general, pero que debe estar subordinado siempre a los objetivos de la estrategia) que, en un momento dado, puede corresponder a quien no tiene la iniciativa estratégica, por ejemplo, planteando de manera sorpresiva una batalla defensiva o un contraataque que puede ser exitoso… Iniciativa estratégica no es exactamente lo mismo que ofensiva estratégica (quien tiene la iniciativa estratégica, si lo ve como la mejor opción de momento, puede elegir e imponer al enemigo su defensa estratégica para que agote contra ella su ofensiva general). Pero en la lucha proletaria revolucionaria, al no ser su objetivo conservar lo que tiene (siempre inestable, en precario y en cuestiones totalmente secundarias), sino conquistar las condiciones para una nueva civilización, acabe traduciéndose en eso (ofensiva estratégica), que a su vez, y según las circunstancias del momento, se traducirá en ofensiva táctica o en defensiva táctica, aunque mayormente y en lo más decisivo, en lo primero, pues la defensa táctica siempre estará subordinada a mejorar las condiciones para la posterior ofensiva táctica dentro de la ofensiva estratégica.

Por eso, en todo combate hay que tomar el valor de dos factores: el táctico y el estratégico. Y el más importante es el estratégico. Una victoria o derrota táctica ¿qué valor tiene en términos estratégicos, esto es, cómo afecta en nuestro progreso a la victoria final?. Recurramos al símil militar, muy visual y sencillo. Por ejemplo, si por pura suerte caen en nuestras manos los códigos secretos de las comunicaciones del enemigo y él no es consciente de ello, sin ni siquiera una pelea por nuestra parte, no habrá valor táctico en esta victoria, pero el valor estratégico del asunto es extraordinario. Podemos tener una batalla descomunal con cientos de miles de muertos, incluso ganarla (más pérdidas ellos que nosotros); se podría decir que es una victoria táctica clara (aunque a un coste altísimo, y mayor para el enemigo), pero puede no tener el menor valor estratégico si no permitiese avanzar lo más mínimo a la victoria final, como ocurría por ejemplo, con la guerra de trincheras (en bucle infernal), en el frente occidental, durante la I Guerra Mundial.

Toda posibilidad de victoria táctica debe estar subordinada al objetivo estratégico, pues de lo contrario, por un asunto y objetivo de importancia menor, podría desviarse del principal y ocurrir que en la jugada perdiésemos recursos y un tiempo imprescindible y eso nos llevase incluso a la derrota, con el resultado de que hubiésemos “vendido el derecho de primogenitura por un plato de lentejas”. Precisamente en esos momentos clave, en los que el tiempo es crucial (no se necesita el mismo tiempo para hacer avanzar la conciencia política de millones de personas, que para movilizar las tropas), una maniobra típica de la burguesía, es la de procurar ganar tiempo para reorganizarse, lanzar su contraofensiva y tomar la iniciativa estratégica (aunque para ella ya no se trate de convencer, sino simplemente de vencer, y el poder salga del fusil y no de la pluma), y para ello ofrece todo tipo de cebos, “caramelos” muy atractivos, o intenta que nuestros esfuerzos se centren en defender u obtener algo secundario que bien podemos renunciar o sacrificar incluso, si es por asegurarnos ganar lo principal, no sea que acabemos por perderlo todo. Pues una vez nos hubiesen vencido, hasta nos quitarían de la boca el “caramelo” que nos ofrecieron. Esto está archicomprobado.

En términos políticos, no podemos pasar de la defensiva, como estamos ahora, a la ofensiva (lucha de digamos un par de años o menos previa a la revolución propiamente dicha o a la contrarrevolución) sólo a base a acumular fuerzas, luchas, conciencia. Es fundamental conseguir un giro clave en la correlación de fuerzas, un punto de inflexión, un antes y un después, y esto no es simplemente pasar de luchas defensivas a luchas ofensivas, sino pasar a poseer la iniciativa estratégica que, en nuestro caso, tendría un indicador bastante claro: el capitalismo, en vez ser la mejor civilización imaginable, o la menos mala, o “es lo que hay” y “ajo(derse) y agua(ntarse)”, ya no tendría la preeminencia en cuanto a legitimidad, siquiera pasiva, resignada, sino que estaría altamente cuestionado, pues una parte substancial de los trabajadores/as ante todo, pensarían en que lo que correspondería YA (no para dentro de veinte, cincuenta o cien años) es otra civilización dirigida por ellos mismos, aunque todavía no hayan conseguido la fuerza suficiente como para imponerla, pero estarían en ello. Dado que el capitalismo seguiría existiendo y la burguesía continuaría en el poder, debido a su papel de gestora del sistema, detentaría gran parte de la iniciativa en cuanto a las medidas económicas, legislación, etc., con algunas agresivas que parecería que tiene la ofensiva estratégica, pero en el fondo serán iniciativas tácticas, cada vez más a la defensiva pues no podría persuadir a la clase trabajadora de la legitimidad y necesidad (no se puede imaginar otra alternativa) de muchas que le gustaría imponer y por tanto debería adaptarse cada vez más a la fuerza creciente de la clase trabajadora, y pasar de ser ante todo proactiva, a ser cada vez más reactiva. Habrá medidas que intentará imponer y fracasará completamente pues la clase trabajadora y sectores populares ya no estarán dispuestos a “tragar” con eso, pues “otro mundo es posible ya, y será el nuestro”. Hasta que la iniciativa sea claramente nuestra ya en términos, incluso tácticos, de ofensiva final. Pero para llegar ahí todavía debemos conseguir la iniciativa estratégica.

En nuestro caso, un componente fundamental y previo a la iniciativa estratégica, es comprender de una vez cuál es el verdadero campo de batalla, el territorio en el que se desarrollará este conflicto (no la nación, ni el Estado, sino la Unión Europea), sin lo cual jamás podremos pasar a la iniciativa estratégica (como en el símil del partido de fútbol, si no comprendes que todo el campo es tu terreno de juego, no sólo tu mitad protegiendo tu portería, no podrás tomar la iniciativa y la ofensiva para meter goles en la puerta ajena). Pues además, no es posible el socialismo nacional, el “socialismo en un solo país” y menos en un mundo tan interdependiente, globalizado y compartiendo atmósfera (cambio climático…) y las masas oceánicas (aumento del nivel del mar, temperatura continental europea dependiendo de la corriente del golfo de México a Groenlandia). Véasehttps://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/ )

También es erróneo pensar que siempre tendrá sentido seguir luchando porque siempre estará abierta la posibilidad de importantes victorias y transformaciones. Esto lleva a un voluntarismo imposible y, lo más peligroso, a subestimar las amenazas, minusvalorar las consecuencias trascendentales y terribles por desaprovechar el momento, la oportunidad (NOTA 2).

Lo cierto es que suele haber un punto de inflexión, un punto de no retorno, en el que ya no se puede volver atrás, no se puede reanudar el camino, darse cuenta de los errores no sirve para cambiar las cosas pues las rectificaciones llegan tarde, “la suerte está echada”, el futuro ya está marcado, las buenas decisiones debieron tomarse antes. Se puede seguir luchando todo lo que se quiera, hasta heroicamente, pero no cambiará nada fundamental; incluso las victorias tácticas carecerán de todo valor estratégico.

En Alemania, el punto de no retorno estaba antes incluso del nombramiento de Hitler como canciller, y por supuesto, años antes del inicio de la II GM, la clase trabajadora ya era impotente para evitarla. En Italia, el punto de no retorno llegó cuando tras las ocupaciones de fábricas de septiembre de 1920, no se aprovechó la correlación de fuerzas para ir decididamente hacia la revolución, permitiendo que el fascismo tomase la iniciativa, consiguiese el poder y acabase llevándole a aventuras militares imperialistas, hasta la II GM (en este caso, 19 años antes, la suerte ya estaba echada).

Cuando ya has sobrepasado el borde del precipicio, es tu punto de no retorno (no puedes volver atrás como en los dibujos animados para niños), por mucho que patalees y grites, ya estás muerto, aunque tardes todavía unos segundos en estrellarte contra el suelo y expirar. Esto debiera alertarnos para estar bien atentos y no dejar escapar una y otra oportunidad importante para fortalecernos, pues se van agotando, y además, muchas veces, sólo se toma conciencia del punto de no retorno, cuando ya ha pasado. El punto de inflexión, también existe para asuntos como el cambio climático, escasez de recursos naturales, etc.

La conciencia de la existencia del punto de inflexión, del punto de no retorno, es muy importante para comprender el riesgo de determinadas acciones u omisiones, cuyas consecuencias van mucho más allá de lo inmediato. Pero no debe usarse de pretexto para, cuando todavía había posibilidades de avanzar o de “darle la vuelta”, alegar que no, pues ya se habría llegado al punto de no retorno que haría inútil cualquier esfuerzo especial por avanzar y triunfar, no siendo esa la realidad. Por tanto, su utilidad es ante todo con carácter previo, antes de que llegue, pues además no es fácil identificarlo, como enfermedades que, sin medidas y análisis preventivos, son indetectables y para cuando muestran claramente sus síntomas, ya es demasiado tarde para vencerlas, o solo a un coste fisiológico y psicológico altísimo.

Así como la moral de combate de un ejército burgués se debilita y hasta se viene abajo, si no hay un sentimiento de unidad nacional, identificación con la causa por la que se lucha, etc., muy mal está la clase trabajadora cuando al “mirarse en el espejo” apenas es capaz de reconocerse como tal clase (fraccionada por mil identidades, o disponiéndolas en el orden jerárquico equivocado: antes nacional que trabajador, antes mujer que trabajadora, antes negro o blanco que trabajador, etc.), y menos como clase trabajadora internacional (con los mismos intereses que le llevan al internacionalismo proletario en lugar de al nacionalismo, racismo, etc.), no tiene ni aspiraciones confusas o engañosas sobre el socialismo-comunismo o la anarquía (no imagina más futuro que el capitalista, o el colapso de la civilización, la III GM, el impacto de un asteroide exterminador, la invasión extraterrestre, o el apocalipsis zombi…), y retrocede hasta en las cuestiones más básicas de derechos laborales, libertades democráticas…, y cuando a nivel psicológico, se ha profundizado en el individualismo (favorecido por la precarización, los falsos autónomos…), y hasta narcisismo, con el consiguiente aislamiento y atomización.

No hay mucho recorrido entre negar la posibilidad de la catástrofe (a la vez que la de su alternativa, empezando por considerarla innecesaria, e incluso darla por imposible), y acabar aceptándola resignadamente (quizás ya ni haya posibilidad para la alternativa): los judíos a los que les resultaba impensable que se les fuese a exterminar por parte del país más civilizado de Europa, caminaban, sin resistencia, a las cámaras de gas, o hacia la zanga donde caerían tras dispararles por la espalda. La negación, al chocar con la evidencia, lleva al estado de shock. No es la negación la que genera la resistencia, sino la alternativa. Quienes entonces negaron y ahora se adaptan a la catástrofe, creerán que la vía de la rebelión era imposible, aunque ya no puedan decir que no fuese pertinente. Para ellos, sólo lo que acaece tiene el rango de real y posible; y lo que sucede es sobre todo lo que otros hacen que les pase a ellos; pensar que ellos pueden hacer que las cosas ocurran, y contra la voluntad de aquellos, les parece fantasioso. Pues siempre es más fácil dejarse morir (matar) que luchar por la vida.

No hay moral de lucha ni aspiración posible a la victoria total que supone una transformación de abajo a arriba de toda la civilización humana, si la experiencia previa es de derrotas, tras derrotas, tras derrotas. Es una solemne estupidez confiar en que la victoria final puede ser el resultado feliz de la acumulación interminable de derrotas, a cual peor, como aquellas de las que ni somos conscientes por ni siquiera haber dado la batalla. Esto último que vengo repitiendo desde hace años, pues es lo que particularmente ha ocurrido en la década pasada y con una dimensión estratégica, lo he visto confirmado en esta cita del clásico teórico del arte militar Carl von Clausewitz, la derrota “ocurre por efecto del combate, bien tenga lugar este en realidad, o sea solamente presentado por un bando, y no aceptado por el adversario” (De la guerra).

“¡Nuestras fuerzas permanecen intactas: hombres, cañones, tanques, buques, aviones…!”, respondió el venerable y anciano general en jefe cuando, al despertar aquella mañana, le informaron de que su pequeño país, la pasada noche, había sido invadido y totalmente ocupado, empezando por sus bases militares, en una guerra relámpago por sorpresa, que les cogió a todos durmiendo. Intactas sí, pero todas perdidas, ¡gran balance!.

