Nos ha dejado un gran chileno: Armando Uribe
Nos ha dejado un gran chileno, un jurista de talla, un poeta singular, un diplomático brillante. Nos ha dejado Armando Uribe.
Pude escucharlo por primera vez colándome en una de sus clases de Derecho Minero, cuando estaba en primer año en la facultad, gracias al consejo de Juan-Pablo Guevara. Me acuerdo que luego de una esas eternas conversaciones en el patio de la escuela sobre política, historia, literatura, o lo que el orden del día nos llevara a conversar, Juan Pablo me dijo que tenía que escuchar a Armando Uribe.
Seguí su consejo, y al entrar en la clase me di cuenta que éramos varios los alumnos de cursos inferiores los que nos metíamos a esa clase de quinto año, con el deseo de oír su saber enciclopédico, mordaz y certero.
Diplomático de carrera, en 1971 Salvador Allende lo designó como el primer embajador de Chile ante República Popular China. Después del golpe de Estado, denunció incansablemente las atrocidades de la dictadura, publicando “El libro negro de la intervención norteamericana en Chile”, y luego “La intervención norteamericana en Chile”, en edición conjunta con Cristian Opaso.
Se desempeñó como profesor titular de la Universidad de La Sorbonne, enseñando Derecho Público y Ciencia Política, y renunció a su nombramiento, que le garantizaba la estabilidad y tranquilidad para ejercer la docencia y abocarse a la literatura en París, para regresar a Chile.
Amaba Chile, en sus palabras, porque “admiraba el desgarro de los chilenos, el desgarro de esta tierra”.
En su profunda creencia cristiano-católica, manifestaba su fastidio por vivir tanto tiempo y esperaba con ansias la visita de la muerte. Hoy, el profesor Armando Uribe Arce ha vuelto al creador y se ha reunido con su amada Cecilia.