Noticias Uruguayas 13 septiembre 2019
URUGUAY
Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos
Oratoria de Gabriel Delacoste el 30 de Agosto
Obviamente lo primero que quiero hacer es agradecer a Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos por invitarme a hablar acá hoy. Para mi es un honor y un desafío, y espero que lo que diga pueda ser útil para pensar juntos en asuntos que nos son urgentes.
Quería agradecer no solo por la invitación, sino también por el tremendo trabajo militante que hacen los y las familiares, enfrentando con coraje y dignidad a poderes tenebrosos y al paso del tiempo. Y por levantar las pesadas banderas de la verdad y la justicia, en estos tiempos en los que cunden la mentira y la injusticia. No es fácil decir estas palabras, verdad y justicia, sin que aparezca inmediatamente una objeción o una sospecha relativista o liberal. Y sin embargo, gracias a esta lucha, seguimos teniendo a la verdad y la justicia disponibles en esta parte del mundo.
Como ya dije, no es fácil hablar de esto. Por algo la marcha es en silencio. Tenemos muchas cosas trancadas. Solo imaginar lo que pasó hace un nudo en la garganta. Intentar pensar en lo que nos han contado es doloroso. Y sabemos que puede volver a pasar. Sabemos que pasa, hoy, en muchos lugares. El horror tiene efectos profundos en todos los que formamos parte de la izquierda y el campo popular uruguayos. Y la presencia de los desaparecidos es tan abrumadora, tan sagrada, que cualquier palabra puede quedar frívola o insolente.
Entonces, estoy un poco nervioso (esto vale para ahora que leo y para ayer, cuando escribía). Decidí leer, para no equivocarme. Cuando pensaba en que decir, y le daba vueltas a la cuestión, me venía una y otra vez a la cabeza Walter Benjamin. Me vinieron ganas de volver a leer sus Tesis de la Historia, que tanto están siendo leídas últimamente en América Latina.
No quiero que la de hoy sea una charla sobre Benjamin porque eso sería una pedantería academicista, pero les pido paciencia, porque sí lo quiero invocar para que nos ayude a pensar. Y si alguien puede ayudarnos a pensar hoy, ahora, acá, es él. Porque murió huyendo del fascismo. Porque sospechaba que la incapacidad para combatir a ese enemigo tenía algo que ver con la pereza política que inducía la fe en el progreso. Porque pensó lúcidamente sobre la derrota. Por la forma particular como mezcló la lucha de clases y el materialismo de Marx con la rememoración, la tradición y el misticismo mesiánico del judaísmo. Entonces, si tenemos que hablar de temas cercanos a la derrota, la historia, la rememoración, los límites del progresismo y la lucha de clases, Benjamin exige intervenir.
El momento en el que Benjamin escribió era de derrota total. Judío y comunista, vio el avance arrollador de Hitler, el exterminio de su pueblo y el pacto Ribbentrop-Mólotov. No había salida. ¿En quien podría confiar, en ese momento acorralado, si no podía esperar nada de la socialdemocracia ni de los bolcheviques? ¿Si en ese presente no había una fuerza capaz de derrotar al enemigo? Decidió recurrir al pasado y al futuro.
Por eso sus tesis son sobre la historia. Benjamin rechaza de manera virulenta la idea de progreso, y hay una razón obvia: Es ridículo hablar de progreso en medio del holocausto y el fascismo. Pero hay una razón más profunda: si la historia es progreso, entonces los resultados de las luchas del pasado fueron para bien, formaron parte del avance de la humanidad. Fue bueno que los perdedores perdieran porque eso nos trajo hasta acá. Entonces la historia del progreso es la historia de los ganadores. Y quienes son hoy los herederos de aquellos derrotados, y por eso están subordinados, deberían contentarse con que si no, hubiera sido peor.
Dice más: la idea de progreso abrazada por la socialdemocracia (y hoy tienta llamar a esa combinación “progresismo”), privó a la clase trabajadora del odio que produce sentirse parte de una tradición de humillados, hizo que en lugar de querer reivindicar a los abuelos aplastados, tuvieran esperanzas de que el progreso diera una vida mejor a sus nietos. Peor aún, convenció a los subordinados que el progreso era tecnológico y estaba atado al trabajo, por lo que el solo hecho de trabajar, de por sí, sería lo que emanciparía a generaciones futuras. Esta ingenuidad fue la que, según Benjamin, hizo imposible que la socialdemocracia pudiera combatir al fascismo, y tuviera que limitarse a sorprenderse de que esas cosas siguieran pasando en pleno siglo veinte.