Por ejemplo, es una solemne tontería y un cuento para autoengañarnos decir, como he leído muchas veces: “el proletariado no ha sufrido derrotas importantes y sigue intacta su combatividad”. ¿Y si ni siquiera somos conscientes de la derrota porque ni hemos dado la batalla y tiene un alcance estratégico por no haber asumido la tarea crucial del momento (unirnos a los trabajadores franceses y portugueses contra el TSCG, dar por fin el paso a asumir, de hecho, la Unión Europa como nuestro objetivo marco de la lucha de clases)?. ¿Qué combatividad se puede esperar de una clase que no se reconoce a sí misma “ni en el espejo”, pues o se considera, en unos casos “clase media”, en otros “perdedor precarizado”, y en otros “fracasado sobrante”?. ¿Es posible una combatividad intacta que casi nunca se ejerce, a la vez que se va retrocediendo en derechos económicos, sociales y libertades?, ¿intacta en comparación con qué?, ¿con quienes no tienen dignidad ni para indignarse ni lamentarse?. La combatividad no es un depósito pasivo que se llena o se vacía, sino una capacidad que cuanto menos se use, más se pierde, como la fuerza de los músculos. Véase https://kaosenlared.net/derrota-total-y-cataclismo-por-que-seriamos-aplastados-y-pronto/

Si no digo que ya estamos derrotados para este tiempo, no es porque me haga ilusiones y vea fuerzas donde no las hay, y ya la luz de la salida del túnel, sino por prudencia (para agotar la más pequeña probabilidad que todavía pueda quedarnos), porque esa derrota ahora significaría, muy probablemente, la derrota final, pues ya no nos quedaría tiempo para una remontada histórica y triunfal, pues el mundo que vendrá en muy pocas décadas, o será directamente un “aborto” (guerra generalizada, autodestrucción de la Humanidad…), o en el mejor de los casos, no lo reconocerá “ni la madre que lo parió” pues será un gigantesco y feo retroceso.

Pero el problema principal no es el enorme atraso de la conciencia en las masas, y las dificultades comprensibles para las minorías más conscientes, sino que entre estos sectores reina un grado de incompetencia política asombrosa, capaz de desaprovechar hasta la semilla de una sequoia gigante. Si desde 2012 se hubiese hecho en Europa lo que propuse en artículos, cartas abiertas y correos privados a muchas organizaciones, la situación sería políticamente mucho mejor (incluso con menos recortes sociales). Pero ¿cómo iban a reconocer que la mejor idea no provenía de ellos, sino de fuera, y de una sola persona?. Por eso, cuando pienso en ellos, lo primero que me viene a la mente es “¡panda de inútiles engreídos!”. Eso, cuando no responde, en el fondo, a una secreta política tramposa con los intereses de los trabajadores/as, como hemos visto tantísimas veces a lo largo de siglo y medio.

La victoria sólo es posible cuando se saben reconocer todas las potencialidades, pero también todos los obstáculos a vencer. Si se reconoce lo primero, pero se subestima lo segundo, se cae en un optimismo sin fundamento; en el caso inverso, en un pesimismo de igual rango. En ambos, en la incapaz de preparar las medidas para aprovechar al máximo nuestras potencialidades y superar esos obstáculos lo mejor posible, corriendo un riesgo altísimo de ser derrotados. Yo procuro reconocer ambos factores en su realidad, y por eso mi discurso no es derrotista, sino que intento aportar salidas, ser constructiva.

Como ya advertí y avisé insistentemente en su momento (artículos en Kaos en la red, cartas abiertas a las organizaciones, cartas privadas…), bien pudiera ocurrir (¡ojalá no sea así por la cuenta que nos trae!) que la extraordinaria oportunidad perdida en la década pasada haya sido la última para iniciar una nueva dinámica europea para nuestra clase, y marcase el punto de no retorno a la derrota total, sin duda ya si para colmo fuésemos incapaces de autocriticarnos y de rectificar ¡rápidamente!, pues lo que hiciésemos en adelante (por mucho que fuese) ya no serviría para evitar esa derrota y el cataclismo, dado que no iría en la vía correcta de la acumulación de fuerzas y orientación internacionalista necesarias. La trascendencia de esto sería tan grande que, hasta cierto punto, se comprende que a nadie le interese un balance serio, que se prefiera “pasar de puntillas” sobre el asunto, pues la conclusión podría ser que “no nos hemos enterado de lo que pasaba ante nuestras narices” o, peor, que hemos sido organizadores de derrotas, y esta vez, la que ya nos cerraría la marcha a la victoria. ¿Acabaré pensando: “os lo dije, ¡estúpidos!”?.

La prueba más escandalosa, y personalmente más perturbadora, de la profundidad de nuestra crisis es que, para hacer la propuesta con la claridad que expongo en la sección siguiente, completa en — https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/ , que yo sepa, ha hecho falta una trabajadora jubilada, de muy larga experiencia política (desde antes de los dieciocho años), pero de escasos estudios, muy limitadita culturalmente y de inteligencia corriente (se puede ser muy inteligente, muy culto en muchas facetas o en una especialización, un gran profesional en un trabajo de alta cualificación, pero políticamente, un reaccionario o un analfabeto). Que mi propuesta no sea ya un lugar común y plenamente asumido, al menos entre quienes se siguen proclamando trotskistas o deudores de ese legado, o de quienes no lo son y se consideran todavía mucho más consecuentemente internacionalistas (es una consecuencia lógica del marxismo –de su abc-, salvo para quienes se sigan reclamando del “socialismo en un sólo país” y el nacionalismo estalinista; también del mejor anarquismo), es un indicador claro de lo atrasadísimos que estamos en la comprensión de las tareas de nuestro tiempo. Demuestra el grado de desorientación política y dispersión intelectual de los más capacitados (muy expertos en algunos asuntos importantes o menos, pero poco atentos a cuál es hoy la tarea central), y que si para poder avanzar en serio se depende de viejas como yo, sin el natural relevo generacional ¡“vamos listos”!.

Aunque el tema no sea para nada de nuestro gusto (está en juego la supervivencia de muchísimas personas), los ejemplos militares son muy útiles para aprender a pensar en términos de táctica y estrategia, pues resultan muy gráficos, hemos visto muchas películas del género bélico y documentales sobre la II GM, y no hacen falta conocimientos de economía y política, a veces bastante complejos (sobre todo, cuando los han enrevesado para que no los entendamos bien). Si es que “meto la pata”, ¡echadle la culpa a mi marido!, pues es él quien se empeña en explicarme estas cosas cuando ve en la televisión documentales sobre la II GM.

Un caso muy interesante de pensamiento estratégico es el de los EE.UU. durante la II GM, contra Japón. A riesgo de alguna simplificación. El planteamiento del ejército de tierra era el de pelear por recuperar los territorios que habían ocupado los japoneses en toda Asia del sur y del este; una tarea durísima, larguísima y que costaría muchísimas vidas y sin ningún horizonte seguro de victoria. Sin embargo, la marina pensó que lo principal era algo mucho más sofisticado, eficiente y menos costoso: ocupar algunas pequeñas islas del Pacífico situadas en lugares clave, y así controlar las rutas marítimas y el espacio aéreo, y de este modo cortar el suministro a Japón, desde los territorios ocupados, de recursos (materias primas, petróleo…), imprescindibles para su industria militar y aparato de guerra, esto es, un bloqueo de hecho, que haría que finalmente se debilitasen los frentes militares, hasta su derrumbe con unos cuantos ataques de menor cuantía (aunque muy sacrificados debido a la resistencia fanática japonesa). Ocupar solo unas pocas y pequeñas islas perdidas en el océano Pacífico era mil veces más efectivo y menos costoso que no hacerlo y pelear por la conquista de grandes espacios continentales y multitud de grandes islas en Asia.

Otro ejemplo muy similar (casi podría ser una aplicación del anterior), pero ya político. La burguesía sabe que con poner un límite estricto al déficit y a la deuda pública, si a la vez recortar los impuestos a los ricos, “bloquea”, estrangula el “Estado de bienestar”, sin necesidad de perderse en mil batallas, impopulares por plantearlas directa y abiertamente como recortes de tales o cuales servicios o privatizarlos. De este modo puede alegar mentirosamente: “no es que no queramos gastar en esos servicios, no es que queramos los recortes y las privatizaciones, sino que no podemos gastar ni más, ni lo de hasta ahora (lo hacíamos por encima de nuestras posibilidades), debido a los límites legales por criterios macroeconómicos racionales ineludibles, y para poner ingresar dinero el Estado, también nos vemos obligados a vender algunos de esos servicios, a privatizarlos; y además, es que es un mandato de la Unión Europea”. Una vez impuestos esos límites, los recortes y las privatizaciones vendrán de suyo, en cascada, o como las fichas de dominó cayendo en reacción en cadena. Eso es un planteamiento estratégico eficiente, y no el de mil tácticas dispersas que, por sus intenciones evidentes y falta de “justificación” macroeconómica, pueden provocar la resistencia popular y fracasar.

Los objetivos más interesantes son los puntos débiles, pero no cualquiera, sino los relevantes que nos permitan conseguir un progreso; si son accesibles, los objetivos fuertes que pueden provocar importantes reacciones en cadena. La manera de vencer a Aquiles no era la de lanzar más guerreros contra él, sino conseguir herirle en el talón, su punto débil de relevancia estratégica (no la nalga). Si tenemos un castillo de naipes, la mejor manera de hacer que colapse no es la de eliminar las cartas del nivel más alto, sino las de niveles inferiores debidamente situadas, y con retirar solo unas pocas (menos que del otro modo) podremos conseguir ese efecto de cascada. En el ajedrez no basta con saber qué tipo de movimientos podemos hacer con cada pieza y que el rey es el objetivo máximo, sino el valor de cada pieza (del peón al rey) y la equivalencia de valor entre ellas (por ejemplo, una torre equivale a un caballo o un alfil, más dos peones). Por tanto, a la hora de seleccionar un objetivo, es de máxima importancia comprender su naturaleza.

Comprendiendo cuál es la estrategia adecuada se establece la tarea central del periodo. Por ejemplo, en el caso de la guerra en el Pacífico, si el peso fundamental pasaba por el ejército de tierra (como era el caso, por ejemplo, en la URSS), la tarea central en cuestión de fabricación de armamento y adiestramiento de las tropas, habría sido el terrestre; pero si pasaba por las islas, lo principal serían los portaaviones, los aviones para hacer de las islas unos “portaaviones terrestres”, aviones para controlar el aire y bombardear territorio del enemigo, barcos y submarinos para controlar todo el tráfico marítimo, y el adiestramiento de los marines (hago aquí abstracción del carácter imperialista y también criminal de todo esto, en particular los bombardeos incendiarios y atómicos contra la población civil).

En nuestro caso, con el tema de la deuda pública, debemos entender la importancia estratégica que pueden tener algunos aspectos de la Teoría Monetaria Moderna (TMM) relativos al déficit y deuda pública, frente a las teorías neoclásicas, neoliberales, y la necesidad de difundirlos para hacer fracasar la propaganda austericida aliñada con seudoargumentos económicos científicos.

Una guerra no se gana a base de sumar combates (“al tuntún”), sino de una orientación estratégica correcta y victorias tácticas, comprendiendo el valor táctico y estratégico de cada lucha. Aunque un combate siempre es parte de una guerra, su valor estratégico puede ser mínimo o incluso nulo, sobre todo si no hay una estrategia correcta. En nuestro terreno, queda muy bonito decir que en toda lucha por el aumento del salario o mejora de las condiciones de trabajo hay implícito un combate contra la extracción de la plusvalía y por tanto del sistema asalariado del trabajo, pero no hay que alucinar con esto, pues no es la acumulación de luchas por mayor salario lo que dará lugar al proceso revolucionario, ya que más salario nunca será lo mismo que ¡abolición del salario!. El “salto dialéctico”, no se da mediante la acumulación (como llegar a los 100 grados centígrados convierte el agua de líquido en gaseoso), sino en el cambio de enfoque, aunque se traduzca superficialmente en lo mismo: no se trata de más salario (por tanto en los términos de las relaciones capitalistas, respetando sus reglas: “no es el momento”, “la competitividad”, “provocará inflación”, etc.), sino de nuestras necesidades humanas (se expresen de momento en más salario o más servicios sociales públicos o precios subvencionados, etc., y cuando seamos más fuertes, en la abolición del sistema asalariado) contra las necesidades de acumulación del capital. No son la suma de combates tácticos lo que da lugar a la estrategia correcta, sino la estrategia correcta la que orienta bien los combates tácticos. No es la acumulación de luchas salariales, sino la escalada en la reivindicación de nuestras necesidades humanas contra los requisitos del capital. Detrás de una y otra, tenemos una estrategia burguesa de izquierda o una proletaria comunista.

Ese tipo de inteligencia estratégica es la que nosotros necesitamos. Por eso, sin olvidar las distancias, para desarrollar el talento estratégico en la política, puede resultar tan inspirador el conocimiento de algo de historia y teoría militar, en lugar de pensar que los militares no son más que unos incultos y brutos “gorilas”.

