Non queriades caldo, tomade dúas tazas…Crónica reflexión sobre as últimas xornadas de loita do metal
Traducción al castellano
en castellano, para quien no sepa leer en galego):
No queriais caldo, tomad dos tazas…
[Crónica-reflexión sobre las últimas jornadas de lucha del metal]
No es sorprendente que en tiempos de crisis como los que estamos viviendo, salte la chispa de un clásico en Vigo, de nuevo una huelga del metal reaparece en la ciudad olívica.
Durante varias mañanas reina el caos, las barricadas y el fuego, recordándonos antiguas luchas de huelga permanente y autonomismo obreiro… Si en las huelgas de Ascón, en aquellos tiempos convulsos, se entonaba el “¡Jei, jei, resistirei!”, ahora podías escuchar “¡Lume, Lume, Lume…!”, al pié de la barricada formada en cualquier esquina.
De nuevo salen los grupos de incontrolados a sembrar el caos en Vigo, el “salvajismo” que tanto asusta a la patronal y, los currelas, más unidos que nunca, demuestran de lo que son capaces… Las autoridades tiemblan.
¡Quien los viese en lucha permanente contra todo este sistema putrefacto!
La primera jornada de huelga, el miércoles 3 de junio, se predecía tranquila, así corría la voz por Vigo. Pero una vez concentradxs en la Plaza de España, hasta lxs que no somos del metal presentimos que algo iba a suceder. Se respiraba en el ambiente esa inquietud propia de quienes no se quieren resignar, había que incidir en la normalidad. Y no hubo que esperar mucho, pues fué cuando de súpeto la típica listilla con prisa se cuela con su auto burlando el corte de tráfico. Pero para listillos nosotrxs… inmediatamente los trabajadores rodean el auto y aparecen las grilleiras con los antidisturbios que empiezan a cargar…
Comienza la guerra.
A golpe de indignación y gritos se decide bajar a Barreras (el astillero más grande de Vigo). Para enfrentarse a las fuerzas del orden en igualdad de condiciones es importante conocer el terreno sobre el que nos vamos a mover. Parecía, de nuevo, un viaje en la máquina del tiempo a las expropiaciones de las fábricas de antes.
Querían fuego e hicieron fuego, y mucho. Barricadas incendiarias cerraban los accesos al astillero, unxs a defenderse desde lo alto del muro del astillero desde donde había buena visibilidad de la rotonda donde se concentraban los antidisturbios, otrxs a cubrir las zonas de acceso, cargadxs de tirachinas, tornillos, cohetes… Todo vale para hacer recular a los maderos que no dudaban un instante en lanzar bolas de goma y botes de humo.
Finalmente, salteando estos inconvenientes, fue posible un mayor acercamiento a los robocops que determinaron por huir de la lluvia de tornillos que recibían tan de cerca.
En fin, currelas 1- policía 0.
Al dia siguiente, ya el sexto dia de huelga, no era necesario ni hablarlo, había que responder a la provocación policial del dia anterior. Y reunidos desde las 7 de la mañana en Barreras, se decidió colapsar el centro de Vigo. Eran miles las personas que se lanzaron por el casco viejo gritando más “¡Lume!”, a la vez que se ponía en práctica con la quema de los contenedores y se tiraban vallas, barricando un día más las calles viguesas.
La ciudadanía asistía perpleja al caos de la ciudad, pero en general, cómplice y solidaria con los manifestantes, y viendo la crudeza de la actuación policial, ayudaban dando pistas de por donde podían estar las grilleras, que a más de una le cogieron por sorpresa saliendo de los callejones de la zona vieja.
Se llega hasta el ayuntamiento y allí la policía recrudece la represión y empieza a cargar arbitrariamente entre el desbarajuste, a diestro y siniestro, sin importar quien estuviese (madres con hijos, abuelos paseando…), haciendo alarde, una vez más, de su impunidad a la hora de reprimir y, claro está, de su inhumanidad.