Contra el tiempo homogéneo y vacío del progreso, Benjamin se aferró a un tiempo mesiánico. Hoy “mesianismo” es mala palabra. Se dice, a menudo, que la izquierda tiene que abandonar el mesianismo. Por supuesto, para adoptar una idea progresista del tiempo. ¿Pero quien es el mesías para Benjamin? Nosotros, todos los que estamos vivos. Cada generación tiene un débil poder mesiánico. ¿Y cuando va a llegar el mesías? No sabemos, en cualquier momento, no hay nada que esperar. ¿Y que va a pasar cuando llegue?
Acá las cosas se ponen interesantes. Porque el tiempo mesiánico, al contrario del progresista, no se mueve en un avance lineal, sino que implica una interrupción del avance. Y esa interrupción produce una apertura por la que algo puede pasar. Y este algo es nada menos que la redención de los muertos, de los humillados, de los derrotados de todas las épocas. En el lenguaje mesiánico cristiano, los últimos serán los primeros.
Para Benjamin hay una identidad entre los derrotados del pasado y los subordinados de hoy. Si hoy hay lucha de clases, si seguimos en una sociedad de clases, es porque los que hoy son subordinados fueron derrotados en el pasado por quienes se erigieron en clase dominante. Los subordinados de hoy son los herederos de la tradición de los derrotados. Y una victoria hoy, que termine con la sociedad de clases, redime a todos los que vinieron antes.
Y eso es lo que los muertos exigen. Porque hay un pacto secreto entre las generaciones. Éramos esperados sobre la tierra. En el momento más oscuro de la derrota y de la muerte, quizás esperaron que alguien en el futuro recordara eso y siguiera esa pelea. Es cierto que no podemos levantar a los muertos, ni reparar lo destruido. Hay una discontinuidad con el pasado, que es producto de la propia derrota. Pero el pasado busca pasar a través de esa discontinuidad, y nos pide cosas.
Para empezar, que rememoremos. Y por eso se cruza el judaísmo con el marxismo. Porque hay una mezcla entre el recuerdo de nuestros muertos y caídos, y la tarea del historiador materialista. Los documentos, las ruinas, los huesos son fundamentales. Pero no para reconstruir el pasado “tal cual fue”, sino para que brille como un rayo en un instante de peligro. Porque el pasado no solo nos pide cosas, también nos ofrece, nos da.
Los muertos son hoy parte de la pelea. En un sentido muy material. Roberto Gomensoro desencadenó una crisis en la relación entre el gobierno y el ejército décadas después de que lo mataran. Los juicios por los crímenes de la dictadura nos ayudan hoy a poner a la defensiva a figuras clave de la ultraderecha uruguaya, y en algún caso hasta nos permite meterlos presos, lo que es no solo una cuestión de justicia, sino también con valor táctico. Estar presos, esperamos, puede reducir su capacidad para conspirar. La aparición de los cuerpos, un hecho tan material, es políticamente definitorio: golpea a la historia que quisieron imponer los ganadores.
Las caras y los nombres de desaparecidos, muertos y mártires flamean en banderas, marchan en carteles, dan nombre a agrupaciones, escuelas, salones. Y la lucha por encontrarlos nos sirve de mínimo, de pacto sagrado entre quienes la sentimos como nuestra. Nos mantiene juntos saber que somos su continuación. Y esta continuidad es justamente lo que todo el tiempo las narraciones dominantes intentan fracturar. Que haya entre los 60 y nosotros una barrera infranqueable, que sus errores, su derrota y el castigo que les impusieron nos de una lección. Esto es lo que Rita Segato llama “pedagogía de la crueldad”.
