[¡Nucleares, no!] El Gobierno decidirá el futuro de Garoña al tiempo que Almaraz solicita nueva prórroga
La central de Almaraz es una instalación estratégica dentro del parque nuclear en España. Produce el 26% de toda la energía nuclear del país y tiene además una incidencia directa como suministrador de Madrid. Dispone de dos reactores que comenzaron a funcionar respectivamente en mayo de 1981 y octubre de 1983. La actual licencia de operación vence en junio de 2020 y su eventual renovación debe ser solicitada con un plazo previo de tres años, lo que implica que sus propietarios han de hacer efectivo el requerimiento oficial este próximo mes de junio.
La fecha límite que manejan los tres dueños de Almaraz va a coincidir de lleno con el plazo que tiene previsto el Ministerio de Energía para resolver el expediente de Garoña, toda vez que el CSN decidió el pasado mes de febrero dejar la suerte de la central burgalesa en manos del ministro Álvaro Nadal. El tradicional y controvertido debate nuclear se va a calentar de manera definitiva este verano con el agravante añadido de las tensiones políticas que genera en Portugal la edificación del nuevo almacén temporal individualizado (ATI) de la central extremeña.
El Gobierno de Portugal mantiene una fuerte tensión contra España por la construcción del almacén individualizado de residuos de Almaraz
El Gobierno socialista de António Costa ha presentado a través de su Ministerio de Medio Ambiente una protesta oficial ante la Comisión Europea con el fin de paralizar el desarrollo del ATI de Almaraz, situado a 100 kilómetros de la frontera. En el país vecino han arreciado las denuncias contra la idoneidad del almacén de residuos, lo que ha dado lugar a un proceso de negociaciones entre los distintos departamentos de gobierno de ambos países que, a la postre, está provocando un retraso en la construcción de una instalación indispensable para el correcto funcionamiento de la central.
Todos estos factores acumulados en el tiempo están motivando una seria reflexión dentro del Ministerio de Energía, de modo y manera que Álvaro Nadal se está tentando la ropa antes de tomar una decisión que va a tener una especial sensibilidad y resonancia en la opinión pública. En el seno de Podemos han empezado los preparativos en clave ‘artillera’ de cara a la organización de una serie de movilizaciones preventivas que condicionen la resolución del Gobierno y, en cualquier caso, inflamen una vez más la crítica ciudadana en contra de la energía nuclear en España.
El ministro quiere vincular estrictamente la renovación de las sucesivas licencias a las plenas garantías de seguridad, sin comprometer la concesión de permisos de prórroga a largo plazo que puedan condicionar a futuro la política energética del Gobierno. Nadal no parece partidario de ampliar la vida útil de las centrales nucleares desde los actuales 40 años a un máximo de 60, sino que prefiere ir paso a paso, extendiendo la fecha de jubilación con arreglo a las revisiones periódicas que certifican año a año el correcto funcionamiento de las instalaciones existentes en España.
El Gobierno empieza a plantearse la necesidad de ir deslastrando la energía nuclear en España, que será sustituida por las nuevas tecnologías alternativas
La necesidad de mantener la tecnología nuclear dentro del actual mix energético es un mantra que empieza a estar oxidado, porque lo que se debate ahora es precisamente la combinación más eficiente de las diferentes fuentes de generación que en un futuro serán determinantes en la producción de electricidad a nivel mundial. La energía nuclear forma parte de lo que se considera como un recurso convencional que más pronto o más tarde habrá que ir deslastrando y sustituyendo por energías alternativas capaces de asegurar un desarrollo sostenible y, si se apura, más eficiente desde el punto de vista económico.
Así vive un valle dividido, pero con un mismo sentir: «Garoña no se va a abrir»
La curva de maduración de las fuentes renovables, desde la eólica hasta la biomasa, representa el punto básico de inflexión en toda la discusión políticasobre la energía nuclear. La papeleta de Garoña y Almaraz cae, de momento, por cuenta del Gobierno, que tendrá que pronunciarse a partir de junio. Pero de la misma manera que el CSN ha trasladado la patata caliente al ministro, todo hace indicar que este se decantará también por una solución salomónica, obligando a las empresas a decir la última palabra acerca de si quieren, o no, seguir enarbolando la bandera nuclear en España.