Nuestra tarea central no es la de buscar soluciones y justicia para todos los problemas (tarea imposible en el capitalismo), sino ayudar a avanzar el movimiento de la clase trabajadora y sectores populares hacia los objetivos revolucionarios y la solución definitiva que ayude a desbloquear la solución de infinidad de problemas específicos. No podemos dispersar nuestros esfuerzos, pues eso supone despilfarrarlos y una pérdida de tiempo enorme. Debemos centrarnos en aquellos asuntos que tengan un mayor valor estratégico, esto es, para avanzar hacia los objetivos estratégicos, los finales, y que tengan efectos en cascada. “Quien mucho abarca, poco aprieta”. Por supuesto que los directamente implicados deben defenderse y tienen derecho a pedir apoyo, pero el grado de implicación de los demás puede tener sus límites, dependiendo de sus posibilidades y de lo que consideran prioritario por el bien de todos. Así, si tengo que elegir entre centrar mis esfuerzos en enfrentar un tratado de la Unión Europea como el TSCG o las agresiones a los homosexuales, lo siento, pero elegiré el primero (lo contrario de lo que hacen los medios de comunicación “progres”, pero burgueses), pues sus implicaciones y alcance estratégico y efectos en cascada es mil veces superior al segundo. El desarrollo de la solidaridad y la unidad en esa lucha, también contra la represión y minando la fuerza política de la ultraderecha, creará mejores condiciones para la defensa también de los homosexuales. Eso no puede ocurrir a la inversa, partiendo de la defensa de los homosexuales, por su corto recorrido político en relación con el capitalismo y su Estado, y su naturaleza interclasista (aunque el homosexual rico pueda pagarse un guardaespaldas). La suma de respuestas tácticas nunca da lugar a una estrategia y ni siquiera aseguran una elevación del nivel; es de la estrategia de la que se derivan las respuestas tácticas que permiten la progresiva elevación de las luchas y sus objetivos, confluyendo los diversos objetivos tácticos en uno común final. De una suma de ramas nunca saldrá un árbol, pero de un tronco de árbol con raíces sí saldrán muchas ramas que se elevarán al cielo.

El reconocimiento de la importancia de una inteligencia estratégica no debe llevarnos a caer en una especie de “pensamiento mágico” infantil, creyendo que bastaría con hallar el truco, el atajo, y así evitarnos pasos y tareas penosas ineludibles. La estrategia más sofisticada y hábil no puede librarnos de tener que vencer la resistencia de la burguesía para acometer la tarea imprescindible de pasar a la planificación socialista democrática y para ello quitarle el dominio de los medios de producción y desmantelar el Estado burgués que se lo asegura, para sustituirlos por las nuevas instituciones del poder de los trabajadores/as y sectores populares. “No se puede hacer una tortilla sin romper el huevo”.

El futuro del capitalismo será mucho peor que todo su pasado. Todas esas cosas difícilmente imaginables y espeluznantes, con sus inmensos sufrimientos, que han ocurrido de la mano del capital y sus Estados, y que hemos aprendido en los buenos libros de historia y documentales (pero olvidamos tan fácilmente), por mucho que a las actuales generaciones europeas que han vivido en “paz” y “democracia” les parezca que solo entonces fueron posibles o todavía en otras partes del mundo (pero recordad Yugoslavia, al lado de Italia, en los primeros 1990), en una forma u otra volverán aquí y agravándose hasta el límite, pues las causas de fondo y su tipo humano (ese que se deja arrastrar o ese que nunca se arrepiente de las mayores maldades), siguen estando ahí, gestando al kraken del futuro. No debemos albergar ninguna ingenuidad al respecto. Lo que hoy vemos en las películas y los documentales sobre el pasado, aquellos padecimientos que apenas podemos intuir, nos pueden tocar vivir a nosotros directamente. Con solo pensar en esta gran posibilidad, debiéramos tomarnos las cuestiones políticas, estratégicas y tácticas, con mucha más seriedad y responsabilidad de lo que venimos haciendo.

Necesitamos una estrategia que saque el mayor partido posible de nuestros escasos recursos, nos ayude a una rápida clarificación de nuestras tareas y medios para resolverlas, y tenga un efecto multiplicador sobre nuestras fuerzas, permitiendo desarrollarlas lo más rápido y en el mayor espacio geográfico y políticos, posibles.

II.- ¿QUÉ PODEMOS HACER quienes ESTAMOS en la UNIÓN EUROPEA?

Para avanzar en esa lucha, debe progresar la lucha de clases por el lado de la clase trabajadora (la lucha de clases existe permanentemente, pero hasta ahora la lleva sobre todo la burguesía contra nosotros, es la “lucha de clases desde arriba”). El marco (“terreno de juego”, “campo de batalla”) tradicional de la lucha de clases ha venido siendo la nación-Estado o el Estado. Pero en las actuales circunstancias históricas, en la Unión Europea (pactos y tratados que obligan en aspectos fundamentales de las políticas nacionales –lo que se ha venido llamando el ámbito de la soberanía nacional-, determinando nuestra vida diaria), ese marco nacional o estatal, ha sido sobradamente superado, y ya el MARCO de la LUCHA de CLASES más importante y trascendental para nosotros, es la UNIÓN EUROPEA, aunque pese a la evidencia de años seamos todavía incapaces de reconocerlo (¡y así nos va, e irá de mal, si no cambiamos de chip mental y rápido!).

Sin embargo, sorprendentemente, en esto, incluso los revolucionarios más internacionalistas, están sumamente atrasados con respecto a la realidad. No sólo a la hora de teorizarlo, sino incluso de al menos asumirlo de un modo aproximado e intuitivo. Sinceramente, no recuerdo ahora haber leído ningún artículo al respecto y en todo caso no son nada frecuentes. Sí es verdad, que el colectivo de economistas de orientación marxista, Seminari Taifa https://seminaritaifa.org/taifa/publicacions/informes/ , publicó en 2014 un extenso informe económico sobre la Unión Europea, precedido, con motivo de las elecciones al Parlamento Europeo (22 a 25 de mayo de 2014), de lo que vendría a ser su síntesis. Pero aun así, con algunas deficiencias importantes (NOTA 3). Cuando hay algún pronunciamiento y mínimo análisis, lo más común es que sea en plan soberanista nacional.

Esta inaudita falta de reflexión sobre algo tan importante y que tanto nos afecta como es la Unión Europea, tiene como resultado la incomprensión, en términos teóricos, de que es ya nuestro marco de la lucha de clases, y en términos prácticos de estrategia y táctica, la incapacidad para haber abordado correctamente la década clave de 2010, durante la crisis económica, la ofensiva de recortes sociales, la crisis en Grecia, etc. De ahí que todavía pueda ser tan novedosa la orientación que vengo defendiendo abiertamente desde el año 2012, y que he vuelto a actualizar expresamente en mi artículo “Este artículo hará historia, para vencer” (11-2-2022) https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer/

Dicho artículo viene a ser, originalmente, la continuidad de éste. El titulo que inicialmente pensé para él fue “Unión Europea. Marco de nuestra lucha, ineludible para vencer”, así es como pensaba titularlo, pero como creo en su trascendencia histórica, no he querido contribuir a que pasase desapercibido. Explica el riesgo tan grande que ya tenemos de derrota total, de marcha irreversible al cataclismo, y de cómo sólo podemos revertir eso y avanzar hacia la victoria si adoptamos una estrategia acorde con nuestro marco efectivo de la lucha de clases.

De ahí el contenido de su sección II.- El CAMPO de LUCHA, en el que NECESITAMOS GANAR y PODEMOS, es EUROPA, NO ENCERRÁNDONOS y AISLÁNDONOS en la NACIÓN y el ESTADO. NUESTRO MARCO de la LUCHA de CLASES es ya la UNIÓN EUROPEA. Relación correcta entre lo local y lo supraestatal. NUESTRO IMPACTO en la CLASE TRABAJADORA en ASIA, clave para nuestra autoliberación.

Os invito, os ruego más bien, que lo estudiéis detenidamente pues creo en que sólo esa ruta puede salvarnos, y decir eso, no es decir poco.

DESPEDIDA.- Gabriel Kolko, en su interesante libro “El siglo de las guerras. Política, conflictos y sociedad desde 1914” (Paidós, 2005, Barcelona, 375 páginas), reflexiona en numerosas ocasiones sobre la innegable estupidez, ceguera, irracionalidad, de la clase dominante, su destructividad y autodestructividad, explicables, en buena parte, porque actúa impulsada por los requerimientos del sistema capitalista que gestiona, y por los criterios de selección de personal político y militar que ese mismo sistema impone. Aunque sin duda el sistema también algo tiene que ver en nosotros, los dominados, me cuesta más comprender el grado de estupidez al que podemos llegar, en particular por quienes se consideran los más avanzados políticamente, y el empeño que ponen en persistir en ello (conmigo, ya durante diez años). De esto he tenido muestras más que sobradas a lo largo de mi vida política (yo también he aportado algo), y en particular en una década tan importante como la pasada, echada a perder del modo más increíble en Europa, pese a las repetidas advertencias. Como si no tuviésemos suficiente con pagar por la estupidez de la burguesía, nos obligamos a cargar con la nuestra.

Lo más admirable del ser humano es su inteligencia, y lo más asombroso, hasta qué punto es capaz de poner sus herramientas al servicio de lo imbécil que hay en él, y “con avaricia”. No existe límite para la imbecilidad humana que nunca deja de sorprenderme (incluidas algunas tonterías mías), pues, como antes se decía del pan, cada nueva generación parece traer, bajo el brazo, la suya particular; pero para la inteligencia, sí que parece haberlo y ejercerla exige un esfuerzo infinitamente superior al de la estupidez (el orden debe luchar contra la tendencia al caos e imponerse). Por algo la inteligencia es un costosísimo logro en la evolución de la materia y las especies.

Así como hay una tendencia a saber, la hay a no hacerlo cuando se sospecha del esfuerzo que exige y de las complicaciones que puede traernos y se confía en que la suerte pueda librarnos de lo malo, o que tarde mucho en llegar o, cuando menos, poder echar las culpas a fuerzas personales o impersonales ajenas a nosotros.

Tener que parar el cambio climático exige esfuerzos y cambios colosales (tanto más cuanto más se aplacen), pero confiar en que las cosas se arreglen por sí mismas, sólo exige dejar que ocurran (“verás cómo al final, resulta que no era para tanto”). Tener que hacer una revolución social da mucha pereza, pues exige ser muy proactivo y correr riesgos personales, quizás desde el principio (sobre todo en condiciones de fascismo); en cambio, llegar hasta un cataclismo (social, medioambiental, militar), una guerra mundial con altísimo riesgo de muerte personal y de extinción de la especie, durante una parte mayor del trayecto resulta mucho menos incómodo, pues basta con limitarse a obedecer y dejarse llevar. ¡Dónde vas a comparar, por Dios!. Siempre juegan con nuestro instinto de supervivencia (“mejor no llamar su atención, no significarme”) y con la esperanza (“esperemos que esto mejore”), hasta que ya es demasiado tarde para nosotros.

La estupidez y la mentira son ligeras y de piernas largas; la verdad tiene el peso de la carga de la prueba (datos, argumentos demostrativos, muchas veces nada sencillos de comprender, como sí las simplezas de la mentira; que el Sol gira alrededor de la Tierra es evidente y lo contrario y que rotamos sobre nosotros mismos, contra-intuitivo), y las piernas cortas (debe ir paso a paso en su argumentación).

En política no es cierto aquello de “antes se atrapa al mentiroso que al cojo” ¡que se lo digan a los nazis!. Gracias a los medios de “comunicación”, es muy fácil escapar rápido de las verdades incómodas, pasando, en cuestión de segundos, a la mayor de las trivialidades, el deporte ¡o los spots publicitarios, tan animados!, ¡qué alivio, por fin la normalidad!, como quien sale de una sala de cine después de haberse asustado con una película de terror; y cuando el cambio se demora, simplemente haciendo zapping con el mando a distancia y pasando a otro de los muchísimos canales, con más distracción. Peor todavía: de los fenómenos del cataclismo podemos hacer otro espectáculo de entretenimiento apasionante (¡mientras no nos toque demasiado directamente…!), como meros espectadores, quizás con algún gesto de empatía y solidaridad (una limosna). De modo que estamos en desventaja a la hora de asumir las tareas enormes que la realidad nos asigna.