Los muertos pelean, también, porque están en peligro. Esta es una de las ideas más aterradoras de Benjamin: ni los muertos están a salvo si el enemigo triunfa. Porque en cada generación la tradición de los derrotados puede ser arrebatada y deformada por la historia de los ganadores. Es difícil no pensar en la derrota de Artigas, de su reparto de tierras, de su igualitarismo multiracial. Que los más infelices sean los más privilegiados. Fue justamente su derrota lo que permitió que fuera transformado en un milico patriarca, ancestro del fascismo nacional. Quien sabe que le puede pasar a los muertos si el enemigo vence, y no ha parado de vencer.
¿Que nos piden, hoy, los desaparecidos y los muertos y mártires de las derrotas del pasado? ¿Como cumplir con el pacto que nos une? ¿Que de lo que hicieron relampaguea en este instante de peligro? Responder es una pregunta para la memoria colectiva, para la investigación materialista (podemos leer a Julio Castro, Zelmar Michelini, Ibero Gutiérrez, preguntándoles esto), pero sobre todo es una pregunta para la acción política.
Hay una tremenda potencia en los desaparecidos. Por no ser ni muertos ni vivos, quedaron suspendidos, eternamente jóvenes y revolucionarios. Son la posibilidad de poder haber hecho otra cosa, o de haber lidiado de otra manera con lo que sucedió. Se trata de redimir lo que pudo suceder y no sucedió, porque fue derrotado. Entonces no es cuestión solo de recordar, sino de invocar esa potencia y esos anhelos, que no podemos reducir a una consigna, pero algo tenían que ver con el socialismo. Arriba los pobres del mundo. Por algo siempre hubo un filo más radical en la lucha por los desaparecidos, que mira hacia atrás, que en la izquierda que asumió un tiempo progresista, que mira hacia adelante.
A la izquierda, después de la derrota de los 60, se le exige una eterna autocrítica autoflagelante, que firme cada semana una declaración de fe democrática, que pida disculpas por su radicalismo del pasado y prometa que nunca más va a ocurrir. Como si la derrota no hubiera sido castigo suficiente. Si necesitamos de la historia, no es para seguir con este ritual autoflagelante, sino para emancipar a ese pasado del amarre liberal que lo encadena. No estoy diciendo que desde los 60 para acá no hayan habido victorias. Se logró resistir, reorganizar, insistir, bloquear privatizaciones, conquistar derechos. Hicimos lo que pudimos, y no fue poco. Pero creo que todos sabemos que algo de lo que se perdió en aquella gran derrota sigue esperando que cumplamos nuestra parte del pacto.
Entonces tenemos que reconstruir esa historia, pero para eso no alcanza la labor del historiador (o de las antropólogas), es necesario vencer. Porque el mesías no viene solo para redimir a los muertos, viene también a vencer al anticristo.
Hoy estamos frente al resurgimiento del fascismo en todo el mundo. La democracia está asediada, tanto por la violencia política y los estados de excepción, como por la atadura de manos que le impusieron el neoliberalismo y el poder del capital. En Argentina gobierna el FMI y en Brasil los pichones de la dictadura. La catástrofe ambiental se acelera (y mientras la Amazonia se quema, Uruguay sigue buscando petróleo). Y en plena campaña electoral, la derecha saca a relucir a Gavazzo, habla de medidas prontas de seguridad, de militares para seguridad interna, de allanamientos nocturnos. Sabemos exactamente lo que nos están diciendo.
El problema es que para vencer, el progreso progresista no alcanza. No puede entender que estas cosas pasen en pleno siglo veintiuno. Piensa que si podemos lograr suficiente crecimiento económico y progreso tecnológico, zafamos. La resignación, el realismo y la tecnocracia nos pueden costar muy caros.
Claro que estoy muerto de miedo. Y sin embargo, acá estamos, como corresponde. La derrota podía parecer total cuando Benjamin se mató, pero pocos años después era Hitler el derrotado. No sabemos cuanto duran las calamidades. La dictadura duró 13 años, y un día terminó. Mi abuela, judía y en su juventud comunista, zafó del holocausto viniendo al Uruguay. En el pueblo de donde ella viene, hoy no queda ni un judío. Unas décadas después le tocó sobrevivir, aterrorizada, la dictadura, mientras sus amigos se exiliaban o iban presos. Si yo estoy acá, si ustedes están acá, es porque es posible pasar por una catástrofe, sobrevivir, y seguir peleando. La vida sigue, y cualquier momento puede traer un cambio repentino. No sabemos lo que va a pasar en el futuro, por lo que no podemos descartar derrotas terribles. Pero tampoco podemos descartar victorias inimaginables. Y si no nos toca a nosotros, quizás podamos hacer algo que quienes vengan después puedan invocar.