No podían permitir que se estendiese la revuelta por toda la ciudad y para evitarlo, utilizan la estrategia de contención, evitando que los trabajadores del metal expandan su lucha más allá de los astilleros. Y así, en el ayuntamiento, la fuerte carga policial logra finalmente que se decida de nuevo bajar a Barreras. En este sentido, la victoria la tiene el poder, ya que consiguen recuperar la normalidad en la ciudad y recular a los trabajadores al astillero, donde no molestan. Pero tampoco podemos negar que allí hay muchos más medios al alcance para de nuevo enfrentarse con quienes están a reprimir duramente. Quién rebatiría que esto también tiene mucho de venganza…
En pié de guerra se forma otra batalla campal en el astillero. Una batalla más intensa en número de participación con respecto al día anterior e incluso diría que en sentimientos de rabia y venganza…
No puedo dejar de esbozar una sonrrisa en mi rostro cuando pienso en lo fácil que resultó auto-organizarse espontánea y autónomamente para hacer una pequeña revuelta, porque así es como la veo, con aires de recuerdo de un tiempo de luchas autónomas obreras como la que se vivió en Ascón. Me viene una sonrrisa cuando veo que ainda existen ganas de combatir y no dejar que nos tomen por tontxs, defendernos de un sistema que nos aniquila con su violencia diaria, que nos quiere hacer pagar su propia crisis. Me rio con gusto cuando la indignación se lleva a la práctica con la acción directa, sin mediación, sin mendigar limosnas al poder. Son momentos en los que desaparece todo rastro sindical: ni paz social, ni pacto sindical. Momentos en los que tienes a cientos de compañerxs por unas horas a los que no les conoces eo rostro (ni quieres conocerlo) pero por los que lo darías todo, momentos de apoyo mutuo…
Como disfruto cuando veo como se retoma el control de nuestras propias decisiones…
Son muchxs lxs que opinan que esas no son las formas para llevar a cabo una lucha, opiniones que criminalizan la violencia. Y es que el auge de la moralidad pacifista demócrata en la actualidad aun agrava más nuestra condición de reprimidos. La paz social es implantada por decreto, y sin embargo la guerra permanece aun en nuestras entrañas. Y no puede ser de otra forma, cuando estamos en permanente tensión recibindo la violencia del sistema, la única violencia que está justificada y legitimada: de los patrones a sus trabajadores, de los gobiernos a los ciudadanos, de los profesores a los alumnos, y de la constante esclavitud cotidiana que vivimos a lo largo de nuestras vidas (educación, trabajo, ratos libres -para consumir libremente, claro está-, la publicidad y sus cánones, el civismo, la anulación absoluta de las expresiones pasionales y naturales, la culpabilidad cristiana…).
¿Como vamos a combatir este sometimiento, esta dominación? ¿Poniendo la otra mejilla? ¿Combatir la dominación, siendo dominadas? Que salga la furia, la rabia, las ganas de destruir lo que nos está matando. Esa será la forma de combatirlo realmente… Los buenos civilizados «muchos enemigos del Imperio, deseosos de vencerlo, sí, pero con buenas maneras»* , aquelxs que no comprenden que están alargando la agonía mientras dicen que «comparten la disidencia pero no el odio, comprenden la indignación pero no la rabia; lanzan eslóganes de protesta pero no gritos de guerra», consumen sus vidas mientras esperan poder comenzar a vivir. La resignación es un suicidio cotidiano, y si el trabajo es salud… que trabajen los enfermos.
Desde luego que, como anarquistas, consideraremos la revuelta en todas sus formas. No se trata de buscar una solución política, esto es una lucha social de un momento y en un lugar concreto, donde nos autorganizaremos individuos apasionados y en tensión con el poder y el sistema. ¡Que más justificación que esa!
Momentos que nacen de la conciencia de ser dominadas.
Porque no nos cansaremos de decir que ningún acto de revuelta es inútil…
"Como me tratan de gato salvaje, me pongo a robar gallinas" Refranero popular
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* Bárbaros, la insurgencia desordenada.