Para que no parezca que mi interés es el de insultar (aunque no me suelen faltar las ganas cuando ni siquiera se me acusa recibo -y debo rogarlo- tras hacer una advertencia crucial, o una aportación objetivamente importante, y me encuentro con el sectarismo y la arrogancia más insultante, como si hablase a un sordo que me da la espalda deliberadamente), a quien de verdad quiera que avancemos y esté dispuesto a revisar críticamente sus creencias, le diré que esa tendencia a “tropezar una y otra vez con la misma piedra” y “no ver lo que tienes delante de las narices” tiene mucha relación con el llamado sesgo de confirmación o tendencia a captar de la realidad lo que ya sabemos o deseamos saber, evitando todo aquello que suponga un cuestionamiento de nuestras creencias, “esquemas mentales”, deseos, la llamada disonancia cognitiva. La historia de la economía, la política y en particular las guerras, es un inmenso cementerio a causa de esas deficiencias del pensamiento humano. Así que debemos ser muy consciente de su existencia y luchar contra esa tendencia. Véanse https://es.wikipedia.org/wiki/Sesgo_de_confirmaci%C3%B3n , https://es.wikipedia.org/wiki/Disonancia_cognitiva .

Todavía podemos alcanzar cotas desconocidas por la Humanidad en estupidez e irracionalismo (como los diversos negacionismos y conspiracionismos, desde la evolución, el cambio climático, hasta la pandemia, etc.), y como demostró la II GM (arrastrando a todo el mundo desarrollado), la capacidad para “tragar con carros y carretas” puede llevarnos la próxima vez al atragantamiento, la asfixia, a la autodestrucción. Por eso ¡ni una ilusión! (nos llevan a “bajar la guardia” y confiar demasiado) en la espontaneidad y la improvisación, cuando además están los aparatos de partidos y sindicatos frenando y ahogando el proceso de ascenso. Si los más adelantados no han comprendido todavía cuál es nuestro marco (en Europa), las masas menos incluso. Aunque apostemos y luchemos por lo mejor, desconfiemos siempre y preparémonos para lo peor de lo peor, sobre todo cuando tenemos tantísimo en contra. ¡No al espontaneísmo, al localismo, al horizontalismo y a la informalidad; no al aventurerismo e inmediatismo; sí al estudio, la conciencia, la preparación sistemática, la autoorganización superando el nivel horizontal (coordinación mediante delegados revocables, con todos los niveles que haga falta para centralizar la lucha con la máxima extensión) y la internacionalización!.

Estoy totalmente decepcionada con los grupos políticos pretendidamente revolucionarios. Desde 2012 envíe a muchos de ellos mis artículos, sobre todo los más importantes, exponiendo claramente lo que era más trascendental para el futuro. La reacción fue: el silencio total (lo más corriente), el simple acuse de recibo (algunos, y a veces solo tras volver a reclamarlo), en algún caso excepcional, una aparente mejor receptividad pero total desinterés real e incapacidad para asumir lo que entonces era necesario, por mucho que yo haya insistido. En esta ocasión no daré nombres, pues pese a ser muy crítica, quiero ser también lo más constructiva posible. Si de ellos dependiese, la derrota total estaría asegurada. Exasperante, desesperante y deprimente. Pueden estar tranquilos, pues ni se me pasa por la imaginación pedir el ingreso en ninguna de ellas; me han demostrado que para lo realmente más importante, para la tarea central son o casi “un cero a la izquierda” por mucho que puedan plantear cosas de lo más interesantes en asuntos de menor trascendencia por importantes que sean; enseguida me hartarían y me saldría antes de agotarme en luchas internas imposibles de ganar o de que me expulsasen por “problemática” y “conflictiva”.

Para seros completamente sincera, os diré que confío muy poco en la actual generación, ni en general en el personal político de izquierdas y “revolucionario”, aunque haya personas a las que, por un motivo u otro, incluso aunque estén bastante alejadas de mí ideológicamente, admiro y de las que procuro aprender. No niego que puedan llegar a tener mucho valor, pero de nada les servirá si no saben administrarlo con inteligencia y siguen “erre que erre” con los vicios habituales o su creatividad consiste en inventar algunos nuevos. La veo capaz de, tercamente, darse de cabezazos contra el muro localista, nacional, horizontalista, reformista… o “insurreccionalista”, pero no de abrir la puerta de salida al ámbito europeo de la clase trabajadora, que es donde debe y puede ganar. He visto esa estupidez rebosando en la pasada década. Salvo que escarmiente (alto riesgo de que sea a costa de una derrota ya insalvable para todas), y muy pronto, la veo casi condenada a abocar a la catástrofe. Por eso la llamo la Generación Políticamente Suicida (GPS), aunque comprendo que, sin culpa, cargan con los errores, irresponsabilidades y derrotas de las precedentes. De la mía, muchas veces, se sentía vergüenza política, pero mientras fue joven no mereció una calificación semejante a la de GPS. Muchísimo deberíamos cambiar y rápido (muy rápido) para salvarnos. Todavía debe demostrar que será capaz de conseguirlo y yo no lo doy por sentado. No digo que sea imposible, pero en esta historia no hay un final feliz asegurado como en las películas (aunque durante su desarrollo parezca que no, para mantener nuestra tensión). Si el infierno es eterno no es tanto porque allí ya tengan resuelto el problema de la energía renovable, tampoco porque sean muchos y muy poderosos los demonios (con unos cuantos se bastan para controlar a la multitud de condenados), sino porque los humanos somos capaces de acostumbrarnos a todo, por la tendencia a la obediencia a la autoridad, la vulnerabilidad al “divide y vencerás”, el temor, no saber a dónde escapar, la indefensión aprendida, pensar que de algún modo nos merecemos (aunque no sea cierto) lo que nos pasa, y hasta de cogerle gusto al sufrimiento (como los “masocas” ¡una vez ahí, algún provecho habrá que sacarle!). Lo sorprendente sería que ganásemos, como ser agraciado con un premio muy importante en la lotería, aunque esta vez no tendría nada o muy poco que ver con la suerte y sí con una inteligencia de premio Nobel y un esfuerzo titánico.

¿Por qué no prestarme atención en serio? ¿Acaso porque lo que venimos haciendo hasta ahora hace que vayamos muy bien? ¿Vamos “como un tiro”, o más bien como si nos hubiésemos pegado un tiro en las tripas con una muerte dolorosa y lenta?. ¿No vale la pena decir “quizás debiéramos pensar en cambiar de caballo porque éste no se levanta y no respira”?. Ha habido en la historia muchísimas personas que tenían razón, pero solo se reconoció mucho más tarde, tal vez demasiado. Si tenéis vocación de perdedores, conmigo ocurrirá lo mismo.

Aunque en tantísimos años me he sentido, más de una vez, tentada de dejarlo todo para dedicarme exclusivamente a mis asuntos personales y a mi cuidado, no lo he hecho por cargo de conciencia, pues no quiero morirme “rumiando” la idea de que con que sólo hubiese persistido un poco más quizás esa vez sí hubiese servido para empezar a cambiar las cosas en la buena dirección. Así que, una vez más, con esto, lo habré intentado. ¿Qué harás tú a partir de ahora? ¿Pretendes que yo insista e insista, que sea incombustible, que no me “queme” mientras tú lo dejas todo para “mañana”?. Hasta el personal sanitario está agotado física y psicológicamente, “quemado” con la experiencia de la pandemia, tanto con las autoridades como con la irresponsabilidad de mucha gente. No soy una superwoman, ni inmortal. ¿Dónde está mi relevo?.

NOTA 1.- Una crítica a parte de este tipo de planteamientos, se recoge en la crítica a la llamada política folk, según expresión de Alex Williams y Nick Srnicek con motivo de su libro “Inventar el futuro: Postcapitalismo y un mundo sin trabajo” (de 2015; editorial Malpaso, 2017, Barcelona, 336 páginas) https://www.malpasoed.com/libro/inventar-futuro-postcapitalismo-mundo-sin-trabajo/ . Un fragmento extenso del libro, con la introducción, capitulo 1 y buena parte del 2, dedicados a la crítica de la política folk se puede ver en https://www.amazon.es/Inventar-futuro-Postcapitalismo-trabajo-general-ebook/dp/B06XWCVXDJ , en Echa un vistazo; lo mismo, pero con un fragmento que viene a ser la mitad del anterior https://www.nexos.com.mx/?p=33371 . Comentando el libro en los podcast 36, 38, 39 y 40 de https://www.ivoox.com/podcast-filosofia-no-sirve-para-nada_sq_f1703682_1.html . Más sobre los autores y sobre el tema del aceleracionismo en el “ANEXO II: ACELERACIONISMO, o cómo una buena crítica puede acabar en una peligrosa estrategia” de mi artículo “El cataclismo que nos amenaza. ¿Cómo evitarlo?” (26-1-2021), enlace en Recursos.

Aunque ahora no me interesa investigarlo, tengo la impresión de que entre la política folk y el “insurreccionalismo” hay más afinidades de fondo de lo que a primera vista pueda parecer. Pese a tener posiciones opuestas, es como si fuesen los extremos de una misma línea ideológica, pues lo que comparten es más crucial que lo que les separa.

Un texto clave del “insurrecionalismo”, “Ai ferri corti. Romper con esta realidad, sus defensores y sus falsos críticos” (1998) Anónimo — https://web.archive.org/web/20090603020916/http://flag.blackened.net/pdg/textos/textos/ai_ferri_corti.htm – También en formato pdf (dos páginas por páginas pdf, ordenadas para compaginar con un librillo) https://anarkobiblioteka3.files.wordpress.com/2016/08/ai_ferri_corti_-_anc3b3nim.pdf —Otro en 42 páginas https://edicionesextaticas.noblogs.org/files/2020/12/aiferricorti_lectura.pdf

Para una crítica (desde el anarquismo), del anarquismo oficial y de la corriente “insurreccionalista” en España, en las décadas de 1990 y 2000, véase, ordenados cronológicamente:

“Anarquía profesional y desarme teórico” Miguel Amorós (agosto 2007) — https://grupopensamientocritico2014.blogspot.com/2016/03/anarquia-profesional-y-desarme-teorico.html ——– Los Tigres de Sutullena “La epidemia de rabia en España (1996-2007)” (2008). https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/18247 , también en https://www.briega.org/es/search/node/los%20tigres%20de%20sutullena ——- “¿Madrid se quema o quema Madrid?” entrevista al grupo Ruptura. Revista “Ekintza Zuzena” número 37 (20-10-2010) https://www.nodo50.org/ekintza/2010/madrid-se-quema-o-quema-madrid/ ———– “CRÍTICA DE LA IDEOLOGÍA INSURRECCIONALISTA” [2ª Edición que incluye nueva presentación y algunos añadidos] de 2016 (1ª edición, junio 2012), por Proletarios Internacionalistas, en https://es.proletariosinternacionalistas.org/critica-insu/ ——— “Otra Crítica al Insurreccionalismo” 2ª edición (2014) ((de un insurreccionalista critico en particular con las prácticas en Barcelona)) https://alasbarricadas.org/noticias/node/32041 ———– [Reseña] «Cuando se señala la luna – A vueltas con el insurreccionalismo» (2015) — https://vozcomoarma.noblogs.org/?p=9580 . ——- Una respuesta a “Cuando se señala la luna” ( noviembre 2015) ((de uno de los autores de “Otra crítica al insurreccionalismo”, respondiendo al texto que les critican)) — https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/35289 . Lo mismo «Cuando se señala la luna»: tergiversación, falsedad y ego (2015) http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/500494/index.php ———- “Apreciaciones al libro de los selenitas Cuando se señala la luna” por Proletarios Internacionalistas (noviembre 2015) https://www.es.proletariosinternacionalistas.org/wp-content/uploads/2013/05/Apreciaciones-a-los-selenitas.pdf ——— “Insurreccionalismo o lastre?” Opiniones varias, a favor y en contra… http://alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=50458&start=30 ——- Varios textos sobre el tema https://www.alasbarricadas.org/noticias/taxonomy/term/6 ——– Una reflexión crítica sobre el tema de afinitarismo. https://barbaria.net/2018/05/28/notas-sobre-el-afinitarismo/

Me siento muy alejada, teórica, estratégicamente y hasta, por decirlo así, emocional o existencialmente, del “insurreccionalismo”. Mi posición sería bastante próxima a la de Proletarios internacionalistas, y en cuanto al afinitarismo, a la posición de Barbaria.

Éste mi texto, y el publicado previamente (“Este artículo hará historia, para vencer”), en su metodología, análisis y propuestas (desde el marxismo y la promoción de la autoliberación de los trabajadores/as), es ya en sí una crítica y alternativa implícita a esa orientación. Un enfoque de la realidad y de la tarea central, totalmente en otro plano de comprensión y actividad, en el que las similitudes con el “insurreccionalismo” serían meras coincidencias (casuales y muy secundarias). Distinto es con quienes, confusos, se pongan a sí mismos esa etiqueta o formulen su pensamiento en los términos de esa ideología, pero, a pesar de ella, sean capaces de llevar alguna práctica útil a la clase trabajadora y sectores populares, lo mismo que en otros contextos se ha podido hacer utilizando fórmulas religiosas, democráticas, etc. El interés de conocer lo que proponían los “insurreccionalistas” es sobre todo como vacuna para quienes lo ignoren, y así “lo vean venir” en alguna otra variante, como seguro ocurrirá según se agudicen los problemas de esta civilización, sobre todo si seguimos tan desorientados estratégicamente, “corriendo como pollos sin cabeza”.