Los últimos serán los primeros. Que los más infelices sean los más privilegiados. Arriba los pobres del mundo.
Gabriel Delacoste
30 de agosto de 2019.
Javier Tassino (Familiares): «Nos alegra que después de tanto ninguneo ahora en campaña electoral todos digan que hay que continuar la búsqueda»
En el Día Internacional del Detenido Desaparecido, Madres y Familiares junto con la coordinadora de apoyo realizan un encuentro en el Auditorio Nelly Goitiño, en el que darán un mensaje a la ciudadanía y tendrá un cierre artístico con la actuación de La Tabaré.
Con la sociedad uruguaya aún conmovida con el anuncio del hallazgo reciente en el Batallón 13, este 30 de agosto, Día Internacional del Detenido Desaparecido, adquiere una relevancia simbólica de alto impacto.
Javier Tassino, integrante de Madres y Familiares, dijo al Portal que esta jornada es parte de «un reclamo, una lucha, una reivindicación, que es una búsqueda permanente a nivel del todo el mundo».
Tassino destacó que en Uruguay, «sin lugar a dudas estamos atravesando una semana muy especial, de trabajo de mucha gente y así fue posible que encontremos el quinto cuerpo, y digo encontramos por todos los Familiares, y por los jóvenes antropólogos que trabajaron duro». El integrante de Familiares reconoció que vio a los integrantes del GIAF «muy emocionados» con el hallazgo.
«Todo esto» sostuvo, «reivindica y confirma nuestra convicción inequívoca de que hay que seguir buscando».
Consultado sobre el actual escenario político en el que todos los candidatos presidenciales se pronunciaron por la continuación de la búsqueda de restos, Tassino celebró el cambio de actitud y postura de algunos dirigentes políticos.
«Lo primero que cambió es que estamos en campaña electoral, pero nos alegra que después de tanto ninguneo que hubo, y tanto representante que dijo que había que dar vuelta la página y tanta cosa que se ha hablado, hoy digan que van a trabajar, eso nos alegra».
De todos modos, Tassino dijo al Portal que «no se necesita ser Presidente para ayudar en ésto, no se necesita título de Presidente para sumarse a la causa. Esto se puede y se debe ir trabajando en conjunto, no tiene una bandera partidaria, es cosa del Estado que tiene que trabajar en conjunto, Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Poder Legislativo» concluyó.
Con la sociedad uruguaya aún conmovida con el anuncio del hallazgo reciente en el Batallón 13, este 30 de agosto, Día Internacional del Detenido Desaparecido, adquiere una relevancia simbólica de alto impacto.
Javier Tassino, integrante de Madres y Familiares, dijo al Portal que esta jornada es parte de «un reclamo, una lucha, una reivindicación, que es una búsqueda permanente a nivel del todo el mundo».
Tassino destacó que en Uruguay, «sin lugar a dudas estamos atravesando una semana muy especial, de trabajo de mucha gente y así fue posible que encontremos el quinto cuerpo, y digo encontramos por todos los Familiares, y por los jóvenes antropólogos que trabajaron duro». El integrante de Familiares reconoció que vio a los integrantes del GIAF «muy emocionados» con el hallazgo.
«Todo esto» sostuvo, «reivindica y confirma nuestra convicción inequívoca de que hay que seguir buscando».
Consultado sobre el actual escenario político en el que todos los candidatos presidenciales se pronunciaron por la continuación de la búsqueda de restos, Tassino celebró el cambio de actitud y postura de algunos dirigentes políticos.
«Lo primero que cambió es que estamos en campaña electoral, pero nos alegra que después de tanto ninguneo que hubo, y tanto representante que dijo que había que dar vuelta la página y tanta cosa que se ha hablado, hoy digan que van a trabajar, eso nos alegra».
De todos modos, Tassino dijo al Portal que «no se necesita ser Presidente para ayudar en ésto, no se necesita título de Presidente para sumarse a la causa. Esto se puede y se debe ir trabajando en conjunto, no tiene una bandera partidaria, es cosa del Estado que tiene que trabajar en conjunto, Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Poder Legislativo» concluyó.
