Niños de hojalata
Me he puesto en la tarea de mirar, en el bus que viajo todos los días para desplazarme a algún lado de la ciudad, cuantos niños suben a este medio de transporte, buscando vender cuanto dulce o artesanía, o simplemente una canción que ya saben de memoria; aproximadamente solo en el viaje de ida contando que este vehiculo demora alrededor de diez minutos, se han subido tres niños y no alcanzan otros cuatro a los que “el señor conductor” ya no deja que “TRABAJEN” mas, porque han sido demasiados. No miramos casi nunca sus rostros porque estamos pensativos, viendo llover o haciendo cualquier otra cosa que nos distraiga, para no ver una realidad que nos violenta diariamente y que quizás a muchos nos duele, pero que en todo caso ignoramos por poco a diario, por no decir que siempre. Si detenemos la mirada en ellos, vemos   todo el tiempo su aire de cansancio, sudor o frío; niños de hojalata buscadores de guerras perdidas, y detenidos en la infancia para asomarse al futuro de sus vidas, aquello, que ya cambiaron para siempre porque su niñez la tienen perdida.
Solo en la ciudad de Popayán alrededor de 250 niños trabajan para “sostener a sus propios padres”,   que  llegan cada noche a sus hogares (si lo tienen) con un dinero que han logrado con el sudor de su frente. La gran mayoría de estos pequeños guerreros no tienen educación o no van a la escuela, porque por supuesto en nuestro país es más importante invertir en hombres de acero que en niños guerreros.
Al parecer la suma puede crecer y la alarma no aparecer, ante un caso que miramos pasar por cada uno de nuestros puestos…y  al final….  “por aquí me hace el favor”. Fin de tanta lata.
NOTA DEL EDITOR: ¿Cuántos niños hay en las calles de Timbio pidiendo dinero? ¿Cuántos niños trabajan vendiendo dulces en las busetas de Transtimbio? ¿Qué es peor: darles una moneda para enviciarlos a pedir, o no darles nada obligándolos a trabajar? No darle dinero a los niños mendigos, es una campaña nacional.
www.timbiocity.info/index.php?option=com_content&vie