Aunque Proletarios Internacionalistas hace una buena crítica principista del fenómeno “insurreccionalista”, también comparte la misma debilidad de tantos marxistas y revolucionarios, como lo demuestra su texto (un volante, una hoja) “¡Lo queremos todo!. Contra los planes de austeridad” (sin fecha, pero lo más probable de 2013) — https://es.proletariosinternacionalistas.org/lo-queremos-todo/ — que, si bien es correcto en términos de principios y objetivos finales, solo sirve para reafirmar estos, pero es incapaz de ofrecer la menor orientación concreta práctica a la gente en su lucha contra la política de austeridad, ni cual debía ser ese marco de lucha estando en la Unión Europea. En suma, un texto que, salvo algún detalle circunstancial, lo mismo podía servir para muy diversas décadas, tal es su intemporalidad. Y ese “¡Lo queremos todo!” parece formar parte de la misma cultura maximalista y declamatoria, sin mediaciones tácticas útiles (entre los objetivos finales y totales y los parciales e inmediatos), del “insurreccionalismo”. Así que sirve para poco más que contentar y reafirmar a los ya lo suficientemente convencidos. Lo mismo ocurre con un volante con motivo de la jornada de lucha europea del 14-N (14 noviembre 2012) que en España y Portugal fue una convocatoria de huelga general (previamente en Euskadi y Navarra). Generalidades radicales pero incapaces de denunciar que la protesta sindical contra la política de austeridad ni siquiera se concretó en el cuestionamiento del tratado europeo TSCG y la española ley LOEPSF (ambos previos, de ese mismo año), cuando antes y posteriormente habría luchas en Francia y Portugal contra el TSCG. Así no se ofrece ninguna pauta concreta en base a objetivos comunes tanto en España como en la Unión Europea, para romper realmente con la trampa sindical y avanzar en la lucha a escala europea. Volante “Ruptura revolucionaria frente a paro sindical” https://es.proletariosinternacionalistas.org/ruptura-con-el-paro/ . Eso sin embargo es lo que yo procuré hacer con mis artículos de ese momento, cuya relación recojo al final de la NOTA 2 de mi artículo “Este artículo hará historia, para vencer” (11-2-2022) — https://lanueve.info/este-articulo-hara-historia-para-vencer-2/

NOTA 2.- Una muestra de ese tipo de excesos y sus peligros: “4. Consideramos que en ningún caso este proceso de degradación ecológica masiva y escasez de recursos establece escenarios en los que se acaben las posibilidades de una práctica política emancipadora y de justicia social. Sea lo grave que sea, alcance la violencia que alcance, la posibilidad y la obligación de llevar a cabo una lucha colectiva para mejorar las condiciones de vida de las clases desposeídas seguirá vigente.” “Ecosocialismo: la necesidad de una alternativa revolucionaria” por Juanjo Álvarez y Martín Lallana, en Viento Sur nº 176, junio 2021. Los subrayados son míos. https://vientosur.info/category/revista/vientosur-no-176/

Aunque aquí se expresa el deseo loable de seguir luchando pese a todo, es muy peligroso planteárselo así, pues supone no reconocer la existencia de límites de gravedad insuperable y la necesidad de evitar a toda costa llegar a ese punto, en lugar de restarle trascendencia, porque pese a todo siempre habrá motivos para seguir luchando por mejoras y posibilidades de hacerlo. Por no reconocer, por ejemplo, que podemos estar próximos de que desaparezcan las posibilidades de una sociedad socialista-comunista, por ejemplo, una crisis agrícola planetaria por escasez de fertilizantes nitrogenados –dependientes del gas natural- y fosfatos de roca, más sequías e inundaciones, pérdida de suelo fértil, podría llevar a tales hambrunas que desembocasen en una guerra mundial genocida (haciendo, por supuesto, imposible el socialismo y cualquier cosa que se le parezca, salvo por el nombre de nacionalsocialismo en un régimen nazi genocida) y una reducción apocalíptica, cuando menos, de la población mundial; que un régimen de tipo hitleriano nos aplastase y condujese a los luchadores/as a campos de concentración y exterminio donde, efectivamente, todavía nos dejaría muchas opciones para “asaltar los cielos”, pero atravesando la chimenea del crematorio; o más recientemente, como el millón de indonesios de izquierda asesinados a consecuencia del golpe militar de Suharto (1965) con el apoyo total de los EE.UU…; o simplemente una derrota ideológica y política lo suficientemente importante (la experiencia histórica demuestra que no hace falta llegar a aplastarnos previamente) que permitiese nuestra movilización para la guerra inter-imperialista que nos llevase a matarnos entre nosotros los trabajadores/as (en el frente y bombardeando la retaguardia) y en su escalada, a la guerra nuclear. En cualquiera de esas circunstancias decir que todavía tenemos “posibilidades de una práctica política emancipadora y de justicia social” suena a sarcasmo. Lo que hay que hacer es impedir llegar a ese estado, pues ahí “la posibilidad y la obligación de llevar a cabo una lucha colectiva para mejorar las condiciones de vida de las clases desposeídas seguirá vigente.”, sería poco más que un “brindis al sol” (en el campo de exterminio también puedes luchar, por coger un trocito de pan a los verdugos). Es una frivolidad centrarse en las posibilidades que todavía hay de luchar si a causa de lo mal que se ha hecho hasta entonces (precisamente también por restar importancia a las derrotas y sus consecuencias a corto y largo plazo: “de derrota en derrota hasta la victoria final”) ya no pueden hacerlo miles, cientos de miles, millones de personas por el simple hecho de que ¡están muertas! a consecuencia de esa derrota y lo que trajo consigo, entre otras cosas un tsunami de sufrimiento físico (mutilaciones, enfermedades crónicas, discapacidad, minusvalía…) y emocional (no el de un desengaño amoroso adolescente, sino la pérdida de hermanos, hijos, padres, abuelos, parejas, amigos…), que seguirá pesando sobre los supervivientes. Las pilas alcalinas y de larga duración, como duracel (la del spot publicitario del simpático conejito que sigue y sigue, dura y dura), durarán todo lo que quieran, pero si el muñeco ha volcado y no puede incorporarse, no servirán para nada más que agitarse inútilmente.

Ese tipo de razonamiento y compromiso viene muy bien a los perdedores vocacionales que, de facto, hacen suyo ese eslogan -en otras situaciones tan educativo-, de “lo importante no es ganar, sino participar”, pero que traducido a la lucha de clases en condiciones de supervivencia o muerte se traduce en “lo importante no es vencer “de una puta vez”, sino tener motivos para deber seguir luchando (al menos quejarnos) siempre”. Un psicólogo analista transaccional diría que tiene un mandato de guión de vida (desde las figuras de autoridad familiar y social) de “No ganes, sólo inténtalo; esfuérzate mucho pero fracasa; porque no mereces ni vales para más.”. Así que a lo máximo que pueden aspirar es a ser grandes organizadores de derrotas. No importa mucho si se lucha mal por negligencia, y que secretamente se aspire a que en su lápida (tal vez ni la tenga, pues sus asesinos le hayan arrojado a una fosa común en cualquier lugar perdido de la mano de Dios, o al mar desde un avión, como hicieron los militares argentinos de la década de los 1970) se lea: “Nunca dejó de luchar. Murió cantando La Internacional ante sus verdugos.” Descanse en paz. No, no quiero que estés siempre luchando, sino que cuando lo hagas, lo hagas bien (no necesariamente más, sino mejor), ¡para ganar!. Lo que la Humanidad necesita es espíritu de ganador, no el de lamentables luchadores que se inmolan. Necesitamos un comando que salve de la cruz a Brian y no que le demuestre su admiración y se suicide (en el tramo final de “La vida de Brian” film de 1979 de los geniales y divertidos Monty Python), y organizaciones revolucionarias que no se parezcan a las del film (recuerdan a demasiadas del mundo real y sorprendentemente actuales); lo siento por el espoiler https://mycinedesiempre.blogspot.com/2019/02/la-vida-de-brian-monty-python.html

Tanto buenismo, positividad y optimismo “a prueba de bomba”, me resultan muy chocantes y alarmantes en quienes sospecho que no son precisamente unos principiantes en cuestiones políticas y que por su modo de escribir muestran un alto nivel cultural (universitario). No necesitamos “brindis al sol” voluntaristas, y sí muchísimo más realismo estratégico para reconocer las amenazas existenciales y no “meter la pata” hasta el fondo y encontrarnos con lo insuperable. No quiero ser unilateral e injusta con este comentario crítico, pues el artículo tiene sobre todo reflexiones muy interesantes y realistas, por lo que aconsejo su lectura, aunque también cae en ideas que me recuerdan al Programa de Transición trotskista, para cuya crítica aporto un libro en Recursos, y en cuanto a la línea estratégica que planteo para quienes estamos en la Unión Europea, ni intuirla. No puedo detenerme en más consideraciones.

NOTA 3.- En el informe 10 A, publicado en la primavera de 2014, titulado “Desentrañando la Unión Europea” (ya no lo tienen disponible en la web, pero su portada es la del anuncio del informe 10 completo), como adelanto y síntesis del informe final que entonces no tenían terminado, si buscamos la palabra “estabilidad” no nos encontramos con el TSCG (Treaty on Stability, Coordination and Governance; o Pacto Fiscal Europeo o Fiscal Compact; en español TECG: Tratado de Estabilidad Coordinación y Gobernanza), sino sólo con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento que, aunque acabaría diciendo lo mismo, no fue el que provocó las movilizaciones, pues fue el TSCG el que primero estableció claramente el plazo y el ritmo para bajar la deuda pública al 60% del PIB para el 2033. Y sobre el PEyC dice:

Una, que disminuyan el déficit público hasta situarlo, juntamente con el nivel de deuda, dentro de los límites que permite el Pacto de Estabilidad y Crecimiento: déficit anuales inferiores al 3% y deuda pública inferior al 60% del PIB. Estos límites se endurecen más todavía a partir de 2020. Y dos, que acepten implantar programas de austeridad y ajuste.”

Además de ni mencionar el TSCG, la información es imprecisa, como no decir el plazo de 2033 para bajar la deuda al 60% PIB, y tampoco hacen ninguna referencia a la súper ley austericida española LOEPSF (Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera), que es la aplicación en España del TSCG (pero “más papista que el Papa” TSCG), con su plazo en el 1-1-2020 para dejar la deuda en el 60% PIB. ¿Con esto querían ofrecer una gran ayuda para clarificar nuestra posición ante la Unión Europea antes de las elecciones al Parlamento europeo del 22 al 25 de mayo de 2014?

En el Informe número 10, de septiembre de 2014, titulado “Desentrañando la Unión Europea” https://seminaritaifa.org/taifa/publicacions/informes/informe-10/ —-por fin (un poco tarde, pasadas ya las elecciones) mencionan y se extienden algo a cuenta del TSCG, pero sin demasiada fortuna y cometiendo algunos errores de bulto. Nuevamente no dirán nada sobre lo que más nos afectaba a nosotros, su versión española en la LOEPSF, con la que, desde hacía más de dos años, ya nos venían machacando desde el Gobierno de España. ¡Asombroso!.

Cito: “Recuadro 6. El TSCG. El Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza aprobado en marzo de 2012 establece a través del Pacto Fiscal incluido en el mismo la regla del presupuesto equilibrado. Por ella a partir de 2020 el déficit presupuestario de cada país habrá de ser 0,00% o como máximo el 0,50% del PIB y la deuda pública menor del 60%. Se establecen, además penalizaciones si no se cumplen estos límites. Si la deuda es superior a ese 20% habrá de disminuirse en un veinteavo cada año hasta llegar al límite establecido. El TSCG exige, además, a los países de la zona euro que inscribieran en sus Constituciones que el primer y absolutamente prioritario gasto de los Estados es el del pago de la deuda.

Respecto al déficit, hay que añadir que en El TSCG, con el Pacto Fiscal que integra, supone anular prácticamente de forma permanente la política fiscal que pueden ejercer los países, que era ya la única política coyuntural que les quedaba. El gobierno español, entonces del PSOE, no sólo acepto esta norma, sino que logró rápidamente, en un par de semanas, un pacto con el PP para cambiar velozmente la sacrosanta Constitución y aprobarla. Incluso se anticipó a otros países en situaciones más difíciles como Grecia.