Lacalle Pou propone eliminar representación docente en la enseñanza
Para el dirigente de Fenapes José Olivera, la propuesta nacionalista supone recortar avances democráticos y se basa en argumentos que no se sostienen en la práctica.
Por Pablo Silva Galván
La propuesta de eliminar la representación docente en los organismos de gobierno de la educación pública es vista desde la Federación Nacional de Profesores (Fenapes) como un paso en el intento de imponer una concepción mercantilista en la enseñanza. “Es la versión aristocrática y conservadora de un proyecto político que trata de minimizar los avances democráticos en la sociedad”, dijo a Caras y Caretas el vicepresidente de la gremial, José Olivera.
Dicha idea es manejada por el candidato nacionalista Luis Lacalle Pou, quien ha señalado que entre los casi 500 artículos que contendrá lo que denomina “ley de emergencia” se encuentra la eliminación de los cargos electivos en el Codicen y los consejos desconcentrados.
Esta concepción ya había sido manejada por el propio Lacalle durante la campaña electoral de 2014, cuando manifestó, durante una presentación, que «la educación tiene que estar en manos de los gobernantes» y advirtió que los blancos están «comprometidos con retomar la autoridad».
«Si nos toca ser gobierno, vamos a recuperar el gobierno de la educación, no lo vamos a compartir con las corporaciones», volvió a reiterar durante la actual campaña.
La idea es eliminar los dos cargos electivos en el Consejo Directivo Central (Codicen) y los que integran los consejos desconcentrados de Primaria, Secundaria, Educación Técnico Profesional y Formación Docente.
Hasta la aprobación de la “ley Sanguinetti” los consejeros de Primaria eran designados por el Poder Ejecutivo (tres del partido mayoritario y dos de la minoría); aquí si había reparto de cargos políticos. En Secundaria tres eran elegidos por el cuerpo docente, tres por los otros entes de enseñanza y el Poder Ejecutivo elegía un presidente a propuesta de los primeros seis consejeros (el ministro de Instrucción y el rector de la Universidad podían integrar el Consejo con voz y sin voto); en la UTU el consejo estaba integrado por diez miembros elegidos de la siguiente manera: dos por el Poder Ejecutivo que también elegía al director general, uno por la Universidad, uno por Primaria, uno por la Comisión Nacional de Bellas Artes, uno por la Cámara de Industrias, uno por la Federación y la Asociación Rural conjuntamente, uno por la Comisión Nacional de Fomento Rural y dos por el profesorado.
Para Olivera se trata de “la versión aristocrática y conservadora de un proyecto político que trata de minimizar los avances democráticos en la sociedad. De hecho, el Partido Nacional debiera saber que en la historia de la educación uruguaya, hasta la Ley 14.101, particularmente en lo que respecta a Educación Secundaria, los docentes siempre tuvieron una activa participación en la designación de las autoridades educativas”.
“Fue el proyecto reaccionario y conservador de la Ley 14.101, gobierno colorado, con [Julio María] Sanguinetti como ministro de educación [aprobada en el gobierno de Juan María Bordaberry a comienzos de 1973 y que sirvió como instrumento a la dictadura, N. de R.], el que partidizó el control de la educación. Fue un elemento de control político e ideológico del sistema educativo. Abrió el reparto político partidario de los cargos. De ahí hasta ahora se ha manejado la educación como botín de guerra. Los partidos de derecha pusieron en la conducción, sobre todo en la posdictadura, a aquellos que no tuvieron suerte con sus carreras electorales. Como no fueron diputados, se les daba como premio consuelo un cargo en la educación”.
Recordó que eso se revirtió, en parte, con la nueva Ley General de Educación -aprobada bajo los gobiernos frenteamplistas-, con la que “nosotros tenemos diferencias”, aclaró. Pero “está claro que no hay elementos en la práctica que permitan aseverar lo que dice el Partido Nacional. Primero, la ley no consagra la representación de los sindicatos, sino que trata de restituir, en clave de construcción democrática, que haya una representación del orden docente, del gremio que es más que el sindicato, y para esto permite que haya una elección democrática supervisada por la Corte Electoral, a la cual los distintos colectivos presentan candidatos”.
