No ensuciéis el primero de octubre (cat/cast)
Por Vicent Partal
El primero de octubre no fue ningún delito del cual haya que defenderse ante nadie, sino una epopeya dignísima y heroica, en que un país unido como no lo había estado nunca defendió la democracia y las libertades contra el ataque indigno de un estado que no se puede considerar democrático.
El primero de octubre no fue ningún error, en ningún momento, sino el acierto más grande del proceso hacia la independencia, el día que nos puso por primera vez ante la posibilidad de ganar. Un día del cual nos sentimos profundamente orgullosos.
Pero, por encima de todo y ya para siempre jamás, el primero de octubre es la línea que separará la posibilidad de ser asimilados de la de ser libres, la raya que abre un abismo entre el acatamiento forzoso de las leyes españolas y la democracia ejercida en libertad por la gente, la divisoria entre la comunidad autónoma y la república.
Entendámoslo para enfilar el futuro. Asumámoslo para huir del presente. Proclamémoslo para respetar aquello que hicimos.