Con todas estas medidas el objetivo principal de la UE consistía, y consiste en que estos países puedan pagar la deuda. Para ello, y para que la deuda no aumente, estos países tienen que disminuir tajantemente los déficits públicos, hasta situar déficit y deuda dentro de los límites que permiten la Unión” (página 84)

El primer párrafo tiene errores de bulto y por ello contradicciones evidentes. El plazo del TSCG para bajar la deuda al 60% del PIB no es 2020, sino 2033, por ello lo de rebajar anualmente una veinteava parte de la deuda que exceda de eso ya que ese mandato del TSCG entraba en vigor el 1-1-2013, y así nos ponemos cuando menos en el 1-1-2033 (veinte años rebajando deuda una veinteava parte en lo que exceda del 60%, no el año 2020). No tiene ningún sentido hablar de “Si la deuda es superior al 20% habrá de habrá de disminuirse en un veinteavo cada año hasta llegar al límite establecido” ¿del 60% o del 0%?, pues lo correcto es si la deuda es superior al 60%. Con semejante galimatías es imposible entender en qué consiste el TSCG.

Está muy bien que se refieran a la reforma del artículo 135 de la Constitución (aunque no mencionen el artículo), pero muy mal que no digan nada de la ley que cumple ese mandato constitucional, la LOEPSF, y que, ésta sí, dice que la deuda no puede superar el 60% ya para el 1-1-2020.

Se agradece que analicen e informen con mucho detalle de muchas cuestiones, pero es preferible tratar menos asuntos, pero abordar mejor los más importantes y sobre todo contra los que debemos luchar, e informar bien sobre ellos, no encima con errores tan gruesos que convierten la información en totalmente inútil. ¿Qué vas a explicar a los trabajadores/as del TSCG si ni tú mismo has conseguido entender nada?. Decepcionante. Y no pueden alegar ignorancia.

Ya con mucho tiempo antes, para el viernes 27 de septiembre de 2013, aprovechando el envío de mi artículo “Iniciativa “En defensa del sistema público de pensiones”. Olvidan la clave: la Ley de Estabilidad Presupuestaria” (27/9/2013) — http://2014.kaosenlared.net/especiales/e/elcapitalismoenbancarrota/item/69524-iniciativa-%E2%80%9Cen-defensa-del-sistema-p%C3%BAblico-de-pensiones%E2%80%9D-olvidan-la-clave-la-ley-de-estabilidad-presupuestaria.html , les decía:

“Seminari Taifa: Os envío el último artículo que he publicado en Kaos en la red sobre el tema de la reforma de las pensiones y cómo abordar la lucha contra ella, ligada a la lucha contra la Ley de Estabilidad y el TSCG de la U.E. Os pido que consideréis esto en muy serio y os invito a que cuanto antes elaboréis un informe sobre dicha Ley y Tratado, dada su trascendencia general e histórica. También os envío un texto sobre la Sumisión de la clase trabajadora, en versión pdf, otro sobre la Salida del euro; otro sobre España llave de Europa, que publiqué en Kaosenlared.”

Ni siquiera me acusaron recibo, algo de lo más habitual por parte de casi todos, especialmente los colectivos.

Al menos, el primer informe, en sus páginas 18 y 19, daba un buen “tirón de orejas” a quienes alucinan con la falsa “alternativa” de salir del euro. Con mucho más detalle en el informe final de septiembre de 2014, páginas 44-47.

RECURSOS para profundizar, o al menos disponer de ellos, aparte los ya incluidos en alguna de las notas.

El cataclismo que nos amenaza. ¿Cómo evitarlo?” (26-1-2021) Una orientación que podrá revolucionar la lucha contra el cataclismo y una guía para aprender. La crisis civilizatoria y medioambiental provocada por el capitalismo y sus Estados (crisis económicas, crisis energética, crisis alimentaria, cambio climático, sexta gran extinción, guerras, colapso…), que puede llevarnos a la autodestrucción. Es una propuesta de método para afrontar el asunto del modo más inteligente y eficiente posible, dadas las circunstancias de extrema debilidad por nuestra parte, de incertidumbres en el conocimiento, y de urgencia del asunto, combinando la precaución y la prevención en lo tecnológico y ecológico con la audacia en lo político. Lo que planteo no lo plantea nadie y pudiera ser una gran ayuda para dar un gran empujón al asunto, avanzar y rápido. Una orientación que podrá revolucionar la lucha aportando unos ejes cruciales válidos a escala mundial, convirtiendo de una vez esta lucha, en la tarea política central de nuestro tiempo, si es que queremos salvarnos. Disponemos de la tenaza formada por el Gran Relato de la denuncia de la plusvalía (de la explotación del trabajo a la amenaza de extinción de la Humanidad, pasando por la opresión política, crisis, guerras, colapso) y el eslogan-marco mundial (“sucesor” del de “Otro mundo es posible”) “Horizonte 2050, superando el capitalismo o condenados”, para unir en lo posible a todos los anticapitalistas (marxistas, anarquistas, ecosocialistas, colapsistas…) impulsar la elaboración política, despertar a cientos de millones de personas en todo el mundo, ayudar a que todas las luchas, tras diversos objetivos, confluyan en ese objetivo común. Argumentación detallada en el documento. También viene a ser, en las notas, una guía para aprender, facilitando el conocimiento de numerosos autores y la descarga de muchísimos materiales muy valiosos. https://kaosenlared.net/el-cataclismo-que-nos-amenaza-como-evitarlo/ . Por el cansancio se me escaparon de reconocer unas cuantas erratas, y la más tonta, el acento a la palabra cataclismo en la imagen. Lo copian en https://www.asociaciongerminal.org/?p=6355 , poniendo su imagen. Al final se puede convertir en archivo pdf, pero entonces “se come” el primer párrafo del documento.

Para comprender bien qué es lo que hace desarrollarse la kraken.

«“Antifa. El manual antifascista” de Mark Bray: Propuesta y recursos» (10-6-2020) reseña del libro de Bray, y mi propuesta de diez ejes para una estrategia y táctica integral por un antifascismo anticapitalista y antipatriarcal, y recursos para ampliar conocimientos. Por eso, en lugar de los dos puntos (:) debiera haber sólo un punto (.) — https://kaosenlared.net/antifa-el-manual-antifascista-de-mark-bray-propuesta-y-recursos/ El mismo día lo copió la web de Germinal Asociación Cultural – Elkarte Kulturala, https://www.asociaciongerminal.org/?p=3711 Se puede convertir en pdf yendo al final del artículo. También en https://contralapropagandamediatica.wordpress.com/2020/06/10/antifa-el-manual-antifascista-de-mark-bray-propuesta-y-recursos/

Sobre el durante tantas décadas silenciado golpe militar en Indonesia en 1965, cometido con la total complicidad de los EE.UU., que causó el asesinato de cerca de un millón de personas políticamente de izquierdas y desarmadas, y también sobre otras matanzas en el mundo, véase el libro “El método Yakarta. La cruzada anticomunista y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo” de Vicent Bevins, en Capitán Swing libros, 2021, Madrid, 390 páginas. https://capitanswing.com/libros/el-metodo-yakarta/ Reseñas y entrevistas https://www.eldiario.es/internacional/vincent-bevins-asesinato-masivo-izquierdistas-tercer-mundo-fundamental-ganar-guerra-fria_128_8549923.htmlhttps://www.publico.es/culturas/publicacion-metodo-yakarta-torturas-asesinatos-estrategia-EE.UU.-siglo-xx-vencer-comunismo.html —- https://capitanswing.com/prensa/la-guerra-sucia-de-ee-uu-contra-el-comunismo-y-contra-lo-que-no-lo-era/

También los documentales “El acto de matar – The act of killing” (disponible en tve2 “Somos documentales”, hasta el 30-4-2022 https://www.rtve.es/play/videos/somos-documentales/acto-matar/5927986/ ; el emitido por tve2, lo tienen en https://www.vidoevo.com/video/Q21WUUY5cWuRpVFBTaEE/a-el-acto-de-matar-g-las-matanzas-de-indonesia con el título “El acto de matar – las matanzas en Indonesia”, igual que en YouTube ; para localizar otras versiones, https://www.vidoevo.com/videosearch.php?q=El+acto+de+matar+-+The+act+of+killing

A continuación: “La mirada del silencio – The look of silence” https://www.documaniatv.com/politica/la-mirada-del-silencio-video_c63fba21d.html . También en https://www.vidoevo.com/video/SEdXY0FDcWuRpRkx5UTQ/la-mirada-del-silencio-el-genocidio-indonesio con el título “ “La Mirada del Silencio” . El genocidio indonesio.” (otras versiones en https://www.vidoevo.com/videosearch.php?q=La+mirada+del+silencio+%E2%80%93+The+look+of+silence

Unos chilenos comentan “El Acto de Matar (The act of Killing): Crítica y Análisis en Español” https://www.vidoevo.com/video/ZWliZjBmcWuRpaDFTUGs/el-acto-de-matar-the-act-of-killing-crtica-y-anlisis-en-espaol . El comentarista de la derecha, el de mayor edad, por su insistencia en la naturaleza psicopática de esas actuaciones, aunque en parte tiene razón, se ve que no ha visto el documental “El juego de la muerte”, que recomiendo más adelante, y ni siquiera conoce bien los experimentos de Stanley Milgram sobre la obediencia, y tampoco el experimento en la “cárcel” de la universidad de Stanfor, por el doctor Philip Zimbardo.

Los documentales “El acto de matar” y “La mirada del silencio” están disponibles en tve2, pero por un tiempo limitado. https://www.rtve.es/play/videos/somos-documentales/el-acto-de-matar/5927986/ (hasta el 30-4-2022), https://www.rtve.es/play/videos/somos-documentales/la-mirada-del-silencio/5910210/ (hasta el 31-5-2022)

Véase también sobre el experimento “Tercera Ola” o “La ola” https://es.wikipedia.org/wiki/Tercera_Ola , y para la película “La ola” (Die welle, 2008 dir. Dennis Gansel) https://es.wikipedia.org/wiki/La_ola_(pel%C3%ADcula) ; la película, se puede ver y descargar el video en https://mycinedesiempre.blogspot.com/2020/08/la-ola-die-welle.html .

Como muestra de cómo pueden llegar a reprimir hasta los Estados burgueses de mayor tradición democrática, la matanza del domingo 30-1-1972 en Derry (Irlanda del Norte) por parte de los paracaidistas del ejército británico, causando catorce muertos de bala en una manifestación pacífica que reclamaba algo tan básico como la igualdad de derechos civiles para la población de origen católico, discriminada un poco como lo habían venido siendo los negros en los EE.UU. Los responsables, aunque identificados, no han sido condenados. Véanse https://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_Sangriento_(1972) y la película basada en esos hechos https://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_sangriento_(pel%C3%ADcula) . El film se puede ver y descargar en https://www.vidoevo.com/video/UjUwLXdlcWuRpUjhlZVU/domingo-sangriento-bloody-sunday-2002-pelcula-pleta-en-espaol .

Los videos en vidoevo.com se pueden descargar para guardar en el ordenador, muy fácilmente, y así poder verlos cuando queramos sin necesidad de conectarnos a la web. Se pone en marcha, ratón derecho, Guardar video como, y guardar como archivo mp4. Si se sabe de la existencia de un video en Youtube, se toma nota del título y se comprueba si está en vidoevo.com y así se puede descargar.

Aprovecho para publicitar un estupendo libro, de finales de la década de los 1930s, muy pedagógico, sobre el fascismo italiano y nazismo alemán, de Daniel GuérinFascismo y gran capital”, descargable en https://drive.google.com/file/d/1EFWO5EPWTrK2rBFzJcgSyLy67xElFEjQ/view?fbclid=IwAR309WVKYt18ByDvpb5XQ94nobmjvGHwslygni_rkAWURAR0ByDnd8UkJdI , y también en https://docer.com.ar/doc/x5xxxc8 . Descargadlo cuanto antes, no sea que desaparezca.