En las dos elecciones realizadas hasta el momento, “la mayoría la han obtenido los candidatos promovidos desde el Pit-Cnt, porque además esto es coincidente con nuestra concepción de una democracia más profunda”.
“Es importante recordar que en esas elecciones el Partido Nacional y el Colorado, en alianza, compitieron por esos cargos”, subrayó. Recordó que el candidato a la vicepresidencia por el coloradismo, Robert Silva, “no llegó al cargo que ocupó en el Codicen por primera vez, ya lo había intentado en la primera elección y perdió, porque en esa oportunidad los dos cargos que estaban en disputa en el Codicen fueron ganados por las listas sindicales. Pero también allí hubo una lista del Partido Colorado y del Partido Nacional, que fueron juntos a disputar ese espacio. Votaron en contra de la ley por este aspecto, pero después fueron a competir por esos cargos”.
Agregó que “lo que tampoco se puede demostrar es que esto haya sido un obstáculo para el desarrollo de las políticas públicas en materia de educación o para el funcionamiento de los organismos. Es más, yo diría lo contrario: en los momentos más complejos, desde el punto de vista político, en los que, por ejemplo, el propio oficialismo ha tenido dificultad para completar el quinquenio, particularmente en el Codicen, han sido los consejeros representantes de los trabajadores los que han garantizado la gobernabilidad y la institucionalidad de las instituciones educativas. Por tanto, esto tiene que ver con una concepción reaccionaria, conservadora, de limitar los márgenes democráticos en la sociedad y seguir entregando el gobierno de la cosa pública a unos pocos, a unos elegidos. Porque en definitiva ellos no creen en la democracia participativa como elemento de mejora de la convivencia de la sociedad”.
Proceso de mercantilización
Para Olivera, se trata de avanzar en el proceso de privatización y mercantilización de la enseñanza, que ya asoma en varios países de América Latina. “Ya se han leído los manuales escritos por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. En el caso de Lacalle Pou, que tiene como futuro ministro de Educación a un hombre -Pablo da Silveira- que se ha formado en instituciones privadas, particularmente confesionales, sabe que el último obstáculo a vencer para avanzar con su proceso de mercantilización y privatización de la educación son los trabajadores organizados. Porque lo están viendo a lo largo y ancho de América Latina. Si uno ve quién enfrentó los decretos que pretendían privatizar los servicios de educación y de salud en Honduras, que hasta costó un muerto, fueron los sectores de educación y salud organizados. Si uno ve quienes han enfrentado el proceso privatizador que se quiere llevar adelante en Costa Rica, se encuentra a los sindicatos docentes. O si uno ve lo que ha hecho la Ctera (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina) en contra de las políticas neoliberales de Mauricio Macri, tiene que sacar una conclusión muy clara: esto es un sujeto colectivo muy peligroso. Con los hechos analizados hay que eliminarlos y por lo tanto hay que sacarlos del camino del proyecto de mercantilización y privatización. Ellos saben que esto es una condición sine qua non. Quitar, desarticular las organizaciones sindicales de docentes es parte del camino que tienen que seguir para llevar adelante el modelo”, señaló.
Y volvió a apuntar a los blancos al señalar que “sobre todo el Partido Nacional, que tiene un actor como Pablo Da Silveira, que es un mercenario al servicio de la Universidad Católica del Uruguay. Si uno mira el currículum de los intelectuales que manejan como técnicos, todos están vinculados hoy en día a la Universidad Católica. Es un verdadero insulto para un Estado laico como Uruguay que se le diga desde el espacio religioso confesional, como es la Universidad Católica, cuáles son las soluciones que se deben aportar a la educación pública”.
“Defienden intereses y eso implica que se tomen ciertas decisiones políticas que van en la dirección de estos planteos”, sentenció.
Respecto a la posibilidad de que este planteo sea llevado adelante, recordó que “lo primero es que hay que ver es que no hay consenso en la oposición en torno a esto. Si uno mira las últimas encuestas que dan primero al Frente Amplio y abajo a los blancos y colorados, y yo escucho que el único que está planteando esto es el Partido Nacional, puedo pensar que en el Parlamento no tendría votos”.