Aprovecho también. El reciente cierre de https://zoowoman.website impide que tengamos acceso fácil en una web de confianza a los ocho documentales “Shoah” (1985) de Claude Lanzmann, con subtítulos en español. Antes de que tampoco se pueda ver la extraordinaria película “Masacre: ven y mira – Idi i Smotri (Come and See)” (1985) de Elem Klimov, aprovechad en https://mycinedesiempre.blogspot.com/2018/10/masacre-ven-y-mira-1985.html , el video de https://mixdrop.to/e/a11ht/ cerrad las pestañas emergentes, poner en marcha el video, ratón derecho, Guarda video como; también se puede descargar en VOSE en https://archive.org/details/ven-y-mira-idi-i-smotri en la opción H 261 IA (o sea https://ia801907.us.archive.org/9/items/ven-y-mira-idi-i-smotri/Ven%20y%20mira%20%5BId%C3%AD%20i%20smotr%C3%AD%5D.ia.mp4 ) , y una vez en marcha el video, ratón derecho, Guardar video como. Otro tanto, pero con un archivo de menor tamaño que no permita apreciar tan bien las grandes escenas, pero doblado al español, en https://www.veoh.com/watch/v6591367XngY9PnD . Videos sobre la película en https://www.vidoevo.com/videosearch.php?q=masacre+ven+y+mira

Sobre la obediencia a la autoridad, véase los experimentos del doctor Stanley Milgram https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram y cuando se pueda, mi artículo comentando una espectacular versión muy reciente titulado “Tu enemigo está en ti. Mírate en este espejo. Una clave de lo que nos pasa” (29-3-2016) con un análisis detallado del concurso-experimento “La zona extrema” del documental “El juego de la muerte”—— http://kaosenlared.net/tu-enemigo-esta-en-ti-mirate-en-este-espejo-una-clave-de-lo-que-nos-pasa/ —-

Nuevamente está disponible en el mercado un libro fundamental sobre el tema de la obediencia y la autoridad y sus consecuencias, una obra maestra, con base científica, experimental, el de Stanley Milgram ”Obediencia a la autoridad” (Capitán Swing, Madrid, 2016, 296 páginas). Su plena vigencia la demuestra un experimento espectacular (por lo extraordinario y al ser un espectáculo en sí mismo) tan reciente como el realizado en 2009 en Francia, un país de lo más democrático para los parámetros burgueses y con los sindicatos más fuertes de toda Europa. No es Corea del Norte, ni Irán, ni Turquía, ni la región española de Murcia donde en las elecciones generales de 10-11-2019 la derecha del PP (26,51%) y la ultraderecha de Vox (27,99%), sumaron el 54,50% de los votos ¿qué resultado habría tenido allí este experimento?, mejor no saberlo. El experimento adoptó la forma de un falso programa piloto de un concurso (con participantes y mucho público que desconocían que era un experimento) para la televisión francesa llamado “La zona extrema” (La zone Xtreme), que dio lugar al documental “El juego de la muerte” (se puede encontrar en Youtube, y también en https://www.documaniatv.com/social/el-juego-de-la-muerte-video_dba6c9925.html subtitulada la parte del “concurso”, resto doblado al castellano; el mismo en https://www.vidoevo.com/video/bWprdVNCcWuRpN2hpMnc/documental-el-juego-de-la-muerte-un-concurso-sobre-el-experimento-de-milgram ; escasos segundos más https://www.vidoevo.com/video/Q0ZjbHFDcWuRpYmNVSzQ/micaal-tv-el-juego-de-la-muerte-documental , también en https://veoh.com/watch/v20602560ZbkeQe3K ), versión modernizada de los experimentos sobre el tema que hizo en los años 1960 Stanley Milgram. Teniendo en cuenta el aura de autoridad que puede tener la presentadora-guía de un concurso de televisión comparada con quien pasa por doctor en un experimento anunciado como científico, el resultado del “concurso” es mucho más desolador que los experimentos de Milgram realizados en una época más autoritaria que hoy. Esto es una llamada de atención al potencial de conformidad existente hoy en el que podría apoyarse la ultraderecha y el fascismo. Es una muestra de hasta qué punto el mal puede ser banal (no causado por una persona malvada, sino por una normal, como yo o tú mismo/a) si está por medio la obediencia incluso a una figura leve de autoridad, y a lo que se podría llegar con el fanatismo de ultraderecha y fascista con su disciplina autoritaria, sobre todo si se teme que la alternativa sólo puede ser la desintegración y el caos social (muy probable en la crisis terminal del capitalismo o en el colapso).

Véase también sobre el experimento situacional de la cárcel de la Universidad de Stanford, por el doctor Philip Zimbardo “Experimento de la cárcel de Stanford. (Documental) Noche temática – La ciencia del mal” en https://www.vidoevo.com/video/cFF3REozcWuRpb0REVkE/experimento-de-la-crcel-de-stanford-documental-noche-temtica-la-ciencia-del-mal ; lo de ese documenta pero recogido lo de Stanford en uno breve https://www.vidoevo.com/video/SFBiQ0hGcWuRpa2Z0Yjg/experimento-de-la-crcel-de-stanford ; un video muy breve, de animación, explicando en qué consistió https://www.vidoevo.com/video/NzNjdXI2cWuRpTGVjOTQ/experimento-de-la-crcel-de-stanford-philip-zimbardo-draw-my-life-en-espaol ; un video de divulgación sobre psicología https://www.vidoevo.com/video/bmR1VmQxcWuRpSWxXZnc/el-efecto-lucifer-documental-de-psicologa-acmo-fue-el-experimento-de-la-crcel-de-stanford ; una entrevista de Eduardo Punset a Zimbardo para el programa Redes, de tve2 https://www.vidoevo.com/video/VXdtdXZDcWuRpeXRjZDQ/ph-zimbardo-entrevistado-por-e-punset-experimento-de-la-prisin-de-stanford . “Experimento en la prisión de Stanford…Documental BBC (subtitulado español)” https://www.vidoevo.com/video/ZVZYYnpDcWuRpN1RvWlE/experimento-en-la-prisin-de-stanforddocumental-bbc-subtitulado-espaol

Para echar un vistazo al voluminoso libro de Philip Zimbardo y decidir si comprarlo o no, “El efecto Lucifer. El por qué de la maldad” https://es1lib.org/s/efecto%20lucifer

La película estadounidense de 2010 titulada The Experiment, dirigida por Paul Scheuring y protagonizada por Adrien Brody, que es un remake de Das Experiment (El experimento), una película alemana del director Oliver Hirschbiegel rodada en 2001, protagonizada por Moritz Bleibtreu , basada en la novela de Mario Giordano, que a su vez se inspira en el experimento de Zimbardo. La americana, en español latino https://www.youtube.com/watch?v=zD-OniwHk70 La alemana, aunque está equivocado el año, en castellano https://www.vidoevo.com/video/MWtrZWFKcWuRpVzRzY1E/experimento-de-stanford-pelcula-pleta-el-experimento-2010

En la Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_la_c%C3%A1rcel_de_Stanford ; en una web https://www.flipada.com/10-inquietantes-cosas-experimento-stanford/

Para conocer el rostro humano del kraken (no confundir con “kraken con rostro humano”, humanizado, sensible, al modo de un “capitalismo con rostro humano”, como un “socialismo con rostro humano”, o sea, no estalinista, que se dijo en su día), léase el libro de entrevistas a los ejecutores del horror político (de Chile, Vietnam, Nicaragua, Camboya, EE.UU., Argentina), del periodista español Vicente Romero Cafés con el diablo. Descenso a los abismos del mal” (Foca, Editorial Akal, Madrid 2021, 406 páginas). Una obra de muy fácil acceso para que las jóvenes generaciones conozcan lo que ocurrió y lo que, sin duda, con otros protagonistas, volverá a ocurrir (ya estará ocurriendo en algún lugar), multiplicado, si no lo impedimos. Una inmersión más soportable, supongo, que la lectura de un informe en profundidad sobre el terror impuesto por los militares en Argentina (como el Nunca más), o de la máquina de exterminio nazi y de sus socios, que quizás hasta te hiciesen envejecer unos años, al menos por dentro (por eso, algunos no he podido terminarlos; no es lo mismo que ver una película del género de terror).

Un libro divulgativo muy fácil de leer y entender, que explica algunas cosas muy interesantes sobre el funcionamiento del cerebro en tiempos de cambio, incertidumbre y amenazas, la diferencia entre resistir y persistir, entre una actitud proactiva y la reactiva, entre los cerebros transformadores y los “conservadores” reaccionarios, es el de David Bueno “El arte de persistir. Un viaje al interior del cerebro para aprender a gestionar el cambio y la incertidumbre (RBA, 2021, Barcelona, 206 páginas)

El documental “El cerebro de Caín” https://www.rtve.es/play/videos/somos-documentales/cerebro-cain/5919738/

Con todas estas recomendaciones no pretendo asustar a las generaciones más jóvenes. Pero sí me parece que en los últimos años vivimos en el mundo (en particular en Europa) un tiempo relativamente “apacible” pero muy engañoso (los ejércitos, los planes para caso de “crisis política” a la “seguridad nacional”, el armamento nuclear, etc., siguen estando ahí y aumentando; véase sobre España https://kaosenlared.net/el-31-de-diciembre-el-gobierno-psoe-podemos-publico-en-el-boe-la-estrategia-de-seguridad-nacional-2021/ , https://www.boe.es/eli/es/rd/2021/12/28/1150/con/20211231

https://www.ceivar.org/2022/01/05/estrategia-de-seguridad-nacional-2021-vigilancia-controlo-social-censura-e-repressom-do-estado/ ), y eso puede llevar a confundir y crear muy falsas ilusiones sobre lo que puede ser el futuro, cuando se pueden dar cambios muy grandes y rápidos. Las generaciones de luchadores/as de los 1960 a mediados de los 1980, sabíamos muy bien, no sólo por la historia, sino por los sucesos que nos eran contemporáneos, hasta qué punto la clase dominante era capaz de hacer uso de la violencia y el terror más despiadado, incluso las proclamadas democracias o abriendo ellas las puertas a sus perpetradores. Y el capitalismo y el imperialismo y sus Estados siguen dominando el mundo. Los nuevos luchadores/as, si quieren sobrevivir y vencer, deberán superar rápidamente la ingenuidad política, la creencias en límites, líneas rojas que supuestamente nunca traspasaría la burguesía; la codicia, la avaricia, la ambición de poder, la hipocresía, el cinismo y la psicopatía, no los conoce; la cadena de mando es capaz de vencer la resistencia a las órdenes más psicopáticas; toda la legislación internacional sobre “crímenes de guerra”, “crímenes contra la humanidad”, genocidio, derechos humanos, etc., se puede convertir en “papel mojado”, humo.

Si el capitalismo en su fase imperialista con el Estado burgués fascista no tuvo bastante con las víctimas “normales” de la guerra, sino que fue capaz de llegar a la fría y mecánica planificación de la matanza industrializada de millones de personas de todas las edades, desarmadas e indefensas, cuya ejemplificación más emblemática (no única) es Auschwitz, o su utilización como fuerza de trabajo esclava por las mayores empresas capitalistas alemanas ¿qué nos puede llevar a la convicción de que algo muy similar e incluso peor no pueda volver a ocurrir cuando desde entonces hemos visto que millones de personas eran sacrificadas en otras guerras y con bombardeos sistemáticos a la población civil (por ejemplo, sobre Corea del Norte, Vietnam…), por parte de las democracias (burguesas) además, las mismas que, sin embargo, “no se cortan un pelo” a la hora de sermonear, con aire de superioridad, sobre los “derechos humanos”. Si la principal potencia democrática, cuando ya tenía ganada la guerra, fue capaz de lanzar dos (no una, dos) bombas atómicas, en días diferentes, sobre sendas ciudades japonesas, siendo su objetivo la población civil, y cuando la guerra estaba ganada ¿qué nos obliga a creer que no volvería a ocurrir, cuando persiste el capitalismo imperialista y su Estado burgués, pues siempre es capaz de inventar justificaciones para eso?. En el futuro, los dominados seremos potenciales “judíos” en cuanto al trato y el “tratamiento especial” (otros que no lo eran, ya sufrieron su misma suerte, como los más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos). Léanse “Modernidad y holocausto” de Zygmunt Bauman, Ediciones Sequitur, varias ediciones desde 1997, Madrid, 270 páginas. “Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?. Hitler como precursor” de Carl Amery, Turner y Fondo de Cultura Económica, Madrid y México, 2002 y ediciones recientes, 183 páginas. En una línea que parece similar, y destacando el papel que puede jugar el cambio climático y las crisis alimentarias a escala mundial (como precedente más reciente, la crisis agrícola en Ruanda y el genocidio que le siguió en 1994), Timothy Snyder “Tierra negra. El Holocausto como historia y advertencia”, Galaxia Gutenberg, 2015, 528 páginas.

Sobre Auschwitz, en https://www.documaniatv.com/search.php?keywords=Auschwitz , sobre todo los siete de la serie “Auschwitz, los nazis y la solución final”. También sobre un importante juicio celebrado en 1963 en Frankfurt (Alemania) “El juicio de Auschwitz” https://www.documaniatv.com/historia/el-juicio-de-auschwitz-video_854efc392.html . “Las huellas de Auschwitz” https://www.documaniatv.com/historia/las-huellas-de-auschwitz-video_be12070d3.html . “El juicio de Auschwitz” https://www.documaniatv.com/historia/el-juicio-de-auschwitz-video_854efc392.html“La película perdida de Nuremberg” https://www.documaniatv.com/historia/la-pelicula-perdida-de-nuremberg-video_99a43ee3a.html .