Para Olivera, el objetivo de los sindicatos de la educación es ir “mucho más allá de lo que hoy consagra la ley de educación porque seguimos reivindicando la total autonomía de los organismos de la educación pública. Esa es nuestra lucha”.
La propuesta de eliminar la representación docente en los organismos de gobierno de la educación pública es vista desde la Federación Nacional de Profesores (Fenapes) como un paso en el intento de imponer una concepción mercantilista en la enseñanza. “Es la versión aristocrática y conservadora de un proyecto político que trata de minimizar los avances democráticos en la sociedad”, dijo a Caras y Caretas el vicepresidente de la gremial, José Olivera.
Dicha idea es manejada por el candidato nacionalista Luis Lacalle Pou, quien ha señalado que entre los casi 500 artículos que contendrá lo que denomina “ley de emergencia” se encuentra la eliminación de los cargos electivos en el Codicen y los consejos desconcentrados.
Esta concepción ya había sido manejada por el propio Lacalle durante la campaña electoral de 2014, cuando manifestó, durante una presentación, que «la educación tiene que estar en manos de los gobernantes» y advirtió que los blancos están «comprometidos con retomar la autoridad».
«Si nos toca ser gobierno, vamos a recuperar el gobierno de la educación, no lo vamos a compartir con las corporaciones», volvió a reiterar durante la actual campaña.
La idea es eliminar los dos cargos electivos en el Consejo Directivo Central (Codicen) y los que integran los consejos desconcentrados de Primaria, Secundaria, Educación Técnico Profesional y Formación Docente.
Hasta la aprobación de la “ley Sanguinetti” los consejeros de Primaria eran designados por el Poder Ejecutivo (tres del partido mayoritario y dos de la minoría); aquí si había reparto de cargos políticos. En Secundaria tres eran elegidos por el cuerpo docente, tres por los otros entes de enseñanza y el Poder Ejecutivo elegía un presidente a propuesta de los primeros seis consejeros (el ministro de Instrucción y el rector de la Universidad podían integrar el Consejo con voz y sin voto); en la UTU el consejo estaba integrado por diez miembros elegidos de la siguiente manera: dos por el Poder Ejecutivo que también elegía al director general, uno por la Universidad, uno por Primaria, uno por la Comisión Nacional de Bellas Artes, uno por la Cámara de Industrias, uno por la Federación y la Asociación Rural conjuntamente, uno por la Comisión Nacional de Fomento Rural y dos por el profesorado.
Para Olivera se trata de “la versión aristocrática y conservadora de un proyecto político que trata de minimizar los avances democráticos en la sociedad. De hecho, el Partido Nacional debiera saber que en la historia de la educación uruguaya, hasta la Ley 14.101, particularmente en lo que respecta a Educación Secundaria, los docentes siempre tuvieron una activa participación en la designación de las autoridades educativas”.
“Fue el proyecto reaccionario y conservador de la Ley 14.101, gobierno colorado, con [Julio María] Sanguinetti como ministro de educación [aprobada en el gobierno de Juan María Bordaberry a comienzos de 1973 y que sirvió como instrumento a la dictadura, N. de R.], el que partidizó el control de la educación. Fue un elemento de control político e ideológico del sistema educativo. Abrió el reparto político partidario de los cargos. De ahí hasta ahora se ha manejado la educación como botín de guerra. Los partidos de derecha pusieron en la conducción, sobre todo en la posdictadura, a aquellos que no tuvieron suerte con sus carreras electorales. Como no fueron diputados, se les daba como premio consuelo un cargo en la educación”.
Recordó que eso se revirtió, en parte, con la nueva Ley General de Educación -aprobada bajo los gobiernos frenteamplistas-, con la que “nosotros tenemos diferencias”, aclaró. Pero “está claro que no hay elementos en la práctica que permitan aseverar lo que dice el Partido Nacional. Primero, la ley no consagra la representación de los sindicatos, sino que trata de restituir, en clave de construcción democrática, que haya una representación del orden docente, del gremio que es más que el sindicato, y para esto permite que haya una elección democrática supervisada por la Corte Electoral, a la cual los distintos colectivos presentan candidatos”.
En las dos elecciones realizadas hasta el momento, “la mayoría la han obtenido los candidatos promovidos desde el Pit-Cnt, porque además esto es coincidente con nuestra concepción de una democracia más profunda”.