Sobre la bomba atómica, un documental que nos muestra el horror apocalíptico de esas armas, “Trinity and beyond, la película de la bomba atómica” https://www.documaniatv.com/historia/trinity-and-beyond-la-pelicula-de-la-bomba-atomica-video_7a987b2f7.html , y creo que no existe otro comparable para mostrar la dimensión de nuestra locura (la de sus fomentadores y la de quienes lo seguimos tolerando), pero pese a esa “espada de Damocles” que sigue pendiente sobre nosotros tras décadas, celebremos nuestra libertad porque podemos tomarnos unas cañas sin restricciones por la pandemia. El género idiota es el más trasversal de los géneros.

Para la estrategia y la táctica: Libro “Critica al Programa de Transición de León Trotsky”.- Raúl Novello y Pandy Suárez, os lo podéis descargar en http://www.rebelion.org/docs/203943.pdf .

Sobre el tema de la revolución, la estrategia y las cuestiones militares, empezando por la defensa ante la represión y la contrarrevolución, aunque pertenece a la corriente trotskista (cuyo programa se critica en el libro antes recomendado), en concreto a la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI), dado que es un tema que hoy apenas se aborda, creo que es imprescindible el libro “Estrategia socialista y arte militar”, elaborado por Emilio Albamonte y Matias Maiello, con las aportaciones de los debates entre mucho militantes, en la editorial argentina, Ediciones IPS (Instituto del Pensamiento Socialista, Karl Marx), Buenos Aires, 2017, 608 páginas. Como en ninguna librería he visto nunca ningún libro publicado por esa editorial, deduzco que no se distribuyen en España, así que, para poder acceder a él, gratuitamente tenéis esta dirección (acceso a muchísimos libros de las más variadas temáticas; ya no sé si eso es legal o no, siempre, alguna vez o nunca, pero al menos sirve para echarles un vistazo en casa, detenida y cómodamente, y luego ya se decide si interesa pedirlo a la librería o no, pues no soy de leer libros en el ordenador, me gusta tenerlos y trabajarlos a mano) https://es1lib.org/book/12078244/16a730 ; alguno más de esa editorial https://es1lib.org/s/Ediciones%20IPS . Si de algún libro no tienen en formato pdf, probad en la web https://docer.com.ar/ .

También de la editorial IPS “Insurgencia obrera en la Argentina. 1969-1976. Clasismo, coordinadoras interfabriles y estrategias de la izquierda” de Ruth Werner y Facundo Aguirre, 2007, 591 páginas, que se puede descargar en https://doczz.es/doc/76556/insurgencia-obrera-en-la-argentina-1969 .

Para la experiencia de la revolución rusa, de la que se puede aprender mucho (inspirarnos en su comprensión de las naturaleza de las clases sociales del Estado burgués, y en su inteligencia estratégica y táctica), aunque no se pueda aplicar mecánicamente, como un calco, la de León Trotsky “Historia de la revolución rusa” que se puede descargar, por ejemplo, en https://docer.com.ar/doc/xes1xv . Trotsky “Cómo hicimos la revolución rusa” https://www.elsoca.org/index.php/publicaciones/libreria/4556-libreria-como-hicimos-la-revolucion-rusa —– Trotsky “1917. El año de la revolución” https://www.marxists.org/espanol/trotsky/eis/1924-09-15-1917revolucionario.pdf

Sobre su experiencia militar en la revolución rusa como fundador y máximo dirigente del Ejército Rojo “Escritos militares” el volumen 1 https://www.marxists.org/espanol/trotsky/em/rev-arm/volumen1-1918.pdf, el volumen 2 https://www.marxists.org/espanol/trotsky/em/rev-arm/1919_esc_mil_tomo2.pdf . En otra edición en formato libro https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/militares/como-se-armo-la-revolucion.pdf , también en https://proletarios.org/books/Trotsky-Como-se-armo-la-revolucion-Escritos-Militares.pdf . Otras ediciones, en formato libro https://es1lib.org/s/Como%20se%20arm%C3%B3%20la%20revoluci%C3%B3n .

Un clásico publicado España dos veces (Akal 1977 más completa por las presentaciones y los planos, Editorial Fontamara 1978), A. Neuberg “La insurrección armada” que se puede descargar en https://elsudamericano.wordpress.com/2017/07/11/la-insurreccion-armada-por-a-neuberg-en-pdf/ .

Para los tres tomos de la biografía de Trotsky (El profeta armado, el desarmado, y el desterrado) por Isaac Deutscher, en https://www.elsoca.org/index.php/publicaciones/libreria , donde se pueden localizar también otros libros de interés. Muchos más textos en https://www.marxists.org/espanol/trotsky/index.htm . Otros muchos libros de diversos autores y de mucho interés en http://grupgerminal.org/

De Victor Serge “El año I de la revolución rusa” https://www.traficantes.net/libros/el-a%C3%B1o-i-de-la-revoluci%C3%B3n-rusa-0 . Un clásico, de Victor Serge “Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión” https://es1lib.org/s/Lo%20que%20todo%20revolucionario%20debe%20saber%20sobre%20la%20represion ; otra presentación, con índice https://es1lib.org/book/1406790/f9cc21

Sobre la revolución en Alemania, selección de textos de autores varios como Victor Serge, Rosa Luxemburg https://elsudamericano.files.wordpress.com/2015/10/1-la-revolucic3b3n-alemana-2c2b0edicic3b3n-web3-coleccc3b3n.pdf . También “LA REVOLUCIÓN DÉBIL. RUSIA, ALEMANIA 1917-1923. CAUSAS Y CONSECUENCIAS. LUCHA DE CLASES, ORGANIZACIÓN PROLETARIA Y COMUNISTA. Selección de Textos” https://edicionesinterrev.files.wordpress.com/2020/11/la-revolucion-debil.valida.pdf . También en https://es.es1lib.org/book/17189621/f5532c

Visto desde la izquierda comunista (los comunistas del ala izquierda, en oposición a la orientación mayoritaria en la Internacional Comunista)

La izquierda comunista en Alemania 1918-1921” de Jean Barrot y Denis Authierhttps://bibliotecacuadernosdenegacion.blogspot.com/2018/06/la-izquierda-comunista-en-alemania-1918.html Dad en el nombre en rojo y lleva a https://www.mediafire.com/file/brvy79tzko42bpp/Dauve_1978_La_izquierda_comunista_en_Alemania.pdf/ Ahí, antes de que salga el recuadro emergente, a la derecha, darle al cuadrado azul de Download (44,96MB). Muchas más materiales de interés en https://bibliotecacuadernosdenegacion.blogspot.com/ . También esta otra selección https://elsudamericano.wordpress.com/2019/06/27/ni-parlamento-ni-sindicatos-los-consejos-obreros-los-comunistas-de-izquierda-en-la-revolucion-alemana-1918-1922/ . Otro documento de interés https://elsudamericano.wordpress.com/2017/12/08/programa-del-partido-comunista-obrero-de-alemania-1924/

Para materiales varios, muchos libros en https://elsudamericano.wordpress.com/2017/03/06/catalogo-de-la-coleccion-socialismo-y-libertad/ Si se descarga el catálogo, copiar el titulo y autor y pegarlo en el buscador de la web.

De la Editorial Klinamen http://klinamen.org/ , descarga gratuita de libros http://klinamen.org/publicaciones/area-de-descargas/ , http://klinamen.org/publicaciones/ . Y acceso a las publicaciones de Ediciones Espartaco Internacional http://klinamen.org/espartaco/ . En particular “Portugal ¿la revolución imposible?” de Phil Mailer http://klinamen.org/wp-content/uploads/2020/04/portugal-KLINAMEN.pdf , también en https://doczz.es/doc/164300/portugal–%C2%BFla-revoluci%C3%B3n-imposible%3F . Se puede ver este documental de tve https://www.rtve.es/play/videos/documentales-en-el-archivo-de-rtve/portugal-asi-fue-golpe-estado/2531347/ , https://www.rtve.es/play/videos/documentales-en-el-archivo-de-rtve/reporteros-25-abril-claveles-libertad/2531307/

Para conocer sobre la experiencia de luchas y organizaciones durante el último tramo del franquismo y la llamada Transición, puede consultarse las siguientes fuentes.

La web del “Congreso. Las otras protagonistas de la transición”, con numerosa documentación y videos https://congresotransicion2017.wordpress.com/ ; también para el segundo congreso https://drive.google.com/file/d/1pUgMC4jLLKvRqdVY01qq9bDRgwEJgDys/view . De la organización UCCO http://octubre-ucco.blogspot.com/ que aporta muchos detalles concretos de cómo era aquello. De la LCR, toda la historia de una época https://www.historialcr.info/ . Para descargar algunos libros en pdf sobre la década de los 70s y principios de los 80s http://klinamen.org/publicaciones/area-de-descargas/ . Una visión extremadamente crítica de la militancia en la izquierda revolucionaria “Crítica de la izquierda autoritaria en Cataluña. 1967-1974” http://www.cedall.org/Documentacio/Castella/cedall203110300.htm . Las 38 primeras páginas de una edición actualizada del libro https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs//9788498887082.pdf

Mi artículo, “Vitoria-Gasteiz 3 de marzo de 1976. Materiales para la memoria” (3-3-2020) — relato y acceso a documentos muy importantes – https://kaosenlared.net/vitoria-gasteiz-3-de-marzo-de-1976-materiales-para-la-memoria/

El libro de Gonzalo WilhelmiRomper el consenso. La izquierda radical en la Transición española (1975-1982)” (Siglo XXI de España Editores, 2016, 430 páginas), https://www.sigloxxieditores.com/libro/romper-el-consenso_17965/ . Muy documentado y a partir de haber entrevistado a numerosos militantes y dirigentes de esas luchas y organizaciones.

El libro “Luchas autónomas en los años setenta. Del antagonismo obrero al malestar social” Espai en blanc, descargable en https://www.traficantes.net/libros/luchas-aut%C3%B3nomas-en-los-a%C3%B1os-setenta

Webs de archivos documentales de la época, digitalizados y descargables: En la Universidad Autónoma de Barcelona, preguntando por el nombre de la organización o de alguna de sus publicaciones https://ddd.uab.cat/ (arriba a la derecha, elegid idioma) https://ddd.uab.cat/?ln=es , se pueden localizar muchos documentos y de interés. Algo, pero incomparablemente más modesta, en http://izquierda-radical.blogspot.com.es/ . Sobre el movimiento antiautoritario, libertario y por la autonomía obrera, libros y documentos en http://www.cedall.org/cedall200.htm . Había otras webs muy interesantes, pero desgraciadamente han desaparecido: conviene descargarse lo bueno, no sea que pase eso y te quedes sin nada.

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Para ACCEDER (a partir del día 7 de marzo de 2022, aproximadamente) a mis artículos, informes y libros publicados en Kaosenlared. Los artículos del 11 de enero de 2015 hasta hoy, supongo que los podréis encontrar poniendo esta dirección https://kaosenlared.net/autor/aurora-despierta/ o con una ligera variante en “autor” (con h) https://kaosenlared.net/author/aurora-despierta/ — . Con la nueva web de lanueve.info se pueda acceder a los artículos que vaya escribiendo, haciendo clic en mi nombre, o yendo directamente a “mi página” https://lanueve.info/author/aurora/. Para vuestra comodidad, tendréis la relación y enlaces a los textos previos al 20-10-2016 en “Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica” (20-10-2016) – Libro, archivo PDF de 200 páginas — http://kaosenlared.net/capitalismo-modo-de-vida-decadente-notas-sobre-estrategia-y-tactica/ —- Para descargar directamente el archivo pdf — http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/10/Decad-capit-estra-tact-EN-PDF1.pdf —– Para aquellos más antiguos que ya no funciona el enlace, de los más interesantes tendréis la “Recopilación textos de Aurora Despierta en el viejo old.kaos” (29-5-2017) —- Recopilación selección documentos de diciembre 2007 a diciembre 2011 en el viejo Kaosenlared, en archivo PDF — http://kaosenlared.net/recopilacion-textos-aurora-despierta-viejo-old-kaos-2/ — y descarga directa del archivo PDF en http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2017/05/Recopilacion-textos-de-Aurora-Despierta-en-OLD-KAOS-PDF.pdf

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ACLARACIÓN SOBRE ESTE ARTÍCULO.

Este artículo es una adaptación de parte de uno mucho más extenso que intenté publicar el jueves 7-10-2021, el mismo día en que Kaosenlared sufrió un gravísimo ataque informático que dejó inutilizable la web durante una semana, sustituida durante unos días por una de emergencia, y posteriormente por otra provisional en la que tampoco se podía publicar directamente.

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