“Es importante recordar que en esas elecciones el Partido Nacional y el Colorado, en alianza, compitieron por esos cargos”, subrayó. Recordó que el candidato a la vicepresidencia por el coloradismo, Robert Silva, “no llegó al cargo que ocupó en el Codicen por primera vez, ya lo había intentado en la primera elección y perdió, porque en esa oportunidad los dos cargos que estaban en disputa en el Codicen fueron ganados por las listas sindicales. Pero también allí hubo una lista del Partido Colorado y del Partido Nacional, que fueron juntos a disputar ese espacio. Votaron en contra de la ley por este aspecto, pero después fueron a competir por esos cargos”.
Agregó que “lo que tampoco se puede demostrar es que esto haya sido un obstáculo para el desarrollo de las políticas públicas en materia de educación o para el funcionamiento de los organismos. Es más, yo diría lo contrario: en los momentos más complejos, desde el punto de vista político, en los que, por ejemplo, el propio oficialismo ha tenido dificultad para completar el quinquenio, particularmente en el Codicen, han sido los consejeros representantes de los trabajadores los que han garantizado la gobernabilidad y la institucionalidad de las instituciones educativas. Por tanto, esto tiene que ver con una concepción reaccionaria, conservadora, de limitar los márgenes democráticos en la sociedad y seguir entregando el gobierno de la cosa pública a unos pocos, a unos elegidos. Porque en definitiva ellos no creen en la democracia participativa como elemento de mejora de la convivencia de la sociedad”.
Proceso de mercantilización
Para Olivera, se trata de avanzar en el proceso de privatización y mercantilización de la enseñanza, que ya asoma en varios países de América Latina. “Ya se han leído los manuales escritos por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. En el caso de Lacalle Pou, que tiene como futuro ministro de Educación a un hombre -Pablo da Silveira- que se ha formado en instituciones privadas, particularmente confesionales, sabe que el último obstáculo a vencer para avanzar con su proceso de mercantilización y privatización de la educación son los trabajadores organizados. Porque lo están viendo a lo largo y ancho de América Latina. Si uno ve quién enfrentó los decretos que pretendían privatizar los servicios de educación y de salud en Honduras, que hasta costó un muerto, fueron los sectores de educación y salud organizados. Si uno ve quienes han enfrentado el proceso privatizador que se quiere llevar adelante en Costa Rica, se encuentra a los sindicatos docentes. O si uno ve lo que ha hecho la Ctera (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina) en contra de las políticas neoliberales de Mauricio Macri, tiene que sacar una conclusión muy clara: esto es un sujeto colectivo muy peligroso. Con los hechos analizados hay que eliminarlos y por lo tanto hay que sacarlos del camino del proyecto de mercantilización y privatización. Ellos saben que esto es una condición sine qua non. Quitar, desarticular las organizaciones sindicales de docentes es parte del camino que tienen que seguir para llevar adelante el modelo”, señaló.
Y volvió a apuntar a los blancos al señalar que “sobre todo el Partido Nacional, que tiene un actor como Pablo Da Silveira, que es un mercenario al servicio de la Universidad Católica del Uruguay. Si uno mira el currículum de los intelectuales que manejan como técnicos, todos están vinculados hoy en día a la Universidad Católica. Es un verdadero insulto para un Estado laico como Uruguay que se le diga desde el espacio religioso confesional, como es la Universidad Católica, cuáles son las soluciones que se deben aportar a la educación pública”.
“Defienden intereses y eso implica que se tomen ciertas decisiones políticas que van en la dirección de estos planteos”, sentenció.
Respecto a la posibilidad de que este planteo sea llevado adelante, recordó que “lo primero es que hay que ver es que no hay consenso en la oposición en torno a esto. Si uno mira las últimas encuestas que dan primero al Frente Amplio y abajo a los blancos y colorados, y yo escucho que el único que está planteando esto es el Partido Nacional, puedo pensar que en el Parlamento no tendría votos”.
Para Olivera, el objetivo de los sindicatos de la educación es ir “mucho más allá de lo que hoy consagra la ley de educación porque seguimos reivindicando la total autonomía de los organismos de la educación pública. Esa es nuestra lucha”.